Cuando preparo entradas para este blog, en el que llevo ya más de once años de actividad, no me obsesiono por comentar la actualidad. Para eso están los diarios y, en concreto, las decenas de columnistas a los que, supongo, se les paga por su trabajo, como debe ser.
Lo mío es afición discursiva, una vocación literaria que no me esfuerzo lo más mínimo por encauzar, ya que disfruto escribiendo sobre lo que me apetece y hacerlo público, para que lo disfruten, si así lo desean, tanto amigos como desconocidos.
La situación actual, sin embargo, invita a dedicar algunas líneas gruesas a lo que está pasando a nuestro alrededor, porque tengo la impresión de que estamos viviendo un momento crucial de nuestra historia inmediata. Centro esta aseveración en tres temas, sobre los que deseo llamar la atención del lector:
- Venezuela. La encomienda al joven Guaidó de convocar elecciones en el período más corto posible, marginando al dictador Maduro, presidente elegido en unas urnas amañadas, pero con el poder sobre el Ejército y capacidad para movilizar a una parte no despreciable de la población, ha generado una situación de bloqueo en el país. No quiero imaginar lo que podría desencadenarse si el megalómano Trump decide una intervención armada en Venezuela, pero sigo sin entender qué es lo que se desea que suceda, por parte de ese grupo europeo de países que apoyan al presidente de la Asamblea Nacional y lo han nombrado presidente interino (que es una intervención, en mi opinión, nada pacífica: me recuerda lo de “el mensaje a García”).
- Cataluña. La vicepresidenta del gobierno español ha transigido con el gobiernín catalán en incorporar a un diálogo -cuya naturaleza ineficaz está en la misma sustancia de los planteamientos anticonstitucionales, es decir, delictivos, de la facción separatista- a una figura exótica, incalificable, que han llamado relator, notario, mediador y otros calificativos de la posición inaceptable de ese comisionado. Escribo “transigir” porque no puedo imaginar que la propuesta haya venido del lado del gobierno que tiene la obligación de velar por los intereses de todos los españoles (al menos, de la mayoría, pienso yo).Las críticas han llovido desde dentro del partido socialista (que se supone que es el que gobierna) y , por supuesto, desde los partidos de la oposición, que no se han ahorrado adjetivos y exabruptos para definir la operación, llegando incluso a hablar de traición, felonía y otras lindezas. El movimiento no va a servir para salvar los presupuestos del Estado para 2019, ya que se han presentado enmiendas a la totalidad que imposibilitan el trámite parlamentario. Solo va a servir para confirmar que el gobierno improvisa, falto de coherencia y apoyos. Sánchez debe convocar elecciones. Sí o sí. Habrá que esperar, luego, que se recomponga el espectro político, y que los partidos recuperen sus esencias. Creo que ni la derecha, ni la izquierda, ni el centro saben, en este momento dónde están. Es decir, están perdidos.
- China. El gigante asiático no se encuentra, ni mucho menos, dormido. Se nos ha colado por nuestra economía confiada por todos los resquicios. China no es vecina, sino que nos alucina. Vestimos chino, comemos chino, nos solazamos con productos chinos. Se nos han colado los chinos hasta en la sopa; nos tomaron por chinos. Ha sido una invasión pacífica en las formas, pero letal en los resultados. Se ha perdido gran parte de la capacidad de fabricación y de respuesta. No hemos calculado lo que significaba abrir los mercados a un mundo globalizado, cuando uno de los agentes tiene una dimensión muy superior al resto. Nos coge, además, a los europeos, sin haber conseguido ni la unión comercial, ni la industrial, ni -por supuesto- las estructuras de defensa.En resumen: no me gusta la orina del enfermo, que es lo que oía decir a mi padre cuando las cosas pintaban mal. Que es como pintan ahora, solo que en el cuadro estamos todos, chino más o menos, catalanes y venezolanos, incluidos.
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Presento aquí a un pico menor (dendrocopos minor), habitante escaso de bosques caducifolios y zonas de ribera con árboles maduros, según dice uno de mis libros de cabecera en cuestiones ornitológicas. Es un pequeñin con semejanza clara con el pico mayor, pero con el dorso listado de rayas blancas. Otra diferencia: carece del rojo en el plumaje del abdomen y los machos tienen solo una caperuza roja (mancha pileal) con bordes negros, en lugar de la gran mancha que adorna la cabeza de la otra especie. El macho de pico menor de la foto vive en las recuperadas graveras de Velilla de San Antonio, en donde lo sorprendí esta mañana de febrero, trepando silencioso por un sauce de la antigua grsvera