Como sabéis -o deberíais saber- además de ser tenida por palabra de Dios y contar la Historia más antigua del pueblo hebreo, la Biblia está llena de aventuras apasionantes, muchas de las cuales han servido de base para cuentos infantiles y, ¡también!, para tórridos argumentos de películas y novelas para adultos llenas de picardía, pasión y venganza, capaces para despertar la imaginación del más pintado.
La controversia linguistica de la Torre de Babel, el drama de los hermanos Caín y Abel, el tormentoso paso de las aguas del Mar Rojo con el Ejército del faraón pisando los talones a los fugitivos, el plácido desayuno del exhausto pueblo hebreo a base de maná y rocío, la injustificada envidia de los hijos mayores de Jacob, castigada con nobleza y ejemplaridad por José, su hermano menor, la apasionante e increíble historia del Diluvio Universal y el arca de Noé…
De todas las historias, narraciones imaginativas, leyendas y fantasías, la de Moisés es la que ocupa mayor espacio en el Antiguo Testamento. Su itinerario vital y liderazgo, es, además, de ser el más intenso; resulta clave para entender o, al menos, acercarse con fundamento a la relación entre el pueblo hebreo y Yavé, o sea, Dios.
La historia del niño Moisés
El niño nació en un mal momento. Vino al mundo en Egipto, de padres hebreos. Tenía dos hermanos mayores. El faraón, que veía con temor el crecimiento de la población hebrea, que eran mano de obra barata y sumisa, pero que podrían sublevarse, ordenó que a partir de entonces, todos los recién nacidos varones fueran sacrificados.
La madre de Moisés lo tuvo escondido tres meses y, cuando ya no pudo ocultarlo por más tiempo, lo metió en una canastilla y ordenó a María, su hermana, que lo dejara a la orilla del río Nilo, entre juncos, cerca de donde sabía que se bañaba a diario la hermana del faraón.
El truco funcionó. La hermana del faraón y sus sirvientas descubrieron la canastilla, vieron lo que contenía y decidieron adoptar al niño, María observaba la escena, a prudente distancia, Cuando oyó comentar a las jóvenes que tenían que encontrar una nodriza para alimentar al niño, se acercó a ellas sin identificarse, y ofreció a su madre para el trabajo.
Como el niño había aparecido a punto de ser engullido por las aguas del río, la hermana del faraón decidió ponerle el nombre de Moisés que significa: “Salvado de las aguas”. Así fue conocido en la corte del faraón, y tenido por uno de los suyos, un egipcio más.
Todo iba bien hasta que una tarde Moisés vio a un egipcio que estaba maltratando a un hebreo. Sin poder contenerse le increpó y como el otro manifestara que estaba en su derecho, porque era un esclavo, lo mató.
A partir de ese momento, la vida de Moisés cambió radicalmente. Tuvo que huir de las tierras del faraón, porque los soldados querían cobrarse venganza en el.
Os invito a leer la historia de Moisés que cuenta la Biblia.
… pero Moisés regresó a Egipto tras recibir el encargo divino de liberar al pueblo judío de la esclavitud. El Faraón se resistía a dejar libres a los israelitas, pero, finalmente, tras la Pascua, Moisés logró la libertad de su pueblo, llevándolo a la Tierra Prometida.
Hoy, Sábado de Gloria nuestro querido ANGEL ha tenido su Pascua y llegado a la Tierra Prometida, donde ya no habrá más oscuridad ni sufrimiento, sino LUZ.
Antes que primo, siempre fuiste mi hermano, y como tal siendo tu pérdida.
Permite que continue tu relato 12 con esta addenda:
El Señor habló a Moisés:
“Di a Aarón y a sus hijos: Así bendeciréis:
El Señor te bendiga y te guarde;
el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti,
y te conceda su favor;
el Señor te descubra su rostro, y te dé paz.