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En el Museo del Prado
hay mucho que ver.
Aprendo siempre del Bosco
Brueghel, Rubens, Velázquez o Goya,
pero hay encuentros con Jan Sanders, Parmigianino o Sánchez Coello
-entre tantos otros- difíciles de olvidar.
Reconozco, con todo, que donde me entusiasmo
es analizando las actitudes de los visitantes.
Grupos de eruditos de ocasión
que oyen sin prestar atención las explicaciones
de un guía que adapta sus conocimientos
a la curiosidad que detecta.
Hay solitarios con tiempo por delante
que escudriñan los detalles más íntimos de un cuadro
como si pudieran descubrir la fuerza de la mano que lo creó.
Otros pasan a caballo por las instalaciones
confiados en que al final de la loca carrera
alguien les otorgará un bono o el certificado de existencia.
(28 de julio de 2021, @angelmanuelarias)
Nota: La imagen corresponde a uno de los dos magníficos cuadros de Lucas Cranach El Viejo (muy similares en la composición, uno “in honour of the Duke of the Castle of Torgan” y el otro “of Charles V”. Lo que me llamó la atención es, que, en la esquina inferior se ilustra del aprendizaje con la ballesta de un grupo de mujeres, bien custodiadas por un fornido monitor. Contrasta esa representación con el adoctrinamiento de un joven hijo de nobles y, desde luego, con la representación de la cacería, en la que decenas de venados son conducidos por guiadores y sus perros hasta un lago en donde son asaeteados a placer por los invitados varones.