La sombra centenaria de un olivo
me recoge con arrullos de alegría
y me ensancha la serena paz del día
alzando la consciencia de estar vivo.
Del pasado que llevo estoy cautivo
pero esta calma en la soledad sombría
pone a mi calentura compresa fría
y me regala las fuerzas con que esquivo
saber que en la quietud tristeza crece.
Potente trino de alondra estrena alas
al impulso de amar que emprende el vuelo
y consciente que el tiempo ya anochece
bajo de golpe todas las escalas
volviendo a tierra caído desde el cielo.
(Con las mismas rimas que el Soneto de Miguel Hernández “Sonreir con la alegre tristeza del olivo”, al que está dedicado)
@angelmanuelarias (Soneto 49 del libro “Sea por Instinto”.)
Tengo en imprenta el libro “Sonetos desde el Hospital”, en el que incluyo 12 láminas a todo color que son reducciones de otros tantos de mis dibujos y que espero tenga un éxito razonable.
El zorzal charlo (turdus viscivorus) de la fotografía fue una de las aves que pude fotografiar desde el exterior de la verja en una frustrada visita al Observatorio ornitológico de Villafáfila, que estaba cerrado.
No puedo menos que lamentar el poco apoyo que recibe ese magnífico lugar, en principio, para la observación de aves, y que ha visto en los últimos años, reducido su personal y limitado a un único día y en horas intempestivas el horario de visita. Lo que sería un acicate estupendo para impulsar la castigada economía de la zona, se ha vuelto en un recinto disuasorio para los amigos de la contemplación y estudio de la avifauna, ya que lo más probable es encontrarlo cerrado.
El zorzal charlo es mayor que el mirlo, distinguible del zorzal común por las grandes manchas pardo negruzcas de la zona ventral. Aunque más habitual en zonas montañosas y boscosas, este animal ha elegido, a lo que parece, la zona húmeda y su arboleda circundante de la laguna de Villafáfila más inaccesible. Las manchas del zorzal común, muy parecido (de menor tamaño) están más alineadas y tienen forma de “uve”