Al socaire

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El efecto perverso de legislar sin consenso

24 noviembre, 2020 By amarias 2 comentarios

En el país de las leyes inaplicadas, ininteligibles, contradictorias o estériles, legislar se ha convertido -desde hace años- en una manifestación de poder por parte de cualquier gobierno. Legislan, decretan, ordenan, el Gobierno central y los autonómicos. Reglamentan y ordenan desde las tasas por servicios esenciales hasta las horas de cierre de los locales de alterne, las diputaciones, los ayuntamientos y los alcaldes de barrio. Ordenan, recomiendan, prohíben y castigan o amenazan con penas de toda catadura, las asociaciones de vecinos, colegios profesionales, corporaciones deportivas, el usuario de un portón que utiliza como garaje o el propietario de un terreno perdido en un monte. “Se prohibe aparcar, fijar carteles, la entrada de persona ajena, llamo grúa, se sancionará a los infractores, aviso policía, cuidado con el perro”.

Como no se considera de valor lo que los demás han escrito, legislado o decretado, cada cambio en la orientación política en el Gobierno, arrastra como consecuencia irremediable la modificación de varias leyes y disposiciones precedentes. Es una manifestación de poder, no de inteligencia.

Los que tenemos que lidiar con el derecho sabemos bien que la inmensa diversidad de leyes, la continua referencia al latiguillo por el que “se mantienen en vigor las disposiciones que no afecten o la contradigan”, la disparidad de criterios y centros legislativos, las leyes en blanco y las más oscuras, generan un entramado farragoso que beneficia, no al derecho, sino al barullo, a la discrecionalidad judicial, a la supremacía falsa del más ducho en derecho procesal o al perteneciente a un bufete poderoso.

Tenemos en curso una nueva Ley de Educación, que se ha dado en llamar Ley Celáa, por el nombre de la Ministra que la ha propuesto para su tramitación en el Congreso. Me he leído en trasversal sus más de ochenta páginas, he tratado de desentrañar el sentido de las continuas remisiones a la anterior Ley (la LOGSE) e incluso a la legislación anterior. Confirmo, desde luego, que se trata de una demostración más, desde el punto de vista jurídico del mal hace legislativo.

Pero lo más importante, en mi opinión, es que es más lo que complica que lo que soluciona. Los representantes políticos se detienen en criticar algunos aspectos vistosos de ese nuevo monumento a la falta de entendimiento en nuestro país, en temas sustanciales, vitales. Es importante, según sectores de opinión, la eliminación de la religión como asignatura evaluable, la posibilidad de terminar el bachillerato siendo un perfecto ignorante, la marginación del castellano (o español) en beneficio de las otras lenguas del Estado y del inglés, el oscuro itinerario que se deduce de la voluntad legislativa de contentar a ciertas minorías, el golpe vital prometido a la enseñanza concertada,  la idea arriesgada de integración de los estudiantes con minusvalías síquicas en un entorno académico que les será forzosamente hostil,  etc.

No le doy mucho recorrido a esta Ley, que pasará a la Historia, si es que se aprueba ahora, como una Ley de educación de efímera existencia. Creo que deja sin resolver el problema de la calidad de la enseñanza, de la falta de motivación y adecuación del profesorado, la disparidad de las titulaciones sin respaldo en la demanda social y económica, el desbarajuste provocado por la delegación de competencias regulatorias a las Autonomías regionales, a los centros docentes (en especial, a los Universitarios), y un sin fin de errores, fallos y reivindicaciones razonables generados, no ya a raíz de la vigente Ley, sino provocados por un camino de modificaciones legales sin atender a las reformas sustanciales.

Españolito que vienes al mundo, niño, adolescente o joven que pretendes formarte para adquirir un digno puesto de trabajo que te permita ser independiente económicamente y solvente en tus conocimientos, te guarde tu buena estrella. La Ley Celáa no te va a mejorar la existencia. No será necesario que te esfuerces, no te controlarán apenas, superarás sin darte cuenta las dificultades académicas que te pongan delante, pero saldrás a la superficie curricular con pocos conocimientos útiles. Entonces te darás cuenta que te han hecho perder mucho tiempo y que el espacio vital de interés está ocupado por individuos, educados en centros de élite de los que no habías oído ni hablar.

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De bajas y rebajas (1)

29 marzo, 2020 By amarias Dejar un comentario

A punto de finalizar el mes de marzo de 2020, con la crisis epidémica provocada por el virus chino aún sin resolver en España, los dientes de una crisis aún mayor, la económica, asoman con crudeza. Sabemos aún muy poco de cómo se generó, desconocemos cómo combatir al SARS-Coronavirus 19 (qué coño importan los nombres, en este momento) y lo que verdaderamente nos preocupa es que las balas siguen silbando sobre nuestras cabezas, y como no sabemos bien cómo protegernos, volcamos nuestra mirada angustiada al sector sanitario y al personal facultativo, empeñados en demostrar que a su profesión le ha llegado el momento heroico.

Creo que es justo plantearse, en primer lugar, cómo y porqué se generó este virus. Es imposible no volver la vista hacia el Centro de Investigación virológica y epidemiológica de Wuhan, el más importante en la materia de China y uno de los más destacados del mundo, en donde saben muchísimo sobre SARS y coronavirus en general. Inicialmente, se propagó la estúpida noticia (típica fake new) de que el causante era un exótico animal llamado pangolín, que habría sido ingerido en una celebración familiar por razón del nuevo Año chino. Ambas ideas han sido desmentidas de manera eficiente: la primera, jurando por su honor, por la responsable del Centro; la segunda, porque aunque se han desollado más pangolines en estos meses que en toda la historia de la gastronomía china, no se encontró nada sospechoso en todos los bichos sacrificados.

Lo cierto es que, desde finales de enero, el virus se nos ha introducido en nuestro tejido social, causando alarma, pérdida de credibilidad de nuestro gobierno de falsa coalición y el hundimiento del sistema sanitario, que ha quedado demostrado descansaba sobre la precariedad y el esfuerzo contra lógica del personal empleado en la Sanidad Pública. Se están produciendo miles de muertes por el virus, en una espiral de contagios que no es posible deducir cabalmente cómo se ha producido y se está produciendo y que afecta, fundamentalmente, a centros geriátricos y sanitarios. También parece afectar a personas relevantes del gobierno y de la política, pero no me creo que sean más vulnerables por el hecho de estar dedicados al servicio público de señalarnos por donde creían que iba a ir el futuro. Creo, sencillamente que, como están más cerca de los mandos, se han hecho los análisis. Si nos los hubiéramos hecho todos, muchos más seríamos los afectados.

(seguirá)

 

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Semana de Compasión

24 marzo, 2020 By amarias 2 comentarios

Si esto es una guerra contra el coronavirus y nuestro mando civil-militar tiene las cosas claras, estamos en la semana decisiva para vencer al invasor. No es que, con el despliegue de resistencia y sumisión de toda la población (salvo algunos, pocos, insolidarios y rebeldes), de los esfuerzos titánicos para tratar de paliar los déficits de previsión y equipos con dedicaciones extraordinarias de quienes pueden ofrecerlas desde su conocimiento, y de las medidas de emergencia, consejos de última hora, regates de opinión e interpelaciones al mal común, a la mala suerte y a la desorganización consuetudinaria, vayamos a derrotar esta misma semana al repelente inquilino de nuestra nave cósmica.

No. No caerá de inmediato. Alcanzará su pico de propagación, contagiando aún a más compatriotas, habrá una ascensión en el número de muertos y luego, bajará la cadencia hasta convertirse solo en un mal recuerdo. Para que eso suceda, habrá de pasar aún dos o tres meses, quizá incluso más.

Porque nos estamos mirando en el espejo roto de quienes dicen haber conseguido recuperar la normalidad (o casi): los dirigentes y personal facultativo de la lejana China, convertidos a un tiempo en denostados causantes de la aparición del coronavirus 19 y aplaudidos vencedores locales de la pandemia que nació en Wuhan, provincia de Hebei, lugar de ignota ubicación en nuestra mapa mental hasta enero de 2020, en donde -dicen- se comen pangolines (animales mitológicos, mitad armadillo y serpiente, mitad fantasía y superstición)- y donde -se comenta, se sospecha- hacen ensayos muy avanzados con microorganismos para estudiar los efectos (Confucio, Alá y Dios no lo quieran) de una guerra vírica que haga inútil el armamento nuclear.

Querido lector, estoy tan asustado, confuso, indignado, confiado, esperanzado, roto, alarmado, asqueado, tenso, incrédulo, …como tú.

No discuto que hemos llegado tarde para darnos cuenta de que se nos había colado el enemigo invisible. Me asombra que, sabiendo su peligrosidad y carácter letal, ministras de Gobierno y personas relevantes de nuestro mundo socio-político se embarquen en una manifestación para reivindicar ya no me acuerdo qué diablos, o que tipos curtidos en denunciar todo tipo de falsedades y verdades se contagien por celebrar con unos camaradas su triunfo en las urnas, en la que tampoco guardo memoria de lo que votamos.

Me enerva que en este país que ha presumido y presume de tener la mejor Sanidad de Europa y el mejor servicio asistencial del mundo, no tengamos suficiente capacidad y recursos para entender que una gran parte de ese orgullo institucional dependía y depende del esfuerzo personal del personal sanitario y de la capacidad acomodaticia de muchos pacientes.

He visto las imágenes de cuerpos de compatriotas entrando en la morgue improvisada del Palacio de Hielo, en donde tantas familias hemos ido a patinar en días de ocio y rosas. He oído que hay ancianos yertos en geriátricos, esperando que alguien levante sus cadáveres, envenenados por el coronavirus. Tengo mi atención puesta en los informes civil-militares del Comité de crisis, en donde hace días que no veo aparecer ni a Pedro Sánchez, el presidente de Gobierno (en cuarentena por el coronavirus, con su esposa infectada), ni el vicepresidente Pablo Iglesias (en cuarentena por lo mismo y por la misma razón), y no sé cuántos miembros más, incluido el incalificable Torra, desde su refugio mental en Cataluña, animando al suicidio colectivo.

Esto pasará, por supuesto. Nos dejará muchos esqueletos en los armarios. No solo, y por desgracia que pudimos evitar y eso pesará en nuestras conciencias, de los que fallecieron por el coronavirus, y a los que tendremos/tendréis que dar una despedida como debiera haber sido, multitudinaria y silente. Son los esqueletos de nuestro viejo sistema socioeconómico, nuestra economía de mercado, nuestras relaciones con las Autonomías, nuestra colaboración en el seno de la Unión Europea y demás instituciones, nuestra defensa de un mundo en paz. nuestra voluntad de atajar (y de qué manera) el cambio climático, y, en fin, la generación de un modelo de cooperación internacional que garantice trabajo y distribución del mismo para todos, porque todos debemos vivir en paz.

Mucha tarea por delante. De momento, tenemos una semana complicada.

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Seamos serios, por favor. No juguéis con la vida.

20 marzo, 2020 By amarias 2 comentarios

Resumo lo sustancial de este mensaje, al margen de cualquier floritura: La única fuente plenamente fiable en relación con la información general sobre el coronavirus que nos afecta a los españoles, es el Comité de Crisis y sus portavoces específicos. Lo están haciendo, por cierto, con claridad, de una forma forzosamente repetitiva en cuanto a las medidas a adoptar, y conscientes como nadie de que la crisis de la pandemia no ha alcanzado aún su máxima virulencia.

Cierto que la necesidad de información, y presionados por la incertidumbre y la angustia, todos buscamos que las más diversas fuentes nos proporcionen alguna luz. A niveles regionales y locales, los medios de difusión -sobre todo las emisoras radiofónicas, ejemplo de inmediatez- están continuamente bombardeando al oyente con noticias de carencias en centros hospitalarios y residencias de ancianos, entrevistas, a menudo con tonos angustiosos y dramáticos, a alcaldes, representantes de las comunidades autonómicas y a personal facultativo.

Las redes sociales, ese vehículo de comunicación rápida de todo tipo de bulos, chismes y mentiras, han encontrado en esta crisis su naturaleza más repelente y viscosa. Hay individuos, que solo cabe calificar como mensajeros del Mal, tributarios de la maldad, que aprovechan el momento para imaginar cualquier información,  dotarla de apariencia de credibilidad (la firma un médico, un periódico, un centro asistencial nacional o extranjero, una agencia china o coreana, etc.) y encontrar así la difusión que convierte a su genialidad morbosa en algo viral, repetido por inocentes receptores de la misma, con velocidad fulgurante y crecimiento exponencial.

Es el virus, no la de la estupidez, de la mala uva, del terrorismo antisocial y morboso. La red ha difundido ya cientos de veces que se ha encontrado un fármaco que cura el coronavirus, ha alarmado a placer con carencias hospitalarias y fallecimientos en las condiciones más lamentables, se ha permitido prohibir como malignos, contraproducentes o letales ciertos medicamentos.

De todas esas despreciables maniobras, hay una que me duele especialmente. Se ha difundido, alcanzando fuerza viral en las redes, que la aplicación para autoevaluar la posibilidad de estar infectado por el Coronavirus COVID-19, de la Comunidad de Madrid, https://www.coronamadrid.com/ a cuyo desarrollo contribuyó eficazmente mi hijo Miguel, en tiempo récord, dirigiendo sin tiempo para descansar ni dormir, un equipo magnífico de profesionales de la programación, el análisis de datos masivos y las telecomunicaciones, “cede sus datos a terceros y no se sabe quiénes son” (www.elconfidencial.com)

De hecho, escriben, “la aplicación está alojada en una web de la que ni aparece el propietario del dominio. No instalar.”

Es una canallada, una infamia, que perjudica la plena difusión de un programa estupendo cuyo objetivo es descongestionar los centros hospitalarios de personas que no tienen síntomas o los tienen sin relevancia clínica.  Han corregido el mensaje desde el confidencial, pero el mal ya está hecho. Es fácil destruir y dar el premio al mozo del martillo.

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El día de la caca de perro

2 febrero, 2020 By amarias Dejar un comentario

Cada 2 de febrero, desde 1971 en el que con el Convenio de Ránsar, en Irán, la Organización de Naciones Unidas estableció esta fecha como referencia para concienciar sobre la necesidad de proteger los humedales, se celebra el Día de los Humedales.

Tenemos en España 63 humedales clasificados como de especial protección por el Convenio, un buen número dentro de los casi 3.000 catalogados en todo el mundo. El más conocido es, desde luego, Doñana (en la desembocadura del río Guadalquivir), seguido por las Tablas de Daimiel. Pero hay otros muchos que sonarán incluso a los más despegados del tema de la concienciación ecológica: Delta del Ebro, Mar Menor, Lagunas de Pitilla,…

Como aficionado a la ornitología, he visitado, provisto de mis cámaras con teleobjetivo, buena parte de esos lugares tan particulares. Los he pateado, pasé largas y agradables horas parapetado detrás de uno de los pocos avistaderos de que disponen esos Parques o al acecho de cualquier irrupción imprevista de anátidas o rapaces y, con la bolsa de desperdicios en ristre, cuando volvía al coche, iba recogiendo los desperdicios que encontraba al paso, hasta que la llenaba, lo que no tardaba en suceder. Botellas de vidrio, tetrabriks, latas de cerveza y otras bebidas, se encuentran dispersas por los senderos.

Ni siquiera esa demostración de descuido por lo que nos debería gustar a todos conservar, es la más dolorosa: edificaciones abandonadas, vertidos de material de construcción, cadáveres de aparatos electrodomésticos y mucha porquería en ciertos lugares son evidencias más duras del desapego. No faltan en muchos “hides” (escondites para observar las aves sin ser visto por ellas)  los testimonios estúpidos de gentes que tachan los nombres en los paneles de orientación para la identificación de especies autóctonas o ensucian con inscripciones lamentables lugares de respeto.

Me gustaría que se respetase la naturaleza que aún se mantiene con valor ambiental, que la Administración competente revisara el estado de muchas de las marismas, que se vigilara y sancionara a quienes roban el agua con toda desfachatez, que se potenciara el valor turístico de los observatorios y de los humedales y, sobre todo, que todos nos concienciáramos de que tenemos que ser, sin excepciones, guardianes del medio ambiente.

Está claro que el 2 de febrero no es el día de la caca de perro. La mierda de perro no tiene, poro fortuna, ningún momento en que se le rinda homenaje. Solo que la proliferación de estos animales de compañía, unida a la desidia con la que muchos de sus propietarios y cuidadores tratan los residuos que producen, hace que nuestras calles -todas nuestras calles, sin excepción- se vean mancilladas con la caca de los perros que sus amos no se dignan recoger.

Una vergüenza, vamos. Tan generalizada que da asco. ¡Y aún se jactarán estos propietarios indolentes de que son muy amigos de los animales! Si fuéramos realmente estrictos, si a todo dueño de un can que sea descubierto abandonando sus deposiciones se le impusiera una multa -en lugar de mirar hacia otro lado- tendríamos, además de más limpios nuestras aceras, alcorques, jardines y pavimentos en general, un importante complemento para potenciar el cuidado y atención de nuestros humedales.


Imposible no dejarse seducir por el vuelo majestuoso de los flamencos (phonicopterus ruber) , siempre atentos para cambiarse de lugar si descubren que nos acercamos a los lugares en donde están alimentándose, típicamente en grupo. Estas aves vuelan sobre los aires de las salinas de Sanlúcar, una mañana de invierno de 2019.

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Sarna con gusto

31 enero, 2020 By amarias Dejar un comentario

Desde que se formó el Gobierno de coalición entre los diputados del PSOE y las facciones de Unidas Podemos que consolidaron al ambicioso proyecto de Pedro Sánchez como Presidente de Gobierno (con la valiosa abstención de los republicanos independentistas de ERC), a los españolitos de a pie no nos faltan temas para entretener el café de media mañana.

En realidad, no diría tanto que vivimos en continuo sobresalto, sino que más bien se ha instalado en nuestro ánimo la parsimonia relajada con la que se contempla el estreno de una obra de teatro de la que no acabamos de captar el argumento. Podría incluso suponer que las primeras semanas del nuevo Gobierno son aptas para construir un relato lleno de enjundias, dimes, diretes, declaraciones pomposas y desmentidos rutilantes.

Todo se va asemejando a la versión en pantalla grande, pero cutre, de la Regenta, con la que Leopoldo Alas “Clarín” realizó un biópic con personajes de Vetusta, acertado heterónimo de mi pueblo natal, Oviedo. Esa ciudad alegre y confiada que dormía la siesta, más arcaica que heroica, bien puede traslucirse en la España actual, despreocupada de la política, que duerme plácidamente la siesta de su ignorancia respecto a lo que nos fuera a pasar.

Me apunto, claro, a la corriente de dar un voto de confianza al nuevo Gobierno, aunque necesitaría más fe y menos información para imaginar que todo saldrá tan bien como los voceros oficiales se empeñan en presentarnos, y carezco de la mala uva y el tono agrio con el que los derrotados en las últimas elecciones siguen anunciando la Apocalipsis.

Vale, lo admito. Se nos han colocado en el Gobierno dos grupos de ministros, alineados férreamente en torno a sus respectivos jefes de fila, que, por muchos abrazos que se den en público, tienen ideas, públicos a los que contentar y deseos de protagonismo diferentes. No puedo digerir la boa de que un matrimonio acapare una vicepresidencia y un ministerio, ni tampoco que, repasando las nóminas de los que están en las primeras y segundas líneas del poder político, haya más vínculos familiares, incluso, que en las muy nepotistas Universidades españolas.

Admito también que la derecha, vencida y convencida de su homogeneidad a fuerza de tanto repetírselo desde los medios informativos y del bloque de la desigual izquierda, no sea capaz de poner en orden sus ideas, y se empeñe en criticar todo lo que hacen o no hacen los de los Ministerios, en vez de clarificar qué programa alternativo van a presentar cuando se rompa la actual coalición o le fallen los apoyos desde los independentistas.

El Gobierno se esfuerza en sacar medidas del sombrero mágico, sin valorar las consecuencias y esta precipitación debería tener su sanción económica. Se ha subido el salario mínimo y la medida debiera ser aplaudida si realmente supusiera que todos los que actualmente tienen un trabajo mal remunerado fueran a cobrar más sin que se viera amenazado el puesto del que, mal que bien, sacan para los garbanzos.

Porque si el dinero saliera de darle a los rabiles con el que el Tesoro fabrica los billetes, no habría más efecto que provocar algo más de inflación, y aquí paz y después gloria. Pero como estamos en una Unión Europea (Krugman ha vuelto a decir que o del euro fue un error), toda subida salarial no vinculada a la productividad provocará pérdidas de empleo, ya que los costes empresariales se ajustarán casi automáticamente reduciendo las cargas laborales, con el objetivo elemental de mantener beneficios, o la viabilidad de las empresas y los emprendimientos, especialmente en aquellos que tienen pocos empleados, se manejan en el sector agrario o de servicios domiciliares o en negocietes de chicha y nabo.

No se confíe el Gobierno en que los agentes sociales le estén aplaudiendo con las orejas, porque es cierto que la empresa de mayor tamaño, el capital más receloso y las fortunas de buen asiento necesitan estabilidad en el escenario. Las cosas tienen que hacerse con su ritmo y no a golpe de voluntades e inspiraciones geniales. Y tenemos demasiada prisa en los Ministerios. Me repito hasta la saciedad: somos un país intermedio, y dependemos mucho de lo que hagan otros. Sacar pecho a destiempo nos ha pasado siempre factura.

El caso Abalos ha puesto una nota exótica sobre las consecuencias de no tener una política clara en temas sensibles. Habíamos apoyado, siguiendo el acuerdo europeo que España había propiciado, al venezolano Guaidó, como presidente encargado de Venezuela (curioso nombre para lo que se creyó alternativa a Maduro) y ahora estamos haciéndole morritos al régimen chavista. La historia verdadera de la visita nocturna del Ministro de Transporte a la zona de aterrizaje de aviones privados en el aeropuerto de Barajas encaja con la cultura del vodevil.

Porque ya se puede completar el relato, sacudiéndose de las mentiras urdidas sobre la marcha por Abalos para justificar un tema menor. La vicepresidenta venezolana, Deniz Fernández, quiso venir a Fitur, aprovechando el viaje de la delegación del Ministerio de Turismo del país hermano. Pero la policía de fronteras, en el trámite de pasaportes, descubrió que la señora tenía prohibida la entrada en la Unión Europea o, si se quiere ser menos fino, estaba en busca y captura por presunto delito de tráfico de drogas y otras lindezas y los diligentes funcionarios anuncian su detencion.

Molesta tanto como asustada, la Sra. Fernández llama a sus amigos de Podemos y éstos despiertan al superministro Abalos, que acude raudo para solucionar el embrollo, al tiempo que los policías de fronteras alertan al Ministro de Interior, que es la autoridad a la que deben obedecer. Después de varias llamadas telefónicas y la evaluación de lo que debería hacerse, la vicepresidenta, cabreada pero libre, accede a marcharse a otro lugar, aunque el mal ya estaba hecho. Porque no es cierto que el aeropuerto internacional de Barajas no sea territorio español y no resulta creíble que las reuniones se mantuvieran en el avión y no en la zona de autoridades, y que a la fugada de la justicia europea, amiga de varios ministros podemitas (y, al parecer, del propio ministro de Transportes e Infraestructuras) n se le ofreciera un lugar discreto donde pasar la noche y el disgusto.

Hoy, 31 de enero de 2020, se ha sabido que Ciudadanos y Partido Popular concurrirán juntos a las elecciones de Cataluña (Torra anunció por sorpresa, incluso para sus aliados de gobierno, que su legislatura estaba agotada). País Vasco y Galicia. Otro craso error de la derecha, si así piensa sumar votos. Y el preludio del canto final de Ciudadanos, del que cabe decir aquello de “quien te vio y quien te ve y sombra de lo que eres).


Un grupo de buitres comunes (llamados también leonados por el color de su pelaje, gyps fulvus) observa desde los farallones de Olite (en Navarra) a los cuidadores que les proporcionan regularmente alimento, ya que la falta de animales muertos por causas naturales en la zona los hace dependientes de ese suplemento nutricio.

 

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Gobierno de circunstancias

7 enero, 2020 By amarias 1 comentario

En la mañana del 7 de enero de 2020, en una votación ajustada, en segunda vuelta, el candidato Pedro Sánchez. del Partido Socialista Obrero Español, ha sido elegido Presidente de Gobierno. Los diputados que le han votado han superado en solo dos a los que se han manifestado en contra.

Se trata de un gobierno de coalición con Unidas-Podemos y ha contado con la abstención de Esquerra Republicana de Catalunya. El Partido Popular, Vox y Ciudadanos han votado en contra.

Los debates de investidura han sido broncos, con graves descalificaciones de los representantes que hoy conforman Gobierno hacia los líderes de la oposición. Por parte de Pablo Casado y Santiago Abascal, portavoces de los intereses de las derechas tradicionales, se ha llegado incluso a plantear la disidencia como una amenaza constante a la gobernabilidad del país, “utilizando todos los medios legales” para paralizar la adopción de medidas del nuevo Gobierno.

La situación es, verdaderamente, no ya esperpéntica, sino muy delicada. La escenificación de las discrepancias en el foro del Congreso de Diputados ha puesto de manifiesto la imposibilidad de acuerdo entre los dos bloques, por lo que España vuelve a estar dividida en dos facciones beligerantes (esperemos que solo en lo verbal), hecho que no se producía desde que estamos en democracia, es decir, al amparo de la Constitución de 1978.

Ha sido muy duro escuchar -sin ambages ni ocultaciones – que quienes han apoyado indirectamente, con su abstención, el gobierno de la izquierda socialista con los populistas de indefinible sesgo ideológico de Unidas Podemos, conforman un partido, la Esquerra Republicana de Catalunya que está en contra de la Constitución y de la unidad de España. No creo que nadie pueda apostar con garantías en este momento a la estabilidad de este gobierno, independientemente de que no podemos permitirnos dudar de sus buenas intenciones.

Los portavoces del Partido Socialista, evidentemente satisfechos por haber conseguido, por fin, aupar al Gobierno a su secretario general, -si bien debilitado por la incorporación a su futuro gobierno de ministros provenientes de sus hasta hace muy poco, enemigos acérrimos- se esfuerzan en presentar la votación y el acuerdo conseguido, como un triunfo de la democracia.

No debíamos confundir, sin embargo, lo que significa el Gobierno -al que habrá que juzgar por sus planteamientos y logros, de momento totalmente opacos o inexistentes- con la necesidad de encontrar apoyos para sacar los temas importantes adelante, lo que exigirá un ejercicio constante de equilibrios y acuerdos con partidos ahora manifiestamente opositores.

También es clave llegar a conocer el alcance de los acuerdos con los independentistas y republicanos; las intervenciones en el Parlamento no me parecieron, en este sentido, nada tranquilizadoras, y me confirmo en la sensación de que la democracia está secuestrada por lo que podríamos llamar el Sanchezposibilismo, cuyo propósito más aparente ha resultado ser conseguir consolidarse como presidente de Gobierno efectivo, a costa de transigir en cuestiones cruciales que se le convertirán en una pesado mochila.

Lo escribo desde una posición de izquierdas, desde el respeto a la Constitución y en el deseo de la mayor estabilidad posible para este país. Aunque, tal como están las cosas y lo desorientado que anda el personal, no me extrañaría que algún devoto del pacto de Gobierno me considere haber caído víctima de esa derecha fascista que, según el actual doctrinario, contamina todo lo que no es tenido como afecto de partidario.

Se trata, sin embargo, creencias o posiciones personales aparte, de desear que el Gobierno que se forme trabaje en dos direcciones urgentes, y nos gustaría a los demócratas independientes, a los pacíficos de corazón y a la derecha posibilista (es decir, a casi todos) que se mostrara capaz cuanto antes. Con otras palabras: deseamos que se vuelva a la calma y al orden representativo, que se eliminen tensiones verbales y corrijan nefastos personalismos y se de impulso a la declinante economía española, en un entorno internacional en el que se han exacerbado los individualismos y los proteccionismos.

Vamos, que lo tenemos difícil si, además, la situación nos pilla desunidos y desorientados.


Esta elegante pareja de cisnes negros fue fotografiada en el Parque Isabel la Católica, de Gijón, a donde me llevó, hace ya unas semanas, la difusión de mi libro Sonetos desde el Hospital.

 

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El relato sorprendente de la juez justiciera

2 octubre, 2019 By amarias 2 comentarios

Para llegar a ser juez en España hay que preparar unas duras oposiciones, luego de estudiar la carrera de Derecho, y para superarlas con éxito se precisa emplear un mínimo de dos años de estudio dedicados a aprender la forma un temario amplio sobre temas administrativos, legales y procesales, y para el que los opositores suelen adiestrarse con alguien que las haya superado en una convocatoria anterior, que recibe el nombre obvio de preparador.

Mi opción personal es que prefiero ser juzgado, y defenderme o defender a otros, que juzgar. La acción de juzgar es muy compleja, puesto que, aunque se suele pensar que el juez o magistrado solo tiene que aplicar la ley y ajustarse al Derecho (en sus variadas manifestaciones, fundamentalmente escritas, aunque también existen otras fuentes- -al menos, en el mundo del Derecho-, se debería exigir a quienes ostentan esa función social una experiencia y formación personal en las cosas y hechos de la vida.

No es, lamentablemente, así, y aupados desde tempranas edades a la formidable fortaleza que proporciona el poder enjuiciar y sancionar los hechos ajenos, el riesgo para muchos jueces y magistrados es caer en el endiosamiento. Se defienden grupalmente, creyéndose o sintiéndose especiales, sin reconocer que la sociedad les ha asignado un papel de mérito, sin duda, pero de enorme responsabilidad.

En nuestro país, la tendencia a la litigiosidad, manifestada especialmente en los ámbitos del derecho civil o administrativo, ha significado que los juzgados esas especialidades se encuentren colapsados por una parafernalia de reclamaciones, más o menos fundadas o infundadas, que dan de comer a muchos abogados y que sirven para despertar bastantes recelos y antipatías hacia los que se sientan con puñetas en los estrados frontales de los tribunales.

La cuestión en el campo del derecho penal merece especial atención. La aparición de delitos de los llamados económicos en el Código penal, con penas gravísimas -con una orientación revisionista de los tipos penales, que podía calificarse de revolucionaria-, ha provocado el que las cárceles sean ocupadas con ritmo creciente por gentes de cuello blanco, mangas largas y gominas en el pelo, quitando sitio y protagonismo a los viejos inquilinos de uña negra, te mato porque eres mía o robo para comer porque no tengo otro medio de subsistencia.

Que tengamos encarcelado, y por varios años, a un cuñado del Rey de España, por haber utilizado la influencia de su alcurnia en provecho propio -sacándose unos milloncejos de nada para comprarse un chalé de los llamados de lujo- es un síntoma claro de que algo está pasando en nuestra sociedad. Que se quiera investigar al rey Juan Carlos, tenido hasta ayer mismo por garante de la democracia sobrevenida, por haber aceptado comisiones en unos negocios que hizo, en provecho de la industria del país, sacando unos contratos a sus hermanos de mentirijillas de los jeques árabes, me hace sospechar que hay una corriente que pretende acabar con la Monarquía por la vía del derecho penal.

También parece que, en la corriente autónoma de pasarlo todo por el derecho penal, la mecánica demoledora de castillos (de arena, papel o hierro), atacó y ataca sin cesar, como una amenaza imposible de quitarse en encima, a políticos, empresarios, intermediarios y gentes de especial vivir. No me resulta difícil imaginar que en los despachos de quienes dirigen los destinos del país se sigue con atención y cierto temor este continuo rebuscar por los entresijos de la mierda que sostiene nuestra economía.

Pues bien, hay una jueza que “cambió la vida de Lugo” (copio el titular de La Voz de Galicia del 28 de septiembre de 2019) y que, de haberle dado más tiempo, hubiera cambiado la vida de España. Me refiero a la magistrada Pilar de Lera Cifuentes, nacida en Cartagena en 1971 y que, después de haberse hecho los dientes en otros Juzgados, recaló en Lugo desde Mieres en el 2007, con 36 años.

La crónica dice que se dedicó a abrir decenas de macrocausas que involucraban a empresarios, políticos, proxenetas, junto a guardias civiles y policías nacionales. Denunciada por decenas de imputados que se quejaban de que los procesos no se cerraban, las múltiples quejas que se recibieron contra ella en el Consejo General del Poder Judicial, fue sancionada por “retrasos y desatención del Juzgado” a siete meses   y un día de empleo y sueldo, lo que le acarrearía la pérdida de destino. Su abogado anunció que reclamaría ante el Tribunal Supremo la suspensión cautelar de la sentencia.

El caso ha despertado mis simpatías, máxime después de conocer más detalles del trabajo que esta juez se echó sobre las espaldas. (Véase, por ejemplo, El País de 29 de septiembre de este año). La juez De Lara ha estado investigando, entre otras grandes causas que abrió simultáneamente, ni más ni menos que la red de prostíbulos que ensucian el paisaje español (anunciados en las carreteras como Clubs y Hotelitos con letreros luminosos muy aparentes). Más de 1.600 casas de seudo placer pagado en el que se ofrecen, como carnes a la venta, decenas de miles de mujeres a diario. Más del 0,35% del PIB de nuestro país (o sea, del orden de 40.000 Millones de euros) genera este negocio miserable, convertido en el tercer consumidor de esa explotación vinculada al sexo de pago, de la que, como es sabido por todos, las mujeres -latinoamericanas con hijos, desterradas del Sahel o asiáticas de la URSS bien descompuesta, etc- son víctimas principales.

Reivindico a la juez De Lara. Tardó diez años en cerrar el caso La Carioca, emitió un auto de varios cientos de páginas para imputar con solvencia a decenas de individuos que traficaban con mujeres, drogas y sobornos a empresarios, autoridades civiles y militares, y nos dio un motivo irrefutable para ponernos a todos colorados. El mal de la prostitución no tiene ninguna justificación. Solo genera inmundicia (incluido el dinero que mueve), solo se sustenta en la explotación del ser humano y en el desprecio al semejante.


Hay que prestar atención para descubrir a los agateadores subiendo, mientras devoran litófagos, trepando por las laderas de los troncos, con incansable agilidad. Viven en nuestra península, dos tipos de agateadores: el común (certhia brachidactyla) y el norteño (certhia familiaris), prácticamente indistinguibles.

El de la fotografía, por la amplia ceja y el vientre de un blanco más puro (no apreciable en ella, por las sombras), corresponde al tipo norteño, identificable sobre todo por el lugar donde fue realizada la instantánea, Asturias, ya que ambas especies tienen áreas de difusión distintas.

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Una propuesta de transición energética arriesgada

16 julio, 2019 By amarias Dejar un comentario

La revista ENTIBA, que publica el Colegio de Ingenieros de Minas del Noroeste de España, y de la que tengo el honor de escribir los Editoriales desde hace ya más de veinte años, ha recogido en su último número mis reflexiones -compartidas por la mayoría de nuestro colectivo, por los comentarios que estoy recibiendo- sobre el Borrador del Ministerio para la Transición Ecológica sobre la transición energética.

Reproduzco a continuación el contenido completo del Editorial.

El intenso clima electoral del primer semestre de 2019 ha puesto de manifiesto la dificultad de ofrecer propuestas concretas para abordar el principal problema de la sociedad postindustrial: la generación de actividad y empleo suficientes para sostener el estado de bienestar en el que estamos instalados. El núcleo de los debates, se centró en descalificar las posiciones contrarias, sin entrar a contrastar la viabilidad de promesas con incuestionables ventajas sociales, pero cuyo cumplimiento dependerá de la disponibilidad económica y su correcta ejecución técnica.

Implementar fórmulas que permitan mantener -y ya no digamos, mejorar- la situación económica, social y laboral de la que partimos en 2019, supone, en esencia, potenciar y reordenar los sectores productivos, -en especial, el industrial y, por supuesto, el energético- y clarificar el modelo educativo, eliminando ineficiencias, redundancias y pérdidas de calidad docente y discente.

A la hora de abordar cualquier política industrial o energética se debería tener en cuenta que España no está, lamentablemente, a la cabeza del mundo. Incluso su pertenencia a una Unión Europea en estado de revisión de postulados obligaría a extremar la prudencia en adopción de medidas drásticas de cambio del modelo, conteniendo la tentación de convertirse en el primero de la clase. Las notas las pone el mercado y su carácter inflexible hace que los excesos se castiguen con severidad.

A pesar de contar con un período de legislatura muy corta, el Gobierno anterior a las últimas elecciones, a través del Ministerio para la Transición Ecológica -nombre desacertado para designar las responsabilidades de quien tiene competencias sobre Energía, Agua, Medio Ambiente y Minería- presentó a debate público en el último momento un documento sustancial que recoge, según sus propias palabras, las “piezas clave” para “la transformación del modelo económico y la generación de un nuevo contrato social de prosperidad.” Ni más ni menos.

España no es un actor principal en ese proceso de transformación global, ni siquiera dentro de la Unión Europea. El momento se presenta como delicado incluso para el futuro del modelo europeo, cuestionado por una economía mucho más importante que la nuestra -el Reino Unido- y exprimido hasta los límites de la tolerancia por los países de la Europa del este. Alemania y Francia, con la atención puesta en sus propios intereses económicos y sociales, monopolizan las decisiones más importantes de nuestro entorno, con mayores recursos económicos y tecnológicos.

Intentar transformar el actual modelo económico, en un entorno indefinido y cambiante, es un proyecto que, por su simple enunciación, más que ambicioso cabe calificar de temerario. Estamos en un momento de profundos cambios en las estrategias por el liderazgo mundial, que afectan a la tecnología, las estructuras sociales y económicas, incluso las políticas de armamento y defensa.

Llevado el Gobierno por un impulso creativo, alimentado sin duda por la experiencia personal y el compromiso político de la ministra Teresa Ribera, ha dado nacimiento provisional a los elementos que compondrían las llaves de acceso a una prometedora Arcadia, basándose en tres ejes documentales: el anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, y la Estrategia de Transición Justa.

El Borrador del PNIEC ofrecido finalmente a exposición pública, tiene 286 páginas y ofrece gran cantidad de datos y cuadros, tanto para presentar la situación de partida, como para fundamentar los escenarios previstos si se aplican las medidas y actuaciones propuestas.

El documento impresiona y obliga a un cierto distanciamiento, tanto por su contundencia argumental como por el carácter cerrado de sus propuestas. El argumento impulsor que se ofrece es, ni más ni menos, que la completa modernización de la economía española, a la que se liga la creación de empleo, haciendo descansar el modelo energético en el posicionamiento de liderazgo de España en las energías y tecnologías renovables, apostando por la total descarbonización a muy corto plazo.

En el concreto aspecto de las emisiones de CO2 y equivalentes, que es el eje director del Borrador del Plan, al admitirse como objetivo principal su reducción a corto plazo, no podemos obviar que la Unión Europea es un contribuyente menor -en la actualidad-, al ser responsable de solo el 10% y con una tendencia decreciente. España, debido a su menor capacidad industrial en relación con los líderes europeos, aporta menos del 8% del CO2 comunitario, es decir, su efecto termo contaminante está por debajo del 0,8% de las emisiones mundiales.

A nivel institucional, me consta que los ingenieros de minas no hemos sido consultados en los previsibles intensos debates habidos para confeccionar la Propuesta. Es una carencia que lamentamos, ya que hubiéramos podido aportar una visión global, que abarcase desde el ámbito de los recursos minerales hasta las industrias de transformación y energía, dentro del respeto al medio ambiente, cuantificando el alcance técnico y social de medidas que se hubiera decidido adoptar.

Esta colaboración no solicitada por quienes elaboraron el Plan hubiera ayudado, y lo decimos con humildad y voluntad de servicio, a la correcta evaluación, fundamentada en la experiencia y el conocimiento tecnológico de los notables expertos que integran el colectivo, del “propósito de transformación de la economía española”, y matizar las rotundas afirmaciones de que “el país ganará en prosperidad, seguridad energética, generación de empleo industrial, innovación, salud, desarrollo tecnológico y justicia social”, que recoge en el documento.

La descarbonización progresiva de la sociedad humana es indiscutible y no se puede discutir la voluntaria decisión de la Unión Europea de limitar el uso de los combustibles fósiles. Pero la energía es un medio para mantener el estado de bienestar, no un fin en sí mismo, y la sostenibilidad exige el equilibrio entre sus cuatro pilares: lo social, lo ambiental, lo económico, y lo técnico. Un exceso o déficit de aportación en uno de ellos, conduce al desmoronamiento de la estabilidad del modelo.

Sorprende por ello que los redactores del Plan dejen que su entusiasmo los lleve a la ingenuidad de pretender orientar el tejido empresarial español hacia un espacio en el que suponen aparecerán las ventajas competitivas del futuro, mezclando lo obvio (la necesidad de innovación y la capacidad de producir con mayor eficiencia) con lo especulativo (la ventaja de hacerlo con una huella ambiental baja o nula). Porque la competitividad internacional de las empresas españolas, en un mercado cuyas reglas no son fijadas por el Ministerio para la Transición Ecológica ni por el gobierno de España, depende de muchos parámetros, de los que solo se puede aspirar a controlar una minoría poco significativa.

Para los principales países contaminantes, desde Estados Unidos a China o India, las decisiones no atienden a indicaciones imprecisas o no asumidas que recomiendan reducir la producción de gases a los que se atribuye el calentamiento del planeta, ni, en el caso de los países menos desarrollados, a la promesa de compensaciones económicas cuantiosas (y aún discutidas) si contienen la necesidad de quemar hidrocarburos.

Esos países se mueven por parámetros propios, dando prioridad a la intención de acercar rápidamente a sus ciudadanos a los estándares de bienestar occidentales, sirviéndose para ello de una disponibilidad de recursos fósiles fáciles de explotar y en cantidades elevadas. Para China, en concreto, una realidad de doble naturaleza, le permite acreditar una inversión en infraestructuras energéticas en 2018 de 400.000 Mill de dólares (casi el doble de la europea y por encima de la de Estados Unidos) y capitanear simultáneamente la inversión mundial tanto en instalaciones para quemar carbón como en aerogeneradores y aprovechamiento de energía solar.

El Anteproyecto o Borrador del Plan del anterior gobierno español circula entre dos posiciones difícilmente conciliables, decantándose por la segunda. Por una parte, se encuentran aquellos profesionales y sectores que reclaman prudencia y plazos largos para adoptar medidas drásticas que eliminen componentes de nuestro mix energético, ejemplo hasta ahora de versatilidad y eficacia; esas mismas fuentes enfatizan sobre la necesidad de atender a la evolución del escenario mundial, desechando la tentación de ejemplaridad para no convertir a España en víctima de ese deseo o en banco de pruebas de tecnologías o medidas de rentabilidad cuestionable.

Por otra parte, se encontrarían aquellos que, con la voluntad de cambiar paradigmas de producción y consumo, guiados por la alegría y tal vez la inconsciencia propias de quien dispara con pólvora ajena y ve solo el final de la travesía del desierto pero no los riesgos intermedios, formulan y espolean la adopción de medidas drásticas en el sector energético, aplaudiendo cuanto suponen es lo mejor para el medio ambiente y la naturaleza, pretendiendo que el ser humano ubicado en España se beneficiará de ello simultáneamente, ignorando o queriendo ignorar que la energía es solo una pieza de un entramado muy delicado, que afecta, y no solo económicamente, a prácticamente todos los sectores, tanto de producción como de servicios.

Hacer descansar el cambio en el modelo energético en el propósito de ser ejemplar en la adopción de medidas y ganar al mismo tiempo en competitividad es una ilusión. El cumplimiento de los objetivos en relación con el clima está condicionado, desde luego, por la evolución de las temperaturas del planeta (y no está de más recordar que las previsiones del Panel del Cambio Climático han sido revisadas varias veces). Pero la concreta fijación de plazos de adaptación de cada país, y el trazado del propio camino a seguir son imprescindibles para la toma de decisiones empresariales. Un clima de incertidumbre reduce las inversiones al acortarse los plazos de recuperación, buscando la rentabilidad a corto.

Los organismos públicos, por su parte, han de tener en cuenta que los presupuestos deben ser anteriores a la adopción de decisiones irreversibles, ya sea -por ejemplo- imponiendo el cierre de centrales, o la renovación drástica del parque de vehículos.

Son muchos los aspectos del Plan que precisarían una revisión objetiva, y un Editorial no es lugar para un informe técnico. La dependencia del carbón internacional, del gas y del petróleo en el período de transición hasta la descarbonización crea incertidumbres económicas que no pueden resolverse apelando a líneas tendenciales basadas en el pasado.

En el caso de las centrales nucleares, el abandono de esta tecnología, más que en valoraciones relacionadas con el clima, parece debido a temores tecnológicos que rayan en lo patológico, habida cuenta que Francia nos proporcionará una parte de la energía que consumimos producida con base nuclear. También compramos energía a nuestro vecino del sur (Marruecos), beneficiado por no tener penalizaciones por emisión de CO2, que ha activado la central de carbón de Safi, con 1,4 GW de potencia instalada. Además de tales incongruencias con repercusión económica, hay que contar con el coste del desmantelamiento de instalaciones que no alcanzaron su vida útil y añadir el tratamiento de residuos para los que carecemos de instalaciones.

Los ingenieros de minas hemos estado entre los protagonistas, utilizando conocimiento, esfuerzo y prudencia, del desarrollo energético de este país. Al trabajo eficiente de compañeros se debe la confección del panorama actual de éxito tecnológico, reconocido a nivel mundial, en muy variados subsectores vinculados a la energía: la gestión y mantenimiento de centrales nucleares, la erección y funcionamiento de ciclos combinados, el desarrollo de las redes gasísticas, la gestión de un mix energético complejo, la mejora de la explotación de minas de carbón en condiciones difíciles, la investigación de mezclas de hullas y lignitos y materiales derivados, el almacenamiento subterráneo, el tratamiento de enfermedades pulmonares, el desarrollo de aplicaciones siderúrgicas y metalúrgicas de alta calidad y, por supuesto, mejorar la seguridad del personal en todo momento.

No tenemos que defendernos ni excusarnos de nada. No somos anti-ecologistas: al contrario. La explotación de los recursos mineros con respeto y atención a la naturaleza forma parte de la legislación y reglamentos mineros desde antes de la vigente Constitución. Tampoco haría falta recordar que parte del paisaje e instalaciones de disfrute ciudadano del que disponen ahora muchas poblaciones históricamente mineras, procede de la restauración de canteras y espacios donde se ubicaron las explotaciones. De la generación de actividad y riqueza en torno a la minería, aplicando medios cada vez más eficientes y seguros, da cuenta la prosperidad y bienestar conseguido en las comarcas mineras, que han actuado de punto de atracción para ciudadanos de otros lugares de España.

En mi opinión, el Anteproyecto es prematuro, no contempla todas las variantes y efectos y, además, al faltar un consenso generalizado entre los agentes, resulta extemporáneo. Falta analizar las consecuencias de las decisiones en sectores distintos de la producción energética, polariza la atención en la reducción de las emisiones de CO2, acelerando plazos de eliminación de centros de producción energética, confundiendo capacidad instalada con necesidades energéticas puntuales, y todo ello sin estudiar los efectos de modificar los centros de producción y distribución, atender a la obligación de mantener la calidad de la red con grandes generadores síncronos que actúen de estabilizadores, y no precisa la aportación relativa de las energías eólica o solar en el mix resultante.

La generación de empleo que se presenta como vinculada al Plan (entre 250.000 y 370.000 empleos estables en el período) es ambiciosa, pero parece irreal y desvinculada del territorio en donde se sufrirán los efectos negativos del cambio en el modelo energético. Se relaciona con una inversión total 200.000 millones de euros, movilizada a partir de una inversión pública de 47.000 millones, con recursos de todas las administraciones públicas. El Anteproyecto ofrece también previsiones de crecimiento del PIB, ahorro por las importaciones de combustibles fósiles y otras cifras optimistas de sus consecuencias que, a falta de profundizar en el análisis, encajarían dentro del pensamiento voluntarista que parece imbuir todo el Plan y sus Anexos.

Omite el Anteproyecto la valoración, económica y estratégica, de la dependencia exterior -española y comunitaria- vinculada a la necesidad de emplear los minerales comúnmente denominados “tierras raras” en multitud de elementos precisos en el escenario propuesto, cuestión en la que los “ingenieros de la tierra”, tendríamos mucho que aportar.

Las regiones en donde se ubican actualmente los grandes centros de producción y distribución energética aparecen como perdedoras sin compensaciones. La memoria de las reconversiones anteriores permite expresar que los planes de reindustrialización no se cumplen o no alcanzan las previsiones optimistas con las que se llevaron a cabo las pérdidas de actividad, con anterioridad a la construcción de alternativas.
En fin, las medidas propuestas en el Anteproyecto nos situarán a la cabeza de los países que soportarán un peso excesivo por la reconversión ecológica (rectius, energética), muy por encima de nuestras posibilidades reales y con el riesgo de que se haya enfocado, por precipitación, hacia una reactivación económica y de empleo que no se va a producir como imaginada.

Los autores del Plan se enorgullecen de haber tenido en cuenta más de mil variables y haber utilizado hasta seis modelos económicos. A los que hemos venido tratando con la realidad en el curso de una experiencia profesional variada, no nos impresiona esa exhibición matemática. Cuando se fijan objetivos a medio y largo plazo, que involucran a multiplicidad de agentes, sobre muchos de los cuales no se posee control, la prudencia aconseja tener previstas vías de escape y alternativas.

Y termino con una sugerencia: una previsión completa sobre los efectos del cambio climático, que nos llegará independientemente de las medidas que, a nivel de país, nos apetezca tomar, debería atender a la necesidad de reducir sus consecuencias en nuestro territorio, identificado como el más vulnerable de la Unión Europea, y con amenazas muy heterogéneas: subida del nivel de los océanos, desbordamiento de cauces de agua, aumento de los índices de desertización, temperaturas anormalmente extremas, tormentas repentinas etc.

El futuro nos encontrará, sin duda, entretenidos. Ojalá que no sea en la discusión de lo que tenemos que hacer o no hacer, sino en la ejecución de lo que debemos tener decidido por consenso y no por inspiración iluminada.

Mayo 2019


¿Quién no conoce a las golondrinas. Son visitantes regulares de nuestras ciudades y campos y han inspirado a poetas, escritores de cuentos infantiles y a románticos de toda índole.

Sin embargo, no siempre son bien identificadas, confundiéndolas con los aviones o los vencejos y, lo que sería más disculpable, creyendo ver una golondrina común (hirundo rustica) cuando el ave que revolotea incansable cazando al vuelo efímeras, mosquitos y todo tipo de insectos, alzados de las praderas recién segadas que tenemos ante nosotros, es una golondrina dáurica (hirundo daurica).

Ambas especies de golondrinas tienen largas rectrices en la cola, siendo algo más cortas en la dáurica. Lo definitivamente distintivo es que, vistas por debajo, la común tiene el collar negro y manchas blancas en la cola, características de las que carece la dáurica. Vistas desde arriba, la dáurica presenta el obispillo de color ante pálido, en tanto la común tiene el dorso de color azul oscuro, relativamente homogéneo.

 

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Semana de crispación

15 abril, 2019 By amarias Dejar un comentario

Esta Semana Santa de 2019, antevíspera de las elecciones generales del 28 de abril, se presenta con la peculiar escenografía de la confrontación entre los espacios religiosos y los políticos.

Puesto a elucubrar sobre la forzada coincidencia, me pregunto si forma parte de la estrategia urdida por el equipo del presidente de Gobierno Sánchez, para contaminar el debate electoral con las procesiones de la Semana Santa, el vaivén turístico-vacacional de los presuntos votantes y, en suma, combinar en el cóctel de los sentimientos, la devoción de algunos a la rememoración de la Pasión del Cristo Redentor con el desencanto que produce el bajo nivel de nuestra clase política a la hora de encontrar soluciones a los males que nos afligen.

Por el lado del laicismo, hay motivos para encontrarnos inmersos en una sensación de desamparo, compatible con el recogimiento, la invitación a la meditación sobre la levedad de la vida humana y la invitación, bien aprovechada por todas las religiones (y glosada magníficamente por Karen Amstrong), para apuntar a un ser superior como elemento salvífico de nuestras debilidades y respuesta contundente a cualquier interrogante racional. Los candidatos que pretenden nuestro voto están más preocupados en salvar su pellejo frente a los otros adversarios que en decirnos a los que contemplamos sus peleas (con creciente escepticismo) que están pensado en los problemas que nos afectan, proponiendo soluciones factibles y no cantos de sirena y cuentos de la lechera.

Por el lado de la religión (incluida la parte de folklore que es consustancial al gran espectáculo de las procesiones), factor dominante en esta Semana preelectoral,  la Iglesia católica entra en campaña con sus postulados sobre la eutanasia, el derecho a nacer una vez concebido, la familia como elemento rector del buen orden ciudadano, la homosexualidad y otras supuestas desviaciones de la débil naturaleza, contaminado todo ello con la idea de un dios redentor y la necesidad de expiar por los pecados propios y, de paso, de toda la Humanidad.

No soy seguidor de mensajes desde el púlpito, pero no tengo duda de que el camino a la salvación de la fe cristiana pasa por votar las propuestas de los partidos de la derecha, con preferencia a cualquier desvío ideológico por los cerros de la izquierda, si es que aún el lector puede entenderse y entenderme al utilizar estos términos desorientadores.

En fin, la desafortunada desenvoltura con la que los líderes de los partidos políticos en liza electoralista se esfuerzan en desacreditar a trompazos a todos los demás, incluso a los que deberían formar parte de su tendencia ideológica, definiendo diferencias donde debería haber líneas programáticas, a base de descalificaciones personales y trazos gruesos de lenguaje populachero, hace daño a la democracia. Aumenta la crispación, crea más desencuentros.

Debería tener confianza en que los debates televisivos, en los que los candidatos se encuentran cara a casa con sus oponentes ante la audiencia y no frente a sus seguidores en mítines de campaña, servirá para aclarar las cosas.

Como perro viejo de estas y otras circunstancias, no tengo mucha esperanza en que se consiga ese efecto.  No me parece que el populismo de los profesores universitarios que, pertrechados tras sus plazas académicas de por vida, lanzando soflamas y promesas inviables, tenga otro valor que calentar los ánimos. Y menos tengo en que los defensores de bajar los impuestos y confiar la recuperación y el progreso al milagro de la eficiencia de los mercados, consigan poner freno al deterioro avistable de la pérdida de empleo masivo que provocará la generalización de las nuevas tecnologías en países, como el nuestro, que menosprecian la investigación y la enseñanza de calidad.

Entre tanto barullo, los detentadores de los grandes capitales -no me confundo, no son los Ortega, ni los Koplowitz, ni los Botín, …, no tienen nombre conocido y no residen en España-. son como las anguilas y se escapan ágilmente a otros ríos con mejores aguas si se les asusta lo más mínimo.

Tenemos serias dificultades para mantener el estado de bienestar -que es nuestro país alcanzó cotas excelentes, en realidad, impropias de nuestro Producto Interior Bruto- y aquí el debate no puede contentarse entre los partidarios de sostener lo actual y mejorarlo aún más. Hay que definir qué recursos necesitamos a la vista de la evolución de prestatarios y demandantes, y cómo se van a conseguir. A largo plazo. Y ello se relaciona con todo el sistema productivo, no con deseos ni promesas de adalides mitineros.

Se ha de reconocer que el Partido Socialista de Sánchez (lo que queda del viejo PSOE) ha demostrado imaginación para gobernar con ideas de poco calado pero gran efecto mediático, aunque percibo en el fondo una arriesgada propensión a la huída hacia adelante. Los números no salen, porque no se han hecho. No estamos necesitados de titulares, sino de letra pequeña.

He escrito ya muchas veces que a España le vendría bien una coalición de gobierno entre el PSOE y Ciudadanos. La forma en que se está llevando a cabo la campaña por ambos partidos es lamentable. Hay empujones obsesivos desde el socialismo de manual para agrupar a los simpatizantes de Ribera y Arrimadas (como cabezas más visibles) con la derecha retrógada, que son perfecta y erróneamente confirmados por el equipo de Ciudadanos, perdida la esencia del centro, con la insensata, e irreal, promesa de no apoyar un gobierno de Pedro Sánchez, por haberse aliado con los independentistas.

Muchos preferiríamos conocer qué va a hacer el Gobierno que salga de las urnas. No con quién se va a aliar para formar una coalición relativamente estable.  No es eso. Desearíamos saber cuáles son las medidas que son capaces de consensuar, a la vista de las posiciones de los restantes partidos, si, como es seguro, no van a conseguir la mayoría suficiente para gobernar en solitario.


Este ave, fotografiada lamentablemente con escasa definición (no preparé bien los parámetros del equipo de Canon con el que me dedico a captar imágenes de todo tipo de volanderos), es una canastera (glaveola pratincola). Parecida a la perdiz, por tamaño y algún comportamiento, se la distingue sin confusión, al menos en verano, por el pico rojo muy visible y el conspicuo dibujo cefálico, definible como una línea negra que va desde el ojo hasta la garganta.

Esta canastera se encontraba en Fuerteventura, a principios de abril de 2019, cerca de Morro Jable. Estaba ocupada cazando insectos del suelo, y tardó en advertir mi presencia. Cuando miré las fotos, mi decepción fue notable. Las retoqué como pude, sin mucho éxito.

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