Al socaire

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Archivo de septiembre 2020

Fieles a la palabra dada

27 septiembre, 2020 By amarias 4 comentarios

El Gobierno de España, cuya legitimidad original no puedo poner en duda, pues Pedro Sánchez, encabezando la candidatura socialista ha sido propuesto por S.M. el Rey en su momento para formar la coalición que le permitiera obtener mayoría suficiente en el Parlamento, ha derivado hacia comportamientos anticonstitucionales. Su posición actual, como conjunto, es antidemocrática y algunos de los ministros que lo forman, empezando por uno de sus vice Presidentes, alardean de una posición facciosa, republicana, secesionista.

Para todos cuantos hemos defendido a lo largo de nuestra vida, como compromiso de honor, el ser coherentes y cumplidores con la palabra dada, la desfachatez que trasciende en múltiples actos del Gobierno actual es signo de su descrédito y nos causa gran alarma. Que el propio alto estamento que es el mayor símbolo de la representación democrática se haya convertido en enemigo declarado de otras instituciones, que las desprecie o ningunee, es signo de la terrible degradación de la convivencia social y preludio, desgraciadamente, de momentos muy dolorosos en la Historia de España.

No estoy ahora escribiendo sobre la incompetencia del Gobierno, suficientemente demostrada en muchos ámbitos -tanto por acción descabellada como por omisión consciente-. Ya no importa que algunos de los más de veinte ministros tengan carteras cuyo contenido y cometidos, por sus actos, es desconocido para la ciudadanía, porque nada han hecho salvo cobrar sus emolumentos y generar gastos complementarios incorporando a sus Ministerios decenas de personas de confianza, con aptitudes indemostradas.

Lo que me preocupa ahora, y mucho, es el deliberado intento de destruir la institución monárquica, ninguneando y desacreditando a S.M. el Rey Felipe VI y, en el mismo movimiento, pretender, ni más ni menos, que doblegar a sus arbitrarios designios al poder judicial, garante, por su independencia de la democracia, como soporte de ella y de la convivencia. La ausencia forzada, impuesta, del Monarca en los actos de entrega a los nuevos jueces de sus mandamientos, que tuvo lugar en Barcelona el pasado 25 de septiembre, que debería haber contado -por tradición y por mensaje de solidez democrática- con la presidencia regia es más que un símbolo. Es un esperpento del camino emprendido por este Gobierno, centrado en su propia miseria intelectual e ideológica

Las palabras soeces, insolentes, del ministro de Justicia, replicando por lo bajinis (aunque de forma suficientemente clara para que lo registraran los micrófonos de ambiente) al grito de Viva el Rey pronunciado por un miembro del Consejo Superior del Poder Judicial, con un “se ha pasado tres montañas”, son representación genuina de la bajeza moral que se ha inmiscuido, como una baba apestosa, en muchos actos del Gobierno, ocupado solo de su ombligo, esto es, de la continuidad en el poder, conseguido con acuerdos contra natura.

No es la única demostración de que la Monarquía está en el punto de mira de algunos miembros del Gobierno. Iglesias y Garzón, como más significados, no se recatan en insultar al Jefe de Estado, proclamando a diestro y siniestro su intención de acabar con la Monarquía, porque “son republicanos”.

Se nos han colado varias cabras en nuestra vida social y económica y algunas de las más activas, y dolorosas, son conducidas por miembros de este Gobierno y por altos personajes que apoyan la espuria coalición. Como republicano sensato, pero también como persona de orden y constitucionalista, no puedo sino juzgar de miserables, desleales, tales actitudes y soflamas. Me asombran como ciudadano y las desprecio.

Me temo que estamos llegando, si no lo hemos hecho ya, a un punto de no retorno. Por España, por el respeto a las instituciones, por la palabra dada, por la defensa del orden y la legitimidad democrática, grito con todas mis fuerzas ¡Viva el Rey!

No estoy llamando a ninguna insurrección, porque no me corresponde, pero estoy seguro de que, o el Gobierno cambia brusca y definitivamente su deriva anticonstitucional, y se atiene con rectitud y urgencia al valor de los compromisos, juramentos y promesas que realizó poniendo como testigo al pueblo soberano ante la Norma Suprema, o estamos en vísperas de un levantamiento. No se si pacífico, aunque así lo deseo.

Publicado en: Actualidad

¿Es esto realidad, o vivimos una pesadilla?

23 septiembre, 2020 By amarias 14 comentarios

Se han reunido en estos momentos de mi vida varios elementos que componen un cuadro muy singular, al menos, al nivel de realidad al que me había acostumbrado. Tenemos una pandemia sobre nuestras cabezas, con especial reincidencia sobre Madrid, que arrastra una situación económica cuyos efectos no han hecho más que empezar, y cuyo alcance no somos capaces de prever (y, lamentablemente, aún menos, el Gobierno actual y, apurando en la misma línea, la oposición).

La grave situación vírica y económica se magnifica por la tensión entre el gobierno central y el regional de la Comunidad de Madrid. La importancia referencia, a escala nacional e internacional, que supone la capitalidad de España, se ha traducido en un ataque continuado desde algunos portavoces del Gobierno (en especial, pertenecientes a la agrupación Unidas-Podemos, aliada con el PSOE y otras minúsculas facciones regionalistas) contra la actuación de la presidenta de esta Comunidad, Isabel Ayuso.

Se califica con reiteración desde miembros relevantes del Gobierno y de portavoces parlamentarios de los partidos que tienen silla en él, a la presidenta Ayuso como mala gestora, carente de liderazgo e incluso se la tacha de ser manifiestamente incapaz para ejercer el cargo que ostenta. Son expresiones de extremada dureza, injustos y, desde luego, ajenos a la cortesía institucional.

Aunque los ataques desde la coalición de PP-Ciudadanos (esto es, de derechas) que rige en la Comunidad de Madrid y en su Ayuntamiento hacia el gobierno central son menos intensos -se esgrime abandono a su suerte de la Comunidad, falta de apoyo desde las instancias más altas, etc.-, porque no se está calificando tan directamente de incapacidad al Ejecutivo o a sus miembros, el efecto hacia el exterior, es decir, hacia el ciudadano no comprometido políticamente es la plasmación perfecta de una falta de sintonía entre quienes están conduciendo el vehículo de nuestros destinos.

La escenificación del pasado lunes (21 de septiembre de 2020) cuando ambos Presidentes -central y autonómico- pretendieron ofrecer un marco de cooperación (a destiempo) en la lucha contra la pandemia, por su torpe planteamiento, escasos recursos y previsibles mermados resultados, la juzgo de pura pantomima.

Me preocupa también, y mucho, el cerco a la Jefatura del Estado, es decir, hacia la Monarquía. Miembros cualificados del gobierno se han manifestado sin ambages como anticonstitucionalistas, apoyando la república como objetivo y despreciando la figura de Felipe VI (apuntando hacia actuaciones de su padre, Juan Carlos, presuntamente anómalas y, en todo caso, realizadas cuando ya no era Jefe de Estado, en que fungió como responsable máximo del período de paz más longevo de nuestra Historia, ejemplo incuestionable de transición de una dictadura a una espléndida democracia).

El apoyo precario y espurio que encontró Sánchez a su deseo de ser Presidente de Gobierno en los independentistas catalanes y en los hijos del terrorismo vasco, mírese como se mire, es un síntoma de la extrema peligrosidad de la situación actual, desde el punto de vista de la estabilidad democrática y del equilibrio regional.

A escala internacional, aunque la preocupación por los difíciles asuntos internos invita a menospreciar la importancia de lo que pasa fuera, la situación es muy compleja. El avance de la economía china, liberada del virus -por arte de birlibirloque u oscuras razones- convierte a esa República de Repúblicas en líder mundial, con la bandera de un sistema antidemocrático, dictatorial, autárquico y de naturaleza incomprensible -en valores y métodos- para nuestra cultura occidental. Desgraciadamente, esta situación coincide en el tiempo con un Presidente norteamericano que parece sacado de un cuento de ogros y fantasmas, más dado al despropósito verbal como portavoz de un sentimiento egoísta e insolidario, que a asumir un papel relevante como conductor de las economías occidentales.

No necesitaba más para sentirme anonadado de la deriva que adoptó la realidad próxima (de mi país y compatriotas) y externa (tanto de la Unión Europea como de los bloques hegemónicos de la economía mundial, y tampoco quiero olvidar la falta de democracia que se ha instaurado en Rusia y demasiados países latinoamericanos, por no apuntar más que a lo que sobrenada).

Pues hubo más. En pocas semanas, la metástasis que se encontraba aparentemente dormida, ha decidido despertarse y golpear con fuerza. Recojo todos los ánimos de que soy capaz para no desanimarme y, como siempre expresé -a propios y extraños- para no perder la capacidad de analizar lo que pasa fuera y pasa en mi cuerpo, con toda la objetividad que pueda. Pero, caramba, no dejo de preguntarme: ¿Es esto la realidad, o una pesadilla?

Ya se la respuesta, aunque nunca vienen mal algunos comentarios sensatos que me ayuden a entender mejor lo que nos pasa. Gracias, por leerme, por estar ahí (aunque sea en la sombra), por compartir lo que pienso.

 

 

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: antidemócratas, Ayuso, catalanismo, China, felipe VI, independentistas, Juan Carlos Rey, Monarquía, República, Sánchez, situación política, Trump, Unidas Podemos

Actos sociales

20 septiembre, 2020 By amarias 1 comentario

El recrudecimiento de los casos de contagio por la pandemia vírica y el duro reconocimiento clínico de que seguimos ignorando  muchas cosas de cómo tratar a los  infectados y casi todo de cómo evitar contagiarnos, ha vuelto a poner el énfasis en la necesidad de enclaustrarse. Suprimir los actos sociales, reducir las salidas a la calle, procurar no utilizar el transporte público. Y hacer lo que se haga siempre con mascarilla, esa tela de variadas hechuras y misteriosas composiciones -desde la tela de colorines a juego con el calzado al triple refuerzo vital made in China, como el pangolín que nos aguó la verbena-.

Los actos sociales, como todo el mundo sabe, son la base del comportamiento humano, lo que nos hace distintos a la mayoría de los animales que, en las categorías superiores, solo suelen reunirse por parejas y en el acto de la procreación. Nosotros, la especie del sapiens, con el paso del tiempo le hemos añadido mucha más gracia y bastantes calamidades.

Disfrutamos con la mayoría de los actos sociales (excluyo las guerras, aberración de los mismos, pero muy utilizada a lo largo de la Historia). Nos gustan las fiestas, compartir aficiones, e incluso señalamos con ellos momentos importantes de la vida: el nacimiento, la pubertad, el tomar pareja, el tener hijos, los cumpleaños, la muerte.

Este “puto virus” -como se conoce entre nosotros- impide la celebración de actos sociales fundamentales. Y los actos sociales no son exhibiciones del ego particular (muy raras veces, si), sino la demostración, ante el resto de la tribu, que hemos tomado una decisión importante o superado una etapa vita. Puede que algún lector piense en la asistencia a un encuentro de fútbol o a una sesión de ópera (por ejemplo) como acto social, aunque yo me quiero referir aquí a los actos sociales en los que somos protagonistas o acompañantes afectivos de éstos.

Una boda  no es acto social, aunque tenga efectos legales, sin la celebración del banquete ad hoc, sin compartir el momento con la familia -la propia y la añadida- y los amigos. Puedes casarte por la Iglesia, o por el rito que de validez jurídica al enlace, pero entiendo buen que muchas parejas pospongan el anuncio de su compromiso hasta que nos veamos libres del huésped venido del Oriente.

Sufro al advertir cuántos infantes -mi querida nieta Carlota, entre ellos- han tenido que celebrar una Primera Comunión (el atávico rito al reconocimiento de la entrada en la “edad de la razón”) sin el fausto de la asamblea familiar. Yo guardo un magnífico recuerdo de mi Primera Comunión -compartida la celebración posterior en la cafetería Arrieta, de Oviedo, con mi primo Javier Pérez Montoto-, con el salón del local lleno de familiares de ambas familias, unidas por vínculos colaterales.

Pues bien: resulta que los que mandan, ya que no tienen mejores argumentos para atajar el virus, prohíben los actos sociales y nos confinan hasta que alcance su cénit la “curva de contagios” (el punto de saturación en mecánica de fluidos). Lo entiendo, claro, en justificación de la “buena causa”, ya que no soy negacionista, nihilista ni estúpido y amo mi vida y, mucho más que la mía, la de quienes quiero.

Pero lo que no puedo entender es que se autoprohíban los pactos sociales. Sí, he escrito los pactos sociales, la forma inteligente, avanzada, democrática, de vivir en sociedad. Acordar, pactar, llegar a puntos de encuentro en beneficio de la inmensa mayoría, la paz social, el bien común, el sostenimiento de la democracia…esas cosas.

Tenemos unos partidos políticos que, para desgracia  de este momento que han convertido en histórico por su mala maña, son incapaces de pactar. Quieren tanto su parcela de poder, se aman tanto a sí mismos, se creen tan imprescindibles, que no quieren pactar. Se han unido, es cierto, en momentos precisos, con gentes de parecida calaña, en pactos internos para alcanzar su cuota de poder, pero no quieren pactar con los demás. Caca, culo, pis.

Y, por ello, por su cerrazón, por su incomprensible inquina hacia el que entienden que puede quitarles sillón y poder, lo cercan, lo insultan, lo desprecian y ,,,a cuantos defienden o apoyan a aquel con el que no quieren pactar, los consideran enemigos, indocumentados, fachas, rojos de mierda, descerebrados, pijos, comunistas de salón, … Y esa lacra se ha convertido en contagiosa. Es la otra epidemia, el virus más letal.

La situación económica provocada por el virus, la inmensa crisis en la que estamos y el tsunami que asoma debía animar, aunque los virus se consideren seres inanimados, a fuertes y novedosos pactos sociales.

No creo que vote nunca a Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid por la gracia de los pactos, pero simpatizo ahora con ella y con su equipo. Me han desviado a ello tipos que dicen estar en la acera de enfrente. Cuando leo o escucho las opiniones de los Abalos, Sánchez, Iglesias, que se han focalizado en tirar dardos contra su gestión de la pandemia, echándole las culpas, me recuerdan a todos los que andan por ahí tirando piedras contra lo que tiene más talla que ellos mismos o presiente que su crecimiento los convertirá en enemigos peligrosos. Esconden al tirar piedras a obras ajenas, que están afectados de la misma o parecida incapacidad.

No recojo aquí nada de los independentistas catalanes, de los terroristas vascos y de otros personajes del actual escenario político para no ensuciar aún más esta pagina.

Pactad, malditos.

Publicado en: Actualidad, Sociedad Etiquetado como: Abalos, Ayuso, Comunidad de Madrid, gobierno, pactos, Sánchez, virus

Rehenes

19 septiembre, 2020 By amarias 2 comentarios

Mi nieta más joven (Claudia, ocho años) me decía ayer que está empezando a escribir una historieta. Ya tiene el título: “El virus sin fin”, o sea el virus infinito. Me cuenta también que “pensaba escribir cien capítulos, pero, al final, me decidí a que sean solo tres”.

Puede que mi jovencísima e inspirada autora no tenga claro el concepto matemático de infinitud. Lo que sí es seguro que ha conseguido una plena comprensión del hecho de encontrarse encadenados, dando vueltas sin rumbo, ante lo que se ha convertido una pesadilla, la rueda desesperante de la fortuna al revés, el artilugio de la jaula que nos tiene confinados y nos obliga a estar en movimiento continuo sin poder ir a ninguna parte, atrapados en la trampa de una molesta repetición de los mismos hechos.

El “innombrable virus” (remedo a Agatha Ruiz de la Prada que se refiere así a uno de sus ex) no solo no se había ido de entre nosotros, sino que, además, se ha reactivado. Si necesitábamos confirmación de la singularidad española, aquí tenemos una prueba más. Pocas semanas después de haber tenido noticia de que los chinos celebraron la total erradicación del molesto pasajero, con una fiesta insultante en la que desde el presidente al último mono restregaban al mundo su victoria frente al mal que había surgido de sus propias entrañas, en España sufrimos un nuevo ataque de la Covid 19.

Como sucedió con la gripe de 1919, que el ingenio malsano de los portavoces de nuestra permanente leyenda negra bautizó como gripe española, este virus del pangolín, nacido en Wuhan, provincia de Hubei, recoge méritos para ser reconocido como el “virus español”.

¿Qué diablos nos hace padecer más duramente que cualquier otro país europeo y de prácticamente todo el elenco de integrantes de Naciones Unidas, el ataque de esta absurda combinación de proteínas, ávidas de encontrarse con células huésped a las que dominar, adulterar y convertir en difusoras de sus efectos malignos?

Los expertos en analizar datos, los mismos que han descubierto el efecto del movimiento de las alas de mariposa sobre el aumento de la avispa velutina en las tierras galaico-astures, han deducido que la razón de que los españoles padezcamos más con este virus, es que somos más socializadores que el resto de los habitantes del planeta, que nos abrazamos y besamos más, que tenemos más tendencia a divertirnos en grupo y, además, somos más independientes e incumplidores de normas y restricciones.

No me lo creo. Quienes han tenido ocasión de conocer, y hasta vivir, en concentraciones humanas del tipo de Beijing, Nueva York, Londres, Buenos Aires, Nueva Delhi  o México, podrán atestiguar que la sensación de presión humana es más alta que la que se puede sentir en Madrid o Barcelona. La limpieza de las calles y locales de ciudades como La Paz, El Cairo, Shangai, Casablanca o Moscú, no es superior (ni hablar) a la de cualquiera de nuestras poblaciones. Y, en fin, si alguien conoce cómo se las gastan, en promiscuidad, cercanía y apelaciones a espíritus malignos, en muchos garitos de Chicago, Bogotá, París o Hamburgo,…que calle su experiencia para siempre, pero reconozca que no somos los españoles capitanes ni en virtudes ni en vicios para que un virus que viene con el made in china en los ijares nos maltrate de esta manera.

Hay una realidad incuestionable, que es la salida de la caja negra. Los contagios suben exponencialmente en la mayoría de las ciudades españoles, y Madrid, siempre Madrid, está a la cabeza de la segunda oleada del mal. La presidenta de la Comunidad, Ayuso, que venía pidiendo ayuda al Gobierno central, ha conseguido, al fin, a la vista de las cifras de avance de la pandemia en la capital, que Sánchez haga el camino desde Moncloa a la Puerta del Sol para estudiar medidas urgentes de contención y cuidados. No hace falta utilizar la imaginación para adivinar que tendremos más confinamiento y se volverán a prometer mejoras en la asistencia social y sanitaria.

Claudia, mi querida nieta, no ha escrito por el momento más que la portada de su historieta. Aguardo con interés y emoción la entrega de los tres capítulos prometidos. De momento, lo que puedo afirmar, desde mi pobre atalaya de desconocimientos, es que seguiremos dando palos de ciego mientras la economía avanza, cada vez más rápido, hacia el precipicio de la desestabilización social. Es una mala suerte que esta lanzada de origen chino sobre la economía occidental nos haya descubierto con un gobierno de coalición que convierte nuestra habitual falta de sentido de Estado en un guirigay de intereses por destruirlo.

Niña, con esa perspicacia que proporciona estar libre de pecado y servidumbres, ayúdanos a poner punto final feliz a esta historia infinita.

 

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: Claudia, historieta, nieta, pangolín, virus

Clases de economía para políticos

13 septiembre, 2020 By amarias 2 comentarios

Hace unos días, mientras yo trataba de recuperar mis ánimos del duro golpe que supone enterarse de que su tumor ha mutado y ha decidido afincarse en el torrente linfático, un amigo me aconsejó que dedicase mis elucubraciones en este blog a resaltar los asuntos divertidos o cómicos de la vida política.

No pretendo convertir estas líneas en un remedo de aquella divertida secuencia de marionetas críticas con políticos que, en la versión original inglesa se llamó Spitting Images. Me lo impiden limitaciones de espacio, medio y capacidad, pero aunque no soy aficionado a tomar a broma las cosas serias, reconozco que andamos necesitados colectivamente de desdramatización de los contextos.

La falta o la apariencia de ausencia de formación económica en la mayoría de nuestros políticos es uno de los despropósitos de la vida pública para tratar de encontrar gracias en lo que tanto nos afecta. No se lo que han estudiado en sus respectivos caminos curriculares hasta encontrar un sitio preferente en la influencia sobre nuestras vidas, aunque sí puedo afirmarse, como en el cuento del gallego, que será cierto que han estudiado economía, pero lo que han estudiado es poco y lo poco que han estudiado no sirve, porque no se lo saben.

Vamos a ver: ¿Es tan complicado reconocer que la economía tiene una estructura entretejida muy sólida, que es imposible romperla con medidas aisladas y que cualquier presión sobre uno de los agentes de mayor entidad se traduce en descalabros y pérdidas de actividad y empleo?

Pues debe parecérselo a los ministros de este Gobierno, que, empezando por su vicepresidente segundo -por nombre Pablo Iglesias Turrión- está convencido de que las cantidades que prestará a España el Fondo Económico Europeo serán en parte a “fondo perdido” y el resto, servirán para cumplir las previsiones expansionistas del pacto de gobierno PSOE-Podemos. Cualquiera que haya tenido el menor contacto con la vida empresarial ha de saber que los créditos han de ser devueltos y esa situación genera la servidumbre de encontrar la forma eficiente de rentabilizarlos, generando actividad que, además de mantener el negocio propio, genere excedentes para restituir el préstamo y sus intereses.

No parece, con ser singular el pensamiento de Iglesias desde el punto de vista económico ortodoxo, que su peculiar concepción no tenga respaldos en el Gobierno. Puede suponerse, con razón, que sus colegas en el retrocomunismo coincida con estas ideas: gastar como si los dineros no tuvieran que ser devueltos, conceder dádivas como su el Estado español tuviera en su mano la manivela de generar billetes, ahuyentar al empresariado extranjero con incrementos fiscales y amenazas de movilizaciones sociales y, como colofón, pretender demostrar que este país tiene un concepto ético especial, que le lleva a hostigar hasta obligarlo a salir del país al Rey de antes -magnífico valedor de la transición democrática y con merecida popularidad internacional, que se ha rentabilizado en provecho de todos-, pero no tiene problemas en generar tantos ministerios, cargos públicos y prebendas particulares como sea necesario para premiar la fidelidad de los cabecillas, sean o no sean matrimonio o pareja de conveniencia.

Podemos pensar que el mal del desprecio a los principios económicos que rigen en el resto del mundo sea específico de la facción más para-comunista del Gobierno. Pero no es así. Los afanes de liberar las amarras de la economía en una situación de pandemia y crisis grave en todos los sectores productivos, no impiden que se siga defendiendo un Presupuesto de Estado expansionista también por el resto de los infinitos ministerios con los que el afán de permanecer en su puesto de comando ha admitido Pedro Sánchez.

Basta de bromas. Necesitamos un liderazgo económico y social firme en convicciones. Esto supone, desde luego, que dejemos de disparar a lo que nos sostiene, y de disfrutar quitando los puntales al edificio económico. No podemos dejar la esperanza de reactivación económica en manos de la judicatura, persiguiendo hipotéticas o reales corruptelas que, en contexto más amplio, son temas de chicha y nabo. Que los “grandes empresarios” reconozcan que para conseguir contratos -internacionales o no- ha sido y es necesario untar algo los engranajes. Que admitan los representantes sociales que no saben cómo manejar la economía y solo se rigen por la improvisación y la fuerza de la inercia. Que los equipos de docencia, investigación (técnica o social) expliquen con claridad nuestra situación en el contexto mundial. No tiene interés alguno ser campeones de la Champion League si somos los peores en productividad, los últimos en la gestión de la pandemia.

Si no se han reído, queridos lectores, es que han perdido el sentido del humor.

—

Esta hermosa mariposa, en su aparente modestia, es un macho de la pararge agera, la mariposa de los muros, también llamada maculada (por los ocelos de sus alas). Los machos de esta especie, según los estudios de campo realizados por los entomólogos, tienen un comportamiento sexual diferenciado, según sean territoriales o deambulantes. Los primeros, defienden su zona de apareamiento -un espacio soleado y con flores abundantes- de los rivales y, por ello, son los preferidos por las hembras que valoran su fortaleza frente a los que andan a la deriva, buscando hembras a la que salta.

La naturaleza enseña, vaya si enseña.

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: corrupción, economía, empresarios, Iglesias, mariposa maculada, política, Sánchez

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