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Archivo de marzo 2022

Destellos de esperanza en la barbarie

30 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

El deseo de que termine cuanto antes la barbarie que desencadenó la ambición de Putin (con la aquiescencia, no podemos olvidarlo, del Kremlin) hace concebir algunas tenues esperanzas a partir de la reunión mantenida en Ankara, el 29 de marzo de 2022, entre representantes de ambos beligerantes.

El secretismo acerca del contenido de ese encuentro, no ha impedido que la imaginación de algunos comentaristas hable de apertura de una ventana de esperanza hacia el final de la guerra. Por el contrario, otros analistas de los despojos de información, interpretan que Putin trata de reorganizar las huestes invasoras, para preparar un ataque más efectivo, debido al alto número de víctimas en propio bando (se calcula que superan los 20.000 soldados caídos en el campo de batalla) y a la insospechada resistencia ucrania.

Con el devenir de la guerra, algunos nombres de los resistentes ucranianos han surgido como protagonistas especiales de la heroica defensa. El alcalde de Mariúpol, Vadym Boichenko, brilla con luz propia en el escenario de la desgracia. En una entrevista en directo, reconocía que “estaban en manos de los ocupantes” y pidió una evacuación completa de la ciudad, que albergaba a más de 400.000 habitantes antes de la masacre, y que ahora -los que no han podido marcharse- se encuentran en condiciones de máxima precariedad, sin alimentos, agua, aunque remisos a perder del todo la esperanza.

Otra imagen inolvidable es la de la viceprimera ministra Iryna Vereshchuk, que exige a las fuerzas de ocupación que cumplan sus compromisos y mantengan los corredores humanitarios (Ucrania ha pedido a los rusos tres vías de escape para la población civil, atrapada en poblaciones sin salida, pues las carreteras y caminos están destrozadas o son nicho para francotiradores de ambas fuerzas militares.

Las imágenes de las ciudades asediadas son desoladoras. A los escalofriantes testimonios que ofrecen las ruinas, los escombros, la destrucción, de los. hasta hace pocos días, lugares de disfrute, trabajo y cultura, se unen, en una sobreposición que mueve a la emoción sin límites, las emocionantes visiones de los pobladores de esos jirones de desgracias. Ancianos que se resisten a abandonar los sitios en donde esperaban terminar sus días con las mieles del descanso merecido, con sus hijos y nietos; cuerpos yacentes sobre las aceras, abatidos por francotiradores de cualquier bando; algunas mujeres que dicen haberse quedado para cuidar de alguien enfermo.

Pero no sólo. En algunas plazas, desafiando el dramatismo de la situación, haciendo caso omiso de las alarmas, ignorando las bombas, el ruido de los disparos, algunos intrépidos organizan lo que parece una improvisada fiesta callejera, con la que pretenden -seguramente- animarse ellos mismos, robustecer la sensación de que todo es parte de una pesadilla que acabará pronto y recuperarán el hilo conductor con la vida que llevaban.

El paso cruel del tiempo sin encontrar soluciones para detener esta guerra, como sea, no debe impedir que mantengamos el espíritu atento para condenar esta barbarie, y hacerlo sin paliativos. No debemos dejarnos vencer ni convencer por argumentos que indican que la acción de Vladimir Putin ha sido, en parte, provocada, por la incomprensión manifestada por Occidente hacia su marginación.

Putin es culpable. Sin paliativos. Seguimos sin tener claras, dos cosas: si esta guerra terminará, y pronto, con un alto al fuego, un armisticio y pactos que tranquilicen la ambición del oso ruso sin hacer demérito de la defensa de su territorio y honor de los valientes ucranianos.

Pero lo más importante, una vez que el humo de los cañonazos de esta guerra medieval se disipe, es saber qué pasará con Putin y con Rusia. El primero ha demostrado su iniquidad y, sin duda, volverá a intentarlo con más medios y más resolución ante la resistencia; todos estamos amenazados. La segunda, ha perdido posición en el mapa geopolítico, precisamente por haber querido ocupar el centro de la atención mundial.

Me pregunto, cuando oigo a Macron (el líder francés en campaña) criticar que el presidente Biden ha cometido un error al propugnar que Putin no forma parte del futuro de Rusia, y que eso complica sus conversaciones con el sátrapa ruso, qué es lo que se pretende. ¿Pedir perdón por su felonía? ¿Señalar a los ucranianos como culpables de haber ofrecido tamaña resistencia?

Publicado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Ucrania Etiquetado como: Iryna Vereshchuk, Macron, Mariupol, Putin, Ucrania, Vadym Boichenko, Zelenski

Octava Crónica desde el País del Gaigé

29 marzo, 2022 By amarias 1 comentario

El parón o huelga de los autónomos del transporte -sutileza semántico-legal que hemos aprendido a no distinguir gracias a las explicaciones proporcionadas desde el Ministerio correspondiente de Gaigé-, que lleva ya dos semanas paralizando la entrega y recogida de mercancías vitales para la economía, se mantiene al 29 de marzo de 2022. Argumentan que, con la subida de los precios de los combustibles y la rigidez de funcionamiento del sector dominado por las grandes compañías), poner en movimiento los camiones que son su fuente de sustento implica entrar automáticamente en pérdidas.

Resulta incomprensible que, aún reconociendo que la mayoría de los desplazamientos de camiones son realizados por propietarios directos de los vehículos, las negociaciones con la Administración para que aquellos vuelvan a sus puestos, no se estén realizando con ellos, sino con la patronal del transporte, cuya representación no conceden los huelguistas. Finalmente,  el Gobierno ha comunicado que se subvencionará directamente con veinte céntimos el litro de combustible (¡para todos los usuarios!), una medida insuficiente según los reivindicantes, que no deponen la actitud.

Hasta el momento, sin embargo, son pocas las mercancías de primera necesidad que se echan de menos en los anaqueles de los comercios de alimentación, pues se está echando mano de los stocks de seguridad. El domingo pasado, día 27, faltaba leche (de vaca) en buena parte de las abacerías de Madrid y, por ello, los tenderos y sus empleados aconsejaban sustituirla por leche de soja.

Mucho más grave es la situación en los establecimientos industriales en donde se están agotando las materias primas que sostienen su producción. Los ganaderos, al no recogerse la leche del ordeño, se ven obligados a tirarla. Se pierden irremediablemente mercancías perecederas.

El alto coste de la energía está tambaleando la rentabilidad de otros sectores. La siderometalurgia, como gran consumidor, es el sector quizá más afectado. Los armadores pesqueros no salen al mar porque, también, esgrimen que los altos costes del gasoil hacen irrentable poner en funcionamiento sus barcos. Entre los restauradores cunde también el temor a tener que cerrar sus negocios. Muchos pequeños empresarios (pero no solo) ven el inmediato futuro con honda preocupación. Si bien se atribuye a la guerra de Ucrania el desbarajuste energético, no cabe imputarle en exclusiva esta desgraciada situación -cuyo final no es previsible en lo inmediato-.

Se trata, sin duda, de una situación muy compleja que exigiría coordinación y apoyo entre representantes políticos. La inflación va camino de los dos dígitos, aunque se tiene oficialmente confianza en que remita la tendencia galopante antes de final de año, si se llega a un acuerdo de suspensión de la guerra y los efectos de la pandemia (oficialmente superada) son restañados al ritmo que se había pronosticado antes de que todo se complicara.

Por otra parte, los problemas del rey de antes no se evaporan, al contrario. Ahora su caso está pendiente de los Tribunales de Londres, debido a una denuncia de su ex amante de mobbing o algo parecido. Puesto que don Juan Carlos carecería de inmunidad cuando presuntamente se cometieron tales actos, aunque ante la Justicia española se ha dado el carpetazo al asunto de las comisiones, el retorno del monarca sin corona de Abu Dahbi se retrasa.

Publicado en: Actualidad, Energía, España Etiquetado como: Abu Dahbi, armadores, energía, Gaigé, huelga, Ministro de Transporte, parón del transporte, rebaja precio del combustible, rey juan carlos

La energía no es cara solo por la guerra en Ucrania (y 2)

28 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

La guerra en Ucrania, cuya duración y, sobre todo, sus efectos, se hacen más imprevisibles a medida que pasan los días, han puesto de relieve una oculta fragilidad del mix energético español. El principal aspecto de esa debilidad se muestra en la dependencia del gas argelino – y en el excesivo énfasis puesto sobre las llamadas energías alternativas, a despecho de la posible utilización de las centrales nucleares (aún en período de su vida útil y consideradas energías limpias en los más recientes documentos comunitarios) y de las centrales de ciclo combinado.

Esta situación que conduciría, como se diagnosticó por expertos del sector, a desequilibrios económicos y de aprovisionamiento en el suministro de la energía primaria, que se traducirían en incrementos de costes indeseables en la electricidad, aunque también en sectores indirectamente relacionados, como el transporte.

Una de las paradojas más evidentes se encuentra en la prohibición del Gobierno, desde el Ministerio de Transición Ecológica,  que ha reiterado su posición contraria al fracking, esto es, la extracción de hidrocarburos mediante fracturación hidráulica (gas de esquisto de esquisto). Mediante esta técnica, totalmente desarrollada, se inyecta agua a presión en las rocas, para liberar el gas. La resistencia ecologista, a la que el Ministerio viene concediendo mayor credibilidad, ha puesto el énfasis en los costes ambientales, en contradicción con los criterios expuestos por los ingenieros y geólogos (especialmente, en este caso, los expertos en esta técnica, los ingenieros de minas, Angel Cámara y el fallecido Fernando Pendás), que estiman que se podría abastecer del orden del 10% del consumo de gas aprovechando las reservas existentes en Álava y otras zonas del Norte de España, algunas insuficientemente exploradas.

En la edición del 21 de marzo de 2022, el decano del Consejo Superior de Ingenieros de Minas, expone (en un artículo que firma Almudena  Martínez-Fornés)  que en el subsuelo de España hay unos 1,3 billones de metros cúbicos de gas por extraer, que supondrían 40 años de consumo al ritmo actual y que no se están poniendo en valor “por razones políticas”, habiendo ahogado un debate  científico o académico” y forzando al abandono de interesantes proyectos, con inversiones ya realizadas. La factura de importación en 2022 de hidrocarburos superó los 46.000 millones de euros, , de los que más de 9.000 millones correspondieron al gas.

Contrasta la situación, cuyo fundamento técnico y económico es injustificable, con la decisión de Estados Unidos de volcarse en la recuperación del gas de esquisto, convirtiéndose en exportador y convirtiéndose, al menos en los dos primeros meses de 2022, en el primer suministrador a España, (33% del gas importado) por encima de Argelia, cuyas entregas se han visto afectadas por el conflicto con Marruecos que, además, aparece incluso más complejo después de la decisión política adoptada en marzo de ceder en el apoyo a los saharauis, abandonándolos a la ambición expansionista de Marruecos.

Inconcebiblemente, la cuestión ha pasado a ser considerada un elemento de la disputa ideológica.  El Partido Popular se plantea presentar un recurso al decreto del Ejecutivo sobre medidas de recuperación, abogando por el aprovechamiento de minerales críticos (uranio, wolframio, litio, tierras raras) y modificando la Ley del Cambio Climático y Transición Energética, además de en la recuperación de la producción de energía con base nuclear, que, como es sabido, es el principal recursos energético utilizado por Francia, lo que le proporciona una envidiable autonomía en este sector.

 

 

Publicado en: Actualidad, Energía, España, Guerra en Ucrania Etiquetado como: Almudena Martínez-Fornés, angel cámara, energía nuclear, fernando pendás, fracking, Ley del Cambio climatico, Teresa Ribera

Hacia la postguerra en Ucrania

26 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

La guerra en Ucrania atraviesa por una fase, sin duda, diferente. El empático Zelenski anuncia el 25 de marzo de 2022 “avances significativos en el frente”, dando a entender que, al menos en algunos puntos de combate, el improvisado Ejército ucraniano está doblando el brazo en algun sentido, a las fuerzas rusas, cuya descoordinación, desde el punto de la estrategia militar parece por momentos demasiado evidente para ser creíble.

Podría ser, más bien, la consecuencia de que la guerra se está prolongando demasiado y alguno de los apoyos del sátrapa Putin se están debilitando, como lo confirma la deserción de Anatoli Chubais, enviado del Kremlin como representante para negociar acuerdos sobre el cambio climático, que, además de figurar en el equipo de confianza del dictador, fue asesor económico de Yelsin en los 90 e incluso tiene en su currículo el baldón de haber sido anterior jefe del actual presidente ruso. Chubais cogió las maletas y se largó, junto a su esposa, de Rusia.

He leído, con la atención debida, un escrito del ex ministro de Exteriores español, Josep Piqué, cuyos análisis lúcidos sobre geopolítica siempre me han parecido interesantes, además de excelentemente documentados. Se extiende en su artículo del 24 de marzo, que titula “Preparar la posguerra” (Mis apuntes sobre el escenario después de la invasión), después de reconcoer que el desenlace final de la guerra es aún muy incierto, en un argumento que viene exponiendo desde hace varios de sus ensayos sobre el tema, y es que Putin “ha perdido la guerra”.

Se refiere, obviamente, al personaje y las razones de esa afirmación, totalmente compartibles, apuntan a la increíble orden dada por Putin de la invasión de un país libre y democrático, utilizando burdas artimañas y enviando a un Ejército poco preparado y nada concienciado de su labor de purga y arrasamiento de un país hermano, en contra de la opinión internacional y de la creciente contestación en su propio feudo.

Da por supuesto Piqué la continuidad terrestre de la guerra en el Donbás y Crimea y la pretensión de controlar el mar de Azov, que Putin querrá mantener en caso de negociación de un armisticio. Pero la integridad de Ucrania, indica el politico, debe mantenerse y corresponde la decisión solo a los ucranianos, lo que conduce a un referéndum en el que sea la población afectada la que opine sobre el particular.

No voy a glosar aquí el artículo completo, cuya lectura no dudo en sugerir, para poner el énfasis en la propuesta de que el marco para cooperación con Rusia (eliminado de la escena Vladimir Putin, en operación que, dado el diplomático conducir de Piqué no puede ser otra que su dimisión o la destitución por el Kremlin) es revitalizar los acuerdos de Herlsinki. por el que se constituyó en 1975 la Organización para la seguridad y la Cooperación en Europa (la OSCE, antes CSCE). Esta asociación para la convivencia, creada en plena guerra fría, funcionó hasta la intervención rusa en Georgia -en 2008- y murió en 2014 con la anexiónilegal de Crimea.

Es muy evidente que la situación de tensión con Rusia no puede mantenerse y, descartada, como afortunadamente parece, una escalada que conduzca a la tercera guerra mundial, a pesar de que China sigue mirando hacia otro lado y que el envío de armas, material, ayuda humanitaria (y ahora también, equipos de alta tecnología para interceptar comunicaciones, hackear redes y localizar efectivos militares, incluída la captación de misiles y su destrucción preventiva) por parte de la OTAN y la Unión Europea ha aumentado significativamente.

Putin puede seguir pensando que apretar el botón nunclear es una opción pero sus asesores del Kremlin están cada vez más lejos de imaginar que esa opción es factible. Solo un enajenado puede creer que esa es una forma brillante de terminar el conflicto. No puedo menos de indicar, desde mi modesto coleto, que la estúpida proliferación de armamento nuclear en el mundo ha supuesto embarcarse en un juego peligroso que ha pretendido ignorar la ley de la guerra: “El armamento que se tiene está para usarse algún día. Si no es en agresión a otros, será en defensa”.

No está esa máxima en el libro de Sun Tzu (Arte de la guerra) y a lo mejor no se atrevió nadie a formularla de forma tan agresiva, pero así lo veo yo, incluso como argumento para no actuar como buenista pacifista si no se quiere, algún día, ver al propio país atacado y sojuzgado por ambiciosos sin escrúpulos.

En fin, la asignatura de la agresión rusa a Ucrania no terminará con un armisticio, ni con una tregua, ni siquiera con un acuerdo post-guerra. Estoy de acuerdo con Josep Piqué en que hay que reintegrar a Rusia en una Alianza donde todos nos sintamos cómodos y renunciemos -al menos, por un tiempo largo- a tirarnos bombas a las cabezas. Hay que poner el cascabel a ese gato, y Putin nos sobra.

Publicado en: Actualidad, Europa, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania Etiquetado como: Anatoli Chubais, Josep Piqué, OSCE, Ucrania, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski

La guerra en Ucrania moviliza los afectos del mundo occidental

25 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

Cuando la guerra en Ucrania se prolonga por un mes y un día (la ominosa invasión rusa tuvo lugar el 24 de febrero de 2022), es necesario hacer una clarificación de la situación, tratando de incorporar el análisis de lo que pueden ser más que matices, para valorar correctamente la situación.

Quizá lo más sorprendente es el reconocimiento de Rusia de que no se plantea nuevos objetivos militares. Después del arrasamiento inhumano de Mariúpol, y haber destruído innumerables edificio públicos y privados y causado miles de víctimas, el Kremlin parece dar por conseguidos sus propósitos y anuncia la disminución de la presión sobre el territorio invadido (recojo la declaración con toda reserva, que están difundiendo apenas hace media hora cuando escribo esta Crónica, los medios internacionales).

No será todo tan sencillo. Por una parte, y dando credibildad a las informaciones que llegan del campo de lo agredidos, las tropas ucranianas han recuperado terreno en Kiev, alejando a los rusos a más de 30 km y consiguiendo cercar a 4.000 soldados del Ejército invasor.

La solidaridad internacional a favor de Ucrania y del versátil líder Zelenski alcanza cotas muy emotivas. El Presidente Biden se ha acercado a Polonia para manifestar su apoyo a los refugiados que huyen del país arrasado por el déspota, El aislamiento de Putin es total si nos referimos a la Unión Europea.

Desde la OTAN se apoya a Ucrania con ayudas humnanitarias y material bélico, aunque procurando que esa intervención parezca indirecta. Se ha pedido a China (de momento, sin aparente resultado positivo) que no apoye a Rusia en su invasión  y “promueva una solución pacífica, defendiendo el orden internacional, absteniéndose de cualquier acción que ayude a Chuna ” -aunque no han indicado expresamente que “condene la guerra”.

Se continúa ejerciendo presiones económicas “sin precedentes” (en expresión del secretario general de la OTAN, el noruego, Jens Stoltenberg) y, aceptando por buena la dramática observación de los servicios de inteligencia de Estados Unidos que advierten de que Putin estaría preparando ataques con armas químicas, con misiles espceciales y bombas termiobáricas, concentrándose en el control del Este de Ucrania antes de ofrecer la negociación para parar la guerra.

Hemos asistido con emoción a las manifestaciones de solidaridad de multitudes en casi todas las ciudades importantes de Europa y algunas de Estados Unidos. “Stop de World” y “Putin, Hitler” son gritos de repulsa unánimes. Las miradas hacila la población rusa para que se exprese claramente contra la masacre sin sentido, se tornan confiadas en que -en un plazo corto- Putin pierda el apoyo actual.

Incluso algunas voces puntuales -siguiendo la línea del senador republicano Lindsey Graham, que proponía, ya a principios de marzo, el “asesinato de Putin” como solución a la guerra, expresión temperamental de sentimientos que fue de inmediato rechazada por la oposición en el gobierno, como impropia de un pueblo que “defiende los valores éticos y la vida humana” (lo que no deja de tener también una connotación cínica).

Mi apreciación actual es que la guerra continuará durante semanas, sin llegar a un alto al fuego. Seguirán muriendo soldados de ambos lados. En el caso de los ucranianos, en que la población masculina de 18 a 60 años está movilizada forzosa (calculo que serán más de diez millones de hombres) no puede hablarse de población civil. Son víctimas de una guerra sin sentido, insuficientemente preparados para combatir y en la situación desventajosa de tener que repeler una agresión con material bélico inferior. Habrá, pues, más destrucción, más muertes, más refugiados. Más palabras de ánimo a Volodomir y sus valientes. Más presión económica. Mayor apoyo de material bélico, incluído protecciones ante misil y misiles de mayor alcance para Ucrania.

Mayor riesgo de una tercera guerra mundial, porque el dictador está acorralado y, como el alacrán ante el fuego, tratará de lanzar su aguijón a todas partes. La intervención clara desde China para parar  la guerra es imprescindible, porque Occidente no puede mediar (no quiso entender los mensajes de Putin en su momento, y ahora carece de capacidad). Ucrania seguirá existiendo, recortada -no debe perder el acceso al mar, en ningún caso- y con necesidades inmensas para su reconstrucción.

El mundo está amenazado por varios flancos y las tensiones florecen en múltiples puntos calientes. En el Gran Premio de Dakar, se produjo hoy un ataque con misiles de los insurgentes yemeníes sobre el aeropuerto de Yehda y las autoridades de Arabia Saudí no han podido interceptar a uno de ellos. Se plantea, pues, la suspensión de la competición, decisión que parece lo más lógico para salvaguardar la seguridad de los conductores, equipos de apoyo y aficionados locales.

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La energía no es cara solo por la guerra en Ucrania (1)

24 marzo, 2022 By amarias 1 comentario

En un magnífico artículo publicado en el diario regional La Nueva España (domingo, 20 de marzo de 2022), Vicente Luque Cabal -uno de los mejores ingenieros de Minas salidos de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Oviedo-, ilustra con sabias palabras sobre la transición energética.

No tiene sentido que detalle, en este blog, los entresijos de la brillante reflexión de mi compañero y amigo, pero no puedo resistirme a indicar, con sus propias palabras, el titular y el núcleo de su análisis. “La transición energética necesita ingenieros muy bien formados” y “La transición energética está siendo conducida actualmente por políticos e ideólogos que han supeditado la política energética a la política del clima”.

La paradoja que estamos viviendo en la Unión Europea es que, siendo la complejidad de la transición energética un enorme reto, que afecta a numerosos sectores industriales básicos, los responsables de planificar ese proceso hayan roto el “equilibro sagrado” entre la seguridad del aprovisionamiento, la competitividad de la economía y el medio ambiente.

La ruptura de ese equilibrio, según la opinión de Luque, que comparto plenamente, ha provocado la subida de precios de la energía, que no puede atribuirse solo a la invasión de Ucrania por Rusia. Se han cerrado prematuramente instalaciones con la mejor tecnología disponible, que actuaban de limitadores a los precios.

¿Por qué se actuó de esta manera tan precipitada? Porque no se ha querido escuchar la opinión de los técnicos. Con la peregrina sensación de que “los ingenieros han tenido ya demasiado protagonismo y es hora de atender a las opiniones de otros colectivos” (siento vergüenza atribuir esta boutade, cierta, a quien fue su autor), se ha dado cancha a personas sin ninguna formación técnica para dirigir la transición.

Luque conoce bien el percal, pues fue alto funcionario de la División General de Energía de la Comunidad Europea. Por eso, cita la formación de los más relevantes ejecutivos de la Comisión que se encargan del Grean Deal, quienes deberían ser capces de “evaluar el desarrollo de las cadenas de valor y, en consecuencia, de ofrecer las soluciones de oportundad que la sociedad requiere”.

Franciscus Timmermans tiene un grado en lengua francesa y literatura, que completó con un postgrado en leyes de un año. La comisaria de Energía, Kadri Simson, tiene un grado en Historia y un máster en ciencias politicas. Ditte Jorgensen es graduado en Leyes…

Todos estos devotos de la energía solar y eólica están orgullosos, al parecer, de que estas fuentes representan el 3,2% de la energía primaria en el conjunto de la Unión Europea.

No se escapa, al contrario, de este repaso de calidades formativas y trayectoria personal para llegar a puestos de singular relevancia en el sector energético, nuestra ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, licenciada en Derecho y diplomada en políticas, alumna de Timmermans, quien la presentó en el Global Annual Energy Meeting de ESSADE GEO como “su mejor alumna”, lo que Luque -no muy dado a la ironía- califica de “mal favor”.

Podría pensarse, si se actúa desde el desconocimiento de lo que implica la transición energética, que la opinión de Luque es interesada, cuando enuncia que “los ingenieros , por nuestra formación técnica, económica y (la) cada vez mayor (complejidad) de los mercados energéticos, estamos llamados a jugar un gran papel”. Por si no bastara para juzgar el valor intrínseco de esa afirmación, pongo además en la balanza, el excelente trabajo profesional de Vicente Luque, que acumula una experiencia insuperable en el campo genérico de la energía, y ha dado siempre muestra de una honestidad y claridad digna de todo encomio en la exposición de sus ideas.

Por ello también, su indicación de que los ingenieros deben tener una función relevante en la concepción y desarrollo de la transición, deja claro con elegancia que “por supuesto que no contribuimos solos y apostamos por economistas de la energía, expertos en derecho de la energía y en todo lo referente al impacto social, territorial y medioambiental de la producción y uso de la energía”.

Un aplauso fuerte, amigo.

(continuará con una segunda parte)

 

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La guerra en casa

23 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

Al terminar el día 23 de marzo de 2022, mientras el Kremlin sigue bombardeando ciudades ucranianas sin piedad, con la rabia de quien había imaginado doblegar a su atacado tras una breve escaramuza victoriosa y se ha empeñado en una guerra de desgaste en la que el improvisado Ejército blaquiamarillo está demostrando una resistencia herorica (también se debe reconocer que estratégicamente inteligente), se puede decir que todo ha ido a peor.

Por una parte, casi cuatro millones de ucranianos -mujeres, ancianos, niños- están protagonizando una Egira inimaginable en el siglo XXI. Se trata de desplazados forzosos de sus lugares de origen, expulsados de sus hogares sin más compañía que su soledad, desnudos de todo apoyo, con el dolor añadido -si es que aún cupiera más dolor- de los varones en edad de combatir, que han quedado en el campo de batalla dispuestos a “resistir o morir”.

La pandilla de secuaces de  Putin no ahorra amenazas contra la OTAN si se decidiera a intervenir de manera directa, prometiendo una catástrofe global, una guerra atómica. Las apariciones, cada vez más dramáticas, de Zelenski, desde un lugar ignoto, ante las Cámaras europeas, reclamando más ayuda y más compromiso, como quien ve que su barco está a punto de zozobrar pero no está dispuesto a abandonarlo por su voluntad, llenan de ecos angustiosos las pantallas de televisión, y los aplausos cerrados con los que es despedida la conexión, con los diputados y senadores puestos en pie, suena más bien a la despedida fúnebre de un héroe que se hubiera despeñado al intentar alcanzar una cumbre inexpugnable.

Mariúpol se ha convertido en una muestra terrible de la intención devastadora de Putin y su pandilla de desalmados, empeñadps en transformar una pacífica y próspera población ucraniana en un cementerio de desolación y terror. Con su tremendo y cruel bombardeo sistemático, lo que estos canallas, culpables de lesa humanidad sin necesidad de que nadie los lleve a ningún Tribunal Penal Internacional, pretenden es construir la conexión entre el Donbás y Crimea, dejando así meridianamente clara su intención de anexarse ese corredor bordeando el mar de Azov a la Rusia actual, como resultado satisfactorio para su invasión.

Los efectos de la guerra han llegado, cómo no, a España y, dada nuestra debilidad económica (aún no nos habíamos recuperado de la recesión post Covid), se están notando en sectores clave. La subida del precio de los carburantes, de los abonos y de los piensos, en particular, ha arrastrado la de muchas otras materias de primera necesidad. Los transportistas autónomos han sido los primeros en iniciar un paro indefinido, exigiendo una rebaja sustancial de los carburantes. Al ser mayoría en el sector, la paralización de aspectos sustanciales (recogida de la leche, carne con destino al matadero o la reposición de los anaqueles en los supermercados) se ha hecho notar rápidamente.

La facción socialista del Gobierno parece estar actuando con desorientación. No se entiende de otro modo el envío de una carta al rey de Marruecos, cuy contenido se ocultó incluso a sus socios de la coalición, por el que se deduce el abandono de la defensa a la autodeterminación  de los habitantes de las tierras del Sáhara Occidental, antigua colonia. Apelar, como se ha dicho después por el ministro Albares, a que así se termina un conflicto de casi cuarenta y cinco años y se atiende a las directrices de la OTAN (en realidad, del secretario de Estado norteamericano), es incomprensible.

Nos esperan momentos muy duros, pues las consecuencias de la guerra se harán aún más evidentes. Hay que atender, quizá, a centenares de miles de refugiados que deberemos acoger en nuestro país, y los efectos de retorno de las medidas contra Putin y los oligarcas rusos serán mayores. La falta de consenso entre los miembros del Gobierno en aspectos sustanciales (internacional, energía, sanidad, educación, impuestos) permite pronosticar momentos muy difíciles, tal vez, la disolución forzada del Congreso y convocatoria de nuevas elecciones. No puede ser más inoportuno el disenso, pero el debate en el Parlamento se ha convertido en un espectáculo repetitivo. Si no es posible un acuerdo de Estado entre los dos partidos mayoritarios (y espero que sigan siendo el PSOE y el PP). es preferible un gobierno de uno solo de estos grupos políticos y no una coalición contra natura.

Vuelvo a Putin. La situación no puede prolongarse. No tiene sentido ver cómo el fuego de la resistencia ucraniana queda sepultado bajo las cenizas, las lágrimas, el dolor irrecuperable. Hay que lanzar un ultimátum al energúmeno que se aposentó en el Kremlin. Imagino que, con su gran potencia de geolocalización, tendrán perfectamente controlalda la situación del personaje desde el Pentágono. Ergo…

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Séptima Crónica desde el país del Gaigé

22 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

El país de Gaigé ha entrado en crisis. No en una, en varias. Puede que en todas las posibles, en este pequeño país de los despropósitos.

En la tercera semana de marzo de 2022, la inimaginada consolidación de la guerra en Ucrania ha arrastrado a los Estados de la Unión Europea a una situación delicada, que para Gaigé, con unas estructuras de defensa especialmente sensibles a cualquier influencia exterior de entidad, se ha traducido en un estallido de conflictos internos. Ucrania resiste a la invasión rusa, y las medidas de castigo al país invasor , unidas al apoyo al país agredido (finalmente, más decidido, aunque teniendo sumo cuidado en que el ambicioso sicópata del Kremlin no lo interprete como voluntad de entrar en la guerra como aliados de aquél), han perjudicado, en una escalada a la que no se adivina final, la economía del Gaigé.

La subida del precio de la electridad, de los combustibles, de los productos agrarios y, en definitiva, del ipc y, subsiguientemente, de la inflación (al menos, en la percepción directa del ciudadano respecto a lo que puede adquirir con el dinero que tiene en su bolsillo) parece no tener final. Manifestaciones de transportistas, agricultores, cazadores, poseedores de perros y gatos, junto a amigos y simpatizantes de los ucranianos y hasta de los rusos, han llenado las calles de las principales ciudades.

El ánimo deprimido, expectante, dolorido, por la guerra exterior y los conflictos internos, no impidió la celebración del día del padre, de la poesía, de los bosques y, desde luego, la gran festividad de las fallas valencianas, en la que, en una ceremonia con clara vocación exorcista y expiatoria, se han quemado magníficos monumentos de cartón.

A la desorientación que está padeciendo el mundo, el gobierno del país de Gaigé ha contribuído de manera formidable. El monarca marroquí, Mohamed Sexto, ha difundido una carta -innominiosa- que dice haber recibido del Presidente Sánchez (Pedro), por la que se reconoce la deseada adhesión de las tierras del antiguo Sáhara Occidental, pobladas por el sufrido pueblo saharaui, al singular reino del Magreb.

Esta decisión, que el firmante de la misiva no se ha dignado explicar ni siquiera a sus socios del desgobierno, supone un cambio brutal en la postura defendida por todos los gobiernos anterioreos e implica el abandono de los habitantes de la antigua colonia -muchos de ellos, españoles de sentimiento, ya que no de nacionalidad- a la suerte que puedan decidir sobre ellos el enviado de Alá en esta tierra y sus jerarcas.

Si la carta de marras implica, además del sacrificio del pueblo saharaui, la firma de algunos acuerdos que podrían derivarse del espíritu de cooperación reinstalado, con el elucubrante e insólito objetivo (imaginado, pues el contenido real de la carta se desconoce) de “defender la españolidad de Ceuta, Melilla y las Islas Canarias”, no puede ignorarse que algo ya es seguro: el enfado de Argelia, suministrador del 40% de la energía que necesitamos, que ha retirado a su embajador de Gaigé de forma inmediata. El ridículo es patente: la embajadora marroquí, que insultó gravemente a España con ocasión del estúpido incidente provocado por la visita médica a un especialista vallisoletano, con identidad falsa, del líder saharaui, Galhi, y que había huído de Gaigé, vuelve ahora con la misma cara pero otro sentimiento.

Qué se puede hacer. El, hasta hace poco, vicepresidente primero del gobierno, parecía estar imbuído de la devoción más entregada al Presidente Sánchez, ha expresado que de Sánchez no hay que fiarse, “porque no dice más que mantiras”. Díaz (Yolanda), su sustituta en el poder de representación del populismo, abunda en la idea de que el Gobierno está roto y no se les consultan decisiones sustanciales para convertirlas, no ya en colegiadas, como debería ser, sino simplemente en informadas. Es patente que hay en Gaigé, al menos, dos Gobiernos, dos intenciones diferentes y dos maneras muy distantes de abordar los problemas.

Aunque no se celebraron aún las elecciones en el Partido Popular para elegir a su Presidente, Núñez Feijóo avanza hacia su nombramiento por aclamación en el Congreso de mayo. Los comentaristas hablan de la importancia de la edad, como vehículo para conseguir la serenidad y sensatez, de este político gallego, que empieza los sesenta de su era, frente a los jóvenes inexpertos y sin el pedigrí que concede el paso del tiempo.

Si tuviéramos en cuenta características de pundonor, coherencia y respeto por la democracia, lo coherente sería disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones. No tiene sentido que, con la que está cayendo y la que se nos avecina, el Gobierno de Gaigé esté dividido, la oposición más dura provenga del propio Ejecutivo, los sectores sustanciales del país (el campo, el transporte, la energía, la industria, por no hablar de la enseñanza y la sanidad) estén manifestándose contra las decisiones del mismo.

No tengo ninguna confianza en que desde la oposición teórica -la que capitanean las huestes de Abascal y, en el futuro inmediato, Núñez Feijó- se ofrezcan soluciones, aunque, al menos, se completaría el debate público si se les dejara expresar sus opciones. Llamar a las urnas a los habitantes del Gaigé permitiría obligar a la transparencia a los candidatos. Aunque acabemos votando al Pato Donald.

Publicado en: Actualidad, País de Gaigé Etiquetado como: españa, Nuñez Feijó, País de Gaigé

Día mundial de la poesía

21 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

El 21 de marzo se celebra el Día Mundial de la Poesía y, como poeta y lector de poemas, no puedo menos que festejar esta efemérides con unos versos. Es un Soneto, dedicado a la Primavera e incluido en mi libro Sonetos desde el Hospital.

El pasado viernes, en el Centro asturiano de Oviedo se anticipó esta celebración, impulsada allí por el polifacético Graciano García, que sigue empeñado en hacer de mi ciudad natal la Capital Mundial de la Poesía. Ni más ni menos. Varios ilustres asturianos leyeron poemas de sus autores predilectos. Hubo también algún poeta invitado que leyó, por supuesto, los suyos. Margarita Collado, hasta hace poco vicepresidenta de la AECC, con un denso currículum de servicio a Asturias, leyó algunos de mis Sonetos. No pude estar en ese acto -tampoco fui oficialmente invitado-, pero mi afecto y mi devoción estaban por alli.

A la Primavera

Rota la reclusión tras tensa espera
surge al fin, orgullosa de su alarde,
alargando la luz, la primavera.
Despierto del letargo, el campo arde

convirtiendo en verdor la sementera.
Por ganas de vivir, será la tarde
triunfo del placer y, aunque se esmera
invierno en que respeto se le guarde,

florecerán cerezos, será la era
de nuevo el vergel que amamos tanto
y en la rama del naranjo más somera

harán mirlos su nido, y con su canto
contagiarán de alegría zalamera
el ánimo triunfal que me levanto.

(@angelmanuelarias, Sonetos desde el Hospital, 2019)

Publicado en: Asturias, Cáncer, Personal, Poesía Etiquetado como: angel manuel arias, Centro Asturiano, Dia Mundial de la Poesía, Graciano García, Margarita Collado, Oviedo

Festejando la infamia con adictos

20 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

Mientras las tropas rusas continúan machacando la férrea resistencia ucraniana, incorporando cada vez más efectivos (el Pentágono, que tiene monitorizada esta guerra en su menores detalles irrelevantes calcula que en 23 días de guerra, el Ejército ruso ha lanzado 1.000 proyectiles sobre el suelo ucranio), el dictador Vladimir Putin ordenó el viernes, 18 de febrero, convocar a funcionarios del régimen y a simpatizantes de su estrategia de recuperar la Gran Rusia, reuniendo así en el estadio de Luzhiniki a doscientas mil personas, que le rindieron un homenaje de exaltación a su política de destruir Ucrania.

Fue también una cuidada aparición pública del dictador, cuyo aspecto físico desmintió que se encontrara enfermo o agotado. Se presentó exultante, dichoso de su hazaña bélica imaginaria con la que presume liberar de nazis y mafiosos al hasta hace poco pueblo hermano eslavo, al que hoy no tiene problemas, en su elucubrante empeño, en dejar sin recursos.

Naturalmente, la lectura que hace el pueblo ruso de a invasión, desinformado consciente o no de lo que pasa en el país vecino y sometido sicológicamente a la presión que supone la aniquilación permanente de cualquier disidencia, no es la misma que se hace o puede hacer desde Occidente. Mecido entre la ignorancia, el desinterés y el miedo a aparecer como rebelde y ser purgado sin piedad, el ruso medio no tiene -o no quiere tener- los elementos de juicio para comprender el alcance del genocidio perpetrado por el jerarca.

Como sucedió en Alemania. Mientras Hitler y sus huestes arrasaban el resto de Europa -y la Rusia de Stalin-, los alemanes se convirtieron en una dócil mayoría connivente, ignorantes a sabiendas de lo que pasaba con los vecinos judíos desposeídos de sus propiedades, embarcados en vagones que los llevarían a un destino desconocido (el exterminio con gas letal). El pueblo medio germano se mantenía aletargado por la envidia, el rencor y la pócima bien dosificada del odio ancestral a los judíos, dejando así el camino libre a los dirigentes nazis se tornaban cada vez más ávidos de acaparar los máximos resultados por su latrocinio.También prendió entre los alemanes que apoyaban ciegamente a Hitler la idea elucubrante de convertir a su país en el ombligo de Europa. La gran Alemania. La gran Rusia.

La resistencia ucraniana es impresionante, y el empeño de no dejarse avasallar, está aumentando la ira del orate y de sus generales que, metidos ya de lleno en la ignominia de los crímenes de lesa humanidad, ciegos de las consecuencias, necios, no vacilan en bombardear edificios (el teatro de Mariúpol, por ejemplo,a tacado el miércoles) donde se refugian miles de mujeres y niños, hospitales, industrias de referencia, zonas de avituallamiento, incluso los pasillos -humanitarios, les dicen- por los que pretenden escapar de los horrores de la guerra y la barbarie quienes hace apenas un mes tenían una vida normal, esto es, como la nuestra.

Una vida en la que se mezclaban las preocupaciones por acabar el mes sin agobios, acudir a la cita del maestro para enterarse de rendimiento escolar de los hijos, preparar las vacaciones, criticar o defender al Gobierno, pasear, leer un libro, ver la tele, llevar a los nietos al Parque, jugar a la petanca y hacer cola en el ambulatorio local para recoger las medicinas para la artrosis. Ahora la vida de los ucranianos en las trincheras consiste en intentar sobrevivir, matar al enemigo o ser su blanco objetivo, despedirse quizá para siempre de la mujer, de los hijos.

La larga conversación que mantuvieron el viernes, 18 de diciembre, Biden y JinPing no aportó ni esperanzas ni municiones nuevas para la paz. En lo que transcendió, más bien parece que ambos se comprometieron a no intervenir (visiblemente) en el conflicto, realizando un voluntarista himno por la paz.

Quienes interpretan la estrategia rusa en lo que se adivina como una metódica destrucción de la capacidad de superviviencia posterior de Ucrania, creen que se pretende poner al gobierno de Zelenski y a la opinión pública ucraniana (que es la europea) ante este terrible dilema: o se rinde sin condiciones o se confrontará, paso a paso, con un país crecientemente esquilmado, quemado, roto.

Sabemos bastante más de Ucrania, de sus ciudades, de sus gentes, que hace un mes. Ha crecido en nosotros, como una ortiga en camposanto, el odio contra Rusia, como trasunto del desprecio hacia el dictador y la simpatía hacia los ucranianos, encabezados por ese cómico convertido en general experto en coordinar la voluntad de un pueblo, Volodomir Zelenski. No basta. La opción de que la guerra termine por caída del sátrapa se abre camino hacia un horizonte de esperanza, mientras aquí también se empiezan a notar las consecuencias de la guerra. Todos somos más pobres, pero tenemos muy claro de qué lado estamos y quién va a perder, a la larga, una guerra que se libra en tantos frentes, que contará con tantas batallas,

Publicado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Rusia Etiquetado como: JInPing, Mariupol, Putin, Ucrania, Volodomir Zelenski

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