Los más de doscientos asistentes a la presentación del mapa estratigráfico a escala 1:1.000.000 de España y Portugal que auspiciaban el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y el Laboratorio Nacional de Energía y Geología de Portugal (LNEG) fueron obsequiados con un canuto de plástico de 1m15 cm en cuyo interior se alojaba la criatura.
Si, al llegar a sus casas, se tomaron la molestia de abrir el cilindro y desplegar su contenido, habrían dejado a la vista una bella impresión multicolor, cuyo gran tamaño les obligaría, a falta de encontrar un sitio en la pared adecuada, a volver a alojarlo en su guarda, previamente enrollado a la forma anterior.
El mapa fue presentado por el geólogo Jorge Civis, presidente del IGME desde 2012, en el marco del Salón de Actos de la Escuela de Minas de Madrid (así se llamaba, al menos el recinto académico, antes del desorden educativo propiciado por la sesgada interpretación de los acuerdos de Bolonia) el 21 de enero de 2016.
Actuó de introductor de los ponentes, el también geólogo Juan José Durán Valsero, bajo cuya competente batuta se desarrolló la sesión, que contó con la participación especial de Philippe Rossi (ex Presidente de la Commision for the Geological Map of the World) y las explicaciones de los editores principales del mapa J. Tomás Oliveira ( actualmente, jubilado del LNGE) y Luis Roberto Rodríguez (investigador titular del IGME).
El nuevo mapa recoge por primera vez la geología de todos los territorios de Portugal y España, incluidas sus islas y plataformas continentales, y ha supuesto el cuidadoso enlace de las cartografías desarrolladas por ambos países, especialmente, en su frontera.
En la web del IGME, como también lo hizo su actual presidente en el Acto, se enfatiza que, para España, este mapa es una consecuencia del desarrollo del Plan MAGNA (Mapa Geológico de España a escala 1:50.000), que viene desarrollándose desde 1972 y que supuso una inversión pública superior a 130 M€. También se comunicó que el ahorro social ha sido estimado en casi 20 veces esta cifra, aunque no se ofreció información sobre este cálculo.
Oliveira, en su intervención, tuvo un recuerdo emocionado para el Grupo español de Ossa-Morena, creado en Belmez (Córdoba) en 1979, y del que fue impulsor principal el ingeniero técnico de minas Rafael Hernando Luna, catedrático de la Escuela cordobesa.
Para un ingeniero de minas, resultó inevitable recordar (aunque lo hiciera para mi coleto) los tiempos en los que los ingenieros de minas dieron impulso a la geología en nuestro país, especialidad de la carrera que resultó tradicionalmente, para decenas de generaciones de estos profesionales, una de las más apetecidas.
El IGME tiene sus raíces en la creación de la Comisión para la Carta Geológica de Madrid y General de Reino, por Isabel II, el 12 de julio de 1849. Después de la breve Presidencia de Fermín Arteta y Sesma (hasta noviembre de ese año) contó con el impulso del ingeniero de minas Francisco de Luján, que incorporó a sus colegas Casiano de Prado (director del área de Geología y Paleontología), Rafael Aznar de la Torre o el inspector general de Minas Guillermo Schulz (quien realizó la Memoria de 1855).
Sin acercarme a épocas recientes, me vienen a la cabeza los nombres de Lucas Mallada y Pueyo, amigo íntimo del también ingeniero de Minas Serafín Baroja -padre de Pío Baroja- , o de Manuel Fernández de Castro, vinculados a las primeras décadas del Instituto.
Cuando salía del Salón de la Escuela, con mi canuto cartográfico en ristre, coincidí con José Antonio Obis Salinas, que me recordó que el primer mapa geoestratigráfico a escala 1:50.000 de España, publicado por el Instituto Geológico y Minero de España fue el de Villafamés (El Maestrazgo, Castellón), del que él fue coautor principal junto al geólogo francés Joseph Canerot.
No me pude quedar al cóctel posterior, porque ando con el tratamiento, así que felicito aquí a los autores de esta culminación, arabesco lateral o derivada tercera del proyecto MAGNA. Formulo asimismo mi deseo, por el bien de la ingeniería geológica, que los geólogos, ingenieros geólogos e ingenieros de minas, trabajen juntos, revueltos si fuera necesario, en el definitivo impulso a la explotación minera de España y Portugal.
Lo han estado haciendo, sin duda, pero advierto que recientemente los geólogos tienen deseos por asumir el protagonismo principal o total. Los ingenieros de minas, por formación y vocación, no podemos quedar a un lado. Sin rivalidades forzadas, sin olvidos injustos. Muchos recursos están pendientes del fruto de esa colaboración de capacidades, que está siendo especialmente puesta sobre el tapete por la gran oportunidad de optimizar la exploración de la franja pirítica del suroeste de la Península Ibérica. Así se lo entendí a Oliveira, y así lo suscribo con mi firma.