Acaba agosto en Gaigé y las posiciones de los políticos profesionales se simplifican y agudizan antes de la batalla por el voto electoral. Aún queda tiempo -quizá un año- pero la facultad del Presidente del país para disolver las Cortes y aprovechar el mejor momento a sus intereses, puede adelantar la fecha de la llamada a las urnas.
No es sencillo realizar hoy el análisis de los signos con los que los partidos principales en liza podrían estar preparando sus programas de gobierno. El pueblo de Gaigé está más preocupado por conseguir el pan de cada día, con una inflación instalada en la frontera de los dos dígitos y unas perspectivas de un invierno señalado por el alto precio de la electricidad y los combustibles, que han arrastrado consigo a toda la economía, sobre todo, la micro, que es de la que come el ciudadano.
Dentro del pequeño grupo de Ciudadanos, agarrado a la balsa que los arrastra río abajo hasta los rompientes, una élite con micromando en plazas (una treintena de cargos electos) ha pedido la inmediata dimisión de Arrimadas (Inés), la delicada líder que cambió su chaqueta catalana (tan bien urdida) por la capa andaluza (muy desvaída) y convocar un congreso de revisión constituyente. Parece lo lógico, si se quiere levantar alguna esperanza para evitar la extinción de una fórmula bisagra que evite el despedazamiento sin frutos de los herederos de la derecha y de la izquierda del libro de Petete.
Siguiendo a su aire, que juzgan favorable, el Partido Popular de Núñez Feijóo (Alberto) ha celebrado una fiesta de fraternidad en la carballeira de Cercedo-Cotobade, que reúne por sexta vez a la familia popular. La ceremonia de afirmación popular recuerda a las que, allá por los ochenta del pasado siglo, el entonces intocable líder del SOMA-UGT, Fernández Villa (José Angel) convocaba en Rodiezmo (León) cada agosto, para confirmar su autoridad y recibir el apoyo del vicepresidente Guerra (Alfonso) y el cariño de los mineros, a los que prometía que “no nos moverán”.
El Presidente del Gobierno de Gaigé, Sánchez (Pedro), ha mandado por delante a sus ministros más fieles para seguir alimentando el mantra de que Feijóo no tiene proyecto, no quiere a España y se obstina en negar el apoyo a las brillantes opciones que proponen desde Moncloa para recuperar la economía y el funcionamiento a pleno rendimiento de la organización judicial, una vez comprobado que el resto del Gobierno de coalición está más entretenido en lamerse sus heridas y sacar la cabeza fuera del tiesto para tratar de ofrecer una identidad diferenciada del partido que lleva las siglas socialistas.
El rey de antes, condenado a morir en el exilio (voluntario o forzado, la Historia tendrá que decidir), no consigue librarse de la mosca cojonera en que se ha convertido Corinna, la prostituta de lujo en cuyas redes amatorias cayó el antes prestigiado monarca, hoy convertido en hazmerreir de Gaigé. Si lo he entendido bien, los abogados de la corista rompedora, ya no demandan al Estado de Gaigé, ni pretenden que la ex amiga de don Juan Carlos fue acosada por los servicios de inteligencia públicos, sino que el camino procesal que ahora siguen, ante los peculiares estamentos judiciales ingleses, es demandar a la persona privada del monarca caído en el mayor pecado de su condición: hacer ver su naturaleza humana vulnerable.