Al socaire

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Archivo de febrero 2020

Cambio de ciclo

29 febrero, 2020 By amarias Deja un comentario

El mundo parece tener todas las papeletas para un cambio de ciclo y España ha comprado varias series para el sorteo de los premios de desconsolación.

Desde luego, la sociedad temerosa, inculta e insolidaria, ha ocupado en las últimas décadas -con crecimiento exponencial en las fechas más recientes- los lugares de mayor visibilidad. Está ayudando. y mucho, una forma de entender el periodismo -el cliente manda- que da total prioridad al escándalo y a los titulares, consciente de que la prensa escrita no se lee más que de forma transversal, y de que internet y el boca oreja ha ocupado, plagado de emoticonos y chascarrillos, incluso zafios, la parte sustancial de los cerebros.

Tenemos un montón de “crisis” ocupando los espacios de reflexión: el coronavirus y sus efectos letales, las guerras de toma de contacto como preparación para una confrontación mayor, las migraciones impulsadas por el hambre, el fracaso en la contención del deterioro ambiental y del llamado cambio climático (vamos, el calentamiento en unos cuantos grados de ciertas zonas de la Tierra)… A escala local, contribuimos en España a la degradación intelectual y social con un separatismo de salón, propio de la edad de piedra de la Historia de los pueblos, dirigido con mano de mantequilla por dos gobiernos dispares: el equipo de coalición, contento de haberse conocido, con representantes de los restos del otrora respetable Partido Socialista Obrero de España y de los defensores populistas del marxismo leninismo. pasado por la Universidad de los despropósitos.

No tenemos remedio, porque carecemos de diques de contención, es decir, de autoridad, de carisma. En un programa de la cadena de TVE la Sexta (desde hace tiempo, fiel defensora de los intereses del descalabro), el 28 de febrero de 2020, dedicado a Vladimir Putin, presidente de Rusia, el embajador en España de este Estado con pretensiones de volver a ocupar un lugar relevante en la generación de tensiones internacionales, Yuri Korchagin, respondiendo a una pregunta sobre por qué Rusia era uno de los países embarcados en la aventura de dotarse de más y mejor material bélico para sostener la paz (cumpliendo con el contraaforismo de si quieres la guerra, prepárate en tiempo de paz), no pudo contener una risa convulsiva:

“No puede haber una guerra mundial porque lo pasaríamos todos muy mal” (aunque pongo comillas, no recuerdo la frase exacta, solo el sentido y la imagen de su risa nerviosa)

Aplico la frase, con el argumento de autoridad, por otra parte, de una persona de la que aprecio su nivel cultural y su inteligencia, a todas las crisis presentes y las que se nos avecinarán. Imaginarias o no, latentes o expresas, lo vamos a pasar muy mal, porque solo atendemos a dar gritos en los foros y calles, anunciando, como el profeta Jeremías, los descalabros, sin conseguir centrarnos en los remedios y soluciones, o en poner el énfasis en la seriedad y la  calma.

—

La fotografía, tomada de noche en el río Tajo, a su paso por Toledo, en octubre pasado, representa un martinete que acaba de coger un pez. Como es sabido, esta ardeido es capaz de permanecer horas en su avistadero, inmóvil, hasta que encuentra que una futura presa se pone a su alcance. Cuando eso sucede, se lanza con ímpetu sobre ella, y con la fuerza de su envergadura alar  y bien agarrada por el pico, la conduce a una rama de un árbol -quizá el mismo donde estaba antes ojo avizor- y la devora tranquilamente.

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: cambio climático, Cataluña, ciclo, coronavirus, Putin, Rusia, Yuri Korchagin

Encuentro con Sanlúcar (Cuento)

24 febrero, 2020 By amarias 1 comentario

Hace unas semanas, encontrándome en Sanlúcar, escribí este Cuento, que presenté (hoy supe que sin éxito) al Concurso de Relatos que convocaba la empresa Barbadillo. El texto se ajusta (o pretendía ajustar) a las condiciones del Certamen, con referencias a productos de la bodega sanluqueña.

He aquí mi propuesta, que copio para disfrute de los lectores de este blog.

ENCUENTRO CON SANLUCAR

Esther corría a diario 30 minutos, trotando a buen ritmo a lo largo del paseo que va desde Bajo de Guía hasta la avenida de la Duquesa. A aquella temprana hora, mientras el aún frío amanecer de final de invierno se dejaba notar, pocas eran las personas con las que se cruzaba. Envueltos en las neblinas del Guadalquivir, porque la marea iba baja, podía intuir a un grupete de marisqueros; quizá pescadores cavando en busca de gusanos.
La joven conocía a casi todos con quienes se cruzaba. Siendo febrero y día entre semana, la mayoría de los transeúntes eran habituales de la hora y naturales de aquí. No faltaba Juan, paseando su terrier o dejándose guiar por él; allá venía Toñi, andando a paso ligero con la intención de castigar los michelines, antes de incorporarse a su puesto de ayudante de bibliotecaria en el Cabildo…
-Buenos días fríos, que se nota el cuchillito.
Y más tarde, el adelantar a un cofrade de la Hermandad del Rocío:
-Empezando el día con energía, ¿eh, quillo?
Con los pies metidos en el agua, mal calzado para la ocasión, provisto de una cámara sobresaliente, con su teleobjetivo, alguien se entretenía fotografiando las aves que se alimentaban de moluscos y desperdicios en la arena. Era un hombre alto, delgado, insuficientemente protegido con un ligero chubasquero del relente de la mañana.
A las nueve menos cinco, Esther estaba ya en la oficina de la inmobiliaria. Era trabajo cómodo, bien remunerado entre salario fijo e incentivos. Habían florecido negocios de compraventa y alquiler de pisos y la competencia entre inmobiliarias era descarnada. Los sevillanos seguían apeteciendo Sanlúcar como segunda residencia, y la ciudad se había convertido en destino preferente de vacaciones, -incluso para fines de semana, a pesar de las malas comunicaciones crónicas- para madrileños adinerados.
Había traído Esther de casa, como acostumbraba, un termo con café con leche; le gustaba manchaíto. La compañera, Luisa, no había llegado; estaba separada, debía llevar a los niños al colegio y se retrasaba un día sí y otro no.
Puso en el portátil un CD con música suave, generando el fondo relajante que le amortiguaba la sensación de soledad. Apareció luego Luisa; masculló buenos días; se quejó del frío y se acomodó en su sitio, cerca de la ventana que daba a la calle.
Sobre las diez, asomaron los primeros clientes del día. Una pareja que quería vender el piso que el marido había recibido en herencia de su madre viuda, fallecida hacía meses. No tenían una idea precisa del precio que podrían conseguir por la venta, decían.
-Sabemos que, en el mismo edificio, un piso más pequeño se vendió por ochenta mil -argumentaba el hombre.
-Nosotros les orientaremos, no se preocupen; si de veras quieren vender, les diremos dónde está el buen precio del mercado para su propiedad -les tranquilizó Esther.
Ante todo, le interesaba aclarar algunas cuestiones legales.
-Su madre, ¿dejó testamento? ¿Tiene usted más hermanos? ¿Han hecho ya el reparto de los bienes de la herencia y lo registraron ante notario?
El interrogatorio formaba parte de las triquiñuelas del oficio, que conocía muy bien. La pareja admitió que les quedaban varios trámites por cumplir o aclarar. Se fueron.
Luisa metió un CD con música cañera.
-Por favor, por favor, ¿cómo puedes concentrarte con ese estruendo?
-Es que vengo hoy apochá, como si tuviera el cuerpo disgustáo.
-Ya…Como la semana pasada y la anterior, ¿no?
Sin ganas para entrar en polémicas, Luisa tramitaba por teléfono, prácticamente a gritos, el alta de la electricidad y el agua del apartamento que habían vendido hacía un par de días. Esther revisó rutinariamente la carpeta con los inmuebles a la venta.
No había terminado la inspección, cuando se dio cuenta que había quedado sola en la oficina. Luisa había salido a tomar su cafelito de media mañana. Era especialista también en desaparecer un buen rato con la excusa de hacer la ronda para detectar posibles inmuebles a la venta. Esther cambió el CD a la música suave que le parecía más propia de un negocio cara al público.
Un hombre entró en el local. Su imagen era la de un tipo atildado, serio. Muy alto. Saludó cortésmente y fue directamente a lo que le interesaba.
-Querría saber si tienen ustedes en venta algún piso, más bien pequeño, que tenga vistas.
Esther sacó la carpeta con los inmuebles que se encontraban mirando al río.
-Justamente, hace poco que entraron dos excelentes, de una urbanización moderna, en la avenida de las Piletas, que dan directamente sobre el Guadalquivir.
-No, no. Yo me refería a pisos que estén situados en la zona antigua de la ciudad. Me gustaría un apartamento céntrico. Quiero tener contacto con la vida diaria. Ver gente, sentir el pulso de la ciudad.
Tenía un inconfundible acento gallego. Esther se fijó ahora que, a la espalda, llevaba una mochila y le pareció que podría identificar al fotógrafo que había visto a primeras horas de la mañana.
-Puedo enseñarle otro, que está en el mismo centro. Desde la terraza se ve todo Sanlúcar. Para entrar a vivir, prácticamente sin reforma.
– ¿Cuánto cuesta?
-Los propietarios piden cien mil, aunque supongo que se puede negociar alguna rebaja.
Al cliente le pareció aceptable y como decía tener urgencia en tomar una decisión, fueron a verlo de inmediato. Esther puso el cartel de “Volveré pronto” a la puerta.
El piso estaba próximo al hotel Guadalquivir y, en efecto, desde su terraza se podía ver una buena área de la parte antigua de la ciudad. La luz del medio día iluminaba los contornos de las edificaciones, envolviéndolas en un halo de espléndida luminosidad.
– ¡Qué bello paisaje urbano! ¡Y cuántos edificios singulares!… ¿Qué es aquella edificación que sobresale entre las demás? -preguntó el hombre, señalando en la dirección.
-Es el palacio de los duques de Medina Sidonia. Al lado, se ve el Auditorio, que era antes la iglesia y convento de la Merced. Allá, a la izquierda, se distingue la iglesia de Nuestra señora de la O.
Martín pareció descubrir, de pronto, un interés concreto:
-Por cierto, no había oído nunca que existiera una virgen de la O.
Esther le aclaró:
-La virgen la O es la virgen en estado de buena esperanza, de la expectación. Se llama de la O, porque, después del rezo, el Coro se mantenía cantando una ¡oh! de admiración durante mucho tiempo, reflejando la emoción por el nacimiento del niño Dios.
El hombre esbozó una sonrisa, que a Esther le pareció triste. La mujer siguió con sus explicaciones de lo que se veía desde la terraza.
-En el Barrio Alto están las Bodegas más antiguas de la ciudad, en edificios que pasaron a manos privadas con la desamortización, y se fueron ampliando y mejorando, para aprovechar el buen clima y reducir los trasiegos en la elaboración de la manzanilla. Parcialmente, oculto, se encuentra el edificio de las bodegas de Barbadillo, donde está el Museo del vino…
-Mucha historia debe haber en esos edificios. Me avergüenza no conocer nada de esta ciudad. Hoy es mi primer día en Sanlúcar, pero estoy aquí para quedarme. – dijo Martín.
-Le va a encantar. Esta ciudad gusta más a los que vienen de fuera que a los mismos sanluqueños. Como estamos tan acostumbrados a verla, no la valoramos tanto…
Después de haber reconocido el inmueble con detenimiento, Martín se despidió, prometiendo reflexionar sobre la adquisición y emitir una decisión pronto.
-Si le gusta, no lo deje escapar. -dijo Esther, con una coletilla propia de su profesión.
-Le prometo que estudiaré esta opción con el mayor interés.
Ya se despedía cuando realizó una propuesta que a la mujer le sorprendió, dado el tono formal y distante que había mantenido hasta entonces.
– ¿Acepta que la invite a un café? No quisiera monopolizar su tiempo, pero le agradecería su orientación sobre mis primeros pasos en la ciudad. Recomiéndeme algunos sitios.
Esther no dudó. Este interés prometía que la deseada venta del inmueble podría facilitarse.
La cafetería estaba concurrida. Había gente mayor, tomando el café con tostadas -molletes le llaman- o churros. Ocuparon una mesa del interior, luego de pedir en el mostrador dos manchados de máquina.
-El mío que sea descafeinado y muy ligero, que ya voy sabiendo que aquí el café se toma muy cargado. Debo cuidarme la tensión -dijo Martín, disculpándose.
-Es lo mejor. Yo también lo bebo siempre con poca cafeína, para poder dormir.
La conversación transcurría por terrenos anodinos. Aunque Esther le dibujaba en un esquema de las principales calles de la ciudad, aquellos lugares que le parecían más representativos de Sanlúcar -y a fe que se esforzaba en seleccionar unos pocos entre tanta oferta-, Martín aparecía distraído.
Aparentaba unos sesenta años. Tenía las manos cuidadas, los dedos largos, propios de quien se ha dedicado a mover papeles en una oficina. Tal vez fuera abogado, pensó Esther.
– ¿Por qué se ha decidido por venir a vivir a Sanlúcar -curioseó- si no conocía esta ciudad?
Martin contestó en el mismo tono monocolor con el que se había expresado hasta ahora.
–No la conozco, es cierto, pero tengo amigos que me hablaron de esta ciudad como una de las más interesantes de Andalucía. Reúne dos condiciones que me atraen para residir aquí. Soy aficionado a la ornitología y estoy estudiando las características del vuelo de las aves migradoras. Sanlúcar está muy bien situado en ese sentido. Y lo más importante: quiero vivir en una ciudad en donde la gente transmita alegría de vivir. Aquí te saludan por la calle, aunque no te conozcan. Ustedes son trabajadores y, al mismo tiempo, saben divertirse cuando toca.
-Supongo que a su esposa también le gusta la ciudad, aunque tendrá sus propios motivos.
Martin la miró sin expresar emoción.
-Mi esposa falleció hace ya diez años. Estoy viudo y solo tengo un hijo, ya mayor, con el que no me hablo. El tiene su vida organizada.
-Ah, lo siento -se creyó en la necesidad de disculparse Esther.
-Se lo agradezco. Aunque ya pasó mucho tiempo, no hay un día en que no la tenga presente. Perder a tu pareja te confronta con una soledad inenarrable.
Parecía escritor. Seguramente sería periodista. Su forma de expresarse, cuidando las palabras y con vocabulario amplio, manifestaba que utilizaba habitualmente el lenguaje como instrumento de trabajo. Quizá tendría también alguna formación técnica, ¿no?
-Aquí muy cerca de la ciudad hay un parque en donde podrá ver muchas aves. Es la puerta de Doñana. En las Salinas hay una colonia de flamencos de forma permanente. Le puedo dar un mapa para que se haga una idea.
-No se preocupe por eso. Tengo cargado Google Maps en el móvil y con internet se puede llevar cualquier ciudad en el bolsillo.
De pronto, Esther descubrió que el hombre tenía una mirada serena y que los rasgos de su rostro eran delineados y elegantes. Le recordaba a su padre. Incluso a ese novio que se descolgó diciendo que tenía vocación para el sacerdocio, aunque ella siempre pensó que no le gustaban las mujeres. En ocho años de noviazgo no se habrían cruzado más de tres o cuatro besos, desprovistos de toda pasión.
Se despidieron, como suele suceder, con un “lo pensaré y le aviso” y un” anímese pronto, que el piso tiene muchos interesados y se le puede escapar; es una oportunidad de las que se presentan solo una o dos veces en la vida.”
Después del curro, Esther se acercó a la plaza del Cabildo, lo que no tenía por costumbre Encontró un grupo de antiguos colegas de comercio, que celebraban algo entre vinos de manzanilla, con tapeo de albondiguillas de choco y tortitas de camarones. Había uno que era muy bullita y andaba algo por ella, y le pedía: “siéntate con nosotros, Esthercita, que te hacemos sitio, que estamos preparando la guasa del Carnaval”. Iba a incorporarse con ellos, cuando, apoyado en la barra, lo vio y, guiada por su olfato comercial, se le acercó.
-Supongo que todavía no se habrá decidido. Pero veo que de algo le han servido mis indicaciones acerca de los lugares con ambiente tradicional en Sanlúcar.
-Bueno… -se disculpó el- en realidad, me limité a seguir la corriente. Parece que en esta zona se concentra toda la ciudad con ganas de socializar.
Y luego, sin apenas transición:
– ¿Ha quedado con alguien? ¿Me acepta que la invite a compartir mi bebida? Había pedido una caña, pensando en tomarme una cerveza. Me pusieron un vaso de manzanilla. (Esther sr rio, encontrando la gracia: “Aquí una caña es un vasito de manzanilla”).
Martín se había aprendido la lección:
-El que me sirvieron primero era de “manzanilla fina”, según me explicaron, que es más ligera en alcohol que la “manzanilla pasada”, envejecida. Y como tengo que ir a compás de mi edad, aquí tengo la recomendación que me hizo ese mushasho. (Señaló al camarero, que limpiaba el mostrador con soltura, imitando el tono andaluz con el que aquí se pronuncian las chs)
Ella miró la media botella que estaba sobre el mostrador. Era una manzanilla de la casa Barbadillo. En la etiqueta se podía leer Manzanilla Pasada Pastora. Martín había pedido para acompañar una media ración de galeras y las estaba disfrutando. Esther se tomó la invitación como obligación del oficio, aunque no podía ocultar que le estaba creciendo una curiosidad personal.
-Tomaré una copita con Vd. Eso sí, preferiría algo más ligero, si me permite. Un vino blanco Castillo de San Diego, que es afrutado, de uva palomino. Me encanta.
-Caramba, creo que aquí en Sanlúcar todo el mundo entiende mucho de vinos.
-Es que esta zona es muy especial; aquí se combina el aroma de mar, el sol y la tierra fértil y la tradición de elaborar buenos caldos. Desde los romanos se venía buscando la fórmula ideal, y un antepasado de los Barbadillo la encontró hace casi doscientos años.
-Veo que Vd. es una mujer a la que le gusta saber de todo.
-No me dejo engañar por el halago. Seguro que Vd. entiende mucho más de vinos, de varias zonas. Intuyo que es hombre de mundo, como se suele decir.
No sabría explicar por qué razón había dicho eso. El hombre la miró y, por primera vez desde que se conocían, esbozó una sonrisa franca.
-Mi mundo es limitado. Además, como persona del norte, eduqué el paladar en el dilema entre Rioja o Ribera de Duero. Me gusta el Ribera de Duero, pero es una cuestión de maridaje. En el norte, las comidas son contundentes. Aquí prefieren el pescado, el marisco, las hortalizas…
-Creo que la manzanilla va con todo. Hay muchos tipos. Y aquí se fabrican vinos ligeros y otros con más cuerpo. Todo consiste en acostumbrarse.
Las galeras, ovadas y con su sabroso coral, estaban deliciosas. De pronto, la curiosidad venció la prudencia de Esther:
– ¿De dónde viene Vd.? Su acento me recuerda a Galicia, pero no estoy segura.
-Soy asturiano. De Gijón. ¿Conoce esa ciudad?
-Asturias es una de las pocas regiones que me queda por visitar, reconoció Esther.
Al cabo de media hora de agradable conversación, cuando se habían agotado la media botella de Pasada Pastora, las galeras y las dos copas de Castillo de San Diego, Martín, de pronto, se disculpó.
-Lo siento, se me ha hecho tarde. Ha sido una suerte que hayamos coincidido, Esther. Es Vd. una mujer muy interesante. Nos veremos mañana. Puede estar segura de que pasaré por su oficina y tendré la decisión ya madura.
Se despidieron. Martin volvió al piso turístico en donde tenía alquilada una habitación, en la misma calle Ancha. En la habitación cómoda, limpia y suficientemente espaciosa, abrió el maletín que reposaba sobre la silla, y sacó tres cajitas de las que seleccionó, de cada una, dos pastillas. Después, tomando agua de una botella que reposaba sobre el lavabo, las ingirió en grupos de tres y se tumbó sobre la cama.
-Jodido cáncer, – musitó.
Repasó la información de los pisos que había visitado aquella mañana y tarde. Tenía las notas escritas con letra cuidadosa, recta, de profesional que está acostumbrado a escribir a mano para que se le entienda.
Había visitado un piso en la Avenida Quinto Centenario, con terraza, pero el actual inquilino le advirtió que resultaba frío en las noches, por la orientación al oeste. Otro, en el Barrio Alto, necesitaba reformas importantes.
Desde luego, el que mejor le encajaba se lo había enseñado Esther. Volvería a la mañana siguiente y le pediría verlo otra vez, y también se interesaría por conocer los gastos de comunidad, y si había posibilidad de un garaje en la zona.
Sacó luego del maletín un cuaderno en donde tenía dibujadas, con mano diestra, decenas de siluetas de aves y comparó los diseños con las fotografías que había tomado en la mañana, ampliando y corrigiendo algunos puntos.
También repasó los cálculos de sostenibilidad y potencia, en relación con la envergadura alar. La aguja colinegra, en efecto, tenía una potencia de arranque fabulosa para su tamaño y sus aleteos eran cortos y vibrantes. Las gaviotas reidoras, siempre más confiadas, ahorraban energía hasta el último momento; los menudos correlimos volaban frenéticamente cuando se alarmaban, con gran despilfarro energético.
El diagnóstico de metástasis ósea le había complicado brutalmente sus perspectivas. Le habían pronosticado cinco años de esperanza de vida asintomática, antes de que el deterioro se hiciera notar. Tenía que aprovechar el tiempo que le quedaba.
Se había aficionado a escribir sonetos y encontraba las rimas con facilidad. En la libreta de apuntes, garrapateó, sin grandes vacilaciones:
A quien llegue a Sanlúcar, siendo viejo
al que ya amor ni muerte quitan sueño
sugiero que acepte seguir este consejo;
cambiar el verso triste a sanluqueño.
Paseando por la arena, vi el reflejo
del sol cayendo al río y ese empeño
señaló el camino en que me dejo
guiar por blanca mano a lo risueño.
Con buena manzanilla pena alejo
y convierto mi talante en hogareño
llenando de alegría el patio anejo.
Vino y luz, forman lienzo velazqueño,
que, con mirarse el hombre en ese espejo,
de su propio destino se ve dueño.

Entonces, sintiéndose relajado, Martín se quedó dormido hasta el día siguiente.

@angelmanuelarias

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La España menor

16 febrero, 2020 By amarias Deja un comentario

Puede parecer una boutade (es decir, una ocurrencia con la intención de ser gracioso), pero no debemos menospreciar la idea de Muñoz Molina (El Mundo, 15 de febrero de 2020) que apunta como fórmula para solucionar “el conflicto catalán”, que todos aprendamos esa lengua/dialecto que hace sentir a esos españoles diferentes e insolidarios por la circunstancia irrelevante de expresarse en catalán.

Que hablar una lengua no da cultura ni identidad lo sabemos bien quienes hemos viajado bastante y conocemos varias lenguas, que hemos tenido ocasión de usar para entendernos.

Incluso, quienes sabiendo bien dos lenguas actúan como intérpretes de lo que dicen otros, saben muy bien valorar que lo importante son los contenidos, aunque la habilidad dialéctica pueda dotarles de singulares ropajes.

Ya está bien con la engañifla catalana  y los reiterados deseos que expresan, incluso desde la cárcel, algunos de los enajenados catalanistas, de conseguir la independencia de su región para ser libres del yugo español.

Sepan que, igual que los iluminados republicanos que añoran la vuelta a la segunda República, que la actual democracia española ha avanzado en derechos y libertades como nunca soñaron los fervientes republicanos de 1931.

Actualicen sus idearios, por favor y por respeto a la verdad. Y pido al Gobierno que no se obceque con los que reivindican mayores privilegios, faltando a la solidaridad y a la Historia. Hay una España menospreciada, silente, digna como nadie, que, sin gritos ni insultos, precisa atención especial.

 

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Estrategia sin proyecto

8 febrero, 2020 By amarias Deja un comentario

La tremenda exposición mediática de los ministros del gobierno de España, está dando como primer resultado -lógico- el incremento del desconcierto. No sería honesto negarles buena voluntad para hacer las cosas bien, pero a su falta de experiencia y conocimientos (ya nos hemos acostumbrado que el paso por las Administraciones públicas es un camino hacia la puerta giratoria), se une la falta de coherencia en temas importantes.

En política internacional, la desafortunada gestión del asunto Delzy Rodríguez -la vicepresidenta del gobierno de Maduro que tuvo la desfachatez de venirse a España pretendiendo contrarrestar la visita del presidente encargado Guadó- ha provocado no solo el descrédito del ministro Abalos (enredado en su deslavazada y mendaz explicación de lo que sucedió en el aeropuerto de Adolfo Suárez, en Barajas), sino que también ha arrastrado la credibilidad, ya bastante erosionada del propio presidente Sánchez.

Poco importa que la verdad se vaya cebando sobre las mentiras acumuladas: es mucho más grave que la equivocada exposición del ministro de Transportes y los apaños verbales del propio Presidente, faltos de coherencia, haya venido a poner de manifiesto que no hay homogeneidad en el tratamiento del problema venezolano  por parte del Gobierno. Los ministros del clan Unidas Podemos deben demasiado a Maduro (y todo indica que en el magma putrefacto está también atrapado el ex presidente Zapatero) como para apoyar sin tapujos a Juan Guaidó, como se comprometió a hacerlo la Unión Europea y el propio Sánchez cuando no tenía otras ligazones.

En el terreno internacional, el desencuentro con Estados Unidos ha crecido, también, por dejar pasar las oportunidades. La crisis del campo se entronca con dureza con las desmedidas medidas del gobierno de Donal Trump que, enfadado por la competencia de Airbus, ha preferido golpear en la mejilla del más débil, es decir, la cuota de los productos españoles introducidos en el mercado americano, imponiéndoles unas duros e injustos gravámenes en frontera. Y todo se ha hecho mientras las lentejas y los garbanzos norteamericanos, junto con otros productos de indudable valor añadido (para las empresas de USA) inundan las estanterías de nuestros supermercados y presionan sobre nuestra competitividad tecnológica.

La llamada de atención de un sensato ex ministro Borrel, desde su retiro dorado europeo, advirtiendo que es bonito ser defensor de la necesidad de tomar medidas urgentes contra el cambio climático, pero que hay que calcular buen los costes y decidir quién va a pagarlos, no deja de ser una llamada general acerca de lo cómodo que es presentar sobre el papel medidas que mejoren teóricamente los puntos en los que se está mal, sin saber calcular, o negarse a hacerlo, lo que cuesta ponerlas en práctica y asignar las cargas a quienes deberán soportarlas. Y no es sencillo porque estamos en un sistema en equilibrio (por muy desgraciado que pueda parecer) y tocar a alguno de los pilares que lo sustentan, sin atender a la estabilidad de todo el tinglado, puede provocar efectos no deseados: empresas que se van o quiebran, aumento del paro, regiones perjudicadas, aumento de las desigualdades y de la ineficacia, aunque el resultado deseado hubiera sido el contrario.

No es posible desviar la mirada del negocio catalán, en el que se ha hecho fuerte la falta de solidaridad y la desvergüenza. La visita a Cataluña del presidente Sánchez, acompañado de su pepito grillo Iván Redondo, entregado a la pleitesía al títere puigdemoniano Torra, ha dejado el descubierto que el gobierno dirige su atención al que más ladra, con preferencia a los que más sufren. La España vaciada, la España marginada, la España despreciada, es enviada con empujones al lugar del castigo, en tanto se pone en primera línea de atención a los que chillan, arman jaleo, incluso delinquen confiados en que saldrán impunes.

Me temo que el Gobierno está dejando cada vez más evidente que tiene una estrategia. Lo que no tiene es proyecto.


 

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Perdiendo el tiempo

6 febrero, 2020 By amarias 2 comentarios

El 6 de febrero de 2020, se reunieron el Presidente de Gobierno Pedro Sánchez y Joaquín (Quim) Torra,  inhabilitado  como President de la Generalitat (a la espera de que el Tribunal Supremo resuelva sobre su recurso) por sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.

Nadie puede dudar que esa escenificación es consecuencia del pacto del PSOE-Unidas-Podemos con ERC para facilitar la investidura de Sánchez. Había que aparentar que se abría un período de diálogo con los separatistas catalanes, que tienen secuestrado el gobierno de la muy querida, y valiosa, región y que se hayan empecinados en conseguir lo imposible: la declaración de la independencia de Cataluña y la libertad para los presos políticos, reos de sedición y malversación; en el paquete se incluye el levantamiento de la orden de extradición para el fugado Puigdemón y compañeros que han preferido armar bulla desde el otro lado de la frontera en lugar de someterse al veredicto de la justicia.

Las declaraciones posteriores de Sánchez y Torra han puesto de manifiesto que la reunión no ha servido para nada, salvo -claro- para volver a dar visibilidad y cancha verbal a un especialista en vulnerar las normas del derecho y de la convivencia, amparándose en la debilidad del ejecutivo español y la existencia de una cuerda (o ronzal) que liga la estabilidad del gobierno de coalición a los representantes de la izquierda republicana catalanista. Un partido, el ERC, que no tiene empacho, abusando de la tolerancia de nuestras instituciones y de un mal entendido respeto de los demócratas a los disidentes, en expresar, en un comunicado que trasciende vileza, que no aceptan la Monarquía (la más abierta y mejor cualificada del mundo en este momento) ni la propia Cámara como forma de representación del Estado autonómico.

No perdamos el tiempo. Tenemos en España cosas mucho más importantes, y urgentes, que atender a reclamaciones ilegítimas e ilegales. Concéntrese el Gobierno en solucionar, por ejemplo, el problema agrario (que ha estallado estos días con crudeza, poniendo de manifiesto que las importaciones bajo coste gustarán al consumidor pero hunden al campesino y al ganadero, con ello, generan aún más desempleo) y que la cadena de distribución está mal construida y que, por si no bastara, se está subvencionando a productores del exterior, dejando sin protección a los locales. He venido denunciando en este blog que, por ejemplo, las lentejas y los garbanzos -¡incluso bajo el nombre de la Asturiana!- provienen de Estados Unidos y Canadá, que los espárragos “cojonudos” de Tudela son peruanos o chinos y, en fin, que la mantequilla holandesa se vende a mitad de precio que la asturiana, gallega o cántabra.

Tenemos un problema muy grave, sí: Que el gobierno (éste y los anteriores) trabaja para la galería, en lugar de atender a la acción callada, profesional y seria. El incidente del avión de Air Canadá en el aeropuerto Adolfo Suárez (Barajas) ha puesto de manifiesto que, por fortuna, hay una España que estudia, aprende bien, sabe, actúa. No busca la publicidad, sino actuar correctamente ante los problemas. Se la está presionando demasiado: en la enseñanza, en la sanidad, en la industria, en el campo,…También en las grandes empresas y en las pequeñas.

No tienen que ver esas personas ni con corruptelas, ni talones bajo cuerda, espionajes, intentos separatistas, ni buscan declaraciones ostentosas. Trabajan para poder llegar a fin de mes con dignidad, sin apretujones al bolsillo. No siempre lo consiguen.

Hay que concentrarse ahí, en ese problema y dejar que los que chillan se queden sin plataforma, y caigan en el vacío de nuestro menosprecio.

…

 

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La senda del PI3K

4 febrero, 2020 By amarias Deja un comentario

El 4 de febrero es el Día de la Lucha contra el Cáncer. Como enfermo de cáncer, con un diagnóstico de gravedad, me ocupa la cuestión de la investigación oncológica y analizo con atención los avances en la inmunoterapia y otros tratamientos. Como saben los lectores de este blog y todos mis amigos y conocidos, he escrito un libro de poemas, Sonetos desde el Hospital, que estoy vendiendo a 10 euros (soy autor y editor) y todos los beneficios se los entrego, mediante contrato de colaboración, a la Asociación Española Contra el Cáncer. Ya les he transferido un importe de 3.000 euros en diciembre pasado.

Permita el lector que focalice, en este día especial, la cuestión general sobre mi propio caso. Para los enfermos con metástasis ósea por un cáncer resistente a la castración (mCRPC, por sus siglas en inglés), actualmente incurable, la investigación de las vías de acceso con ligandos al receptor de andrógenos (AR) cuando se muta en aberrante por razón de la oncogénesis, y se desplaza fuera del citosol, es clave para conseguir la cronificación de nuestra patología. La activación de la vía del fosfatidilinositol 3 kinasa, (PI3K), un ligando que interactúa con el AR aberrante, ha abierto esperanzas para lograr la destrucción de las células cancerígenas, cuando se pueda acceder a ellas sin afectar a las que están sanas.

Por eso, quiero dedicar, aunque parezca totalmente críptico para los que no estén especializados en la cuestión, mi entrada en el blog de hoy a “la senda del PI3K”. Y para todos, pacientes, acompañantes y facultativos en general, “Feliz día del Cáncer, amigos”.

Amigos lectores, tengo además previstas tres presentaciones de mis Sonetos desde el Hospital y en todas ellas haré un resumen de un librito que he venido escribiendo en estos cuatro años de enfermedad, con mis anotaciones sobre esta dolencia y los comportamientos que suscita. “Convivir con un cáncer: Instrucciones de uso” es su título. Tengo prevista su edición próximamente (ojalá encuentre patrocinador), pero si alguien quiere tener una primicia, puede pedírmelo indicando su correo electrónico y se lo enviaré. Si quiere contribuir con una donación a la lucha contra el cáncer, bienvenida sea.

El 27 de febrero estaré en León, en la Casa de Cultura; el 11 de marzo en Madrid, en el Instituto de Ingeniería de España y el 19 de marzo en Avilés, en el Hotel Luzana. Los que quieran y puedan asistir están, como siempre, invitados de buen grado.

Y para todos los que aún no habéis adquirido el libro de Sonetos, recuerdo la página web de acceso seguro, en donde pueden hacerlo. Gracias.

Compra el libro “Sonetos desde el hospital”


Gran belleza la del milano real, en su lento y seguro vuelo de observación sobre el territorio.

Publicado en: Medicina Etiquetado como: AECC, angel manuel arias, Día del Cáncer, Instrucciones de Uso, PI3K, Sonetos desde el Hospital

Comienza una legislatura entre algodones

3 febrero, 2020 By amarias Deja un comentario

El 3 de febrero de 2020 ha dado comienzo a la legislatura más compleja de la democracia española, con un acto de solemne apertura en la que, como es costumbre, diputados y senadores ocuparon los lugares del hemiciclo, más apretados que de costumbre. La ceremonia se realizó bajo la presidencia del rey Felipe VI que pronunció un discurso meditado, serio, en el que puso énfasis sobre una frase fundamental, ya muy repetida y analizada -a pesar de su significado inequívoco-: Los españoles debemos estar unidos en la aventura común y no enfrentados unos con otros.

No lo estamos, lamentablemente. Ni siquiera para guardar las más elementales formas de cortesía. Algunos representantes del pueblo no se han dignado comparecer en la apertura de las Sesiones, porque son republicanos e independentistas, es decir, no constitucionales. Que se cuenten entre estos incómodos compañeros de nuestro viaje democrático los que soportaron, con su abstención, la investidura de Pedro Sánchez, felicitado públicamente por el Monarca por haber obtenido la presidencia del Gobierno, no debe tranquilizar a nadie.

Al Rey, símbolo del Estado, se le aplaudió durante más de cuatro minutos, una vez finalizado su discurso institucional que, supongo, fue sustancialmente preparado por el Gobierno. No aplaudieron, en una manifestación de su desapego y falta de educación parlamentaria, algunos senadores y diputados, incluso pertenecientes al grupo Unidas Podemos, que forma coalición con el PSOE en el Gobierno de nuestro sufrido país.

La legislatura se abrió, en fin, con un tono más bien triste. Estuvo, en mi opinión, magnífico, el discurso de Meritxel Batet, presidente de la Cámara, con mensajes de unión, diálogo y genuina ponderación. Nada que ver con el talante rebelde del todavía presidente de la Generalitat, el funambulista Torra, que sigue propagando, utilizando el apoyo para sus desvaríos que le dan los medios oficiales (además de la tendenciosa TV3), que España no es una democracia y que mantiene a presos políticos.

Nada me tranquiliza que, cuando compareció en el Parlamento catalán, en no se qué Comisión de Investigación de no se qué causas, el penado Junqueras, con difusión mediática ad hoc, manifestara que su procesamiento y actual encarcelamiento (por sentencia firme) fue fruto de la venganza y no de la justicia. Espero que algún jurista con más tiempo y ganas que yo, anime a la fiscalía a que investigue si su excitada frase es motivo para imputarle un presunto delito de calumnia agravada (atribuir la comisión de un delito al Tribunal que lo juzgó).

Por cierto: una gran decepción me produjo el programa de Evole, el periodista a la busca de autor, que se pasó toda la semana anunciando que iba a entrevistar a Junqueras y que en la noche del 2 de febrero, en su programa, se limitó a presentar sus inquietudes como periodista, faltando a la inmediatez y claridad que exige la actual situación política y convirtiendo en el primer capítulo de una serie lo que debería ser un programa de actualidad y no una exhibición de su capacidad para adornar el presente. La entrevista a Junqueras se la guardó para la próxima semana, por lo que ya no me interesa nada.


El carbonero garrapinos (parís ater) es bastante más pequeño que el carbonero común (parus major), con el que está fuertemente emparentado. Los jóvenes del común tienen una mancha blanca en la nuca que puede llevar a confusión con el garrapinos, que tiene la coronilla y la pechera también negras, pero que mantiene en la edad adulta una amplia franja de pluma blanca en la nuca. El fondo amarillo de la fotografía sirve para dotar de un falso color pardo amarillento al plumaje del vientre de nuestro fotografiado, que lo tiene, en realidad, muy claro, a diferencia del otro párido, que la tiene francamente amarilla en el adulto y surcado por una lista negra central

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: congreso, discurso, garrapinos, legislatura, Meritxel Batet, parus, Podemos, rey

El día de la caca de perro

2 febrero, 2020 By amarias Deja un comentario

Cada 2 de febrero, desde 1971 en el que con el Convenio de Ránsar, en Irán, la Organización de Naciones Unidas estableció esta fecha como referencia para concienciar sobre la necesidad de proteger los humedales, se celebra el Día de los Humedales.

Tenemos en España 63 humedales clasificados como de especial protección por el Convenio, un buen número dentro de los casi 3.000 catalogados en todo el mundo. El más conocido es, desde luego, Doñana (en la desembocadura del río Guadalquivir), seguido por las Tablas de Daimiel. Pero hay otros muchos que sonarán incluso a los más despegados del tema de la concienciación ecológica: Delta del Ebro, Mar Menor, Lagunas de Pitilla,…

Como aficionado a la ornitología, he visitado, provisto de mis cámaras con teleobjetivo, buena parte de esos lugares tan particulares. Los he pateado, pasé largas y agradables horas parapetado detrás de uno de los pocos avistaderos de que disponen esos Parques o al acecho de cualquier irrupción imprevista de anátidas o rapaces y, con la bolsa de desperdicios en ristre, cuando volvía al coche, iba recogiendo los desperdicios que encontraba al paso, hasta que la llenaba, lo que no tardaba en suceder. Botellas de vidrio, tetrabriks, latas de cerveza y otras bebidas, se encuentran dispersas por los senderos.

Ni siquiera esa demostración de descuido por lo que nos debería gustar a todos conservar, es la más dolorosa: edificaciones abandonadas, vertidos de material de construcción, cadáveres de aparatos electrodomésticos y mucha porquería en ciertos lugares son evidencias más duras del desapego. No faltan en muchos “hides” (escondites para observar las aves sin ser visto por ellas)  los testimonios estúpidos de gentes que tachan los nombres en los paneles de orientación para la identificación de especies autóctonas o ensucian con inscripciones lamentables lugares de respeto.

Me gustaría que se respetase la naturaleza que aún se mantiene con valor ambiental, que la Administración competente revisara el estado de muchas de las marismas, que se vigilara y sancionara a quienes roban el agua con toda desfachatez, que se potenciara el valor turístico de los observatorios y de los humedales y, sobre todo, que todos nos concienciáramos de que tenemos que ser, sin excepciones, guardianes del medio ambiente.

Está claro que el 2 de febrero no es el día de la caca de perro. La mierda de perro no tiene, poro fortuna, ningún momento en que se le rinda homenaje. Solo que la proliferación de estos animales de compañía, unida a la desidia con la que muchos de sus propietarios y cuidadores tratan los residuos que producen, hace que nuestras calles -todas nuestras calles, sin excepción- se vean mancilladas con la caca de los perros que sus amos no se dignan recoger.

Una vergüenza, vamos. Tan generalizada que da asco. ¡Y aún se jactarán estos propietarios indolentes de que son muy amigos de los animales! Si fuéramos realmente estrictos, si a todo dueño de un can que sea descubierto abandonando sus deposiciones se le impusiera una multa -en lugar de mirar hacia otro lado- tendríamos, además de más limpios nuestras aceras, alcorques, jardines y pavimentos en general, un importante complemento para potenciar el cuidado y atención de nuestros humedales.


Imposible no dejarse seducir por el vuelo majestuoso de los flamencos (phonicopterus ruber) , siempre atentos para cambiarse de lugar si descubren que nos acercamos a los lugares en donde están alimentándose, típicamente en grupo. Estas aves vuelan sobre los aires de las salinas de Sanlúcar, una mañana de invierno de 2019.

Publicado en: Sin categoría Etiquetado como: caca de perro, cuidado, día de los humedales, flamencos, marjales, multas, phonicopterus ruber, Rámsar

Miedo endémico

1 febrero, 2020 By amarias Deja un comentario

La Organización Mundial de la Salud ha declarado, para finalizar el mes de enero de 2020 que el brote de coronavirus que comenzó en una ciudad llamada Wuhan, en los inmensos territorios de la República China, tiene las características precisas para definir una emergencia internacional.

No han servido, pues, las puertas al campo que el gobierno chino había decidido instalar en la población en donde se descubrieron los primeros afectados por este mutante. Causó asombro el aislamiento de una ciudad de once millones de habitantes, en donde se bloquearon todas las entradas y salidas no controladas por personal sanitario. Cuando se amplió el cerco a cuarenta millones de personas, las frases de admiración y elogio a la disciplina que solo puede concebirse en el contexto de la devoción confuciana, redoblaron su intensidad.

Pues ahora el cerco puede decirse que abarca a los 4.700 millones de habitantes del planeta, amenazados todos de ser contagiados. Pero no hay por qué alarmarse. En la isla canaria de La Gomera apareció el primer afectado, un ciudadano alemán que había estado en contacto con portadores del virus; tenemos en cuarentena (en realidad, por quince días), en el Hospital Gómez Ulla a una veintena de repatriados huídos de Wuhan. Todo está bajo control, porque aunque no se conoce la forma de combatir este coronavirus, su malignidad es limitada.

Tenemos, en realidad, dos opciones: o pensar que, al igual que sucedió con la gripe aviar, la crisis de las vacas locas y otras alarmas internacionales de los tiempos recientes, todo quedará en una alarma menor, con algunos centenares de fallecidos (casi siempre con complicaciones de otras enfermedades crónicas o anteriores) y la vuelta a la tranquilidad y al olvido.

La otra opción sería pensar, de forma pesimista, que no estamos preparados. No lo estaríamos para convencer a los habitantes y turistas de una ciudad como Madrid, París, Berlín o Roma (por ejemplo) que no pueden salir de ellas, ni siquiera aventurarse por mucho tiempo fuera de sus casas u hoteles, hasta que el brote haya sido controlado. No lo estaríamos para construir Hospitales con capacidad para más de mil afectados en solo diez días. Si así fuera, solo resistirían el ataque de la virulencia los más sanos, los más fuertes y, en especial, los jóvenes.

No tengo la menor idea de cómo avanzará esta crisis del coronavirus, pero algo me hace suponer que, como otras anteriores que crearon alarma social desmesurada y movilizaron grandes recursos, se acabará disolviendo como un azucarillo en el café de la mañana. Influirán, claro, para su destierro, los trabajos de investigación de brillantes centros en todo el mundo (incluido nuestro país), que descubrirán, en un par de meses, las vacunas benéficas que, por suerte, no serán necesarias y se almacenarán, hasta que caduque su eficacia, en los almacenes de los Ministerios de Sanidad.

Miedo, miedo endémico es lo que tiene nuestra sociedad enferma. Y para curarnos de ese mal no tenemos vacunas.


Esa alondra común que se desgañita sobre unos conductos en la meseta castellana pretende advertir a los rivales de que el territorio donde tiene su nidada le pertenece. Lamentablemente, es también una señal aparatosa para sus depredadores

 

Publicado en: Actualidad, Sanidad Etiquetado como: coronavirus, emergencia internacional, La Gomera, miedo endémico, vacunas, Wuhan

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