Las acémilas han sido siempre los animales preferidos a la hora de elegir protagonistas de cuentos con propósitos ejemplificadores. Aunque algunas especies del grupo han perdido población en ciertos países -pienso justamente en asnos y burras-, otras, incluso, han demostrado su adaptabilidad: los caballos, hasta hace poco, utilizados en la guerra -y hasta dieron su nombre a una de las armas de los Ejércitos, la Caballería- , son muy apreciados como signo de distinción de clase. Saber montar a caballo es algo parecido a tener un máster en Historia del Arte.
Del amplio elenco de opciones de burros consagrados, me detengo hoy en dos. La burra de Balaam y el asno de Buridan. No es la primera vez que recurro a su ejemplo. La burra de Balaam, incorporada a las Sagradas Escrituras, se detuvo al ver a un ángel que les interceptaba el paso. Azotada por su amo, le recriminó, con sabias palabras (la gracia divina le permitió expresarse), el castigo y le advirtió del peligro que suponía seguir adelante.
El asno de Buridan, tuvo una existencia aún más problemática, pues resulta ser un invento del filósofo para ilustrar sobre la necesidad de no perder el tiempo reflexionando sobre la prioridad que debe darse a dos opciones semejantes. El asno de su historieta, encontrándose hambriento y sediento, a pesar de haber sido puestos a su disposición un cubo con agua y un montón de heno, falleció al ser incapaz de decidirse si beber o comer primero.
He encontrado a lo largo de mi vida aplicación para ambos cuentos asnales. Hay momentos en que no somos capaces de ver el peligro de continuar haciendo lo mismo, empecinados en el error, y solo nos salvará de la debacle un hecho fortuito, asimilable a una intervención celestial inexplicable. Otras veces, las opciones previas que se nos presentan son tan similares (aunque incompatibles) que demoramos tomar una decisión más importante, con riesgo de perder la oportunidad de ejecutarla; siendo más claro, nos detenemos obsesivamente en lo que no es sustancial, sin comprender que debemos seguir adelante, pasando por encima del obstáculo, hacia una meta mayor.
No me resulta difícil encajar estas historias de burros con la situación que le ha tocado vivir al PSOE en estos momentos de la Historia de España. Me atrevo incluso a aventurar, con cierto respeto, que el papel de burra de Balaam lo ha representado Pablo Igleasias, junior (líder, por el momento de Podemos), con su oferta para apoyar a Pedro Sánchez, mientras éste se encontraba de cháchara con el Rey Felipe VI, autopostulándose como vicepresidente de Gobierno, haciendo de paso trizas la coalición que el líder del PSOE había pactado con Albert Rivera, de C`s, que debería conducirnos a la Tierra Prometida.
Pero aún mejor aplicación encuentro al asno de Buridan, con éste empeño de Javier Fernández, presidente de la gestora de circunstancias del PSOE a lo que condujo el “no es no” de Sánchez y los suyos (me remito a nueva lectura del ejemplo de la burra de Balaam, con estos mimbres), en que se vaya en bloque de su bancada de diputados a abstenerse en la votadura de Rajoy como Presidente de Gobierno, propósito de cumplimiento imposible. ¿No sería óptimo, beber lo mínimo -once diputados abstenidos- y comer de la coherencia con los demás- oponerse en bloque a la investidura? No encuentro mejor disciplina de voto ni mayor coherencia ideológico-doctrinal que esa propuesta, que, por lo demás, y sin que yo sea un clarividente en cosas de la política, apoyé desde hace meses.
P.S. La foto que hoy incluyo en mi Comentario es la de una pareja de buitres leonados, a punto de aterrizar en su atalaya, en donde les esperan varios congéneres. Los buitres son aves carroñeras y, por nuestras tierras, en donde no existen grandes carnívoros que abandonen las carcasas casi mondas de sus presas en la sabana después de haber saciado su hambre, tenían como alimento sustancial los desgraciados ejemplares de ganado que pastaban libres y que, en un mal paso, se despeñaban, junto a las que habían sido presa de lobos o de su muerte natural y, también, de aquellas nodrizas o sus crías que morían de malparto.
La escasez de piezas en descomposición natural está animando a que, en los lugares en donde están protegidos, se les pongan a disposición vísceras y cadáveres que les sirvan de sustento.
La colonia a la que pertenece la pareja que fotografíé hace un par de días está ubicada en el Parque Natrural de las Bárdenas Reales, en Navarra. en cuya región tienen censados algunos miles. Supongo que, por lo que apunté más arriba, en gran medida, son alimentados por piezas de desecho colocadas a su disposición por el hombre.
El gran depredador humano ha convertido a estos y a otros animales, antes salvajes, al cambiar sus propios hábitos, en sostenidos. Son, por así decirlo, huéspedes supervivientes de nuestro pasado agropecuario, rehenes de nuestra obsesión por ocupar la Tierra, dejando en ella nuestra huella devastadora.