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Interesantes conferencias virtuales organizadas por el Club Español del Medio Ambiente

26 febrero, 2021 By amarias Dejar un comentario

El Club Español del Medio Ambiente (CEMA) ha organizado, para el 3 de marzo de 2021, a las seis de la tarde, una conferencia sobre “IMDEA Agua: I+D+i para el Pacto Verde Europeo”, que impartirá Eloy Garcia Calvo, Dr. en Ciencias Químicas, director del Instituto IMDEA-Agua.

Los interesados pueden inscribirse como asistente en el enlace:

http://bit.ly/IDi_Pacto_Verde_Europeo

La conferencia anterior en este ciclo organizado por el CEMA fue pronunciada por Miguel Arias Bermúdez, ingeniero de Caminos y máster por el IE, sobre el tema “Impacto de las Nuevas Tecnologías”. El vídeo de la conferencia está disponible en la web del club:  (http://www.clubcema.org/). Como fui, en ese caso, presentador del conferenciante (mi hijo) y moderador del debate posterior, realicé un resumen de aquella charla, que ofrezco a los lectores que quieran saber lo que opina un experto sobre ese tema que afecta a nuestro presente…y a nuestro futuro.

IMPACTO DE LAS NUEVAS TECNOLOGIAS CONFERENCIA MIGUEL ARIAS BERMUDEZ CEMA

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Concha Quirós, librera. D.E.P.

25 febrero, 2021 By amarias 1 comentario

Hace unas horas, un amigo común me comunicaba que Conchita Quirós, librera, lectora sin límites, filósofa de formación y por educación, había fallecido. La conozco desde hace tanto tiempo que me parece que ha crecido conmigo, aunque soy de la edad de su hermano, mi muy querido compañero de profesión y colega especial de entre los pacientes oncológicos, Carlos. El padre, Alfredo, el fundador de la librería Cervantes, bastión cultural de Oviedo, era un conversador impenitente, inteligente y amable, que no solamente ejercía de librero, sino de mecenas, confidente, orientador intelectual y, sí, también amigo.

Conchita estaba preparando con ilusión los cien años de la librería, que se cumplirán en septiembre de este año de desgracias. Estoy seguro que el centenario se celebrará y servirá para rendir un homenaje especial, un clamor de lectores de todo tipo, amigos, para la saga de los Quirós, que ejemplifican de manera rotunda, sin igual, Alfredo y Conchita.

Pierde Oviedo una referencia intelectual y cultural, un apoyo generoso a autores asturianos (pero no solo), una persona con una vocación hacia su trabajo -hoy, lamentablemente, tan escasa- que la llevaba a no ver en la librería un negocio, sino una oportunidad de difundir cultura, sabiduría, ideas. Un ágora en la que tenían cabida, volúmenes de todas las materias imaginables e imaginadas, y -desde que abrió, hace años, la trastienda de la librería para acoger a autores para que hicieran la presentación de sus libros- un foro de apoyo a la creatividad y al debate, un lugar selecto para la promoción literaria.

Cuando le pedí que me dejara presentar mi último libro de Poemas publicado (Sonetos desde el Hospital), no dudó en hacerme un hueco en la apretada programación de actos del aula de la librería. Estuvo presente en él y me dejó para que firmara en él, el libro de honor de Cervantes . Haciéndose cómplice de inmediato en el objetivo benéfico de la edición, me pidió unos cuantos libros para que se los dejara en depósito, marcándolos con un precio de venta que no le dejaba margen económico alguno.

Descansa en paz, Conchita. Perdona que me refiera con envidia a tu muerte, un acto obligado para todo ser vivo. Has fallecido de repente, después de una jornada de trabajo casi como la de todos los días -y tenías ochenta y cinco años-, en olor de veneración general, lúcida y activa como si los días no hubieran pasado por tí.

Sirva este comentario como mi homenaje particular a una persona admirada y admirable. Cuando hablaba hoy con Carlos, su hermano, para manifestarle mi pesar y mi afecto, nos era inevitable recordar a Alfredo, su padre. No sé si se ha escrito antes, pero ese librero ejemplar ayudó a muchos estudiantes a terminar su carrera, prestándoles o regalándoles libros, y haciendo la vista gorda cuando le desaparecían bajo las gabardinas.

Conchita fue heredera dignísima, que modernizó la librería, desde luego, pero mantuvo la cordialidad, el afecto, la proximidad, con todos cuantos pasábamos por Cervantes. A comprar o encargar libros, a husmear por las estanterías o, sencillamente, a charlar un rato con ella, abusando de su amistad y confianza.

Porque se aprendía. Siempre se aprende al visitar una buena librería y siempre se aprende al hablar con un buen librero.

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Avellanas podridas

25 febrero, 2021 By amarias Dejar un comentario

Estas últimas semanas, las imágenes de grupos de jóvenes, muchos de ellos enmascarados (que no con mascarillas), arrancando adoquines y pesadas papeleras metálicas para arrojárselas contra policías, nos han impresionado. Al menos, a ciudadanos como yo, que tenemos el orgullo de ser la inmensa mayoría de este país -desde los Pirineos hasta Gibraltar, desde el Mediterráneo hasta el Atlántico y la frontera con Portugal- que mantenemos la firme convicción de que la convivencia se basa en el respeto a la ley y a las personas y que la libertad de expresión debe tener sus límites y en ningún caso ampara la violencia.

Límites que no se precisa que sean impuestos por leyes ni reglamentos, sino que se trazan desde la decencia moral, la inteligencia, la ética universal, el buen gusto y las pautas para una convivencia pacífica que dimanan de la educación y el respeto a la dignidad colectiva y a las creencias de los demás.

Los sucesos de los últimos días, en donde unos energúmenos se manifestaron con extrema violencia, esgrimiendo con insolencia que defienden la libertad de expresión, al entenderla conculcada ad líbitum, esto es como les pareció, por la entrada en la cárcel de un delincuente. Que este trasgresor sea rapero de corto alcance intelectual, no le exculpa de ser delincuente habitual. Amenazó e hirió a un testigo que declaró contra él en sede judicial, agredió a policías y viene expresando, en cancioncejas sin  gusto ni ritmo, que su ideal de libertad pasa por maltratar y hasta asesinar a personas relevantes, declararse en rebeldía frente a la ley, ensalzar la URSS de Lenin como modelo  de gestión y convivencia y todo ese barullo mental le lleva a animar a usar la violencia como única salida contra la opresión que, según grita, nos domina.

La existencia de esa avellana podrida es, por sí misma, preocupante, en nuestra tolerante sociedad. Pero alcanza las cotas de máxima alarma cuanto comprobamos que hay miles de jóvenes y adolescentes dispuestos a ejercer su concepto de libertad de expresión utilizando el vandalismo contra comercios y entidades bancarias y arrojando contra las fuerzas del orden adoquines, papeleras de metal y todo tipo de objetos potencialmente dañinos contra su integridad física.

Tengo curiosidad por conocer la identidad, la procedencia social y la formación intelectual de estos insurrectos, revolucionarios de mentirijillas, que tienen tal concepto aberrante de la libertad de expresión. Satisfaría mi deseo de información correcta, saber si son la punta del iceberg del tremendo paro juvenil que asola nuestra sociedad, o pertenecen a un grupo organizado, sostenido económicamente por fuerzas desestabilizadoras.

Y, desde luego, me pregunto qué nos está pasando, cuando un grupo de individuos, con suficiente impunidad para que solo se consiga retener a menos de una decena en cada una de esas algaradas, pueden ocupar tanta atención mediática, hostigar a la propia policía, robar en establecimientos comerciales sin ser identificados, destrozar cientos de miles de euros de mobiliario urbano y bienes públicos y privados e…irse de rositas.

Son, como Hazel (que significa avellana en árabe), avellanas podridas de nuestro actual sistema político y social. Un ejemplo de la permisividad oficial y consecuencia palpable de la destrucción del orden y la legitimidad que se propicia, incluso, desde las instancias gubernamentales.

Archivado en:Actualidad Etiquetado con:agresión, avellanas, delincuencia, desórdenes, Hazel, policía

El futuro y los políticos

13 febrero, 2021 By amarias 2 comentarios

Tenemos nuestro futuro en muy malas manos. Nos lo demuestran cada día, por acción o por omisión. Y lo peor, es que están convencidos de que los hemos elegido nosotros y que nos representan. Me refiero a los políticos, es decir, a los que viven de alimentar el engaño de que recogen nuestras inquietudes y nos orientan hacia un futuro mejor.

En la cúspide de los despropósitos a que nos ha llevado la mala suerte con nuestros representantes en la política,  se encuentran personajes incalificables con adjetivos elegantes, como Pablo Iglesias Turrión, Irene Montero, Carles Puigdemont o Jordi Pujol. Que los dos primeros, además de pareja sentimental, sean miembros del actual gobierno  oportunista y traidor a sus votantes, formado por retales de seudo-demócratas y sumisos, que dirige Pedro Sánchez, no es casual. Que los dos últimos sean los cabezas más visibles de la deriva separatista de la región catalana, tampoco: ambos están fugados de la Justicia, conspicuos delincuentes que utilizaron las esencias elitistas de la burguesía de Cataluña para meterlas en un frasco populachero independentista.

De todos los citados, es el vicepresidente segundo del Gobierno de España el que merece especial reprobación, por su capacidad letal para hundir el país, aupado a una posición mediática que utiliza sin reparos para vendernos su deplorable filosofía destructiva.

Iglesias es capaz de afirmar, sin que se le mueva un ápice de su casposa coleta, que el país, en el que ostenta posiciones de Gobierno relevantes, no es una democracia. No se arredra tampoco para arremeter contra el poder judicial, acusándolo de elitismo y discutiendo la legitimidad de las decisiones del Tribunal Supremo, revisándolas con el baremo de su amiguismo con condenados por separatistas. Desprecia a los empresarios, especialmente a los de mayor facturación y generación de empleo, a los que insulta y recrimina, señalándolos como si fueran bandoleros. A sus opositores políticos, -aunque también, cuando se le llena la boca, a sus mismos socios de gobierno-, no tiene problemas en condenarlos por fascistas. Se diría que no ha superado la etapa infantil, que sigue creyendo ser el centro del mundo, jaleado en su visionaria locura por revolucionarios de pacotilla.

Pero es una afirmación de Iglesias, realizada en el fragor de la campaña catalana, -en la que no tiene empacho en participar, desde su pedestal de capitoste de un Gobierno a la deriva-, la que me llama a la especial atención. Ha venido a decir que hay gentes que, como no se han presentado a unas elecciones, están carentes de representación y, despechados, utilizan otros caminos distintos de la política para manifestar sus opiniones. En su discurso falaz, considera esas opiniones ilegítimas, ya vengan de los medios periodísticos, de los empresarios y sus representaciones, de los analistas de opinión, de los colegios profesionales o de cualquier sector que no esté de acuerdo con su discurso totalitario.

Ya no se en dónde nos encontramos exactamente en la vía del despropósito continuado que nos conducirá, sin remedio, al descalabro total. Guardo, sin embargo, la sensibilidad suficiente para recordarle a Iglesias a quienes han perdido el rumbo de lo que es la sociedad civil, que las vías de representación de los agentes sociales son muy  diversas y que, sin duda, el futuro es demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos. De estos políticos, en particular.

Afirmaciones como la de Pablo Iglesias nos sumen aún más en el descrédito, espantan inversiones, ridiculizan nuestro sistema de valores, emponzoñan la calma civil, desorientan al más pintado. Nos hacen más difícil la recuperación económica, más grave el deterioro, crispan las entrañas de nuestra convivencia.

Parece que, en su función de aplicadores de pegamento a la espuria coalición de Gobierno, y ante el innominoso silencio de Pedro Sánchez, algunos ministros procedentes de la debacle socialista han recibido instrucciones de repetir que tenemos una “democracia plena”, en tanto que la facción podemista ratifica la estupidez destructiva de su gallo alfa.

Las elecciones catalanas, convocadas anómalamente en plena pandemia, que decidirán mañana la incuestionable verdad de que tenemos un país dividido y una democracia secuestrada, volverán a confirmar que separatistas-oportunistas y constitucionalistas-marginalistas forman dos grupos irreconciliables entre sí y solamente justificados en sus alianzas por el ansia de poder de sus representantes.

Me hace gracia (aún tango ganas de sonrisa) que Vox suba drásticamente en sus expectativas de voto, que Ciudadanos se hunda en sus miserias, que el PP casi desaparezca y que el PSOE de Illa (Isla)-Sánchez afirme sin rodeos, como clave de su obvia campaña, que tiene en Común Podems los aliados naturales. Nada es gratuito. Es la consecuencia del silencio de los corderos. Que se confunde con que, al callar, otorgamos.

El futuro, perdóneseme la repetición, es demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos.

 

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Cambio de fichas

27 enero, 2021 By amarias 10 comentarios

Salvador Illa deja hoy (27 de febrero de 2021) de ser Ministro de Sanidad y Carolina Gandarias, Ministra hasta ahora de Administración Territorial y Función Pública pasa a ocupar esa cartera, dejando la suya en manos de Miguel Iceta, candidato anterior a la Presidencia de la Generalitat de Cataluña y cabeza del PSC.

Se trata de un movimiento político, alejado de todo deseo de mejora de gestión en relación con la pandemia que nos está agotando la paciencia y los dineros. La incorporación de Iceta, partidario confeso del indulto a los separatistas presos y de la coalición con los partidos separatistas catalanes, no es sino la apertura del campo de negociación apetecido para conseguir incrustar al Partido de Sánchez en un Gobierno de coalición de la maltrecha comunidad catalana, copia del que padecemos en el Gobierno de España.

Tendríamos así un apetecible duplicado por Sánchez para la prolongación de su estancia en el Gobierno, si tiene efecto el llamado “tirón” de Illa como catalán conocido del Gobierno por su presencia en los media para presentar en positivo los pésimos datos de evolución de las fases por la que pasó y pasa aún la pandemia de la Covid, y agarrado ahora al soplo salvador que confía en el efecto de las vacunas adquiridas por mediación de la Unión Europea. Contará también la venta de la triste realidad de que los datos de contagios, fallecidos y agobios en los hospitales son malos en todo el mundo civilizado, salvo en China y en los países menos transparentes del mundo, o ya contaban con esa vacuna antes de que se propagara el virus u ocultan los datos reales con desfachatez.

De aquí vendría, pues, el indulto para los políticos separatistas condenados, constando su arrepentimiento, al menos, formal, y la firma del Jefe de Estado, un Rey que está poniendo en evidencia heroica su capacidad de aparecer como cabeza visible de un país en descomposición. Se acometerá una reforma ligera de la Constitución. No se reformará el artículo II -al menos, no en lo sustancial, seguiremos siendo una Monarquía parlamentaria-, pero se transferirán aún cuotas mayores de autonomía a Cataluña y, por contagio, a las regiones pretendidas como históricas, con lo que tendremos definitivamente un Estado federal de dos velocidades, insolidario y anómalo, con una recuperación disímil, asimétrica, de la crisis económica que la pandemia ha acelerado hasta el límite de nuestra resistencia.

Estoy seguro que, de seguir este camino que aparece trazado por la anomia de una sociedad desorganizada y falta de empuje, así como durante décadas España ha sido ejemplo de traslado pacifico desde una Dictadura a una Monarquía parlamentaria, ejemplo de democracia, seremos nuevamente objeto de estudio por el efecto contrario: paso de una estructura democrática y parlamentaria, bajo la bóveda propagandística e histórica de una Monarquía con excelentes relaciones internacionales y un efecto carismático, a una república populista, empobrecida y sin peso relevante en el panorama internacional.

Sic transit gloria, Hispaniae,

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Nací con vocación de emigrante (Poema)

14 enero, 2021 By amarias Dejar un comentario

Temo que este poema no me generará simpatías entre algunos ovetenses de pura cepa y, desde luego, no ayudará al proceso irreal que me pudiera significar el ser hijo predilecto de Oviedo, pero está escrito con el corazón. Lo que nadie podrá quitarme, incluso desde el más profundo y radical de los desacuerdos con lo que no deja de ser mi historia particular, es que nací en Oviedo. Que siento la decadencia de la ciudad, que atribuyo en buena medida a las tensiones locales viejas, pero persistentes, entre algunos personajes que no han viajado o no han asimilado lo que vieron fuera.
Y, por encima de cualquier consideración y matiz, me siento muy orgulloso de ser asturiano. Un aldeano.

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Nací con vocación de emigrante, en Oviedo,
de un tronco con profundas raíces asturianas,
sin cobijo en la Historia escrita por los vencedores.

Fui un niño aplicado, empeñado en hacer de mi capacidad
un estandarte para escapar.

En mitad de la adolescencia,
al morir mi madre,
el sueño de estudiar en Madrid se frustró
y puse ojos
a conocer mejor la ciudad,
descubriendo que, junto a los barrios
oliendo a brillantina, a Ducados y a incienso,
había prostitutas y chulos en el Naranco,
cenáculos aptos para conspirar en locas aventuras imposibles,
agentes de la brigada especial sentados a tu lado en los bancos de la Universidad,
y letrados de oficio y pasantes haciendo sus dientes con rateros, impagados y coimas.

Entretuve la horas que no dedicaba a estudiar
enredando piruetas con aficionados al teatro
y dedicando versos apasionados a ninfas esquivas.

Cuando, ya casado y con hijos,
estando mi futuro sosegado y escrito,
tuve la verdadera oportunidad de marcharme
a un trabajo que nadie quería;
no lo dudé, hicimos el petate
y nos fuimos a la conquista de un espacio al hierro español en Alemania,
donde aprendimos a controlar las prisas,
elegir bien las palabras si vas a comprar o vender,
distinguir el pepino holandés del más sabroso, cambiar la apetencia a pescado por codillo,
desconfiar de los negocios propuestos por amigos italianos
y saber mirar detrás de las fotos familiares alemanas
en busca del hueco de la esvástica.

En fin, entendimos que nadie espera
la vuelta del emigrante, porque han ocupado tu sitio y borrado tus huellas.
Pero me llamó un Presidente que no conocía
para ofrecerme un puesto en la Administración y no supe resistir, provocando
una  polvareda de envidia y recelos
de la parte de algunos parvularios de mi patio de colegio.

Me salvé por los pelos de un oprobio orquestado,
pero no pude ver un pozo más profundo
en el que habían anidado
sabandijas y cuélebres.

La ciudad languidecía,
mercando el ritmo a una región
en la que se apagaba el fulgor
de los cubiletes de acero y el chisporroteo
de las centrales de carbón,

Emigré otra vez, entre el silencio
de colegas y los aplausos de quienes festejaban
mi patada en el culo.
Po el retrovisor,
mientras rehacía mi vida entre descon0cidos,
pude ver cómo algunos de quienes habían hecho de la voluntad de quedarse
la razón de sus vidas
se despellejaban por ser el primero de las clases vacías.

Tuve éxitos, triunfé varias veces, me rehice de algunas heridas
y, para mi sorpresa,  cuando volvía a la ciudad donde nací,
siempre me cruzo con gentes cuyo rosto no identifico
que me saludan con un “hasta luego”,
como si no fuera cierto que llevo treinta años ausente.

Oviedo se ha poblado de incógnitos,
aunque cuando cae en mis mandos
algún períódico con noticias de su prevalencia,
encuentro  nombres sabidos en una esquela, la foto de un viejo
teorizando sobre cuanto debió hacerse,
y la reseña de grupos de eméritos
celebrando sus bodas de oro con la decadencia,
entre asados de cordero y cachopos de merluza.

Desde una cama del Hospital de Madrid
en donde recibo la sesión de quimio
que han pautado unos seres miríficos:
sonrío mientras esto escribo,
dudando si ser ovetense no fuera conmigo,
al menos ese Oviedín del alma que late en algunos,
con núcleo duro en la calle de Uría
en donde se cuecen los límites
de lo que sebe ser considerado la pauta, lo esencial de esta región,
y que tanto me ayuda a volverme aldeano, sentirme, ante todo,
asturiano. De pueblo, de los sitios donde plantaron sus árboles
mis antepasados anónimos.

12 de enero de 2021

(“La advenidad debería haberme hecho fuerte”, @angelmanuelarias)

 

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Salvados por la UME

9 enero, 2021 By amarias 2 comentarios

El alcalde de Madrid, Sánchez Almeida (que, vaya por delante, se ha granjeado mi simpatía), ha apelado a la Unidad Militar de Emergencias como medida para aliviar el caos que la tremenda nevada de estos días (8 y 9 de enero de 2021 y, para seguir) ha provocado en la ciudad.

Las calles se han convertido en pistas de patinaje para los amantes de los deportes de invierno, los automóviles no circulan salvo con cadenas (y aún así en ciertas zonas el tránsito es imposible) y el única transporte publico que funciona es el Metro. Centenares de automovilistas han estado toda la noche varados en las vías de circunvalación (M30, M40, en especial en los túneles) y en muchas carreteras de acceso a la capital.

La nevada caída, con espesores de nieve de medio metro en el centro de la ciudad es la mayor que se recuerda por los más ancianos. Habría que remontarse a principios de los 70 del pasado siglo. Madrid ha agotado sus efectivos para combatir la ola de frío: no hay quitanieves suficientes, ni los bomberos poseen el equipamiento y formación necesaria, ni…la población tiene la menor experiencia para enfrentarse con tal manifestación del poder de un elemento, por otra parte, tenido por simpático. Se ha informado de una persona fallecida por causa directa del frío en esta madrugada (un “sintecho”) y otra a la que cayó encima un bloque de hielo desde un tejado.

Quiero poner todo el énfasis en la Unidad Militar de Emergencias como una evolución necesaria, convertida en imprescindible, de las Fuerzas de Defensa, para atender, como su nombre indica a situaciones anómalas de extrema peligrosidad. Los militares de la UME han salvado a personas arrastradas por una riada, o a alpinistas a quienes sorprendió una avalancha o … han limpiado un río de plantas o algas invasoras. Esos militares, seleccionados entre voluntarios, han llevado su actuación benemérita fuera de nuestras fronteras, para auxiliar en el rescate de personas afectadas por un terremoto, una tormenta tropical o…cualquier contingencia dramática en tiempos de paz.

Quiero subrayar que no me parece que sea una función capital de los Ejércitos actuar como Fuerza de Emergencia en tiempos de paz. Me parece que la policía, los bomberos, los servicios para afrontar contingencias comunes deberían estar preparados y equipados para solventar esos problemas, incluso los muy graves, con sus propios medios. Acudir a la UME debería ser una situación excepcional, pero no ya por la situación de emergencia, sino como elemento de apoyo o refuerzo, cuando la contingencia exige el máximo de atención.

El Club Español de Medio Ambiente (CEMA), a cuya Junta directiva pertenezco desde hace décadas, y de la que fui uno de sus primeros directores-gerentes, tuvo la perspicacia de conceder una de sus prestigiosas medallas, la de 2018, a la UME por sus actuación general y, en particular, por las que se refieren a la defensa del Medio Ambiente. Fue en febrero de 2019 y ese modesto cronista de una parte de cuanto sucede a su alrededor, cubrió el evento con una entrada en este mismo blog, que invito a releer (La UME con el CEMA).

Que el frío de nos haga olvidar que tenemos que luchar contra un virus pestilente. Y acuérdense de quitar la nieve de la entrada a la casa y al garaje antes de que se convierta en hielo (se anuncia un bajonazo de temperaturas en esta noche), además de procurar alejarse de los aleros.

 

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Frail democracies (Débiles democracias)

7 enero, 2021 By amarias Dejar un comentario

Los gravísimos sucesos protagonizados por un grupo de miles de simpatizantes del derrotado presidente norteamericano Donald Trump, aún en funciones, tomando al asalto el edificio del Capitolio en Washington, donde los representantes de la nación deberían confirmar, de forma definitiva,  la  victoria del candidato demócrata, Joe Biden, no pueden ser considerados como un hecho aislado, anómalo, de la política norteamericana y, apurando el tiro, de la mundial.

Hay que incluir el hecho en su contexto: aquel que llevó a un individuo sin escrúpulos, con una trayectoria personal deplorable -en lo ético y en lo estético- a ocupar la presidencia del país más poderoso (aún) de la Tierra, con capacidad para decidir sobre el núcleo duro de la política internacional y posibilidad de control del más poderoso armamento mundial, además de actuar, impulsándolos o detrayéndolos, sobre sectores clave del bienestar de ese país (y de forma indirecta, sobre cientos de otros), como son la economía, los impuestos y los servicios sociales.

Es imprescindible ahora extraer de ese hecho y de la trayectoria que lo provocó, las enseñanzas, prevenciones y defensas frente a las amenazas que asedian la voluntad mayoritaria de democracia en Estados Unidos y en muchos países desarrollados y  comprometen, por tanto, la credibilidad de sus actuaciones de rechazo a las dictaduras. No se puede alardear de ejemplar si quienes están al cargo de sus instituciones no lo son.

El intento de golpe de Estado que pretendieron los seguidores del candidato derrotado, irrumpiendo con violencia y armas en la sede donde se concentra la esencia de la voluntad popular, fue visto, prácticamente en tiempo real, en cientos de millones de hogares. Ese intento de actuar contra las vías democráticas, tergiversando y adulterando los procesos reglados constitucionalmente, tiene un responsable. Resulta insólito, increíble, inimaginable, que sea el propio presidente de la Nación el instigador de tamaña irregularidad.

Parece necesario asimilar la dura verdad. La actuación claramente delictiva, intolerable, fue propiciada, desde meses antes, y de forma continuada, por el propio presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. No estuvo físicamente a la cabeza de los asaltantes del Congreso, pero sí fue su instigador. Expresó, una y mil veces, en múltiples alocuciones públicas y mensajes en las redes sociales, su argumentario terrorista: que “se le habían robado las elecciones irregularmente”, y que el “ganador era él”, en contra de las conclusiones de las comisiones electorales. Persistía Trump en esas declaraciones amenazantes, desestabilizadoras, sin doblegar su opinión, a despecho de certificaciones en los recuentos, de las decisiones judiciales y de la confirmación de la validez del resultado electoral, por el propio Tribunal Supremo. Es decir, consciente de actuar contra las previsiones constitucionales y legales.

¿Qué pretendían los asaltantes? ¿Podrían haber creído, por un solo instante, que amedrentando a los senadores con su presencia violenta, cambiarían el resultado de las elecciones y les obligarían a votar a favor de su candidato? ¿Eran votantes disgustados de Trump, o grupos de alborotadores organizados, a los que únicamente guiaba la destrucción del orden, causar daño, amedrentar a la ciudadanía pacífica, con la representación de una escena de terror, para que fueran registradas en la memoria colectiva, como un aviso?

No caigamos en esa trampa exculpatoria. Volvamos al núcleo. El sospechoso de ser culpable máximo de esa manifestación de violencia contra las instituciones democráticas es el actual presidente de los Estados Unidos, el perdedor en las elecciones, Donal Trump. Ante un hecho tan grave, su incriminación, de ser probada -aunque todos hemos sido testigos de su actuación llena de riesgos e incitaciones al comportamiento delictivo de la masa de sus votates, soliviantando a sus seguidores al calentar sus mentes con el fantasma del pucherazo electoral, mantenido a despecho de las comprobaciones y evidencias.

Me temo que, independientemente del desenlace, y de los daños (no menores: cinco fallecidos, decenas de policías heridos, del orden de un centenar de procesamientos por delitos de sedición, atentados a la autoridad, violación de espacio público reservado, desórdenes, al margen de la excepcional aplicación de la Ley marcial, de la decisión por parte del vicepresidente, desacreditando al presidente mismo, reclamando la actuación de la Guardia Nacional, etc.), el mayor daño a la democracia está hecho. El Presidente se ha convertido en el principal impulsor de las huestes que atentaban contra la democracia.

Estados Unidos ha dejado de ser ejemplo de nación en donde las libertades, el respeto a la ley y a las instituciones, formaba parte de la idiosincrasia nacional. En realidad, teníamos elementos para sospechar que era un espejismo o una verdad con importantes grietas:  violaciones de derechos en distintos puntos del país, la marginación por el color de la piel, la ausencia de protección a los débiles, el menosprecio o uso utilitario, de los gobiernos de otros Estados, progresión armamentística y debilidad de la asistencia social pública, etc. -. Estábamos cerrando los ojos para ver solo lo que nos apetecía ver de lo mucho que ofrecía un país, en muchos otros sentidos, admirable.

La situación de asalto a la democracia que estamos viviendo en España es parte del mismo mal que asola Estados Unidos y se difunde, como una peste, por todo el mundo. Dictaduras que se califican a sí mismo de democracias, elecciones trucadas, representantes de facciones que secuestran la voluntad de las mayorías. Aquí y allá vemos ejemplos sangrantes de secuestros de la democracia, abusos de poder, palabrería adormecedora por parte de quienes están en los gobiernos, para aplastar, asustar o engatusar a los que no pensaban como ellos.

Tenemos en nuestro país razón para preocuparnos, si aún no lo habíamos hecho. Cuando desde la cúpula del gobierno se alimenta la insurrección, se está atentando contra la esencia de la democracia y las consecuencias de esa vil actuación son imprevisibles. Podríamos tratar de encontrar diferencias, tranquilizar los ánimos expresando que eso no está pasando aquí y no puede pasar aquí. A mí me resulta muy difícil sumergirme en esa abstracción, y confirmo los motivos de preocupación cuando escucho algunas declaraciones de ministros del actual gobierno de España.

 

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Elogio y servidumbre del centro

4 enero, 2021 By amarias Dejar un comentario

El año que se nos ha ido (2020) nos ha dejado varias preocupaciones de entidad, que corresponderá resolver lo antes posible, para evitar que los daños sean tan profundos que haga irrecuperable, no ya la situación de partida, sino un nivel de satisfacción social y económico que no signifique la ruptura del modelo.

Por supuesto, la superación de la pandemia es la urgencia más acuciante. Hasta la aplicación masiva de las vacunas contra el virus invasor y alcanzar ese deseado “nivel de protección de rebaño”, no llegará a los mercados la tranquilidad suficiente para garantizar la recuperación.

Con un panorama tan grave, la economía no es actualmente el motivo principal de preocupación. A nivel tanto individual como colectivo (a salvo de algunos descerebrados) el temor a sufrir el ataque de la Covid y resultar gravemente afectado, cuando no pasar a engrosar el número de fallecidos gravita como un fantasma y cuestiona el alcance y calidad de la asistencia sanitaria, la capacidad organizativa de la administración para garantizarla y, en fin, el eficaz comportamiento protector frente a esa amenaza.

La multiplicidad de posturas de los gobiernos central y regional para defenderse de la pandemia, tratar reducir el número de contagios y, en lo posible, evitar el colapso de la economía, ha abierto debates, sobre lo que de hizo  bien, mejor, o muy mal. Los gansos de cada Capitolio, alzando su griterío,  siguiendo las directrices marcadas por el pesebre, han alabado unos gobiernos, denigrado otros y, en fin, contribuido a generar intoxicación sobre el ciudadano medio.

A salvo de aquellos cuya convicción ideológica sea tan fuerte que les impida valorar la realidad y analizar la calidad y eficacia de las alternativas, parece razonable concluir que carecemos, a estas alturas de la crisis pandémica, de un procedimiento realmente efectivo para garantizar con total seguridad que el virus no nos ataque individualmente. Y la incertidumbre se mantiene cuando todo parece anunciar que nos encontramos ante una tercera ola de la pandemia, de programación más veloz y capacidad de contagio mucho más agresiva.

No creo que nadie ponga en duda la poca información fidedigna sobre la forma de protegerse individualmente contra el virus. Me permito hacer unas pocas preguntas, para poner en evidencia que no existe una respuesta ciudadana única, en la interpretación individual de la ciencia oficial: 1) ¿Cada cuanto se debe cambiar la mascarilla y, por tanto, cada cuánto cambia su protección cada una de las personas con las que nos cruzamos en la calle o coincidimos en el restaurante o en el transporte público?  2) ¿A tenor de la variedad de mascarillas que se ofrecen en el mercado, cuáles son las realmente eficaces? ¿Cómo se controla y garantiza su homologación? 3) Admitiendo que lo importante es controlar la secuencia de contagios a partir de un foco ¿Por qué es más grave reunir a diez personas que a seis o a sesenta y siete?  4) ¿Cómo garantiza que los teatros, restaurantes y comercios, estén libres de virus? ¿Quién lo controla? 5) ¿Cuál es el actual procedimiento más eficaz para conseguir curar -si esta palabra puede usarse con propiedad- a un enfermo grave de Covid? ¿Existe un protocolo común a todos los centros hospitalarios? ¿Y para derivar a un paciente desde los centros de atención primaria? 6) ¿Cómo se lleva y llevará el control de los vacunados en primera y segunda dosis? 7) ¿Qué porcentaje de vacunas (actualmente, todas de doble implementación) y, en particular, la de Pfizer que debe conservarse a muy baja temperatura hasta ser administrada, pero no se puede volver a congelar, se pierde por falta de coordinación o por no acudir los convocados a la cita de vacunación? 8) ¿De verdad, es admisible aceptar que las mascarillas que llevan la ciudadanía, a parte de su homologación primaria, tienen el mismo grado protector? (algunas parecen haber criado hasta gusanos).

La terrible disparidad ideológica que sufrimos en España, con un gobierno central de izquierdas que, a cada paso, demuestra su carácter bicéfalo y algunos gobiernos regionales -los más significativos, el de Madrid y Galicia-, de orientación hacia la derecha, nos hace cuestionar, una vez más que significa realmente, ser de izquierdas o derechas. Es imposible identificar los viejos principios de acción ideológica en ninguno de ellos. A Ayuso y a sus consejeros les acusan quienes molesta que gobiernen en Madrid, de favorecer a la empresa privada. A Sánchez y a los ministros del PSOE sus detractores les tachan de mentirosos y falsarios. Hay que dejar aparte a Iglesias y a sus ministros (incluido el desvaído Garzón), por supuesto, cuyo único ideario parece ser conducirnos de forma rampante al modelo de una república cubano- bolivariana, con similar esquema de liderazgo.

Echo de menos al centro, ya sea centro izquierda o centro derecha. Políticos capaces de pensar y actuar de forma global, integral, sin estridencias y con eficacia. Gentes que no son devotas de Hayek ni de Marx, pero saben de qué se trata. Que conocen los entresijos de la economía y no espantan al potencial inversor. Que reconocen sus debilidades y potencian sus fortalezas, sin engañar ni engañarse. No me gustan los extremos, porque la polarización conduce -siempre, según la Historia- al desastre.

Ha sido una desgracia para España que Ribera (Alberto) y Sánchez (Pedro) hayan perdido el norte de la necesaria sintonía. Costará mucho recuperar ese centro sobre el que hacer pivotar la política y la economía, si es que se consigue.

Hasta entonces, aconsejo no quitarse las manos de la cabeza. Sí, cambiar cada cuatro u ochos horas las mascarillas, airear los espacios y aguardar pacientemente a que nos llegue el turno para ser vacunados…con suerte, dentro de un par de años, salvo cambio de estrategia.

 

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Entendiendo mejor el Cáncer de vejiga

30 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

La Agrupación de Oncólogos Genitourinarios (SOGUG), entre otras actividades encomiables, en el marco SOGUG 50/50 organiza reuniones entre especialistas en los tumores principales relacionados con el aparato reproductor y de las vías urinarias (órganos: próstata, vejiga, riñón) y pacientes.  La última, celebrada virtualmente, tuvo como protagonistas a oncólogos de hospitales canarios.

Quiero referirme en este Comentario exclusivamente a los tumores de vejiga y, aunque seguiré el esquema propuesto por el Dr. Alfonso Gómez de Liaño, (1) que fue el expositor de la situación y avances principales en el tratamiento de estos cánceres, me permitiré ampliarlo con información de otras fuentes (fundamentalmente, el Instituto Nacional del Cáncer, tanto en la versión para pacientes como para profesionales).

Los tumores de vejiga y de las vías urinarios son muy heterogéneos, con mucha mayor posibilidad de mutación que otros tipos oncológicos, yendo en su complejidad solo por detrás del melanoma y del cáncer de pulmón. Se trata del quinto tumor, por frecuencia de diagnóstico, en España, por detrás del de mama, colon, recto, pulmón y próstata. En Estados Unidos es el sexto tumor diagnosticado (después del de pulmón, próstata, mama, colon y linfoma) Se diagnostica sobre todo en hombres y tiene una evolución muy agresiva.

Su aparición resulta ligada al tabaquismo (sobre todo, en fumadores de cigarrillos) y al trabajo con ciertas sustancias químicas (hidrocarburos aromáticos, pinturas, aminas). Se han informado también sobre la influencia (relativamente, mucho menor, de ciertas mutaciones, síndromes e incluso del parásito Schistosoma Haematobium).

El cáncer de vejiga puede ser de grado bajo (rara vez invade la pared muscular) o alto (invade la pared muscular y suele extenderse a otras partes del cuerpo). También, por ello, se distingue entre cáncer con invasión del músculo de la vejiga o sin ella.

Para su caracterización médica se utilizan los signos T (relativo al Tumor) N (a los nódulos linfáticos) y M (a la metástasis). De acuerdo con el grado de avance del tumor, se utilizan siglas que se refieren al estado del mismo, de una forma esquemática. Por ejemplo:

Estadio 0a (TaN0M0): El más benigno, carcinoma papilar no invasivo, sin metástasis ni afectación a los nódulos linfáticos.

Estadio I (T1N0M0): Con invasión de lámina propia (es decir, del tejido conjuntivo epitelial), sin metástasis.

Estadio II (T2bN0M0): Con invasión profunda de la capa muscular, que llega a la capa externa).

Estadio IIIB (T1-4aN2-3M0): Este estadio abarca varios subtipos, según que la invasión de la capa muscular sea más o menos profunda y el grado de afectación de los ganglios linfáticos.

Estadio IVB: cualquier tipo de tumor, de avance en los ganglios linfáticos, con metástasis).

También se califica el grado de diferenciación de las células tumorales, desde el grado Gx o G1 (no evaluable o bien diferenciado) al G3 (poco diferenciado). Cuanto menos diferenciado es el tumor, más agresivo resulta y, por tanto, de peor pronóstico.

El cáncer de vejiga sin invasión muscular tiene buen pronóstico. Su tratamiento más común es por tratamiento intravesical durante, por lo menos, un año, con lavados utilizando el bacilo de Calmette-Guérin (BCG) y vigilancia regular de la recidiva (esto es, de la recaída o reaparición del tumor).

El tratamiento del cáncer de vejiga con invasión muscular consiste en quimioterapia con cisplatino seguida, en general, de cistectomía radical. La reconfiguración del intestino grueso suele eliminar la necesidad de un depósito exterior de drenaje y permite el vaciado por la uretra, mejorando la calidad de vida de estos pacientes.

El Dr. Gomez Liaño puso énfasis en que los avances en el tratamiento de los cánceres de vejiga, además de en la necesidad de analizar resultados de los múltiples ensayos clínicos que se están realizando, para probar la respuesta a las distintas modalidades de abordaje al tumor, descansa en conocer mejor el rol de la microbiota (es decir, de nuestras propias bacterias). Se ha sabido recientemente que la flora intestinal propia puede ayudar a mejorar la eficacia de al inmunoterapia.

La quimioterapia combinada a base de cisplatino constituye el tratamiento estándar para el cáncer vesical de Estadio IV, como apunté. De los ensayos realizados hasta ahora, la supervivencia más larga se consigue con la combinación de Metotrexato, vinblastina, doxorrubicina y cisplatino (cóctel MVAC). Son necesarios más ensayos de combinación de fármacos en quimioterapia y analizar la eficacia de la cistectomía radical o parcial combinada con ella, por el alto grado de recidiva.

—

(1) Con un brillante curriculum, desde su licenciatura en la Facultad de medicina de Salamanca en 2008, es actualmente oncólogo responsable del servicio Génitourinario en el Complejo Hospitalario Insular Materno Infantil de Gran Canaria y oncólogo médico del Gabinete de Urología y Andrología.

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