Poco después de que S.S. El Papa Benedicto XVI anunciara su decisión de retirarse de la tarea de Representante de Dios en la Tierra, (el 12.2.2013), un rayo cayó sobre la Cúpula de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
Sin atreverse a hacer un análisis completo de la coincidencia, algunos expertos en cuestiones vaticanas pusieron, desde luego, de manifiesto, esa circunstancia, dejando abierto el camino para su interpretación simbólica.
En la misma fecha, el vicepresidente de la patronal madrileña, el idealizado empresario Arturo Fernández, se veía colocado en la difícil tesitura de tener que responder ante la acusación que algunos de los empleados de su imperio restaurador –Cantoblanco- habían lanzado a la voracidad periodística: una parte del sueldo que recibían lo era en dinero negro. Y esa era la práctica, indicaban, normal con los miles de trabajadores del grupo.
Como al día siguiente tenía lugar en Madrid la reunión de la CEOE, que son las siglas del cónclave que realizan periódicamente los jerarcas de la doctrina mercantil, se especulaba sobre la dimisión del Fernández.
No fue así. El empresario, que admitió la posibilidad de que, en una empresa tan compleja, se le pudiera escapar algún dinerillo por la parte equivocada, solo expresó que se tomaba “un tiempo para reflexionar. Reflexionar es solo éso, reflexión. Puede ser corta o más larga”.
Se trastoca así, en el campo de los asuntos terrenos, el orden de las cosas seguido por las que atañen al espíritu: el rayo cae sobre la cúpula antes de que se produzca la dimisión. Y los fieles del mercado se recogen, entre tanto, en su paz interior, repitiendo las oraciones comunes, por las que tantas veces agradecieron o imploraron mercedes, como este Padrenuestro ácrata: “Tiene talento, coraje, espíritu de sacrificio, creatividad, y sentido de la oportunidad, y sabe hacerlo con menor precio que los demás” (2)
Nadie ve riesgo para la Iglesia católica con la dimisión de su máximo representante. Tampoco se advierte incertidumbre que asole, inquiete ni preocupe al sector empresarial, aunque broten, múltiples, las especulaciones sobre la forma de solventar este delicado momento. Se prepara, sin duda, una cruzada redentora contra el infiel, anatematizando su desvarío, provocado, se sospecha en la curia, por apóstatas y herejes poseídos por el demonio de la verdad.
Dios nos coja a todos confesados, (o protegidos por dilectos pararayos) mientras la tormenta arrecia. Los que estén en descampado o en bosque espeso, recuerden que la mejor protección no se consigue bajo el árbol más alto, ni corriendo, alocados, de un sitio a otro por lo llano, sino pegándose bien contra la tierra y apartando de sí cualquier objeto metálico, hasta que la calma vuelva a campar por los respetos.
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(1) Se observará que, aunque el idioma de la declaración fue el español, la inteligibilidad resulta equiparable a la del mensaje papal, que se expresó en latín. En el caso vaticano, solo una periodista, que conservaba frescas las enseñanzas de las lenguas clásicas, pudo entender lo que S.S. decía, en tiempo real. En el caso madrileño, se debe esperar a que la inspección fiscal progrese para conocer el alcance de la declaración.
(2) Alabanza o prez de la que fue autora Esperanza Aguirre, entonces Presidenta de la Comunidad de Madrid, el 7 de febrero de 2012, en el IV Congreso Internacional de la Excelencia. Las palabras iban dirigidas a glosar las cualidades de los propietarios de Cervezas La Cibeles y Viena Capellanes, premiados en aquel evento y que, en agradecida correspondencia, asumieron el coste del cátering.