Al socaire

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Por unos cuidados más justos

4 febrero, 2023 By amarias 4 comentarios

Hoy, 4 de febrero, es el Día Mundial del Cáncer, que celebran conjuntamente la Organización Mundial de la Salud y el Centro Internacional Contra el Cáncer. El año 2022 han elegido el lema (que se mantendrá hasta 2024): “Por unos cuidados más justos” (“Closing the care gap”, en el inglés original).

En mi Comentario del 4 de febrero del año pasado, precisaba que “he tenido ayer mismo mi premio particular para que la celebración tenga sentido especial para mí. Me fue comunicado el resultado del último TAC (siglas de Tomografía Axial Computarizada). Una de mis dos metástasis ha vencido las barreras del tratamiento y ha vuelto a crecer. Tengo, como se dice en el argot convencional de médicos y pacientes, “muy mal pronóstico”, para indicar que carezco de posibilidades de supervivencia a corto plazo en el actual conocimiento de la ciencia”.

Pues bien: el 3 de febrero de 2023, la Dra. Teresa Alonso me adelantaba los resultados del TAC que se me hizo el domingo.  El tratamiento que Enfortumab Vedotin no ha conseguido detener el crecimiento de las adenopatías vesicales y parece que, en un nuevo salto tumoral, tengo ahora afectado el hígado.

He releído lo que escribí hace un año y encuentro que puedo repetir aquí mi Comentario de entonces.

“No quiero entrar en más detalles, no por reserva personal ni inexistente pudor (más abajo en este Comentario incluyo una selección de los artículos que dediqué al cáncer, a la investigación oncológica y a las carencias que subsisten en la detección y tratamiento de esa grave enfermedad, cuya realidad se ha superpuesto a muchas dolencias mortales, que antes eran diagnosticadas con otros nombres y que hoy se sabe que son tumores).

Me voy a detener hoy en glosar el lema elegido por los impulsores de esta falsa celebración, pues es evidente que no se celebra una enfermedad cuya extensión progresa continuamente y por la que, aunque ha habido indudables avances, todavía fallecen anualmente en el mundo miles de personas. Casi diez millones en 2020, con el doble de pacientes diagnosticados de algún tumor en el mismo período. En España, ha habido 109.706 defunciones por cáncer en 2020 (dato del Instituto Nacional de Estadística), en una lista encabezada por los tumores de pulmón y sistema respiratorio, colon y páncreas. Se cumple la mágica proporción de que en ese año se diagnosticaron el doble de casos en relación con el número de fallecidos.

El lema de este año es una necesidad, una obligación, un reto. Sin embargo, no podemos ser optimistas. No se cumplirá, porque no hay voluntad, ni información, ni capacidades económicas y técnicas. Según el lugar del mundo y el tipo de tumor (eso, si se detecta), varían dramáticamente las posibilidades de obtener un tratamiento adecuado que prolongue la vida, consiga -si es posible- la cronificación del tumor o proporcione los cuidados paliativos que hagan más llevadero -al paciente y a sus allegados- el tránsito por la enfermedad hasta la muerte.

Tampoco en España podemos decir que no necesitamos que se reflexione y avance por conseguir unos cuidados más justos según las Comunidades Autonómas y los Hospitales en ellas. Es decir, empleando la traducción directa del lema en inglés, más ajustada al propósito que debe primar, a saber, eliminar las diferencias que existen en los tratamientos del cáncer según países, medios hospitalarios y niveles económicos.

  1. Como objetivo global prioritario: hay que superar la situación de que los Estados más pobres ofrecen menos opciones de detección y tratamiento
  2. Según la disponibilidad económica de los pacientes en un mismo país: los ricos tienen más posibilidades de supervivencia, al poder acceder a tratamientos más caros y más avanzados
  3. Según el centro médico o el equipo oncológico que los trate, dentro de un mismo país. No todos los hospitales está  igualmente equipados, no todos los facultativos tienen la misma información, experiencia, dedicación. No en todos los sitios se dispone de los fármacos y tratamientos más avanzados.

Buen día, mi cáncer. No te tengo miedo y sé que no estoy solo para tratar de vencerte. Te ha salido desde hace un año un hermano gemelo, que también crece en mí y que es aún más peligroso, porque no se conoce aún cómo tratarlo, es decir, cómo vencerlo o cronificarlo.

Queridos pacientes de cáncer. Os deseo de corazón que la investigación de los tumores avance a gran velocidad y que los hallazgos lleguen a todos y, por tanto, que no tengamos que lamentar tanto dolor, tanta angustia por su causa. Somos conscientes de que hacen falta muchos más recursos, más investigación, aún mejores capacidades. Se ha avanzado, desde luego, pero en esta carrera, el enemigo a batir corre que se las pela.

Nota. Si el lector escribe la palabra “cáncer” en el apartado de búsqueda, aparecerán varios de los Comentarios que dediqué a este tema desde que mantengo vivo este blog. Hace ya casi quince años. Estos que figuran a continuación son una pequeña muestra.

CONVIVIR CON EL CÁNCER – Al socaire (angelmanuelarias.com)

Entendiendo mejor el Cáncer de vejiga

Ante el Día Mundial contra el Cáncer

El análisis genómico como clave para tratar el cáncer

Publicado en: Sin categoría Etiquetado como: AECC, cáncer, dia mundial, TAC, Teresa Alonso, urología, vejiga

Quincuagésima Segunda (y última) Crónica desde Gaigé

31 enero, 2023 By amarias 2 comentarios

Cumplo con esta  Crónica el propósito que me animó, hace un año, a escribir semanalmente acerca de lo que me parecía más relevante de cuanto sucedía en Gaigé.

Gaigé, el País de los Despropósitos, el Paraíso para quienes disfruten del Cambio Permanente, no es, en sentido estricto, un país imaginario. El lector atento, en especial, si vive en España o le interesa mucho cuanto sucede en este país real, encontrará múltiples concomitancias. Los nombres son reales, las circunstancias y los hechos, también.

¿Qué es, pues, lo que separa a Gaigé de España, más allá del ejercicio literario, de la creación de un alter ego para el país europeo que, hasta no hace mucho, era reconocido como ejemplo de transición de pacífica y pactada desde una dictadura increíblemente longeva hacia una democracia homologable con las más avanzadas y señeras europeas? ¿Qué pasó para que un monarca respetado dentro y fuera de las fronteras propias, fuese expuesto ante la opinión pública como un rijoso villano? ¿Qué fuerzas ocultas han lanzado el buque de las autonomías contra los arrecifes de la independencia y el separatismo?

No voy a lanzar preguntas sin respuesta (al menos, razonable) en este último episodio de la modesta serie de 52 comentarios en la que, semana tras semana, utilizando el periscopio de mi capacidad de observación desde la sentina del buque, he creído poder desentrañar lo que nos está pasando, para deshacer de manera inmisericorde el misterio que oi, por primera vez, expresar a Garrigues Walker (Antonio), en una de sus amenas charlas-conferencia: “Lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa”. ¡Claro que lo sabemos!

Nos pasa en el Gobierno, en la Universidad, en la Educación básica, en la Sanidad, en la Investigación, en las empresas…Gaigé ha desarrollado una indomable, férrea, capacidad de autodestrucción. No quiere manual de instrucciones, menosprecia las normas, desprecia la inteligencia. Sobresalir en Gaigé es prácticamente imposible sin aceptar el valor superior del nepotismo, el contubernio, la mentira.

Por eso, en este último episodio, no voy a conceder tanto valor como otorgué en los anteriores a lo más destacable de la semana. La vida sigue en Gaigé y nada cambiará su idiosincrasia, el perfil colectivo  viscoso, complaciente en la discrepancia, feliz en la crispación.

Podría creerse que la esperpéntica coalición de Gobierno se romperá por la insostenible defensa política de la ley del sí es si, que hacen a su antojo los ministros de Unidas Podemos, con Montero (Irene) a la cabeza, cuya aplicación, contraria a los deseos del torpe legislador, y por la que se han rebajado las penas a más de 300 delincuentes sexuales, se atribuye al desconocimiento y sesgo ideológico de los jueces. No pasará.

Podría creerse que alguien, en defensa de la institución monárquica, a la que tan duramente ha socavado, imponga su autoridad sobre el rey de antes, Juan  Carlos, para que deje de acumular más inmundicia sobre su figura y retorne a España, para morir en paz, ya que no en gloria. ¿Se revisarán, con espíritu crítico y constructivo, el mosaico infumable de planes de estudio a los que ha conducido la autonomía universitaria y la diversidad en las prestaciones en las competencias alegremente transferidas a las regiones? No pasará.

Podría parecer sensato, si es que el partido que se esfuerza en representar la derecha civilizada desea llevar a Núñez Feijóo a la presidencia de Gobierno, aclare sus discrepancias con el otro partido que le disputa los sentimientos conservadores y convenga un acuerdo de no agresión con Abascal (Santiago) y los suyos. No pasará.

Podría parecer imprescindible, dada la ignorancia supina acerca de cuáles son las reglas básicas de la macroeconomía, de que alardean algunos ministros de Gaigé, que dejen de insultar a Roig (Juan), Ortega (Amancio), Pérez (Florentino), Gómez Pallete (José María) y a todos cuantos sostienen la economía real del país y que, cuando prometen ayudar a los nuevos empresarios y a las pymes, actúen con verdad y coherencia. No pasará.

Seguirá habiendo, por el contrario, movimientos destructivos en Gaigé, el País de los Despropósitos.

Un rector -Villaverde- con la ideología como vil pasaporte y un desconocimiento cerril de lo que significa la técnica y, en concreto, ser ingeniero para este país con escasos recursos y reacio a sacarles su máximo valor, convertirá en eje de su campaña la decisión de llevar la Escuela de minas, energía y materiales de Oviedo (con prestigio ganado a pulso en exitosos 60 años) a Mieres, ignorando que los ingenieros de minas tenemos la formación de los ingenieros industriales con capacidades adicionales en la explotación racional de los recursos de la Tierra ¿Se creará una Escuela Politécnica en Asturias? No pasará.

Las carencias en investigación y desarrollo, a pesar de la difusión esporádica de logros puntuales por parte de algunos equipos, cuyo trabajo tiene las características de esfuerzo personal y titánico, con escasez de medios y personal, son muy graves. La dedicación pública del PIB al plan de la Ciencia no llega al 0,7 %, muy lejos de la media europea y del 3% en Estados Unidos. En valores cuantitativos, el salto es inmenso. La fuga de investigadores sigue siendo de varios miles al año. ¿Se producirá la tan anunciada  inflexión? ¿Seguiremos dependiendo de las farmacéuticas en la investigación contra el cáncer? No pasará.

Las discrepancias respecto a la necesidad de cumplir los compromisos con la OTAN en la inversión en Defensa son tan serias que afectan, incluso a la coherencia exigible a un gobierno colegiado. ¿Se sabrá, con claridad, cuál es el estado de los carros de guerra Leopard, que la ministra de Defensa, Robles (Margarita) afirmó, hace meses, rotundamente, que eran chatarra? (contradiciendo la versión de los profesionales de Defensa, que indican que se pueden poner en uso pleno en un mes y que las piezas que se les retiraron en su momento lo fueron para protegerlas de la obsolescencia y el óxido). No pasará.

Esta Crónica es, solo, pues, un punto y seguido. La continuación la escribirán, eso sí, otros.

FIN de LAS CRONICAS DESDE EL GAIGE

 

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Quincuagésima primera Crónica desde el País de Gaigé

23 enero, 2023 By amarias 1 comentario

La cercanía a las elecciones regionales y municipales de mayo y, sobre todo, la incertidumbre respecto a su resultado, están promoviendo el adelanto de la  campaña por parte de los partidos con opciones a formar parte de los respectivos gobiernos de los más de 8.000 núcleos que dilucidarán sus preferencias para los próximos cuatro años en Gaigé, el País de los Despropósitos. La tensión pre-electoral es particularmente alta, por su relevancia, en las Comunidades Autónomas que renovarán cargos y en los grandes municipios.

Como no estamos ante un panorama bipolarizado, los líderes de los partidos que hace años representaban las mayorías de orientación conservadora o socialista, PP y PSOE, se enfrentan actualmente al problema importante de resolver, a priori, el dilema de las alianzas que formarán la coalición o determinarán los apoyos que les impulsarán hacia el gobierno. La situación está confusa, por motivos diferentes, a ambos lados del espectro ideológico, si se admite tal separación conceptual, hoy ampliamente superada.

En la izquierda, el liderazgo de Sánchez (Pedro) no es cuestionable. Tratado como mentiroso crónico por sus opositores, ha sabido poner en primera línea logros importantes de su gestión: incrementos del salario mínimo, aumento de las pensiones y del número de afiliados  la Seguridad Social y la práctica recuperación económica. El papel real de los apoyos conseguidos gracias a los fondos provenientes de la Unión Europea y del aumento del endeudamiento en relación con el PIB tiene puntos oscuros que nadie consigue dilucidar con credibilidad, dado lo opaco y contradictorio de las cifras que se manejan.

Unidas Podemos se rompe, falto de una voz única y un director carismático. Iglesias jr. (Pablo) ha perdido su perfil mediático y sus sucesoras en el atril rivalizan sin ingenio ni prudencia. Montero (Irene) desde su Ministerio de Igualdad, convertido en manantial de despropósitos, lanza leyes ideologizadas y torpemente estructuradas en lo jurídico y anatematiza a jueces, tirios y troyanos.

La sensata observación de Carmona (Manuela), advirtiendo que una ley errada debe retirarse o corregirse sin apuntar a sesgos ideológicos interpretativos de los que tienen que aplicarla, ha provocado varios exabruptos contra la ex juez, tildándola de haber traicionado a quienes la auparon a la alcaldía de Madrid. Echenique (Pablo), portavoz con claros hándicaps síquicos -un odio bolivariano contra cualquier argumento de contrario-, está anclado en el uso de un Ideario a modo de Catecismo, impropio de un país desarrollado y de una mente sensata.

Núñez Feijóo (Alberto) sube peldaño a peldaño su monte de Arafat, que a veces asemeja más ser su Gólgota o Calvario. Le ridiculizan por no hablar  inglés y referirse a Manuela como Carmela. Seguro que habla bien francés y sabe quién es Blas de Otero, si es que eso importa. Aunque su problema ante el propósito de ser el próximo Presidente del gobierno de Gaigé lo tiene con la formación con la que comparte muchos aspectos de doctrina: Vox, h cuyo líder Abascal (Santiago) carece de los mismos frenos dialécticos. Imagino que la incorporación al frente de Alvarez de Toledo (Cayetana) para reforzar la línea de retaguardia en la que ya pelean Ayuso (Isabel), Gamarra (Cuca) o González-Pons (Esteban) dará más enjundia a los mítines.

Varios miles de defensores del constitucionalismo (interpretados por el actual Gobierno de Gaigé como desleal oposición) acudieron a la plaza de Cibeles y alrededores para pedir la dimisión de Sánchez por no respetar la Norma suprema votada en el 78 y pactar con republicanos e independentistas. Hubo muchas banderas españolas y buen rollito, con un comportamiento colectivo sensato.  Alguien vio banderas con el águila imperial. La guerra de cifras respecto a los asistentes no llegó a llenar de sangre el rio, pero hay quien dice que fueron casi un millón y otros que solo treinta mil. Muchos, desde luego. Feijóo faltó, sin que su explicación apareciera como convincente. Estaban los que quiere que le voten, ¿no?

Pocos ministros del gobierno de Gaigé aguantan el desgaste, salvándose del contagio de la falta de aptitud y las torpes actitudes de las ministras comunistas-podemitas. Sobresale Ribera (Teresa), que puede apuntarse el mérito de haber conseguido frenar los precios de la energía y lanzar el proyecto del hidrogeno ducto que, ahora se sabe, llegará a Alemania. Lo anunciaron así Macron (Enmanuel) y Scholz (Olaf), en una declaración conjunta que tuvo lugar inmediatamente después que la reunión entre Sánchez y Macron en Barcelona, en la que se firmaron otros acuerdos, pero se silenció éste.

Por cierto, en Barcelona, Aragonés (Pere) se escabulló para no estar presente junto a los presidentes Sánchez y Macron cuando se interpretaban los himnos nacionales. Cada día que pasa, se le ve de menor tamaño político y, los que conocen bien lo que pasa en Cataluña, opinan que su liderazgo se tambalea a la par que la economía del pequeño no-nato país.

El fantasma de Pegassus sigue revoloteando por los cielos de Gaigé y Marruecos. Los diputados socialistas en la Cámara Europea no votaron a favor de censurar, por su falta de democracia, el régimen de Mohamed VI. Los populares se ausentaron del lugar. Gaigé, siempre  Gaigé.

Zelenski (Volodomir) exige tanques (léase carros de combate) a sus apoyos europeos y advierte que las palabras de ánimo, por sí solas, no le servirán para ganar la guerra. Es  más, si el apoyo de los Leopard europeos y sus superiores tecnologicos norteamericanos se garantizara ya, el invierno servirá para derrotar a Putin (Vladimir) antes que consiga recomponer su ejército.

Borrel (Josep), al tiempo que se felicita por la autonomía energética conseguida por la UE frente a Rusia -supongo posee información privilegiada- exhibe fortaleza.

En USA, la afición de sus Presidentes por llevarse a  casa papeles confidenciales, para leerlos con calma en el retrete y preparar sus memorias, compromete la reelección de Biden (Joe) y presagia un encuentro en los tribunales con Trump (Donald) para convencer al electorado del contrario sobre quién las cuenta más gordas.

 

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Cuentos para Preadolescentes (6)

22 enero, 2023 By amarias Deja un comentario

Todos conocéis bien el Cuento del mozo del martillo, porque os lo he contado varias veces, como ejemplo de lo cuidadoso que hay que ser a la hora de seleccionar las normas para conceder un premio, para evitar tener que otorgárselo  a quien no tiene mérito alguno, pero cumple las condiciones mejor que nadie.

Puede que esa sea una de las razones principales por la que muchos incompetentes han llegado a puestos de mucha importancia. No han quedado claras o la forma de selección de los más capaces o se han escogido las condiciones que deben satisfacerse de tal forma que solo uno de los posibles candidatos las cumple. Se puede decir que la decisión estaba tomada de antemano.

Así pasa en no pocos concursos públicos de méritos, o en adjudicaciones de contratos o para elegir a alguien para detentar un puesto muy relevante. Hasta no hace mucho tiempo, algunos de los cargos más importantes del Estado se otorgaban por el apellido,  se heredaban de padres a hijos, generación tras generación.

El Cuento que voy a contar no va exactamente en esa dirección, pero sucedió realmente y eso lo hace más divertido.

El mérito del culpable

Había una vez, en un pueblo no muy remoto, una familia muy pobre que, además, como suele suceder, era numerosa. Malvivían como podían, aprovechando las menores oportunidades para ir tirando.

Las temporadas mejores eran el verano y el otoño. Había frutas y hortalizas más que suficientes, que eran abandonadas al cierre de los mercados o podían ser recogidas, sin problemas, del suelo o de aquellas fincas cuyos dueños eran más tolerantes. El padre podía trabajar ocasionalmente de jornalero en las operaciones de siega o ayudando para realizar chapuzas a los vecinos.

En el pequeño huerto que era propiedad de la familia, se recogían algunos nabos, cebollas  y patatas que ayudaban a formar, con bastante agua y mucha buena voluntad, un puchero del que todos recibían su porción a diario.

Tenían una vaca que proporcionaba leche para sacar adelante los más pequeños y que, aunque algo coja y harto huesuda, aún servía para traer al mundo un ternero cada año y medio, más o menos.

A final del otoño, recogían del bosque castañas y ramas y en el invierno calentaban el cuerpo y el estómago con esos elementos que les proporcionaba gratis, la naturaleza.

La joya más preciada de esa precaria situación la constituía un cerdo al que nutrían, mal que bien, con los mondos de las patatas, los desperdicios del campo y cuanto entendían, por experiencias pasadas, que podría servir para engorde del agradecido animal.

Cada tarde, alguno de los niños mayores, por turno, sacaba el animal a pasear por los bordes de los caminos, atado con una cuerda. Por San Martín, como corresponde, el marraco, ya talludito, era sacrificado. Con su cuerpo se fabricaban los chorizos, morcillas, costillares y jamones que darían más sustancia al caldo y juego con el que combinar, en días extraordinarios, tubérculos y hortalizas.

Sucedió que, en un desgraciado día, Roberta, la niña que estaba entonces al cargo del paseo del animal, cuando aún no era apenas más que un recién destetado lechón, se hizo un lío con la soga que lo tenía sujeto y el cerdito se ahorcó con ella.

Hubo en la casa el disgusto que os podéis imaginar. Después de los lamentos, las recriminaciones y los gritos, se impuso el pragmatismo y asaron el lechón.

Todos se sentaron en torno a la mesa, mirando con avidez el tostado cuerpo el animalillo, mientras la madre procedía a separar un trozo para cada uno.

Apenas había iniciado la operación de disección, se oyó, rompiendo el silencio, la voz, alta y clara de Roberta:

-Para mí más, que fui la que lo maté.

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Cuentos para preadolescentes (5)

21 enero, 2023 By amarias Deja un comentario

Una fábula sobre las vecindades y sus riesgos.

Las águilas perdiceras y sus vecinos, los carboneros comunes

Ya sabéis que del comportamiento de los animales se puede aprender mucho. En realidad, de todo lo que nos rodea. Cada planta, cada animal, tiene una historia detrás, que habla de su evolución y sus adaptaciones para subsistir. Incluso los minerales y las rocas pueden transmitirnos enseñanzas muy valiosas, aunque desarrollar esto lo dejaremos para otro momento.

Acaeció que en una de las encinas más altas de la dehesa, anidó una pareja de águilas perdiceras que, como su nombre común indica, se alimentan sobre todo de perdices. Eran comienzos de la primavera, y la hembra estaba incubando dos huevos con los que confiaba cumplir con su obligación natural de prolongar la especie.

Un carbonero común -pajarillo que habréis visto multitud de veces, con plumas de un bonito color azul verdoso en  cabeza y alas, contrastado con el color amarillo del pecho en el que parece llevan una corbata-, que andaba buscando un buen lugar para instalar su propio nido, se fijó en el de las águilas, y se acercó para preguntar:

-Qué nido más hermoso y más bien construido tienes, compañera. ¿Te importaría si hago yo el mío junto al tuyo? Esta rama en la que está parece muy resistente y no te digo nada de las vistas que se pueden disfrutar desde esta atalaya.

-Haz como quieras -le contestó el águila-. Espero que no molestes mucho con tus cánticos. Mis pollos están a punto de salir del huevo y quiero que crezcan sanos y sin molestias.

El carbonero lo comentó con su pareja y, como eran jóvenes y sin experiencia, a ambos les pareció una oportunidad estupenda, tener tan fuertes y poderosos vecinos.

Así que se instalaron en la misma rama de la encina, entendiendo que su nido quedaba perfectamente camuflado detrás del de las águilas. Se sentian, además,  bien protegidos de cualquier acechanza o peligro, pues el gran nido del que eran vecinos actuaba de elemento disuasorio. Los linces, los ratones de campo, los zorros y  hurones, entre otros animales que eran un peligro para los carboneros, ni siquiera osaban acercarse a la encina.

Pasó algo de tiempo, y los dos pollos del águila perdicera salieron de sus huevos y estaban creciendo muy bien. Sus padres, con un trabajo y dedicación encomiable, traían perdices y codornices al nido regularmente, que sus cría desollaban y engullían ávidamente.

La pareja de pájaros carboneros crió siete avecillas que, gracias al denodado quehacer de sus padres, se desarrollaban también rápidamente. Se alimentaban de moscas y mosquitos y algunos coleópteros y ya empezaban a saborear los granos de trigo y avena que les aportaban al nido.

Los papás carboneros no desaprovechaban ocasión de presumir de sus vecinos y de las buenas vistas que, desde su nido, tenían de la dehesa.

-Son muy simpáticos y amables -argumentaban a los amigos que vivían ocultos entre las zarzas y los matojos-. Desde nuestro nido en lo alto, no se nos escapa nada de lo que pasa abajo.

-No sé, no sé -replicaban algunos, revoloteando rápidos tras las mariposillas y polillas, que se apresuraban luego a llevar a sus nidos en la espesura de los matorrales.

Cuando los volantones de perdicera estaban ya suficientemente grandes para abandonar el nido en un par de días más, sucedió que los humanos propietarios del campo, que era una reserva de caza, organizaron una gran batida. Los disparos de las escopetas sonaron desde el alba hasta después del atardecer, haciendo un ruido ensordecedor y continuo.

Era imposible dormir con tanto estruendo. Quizá lo peor fue que liquidaron casi todas, por no decir, todas, las perdices y codornices del campo.

Las águilas perdiceras, en consecuencia, no tenían nada que dar de comer a sus crecidos pollos, que tampoco estaban plenamente fuertes para volar por sí solos.

Así  que tuvieron una conversación muy seria con sus vecinos, los carboneros.

-Sabéis que nos hemos comportado hasta ahora como buenos vecinos -argumentó el macho de las perdiceras-. No tenemos tampoco queja de vosotros. Pero estos días son de grave crisis para nosotros. Por mucho que volamos de aquí para allá, no encontramos una sola perdiz ni codorniz con la que alimentar a nuestros hijos, a los que falta solo un último empujón de carne para que vuelen por sí solos y así vayan a otros campos alejados, donde encuentren con qué alimentarse por su cuenta.

Los carboneros vieron los nubarrones que se cernían sobre ellos.

-¿Habéis probado darles ratones, hurones o conejos? Hay muchos en este terreno-dijo la hembra carbonera. Al mismo tiempo, ordenó a su prole que dejara de piar por unos momentos.

-Lo hicimos, pero no les gustan. -fue la respuesta de una de las águilas al pertinente comentario-Están tan acostumbrados a las perdices que solo les apetecen aves. Y, la verdad, como nosotros mismos estamos débiles porque llevamos unos días sin comer, nos es muy difícil cazar a jilgueros, pardillos o trigueros, que son tan ágiles.

Y, convencidas de que no había por qué emplear más palabras para justificarse, con un violento movimiento de sus garras y picos, las águilas perdiceras cogieron las siete crías de carbonero y a sus padres y se los entregaron sin remilgos a sus hijos, para que comieran.

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Cuentos para preadolescentes (4)

20 enero, 2023 By amarias Deja un comentario

De momento, mantengo con mi nieta el  ritmo de escribir un Cuento cada día (de madrugada). Ella, agradecida porque la distraigo en el trayecto desde casa al Colegio, me dice que “le encantan”. Y esas escuetas palabras suenan a gloria en mis oídos.

Desmontando la Torre de Babel

En el reino de Cantoprimo, vivian felices. Al fin, tenían un proyecto común y solidario. La historia de ese país era muy compleja y, por ello, interesante. Si nos remontáramos a unos cuantos siglos atrás -tampoco muchos, porque los acontecimientos que forman parte del progreso de los pueblos, son relativamente recientes- los eruditos podrían sacar la conclusión de que, cuando sus habitantes estaban unidos, todos avanzaban. Unos más y otros menos, pero avanzaban todos. Si, por cualquier razón aparecían discrepancias, reales o inventadas, podían incluso enzarzarse en controversias interminables e, incluso, habían llegado a meterse en guerras terribles. No faltaban vecinos que les animasen a pelear, seguros de que así sacarían -ellos- provecho propio.

Seguro que sabéis el relato de la Torre de Babel, que es uno de los más curiosos de la Biblia. Los descendientes de Noé querían construir una torre muy alta que llegase hasta el cielo. Estaban en ello, y ya habían avanzado unos cuantos pisos (hay un cuadro muy bonito de un pintor holandés, Brühgel el Viejo que trata de recoger esa escena), Yahveh, que es como se llama a Dios en el Antiguo Testamento, se enfadó de la soberbia de aquellos a quienes había salvado del diluvio y lanzó un maleficio, o algo parecido, por el que empezaron a hablar lenguas diferentes y no se entendieron más, por lo que tuvieron que abandonar su proyecto y separarse.

Podéis pensar que este asunto de la Torre de Babel es un cuento, y no os faltará razón. La Biblia tiene bastantes cuentos o historias sacadas de la fantasía, lo cual no quiere en absoluto significar que sean inútiles. Al contario: se pueden sacar de ellas consecuencias muy interesantes. Son metáforas, parábolas, fábulas.

En Cantoprimo tenían una lengua común, que hablaban todos sus habitantes y, además,  compartían con millones de personas de otros países. En algunas regiones de Cantoprimo había unos pocos habitantes que hablaban incluso dos lenguas: una, la común, que dominaban y otra, especial para el territorio que, sobre todo por tradición familiar, se transmitía de generación en generación.

Aparecieron de pronto varios estudiosos sin mucho que hacer, algunos de ellos, con ganas de pasar a la posteridad como historiadores y decidieron que esa lengua especial del territorio, que hablaban muy pocos, había que convertirla en obligatoria en las escuelas, porque era el mejor reflejo cultural, una huella clara, de que sus antepasados habían sido sojuzgados y esclavizados por quienes habían impuesto una lengua común. Era una idea descabellada, pero encontró el apoyo de bastante gente y, sobre todo, de quienes aspiraban a tener el poder.

Así que se obligó a que todos los niños estudiasen y hablasen en esa lengua que estaba a punto de ser olvidada para siempre, salvo por los estudiosos de la evolución de las lenguas, como pasa con el latín, el griego y el sánscrito, por ejemplo. Si querías conseguir un empleo en la administración regional, además, deberías hablar perfectamente esa lengua, a la que como le faltaban muchas palabras, se le añadieron varios miles, inventadas, que se recopilaron en una gramática.

Al cabo de unas pocas decenas de años, en esa región particular de Cantoprimo, muy pocos en ella hablaban la lengua que habían tenido en común con el resto del territorio. Estaban contentos, de momento. La lengua actuaba de muralla, como una defensa para que ninguna persona de fuera de la región ocupara puestos de trabajo en ella, si no aprendía a la perfección ese idioma, parcialmente inventado.

Pretendían los dirigentes de esa región,  conducidos por un extraño espejismo, convertirse en un país independiente. Y estaban a punto de conseguirlo. Después de todo, argumentaban, había países aún más pequeños y con menos habitantes que eran reconocidos como uno más, en el concierto internacional.

Pero sucedió algo terrible. El impulso de la región decayó de pronto. Faltos del apoyo del Estado central, no tenían el mismo crédito que antes, no recibían los mismos importes de subvenciones. Sus productos pasaron a ser más caros y no competitivos. Además, cuando tenían que negociar algún contrato con otros países, incluso con empresas de otras regiones de Cantoprimo, debían hacerlo a través de intérpretes, lo que resultaba muy caro. Aún peor: sus profesionales, que tenían merecida fama anterior, la perdieron. Los mejores profesores de Cantoprimo renunciaban a trasladarse a esa región marginal, para no empeorar sus currícula.

Era la fábula de la Torre de Babel, solo que construida al revés. Los propios habitantes de la región habían decidido separarse de los demás. En un mundo en donde es importante la solidaridad, el entendimiento entre los pueblos y, también, en un escenario muy competitivo en el que, cuanto más fuerte el músculo, mejor, aquella región había decidido cortar amarras con el buque más grande.

Este es un cuento abierto. No tengo claro cómo terminará. Pero sí cómo desearía que terminara.

 

 

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Cuentos para Preadolescentes (3)

18 enero, 2023 By amarias 2 comentarios

Incluyo un Cuento que puede servir para comentar con preadolescentes.

Los dos pintores

En la clase de pintura, coincidieron dos muchachos que tenían ideas muy diferentes sobre esta disciplina, que es también, y por supuesto, un arte. No todo el mundo está igualmente dotado para conseguir obras aceptables y casi nadie , consigue realizar una obra maestra.

Cada vez está menos claro, además, lo que debe considerarse obra maestra, porque para calificarla así interfieren muchos intereses -marchantes, charlatanes, ocasiones, mentiras, etc.-. Como este es un Cuento, debemos aceptar que una obra maestra en pintura es aquella que todos, absolutamente todos -legos como eruditos- coinciden en valorar que es irrepetible.

Uno de los muchachos se llamaba Ambrosio y enseguida destacó como un virtuoso con los pinceles. Su capacidad para copiar con fiel exactitud lo que tenía ante sus ojos era maravillosa. Daba igual que fuera un paisaje, un bodegón con flores o sin ellas, el retrato de una mujer joven o el de un anciano, el parecido no admitía discusión alguna. Eran perfectos.

Sin embargo, si se le pedía que pintara o dibujara algo imaginario, su incapacidad, su falta de imaginación, su poca destreza para inventar,  resultaba evidente. Lo que salía de sus manos y de su cerebro era anodino, vulgar. Malo.

El otro muchacho se llamaba Rogelio y era muy inquieto. Pronto se cansó de recibir lecciones y, aunque siguió pintando, porque le atraía mezclar colores y presentarlos en un lienzo, no le preocupaba conseguir el parecido con la realidad. Al contrario, sus bodegones , paisajes o retratos -si así titulaba sus cuadros- eran simples manchas de vibrantes colores. Igual podrían asemejarse, con imaginación, a un cesto con cabezas de gatos que a una catedral con ángeles y demonios. Todo dependía de lo que el espectador quisiera ver en ellos.

Sea como fuere, ambos se dedicaron profesionalmente a la pintura. Es decir, pintaban para ganar dinero con el que vivir. Después de varios años, ya con mucha experiencia a las espaldas, coincidió que Ambrosio y Rogelio exponían en la misma ciudad, donde habían nacido, sus cuadros. Ambrosio, en la sala de Exposiciones del Centro Artístico municipal. Rogelio, como invitado especial del Museo de Arte Provincial.

Movido obviamente por la curiosidad, Rogelio fue  ver la exposición de Ambrosio. La forma de pintar de su colega, en esencia, apenas había cambiado. Eran cuadros de formato relativamente reducido, perfectos de ejecución. Colgados en las paredes, relativamente abigarrados, habría unos cincuenta. Los  vendía, en promedio, a unos 1.000 euros. Rogelio le compró cinco de ellos y, agradecido, Ambrosio le regaló uno: Una jardinera con petunias y rododendros, copia exacta de la que había florecido en el patio de su casa la primavera anterior.

Su mujer, que estaba a la entrada, recogió encantada el dinero, pues Rogelio pagó a tocateja.

-Ya enviaré a alguien por los cuadros, cuando clausures la exposición -dijo. Pensaba regalárselos a su jardinero.

Por supuesto, Rogelio invitó a Ambrosio a visitar su exposición, lo que éste hizo a día siguiente.

En el Museo de Arte Provincial, Rogelio tenía colgados siete cuadros. Eran de un tamaño que a Ambrosio le pareció gigantesco. El menor, tendría unas dimensiones de tres por cuatro metros. No parecían representar nada en concreto. Sus títulos tampoco ayudaban. “Variación Uno” a “Variación Siete”, podía leerse. Los precios no ofrecían, sin embargo, lugar a dudas. De 25.000 a 35.000 euros, sin que fuera posible adivinar la razón de las diferencias. Todos estaban vendidos.

Ambrosio no encontró muchas palabras de felicitación, tan sorprendido estaba.

-Te voy a presentar a mi marchante, Takao Mishina. Es un lince en la promoción de ventas, sobre todo, en el mercado oriental -anunció Rogelio con una amplia sonrisa.

Cuando volvió a su estudio-taller, Ambrosio se puso como loco a pintar las paredes.

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado como: cuentos, los dos pintores

Quincuagésima Crónica desde el País de Gaigé

17 enero, 2023 By amarias Deja un comentario

Adelantada la campaña electoral cuyos resultados decidirán los comicios del próximo mayo, las facciones políticas en Gaigé se afanan por reforzar sus opciones, en un escenario de evolución poco predecible.

Sucede que las opciones del ala conservadora -Partido Popular y Vox- aparecen sólidas (con el fermento mediático que les da un falso color de disidencia), frente a la debilidad del Partido Socialista para presentar una línea de continuidad ideológica con Unidas Podemos y el inconcreto proyecto de Díaz (Yolanda), aún Ministra de Trabajo del gobierno multicéfalo de Sánchez (Pedro).

Nada permite aventurar que sea posible la continuidad del actual gobierno sin contar, en el mejor de los casos, con los apoyos de los independentistas catalanes y los acomodaticios nacionalistas vascos.

El mosaico electoral de Gaigé revela la afición por acogerse a oportunismos sin mucho recorrido, huyendo de plantear temas de sustancia. La semana política ha terminado con la polémica que cubrió de reproches al vicepresidente de Castilla y León, García-Gallardo (Juan), militante de Vox por sus provocadoras declaraciones a favor de un protocolo de actuación que se pretendería imponer a los médicos ginecólogos que tuvieran que atender a gestantes que desearan abortar. Como sucede en Gaigé con frecuencia, el asunto se resolvió (mal) con desmentidos, acusaciones de interpretación tendenciosa y, por parte del Gobierno, desaforados intentos de convertir el caso en paradigma del caos que sobrevendrá si la responsabilidad de gobernar el país cayera en manos de una coalición de las derechas.

En Cataluña, el furor optimista oficial tras el pacto entre el Gobierno y ERC que provocó modificaciones en el Código Penal tendentes a despenalizar los delitos de malversación y eliminar el de sedición, el auto del superjuez Llarena (Pablo) renovando la orden de busca y captura de Puigdemont (Carles). ha supuesto un jarro de agua muy fría. El auto aprovecha, además, para destrozar jurídicamente los argumentos  con los que el Gobierno justifica la despenalización de la sedición, advirtiendo la desnudez con la que se deja al Estado ante insurrecciones no violentas.

La crisis por falta de acuerdo para renovación de los magistrados en el Tribunal Constitucional (TC), se resolvió utilizando el rodillo socialista, que aupó a Conde-Pumpido (Cándido) a la Presidencia, previo corte de mangas y puñetas a la candidata propuesta por los conservadores, la progresista Balaguer (María Luisa). De todas formas, el mal está hecho: la sociedad civil ha comprendido que el TC tiene un trasfondo sectario que compromete su obligada independencia.

El periódico más sesgado hacia el conservadurismo, el prestigioso ABC, lleva centrada dedde hace días su investigación sobre escándalos de coimas y sobornos en el otrora poderoso Alvarez Cascos (Francisco), que debió lucrarse ilegalmente en su etapa como vicepresidente de Gaigé y ministro de Obras Públicas. Quedaría por probar, en caso de que las investigaciones lleguen a puerto, si malversó caudales públicos para sí o para apoyar a su creación, el Foro Asturias.

Ganó por la mínima Arrimadas (Inés) sobre Bal (Edmundo), en el Congreso extraordinario para decidir el rumbo de Ciudadanos, evidenciando un partido roto, desarbolado, a la deriva. ¡Ciudadanos de Gaigé, buscad otro refugio si el equilibrio inestable os interesa, para el centrismo de chicha y limonada!

Desde el Gobierno, parece que abundan los motivos de jolgorio. La secretaria de Estado de Igualdad, Rodríguez “Pam” (Angela) se rio a carcajadas de los efectos de la ley del solo si es sí, calificando de pecata minuta las casi doscientas  rebajas de condenas a violadores que ha provocado, hasta ahora (“porque no son miles, las oleadas”).

Hay más materia, pero a este cronista se le agarrotan los dedos. Quizá debería comentar sobre las exequias de quien fue Rey de Grecia (Constantino, hermano de la Reina Sofía). que reunirán en Atenas al Rey Juan Carlos y a su hijo pequeño, don Felipe).  Dicen que Marichalar (Froilán), el nieto bailón y comunicativo del Rey exiliado va a acompañar a su abuelo en Abu Dahbi.

O tal vez corresponde escribir sobre la traición de Bolsonaro (Jair) al resultado electoral que dio la presidencia de Brasil a “Lula” da Silva. O sobre la afición a llevarse a casa papeles oficiales secretos de los presidentes norteamericanos, ya sean demócratas (Biden, Joe) o republicanos  (Trump, Donald)

Pero lo más importante fuera de Gaigé me sigue pareciendo la guerra en Ucrania, que nadie sabe cómo parar. Mi amigo Núñez (Jesús), experto en analizar conflictos, opina que con la primavera llegará la gran ofensiva rusa.

Publicado en: País de Gaigé Etiquetado como: Alvarez Cascos, Angela Rodríguez, Arrimadas, Balaguer, Conde-Pumpido, Edmundo Bal, Foro Asturias, Gaigé, García-Gallardo, Jesús Núñez, Pam, Rey Constantino, rey juan carlos

Cuentos para preadolescentes (2)

16 enero, 2023 By amarias Deja un comentario

Sigo con Cuentos para Preadolescentes.

El cofre de las tres llaves

Hace no mucho tiempo y en un país no muy lejano, los habitantes perdían mucho tiempo ideando formas de hacerse la puñeta. La mayor parte de sus acciones estaban regidas por la envidia.

A un pequeño grupo de expertos, eruditos y sabios, que habían viajado mucho y  vivido bastante  se les ocurrió una gran idea mientras estaban viendo las noticias.

-Hagamos popular un juego de comportamiento con unas normas sencillas pero no negociables -expuso el que tenía la barba con varios claros, porque se la había mesado mucho, tratando de aprender alemán-.

Después de muchas reuniones intercambiando opiniones y pareceres, revisando libros modernos y antiguos escritos en la propia y otras lenguas, redactaron un primer borrador. Cuando la inspiración se les iba, la buscaban en las estrellas y en bocadillos de chorizo. Finalmente, pasaron a limpio sus conclusiones en una libreta de argollas.

-Llamaremos a este invento, democracia -concluyó, ufano, uno de los sabios que, además, era cojo.

-Ese nombre…¿no será marca registrada? -se alarmó el más tiquismiquis de entre ellos.

-Presiento que hemos acabado la obra más importante que  verán  los siglos en nuestro país- dijo emocionado el más viejo, que no por ello era necesariamente el más listo-. Debemos conseguir ahora que se acepten como regla general.

Para no andarme por las ramas, resumo el asunto central del texto. En lugar de que cada uno hiciera lo que le viniera en gana en lo que afectaba o podía afectar a los demás, se debían aprobar unas reglas que todos debían cumplir. Y para evitar la mayor parte de los conflictos, se nombrarían tres autoridades, totalmente independientes entre sí. Cada una, con una función bien determinada.

Los ciudadanos elegirían cada cierto tiempo, sus representantes. Estos estaban encargados de revisar lo que había hecho el gobierno y podían redactar nuevas leyes que creyeran más convenientes para mejorar las  cosas por mayoría simple. Pero no podrían tocar la Ley fundamental salvo que estuvieran de acuerdo el 75% de ellos. Esa ley era una Norma marco que tenía directrices genéricas de funcionamiento del país, desde la forma de Estado, o la elección de los jueces y representantes, hasta los impuestos y todo eso.

Era clave el grupo de los más competentes jueces y expertos en derecho, que interpretarían los casos en que hubiera conflicto de intereses, Cuando emitían su resolución no se admitía discusión. Ellos no podían modificar las leyes, solo debían interpretarlas. Para llegar a ser juez había que estudiar mucho y tener gran experiencia.

En fin, para gobernar los asuntos de diario e impulsar las actividades del Reino, se elegirían periódicamente a los más capaces. Deberían proponer lo que pretendían hacer y tendrían que convencer a la mayoría que sus propuestas merecían la pena. Podían aprobar leyes en casos muy excepcionales, porque esa labor correspondía en general al Consejo de representantes. Tampoco podían interpretarlas como quisieran, porque esa labor correspondía a los jueces.

Con este bagaje, los sabios solicitaron audiencia al consejero del Rey y, cuando se la dio, fueron a Palacio con la libreta de argollas.

Estuvieron un buen rato explicando las  virtudes de su idea, tomando café con pastas y unas gotas de licor.

-A mi no me parece demasiado mal -reconoció el consejero del Rey, después de haberlos escuchado y ojeado la libreta-. Habrá que ver lo que piensa el Rey. Porque pasará a ser algo simbólico, como la bandera de los boy scouts o la fórmula de la  Coca Cola.

-No le demos muchas explicaciones -sugirió el más joven, que era muy sagaz-. Porque lo importante es que la inmensa mayoría de los ciudadanos aprueben este documento.

Se pasó el texto a limpio, con letra bastardilla. Para sorpresa general, el Rey le dio el visto bueno sin problemas (“Quiero vestir de uniforme de gala cada vez que salga de Palacio”, solo exigió).

Los emisarios y voceros del Reino se encargaron luego de recoger los votos de los ciudadanos, tanto de los que vivían en la periferia de los pueblos como de los que moraban en el mogollón central. Se hizo el recuento, y el ciento diez por ciento estaba a favor.

-Ahora guardaremos el original de esa Norma general en un cofre, con tres llaves, que se guardará en el Salón del Trono, junto a la espada del Campeador y la tiara imperial que perteneció a Carlomagno. No tendrá validez ninguna copia.

Dieron una llave a cada una de las tres personas más importantes del Reino. Una, al jefe de los jueces, el doctor Maximiliano Enfiteusis . Otra, al representante de la mayoría de los representantes, Labio de la Pera. Y la tercera, se la dieron al que era entonces jefe de Gobierno, Buenaventura Alpasar.

Todo fue bien al principio. Transcurrieron cuatro decenas de años, esto es, varias generaciones.  El jefe de los jueces, Enfiteusis, se había jubilado, y su sucesor, también, y luego otro y otro más. Ahora mismo había un triunvirato de jueces que no eran precisamente amigos.

El representante de los representantes fue sustituido tan pronto se produjeron elecciones y así se sucedieron varios hombres y mujeres que no duraban mucho tiempo en su posición y, además estaban convencidos de que los jueces tenían demasiado poder.

Por el mismo tiempo, el gobierno se convenció de que había que controlar a los jueces y poner coto a las interferencias de los representantes. Ellos se consideraban capaces e independientes.

Los días se pasaban en medio de discusiones, arreciaban los insultos, los descréditos, las sospechas. No era raro que se llamaran necios, antidemócratas, chorizos, imbéciles o fascistas.

Un día, uno de los jueces menores, ordenando papeles en su despacho, descubrió en un cajón del escritorio una llave con una forma curiosa que no encajaba en ninguna cerradura. Como la llave tenía impresa la corona real, se la entregó al actual consejero del Rey, que estaba entretenido pasando a limpio el discurso de Navidad de los años pasados.

El consejero del Rey no tenía ni idea de para qué podía servir, así que se guardó la llave en el bolsillo. Cuando mudó los pantalones, su mujer la encontró y, como no le encontró utilidad, se la cambió a un buhonero por un tinte para el pelo.

Qué casualidad. Unos días más tarde, la limpiadora de la Casa de los representantes, haciendo limpieza general, halló una llave muy curiosa en el falso fondo de un cajón. La dejó sobre una mesa y,  sin darse cuenta, al pasar el paño de sacar brillo, empujó la llave a la papelera. El ujier encargado de meter en la incineradora los residuos, vio brillar algo, encontró la llave, la cogió y, como no tenía ni idea de para qué podría servir, se la cambió al buhonero por una campanilla antigua de becerra.

El jefe de Gobierno, que estaba recién elegido, vio en una metopa colgada de la pared una llave muy curiosa. Le pareció un regalo adecuado para el Rey (que era el nieto del primero de este cuento). Se la mandó por un motorista junto a una nota de cortesía: “Espero que le sirva para algo”

Cuando el consejero del Rey, que abría todas las cartas que llegaban a Palacio, vio la llave, entendió que era muy parecida a la que había guardado en el bolsillo hacía días. Preguntó a su mujer y ella le dijo que se la había entregado al buhonero a cambio de una bagatela.

Por fortuna, el buhonero no andaba lejos. El consejero real se puso muy contento al ver que tenía tres llaves muy iguales. Y le dijo al Rey que podían hacer con ellas un colgante o algo parecido.

-Estas llaves deben tener algún significado -murmuró para sí el Rey, que había estudiado numismática en el Oriente y estaba guardando recuerdos de la monarquía, por si venían mal dadas.

Así que las noches siguientes se dispuso a buscar por todo el Palacio alguna pista sobre la llave. Por eso encontró en el sótano, cubierto de telarañas, el cofre. Probó las llaves, dio una y mil vueltas a cada una, pero el cofre no se abría.

Con indudable disgusto, se lo dijo al consejero real.

-Encontré un cofre en los sótanos y las tres llaves encajan, pero no conseguí abrirlo.

Allá fueron el Rey y el consejero real. Como, en efecto, no consiguieron abrir el cofre, el consejero fue a buscar un bote de K2R y echó un buen chorro sobre la cerradura y las tres llaves.

El cofre se abrió. Dentro, bastante bien conservado, estaba el texto original de la Norma Universal.

-Mejor lo volvemos a cerrar y tiramos las llaves al mar -propuso el consejero.

Y así lo hicieron.

 

 

 

 

 

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias

Cuentos para preadolescentes

12 enero, 2023 By amarias 1 comentario

Una de mis nietas, que tiene que soportar el viaje diario desde su residencia en el centro de Madrid al colegio de La Moraleja, me pidió que, para distraerla en el trayecto, le envíe un cuento. Lo que empezó siendo un juego, se ha convertido en rutina y apenas son las 7h30 de la mañana, ya recibo un mensaje de mi nieta, por si fuera necesario recordarme que está a la expectativa.

Para el caso de que haya algún abuelo que precise estimular su imaginación, aquí van algunas de las historias que llevo inventadas.

La joya más valiosa

Había en un pueblo que llaman Villacuadrada, una mujer viuda, ya con algunos años, a la que la pensión que recibía le daba justo para ir tirando.

Tenía una hija, Ana Marilde, que estaba preparando su boda para dentro de unos meses. Para festejar la situación, pensó en regalarle una joya que tenía en gran estima y, por ello, sacó de una cajita en la que guardaba recuerdos muy preciados -un mechón de pelo de su primer hijo varón, fallecido de una enfermedad rara a los dos años, el primer diente de leche  de Ana Marilde- un broche dorado que tenía engastada en su centro una piedra preciosa.

-No se por qué te molestas, mamá -le dijo la hija-. Se lo mucho que aprecias esa reliquia de tu juventud.

-Pero. si tanto te empeñas …-se corrigió sobre la marcha- vayamos a un tasador amigo para que valore esta joya y así sabremos cuánto vale tu regalo, por si algún día tengo que ayudarte económicamente.

Cuando el tasador tuvo en sus manos la pieza, la miró por todos lados, la observó detenidamente bajo la lupa y concluyó, meneando la cabeza:

-Tengo que darles la mala noticia, señoras, que este broche es falso. No vale nada. La piedra es un cristal torpemente tallado y el metal no es oro, sino latón.

Salieron de la oficina del experto muy decepcionadas. La hija, que llevaba el broche en la mano, hizo ademán de tirarlo en una papelera.

-No hagas eso -le atajó su madre-. Ese broche es muy valioso.

-No digas tonterías -replicó la otra-. El tasador acaba de decirnos claramente que es una baratija.

La madre, con el broche en su mano, le explicó, mientras una lágrima se deslizaba por sus mejillas.

-Tu padre me regaló ese broche cuando se me declaró. Desde entonces, lo he conservado como testimonio de su cariño. Puede que para el tasador y para muchas otras personas, no tenga ningún valor. Pero, para mi, tiene el valor de la joya más preciada del mundo.

La hija se quedó callada un buen rato. Luego, cogió de la mano a su madre, y caminaron juntas.

El pollito obediente

Por los veranos, aquella familia abandonaba la ciudad y se iban a pasar una temporada al campo, a la finca en la que vivían los abuelos. El papá venía cada dos semanas desde la ciudad. Llegaba el sábado, ya muy tarde, traía pasteles y alegría para todos, pues su presencia significaba gozar de mayor libertad, aunque el domingo por la noche o, a más tardar, el lunes a primera hora, debía marcharse para la fábrica, dejando tras de sí olor a tabaco y algunas lágrimas.

Un fin de semana, en lugar de pasteles, el padre trajo consigo una docena de pollitos, muy apretados en una cajita de carbón. Fue un revuelo para todos, especialmente para los niños y los abuelos.

Los abuelos protestaron mucho:

-Estos pollitos no traerán más que problemas. No tienen ni una semana. Necesitan calor, comerán mucho y lo ensuciarán todo. Además, es seguro que la mayoría se malograrán o se los comerá el gato.

Los niños estaban encantados. El papá repartió los pollitos en tres cajas, conectó bombillas para darles calor y compró un saquito de pienso. A la noche del domingo, se despidió muy ufano, dando instrucciones:

-Cuidad de los pollitos. En un par de meses, se habrán hecho grandes y estarán muy sabrosos en pepitoria.

Los niños se aplicaron a cuidar de los pollitos. A la semana, advirtieron que uno de ellos, tenía un comportamiento singular. Abandonando la pollada, cuando se disponían a abandonar el cuarto donde los tenían confinados, aquel pollo seguía a los niños.

Lo llamaron Federico.

Cuando los pequeños se preparaban para salir de paseo, por ejemplo, bastaba con que pronunciaran desde el jardín el nombre de Federico, el animalito se iba tras ellos. Si Federico estaba en la azotea y ellos en el porche, aquel pollo se lanzaba sin temor al riesgo, aleteando penosamente hasta aterrizar junto a ellos.

Los niños amaban a Federico y no se preocuparon demasiado de que los demás compañeros de su  camada fueran cayendo, poco a poco, para sazonar el arroz o completar un aderezo de patatas fritas.

Federico sobrevivió, sin embargo, protegido por todos. Era un pollo sabio, singular. Tenía afecto por los humanos, entendía su lenguaje.

Federico para aquí, Federico para allá.

Cuando se acabaron las vacaciones de verano y llegó la hora de volver a la ciudad, el mayor de los niños quiso dar instrucciones precisas a sus abuelos:

-Cuidad de él. Cada semana os preguntaré cómo está. Y por la primavera, cuando lleguen las vacaciones de Pascua, le enseñaremos más cosas.

-Tenemos otras cosas que hacer, más importantes que vigilar un pollo. Antonia se encargará.

Antonia era la chica del servicio. Una muchacha bien dispuesta, divertida y con algo de retranca.

Todas las semanas, los niños recibían puntual información sobre Federico. Comía bien, crecía, no tenía enfermedades y, desde luego, seguía atendiendo cuando se le llamaba.

Llegaron las vacaciones de Pascua y, cuando pudieron ir al pueblo de los abuelos, les faltó tiempo para preguntar dónde podían encontrar a aquel ave tan sabia.

Pero Federico no aparecía. En realidad, los abuelos no tardaron mucho en reconocer que, hacía ya uno o dos meses, Federico había pasado a mejor vida (si se puede decir así), atropellado por un camión, al que pretendía seguir, con toda la rapidez que le conferían sus patas de pollo tomatero bien alimentado. Antonia había recuperado su cuerpo y lo había aprovechado en un delicioso guiso con patatas.

Los niños protestaron mucho, afearon que se les hubiera estado mintiendo sobre el verdadero destino fatal de Federico. Amenazaron con estar una semana sin comer o, al menos, varios días.

Pero su abuelo les dijo:

-Haced como queráis. Pero recapacitad que Federico era solo un ave de corral. No tenía más inteligencia que la de un pollo y si acudía cuando le llamábais era porque se acostumbró a que le diérais un pellizquito de miga muy sabrosa. Por cierto, su carne, según Antonia, resultó deliciosa.

Al cabo de unos días, Federico era solo una anécdota de verano y, por supuesto, cada año surgían otras.

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias

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