Al socaire

Blog personal de Angel Arias. La mayor parte de los contenidos son [email protected], aunque los dibujos, poemas y relatos tienen el [email protected] del autor

  • Inicio
  • Sobre mí

Copyright © 2022

Usted está aquí: Inicio / Archivos paraUcrania

Rusia ve nazis en todas partes

11 mayo, 2022 By amarias Dejar un comentario

El día 9 de mayo, el jerarca invasor Putin conmemoró el Día de la Victoria contra los alemanes comandados entonces por un sátrapa con ambición de dictador global, como el. Se llamó Adolf Hitler y por su culpa, a los alemanes que lo secundaron se les llamó nazis.

Vladimir Putin utiliza desde que agredió Ucrania enviando un Ejército preparado para una BlitzKrieg (guerra relámpago), esa palabra convertida en insulto fácil para justificar la invasión. Pretende limpiar de nazis Ucrania. Lo recordó, en un acto muy desvaído y con palabras huecas, defendiendo la legitimidad insostenible que le llevó a poner botas militares y tanques sobre el país vecino.

En estos últimos setenta y siete días, han cambiado muchas cosas en el mundo. La invasión ilegítima, condenada por el bloque occidental, ha permitido a Estados Unidos recuperar su liderazgo. Los pollitos europeos se han apresurado a cobijarse sobre el gallo norteamericano. Después de todo, se trataba de presentar músculo militar.

El presidente Biden, tras algunas indecisiones, está contestando a las bravuconadas de Putin, que desde el primer momento, ante el apoyo que se estaba prestando a Volodomir Zelenski, amenazó con emplear su arsenal nuclear contra los países que ayudaran a Ucrania. En un precario equilibrio de contención de los despropósitos, la linea roja ha sido imaginariamente trazada si Rusia ataca alguna población de la OTAN y, sensu contrario, si Ucrania invade territorio ruso.

Putin no ha podido cantar victoria el día 9, porque, salvo como comandante de la destrucción sin limites y paladín de la infracción de derechos humanos y convenios internacionales (también de la guerra) solo ha ganado el asombro, el desdén y el menosprecio de los europeos y norteamericanos, empeñados en estrangular la economía rusa mientras envían armas de variado calado para aumentar la capacidad de resistencia de Ucrania.

Zelenski y el Ejército ucraniano (formado en su mayoría por voluntarios a los que anima el espíritu de protección sin límites de la Patria invadida) se están defendiendo con heroicidad e inteligencia. Con ayuda de países de la OTAN y el apoyo humanitario y material de casi toda la Unión Europea, la situación está consiguiendo demostrar que esa resistencia tenaz será capaz de poner a prueba, no el poderío militar del tercer Ejercito del mundo, -jactancioso poseedor de tecnología atómica, como recuerda, convertido en un mantra, Vladimir Putin y su equipo de hienas, sino la inteligencia diplomática para detener la guerra antes de que colapse económicamente la misma Rusia.

 

Archivado en: Ucrania Etiquetado con: guerra, Putin, Ucrania, VolodomirZelenski

Ética en Ucrania

30 abril, 2022 By amarias Dejar un comentario

No se está hablando o escribiendo demasiado (y debería ser el caso) sobre la ética en la guerra de Ucrania. Quizá, emocionados por contarnos -sobre todo, a los espectadores occidentales- la evolución militar de la contienda, los avances y retrocesos de uno y otro de los contendientes, los estragos producidos después de más de setenta días de lucha destructiva, los cronistas piensan que los aspectos éticos de esta guerra no son tan interesantes.

En algunos aspectos sí parece que la mayoría está de acuerdo. Se trata de una guerra y o de una invasión, aunque es evidente que Rusia ha invadido territorio ucranio. Pero los ucranios, de forma masiva y prácticamente unánime, bajo las directrices del presidente legítimo Volodomir Zelenski, se han opuesto con armas a la agresión territorial y, por tanto, están en guerra con Rusia.

Se trata de una guerra peculiar por sus características militares, territoriales y en relación con los apoyos exteriores y el empleo de armas y medios destructivos; también en cuanto al comportamiento de la población civil y a la utilización de la misma por el agresor para provocar mayor presión sobre la defensa del agredido.

Para algunos analistas, es una guerra civil, con el significado de que en ambos lados de la contienda, los militares son eslavos y, aunque desde hace algunos años Ucrania es un país independiente, reconocido por la comunidad internacional, los lazos que mantuvo con Rusia eran particularmente intensos hasta poco antes de la contienda. Ciudades como Karpov, hoy gravemente afectadas por la destrucción, eran consideradas como centro cultural ruso. En Mariúpol, centro de los ataques de la fuerza rusa, arrasada hoy y controlada por los agresores (salvo la acería de Azovstal, en donde se concentran unos cientos de soldados ucranianos, asediados y en condiciones vitales precarias) el jefe separatista de la autodenominada República Popular de Donetsk declara estar preparando a la población, niños incluídos, para desfilar por sus calles el 9 de mayo próximo, como un nuevo Día de la Victoria.

En un brillante artículo, Araceli Mangas Martín (vicepresidenta de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas),glosa en el diario El Mundo del 22 de abril, algunas de las graves infracciones del derecho y de la ética internacional de esta “Guerra sin cuartel”. La misma expresión de la intención de “aniquilar” la defensa ucrania en Mariúpol, teatralizada por el sátrapa del Kremklin con su Ministro de defensa hace unos días, indica, según la catedrática de la UCM, la existencia de ubn “crimen de guerra”, con vulneración de Reglamento de la Guerra Terrestre-Convenio de la Haya y su protocolo Adicional de 1973, del que Rusia es parte.

Muchas son las violaciones de normas internacionales que Rusia -no solo Putin- acumula en esta guerra, con sus ataques a las poblaciones y la negación de protección a los prisioneros de guerra. Llama la atención, porque se ha negado con ello la capacidad de mediación internacional, el incumplimiento de la obligación (Convenios de Ginebra) de “nombrar potencia protectora”, un Estado de la respectiva confianza de cada uno de los combatientes, que supervise la correcta aplicación de los Convenios y el auxilio a las víctimas. Que haya que lamentar también alguna infracción por parte ucrania (disparar a los pies de los soldados rusos ya rendidos, denuncias por confirmar de vejaciones y mutilaciones a prisioneros o a delatores) no debilita ni compensa el grado de crueldad ejercido por los invasores en esta guerra que conmociona Europa.

En todo escenario bélico, mientras la contienda se mantenga y no se consolide un vencedor, la intoxicación es parte del material esgrimido por las partes y la propaganda sirve al efecto de alardear de avances propios y la exhibición de derrotas y deserciones del contrario, con la intención de minar la moral del enemigo y consolidar el clima de apoyo de los simpatizantes de parte. Putin ya cantó victoria varias veces, y en la venta de éxitos, Zelensky no se queda atrás. El apoyo moral y armamentístico que le están prestando los Estados occidentales, sin que -hasta el momento- hayan superado (a los ojos de Putin) la línea roja de su participación activa en la guerra, no deja lugar a dudas en que nos movemos en un campo especial, al borde del peligro de que, por error o a sabiendas, se produzca el ataque a alguna ciudad fuera de las fronteras ucranianas.

Resulta muy interesante introducir en el análisis la opinión, difundida en Rusia y en los países que simpatizan con los invasores (o que mantienen un difícil equilibrio de supuesta neutralidad) que se apoya en que Putin no es el agresor, y que la hipótesis de que pretende reconstruir la “gran Rusia” es una invención occidental, y que, por el contrario.  ha sido la OTAN la que, con su posición de integrar a Ucrania en su órbita, ha desestabilizado la situación. En esa línea argumental, un gobierno títere, con Zelensky como juguete significativo, ha dado un paso intolerable para el sentimiento patriótico ruso, al comunicar su deseo de incorporarse a la Unión Europea y a la OTAN. Obviamente, la calificación de tal acción como “ofensa” implica no admitir ninguna capacidad de autonomía a Ucrania.

Cierra este análisis apresurado sobre los principios éticos vulnerados en este guerra “sin cuartel”, la apreciación de que se trata, también, de una disputa religiosa, por las creencias de las poblaciones respectivas. La religión mayoritaria en Ucrania es el cristianismo, con más del 86%  considerado practicante. Como ha destacado Pilar Bonet, hace ya varios años, el enfrentamiento entre Kiev y Moscú afecta también a la religión. No es tan sencillo descubrir todos los hilos de esta discrepancia, que está vinculada al patriarca de la iglesia ucraniana y su negativa a someterse a Moscú. El anterior presidente proruso Petró Poroshenko, fue el impulsor de una nueva Iglesia ortodoxa en Ucrania, cuya deriva deseada hubiera sido la advocación y dominio del patriarca de Moscú, el patriarca Cirilo, cuyo apoyo a Putin es manifiesto. La petición del Papa Francisco para que Cirilo instase al Kremlin a detener la guerra no tuvo ningún resultado.

Archivado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania Etiquetado con: Acuerdo de Ginebra, Araceli Mangas Martin, OTAN, Pilar Bonet, Putin, Ucrania, Volodomir Zelenski

Putin entra en crispación y esgrime mayor potencia destructora

16 abril, 2022 By amarias Dejar un comentario

La pérdida de uno de sus buques de guerra insignia, junto con la consciencia de que, contrariamente a lo deseado, el ataque a Ucrania está encontrando mucha mayor resistencia y un apoyo internacional que amenaza con llevar a Rusia a un grave aislamiento, ha desencadenado la furia del animal herido en los cerebros atormentados del Kremlin.

Se conmemora en esta semana, por las tres religiones del libro, y poniendo el énfasis en diversos aspectos de las Escrituras, su fiesta más significativa. Para los católicos, se tratan de conmemorar la base de sus creencias, la muerte y resurrección de Jesús, el hijo de Dios, en un incomprensible sacrificio -para la razón- por la redención del género humano. Los musulmanes se encuentran aún en el ayuno del Ramadán, la fase de purificación de cuerpos y espíritus que les llevaría a entender mejor las enseñanzas del profeta, y que les obliga a ayunar de sólidos y líquidos hasta la puesta del sol. Los judíos, en fin, han celebrado el viernes la Pascua, rememorando el Éxodo de los israelitas de Egipto, uno de los grandes momentos de revalidación de sus creencias.

En la celebración católica, el Papa Francisco, ante una multitudinaria concentración de fieles en el Vaticano, ha rogado por la paz y, en representación simbólica, dos mujeres, una ucraniana y otra rusa, han abrazado la cruz del perdón. Por cierto, que el embajador ucraniano ante la Santa Sede ha manifestado su protesta por esta supuesta “afrenta”. Sin embargo, desde mi perspectiva, el mensaje ha sido correcto y alentador para la razón de la paz. No son los pueblos los que se enfrentan, sino sus caciques y, en este concreto caso, la ambición enfermiza, casi podríamos calificarla de satánica, del ocupante principal del Kremlin.

Hoy, 16 de abril de 2022, Rusia ha aumentado sus ataques, poniendo en jaque la mayor parte parte de las ciudades de Ucrania. Algunas, como Jarkov y Mariúpol, convertidas en un amasijo de edificios destruidos, autos quemados y, santo Dios, cuerpos de asesinados en las calles vacíos, ocupados por el silencio del horror y de la desgracia. Los soldados ucranianos se defienden con una bravura que no parece de esta época, apalancando cada posición a costa de sus vidas.

Las noticias que llegan del amplio frente suponen que también Kiev es objeto de nuevos ataques. Un nuevo frente amplio, a pesar de que desde el Kremlin parece concretarse su propósito “oficial” en dominar completamente las zonas de predominio de habla rusa (es decir, el Donetsk y Lugansk, Maríupol, Odesa y conseguir cerrar el enlace maritimo-terreste con Crimea), que era lo que se había estimado era el fin original de la invasión. ¿Qué ha pedido el gobierno de Ucrania? Más armas. Están convencidos de que la única forma de vencer la ambición rusa es derrotarlos en el campo de batalla, puesto que las vías diplomáticas están completamente cerradas.

En días recientes, proliferaron las apariciones de Zelenski en Parlamentos europeos y las visitas a la misma capital de Ucrania de mandatarios occidentales -hay que destacar el paseo por Kiev de Boris Johnson, acompañando al presidente del país y escoltado por algunas decenas de soldados, saludando y entablando conversación con gentes que encontraba al paso.

El apoyo a Ucrania se ha hecho muy explícito desde occidente y, por fortuna para mantener en límites soportables internacionalmente la escalada de tensión, el gobierno de la China de Jin-Pin se mantiene cauto. Dejando clara su posición, el presidente norteamericano Biden -que no oculta su opinión de que Putin es un criminal de guerra- no descarta visitar Kiev en breve.

Como si la guerra no hubiera podido paralizar la actividad administrativa y el ritmo burocrático, se han difundido imágenes en las que se ve a Zelenski y sus ministros en una aparente reunión de Gobierno. Una visión casi fantasmagórica, que vino a reforzar la emisión por Telecinco de episodios de la serie “Servidor del pueblo”, en la que un joven Zelenski, en la piel del profesor Vasyl Goloborodko ensaya para la ficción su papel posterior en la vida real.

Pero nada puede ocultar ni enmascarar los tremendos perjuicios que está causando esta guerra injusta, que tardarán décadas en subsanarse y algunas más en olvidarse las heridas geopolíticas que el sueño demencial de Putin y sus secuaces ha causado en el mapa del mundo. Casi cinco millones de refugiados, una crisis energética sin precedentes, subida de los precios de materias primas y bienes de consumo, y el aumento de las dotaciones para presupuestos militares. El mundo aún no está exactamente en guerra total, aunque se sigue preparando para una nueva catástrofe. Si los dioses no lo remedian, porque está demasiado claro que los hombres son incapaces de mediar. Solo piden más armas, a diestro y siniestro.

Archivado en: Actualidad, Europa, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania Etiquetado con: Buden, Exodo, Kiev, Mariupol, Papa Francisco, Pascua judía, Putin, Ramadán, Vasyl Goloborodko, Zelenski

La guerra entra en fases de ficción

2 abril, 2022 By amarias Dejar un comentario

El 1 de abril de 2022, Ucrania ha encontrado en un episodio de difícil credibilidad un chute de adrenalina colectiva, dentro del marasmo de una guerra que avanza en el segundo mes (¡37 días desde la invasión!) y que no tiene visos de terminar en breve, aunque, dada la desproporción de fuerzas de lo beligerantes, Rusia debería haber conseguido, y ya hace tiempo, sus objetivos.

Me refiero a la incursión de dos helicópteros de ataque y transporte en la población rusa de Belgorod, a 40 km de la frontera, bombardeando varios depósitos de combustible. Se han difundido varios vídeos, grabados por ciudadanos rusos,  del ataque nocturno, realizado con el mismo tipo de aviones que usa el ejército ruso (helicópteros Mi24) para bombardear las ciudades ucranianas. La población ucraniana a acogido el episodio, difundido en sus redes, como una victoria, que vendría a demostrar la capacidad de reacción de sus maltrechas fuerzas.

No resulta, sin embargo, creíble, que esta acción guerrera haya tenido lugar efectivamente, pues aunque los helicópteros que ha protagonizado la hazaña sean de fabricación rusa y exactamente del mismo tipo que los que emplea el ejército invasor, lo que se conocía hasta ahora que Ucrania carecía de aviación militar, pues todos los aparatos de su exigua fuerza aérea habían sido destruidos en los primeros ataques de la contienda. Se piensa, entonces que, al utilizar el mismo camino aéreo que utilizan los rusos para moverse con libertad hacia su propio territorio y repostar en su país, los encargados de los sistemas antiaéreos los han confundido inicialmente con los propios.

Pero, aún así, ¿cómo sería posible que, después de la incursión, los helicópteros hayan podido retornar a Ucrania sin ser derribados? Aún admitiendo que el ejército ruso siga dando pruebas de descoordinación, ausencia de estrategia coherente y debilidad ofensiva, malgastando tiempo y medios en una guerra de destrucción -que no de desgaste- que no les beneficia tampoco a ellos mismos, el acto militar vendría a demostrar que el gobierno de Kiev no está por la labor de favorecer una negociación que conduzca al final de la guerra. Al contrario, ese contraataque hablaría de la alta moral (¡de victoria!) del pueblo atacado y vendría a poner el énfasis sobre la capacidad ucraniana para resistir e, incluso, tomar iniciativas.

Algo nuevo está pasando sobre el terreno de la guerra. Las tropas ucranianas han conseguido, también según los informes recibidos desde esta guerra con tanta difusión mediática, rechazar a las rusas, alejándolas del cerco de Kiev. Desde luego, los problemas de avituallamiento de los militares desplazados en territorio invadido no es fácil, con la inmensa mayoría de la población autóctona dispuesta a negarles toda ayuda y a muchos tiradores dispuestos a liquidar cualquier vehículo o militar que no lleve la enseña del Ejército ucranio.

Hay que poner en su lugar, además, la defensa cibernética arbitrada en Ucrania, donde eficientes equipos de informáticos e ingenieros están ofreciendo un alto nivel tecnológico (entiendo que con la ayuda subterránea de empresas estadounidenses y alemanas) para interferir en las comunicaciones rusas, localizar sus blindados y anular las señales que hubieran sido sustanciales para que los aviones de combate enemigos pudieran guiarse en el entorno hostil. Numerosos drones, entregados de urgencia por los países occidentales actúan también como eficaces elementos de destrucción y resistencia.

La guerra se separa de la  concepción original de “botas sobre el terreno” para convertirse, cada vez más, en una guerra de guerrillas, multi-híbrida, en la que lo informático cobra un relieve especial como arma de espacial valor para el ejército resistente, cuya capacidad bélica convencional es mínima frente a la potencia invasora.

Como Putin no ha conseguido ninguno de sus objetivos -la destrucción de Mariúpol, ya consagrada como ciudad mártir, con más de 5.000 muertos en sus calles sin haber recibido sepultura, no puede contarse cabalmente entre sus propósitos iniciales-, cerrar el camino desde el Donbás a Crimea aparece como un presumible propósito que pueda ser presentado ante los rusos como victoria.

Ni siquiera ese “modesto objetivo” parece alcanzable para las desordenadas y mal dirigidas tropas invasoras, cuya bisoñez, mala preparación y fallos en la asistencia logística y en la dirección estratégica han pasado a ser tan evidentes que el antes temido ejército ruso ha pasado a ser considerado una caricatura del esfuerzo propagandístico del Kremlin, que había vendido la idea de disponer de uno de los mejores equipos militares del mundo.

Esto no significa que Putin esté dispuesto a admitir la derrota. Al contrario, aunque para los analistas occidentales, la abeja reina del Kremlin ha perdido la guerra mediática, ante un Zelenski lleno de empatía y fuerza en la transmisión de principios éticos, quedan muchos cartuchos sobre la mesa del dictador ruso. La utilización de la capacidad nuclear es una de ellas, aunque no parece que esa llamada a la hecatombe total sea del gusto de sus propios asesores.

El próximo martes, Volodomir Zelensky hablará para senadores y congresistas españoles, en una conexión en donde agradecerá el apoyo recibido por su pueblo, la acogida que se está dispensando a los desplazados y volverá a pedir en nuestro foro el apoyo para la entrada en la Unión Europea cuando termine la barbarie.

Me he detenido por ello, entre las muchas fotografías que llegan desde Ucrania, en la que representa a Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, reunida en Kiev con el presidente Zelensky y el primer ministro ucraniano Denys Shmyhal. Metsola fija una mirada atenta y comprensiva sobre Volodomir, que está hablando y gesticulando, vestido con su camiseta de campaña verde (por cierto, su musculatura parece cada vez más recia). Una bandera de la Unión cubre el fondo de la sala de reuniones, en la que se puede ver que la mesa dispone todos los adminículos técnicos necesarios. Hasta se han dispuesto botellas de agua para los asistentes.

Archivado en: Actualidad, Ejército, Guerra en Ucrania, Tecnologías, Ucrania Etiquetado con: Belgorod, Denys Shmyhal, dron, guerra, guerra híbrida, Mariupol, Mi-24, Parlamento Europeo, Putin, Roberta Metsola, Ucrania, Zelensky

Destellos de esperanza en la barbarie

30 marzo, 2022 By amarias Dejar un comentario

El deseo de que termine cuanto antes la barbarie que desencadenó la ambición de Putin (con la aquiescencia, no podemos olvidarlo, del Kremlin) hace concebir algunas tenues esperanzas a partir de la reunión mantenida en Ankara, el 29 de marzo de 2022, entre representantes de ambos beligerantes.

El secretismo acerca del contenido de ese encuentro, no ha impedido que la imaginación de algunos comentaristas hable de apertura de una ventana de esperanza hacia el final de la guerra. Por el contrario, otros analistas de los despojos de información, interpretan que Putin trata de reorganizar las huestes invasoras, para preparar un ataque más efectivo, debido al alto número de víctimas en propio bando (se calcula que superan los 20.000 soldados caídos en el campo de batalla) y a la insospechada resistencia ucrania.

Con el devenir de la guerra, algunos nombres de los resistentes ucranianos han surgido como protagonistas especiales de la heroica defensa. El alcalde de Mariúpol, Vadym Boichenko, brilla con luz propia en el escenario de la desgracia. En una entrevista en directo, reconocía que “estaban en manos de los ocupantes” y pidió una evacuación completa de la ciudad, que albergaba a más de 400.000 habitantes antes de la masacre, y que ahora -los que no han podido marcharse- se encuentran en condiciones de máxima precariedad, sin alimentos, agua, aunque remisos a perder del todo la esperanza.

Otra imagen inolvidable es la de la viceprimera ministra Iryna Vereshchuk, que exige a las fuerzas de ocupación que cumplan sus compromisos y mantengan los corredores humanitarios (Ucrania ha pedido a los rusos tres vías de escape para la población civil, atrapada en poblaciones sin salida, pues las carreteras y caminos están destrozadas o son nicho para francotiradores de ambas fuerzas militares.

Las imágenes de las ciudades asediadas son desoladoras. A los escalofriantes testimonios que ofrecen las ruinas, los escombros, la destrucción, de los. hasta hace pocos días, lugares de disfrute, trabajo y cultura, se unen, en una sobreposición que mueve a la emoción sin límites, las emocionantes visiones de los pobladores de esos jirones de desgracias. Ancianos que se resisten a abandonar los sitios en donde esperaban terminar sus días con las mieles del descanso merecido, con sus hijos y nietos; cuerpos yacentes sobre las aceras, abatidos por francotiradores de cualquier bando; algunas mujeres que dicen haberse quedado para cuidar de alguien enfermo.

Pero no sólo. En algunas plazas, desafiando el dramatismo de la situación, haciendo caso omiso de las alarmas, ignorando las bombas, el ruido de los disparos, algunos intrépidos organizan lo que parece una improvisada fiesta callejera, con la que pretenden -seguramente- animarse ellos mismos, robustecer la sensación de que todo es parte de una pesadilla que acabará pronto y recuperarán el hilo conductor con la vida que llevaban.

El paso cruel del tiempo sin encontrar soluciones para detener esta guerra, como sea, no debe impedir que mantengamos el espíritu atento para condenar esta barbarie, y hacerlo sin paliativos. No debemos dejarnos vencer ni convencer por argumentos que indican que la acción de Vladimir Putin ha sido, en parte, provocada, por la incomprensión manifestada por Occidente hacia su marginación.

Putin es culpable. Sin paliativos. Seguimos sin tener claras, dos cosas: si esta guerra terminará, y pronto, con un alto al fuego, un armisticio y pactos que tranquilicen la ambición del oso ruso sin hacer demérito de la defensa de su territorio y honor de los valientes ucranianos.

Pero lo más importante, una vez que el humo de los cañonazos de esta guerra medieval se disipe, es saber qué pasará con Putin y con Rusia. El primero ha demostrado su iniquidad y, sin duda, volverá a intentarlo con más medios y más resolución ante la resistencia; todos estamos amenazados. La segunda, ha perdido posición en el mapa geopolítico, precisamente por haber querido ocupar el centro de la atención mundial.

Me pregunto, cuando oigo a Macron (el líder francés en campaña) criticar que el presidente Biden ha cometido un error al propugnar que Putin no forma parte del futuro de Rusia, y que eso complica sus conversaciones con el sátrapa ruso, qué es lo que se pretende. ¿Pedir perdón por su felonía? ¿Señalar a los ucranianos como culpables de haber ofrecido tamaña resistencia?

Archivado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Ucrania Etiquetado con: Iryna Vereshchuk, Macron, Mariupol, Putin, Ucrania, Vadym Boichenko, Zelenski

Hacia la postguerra en Ucrania

26 marzo, 2022 By amarias Dejar un comentario

La guerra en Ucrania atraviesa por una fase, sin duda, diferente. El empático Zelenski anuncia el 25 de marzo de 2022 “avances significativos en el frente”, dando a entender que, al menos en algunos puntos de combate, el improvisado Ejército ucraniano está doblando el brazo en algun sentido, a las fuerzas rusas, cuya descoordinación, desde el punto de la estrategia militar parece por momentos demasiado evidente para ser creíble.

Podría ser, más bien, la consecuencia de que la guerra se está prolongando demasiado y alguno de los apoyos del sátrapa Putin se están debilitando, como lo confirma la deserción de Anatoli Chubais, enviado del Kremlin como representante para negociar acuerdos sobre el cambio climático, que, además de figurar en el equipo de confianza del dictador, fue asesor económico de Yelsin en los 90 e incluso tiene en su currículo el baldón de haber sido anterior jefe del actual presidente ruso. Chubais cogió las maletas y se largó, junto a su esposa, de Rusia.

He leído, con la atención debida, un escrito del ex ministro de Exteriores español, Josep Piqué, cuyos análisis lúcidos sobre geopolítica siempre me han parecido interesantes, además de excelentemente documentados. Se extiende en su artículo del 24 de marzo, que titula “Preparar la posguerra” (Mis apuntes sobre el escenario después de la invasión), después de reconcoer que el desenlace final de la guerra es aún muy incierto, en un argumento que viene exponiendo desde hace varios de sus ensayos sobre el tema, y es que Putin “ha perdido la guerra”.

Se refiere, obviamente, al personaje y las razones de esa afirmación, totalmente compartibles, apuntan a la increíble orden dada por Putin de la invasión de un país libre y democrático, utilizando burdas artimañas y enviando a un Ejército poco preparado y nada concienciado de su labor de purga y arrasamiento de un país hermano, en contra de la opinión internacional y de la creciente contestación en su propio feudo.

Da por supuesto Piqué la continuidad terrestre de la guerra en el Donbás y Crimea y la pretensión de controlar el mar de Azov, que Putin querrá mantener en caso de negociación de un armisticio. Pero la integridad de Ucrania, indica el politico, debe mantenerse y corresponde la decisión solo a los ucranianos, lo que conduce a un referéndum en el que sea la población afectada la que opine sobre el particular.

No voy a glosar aquí el artículo completo, cuya lectura no dudo en sugerir, para poner el énfasis en la propuesta de que el marco para cooperación con Rusia (eliminado de la escena Vladimir Putin, en operación que, dado el diplomático conducir de Piqué no puede ser otra que su dimisión o la destitución por el Kremlin) es revitalizar los acuerdos de Herlsinki. por el que se constituyó en 1975 la Organización para la seguridad y la Cooperación en Europa (la OSCE, antes CSCE). Esta asociación para la convivencia, creada en plena guerra fría, funcionó hasta la intervención rusa en Georgia -en 2008- y murió en 2014 con la anexiónilegal de Crimea.

Es muy evidente que la situación de tensión con Rusia no puede mantenerse y, descartada, como afortunadamente parece, una escalada que conduzca a la tercera guerra mundial, a pesar de que China sigue mirando hacia otro lado y que el envío de armas, material, ayuda humanitaria (y ahora también, equipos de alta tecnología para interceptar comunicaciones, hackear redes y localizar efectivos militares, incluída la captación de misiles y su destrucción preventiva) por parte de la OTAN y la Unión Europea ha aumentado significativamente.

Putin puede seguir pensando que apretar el botón nunclear es una opción pero sus asesores del Kremlin están cada vez más lejos de imaginar que esa opción es factible. Solo un enajenado puede creer que esa es una forma brillante de terminar el conflicto. No puedo menos de indicar, desde mi modesto coleto, que la estúpida proliferación de armamento nuclear en el mundo ha supuesto embarcarse en un juego peligroso que ha pretendido ignorar la ley de la guerra: “El armamento que se tiene está para usarse algún día. Si no es en agresión a otros, será en defensa”.

No está esa máxima en el libro de Sun Tzu (Arte de la guerra) y a lo mejor no se atrevió nadie a formularla de forma tan agresiva, pero así lo veo yo, incluso como argumento para no actuar como buenista pacifista si no se quiere, algún día, ver al propio país atacado y sojuzgado por ambiciosos sin escrúpulos.

En fin, la asignatura de la agresión rusa a Ucrania no terminará con un armisticio, ni con una tregua, ni siquiera con un acuerdo post-guerra. Estoy de acuerdo con Josep Piqué en que hay que reintegrar a Rusia en una Alianza donde todos nos sintamos cómodos y renunciemos -al menos, por un tiempo largo- a tirarnos bombas a las cabezas. Hay que poner el cascabel a ese gato, y Putin nos sobra.

Archivado en: Actualidad, Europa, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania Etiquetado con: Anatoli Chubais, Josep Piqué, OSCE, Ucrania, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski

Saber más de la guerra

12 marzo, 2022 By amarias Dejar un comentario

España tiene Embajada en Ucrania y la actual embajadora es Silvia Josefina Cortés Martín, que fue nombrada por el gobierno de Mariano Rajoy el 15 de septiembre de 2017.  Pocas personas como ella conocen el país, la evolución de la situación, los efectos en la población de la invasión de Crimea. el crecimiento de la tensión cuando se inició la invasión, el peligro de vivir en un edificio en el centro de una ciudad amenazada por el presidente de uno de los Estados con mayor Ejército y armamente del mundo, y poseedor de un juguete nefasto: la bomba atomica.

Silvia Cortés es vallisoletana, licenciada en Historia Moderna  y, por supuesto, diplomática por la Escuela de Madrid. Fue embajadora en Albania y ocupó cargos importantes en Organismos internacionales y llevo a cabo misiones internacionales que, seguro, le permitieron adquirir una visión muy correcta de por dónde discurren los intereses de algunos de quienes se empeñan en hacer la historia de los demás.

Evacuada  de Kiev el pasado 27 de febrero, en un convoy militar junto a un centenar de españoles, tomó la decisión de pertenecer cerca del país de su misión, en suelo polaco, en Cracovia. Hasta muy recientemente, pues, ella y los miembros de la embajada se arriesgaron a permanecer en el edificio de la calle Khoriyva. ayudando a españoles y colaborando con los ucranianos en labores humanitarias.

Me la supongo en contacto permanente con el ministro José Manuel Albares, informando de lo que entendía que estaba pasando, hablando con su familia vallisoletana (su madre y hermanos cada vez más inquietos por lo que oían y veían; ella, tranquila, porque sabía que su misión se había convertidfo en muy importante) mirando por las ventanas de la Embajada hacia la calle, saliendo de vez en cuando con el lógico temor, a visitar a algunos conocidos y amigos, tratando de enterarse de lo que podría suceder al día siguiente. Preguntando, claro, una vez decidida la evacuación, si el personal de la embajada había cumplido la orden de destruir todo documento comprometedor, cualquier información confidencial y cerrar, el último día, sin disimular una profunda tristeza, su despacho en la Embajada, recogiendo la bandera para depositarla con cuidado en el coche oficial. Porque no sabía cuándo podría volver y en qué condiciones.

Enhorabuena, Silvia Josefina Cortés. Valiente. Sabemos poco de tí, embajadora. Quisiera saber más, poder contarlo.

 

Archivado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania Etiquetado con: embajada de España en Ucrania, Silvia Josefina Cortés

El ansia de destrucción como razón para la última guerra

11 marzo, 2022 By amarias Dejar un comentario

No sabemos aún cómo terminará esta guerra, la guerra de nuestra generación -aunque a algunos nos coge ya talluditos-, pero es hora de que analicemos cómo empezó. Por supuesto, la respuesta simple a esa cuestión tan relevante, apuntaría a un único culpable, el invasor Vladimir Putin, líder necrófago por excelencia en este momento de la Historia, cuya ansia de poder y relevancia desató su megalomanía, encontrando en la pieza deseada, Ucrania, que creía presa fácil, el objetivo perfecto para calmar, momentáneamente su psicosis. La anomia de la Unión Europea y la falta de interés inicial de los presidentes norteamericanos (y de su sociedad) para entender los entresijos del patio de vecindad del viejo continente habría hecho el resto.

Muy respetables historiadores e inmensos eruditos se han encargado de espurgar en los restos de las dos guerras mundiales precedentes, para sacar brillantes consecuencias. La mística nacionalista, el sonambulismo europeo, el crecimiento de las enfermedades de los neurópatas del momento (el más conocido Adolf Hitler, pero no faltaron ejemplos de la misma ralea entre las élites dirigentes que condujeron a la primera), la concepción mesiánica de algunos líderes de su pretendido papel en el mundo o la confrontación entre imperios caducos (el astrohúngaro o el de la gran Rusia) y un Estado que vivía en una persistente adolescencia (el alemán, siempre Alemania) son citados como motivadores, tanto de una guerra como de otra.

De todas las opciones de análisis de lo que motivó el comienzo de esta tercera guerra -que quieran los dioses que no tenga jamás lugar-, me quedaría con una maravillosa conjunción de palabras que apelarían a la “sensación de decadencia moral”. En ese término genérico incluyo: la percepción del ocaso, y la necesidad de catarsis purificadora, redentora, que, con persistente regularidad y llevada por un impulso al parecer incontenible, prende simultáneamente en varios sitios en el mismo momento de la Historia.

Intoxicados como estamos, metidos de lleno en la harina espesa del miedo y la pererza, ya no podemos analizar con tino si las amenazas que nos llegan son reales o resultan simples añagazas para cubrir un expediente de guerra que lleve al contrario la convicción de que aún se es fuerte, de que la victoria es posible del bando en el que milita el mentiroso, porque, en esta etapa inicial, se trata de conseguir adeptos que hagan más sólida nuestra posición.

En esta guerra, como en las anteriores, hubo un agresor y un ofendido. Pronto, ya no importará eso, si no se consigue poner coto a tanto desatino del invasor Putin y la heroicidad del defensor, ahora juzgada heroica (con razón) acabará empañándose de matices, de disensiones. de juicios que acabarán metiendo al agredido en la misma hoguera del agresor, especialmente si (los dioses no lo quieran) el bloque que conformará su equipo gana la batalla, auque sea unos milisegundos antes del Gran Armageddón.

Ya no me apetece imaginarme al héroe  Zelenski con camiseta de gimnasia militar en su búnker situado en un lugar tal vez irreal, con la imagen de la plaza de la Independencia (Maidán  Nezalezhnosti), y al malvado Putin sentado en un extremo de una mesa que se va haciendo cada vez más larga, agarrado como si fuera un juguete a una caja de plástico con un muy aparente botón rojo. Tiene que ser de ese color, así lo mandan los cánones de todas las películas que hemos visto sobre el final nuclear. Y la mesa tiene que aparecer cada vez más larga y, al otro lado del sátrapa, cada vez más poblada, porque tenemos que caber todos nosotroos.

Va entrando mucha más gente en la trama, cn papeles muy relevantes. Un tercero en esa discordia de egos -Vladimir lo tiene gigantesco, pero Volodomir también tiene el suyo- en la que nos vamos convirtiendo aceleradamente en víctimas propiciatorias (sí, el buco emisario, el macho cabrío expiatorio de la redención), es Joe Biden, quien anuncia hoy, viernes, once de enero del año cero, para que no quepan dudas, que si el cacique toca un solo pelo a cualquier país de la OTAN, la tercera guerra mundial está garantizada. Ergo, ya podemos poner nuestros miedos a remojar. Y están también Boris Johnson y JiPing, y Macron (s´il vous plaît) y Ursula von der Leyen, y …

Si yo fuera ministro, pongo por ejemplo, de Energía, de Agricultura, o de Industria o de Defensa (estoy citando al azar, porque ninguna de estas opciones me resulta apetecible en lo más mínimo) de cualquier país europeo, no me preocuparía en este momento crítico ni por la posibilidad de que la Temperatura media de la Tierra suba dos grados antes de terminar el siglo, ni por aprobar inversiones en generación nuclear o en plataformas flotantes eólicas que garanticen el suministro eléctrico dentro de dos lustros, o si la carne de vacuno podrá ser sustituida definitivamente por la soja transgénica, o si las innovaciones tecnológicas de la era digital destruirán tanto empleo convencional que tendríamos que subvencionar desde los presupuestos de los Estados más de la mitad de la población en edad de trabajar y el cien por cien de los que ni se lo plantean.

Tampoco estaría preocupado por dedicar el dos o el diecisiete por ciento del Presupuesto a Defensa, ni aparecería entregado a dotar a mis Ejércitos de más tanques, muchos más drones, millones de cascos de visión nocturna y chalecos antibalas o, de forma aparentemente más brillante, llenar el país de escudos protectores contra misiles nucleares inteligentes.

Si yo fuera ministro (por favor, ponga el lector la música del If I were a rich man, la canción de Chaim Topol) pasaría todo el día pidiendo a todo el que quisiera escucharme que alguien pare a Vladimir Putin, y hagamos todos un ejercicio de catarsis frente al impulso destructivo que se ha vuelto a adueñar de la Humanidad. Yo he vivido ya bastante. Pero mis nietas, no. Una de ellas, a sus nueve años, lo expresó claramente, en representación no esperada de todos los niños del mundo – “mi vida, abuelo, aún no la viví y yo también quiero tenerla”.

Miro las fotos de las decenas de niños ucranianos que han muerto en esta guerra -pero también las de todos los niños que son asesinados cada día en las decenas de guerras que florecen en el mundo como la peste, que son muchos más- y se me encoge el corazón. Esos pobres cretinos teledirigidos que entraron en la central nuclear de Zaporiyia gritando que si los funcionarios que estaban trabajando en ella no les cedían el control, apretarían el botón rojo, no sabían que estaban siendo víctimas del síndrome de la decadencia el ansia de la autodestrucción.

Hagamos todos un esfuerzo por generar un período de distensión, otra Guerra Fría, y esta vez ha de ser muy gélida, porque tiene que durar siglos. Paren esta guerra, que yo me apeo. No quiero vivir cómo se desarrolla la última. Son ustedes unos imbéciles, sonámbulos del siglo XXI.

Archivado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania Etiquetado con: Adolf Hitler, ansia de autodestrucción, Boris Johnson, decadencia moral, guerra, Joe Biden, Marcron, patología, Van der Leyen, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski

Estamos en un punto de no retorno

7 marzo, 2022 By amarias Dejar un comentario

Cuando miro, una y otra vez, la fotografía de esa familia ucraniana masacrada en el momento en que se disponía a huir de la zona de mayor peligro, utilizando el señuelo del corredor humanitario, -un término equívoco en sí mismo que se transformó en mortal para ellos-, mis ojos se fijan obsesivamente en la maleta que quedó en pie, junto a los cuerpos inertes de la pareja y sus hijos. ¿Qué podían haber amontonado, sin duda apresuradamente, en ella? ¿Qué esperanzas de salvación se les quebraron cuando el misil de un soldado sanguinario los eligió a ellos como símbolo del aumento de la barabarie?

Hay muchos testimonios desgarradores, imposibles de entender desde la calma que aún vivimos, de personas que nos cuentan sobre sus miedos, sus esperanzas, sus ilusiones, desde la frialdad de una pantalla de plasma a través de lo cual podemos correr el riesgo de pensar que no son reales, de que nada es real,ni verdadero ni cierto.

Putin es un canalla de película, pero cierto; sus secuaces del Kremlin son un hatajo de asesinos cobardes, letales por acción y omisión; los soldados rusos que han invadido una tierra de paz respondiendo a designios criminales que nadie les habrá explicado, pero que ahora seguro que lo entienden muy bien, son una pandilla de asalteadores dotados de armas preparadas para matar inocentes. Nada les salvará de su ignominia.

Una niña ucraniana, Amelia, que parece tener la edad de mis nietas, canta en un refugio, con una voz bien timbrada, melódica, cautivadora, la canción Let it go de la película Frozen que habla de libertad y que parece escrita para proclamar la gran verdad, que nadie podrá vencer jamás la decisión de ser uno mismo, de romper las amarras con la tiranía y la mentira. Me uno a los aplausos que cierran la interpretación genial, desde el silencio del búnker, roto por esa manfestación de entusiasmo espontáneo.

Me gustaría ser optimista, necesito serlo, aunque todo está conjurándose para que el final sea, no solo triste, sino caótico. Dicen que el presidente chino, Ji-Ping y el turco, Erdogan, pedirán o han pedido a Vladimir Putin que cesen las hostilidades. La presión internacional y, en la medida en que puede expresarse sin riesgo a terribles represalias, debiera ser insostenible para el tirano. El sátrapa insiste que solo se detendrá si Ucrania se rinde y acepta que los territorios del Dombás y Crimea se incorporen a Rusia y que el país invadido renuncie a su libertad de decisión, apartándose de la Unión Europea y de la OTAN.

No puedo entender, ni consentir por tanto como postura digna, que en el Gobierno de España se sienten individuos que no apoyen el envío de armas a Ucrania, que es lo que ha solicitado el héroe Zelenski (junto con medicinas, alimento y ayuda humanitaria). Esta disensión en el Gobierno, que por ley, debe tomar decisiones colegiadas y tener una sola voz, es la representación de la ruptura de la coalición y la mejor muestra de la incapacidad para asumir la complejidad de la situación, actuando en consecuencia. Ucrania, país libre,ha sido invadida y se está resistiendo ante la agresión con un orgullo y una unidad dignos de todo respeto y apoyo. Incluso, en mi opinión, aunque los países de la OTAN están mostrando una prudencia y un temor a la escalada que no se corresponde con los principios éticos y jurídicos que deben regir las actuaciones de los países democráticos, la aplicación del art. 2 del Acuerdo debería ser suficiente para justificar involucrarse en el conflicto en la defensa de la libertad de Ucrania,

Querámoslo o no, ya estamos metidos en la guerra. De momento, España solo lo ha hecho mediante el envío de armas en un segundo nivel. Se dice que son para incrementar la capacidad de defensa individual y se pretende que no nos involucra…demasiado. No dejo de pensar que un combatiente sin experiencia en el manejo de material militar al que se envía al frente de guerra y a combatir con un enemigo sin escrúpulos y mejor alimento, se convierte en blanco fácil.

La heroicidad de los ucranianos, sosteniendo la situación con valor, entereza y capacidad de respuesta improvisada pero efectiva (hasta ahora) es acreedora, no solo de palabras de ánimo, aplausos y oraciones, sino de apoyo sin reservas. Si las medidas que pretenden el colapso económico de Rusia (a costa de provocar acercarnos nosotros también a la pérdida sustancial de nuestro bienestar) no tienen el efecto de detener la barbarie, si los desvelos negociadores de Macron (en campaña electoral en Francia), o de los presidentes chino y turco, no sirven más que para que Putin eleve su apuesta destructora, la OTAN debe tomar una decisión difícil, honrosa y legítima: o Putin se retira de Ucrania o entraremos en guerra directa con Rusia.

Quién nos iba a decir hace apenas unas semanas que nos tendríamos que confrontar con un porvenir tan sombrío. Putin no puede vencer en esta guerra.

Archivado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Ucrania Etiquetado con: Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski

¿Es la tercera guerra mundial evitable?

6 marzo, 2022 By amarias Dejar un comentario

El 6 de marzo de 2022 la guerra en Ucrania no se detiene. Ni se amortigua el impulso destructor de las fuerzas invasoras, que ahora ya no parece dirigido a objetivos seleccionados, sino encaminado a la destrucción o arrasamiento del país. El déspota Putin manda atacar incluso los pasillos con intencionalidad humanitaria que se habían pactado entre beligerantes para permitir que mujeres y niños pudieran abandonar Kiev y las zonas más amenazadas, ofreciendo una vía de escape hacia Polonia, fundamentalmente.

Sus amenazas de matón de barrio elevado a la categoría de líder mundial del despropósto alcanzan también a países de la Unión Europea, a los que advierte que los considerará enemigos si ofrecen apoyo bélico a los defensores ucranios. Mantiene, además, la imagen -nada retórica, dada su neuropatía- de tener preparado el “botón nuclear” ante cualquier propósito intervencionista de la OTAN en su guerra “privada”-

¿Cómo podría terminar esta guerra? Resultan lamentables las voces -entre timoratas, insolidarias y falsamente buenistas- que defienden que debe dejarse sola a Ucrania en su defensa, absteniéndose de envar armas e, incluso, ayuda humanitara; algunos culpan incluso a la mafia ucrania (o ucranio-rusa) del conflicto, por su supuesta intención de controlar la independencia del país, convirtiéndolo en foco de nazis, dinero de las mafias y mercado de la droga.

Entiendo que la negociación directa que conduzca a cualquier tipo de acuerdos entre Volodomir Zelenski y Vladimir Putin es imposible, pues, en su posición de dictador con toda la superioridad respecto a Ucrania, solo cederá ante el presidente del país invadido, si se atiende completamente a sus deseos. Ha manifestado que la única vía de salida al conflicto sería que Ucrania abandone cualquier intención de incorporarse a la Unión Europea. La independencia de Ucrania pasa, para él, por la subordinación a Rusia como un país satélite, al modo de Bielorusia. Por supuesto, además, exigirá la integración a Rusia de las regiones del Dombás y, dado que se considera vencedor en la guerra, un pasillo fronterizo que llegue a Odesa y conecte con Crimea.

Al no parecer factible la rendición de Ucrania, pues la nación invadida ha puesto de manifiesto que no se rendirá, si no se produce la intervención de presión del único Estado al que puede atender (la China de JiPing) Putin no parará hasta arrasar este Estado soberano, causando cientos de miles de muertos y una masiva destrucción de edificios, lugares protegidos por su interés cultural y artístico y, por añadidura, provocando una gran hambruna que afectará también, por la dependencia agrícola que tenemos muchos países con el granero de Europa, a la economía de la Unión Europea. La presión de la opinión pública occidental, el desapego de una parte significativa de la población rusa respecto a la intencionalidad invasora (con la disidencia controlada y perseguida), un hipotético clamor que, exigiendo la paz, llegase hasta la fortaleza del Kremlin, no parecen capaces de causar mella alguna en la mente enferma del hijo de la KGB,

La situación está generando y generará aún con mayor intensidad, el aislamiento de Rusia (si es que ya no puede hablarse de ello en el momento actual), y traerá como consecuencia una división en dos bloques que tardarán décadas en superarse, causando la ruptura de los sueños de globalización y teniendo como consecuencia en el aspecto armamentistico, la preparación para repetir el esquema en otros países que puedan ser apetecibles por sus recursos naturales y que no tengan capacidad de defensa propia ni alianzas eficaces. China ha aumentado más del 7% su presupuesto anterior en Armamento (Defensa, eufemísticamente) y la Unión Europea considera cumplir definitivamente con el número mágico del 2% del PIB en en robustecer sus presupuestos para Defensa y conformar, al fin, un Ejército Europea. Esto se debería calificar como camino firme hacia la guerra total.

Una tercera opción, que puede venir provocada por las actuaciones de Putin y los jerarcas del Kremlin, si se decide a agredir a algún Estado vinculado a la OTAN, es la entrada en guerra de Estados Unidos y la Unión Europea contra Rusia. La posición de China en este punto sería determinante para llegar a la guerra total, aunque no cabe descartar que, por virtud de acuerdos no conocidos y simpatías largamente expresadas, el país controlado por Jinping no sostenga su neutralidad. Ergo, el camino de la tercera guerra mundial aparecería expedito.

Archivado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania

  • 1
  • 2
  • Página siguiente »

Entradas recientes

  • Al costado de Adán
  • Décimo Sexta Crónica del País de Gaigé
  • Un rey superviviente
  • El sangriento camino hacia la paz en Ucrania
  • Décimo Quinta Crónica desde el País de Gaigé
  • Reseña intima de unas jornadas especiales
  • Rusia ve nazis en todas partes
  • Décimo cuarta crónica desde el País de Gaigé
  • Décimo tercera Crónica desde el País del Gaigé
  • Ética en Ucrania
  • Conferencia y recital en Santa Cruz de Tenerife
  • Duodécima Crónica desde el País de Gaigé
  • La sombra de Emilio Alarcos es alargada
  • Sánchez entra en la guerra de Putin
  • Hay otras miradas sobre la guerra

Categorías

  • Actualidad
  • Administraciones públcias
  • Administraciones públicas
  • Ambiente
  • Arte
  • Asturias
  • Aves
  • Cáncer
  • Cartas filípicas
  • Cataluña
  • China
  • Cuentos y otras creaciones literarias
  • Cultura
  • Defensa
  • Deporte
  • Derecho
  • Dibujos y pinturas
  • Diccionario desvergonzado
  • Economía
  • Educación
  • Ejército
  • Empleo
  • Empresa
  • Energía
  • España
  • Europa
  • Filosofía
  • Fisica
  • Geología
  • Guerra en Ucrania
  • Industria
  • Ingeniería
  • Internacional
  • Investigación
  • Linkweak
  • Literatura
  • Madrid
  • Medicina
  • mineria
  • Mujer
  • País de Gaigé
  • Personal
  • Poesía
  • Política
  • Religión
  • Restauración
  • Rusia
  • Sanidad
  • Seguridad
  • Sin categoría
  • Sindicatos
  • Sociedad
  • Tecnologías
  • Transporte
  • Turismo
  • Ucrania
  • Uncategorized
  • Universidad
  • Urbanismo
  • Venezuela

Archivos

  • mayo 2022 (9)
  • abril 2022 (15)
  • marzo 2022 (27)
  • febrero 2022 (15)
  • enero 2022 (7)
  • diciembre 2021 (13)
  • noviembre 2021 (12)
  • octubre 2021 (5)
  • septiembre 2021 (4)
  • agosto 2021 (6)
  • julio 2021 (7)
  • junio 2021 (6)
  • mayo 2021 (13)
  • abril 2021 (8)
  • marzo 2021 (11)
  • febrero 2021 (6)
  • enero 2021 (6)
  • diciembre 2020 (17)
  • noviembre 2020 (9)
  • octubre 2020 (5)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (8)
  • junio 2020 (15)
  • mayo 2020 (26)
  • abril 2020 (35)
  • marzo 2020 (31)
  • febrero 2020 (9)
  • enero 2020 (3)
  • diciembre 2019 (11)
  • noviembre 2019 (8)
  • octubre 2019 (7)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (4)
  • julio 2019 (9)
  • junio 2019 (6)
  • mayo 2019 (9)
  • abril 2019 (8)
  • marzo 2019 (11)
  • febrero 2019 (8)
  • enero 2019 (7)
  • diciembre 2018 (8)
  • noviembre 2018 (6)
  • octubre 2018 (5)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (5)
  • junio 2018 (9)
  • mayo 2018 (4)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (8)
  • febrero 2018 (5)
  • enero 2018 (10)
  • diciembre 2017 (14)
  • noviembre 2017 (4)
  • octubre 2017 (12)
  • septiembre 2017 (10)
  • agosto 2017 (5)
  • julio 2017 (7)
  • junio 2017 (8)
  • mayo 2017 (11)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (12)
  • febrero 2017 (13)
  • enero 2017 (12)
  • diciembre 2016 (14)
  • noviembre 2016 (8)
  • octubre 2016 (11)
  • septiembre 2016 (3)
  • agosto 2016 (5)
  • julio 2016 (5)
  • junio 2016 (10)
  • mayo 2016 (7)
  • abril 2016 (13)
  • marzo 2016 (25)
  • febrero 2016 (13)
  • enero 2016 (12)
  • diciembre 2015 (15)
  • noviembre 2015 (5)
  • octubre 2015 (5)
  • septiembre 2015 (12)
  • agosto 2015 (1)
  • julio 2015 (6)
  • junio 2015 (9)
  • mayo 2015 (16)
  • abril 2015 (14)
  • marzo 2015 (16)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (16)
  • diciembre 2014 (24)
  • noviembre 2014 (6)
  • octubre 2014 (14)
  • septiembre 2014 (15)
  • agosto 2014 (7)
  • julio 2014 (28)
  • junio 2014 (23)
  • mayo 2014 (27)
  • abril 2014 (28)
  • marzo 2014 (21)
  • febrero 2014 (20)
  • enero 2014 (22)
  • diciembre 2013 (20)
  • noviembre 2013 (24)
  • octubre 2013 (29)
  • septiembre 2013 (28)
  • agosto 2013 (3)
  • julio 2013 (36)
  • junio 2013 (35)
  • mayo 2013 (28)
  • abril 2013 (32)
  • marzo 2013 (30)
  • febrero 2013 (28)
  • enero 2013 (35)
  • diciembre 2012 (3)
mayo 2022
L M X J V S D
 1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031  
« Abr