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La guerra que entró en el patio trasero de nuestra energía

16 julio, 2022 By amarias Deja un comentario

He recibido ayer, 15 de julio de 2022, el último número de la revista ENTIBA, editada por el Colegio de Ingenieros de Minas del Noroeste, y de la que soy orgulloso fundador y miembro de su Consejo Editorial. Para ella escribí el Editorial, como vengo haciendo para los más de cien números que se han publicado. Aunque lo envié a imprenta hace ya más de cuatro meses, sigue siendo de actualidad y, una vez que alcanza difusión por la revista, me siento libre de publicarlo aquí.

El violento ataque de la Rusia de Vladimir Putin a Ucrania ha conmovido los cimientos del derecho internacional, obligando a la revisión de las relaciones económicas que la globalización había hecho transcurrir por una fase optimista de bonanza.

Con la guerra ha reaparecido bruscamente la polaridad entre dos maneras muy diferentes de entender la regulación de la convivencia, -democracia o dictadura del Estado-. Ha saltado por los aires la apacible teoría de que los conflictos geopolíticos en Occidente podrían ser civilizadamente resueltos por cauces diplomáticos y que, como un gran marco protector, la fluidez de los intercambios económicos y tecnológicos garantizaba la paz y el entendimiento entre los pueblos, independientemente de la organización de sus Estados.

China y Rusia han aparcado sus diferencias, fortaleciendo sus relaciones. La primera, consolida rápidamente su poder en Asia, mientras el gobierno de Moscú dirige su mirada expansiva hacia Europa, dentro del sueño de recuperación de la Gran Rusia que alimenta la ambición del Kremlin. Por su parte, Europa y Estados Unidos actúan conjuntamente, apoyando a Ucrania frente a las ambiciones territoriales de la Rusia de Putin.

El mercado de la energía como protagonista

No parecía imaginable, hace apenas unos meses, que una situación de guerra abierta pudiera darse en Europa, y que su territorio se convertiría, otra vez, en el campo singular de una ambición de expansión dictatorial. En 2022 ha quedado ensombrecido el panorama cercano con una contienda que parece estar desarrollándose con recursos bélicos conscientemente limitados pero sin límites éticos, y que ha provocado miles de muertos -militares y civiles- y millones de fugitivos que se ven obligados a abandonar sus casas para escapar del escenario de destrucción y barbarie.

La escalada de tensión que atenaza el mundo tardará años en resolverse. Pero, Al margen de cualquier juicio ético y político, impulsado al primer plano como esencial protagonista inmediato, se encuentra el mercado de la energía.

La preocupación anterior era tratar de contener la subida de los precios energéticos y de su principal derivada, la energía eléctrica. A partir de la situación creada por la guerra resulta imprescindible introducir en la ecuación energética, la disponibilidad y fiabilidad de las fuentes. Aunque el gas de origen ruso siga apareciendo como una opción técnicamente cómoda y factible (y, desde luego, deseada por el Kremlin), la perspectiva ética obliga a cuestionarse seguir financiando el régimen de Putin con divisas europeas.

Hacia la autarquía

En la actual situación, ya no se trata de elegir entre las fuentes de energía para reducir costes o reducir la contaminación, sino que la prioridad es garantizar el suministro. Para obtener un precio asequible, en especial, al consumo de las familias y de las empresas más dependientes del recurso, los Gobiernos echan mano de reservas y subvenciones. Si bien no cambia la directriz general señalada por la contención de la amenaza del cambio climático, la búsqueda de la mayor independencia energética, incluso a nivel de cada país europeo, reorienta las decisiones.

No es cuestión de dudar sobre qué hacer a medio y largo plazo. Con la tecnología actual, independencia energética y sostenibilidad ambiental equivalen esencialmente a apostar sin reservas por el desarrollo de energías renovables y, en aquellos países en los que no se ha levantado un veto más ideológico que técnico a esta fuente, contar con la producción de las centrales nucleares. En el microcosmos energético, ante una perspectiva duradera de altos precios y posible escasez, se trata de conseguir también mejorar la descentralización hacia los consumidores menores y reducir el consumo total de energía.

La producción de electricidad y la referencia a sus costes marginales está directamente inmersa en el debate, en el que se han resucitado algunos axiomas. Las centrales nucleares pueden trabajar a costes marginales inferiores que las que utilizan gas. Aunque no se le ha concedido al carbón ninguna opción de sostenibilidad en la Unión Europea, (a pesar de los avances para captación y almacenamiento de CO2), no se descarta tampoco la reapertura de minas de carbón durante un período corto. Necesidad obliga.

Los defensores del abandono de la energía nuclear en Europa encuentran un escollo insalvable. La posición de Francia es decididamente favorable a mantener la energía nuclear como fuente fundamental para su suministro energético. Consciente de esta situación, el Reglamento Delegado de la Comisión Europea, al completar el Reglamento 2020/852, y establecer las actividades económicas sostenibles desde el punto de vista medioambiental (la Directriz de taxonomía) apoya el mantenimiento de las centrales nucleares. Las centrales nucleares pueden ofertar con beneficio por encima de 40 euros Kwh, y actuar como amortiguadoras de precios frente a las centrales de gas.

El gas como elemento clave del escenario energético

La guerra encontró a Europa desprevenida. No estaba preparada para abordar una crisis de suministro del gas. La dependencia energética de Europa respecto al gas lo ha convertido en protagonista principal del momento. El consumo de gas natural en el mix energético primario en la Unión Europea fue del 83,5% en 2020. Aunque la Federación Rusa sólo produce el 16,6% del gas mundial, la mayor parte de ese gas se destinaba a Europa y, más específicamente, a Alemania e Italia. La Agencia Internacional de la Energía tiene registrado que en 2021 la Unión Europea adquirió 155.000 millones de metros cúbicos de gas natural a Rusia (1.760 Twh, utilizando la conversión de 1 m3 igual a 11,33 kwh), un 40% de su consumo total de combustible.

Ha sido puesta en evidencia la capacidad regulatoria de los mercados, animando a revisar el cálculo marginalista de los precios de la electricidad. La subida de los derechos de emisión del CO2 cuando los precios del gas o del petróleo son altos, queda interferida cuando los precios se hunden o el mercado se mueve en carestía, y la inercia no favorece la conexión de las energías renovables.

También se pueden sacar enseñanzas de la evolución de los precios del petróleo en el pasado. En los últimos veinte años, solo en tres ocasiones subieron por encima de los 100 dólares/barril, cayendo luego a los 30 dólares/barril. Si se considerase la evolución a largo plazo, se podría fijar la tendencia para el incremento de precios para el gas, el petróleo y el carbón. Podría adoptarse, al margen de los mercados, un razonable el 5% anual de incremento, si los Gobiernos equilibraran los precios reales de mercado, con impuestos o subvenciones. Los inversores y los particulares podrían planificar sus decisiones energéticas con riesgos soportables.

En el corto plazo, la disputa por las fuentes de energía primarias se ha desatado y el nerviosismo se ha adueñado de los mercados. A comienzo de la guerra, los precios de las fuentes energéticas rusas bajaron, en tanto que en los de otras procedencias, subieron. El petróleo tipo Brent alcanzó los 120 dólares barril marcando una diferencia con el de origen ruso de 30 dólares barril. La acción de Estados Unidos, bombeando más gas propio al mercado y vetando el ruso tuvo un papel relevante, junto a la disminución de compras por parte de Alemania. A esa situación creada tampoco estuvo ajena la actitud de Gazprom de limitar sus suministros al estricto cumplimiento de los contratos, retirando la opción de adquirir gas en operaciones spot. Aumentó la presión sobre los precios favoreciendo la sensación de escasez en los mercados.

Se vivió un espejismo eufórico. Europa estaba convencida de haber superado la pandemia vírica, la economía se encontraba en vías de recuperación y se precisaba más energía y de manera urgente. El gas pasó de los 98 dólares en junio de 2021, a máximos superiores en el primer trimestre de 2022, aun cuando los efectos de la guerra apenas se habían manifestado, en los contratos a futuro negociados por la plataforma Title Transfer Facility (TTF). Los del petróleo han seguido el mismo sendero.

La trampa del mercado funcionó en perjuicio de los que actuaron con confianza en él. Los intermediarios, que habían utilizado al máximo la capacidad de almacenamiento, cuando los precios parecieron estabilizarse, al entender que se estaba volviendo a la situación anterior, prefirieron no mantener llenos los depósitos.

Futuro muy abierto

Incluso aunque se produjera un acuerdo que diera fin a las hostilidades bélicas, el futuro energético permanecerá incierto. Se hace imprescindible revisar la fiabilidad de los suministros exteriores y atender al mayor uso de las fuentes propias, incluso aunque hubieran sido desestimadas por contaminantes. El temor al desabastecimiento ha puesto en entredicho los objetivos de emisiones vinculados a detener el calentamiento global.

Resulta imposible, en la revisión del contexto, no recordar la manifestación de la ex canciller Angela Merkel que expresó, en varias ocasiones, que Putin era un socio fiable y, en consecuencia, hizo descansar en el suministro de gas desde Rusia la parte fundamental de las necesidades energéticas de Alemania, suprimiendo las fuentes propias que significaban el carbón y la energía nuclear. Al comienzo de la guerra, el país que es locomotora del crecimiento europeo y referencia para España en el sector energético, paralizó el proceso de aprobación final del gasoducto Nord Stream 2, pero no puede dejar de comprar gas a Rusia, porque carece de alternativas de suministro suficientes.

La situación en España

España no está muy afectada por el corte de suministro ruso, pues supuso apenas 36.119 GWh, representado el 8,7% del total, por detrás de Argelia (42,7%), Estados Unidos (14,4%) y Nigeria (11,4%), según Enagás. Sin embargo, en este patio de vecindad se ha cruzado el desencuentro con Argelia y las siempre difíciles relaciones con Marruecos, además de la incorporación de Italia como socio preferente para el gas argelino, que ha debido buscar alternativas, ya que el 45% del gas que consumimos proviene de Rusia.

Nuestro país tiene una situación especial, por la capacidad para generar energía de fuentes alternativas, aunque el abandono de la energía nuclear con centrales que aún no han terminado su vida útil y la necesidad de buscar un depósito para los residuos nucleares (que costará en las últimas evaluaciones, por encima de los 20.000 millones de euros) pone énfasis sobre la falta de coherencia en los planes energéticos seguidos hasta ahora, que ha supuesto inversiones fallidas o no rentabilizadas, con un exceso de fuentes disponibles, pero con fuerte dependencia del gas natural.

La decisión política de no utilizar la disponibilidad de gas de lutitas (mediante la técnica del fracking) reaparece en este escenario como inconsistente, pues se ha calculado, en informes apoyados por el Consejo Superior y por compañeros especialistas, que tenemos más de 1,3 billones de m3 de reservas, que podrían cubrir más de 40 años de consumo. El gas que Estados Unidos, a un precio de su conveniencia, está enviando para cubrir las carencias actuales, tiene, justamente, la procedencia cuya extracción aquí se ha vetado.

Apelar a la reducción del consumo

Como la modificación de las fuentes de suministro energético no puede ejecutarse de inmediato, se ha vuelto la mirada hacia la necesidad de reducir el consumo.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha planteado a la UE varias medidas de ahorro para reducir en algo más de un tercio (50.000 Mill. m3) las importaciones de gas ruso en un año. Esta cantidad está próxima a los 38.000 m3/año que figura como nuevo compromiso de suministro de Gazprom a China, a través de un nuevo gasoducto que atravesará Mongolia. La Agencia ha defendido la adopción de medidas inmediatas para reducir en 2,7 millones de barriles diarios para paliar la falta de suministro, enunciando 10 medidas que requerirán cambios en el comportamiento de los consumidores, y el apoyo de medidas gubernamentales.

No son propuestas cuya enunciación resulte ni agresiva ni inalcanzable. Abarcan desde reducir los límites de velocidad en las autopistas en 10 km/h, aumentar el teletrabajo a 3 días a la semana, favorecer el uso compartido de vehículos, mejorar la eficiencia en el cálculo de los fletes de camiones en el tránsito de mercancías, sustituir por trenes nocturnos el transporte por avión, evitar los viajes de negocio no imprescindibles y apoyar el uso de vehículos eléctricos.

Además, la AIE aconseja al Ejecutivo comunitario que maximice las fuentes de energía de bajas emisiones, acelerando el despliegue de la energía solar y eólica, incluyendo el aplazamiento del cierre previsto de centrales nucleares.

La búsqueda de soluciones transitorias

No deberíamos dejarnos engañar por lo vistoso de las soluciones transitorias. El recuso al gas licuado puede ser una opción provisional, pero está vinculado a inversiones muy importantes, como la construcción de terminales y tuberías, que no se pueden erigir de la noche a la mañana. Alemania, el principal perjudicado por la guerra y la decisión de dificultar al gobierno ruso su financiación, ha vuelto sus ojos a Catar como alternativa, está también revisando la situación con Noruega. Los campos noruegos están lejos de agotarse -con unas reservas probadas de 1,5 billones de m3 de gas- pero las tuberías existentes están sobrecargadas y faltan terminales en la zona.

La sensibilidad pública europea, alimentada por voceros tremendistas, mira la explotación de las bolsas de gas en terrenos propios con recelo. Holanda empezó la explotación en 1960 de la gigantesca bolsa de gas de Groninga, a una profundidad de 3.000 m, en una formación de arenisca porosa tipo rotlliegend. A mediados los noventa, al producirse la subsidencia de varias capas, se detectaron centenares de sismos que obligaron a que el gobierno ordenara a la empresa Shell cerrar el campo antes de 2030.

 

Conclusión

El debate sobre las fuentes energéticas se ha reabierto en Europa, con la guerra como excusa y fundamento. Sería de desear que estuviera, al fin, sostenido por criterios técnicos que, unidos a valoraciones ambientales objetivas y a serios cálculos económicos, consiguiera tratar una senda que pudiera recorrerse sin sobresaltos, retrocesos ni sobrecostes.

Habría que exigir a nuestros representantes que eviten tomar decisiones temperamentales o dirigidas a contentar a grupos de presión, cuyo vocerío suele empañar las propuestas de los especialistas. En el terreno de la energía, la presión ejercida desde la barrera ideológica ha perjudicado, y no solo en nuestro país, la adopción serena de medidas que hubieran proporcionado mayor capacidad de respuesta ante las fluctuaciones del mercado, dando estabilidad a los suministros y a los precios.

La guerra de Ucrania está obligando a hacer una rápida revisión de postulados. La coyuntura no debería condicionar la toma de decisiones que cubran el largo plazo. Los ingenieros de minas, como expertos en la producción y gestión de las fuentes energéticas, ponemos, como siempre hemos hecho, nuestros conocimientos y experiencia al servicio de ese propósito.

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Dar visibilidad a los técnicos

24 noviembre, 2021 By amarias Deja un comentario

No creo que nadie tenga dudas de que las profesiones más visibles, con mayor proyección pública, son los futbolistas y los políticos. No todos, por supuesto, pero de ambos colectivos surgen, periódicamente, representantes que acaparan el interés o la curiosidad de la mayoría ciudadana.

El fútbol, por encima de otros deportes -al menos en nuestras latitudes- cumple una función importante, como sustituto del circo de la Roma clásica. No hay leones ni gladiadores, aunque la disputa por el balón de los jóvenes en calzoncillos alimenta tensiones y emociones en los graderíos. Pocos aficionados a ese deporte -de los que lo practican desde las gradas- admitirán que disfrutan igual del espectáculo cuando el equipo de sus devociones (o una figura de las muy destacadas por su habilidad haciendo filigranas) no está en el campo de disputa.

La política debiera moverse en otro escenario, pues las decisiones que tomen los políticos que hemos aupado a los centros de poder -en unas elecciones en donde nuestra capacidad, como ciudadano libre, está muy reducida-, nos afectan y, en algunos sectores, de manera decisiva. Sin embargo, la deriva hacia la vulgaridad de varios de los políticos más relevantes que ocupan el centro de la gestión de la polis, me lleva a admitir que los políticos se han unido a los futbolistas, cómicos y otros personajes del divertimento, para formar parte del mismo espectáculo.

Es, por supuesto, una situación gravísima, porque está dejando huecos terribles en la eficaz gestión de los problemas. Por fortuna, a pesar de la falta de calidad profesional, de conocimientos teóricos y prácticos de demasiados de nuestros políticos y su terrible sectarismo sin orientación real hacia la resolución de conflictos y a la potenciación de la capacidad global para afrontar el futuro con mejores opciones que las que están utilizando en el presente, existen otros profesionales que cuidan el engranaje.

Hace un par de días, en uno de los foros, siempre interesantes, del Instituto de Ingeniería de España, en el coloquio de una Jornada sobre Geoestrategia, se tuvieron unas palabras elogiosas para la actuación de los militares y los sanitarios en la confrontación contra la pandemia vírica, a la que se enfrentaron, con grave riesgo personal -al menos, al principio-, por el desconocimiento que existía -y me temo, en parte, subsiste- sobre la naturaleza del enemigo. La Unidad Militar de Emergencias (UME), junto a otras unidades militares y de policía, y, desde luego, los médicos y asistentes sanitarios, fueron designados como héroes en esos días de desconcierto.

Tirando de ese hilo, los asistentes reconocieron que también los transportistas, los proveedores de víveres y otras mercancías de primera necesidad, deberían figurar, por derecho propio, en el elenco de profesiones que estuvieron a la altura del problema, ayudando a resolverlo.

Atribuyo a Antonio Colino, Presidente de la Real Academia de Ingeniería, la observación de que los ingenieros también estuvieron en primera línea. Porque la concepción y mantenimiento de todos los instrumentos médicos precisan de la intervención de ingenieros; la logística para la óptima distribución de las vacunas en todo el territorio, supuso el trabajo de ingenieros; el diseño de los conductos de ventilación y fluidos en los hospitales, implica análisis técnico; etc. Solos o en colaboración con otras profesiones, la batalla contra el virus también colocó en primer lugar, aunque menos visibles, a los ingenieros.

Los ingenieros de minas estuvimos y estamos, también (y sobre todo) en primera línea. Porque la extracción de productos de la tierra (en minas y canteras con cuidadoso cumplimiento de la legislación ambiental y, muchas veces, yendo más allá que la prescripción legal), su elaboración posterior -en siderurgia, metalurgia, electrolisis, etc.-, la aportación de la energía necesaria -en centrales nucleares, de carbón, de ciclo combinado, aerogeneradores, placas fotosolares, centrales fotovoltaicas, etc-, la gestión de agua y residuos, la investigación aplicada en materiales de nueva concepción  tecnológica (cerámicos, de alta resistencia, derivados del grafeno, etc.), son campos en los que trabajamos los ingenieros de minas.

Son solo ejemplos, que abarcarían también, directamente, de haber querido ser exhaustivo, el ámbito sanitario, pues tenemos colegas integrados en equipos multidisciplinares, como ingenieros informáticos, biotecnólogos, ingenieros de mantenimiento, especialistas en materiales, etc..

Se necesita dar visibilidad a los técnicos, porque la creciente ignorancia que se está implantando en nuestra sociedad hedonista y frágil, ignora de dónde procede el bienestar del que disfruta. Se atribuye a un Ministro o Ministra de este Gobierno -no quiero ayudar a identificar al autor-, esta frase penosa: “Esta sociedad ha oído ya durante demasiado tiempo a los ingenieros. Hay que escuchar a otros colectivos”.

La falta de información de la realidad de las cosas ha cedido un primer lugar mediático a los que señalan el agujero y no lo que se extrae de él. El bienestar, aviso a los falsos ecologistas, trae consigo un cierto sacrificio momentáneo del paisaje.

Los ingenieros de minas -que, queda dicho, no solo nos dedicamos a la minería- somos responsables tanto de la óptima explotación de los recursos como de la restauración (rectius, rehabilitación) en lo posible, del espacio que haya podido ser afectado. La minería no solo significa trabajo y riqueza cuando actúa como brazo extractor, sino que ha demostrado que puede generar, cuando el recurso ya fue extraído, zonas de excepcional valor paisajístico y de ocio.

Dése visibilidad a los técnicos. Nuestra sociedad los necesita más que nunca.

Publicado en: Ambiente, Ingeniería, mineria Etiquetado como: ambiente, Antonio Colino, circo, ecologistas, fútbol, geoestrategia, ingenieros, ingenieros de minas, Instituto de Ingeniería de España, minería, política, Real Academia de Ingeniería, rehabilitación, restauración, técnicos, visibilidad

Esperando Conclusiones de la Cumbre del Clima

9 diciembre, 2019 By amarias 2 comentarios

No es necesario alardear de dotes de adivinación para concluir, sin que aún haya finalizado la Cumbre del Clima de Chile 2019, celebrada en el más bien frío y lluvioso diciembre de Madrid (España), que esta COP 25 pasará sin pena ni gloria, agrupándose con sus antecedentes, ante la indiferencia general.

Tan grave afirmación venida de un ambientalista no negacionista como me siento, debería tener explicación, pero me encuentro cansado de oir repetir las mismas cuestiones y haberme convertido yo mismo en eco de los manidos tópicos: las Cumbres del Clima no sirven más que para poner de manifiesto la falta de unidad entre los países, y la terrible grieta que existe entre los países más desarrollados y los que aún tienen algo de naturaleza por consumir para apoyar su propio crecimiento.

Esta esquemática apreciación no necesita contar con el permido de la activista mediática Greta Thumberg y de los intereses (oscuros o no) que mueven su sencillo doctrinario y fundamentan su exótico peregrinaje en exhibición de que no sabemos cómo evitar la producción de CO2 equivalente sin renunciar a lo que nos gusta.

Leeremos así, dentro de unos días, que los líderes del mundo (a salvo de los mandatarios de Estados Unidos, China y Rusia) expresan su voluntad de tomar medidas contra el avance de la temperatura media de la Tierra; que Brasil, la India y otros países con grandes masas de población empobrecida y déficits democráticos importantes, solicitarán apoyos económicos sustanciales para preservar la parte de foresta que aún les queda. Y, en fin, leeremos magníficos manifiestos con grandilocuente terminología, por el que se nombrarán nuevas comisiones para analizar las urgentes medidas que se estima son necesarias para contener el avance de las aguas marinas sobre las costas debido al deshielo polar y al impulso fortalecido de corrientes hialinas y mareas gigantes, el aumento de depresiones en altura e inundaciones catastróficas en bajura y, en fin, a la apelación a la necesidad de solidaridad internacional para que los más pobres y habitantes de las zonas deprimidas de la Tierra no padezcan más hambrunas, más guerras, más silencios.

Ayer, mientras contemplaba desde mi casa, sentado en mi sillón preferido (el único que tengo) el inútil periplo de la adolescente Greta. acompañada de su cohorte de periodistas ambientales y decenas o quizá miles de concienciados ciudadanos por el ambiente (los mismos que dejan cacas de perro en las aceras, conducen vehículos todoterreno por las ciudades, fueron de viaje de novios a Mali y no perdonan acudir cada año en avión a la llamada de su merecido relax vacacional), dibujé en mi libreta de notas el dibujo que ilustra este comentario. Justicia para el clima: la pedimos nosotros, sus verdugos y los cómplices de su deterioro.


Podéis comprar aún mi libro de Sonetos desde el Hospital. Con sus beneficios, no ayudaré a la disipación de la amenaza climática, pero contribuiremos, con un grano de arena simbólico, pero de contenido poético, a la lucha contra el cáncer. Gracias por colaborar.

Compra el libro “Sonetos desde el hospital”

 

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Enigmas bajo el clima

6 diciembre, 2019 By amarias Deja un comentario

Se conmemora hoy, 6 de diciembre de 2019, seguramente por última vez, a la Constitución Española actual, vigente desde 1978. En un acto de los llamados “tradicionales”, Felipe VI, jefe de Estado y representante físico de la monarquía parlamentaria, recibirá a los portavoces de los casi treinta partidos en los que se ha desmembrado la unidad política.

El acto, en sí, se ha convertido en un esperpento, uno más de nuestra peculiar manera de destruirnos. Una sección importante de los diputados de la actual legislatura están en contra de la monarquía como forma de gobierno y una facción de éstos, bastante significativa, rechazan al propio Rey, Felipe, como persona non grata.

Si se contabilizara a todos los españoles que se declaran partidarios de la república como forma de gobierno, seguramente que se alcanzaría una mayoría absoluta. Lo cual resulta peculiar, por cuanto tenemos en este período de nuestra lamentable Historia, según resulta igualmente reconocido (en este caso, también internacionalmente), a un Rey bien preparado, con excelente imagen pública y con una altura de miras que para sí quisieran buena parte de los politicastros que se han aupado a las plataformas de representación pública.

El presidente de Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha aceptado como lema n la idea, ya expresada con lenguaje entrecortado y confuso, por el anterior Presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, y que algunos (atentos a vigilar fallos ajenos para vituperar al prójimo) definieron como presunto comienzo de Alzheimer: “Cuanto peor, mejor”. Es decir, cuanto peor, peor para todos, pero mejor para unos pocos.

A esa directriz atribuyo que estemos ahora mismo empeñados en acoger en Madrid la nonagésima versión de reflexión indignante sobre la Crisis climática, en este caso adobada con la mediática distorsión de una adolescente cuyo nombre se venera como si se tratara de Juana de Arco: Greta Thumberg.

Esa reunión de miles de empeñados en convencernos de que deberíamos estar todos los demás mortales muy preocupados por la inoperancia, desprecio e incuria de quienes deberían tomar las decisiones importantes en relación con el deterioro ambiental y climático de origen antropogénico, es lo que menos debería preocuparnos ahora, porque nos afectan directamente asuntos muy cruciales para nuestra tranquilidad inmediata.

Son éstos: la descomposición del Estado, la falta de solidaridad entre Autonomías (encabezada por Cataluña y el País Vasco), la corrupción imparable a pesar de los castigos ejemplares elegidos contra los descolgados de las jaurías, la amenaza de colapso, con grietas ya muy evidenres de las prestaciones sociales (en sanidad, educación y pensiones), la incapacidad para generar empleo, adobada con el resurgir que se creía haber superado, de los desprecios hacia el empresariado, el aumento de tensión social con huelgas que castigan al usuario sin piedad, el desprecio al intelectual, al que se juzga por el ignorante como algo innecesario o molesto , el desentendimiento frontal entre posiciones políticas, incluso de la misma línea ideológica, interpretando la vida pública como un escenario de chabacanas representaciones.

Adiós, querida y mancillada Constitución de 1978. No sabemos por qué habrás de ser sustituida, que no reformada. Quienes nos acogimos, bajo tu manto, a la idea de que podríamos construir una España sólida y mejor, con voluntad duradera, nos entregamos ahora al desánimo de ver cómo en estos últimos años, los intereses particulares de quienes elevamos al nivel de nuestra máxima representación, te han cortado los pies y se empeñan en cortarte, como final de tu martirologio, la cabeza.

Publicado en: Actualidad, Ambiente Etiquetado como: Constitución 1978, crisis climática, Cumbre por el Clima, Greta Thumberg, investidura de Pedro Sánchez, problemas principales de España

Dana

15 septiembre, 2019 By amarias Deja un comentario

Algunas palabras técnicas, que son desconocidas para la mayoría no especializada, se cuelan de pronto, con intensidad, en el lenguaje común, incluso con sus valoraciones eruditas. Es el caso, pongo por ejemplos, de la fractura hidráulica (“fracking”), el índice de referencia de prestamos hipotecarios (“IRPH”), los fibromas y carcinomas (y sus diagnósticos diferenciales), o la “eutanasia pasiva”, la “prisión permanente revisable o la “renta mínima universal”.

Estas últimas semanas, hemos oído hablar mucho de la DANA (depresión aislada en niveles altos), término del argot meteorológico que ha venido a sustituir con fuerza al popularmente asimilado concepto de “gota fría”. En regiones del Mediterráneo español, especialmente en Alicante, Albacete, Murcia, Granada y Valencia, se han sufrido las consecuencias del fenómeno con inmensas pérdidas materiales. Orihuela y su entorno han sido gravemente castigadas.

El fenómeno atmosférico ha supuesto, como cúmulo de desgracia, la pérdida de seis vidas humanas; personas que se encontraron atrapadas en su camino habitual, por rieras rebosadas o aguas fluviales crecidas que, en pocos minutos, anegaron carreteras, derribaron muros, desbordaron alcantarillados y penetraron en las casas aledañas a cauces y calles convertidas en anómalas salidas para el agua torrencial.

La intención inmediata de espectadores y sufridores del fenómeno de achacar al cambio climático los desastres provocados por la dana, ha sido desmentida por historiadores, meteorólogos y climatólogos. Este fenómeno natural no se debe a la elevación de temperatura media del planeta, ni es la primera vez que se presenta en nuestras latitudes. Es más: se produce todos los años, como consecuencia del choque de aire frío polar con el frente cálido y húmedo del Mediterráneo. Varía solo su intensidad como resultado combinado de múltiples circunstancias, y sus efectos pueden aparecer menos dramáticos si no afectan directamente a grandes poblaciones o -como es el lamentable caso actual- se cobran vidas y generan pérdidas graves a particulares.

No quiero sacar punta al lápiz rojo de la desventura, pero la situación sufrida me hace recalar, una vez más, en el problema fundamental de nuestra manera colectiva de abordar la prevención. Prácticamente, ninguna. Estamos poco inclinados a disponer de medios de cobertura, nos acogemos al rito de alertar, incluso con exageración,cuando el peligro es inmediato. Pasamos de actuar para paliar o evitar sus efectos cuando el riesgo es solo una posibilidad. Ya llegará el momento de preocuparse, parece decirnos la voz interior. Y, empeñados en ignorar los equilibrios ante el precipicio, preferimos dedicar nuestro tiempo a disfrutar del presente o, si el cabecilla de turno nos anima, nos entregamos a elucubraciones con poco sentido práctico, adoptando no pocas veces medidas y decisiones fuera de nuestras posibilidades.

No importa ahora discutir sobre el cambio climático, su verdad o sus consecuencias previsibles. El tema que el dana ha vuelto a poner sobre la mesa es inmediato, crucial. Debemos adoptar con urgencia medidas correctoras, preventivas y no solo paliativas, para proteger a las poblaciones en riesgo y a sus bienes de los peligros reales que ya conocemos, porque se han manifestado con anterioridad y tienen caracteres cíclicos o repetitivos.

Pregunto, pues: ¿Por qué se siguen consintiendo, autorizando y, en todo caso, utilizando sin pudor ni castigo las rieras y cauces secos como lugares de aparcamiento? ¿Por qué se construyen y mantienen casas -legales e ilegales- junto a arroyos, márgenes de ríos y zonas costeras y deltas, sin respetar terrenos demaniales, prohibiciones, y pasando por alto la atención a la más elemental prudencia? ¿No hay nadie responsable de limpiar regularmente imbornales y atender a sistemas de alcantarillado o a la recogida de aguas separativa, con la construcción de diques de choque para atender a lluvias torrenciales? ¿Se han calculado bien y se revisan regularmente los estados de acequias, presas, azudes, imbornales, taludes, puentes y sotopuentes, así como lugares de escorrentía? ¿Por qué no se atiende sistemáticamente a la limpieza de orillas de ríos, arroyos y viejos cauces, convertidos muchos de ellos en basureros impúdicos? ¿No es importante atender al desbroce y cortes de maleza de carreteras y vías, eliminando árboles y cualesquiera elementos que puedan significar obstáculos al tránsito?

No estoy hablando del comportamiento frente a la catástrofe. La capacidad de nuestro pueblo para volcarse ante la desgracia no tiene parangón. Se nos despierta, colectiva e individualmente, el ánimo solidario para ayudar a cualquiera que se vea afectado por una fatalidad, en especial si es una catástrofe colectiva. Merece todo aplauso.

Pero como planificadores, y como ejecutores de medidas preventivas, no estamos a esa altura. Desde la calma entre tempestades, nos entretenemos en discutir y proponer teorías fantasiosas sin estudio suficiente, gastamos dineros en acciones desproporcionadas, sin relación con nuestra capacidad económica o técnica, y optamos por ser campeones de las medidas restrictivas y adalides de las inversiones desmesuradas en lugar de preocuparnos por los problemas que demandan atención para que el lobo de la realidad no nos vuelva a morder con su despiadada dentadura.

Busco culpables de la falta de planificación no en el pueblo llano, poco apto para adoptar decisiones colectivas, sino en quienes nos dirigen y han dirigido. Si atiendo a la increíble disputa por sillones, que no por programas, con la que nos han martirizado los representantes que hemos elegido para gobernarnos en el futuro inmediato, me temo que la falta de planificación nos seguirá acompañando. Lástima.


Una abeja (apis mellifica) libando de la flor del limonero puede ser, en este momento, el símbolo de la calidad que hay que proteger y defender del ataque que está sufriendo. La terrible vespa velutina (avispa asiática) se propaga con descontrol por las regiones del norte de España, matando sin piedad a nuestras productoras de miel, causando estragos en sus colmenas. Esta imagen me sirve para recordar que tenemos la obligación de defender lo que nos es propio.

No me parece que en la lucha contra la avispa asiática se esté en el camino de vencer a ese feroz enemigo de la abeja autóctona. Porque el mal no apareció este año ni en nuestro territorio. Los primeros ejemplares se encontraron en Burdeos hace ya una decena de años y son varios desde que se conoce aquí la presencia de este depredador de la cabaña melífera. He leído que se está estudiando la acción del avispón autóctono como enemigo de la avispa asiática, y que se especula sobre la potenciación de la cría de cualquier ave insectívora (desde el halcón y aguilucho abejeros hasta el carbonero común).

Quizá quienes están analizando el problema con seriedad e inmediatez conocen los experimentos realizados en Francia con la mosca conops vesicularis, que anida en el abdomen de la avispa asiática y se alimenta de ella, o del  gusano pheromermis vesparum, que tiene un comportamiento similar. Aquí se están ensayando líquidos dulquérrimos, barreras de alambre y se ataca a los nidos detectados con fungicidas. Está muy bien. ¿Ha pensado alguien en la opción de hacer que las avispas asiáticas captadas vivas se conviertan en portadoras a sus nidos de algún veneno específico, que actúe sobre sus congéneres, en lugar de matarlas una a una?

Supongo que sí.

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Conjeturas (1)

15 marzo, 2019 By amarias Deja un comentario

Una de las más hermosas palabras en español, (en la personal opinión de este plumilla), equiparable en sugerencias y evocaciones a amor, primavera, ave o maternidad, y, además, con el pelaje rotundo de los morfemas que apuntan a un gran significante, es “conjetura”.

Si reconociéramos nuestras grandes limitaciones, deberíamos admitir que nos movemos practicamente entre conjeturas, guiados por cuidadores del supuesto valor, que nos conducen y engañan como borregos hasta el aprisco de sus intereses cortoplacistas.

Casi todo lo que nos ofrecen quienes se desgañitan desde sus tenderetes en la feria de las opiniones son conjeturas. Así es la política, acompañada de facciones secuestradas de la sociología, la economía, la Historia, la información y hasta la técnica.

Y venden. Lo más lamentable es que proliferan mercachifles de opinión por los mercados, que ni siquiera se ocupan de seleccionar postulados, ni cuidan las premisas: exponen sin rubor las conclusiones que les convienen.

Desde luego, en el ejercicio de la confusión, hay tantas versiones que resulta muy dificil encontrar la verdad entre la hojarasca. Y lo que importa son las verdades, no las conjeturas. Y si no se llega a la verdad, que la conjetura no la ahogue ni perjudique la buena fe, creando víctimas.

Las verdades son duras, tercas, recias, y se acaban imponiendo a las falsas conclusiones sacadas del cesto de la trampa dialéctica. Claro que, con frecuencia, no afloran hasta varias generaciones más tarde, cuando los que han seguido a una conjetura errónea ya no están aquí para contarlo.

El 15 de marzo de 2019 (cuando esto escribo), en medio centenar de ciudades españolas, respondiendo a una iniciativa individual de una adolescente sueca, y a la fuerza movilizadora de las redes sociales, habrá manifestaciones a favor de la concienciación contra el calentamiento global y la necesidad de adoptar medidas drásticas y urgentes para contenerlo.

Para algunos escépticos, el cambio climático por razones antropogénicas es solo una conjetura sin respaldo. Como los efectos no afectarán a esta generación ni a todo el globo terráqueo (seguramente) exponen otras conjeturas que convienen a sus conclusiones.

A pesar de concluyentes informes de un panel científico multidisciplinar que, desde hace décadas y con base en medidas concretas de temperatura y proyecciones matemáticas irreprochables, se esfuerza en demostrar que vamos hacia un desastre si no ponemos orden mundial en la quema de combustibles sólidos.

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Un gorrión común macho observa el entorno, a la entrada de la oquedad donde su pareja incuba la puesta, dispuesto a emprender el vuelo si sospecha que el merodeador presenta algún peligro. Es posible que la hembra, alertada sin embargo por una llamada de aviso, permanezca quieta en el nido.

Elenemigo mayor del proyecto familiar de esta pareja es, en el entorno del Parque del Retiro de Madrid donde tomé la foto, son las cotorras. No las urracas, como está muy extendido, ya que éstas prefieren frutos y desperdicios a los huecos ajenos, a los que, desde luego, tampoco renuncian.

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La UME y el CEMA

7 febrero, 2019 By amarias Deja un comentario

El CEMA (Club Español de Medio Ambiente) ha concedido su mayor distinción, la Medalla de Honor de 2018, a la UME (Unidad Militar de Emergencias).

Se lo entregó en un acto, celebrado el pasado 19 de diciembre en el incómodo claustro de la Escuela de Minas de Madrid (hoy Escuela de Minas), con la asistencia de algunos miembros de la Junta directiva del Club, bajo la presidencia del director de la Escuela, José Luis Parra, y de José Luis Tejera (vicepresidente, en funciones por ausencia de Rafael Fernández Rubio), con la siempre entusiasta actuación del gerente, Guillermo Koerting.

Recogió la medalla, el comandante Luis Antonio Rodríguez Alvarez de Lara, jefe de la Plana Mayor de Mando del Grupo de intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales de la UME (GIETMA). Le acompañaban el brigada Luna y la cabo Campo.

El grupo fue creado en 2013 y su primera intervención real fue cuando se incendió una planta en Chiloeches, en septiembre de 2016. Su actuación específica, dentro de la UME está indicada cuando exista un riesgo nuclear, biológico o químico (NBQ).

La UME es una rama de las Fuerzas Armadas,  que cuenta con casi 4.000 efectivos. Su misión y funcionamiento están definidos por el R.D. 416/2006. Tiene su sede en Torrejon de Ardoz (Base Aérea), siendo su responsable máximo en la actualidad el teniente general Miguel Alcañiz Comas.

En los últimos años hemos oído hablar mucho de la UME en relación con diversas intervenciones, fundamentalmente en relación con decisivas actuaciones para sofocar incendios forestales, no solamente en nuestro país. La página web de la UME recoge 349 actuaciones de esta índole, de un total de 466 realizadas en el período 2007-2019 (hasta 28 de enero). Siguen en número las intervenciones en inundaciones, rescates y seísmos (48).

La UME ha actuado en el exterior 11 veces. En 2016 y 2017, con ocasión de los terremotos en Ecuador y México DF; también ha intervenido en la operación Atalanta en el Indico, en Katmandú (Nepal) -en 2015 para colaborar en el rescate de desaparecidos por el terremoto que azotó a esa región. Por Orden Ministerial  del 14/2013 (publicada en el BOD) se autorizó la incorporación de reservistas voluntarios, fundamentalmente sanitarios, para desarrollar funciones humanitarias en el extranjero. La Operación Libre Hidalgo, en Líbano, en donde también se impartieron cursos contra incendios es otro ejemplo,

El GIETMA mantiene en la actualidad, desde octubre de 2018, casi 200 efectivos empeñados en limpieza del río Guadiana de la planta invasora camalote (jacinto de agua, eichhornia crassipes). Llevan extraídas más de 80.000 toneladas de esa peligrosa especie alóctona.

El acto resultó simpático e ilustrador acerca de la vocación y el empeño de los componentes de la UME y, muy en especial, del grupo de militares que recogió la medalla, otorgada por unanimidad de una Junta directiva de la que me honro en ser uno de sus miembros, y anterior director del CEMA.


La fotografía la tomé en el magnífico Museo Nacional Colegio de San Gregorio, de Valladolid. Es una pareja de ángeles, atribuida al Taller de Gregorio Fernández (entre 1612 y 1615)
Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid

Parece ser que estas magníficas figuras, de hermosa factura barroca, estuvieron durante mucho tiempo abandonados en los almacenes del Museo Nacional de Escultura. Están realizados según la técnica del papelón (cartones y telas encolados, y posteriormente policromados), por lo que pudieron formar parte de un paso procesional. La fecha de ejecución de las obras, cuyos humildes materiales no disminuyen la admiración por el excelente cuidado con el que se realizaron, se ha fijado por especialistas, por similitud con otras tallas del taller realizadas en ese período.

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Ecologistas, a la calle

20 enero, 2019 By amarias Deja un comentario

¿Queda alguien por ahí que aún no se haya enterado que los minerales y rocas forman parte esencial de nuestro bienestar desde que el hombre tomó consciencia de que mejorar su existencia como ser inteligente dependía de cómo aprovechara los recursos de la naturaleza?

Puede. Incluso es seguro que sí, que haya muchos coetáneos que crean que la minería -en especial, la que se practica a cielo abierto, o quizá solo ésa- es una operación perniciosa para el medio ambiente. Estos protectores oficiosos de la naturaleza impoluta, abominan de cualquier operación por la que (según su peculiar sistema de valoración) se afecte por los seres humanos al “paisaje natural”.

De nada servirá argumentar, por especialistas, historiadores y sensatos en general, que la minería es imprescindible para la vida y, sobre todo, para el mejor bienestar; que la tecnología minera ha alcanzado -por supuesto, no sin parciales derrotas: así es el íter humano hacia lo óptimo- niveles de gran excelencia, que permiten garantizar con probabilidad cercana a la certeza, la seguridad de los trabajos, la máxima eficiencia en la extracción de los recursos, la mínima afectación posible del entorno, la mayor proporción de empleo cualificado y…cuando se acaben los trabajos mineros, se encargará de asegurar, en tiempos predecibles y bajo cumplimiento de las ordenanzas y restricciones legales,  la restitución del paisaje a niveles de disfrute incluso, con frecuencia, superiores a los de origen.

¿Hay dudas del valor de la minería? Las hay. Cuando se anuncia que una empresa está en disposición de iniciar trabajos de exploración de un recurso minero, y solicita los permisos necesarios, no faltan grupos que echan mano del argumentario, aplicándolo sin compasión ni rigor sobre la pretensión.

Todo vale: los niveles freáticos se contaminarán, habrá desprendimientos de tierras, el hermoso paisaje se verá irremediablemente afectado, el transporte de los materiales deteriorará caminos y levantará polvaredas nocivas, los explosivos empleados causarán destrozos en las viviendas, la fauna salvaje y la cabaña doméstica adquirirá enfermedades desconocidas e incurables, los humanos, aunque algunos pocos consigan empleo en la deplorada explotación, padecerán desgracias sin cuento, en tanto una multinacional ávida del verdadero recurso, el dinero, se enriquecerá a costa del empobrecimiento ajeno.

Sería de agradecer que la minería tuviese sensatos y serios defensores, y no solo lo sea por los ingenieros de minas, los geólogos y los responsables de empresas mineras. Sería lógico que, conscientes de su valor, los políticos, los comentaristas, los científicos en general, los sociólogos y los sensatos, defendieran que la explotación de recursos minerales es una necesidad, una oportunidad, un logro de los avances técnicos. Y que todos se concienciaran que disponer de un recurso explotable, técnica y económicamente, en cantidades importantes y con un mercado apropiado, es un regalo de la naturaleza.

Los seres humanos tenemos a nuestra disposición, para utilizarlos sabiamente, multitud de recursos, a los que debemos poner en valor con nuestros conocimientos crecientes. No se trata, desde luego, de destruir lo que tenemos de forma irreversible, sino aprovecharlo para mejorar nuestro disfrute. Y, por supuesto, hacerlo cumpliendo las leyes, con la mejor tecnología disponible. La crítica e, incluso, la oposición, a las pretensiones egoístas, excesivas o erróneas, es imprescindible. Pero no se deben hacer trampas en la argumentación, ni engañar en las consecuencias, ni destruir sin alternativas.


En Madrid, como en algunas otras capitales europeas, se ha mejorado la implantación de la recogida separativa de residuos con un nuevo contenedor: la basura exclusivamente orgánica. Tenemos, por tanto, los ciudadanos de algunos barrios madrileños, que realizar la selección de los siguientes tipos de desechos: papeles y cartón; vidrio; basura orgánica; resto de residuos domésticos. La ropa y el calzado usados y ya no deseados por sus primeros dueños, también pueden encontrar un segundo destino en contenedores adecuados. Además, hay que separar para llevarlos a un punto limpio, los aceites consumidos, los enseres inútiles según su naturaleza y composición (madera, metal, electrodomésticos, pilas, etc.).

Los contenedores de papel y los designados para recoger ropa y calzado, se han convertido en lugar preferido de su prospección callejera para grupos organizados que, con camionetas destartaladas y la celeridad de quienes trabajan a destajo, vacían los unos y hurgan en los otros, dejando a su paso los restos de su actuación apresurada.

No son estas gentes -supongo que necesitadas para actuar de ese modo y por tales sitios- las que llaman mi atención de citadino escéptico. Son los de esos otras gentes con mayores medios, educadas para el respeto ambiental, concienciadas, por vocación y origen en la defensa ecológica, que mantienen perritos que llenan las aceras y alcorques de cacas abandonadas, que tiran cigarrillos, latas y papeles en cualquier sitio distinto de las papeleras, que surcan las ciudades a toda la velocidad y con máxima potencia acústica de sus cacharros.

Y, sobre todo, como lo demuestra esta foto obtenida de una calle cualquiera de Madrid, me decepciona saber que, a diario, hay miles de conciudadanos a los que importa un pito que existan contenedores concretos para residuos específicos y puntos limpios para acoger a materiales desechados. Convierten, a su antojo, en vertederos irregulares justamente los sitios destinados a conseguir que nuestras ciudades sean más limpias, pasándose por su arco triunfal los desvelos de quienes cumplen con las normas y están serenamente concienciados de que la basura tiene su lugar, y no es la calle.

 

 

 

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Carta abierta a la Ministra Teresa Ribera

28 diciembre, 2018 By amarias 1 comentario

Querida ministra para la Transición Ecológica:

Tengo que empezar reconociendo que se me hace muy difícil entender las razones por las que se eligió ese nombre metafórico para caracterizar un Ministerio que se ocupa de temas tan sustanciales para la economía y el debate público como la Energía, el Medio Ambiente y el Cambio climático. La denominación del Ministerio parece evocar más un cuento de hadas que el impulso a actividades tan íntimamente relacionadas con la producción de bienes y servicios, la generación de empleo y riqueza y el bienestar de la ciudadanía, como son la minería, la generación de energía, o la producción industrial.

Pero…¿cómo podría poner en duda que el nombre del Ministerio es de tu pleno agrado, Ministra? Tu trayectoria curricular, brillante como pocas, te relaciona con los Desarrollos Sostenibles y los Cambios Climáticos, además de caracterizarte como experta jurista y brillante profesora. Y bien es cierto que poco importa el nombre del Ministerio si quien lo conduce tiene clara la senda por la que aplicar las competencias trasladadas al órgano administrativo.

A partir de esa experiencia personal y por lo que has traducido de tus convicciones técnicas y sociológicas, deduzco sin dificultades que la transición ecológica en la que empeñas tus capacidades ministeriales supone convertir a España en un modelo en relación con la producción limpia, el respeto total al medio ambiente y, en suma, la supresión de toda actividad contaminante. Es decir, una Arcadia con tipos meríficos, un país sin mácula en el que apetezca aún más vivir a los que puedan permitírselo, un ejemplo para la Humanidad concienciada con el amor universal, el consumo sostenible, la producción de suma cero y todas las ventajas que contrae la bendita ecología.

Si te propones que los objetivos sean ambiciosos, para conseguir que los logros reales aparezcan como detectables, a pesar de ser los fines fantasiosos, no seré yo quien critique de antemano esa opción. Si señalas la luna, no miraré el dedo.  Como estudioso de nuestra Historia, (en cierto modo, como tú: sé que te gusta tomar enseñanzas del pasado), me arriesgo a advertirte que el trazo de las grandes líneas de futuro tiene muy pocas posibilidades de permanecer visible de forma duradera en España.  Particularmente, en esta democracia asintótica que hemos destruido entre todos, la descomposición ideológica de las opciones partidarias supone la desgraciada garantía de que cada Gobierno nuevo estará ansioso de poner patas arriba lo que haya pretendido hacer el anterior.

Tendrías razón en argumentar que -gracias sean dadas- como jamás he estado dirigiendo un Ministerio y, para más inri, vengo de vuelta donde tú aún tienes amplio recorrido, la experiencia que haya acumulado en mi modesta trayectoria puede estar tan rancia como un trozo de tocino dejado durante meses a la intemperie. Dejaría el camino abierto a los más jóvenes, si no fuera porque algunos tenemos las posaderas peladas de experiencia internacional que nos vemos obligados a compartir, aunque no nos la pida nadie.

Cuidado con proponerse propósitos tan amplios y ambiciosos que, en su misma complejidad, se vayan por el agujero de la semántica. Aún resuenan en las marismas académicas las hermosas palabras del entonces presidente Rodríguez Zapatero (hoy perdido por los recovecos venezolanos) acerca de la Alianza de Civilizaciones. Era una idea tan magnífica como ingenua, es decir, irrealizable.

Como también resultó peligrosamente letal (para muchas empresas y no pocas administraciones confiadas) la estupenda concepción acerca de vivir un mundo globalizado, en el que todos los Estados pudieran compartir sus adelantos tecnológicos, sus producciones y consumos sin barreras.

Era un idílico panorama, en el que perdieron plumas, en especial, quienes pusieron la fe sin tomar precauciones. Y los que creyeron encontrar la vía para lanzarse al vacío exterior sin paracaídas (vale también la metáfora de salir al campo sin cinturón ni tirantes, creyendo que todo el monte era orégano), están lamiéndose las heridas, con pérdidas económicas insuperables.  Hoy sabemos que el gran beneficiario de esta apertura de los mercados ha sido China. Aunque circunstancialmente concentrada en aumentar su consumo interno ha conseguido establecer profundas raíces en los países menos desarrollados, incluido España.

No tengo autoridad para darte consejos, ni seguramente los admitirías. Tampoco es esa la intención de esta carta abierta que, como es obvio, no solo va destinada a ti, sino a mis colegas, conocidos y amigos y a todos aquellos que sientan la curiosidad por mis reflexiones, libres de las trabas de la responsabilidad e impregnadas de la sinceridad con la que se habla con alguien a quien se aprecia.

Recuerdo bien (y lo tengo recogido en mis notas) tus opiniones acerca del éxito de la COOP 21 de París, en la visión que dabas de la reunión allá por mayo-junio de 2016. Entonces era el momento de sacar pecho, y presentar el conato de Tratado como un aldabonazo a las conciencias, un transformador universal, que permitiría reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para que el incremento de temperatura media del planeta no superara los 2 ºC antes de 2100 y, preferiblemente, se mantuviera por debajo de 1,5ºC.

Era un relato muy hermoso, pues se apelaba a la solidaridad de la Humanidad por primera vez en la Historia (desde la maldición bíblica de la Torre de Babel). No se iba a dejar a nadie atrás. Todos los  Estados se iban a sumar a ese gran proyecto común, unos como aportadores de medios económicos y tecnológicos y otros como receptores concienciados. Habría un sistema de vigilancia centralizado de los cumplimientos, y la transparencia multilateral garantizaría la coherencia de las medidas internacionales y el control de las cuentas rendidas.

Fue un sueño precioso. Por fin, se aceptaba que un tema transversal como el calentamiento global no podría ser resuelto a niveles de Estado individual. La contaminación, por fin, se había comprendido que no tenía fronteras geográficas. Se retomaba aquella filosofía tan carismática como ineficaz del comunicado “We the world leaders…” ¿recuerdas?.

Se habría de implantar una metodología de financiación y se involucraría a toda una amplia panoplia de agentes, públicos y privados, en el objetivo común irrenunciable, por fin. ¡Qué momento tan dulce! Aunque el presidente Obama no pudo aterrizar en París por una tempestad, Estados Unidos y China se daban la mano. Rusia estaba dispuesta a cooperar y la Unión Europea, rompiendo su tradición histórica, aparecía como paladín de la armonía mundial, campeón de las medidas restrictivas, poniéndose a la cabeza de los sacrificios en loor al control del clima que, de seguir con nuestras aficiones pirogénicas, nos calentaría en demasía. Todos se habían convencido, sin fisuras, de que las previsiones del Panel del Cambio Climático eran dogma de fe…o eso parecía.

Sabes mejor que otros lo que pasó. En apenas dos años, el panorama mundial cambió. Estados Unidos se ha convertido oficialmente en negacionista del cambio climático y defensor de la autarquía, la suya. Rusia se siente muy próximo a China, pero no tanto por sus voluntades de contaminar menos, sino en la preparación de un estadio nuclear que garantice el dominio universal o, en su alternativa, la Destrucción Total del enemigo (es decir, la Hecatombe Mundial). Específicamente, China, que juega también al pacifismo integral,  se ha impuesto como campeón mundial de la globalización, bien entendida en su caso como la garantía de penetración masiva de sus productos en todos los mercados, desde el de cercanías al de las altas tecnologías.

Mientras tanto, existe un acuerdo tácito internacional en dejar que aumenten las diferencias entre los más ricos y los más pobres, entre los adelantados tecnológicos y los consumidores (mientras puedan pagárselo). La Unión Europea también es capitana en ese aspecto.

No hace falta bola de cristal para reconocer que el objetivo de reducir la velocidad por la que el mundo se encamina hacia el sobrecalentamiento no se cumplirá. De nada valdrá que la Unión Europea -con cada vez menos músculo y menor credibilidad- se manifieste dispuesta a incrementar incluso su objetivo particular de llegar al 2050 c0n un 40% de su producción con energías renovables, subiendo la apuesta en un 15% más.

El clima seguirá empeorándose, por tanto. Hay, y habrá, más tormentas (cada vez menos tropicales), subidas del nivel del mar, inundaciones y catástrofes (cada vez menos naturales). Si hay que dedicar medios inmediatos, y remedios consistentes frente al cambio climático ya presente, deberían ser para la construcción de diques defensivos, para conseguir alejar a la población de las zonas inundables, para incrementar los sistemas de alerta y los medios de protección.

Leo en la prensa que el Ministerio que presides tiene avanzada la creación de un marco jurídico que señale las prioridades del Ministerio en una Ley de Cambio Climático y Transición Energetica (ya no Ecológica, algo se ha mejorado en la transparencia de la concreta dicción). Debía estar aprobada, según previas declaraciones tuyas a finales de 2018, pero no va a ser posible y…me alegro.

Me alegraría también de que se rebajase la intención de llegar a la descarbonización  de nuestra producción energética e industrial en 2050, y que se aliviase la meta de conseguir la pretendida reducción del 20% de los GEI (respecto a 1990) en 2030.

Me alegraría también (entiéndeme, Ministra, solo en aras de que venza lo práctico, lo realizable), si el objetivo de impulsar a las energías renovables, en detrimento de la energía nuclear y las centrales de carbón y ciclo combinado, instalando un mínimo anual de 3.000 megavatios (MW) de potencia, se aligerase hacia lo alcanzable y, sobre todo, se hiciera tras un análisis profundo y pactado entre los agentes, no impuesto desde la cúpula ni aplaudido a regañadientes, con el propósito interno de escribir los acuerdos en la barra del hielo.

¿De verdad se ha estudiado, comprobando todas las consecuencias, -técnicas, industriales, sociales, económicas, financieras- lo que implica “dar el carpetazo” a los combustibles fósiles, negar autorizaciones de investigación y explotación de hidrocarburos, abominar de la fractura hidráulica, desdeñar la producción nuclear (en la que disponemos aún de técnicos y experiencia a nivel mundial)? ¿Es tan guay confiar en que la producción con biometano y combustibles sintéticos servirá para completar el mix energético como nos quieren vender los ecologistas de manual que parecen estar entre tus mejores asesores?

Sí, estoy convencido de que habrá un Plan regional de Energía y Clima, con la condición imposible de que el gobierno de Pedro Sánchez aguante en su equilibrio inestable, negándose, agarrado a la tabla de planchar, a convocar unas elecciones anticipadas que, por supuesto, no despejarán el panorama político pero pueden significar un cambio de Gobierno y tu vuelta a la empresa privada y a las clases universitarias.

Los que te conocen, dicen que eres testaruda y en algunos círculos (no muy complacidos) se refieren a ti como “la talibana”. Querrás poner en pie lo que imaginas correcto. Solo que el reloj señala tiempos cortos para acoger el lanzamiento de proyectos demasiado ambiciosos y, si falta el consenso, el monstruo devorador de buenas voluntades se encarga sistemáticamente de volver a poner, en nuestro país, las cosas en el sitio en que se siente más cómodo: en la ineficiencia, la improvisación y el pequeño caos de todos los días.

Te pediría que no olvides, en todo caso, de ordenar que se incluyan los instrumentos financieros precisos, y unos objetivos claros que sirvan para medir la eficiencia de las medidas. No lo dejes todo en la confianza del marco legal o jurídico, por favor. Que, aunque no se lleve jamás a efecto, tenga un aspecto muy sólido. Que ese Plan, si finalmente ve la luz y aunque arriesgue morirse en el postparto, no omita la previsión de actuaciones correctoras, la presentación de un sistema de indicadores y que cuanto se relacione con la ejecución del mismo, sea controlado por un comité independiente, y con un calendario exigible.

Y, si quieres ser, como estoy seguro que deseas, honesta con los resultados, consigue que te asesoren los mejores especialistas. Los tenemos en España, lo sabes. Algunos son funcionarios. Muchos, nunca lo han sido, y ven las cosas desde el lado de la competividad descarnada. Hazlos participar a tu lado, no los pongas en tu contra.

Creo que me he extendido demasiado. Debiera haberte escrito también sobre la necesidad de impulsar la minería en España, la producción tecnológica con valor añadido, la investigación cualificada orientada al producto y no a la endogamia universitaria. Seguro que tienes información sobre lo que opina Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión Europea responsable de Energía, plasmado en un artículo de obligada lectura para tecnócratas: “Raw materials: Holy grail of 21st century industrial policy”.

Me pregunto, y te pregunto, querida Ministra: ¿No podíamos organizar nuestras actuaciones políticas, en combinación con el empresariado más activo y leal, contando con técnicos independientes y capaces y, en lugar de dar pábulo a la obsesión española de ser los mejores de la carrera, situarnos al nivel de lo que corresponde a nuestra preparación y medios?

Un abrazo, Teresa. Quiero dejar constancia pública de que respeto y admiro tu coraje y, si te sirve de algo, aconsejarte calma en el transitar por la senda de la Transición Ecológica, que presiento saturada de faunos, brujos, hadas malas y encantadores de serpientes.

Te deseo que tengas un buen final en tu tarea como Ministra, coherente con el buen principio por el que entraste en esa importante labor por mejorar lo que nos conviene a todos. No se puede cambiar el mundo con reuniones en la Moncloa ni actuaciones desde el Paseo de la Castellana, pero sí dificultar que nos lo hagan más difícil quienes solo miran por sus intereses desde el otro lado de la frontera.


Un pico picapinos (dendrocopus major), macho -distinguible por la mancha roja en la parte posterior del píleo- curiosea el interior de una oquedad en uno de los árboles frente a mi domicilio en Madrid. Para los aficionados a la ornitología, no sorprenderá mi afirmación de que en un pequeño jardín urbano, y dependiendo de la época del año, pueden identificarse hasta veinte especies de paseriformes. Observarlos desde la ventana de mi despacho es una delicia, y…por momentos, arriesga convertirse en obsesión.

 

 

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Ejército y sociedad civil (11)

18 enero, 2018 By amarias Deja un comentario

La mayor amenaza interior al Estado de derecho (entendido, como respeto al orden constitucional) que se cierne hoy sobre España es la posición secesionista de un sector muy significativo de la sociedad catalana, y que ha quedado reflejado en las elecciones para decidir la constitución del Parlament regional, con una mayoría simple de diputados representando a partidos en rebeldía constitucional.

La cuestión no está resuelta en absoluto, a pesar de la aplicación del art. 155 de la Constitución, por la que se disolvió el Parlament que había votado la independencia de Catalunyay proclamando, simultáneamente, su forma de Estado como República.

Como es bien conocido para quienes lean estas líneas en el tiempo en que son escritas, el ex President Puigdemont (destituido) se encuentra fugado de la Justicia en Bélgica con algunos ex miembros del anterior Gobierno, y el ex vicepresident Junqueras y varios significados miembros de los partidos secesionistas se encuentran en prisión preventiva. En la nueva composición del Parlament, a resultas de las elecciones autonómicas del pasado 21 de diciembre de 2017, y si bien el partido “constitucionalista” Ciudadanos tiene más diputados que los demás, la mayoría de la Cámara es independentista, aunque posturalmente puedan acatar la Constitución. (La diferenciación, que se ha convertido en corriente, entre partidos, según que acaten o no la Constitución vigente, produce escalofríos)

Los acontecimientos recientes no permiten conceder credibilidad a las declaraciones de lealtad, si se producen, cuyo objetivo será garantizar nominalmente constitución de la Cámara “por imperativo legal” (eufemismo que oculta intenciones delictivas), y se hará salvando por el camino dificultades, declaraciones y actuaciones esperpénticas más bien propias de una historieta de ciencia-ficción que de una realidad torturada.

Catalunya tendrá pues, nuevamente, a finales de febrero de 2018, un President independentista, y se reproducirá en el orden/desorden institucional el esquema de una sociedad dividida, polarizada en posiciones temperamentales, agudizadas hasta el histrionismo. El Parlament tensionado reflejará, como en un espejo, las incertidumbres que la sociedad catalana no acierta a resolver. En frase acertada de Josep Borrel (“Escucha Cataluña, Escucha España”, 2017, Península), “un problema entre catalanes”, planteada como pregunta. Una incógnita que no se sabe despejar.

La situación no es nueva. Se ven suficientes elementos en ella para detectar el deseo de una repetición de la Historia, pretendiendo estar en situación de mejorar errores del pasado, desde una voluntad independentista, cuya legitimidad está de nuevo, en confrontación violenta con la oportunidad. Nada que ver con hipotéticos o reales agravios de la realeza castellana a los condes catalanes, ni en las revueltas campesinas del dieciocho, ni Castilla a los condes de Cataluña, ni, mucho menos, en el déficit presupuestario de la región o en la superioridad de lo catalán -con guiños de identificación y complacencia cona la Europa floreciente-.

No parece efectivo ahondar, repasándolos, en los sentimientos que pudieron servir de pretexto de acción a generaciones ya extintas. La historia actual la construimos y protagonizamos quienes estamos vivos y con capacidad de actuación. Los intereses, sentimientos y voluntades a considerar son los de quienes ahora tenemos fuerza de la existencia. Es cierto que debemos apuntar hacia el futuro, si bien nuestra principal responsabilidad, en tiempos de conflicto, es no destruir lo que ya tenemos. No sirve el pretexto de que, desde sus ruinas, aflorará una Arcadia.

En agosto d 1931, la Generalidad había aprobado un texto, en “ejercicio del derecho de autodeterminación que compete al pueblo catalán”, por el que, reconociendo “la personalidad política de Cataluña”, se “debía precisar su compromiso con la República española” ofreciendo a “las Cortes Constituyentes de la República una prenda de amor” (sic) “que pone Cataluña en la defensa de la libertad que todos los pueblos de España han conquistado pro la revolución del 14 de abril”. La fórmula se concreta en la manifestación de que “Cataluña quiere que el Estado español se estructure de manera que haga posible la federación entre todos los pueblos hispánicos”.

El derecho de autodeterminación de Cataluña surge, como ha puesto de manifiesto Eduardo García de Enterría en su prólogo al libro “Sobre la autonomía política de Cataluña”, que recoge textos de Manuel Azaña, del concepto de nación como base del Estado. Un concepto sentimental que tiene raíces en la revolución francesa, que la hizo descansar en la voluntad del pueblo. Se construye así un íter argumental que va desde el pueblo y su auto-consciencia mayoritaria de ser nación y que lleva a la independencia, esto es, a desear la autodeterminación.

Para la colectividad desarrollada y democrática, la única opción para hacer efectiva esta voluntad, si existiera en algún subgrupo de un Estado,  es dentro del marco de la Constitución vigente, como Norma fundamental pactada. En el caso español, no impuesta, sino acordada por una amplísima mayoría, por todos los ciudadanos españoles en 1978.

No se trata de negar la existencia de nacionalidades en el territorio de España, entendidas como consciencia de singularidad por parte de grupos significativos, delimitados o no por fronteras políticas o físicas. La voluntad de autodeterminación tiene que ligar ese deseo con la posibilidad real de subsistencia independiente, conceptualmente al menos, paritaria con los demás Estados existentes, y en un contexto de respeto a los derechos y libertades.

La Constitución española garantiza la distinción entre un Estado que centraliza ciertas funciones básicas y regiones o Autonomías que disponen de competencias legislativas y de gestión (con cesión o recaudación autónoma de impuestos), en un equilibrio político que puede no ser estable. El dinamismo en las fórmulas de gestión del Estado, sin embargo, ha de encontrar su punto de equilibrio en la Constitución renovada, vigente en cada momento, votada por una mayoría definida de todos los ciudadanos del Estado plurinacional. No puede ser roto unilateralmente desde las regiones.

Los sucesos revolucionarios de octubre de 1934 se concretaron en dos posiciones disjuntas: a) en Asturias, se pretendía instaurar la dictadura del proletariado, movimiento de las clases desfavorecidas, que posteriormente cristalizaría en el Frente Popular; b) en Cataluña, la insurrección se presenta como un movimiento político, que cree encontrar la ocasión para proclamar la independencia del Estado central.

Como es sabido, las elecciones de noviembre de 1933 habían sigo ganadas por el partido de Gil-Robles (la CEDA), de derechas, perdiendo las mismas el Partido Radical de Lerroux. En Cataluña, el gobierno de izquierda de Companys, empeñado en una reforma agraria que diera propiedad de la tierra a miles de pequeños agricultores viticultores -rabasaires, desoyó la declaración de inconstitucionalidad de la ley  (Ley de Contratos de Cultivos) que se había aprobado desde la Generalidad, y que creaba derechos a estos campesinos en contra de los terratenientes. Presentado por éstos un recurso (a través del partido conservador de la Lliga), se anuló la Ley de Contratos, pero el gobierno regional volvió a aprobar un texto similar.

El 4 de octubre,  Alejandro Lerroux formaba un nuevo gobierno con ministros de la CEDA, provocando la convocatoria de huega general en toda España convocada por los socialistas. El gobierno declaró el estado de guerra en toda España  y el 6 de octubre, Lluís Companys  proclamó la República Catalana (el llamado Estado catalán de la Republica federal española) afirmando, en un inflamado discurso en el que afirmó que “el odio y la guerra a Cataluña constituyen hoy el soporte de las actuales instituciones”.

El paso dado por Companys era arriesgado pero no era drástico. Algunos historiadores interpretan hoy que el acto, más que secesionista, pretendía controlar el movimiento anarquista de la izquierda marxista. Solo que los acontecimientos se precipitaron. Companys pidió al general Batet, general en jefe de la IV división, que se pusiera a sus órdenes, a lo que éste se negó, reafirmando que solo obedecería órdenes desde Madrid.

La Generalitat contaba entonces, como elemento para defensa del pulso constitucional, solo con la reducida fuerza de los Mossos (apenas un par de centenares de efectivos) y la hipotética militarización civil. No hace falta precisar más detalles. Unas horas después, y tras una puesta en escena del desequilibrio de fuerzas Companys rendía su gobierno a Batet, esto es, al gobierno de Madrid.

El telón de aquel pulso catalanista se cerraría con la guerra incivil: la resistencia desde Cataluña y Aragón al levantamiento fascista fue protagonizada por anarquistas y fuerzas de la izquierda marxista, propiciando las batallas más cruentas de la guerra; Companys, juzgado con indulgencia por el gobierno de Azaña, sería fusilado al acabar la contienda por los alzados victoriosos, y Batet, por su desgraciada parte, lo habría sido, ya en 1937, por sus colegas traidores a la República, al negarse a apoyar la rebelión.

La compleja urdimbre del sentimiento nacionalista catalán recibía así una nueva inyección de confusionismo ideológico que permite, hoy día, ver juntos a representantes de la derecha burguesa, del cristianismo de tendencia humanista y a la izquierda revolucionaria. Una amalgama explosiva frente a un gobierno del Partido Popular asediado por la corrupción y anquilosado por la ineficiencia.

(continuará)

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Publicado en: Actualidad, Ambiente, Ejército

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