Al socaire

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Archivo de enero 2022

¡Seguridad! (Segunda parte)

30 enero, 2022 By amarias Deja un comentario

En lo que parece la vispera de una confrontación militar (escribo ésto en la tarde apacible del domingo 3o de enero de 2022), comentar sobre la seguridad desde una perspectiva general -aunque con la visión restringida de un ciudadano europeo que tiene sus únicas fuentes de información en los medios públicos-, es, al mismo tiempo, temerario y atractivo.

No quiero limitarme en estas breves notas, sin embargo, a la seguridad que pudiera derivarse de los medios para evitar o reducir el alcance en carnes propias de un conflicto bélico que se acepta como premisa que no se ha iniciado.

La historia del mundo está repleta de desgraciadas evidencias de que los Estados, los pueblos y las tribus, son capaces de  enfrentarse hasta la extinción o rendición del contrario, por motivos que, en su origen, y vistos con perspectiva, parecen inexplicables o perfectamente eludibles. El libro de Margaret Macmillan, 1914, glosando con detalle la escalada de despropósitos que condujo a la primera guerra mundial, debería ser libro de lectura obligada para interesados en conocer cómo se gesta una catástrofe de gran alcance y para todos aquellos que, desde posiciones de responsabilidad, se creen capaces de controlar una incipiente tensión modulando el uso de la fuerza.

La seguridad de ciudadanos y bienes, a nivel global, es responsabilidad de los Estados, es decir de sus gobiernos e instituciones funcionariales. Si pensamos en la relación entre Estados, sus actuaciones para favorecer la convivencia recíproca y resolver por la vía de la diplomacia y la negociación, las eventuales tensiones que generen los conflictos de intereses antes que adquieran dimensiones mayores, abarcan un espectro muy amplio.

Existen las vías diplomáticas, el espionaje, la dotación de una fuerza y Ejércitos propios, los acuerdos entre Estados para actuar conjuntamente en caso de agresión de un tercero y las organizaciones de defensa, empresariales, culturales o humanitarias. Hasta las competiciones deportivas, los congresos y ferias de turismo, las exhibiciones conjuntas de armamento y los acuerdos de investigación y desarrollo de fármacos, artefactos y trasgénicos, forman parte de los instrumentos para focalizar tensiones y, por supuesto, evitarlas.

Si se diera la intención de asegurar que, en caso de conflicto que no le afecte directamente, una nación (sinónimo aquí de Estado) no se vea involucrada por disputas ajenas, la manera -bastante ingenua- de expresar que se mantendrá al margen, es declararse como neutral, pacifista o no alineado. Suiza, desde la derrota de Napoleón, se presentó ante el mundo como país neutral “de manera perpetua”. Su entrada en la ONU en 2002 y su obligación de sumarse, desde entonces, a los acuerdos sobre las sanciones que emanen de ese Organismo, (y aspiró incluso a un puesto en su Consejo de Seguridad) plantea dudas a los politólogos, especialistas en derecho internacional y a los filósofos, sobre el carácter y valor real de esa neutralidad.

Al margen de que un Estado o colectividad se declare como pacifista, ello no les exime ni libra de ser atacados. Si, dentro del mismo gobierno, una parte del mismo apoya exhibiciones de fuerza (envío de medios humanos, armamento y vehículos militares) frente a otros países que pueden desembocar en conflicto bélico y, por otra, algunos ministros y portavoces defienden mantenerse al margen, esta dicotomía patológica creará desconcierto en la ciudadanía y debilitará la coherencia internacional del apoyo. Pero no evita que la decisión se interprete inequívocamente como voluntad de participar como elemento disuasorio y, si llegara el caso, beligerante, aportando sus fuerzas al bloque al que se pertenezca y, exponiéndose, por tanto, a ser atacado directamente.

Representantes cualificados de partidos de la izquierda española, incluso desde los Ministerios que detentan, se han manifistado como pacifistas y contrarios a la voluntad expresada por el presidente de Gobierno de apoyar a la OTAN, en su contrapunto a lo que se ha dado en llamar amenaza rusa a la independencia de Ucrania, reforzando el envío de material bélico y efectivos humanos a la frontera oriental de este organismo. Esta falta de homogeneidad es inaceptable, debilita nuestra posición como país y nos presenta como socios poco fiables. (1)

España, en el terreno de la seguridad colectiva, necesitaba una revisión ordenada y urgente de prioridades, amenazas y medios. La nueva Estrategia de Defensa Nacional dará importancia a la integración de las Comunidades Autónomas en el modelo de actuación y concretará el catálogo de recursos para dejar claras las líneas de acción frente a las amenazas, cuyo creciente carácter híbrido no se le oculta a nadie. La falta de organización en el abordaje de la pandemia de la COVID ha dejado claro que es imprescindible cambiar la metodología e integrar a todos los estamentos bajo un mando único en caso de amenaza global.

No es (solo) un cometido de naturaleza militar, sino que abarca responsabilidades y medios de toda la sociedad, aunque la creciente tensión internacional, con Estados que se han dotado de medios detructivos de gran alcance e intensidad, ha vuelto a poner el énfasis -en los paises que fueron terreno operativo de la segunda guerra mundial- sobre la necesidad de tener un Ejercito propio en la Unión Europea. A finales de noviembre de 2021, el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, ha hecho llegar a los servicios de inteligencia de los países de la Unión un documento que presenta una nueva estrategia de defensa, impulsando una fuerza de acción rápida autónoma.

Aunque desligado de su carácter exclusivamente militar, y vinculado a la necesidad de defenderse de amenazas de naturaleza híbrida, cibernéticas, químicas, biológicas, entre otras, parece necesario volver a la formación defensiva de la población en general. Cuando en España (y otros países) el servicio y enseñanza básica militar era obligatoria, algunos jóvenes se declararon objetores de conciencia. Como sucede con casi todos los pioneros, los primeros que se manifestaron contrarios fueron encarcelados y sufrieron diversas penalidades y represalias; después, la obligación languideció y, desde hace varias décadas, el servicio militar dejó de ser obligatorio). Los Ejércitos pasaron a estar formados solo por profesionales (vocacionales o voluntarios), reduciendo su músculo personal (escuché a un general expresar que tenemos un “Ejército bosai”) y cada vez más se confía la defensa a la perfección del armamento, del equipamiento y los medios disuasorios, incluídos los nucleares y, asímismo, se potencia el empleo de medios logísticos, software sofisticado y material de inspección y ofensa no tripulado.

Urge un planteamiento general, sólido y asumido por la mayoría, de las estructuras de defensa. La seguridad colectiva exige dotarse de un músculo y una potencia de actuación propia y vincular esa facultad autónoma a los medios de que dispongan los Estados aliados. No se trata de ver a otros Estados como potencialmente enemigos (aunque, al considerar las amenazas, se deberá cualificar cuidadosamente su nivel de agresividad contra nuestros intereses), sino tener clara la manera de reaccionar ante una agresión de cualquier tipo con los medios al alcance.

Ser pacifistas no nos libra de estar amenazados ni, por supuesto, de ser atacados. No será por misiles de cabeza nuclear, sino por secuestro de claves y cuentas bancarias, ataques con virus y bacterias debilitantes o letales, generación de pánico o intranquilidad por asesinatos y atentados, suspensión de suministros esenciales para nuestra economía, etc. Lo que los militares llaman envío de “botas sobre el terreno” (fuerzas militares luchando con armas más o menos convencionales sobre el espacio físico) tienen ahora un valor reducido. Han pasado a ser exhibiciones de prudente poderío, asimilables a los bufidos de berrea o al despliegue de plumas de machos de combatientes, con pretensiones de distracción sobre los métodos más sutiles y eficaces de derrotar al enemigo.

Ojalá nunca tengamos que gritar “¡Seguridad, seguridad!” porque ya nos parezca imprescindible contar con ella, porque será demasiado tarde.

—

(1) Las versiones de la situación, por parte de rusos y prorusos y proamericanos y atlantistas, difieren sustancialmente. No tengo ahora el propósito de analizar esas discrepancias. Me pregunto, sin embargo, si la OTAN ha evolucionado para ser bastante más que un organismo militar y la naturaleza de los intereses de Ucrania para integrarse en ella o en la Unión Europea.

Publicado en: Actualidad, Ejército, Política Etiquetado como: armas nucleares, Borrell, ejército, Estrategia de Defensa, guerra híbrida, seguridad, Ucrania, Unión europea, virus

¡Seguridad!

28 enero, 2022 By amarias Deja un comentario

La preocupación por la seguridad personal ha crecido tanto que las empresas que se ofrecen para garantizarla figuran entre las mayores oferentes de empleo. Han proliferado,  entre otras,  las opciones de estar protegido contra ladrones de viviendas, asaltantes callejeros y merodeadores de mala catadura aunque, por lo que tengo leído y oído, no tanto como las de ser robado, asaltado o ser víctima casual de un tiroteo entre narcotraficantes, terroristas y la policía o el grupo de control de fronteras.

La oferta de seguridad alcanza a establecimientos bancarios, comercios, restaurantes o medios de transporte público y privado. Es cierto que, en particular, los Bancos han puesto mucha distancia mecánica entre sus empleadoso y nuestro dinero (mediante autómatas, dobles claves, programas de acceso prácticamente ininteligibles, canales virtuales, reducción de oficinas y bancarios, etc.), pero se nos ha hecho habitual encontrar a la puerta y en el interior de comercios e instalaciones de todo tipo, hombres y mujeres de uniforme con tolete y esposas que se pasean por los locales con mirada inquisitiva o saltan como un resorte si el detector de metales de la puerta lanzan un pitido.

No tengo claro cómo se realiza la selección de trabajadores de muchas de estas compañías, porque no parecen, a primera vista, con sus uniformems de otra talla,  tipos que, si tuvieran que vérselas a la carrera tras un ladrozuelo o reduciendo a puñetazos a un presunto infractor (al margen de que les aconsejaría que se tentaran la ropa antes de hacer alarde de ninguna habilidad física que pudiera dañar a personas), salieran ganando. No son ni altos, ni tienen aspecto de ser fuertes ni de estar físicamente preparados; algunos parecen a punto de entrar en fase de jubilación o ser amigos del encargado de contratración. A lo mejor son expertos en artes marciales o tienen conexión permanente con el grupo de primos de Zumosol, pero tengo dudas sobre la forma cómo garantizan “nuestra” seguridad.

Durante algún tiempo estuve convencido de que los preferidos para llevar la placa de “Seguridad” eran quienes hubieran pertenecido a los cuerpos ad hoc del Estado y sus diversas Administraciones públicas (ejércitos, policías, guardias civiles…) o, por lo menos, hubiera actuado como encargados de controlar la entrada de las discotecas y los puticlubs habiendo dedicado antes, durante o después, muchas horas a la musculación y siendo duchos en la ingesta de anabolizantes.

Ahora, en el que los incumplidores de las normas han proliferado, la crispación aumentó y los pequeños delicuentes (poseedores de perros que no retiran sus cacas o los llevan a los paques y alcorques para disimular su obligación de recogerlas; fumadores recalcitrantes, bebedores  convulsivos, especies múltiples de engorrinadores sin perdón de nuestras calles, expertos en mezclar residuos que no corresponden en los contenedores; etc) rivalizan en número e impunidad con los grandes delincuentes (falsificadores de cuentas de resultados; mafiosos que se dedican al negocio de falsificar marcas, robar autos, apoderarse de joyas, traficar con drogas y armas; cárteles para acordar precios; políticos que favorecen a sus amigos y afiliados; etc), pregunto: ¿nos han orientado a defender nuestra seguridad, la que más nos interesa, con nuestros propios medios y decisiones?

Mientras aclaro mi respuesta, me propongo escribir en mi siguiente Comentario sobre la Seguridad general, la que se refiere a la tranquilidad que supone verse libre de guerras, invasiones, atentados terroristas, catástrofes naturales y/o provocadas, etc.

(seguirá)

Publicado en: Actualidad, Seguridad Etiquetado como: compañías de seguridad, delincuencia, hurtos, robos, seguridad

Tambores y timbales

21 enero, 2022 By amarias Deja un comentario

Desde 1980 a 1985, cuando la guerra fría -la grave tensión político-militar entre Estados Unidos y la URSS, que había empezado en 1945 y se prolongaría hasta 1991-, alcanzaba uno de sus momentos más angustiosos, viví en Alemania con mi familia.

Mis amigos alemanes temían que ambas potencias probasen la eficacia de sus misiles en tierras europeas y uno de ellos pretendía atisbar el final de la cuestión, con un campo de batalla con varios millones de muertos, mediante una reunión de urgencia de los altos mandos militares en la que ambos lados se llevarían las manos a la cabeza, extremadamente compungidos: “¿Qué hemos hecho? -se preguntarían- ¡Hay que acabar con este despropósito de inmediato! Lleguemos a un acuerdo. Firmemos la paz”.

Europa aparecía así como el escenario en donde los dos bloques dirimirían sus diferencias, probando sus avances militares en un territorio ajeno, causando desolación y destrucción en él, antes de llegar a un acuerdo que beneficiara a sus propios intereses.

La guerra fría tuvo un final formal con el desplome de la Unión Soviética que, aunque cabe exponer diversas razones, puede imputarse principalmente a la pérdida de credibilidad del modelo comunista, a pesar de los esfuerzos de Michael Gorbachov -presidente de la URSS en esos últimos años- para llevar a cabo reformas sociales y económicas sustanciales. El fracaso de esas ideas, que pasaron a la Historia universal con los términos de glasnost (apertura) y perestroia (reestructuración), señalarían para Occidente la pretensión orgullosa de una supuesta victoria del libre comercio -entendido como valor esencial de la democracia,  frente a la dictadura del poder centralizador del Estado.

La situación por la que estamos pasando hoy, en enero de 2022, revive el tufo de aquellas tensiones y genera un nuevo temor a un conflicto bélico, aunque los protagonistas del desacuerdo han cambiado y el material de disputa podría parecer, a primera vista, irrelevante. Desaparecida la URSS hace ya años, la ambición personal de Putin, el presidente de Rusia -el mayor de los países que componían aquella-, pretende reconstruir parte de aquel poder territorial y estratégico.

La base sentimental de esa opción, que no tendría cabida formal dada la diferencia de músculo militar y económico entre Rusia y sus hipotéticos enemigos, encuentra un adecuado caldo de cultivo porque, enfrente, se encuentra con la debilidad circunstancial de Occidente. Los Estados Unidos de Norteamérica han perdido la capacidad y el interés por el liderazgo mundial y la Unión Europea parece estar en proceso de descomposición interna y sufre de una grave pérdida de identidad corporativa.

En 12 de julio de 2021, Vladimir Putin publicaba unas reflexiones en la plataforma web del Kremlin (en inglés, ucraniano y ruso)  con el título “On the Historical Unit of Russians and Ukrainians”, que debe ser visto como el Catecismo, o guía espiritual de las actuaciones que viene acometiendo Rusia en relación con los países bálticos y, por ello, ha sido interpretado por especialistas occidentales como una “llamada a la guerra”.

El argumento central del ensayo ofrece dos vertientes: a) Rusia no tiene intención de atacar ni invadir ningún territorio, al contrario de lo que Occidente, personalizado en Estados Unidos, ha venido demostrando con la “ocupación militar” y las exhibiciones de fuerza en los países que lindan con ella por el lado de Europa y b) El alegato occidental de invasión rusa de Crimea está construido en una falsedad, pues ha sido la población, mayoritariamente rusa, la que pidió la reintegración y con el apoyo de un referéndum.

En consecuencia, concluye el Kremlin, Rusia no invadirá Ucrania, ni va aliarse con Bielorusia para atacarla, ni cualquier país debe temer sus injerencias. Pero… se defenderá ante la amenaza fehaciente de Occidente contra su hegemonía, y lo hará con todas las fuerzas a su alcance. La agrupación de fuerzas y equipamiento militares en las fronteras con Ucrania no debe ser visto más como un ejercicio de libertad en el uso de su propio territorio; por el contrario, “la invasión y ocupación por destacamentos de la OTAN” en los países que pertenecieron a la URSS (Estonia, Letonia, Lituania, Rumania o Bulgaria, en concreto) es una amenaza para Rusia.

En ese contexto de tambores de guerra y timbales de jolgorio insensato, debemos esperar que cualquier desgraciado accidente por parte de cualquiera de los contingentes militares que se están acumulando a ambos lados de la frontera entre Rusia y la apetecible Ucrania o con los países colindantes de la Unión Europea,  no provoque la brusca transformación de las amenazas en una pelea dramática que haga del terreno de la vieja Europa, una vez más, (y a la tercera va la vencida), campo de martirologio.

No se trata de esgrimir la opción de medidas económicas que, en mi opinión, de ser adoptadas por Occidente contra Rusia si se decidiera a ocupar Ucrania o como medida de presión, serían lo más parecido a un tiro en el pie: ante un invierno frío el gas ruso es fundamental para Alemania y otros paises del este europeo. Si, por ejemplo, las tropas rusas entraran en Ucrania por la región del Donbás (donde se encuentran las provincias rebeldes de Lugansk y Donetsk) el escenario de guerra se perfilría de inmediato. Aún más amplio frente se presentaría si, con la alianza de Biolorusia, Rusia pretende tomar Kiev y avanzar en la invasión total de Ucrania. En ambos casos, es poco probable que la disputa se concentre en una batalla regional con armas más o menos convencionales.

Deberíamos confiar que las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia sirvan para calmar los ánimos de Putin y le permitan ofrecer a su pueblo sensación de victoria sobre occidente al dictador educado en la KGB con ínfulas de zar. Sin embargo, la ausencia de la Unión Europea en el marco de esas conversaciones -aunque se pretenda minimizar ese vacío en la mesa de negociación- podría hacer pensar, y temer, que tiene todas las papeletas para terminar como el perdedor de la disputa.

 

Publicado en: Actualidad, Ejército, Europa, Rusia Etiquetado como: Donbás, Donetsk, glasnost, guerra, Kiev, Lugansk, Michael Gorbachoff, perestroika, Rusia, Ucrania, Unión europea, URSS, Vladimir Putin

Poetas contra la losa

18 enero, 2022 By amarias Deja un comentario

Tomo prestada la sonoridad del título de uno de los libros del asturiano Carlos Bousoño (“Las monedas contra la losa”), para referirme, sin la menor intención didáctica, más bien confesional, a mis ideas sobre la poesía y los poetas.

Aunque tengo escritos miles de poemas, nadie me ha certificado como poeta. No me consta que exista un Centro mundialmente acreditado y respetado sin reticencias que emita esa titulación con alcance universal. Algunos catedráticos de Literatura se han empeñado en escribir poemas. pienso que en su determinación por acercar a su sardina de competencias profesionales esta incalificable forma literaria. Por cierto, siempre en mi modesta opinión, casi todos son o han sido muy malos poetas, en el sentido de ser capaces de transmitir sentimiento con sus elucubraciones formales.

Mi biblioteca contiene algunos cientos de ejemplares de realizaciones poéticas. En los anaqueles pueden encontrarse nombres de casi todos los autores españoles que la tradición reconoce como eximios poetas.  Son aún mayores en número los volúmenes de poesía que he sacado de las bibliotecas públicas de los sitios a donde me llevó mi periplo profesional y viajero y mi curiosidad por el tema me hace aparecer como seducido por cualquier opúsculo, folleto, revistilla o separata en donde atisbe o sospeche que pueda anidar en él algo de poesía.

Incluso me interesó desde muy pronto el misterio de las palabras y allá deben andar decenas de páginas en las que recogía, como piedras preciosas, frases y vocablos en los que creía encontrar el misterio de la poesía, la sugerencia de una voz. Nadie podría argumentar en mi contra que carezco de formación poética, entendiendo por tal la que se adquiere de los libros. Emilio Alarcos, Pedro Caravia, José María Cachero, entre otros dioses menores, fueron mis maestros.

Tengo pues, suficiente bagaje para considerarme buen lector y aceptable crítico de poesía. En esta línea de supuesta autoalabanza, recojo también que me gusta leer poemas en las varias lenguas que, más o menos, chapurreo.

Considerarse poeta es otra categoría. Por ello, nunca hago alarde de esta condición. Incluso, esa advocación se me presenta como una carga afectiva, una responsabildad. Poner en palabras sentimientos, despertar la atención del ánimo de otros, es un oficio misterioso, inconsciente, rebelde como un potro que no se deja domar ni montar, aunque no se puede ignorar su belleza.

Desde hace muchas décadas, me interesan las traducciones de los poemas rimados. Si el traductor ha querido conservar vestigios de la rima en el nuevo idioma, el resultado es un fracaso. La búsqueda de una nueva sonoridad o musicalidad adultera el sentido y hace que se pierda el misterio de lo poético. Los poemas no admiten traducción, porque han de recogerse interiormente, esto es, sentirse, en lengua, con el énfasis y tono musical con el que fueron concebidos, haciéndolos suyos el lector.

No se publica actualmente mucha poesía, pero no tengo dudas de que se escriben muchos poemas, de mayor o menor calidad sentimental y, siempre en mi opinión quizá insensata, malos en general. Como no considero que la poesía sea literatura, estimo que hay que juzgarlos por lo que son capaces de transmitir y es ahí donde fallan.

Es interesante para un futuro autor, sobre todo si es joven, haber leído mucha poesía, muchas obras de muchos poetas. Eso le ayudará a encontrar su propia voz. Sin embargo, no le servirá para ser poeta. Esa cualidad se lleva dentro y aflora muy temprano. Es un gen abstracto, misterioso, que no depende de la educación, de los estudios, sino exclisivamente de la forma de confrontación personal con las vivencias. Una historia poética, una trayectoria regida por la poesía, es un itinerario personal en el que el viajero va asumiendo, venciendo o resultando derrotado por ellas, las acechanzas de la vida. Todos los poemas gravitan en relación con tres grandes temas, incluso los llamados épicos. Hablarán de amor y desamor, de la enfermedad y el sentimiento trágico que nos confronta con la premonición de la muerte propia y la realidad de la de quienes hemos querido; y, si se desea agrupar en un falso totum revolutum los restantes poemas, se descubrirá un tercer tema: la soledad, el descubrimiento de lo nuevo, la plasmación de la sorpresa.

Escribir poesía para los demás supone haber mantenido una existencia ya rica en matices, disponer de una trayectoria personal, asimilada, sentida, sufrida. Los poemas no se recogen de un árbol, como frutas maduras que se ofrezcan al paseante. Desconfío de los jóvenes poetas que son presentados como revelación sorprendente. Aunque hayan sabido ocasionalmente plasmar con brillantez sentimientos por algo de lo vivido, sostener esa línea de creatividad se suele revelar como imposible.

Nota adicional.- Las páginas que el Diario El Mundo agrupa el domingo, 16 de enero de 2022, bajo el título aberrante de El Culturista, incluyen una entrevista a Mario (García) Obrero, un alevín de poeta que ha sido premiado con el Poesía Loewe Joven de 2020 por su libro Peachtree City (cuyo título toma de la ciudad norteamericana con ese nombre al que viajó en 2019 con la intención de realizar el primer curso de bachilllerato, y en la que, dice, no encontró ningún melocotonero).

La larga entrevista deja claro que Mario se encuentra bien surtido de lecturas de una selección de buenos poetas. No conozco de Obrero más que el librito premiado, de 78 páginas, que pertenece más bien al género de lo narrativo que a la expresión de lo sentimental que me parece vinculado genuinamente con la poesía. Su dependencia creativa de Walt Whitman  y el García Lorca de “Poeta en Nueva York” me parece evidente y lógica. La que proviene de su madre, la poeta Susana Obrero, es más sutil y, en alguno de los poemas, tan patente, que podrían haber sido escritos por ella.

Me ha gustado el libro, pero le encuentro un serio problema. No anima a la reelectura, sino al consumo. Con cualquier novela, incluso aunque nos haya hecho pasar un buen momento, es difícil que encontremos el tiempo y las ganas para leerla otra vez. Ese hándicap no pertenece genuinamente a la poesía. El verso es material de otra categoría; tiene vocación atemporal; es eterno, porque apela a los sentimientos que definen lo hunano. Los buenos poemas que nos han impresionado pueden releerse una y otra vez, estrujarles el sentido hasta que los hacemos nuestros: como una herida, un gozo o una esperanza encajada en nuestra propia existencia.

 

Publicado en: Actualidad, Personal, Poesía Etiquetado como: Carlos Bousoño, Ciruelo, entrevista, García Lorca, literatura, Loewe, Mario Obrero, Peachtree City, poesía, Premio de Poesía, Susana Obrero, Whitman

Sobre el rebaño

10 enero, 2022 By amarias Deja un comentario

El Rebaño -con el desconcertante subtítulo de “Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica”- es el título del ensayo de Jano García, que vió la luz en 2021 auspiciado por la Editorial La esfera de los Libros. Se trata de un libro interesante, sin duda, con reflexiones nada despreciables sobre los grandes ejes que rigen el pensamiento colectivo (fundamentalmente, el español) en estos momentos peculiares de nuestra Historia, y que el autor ha tenido el acierto -y la picardía- de separar en capítulos con asunto definido.

La fértil imagen del rebaño, con sus elementos de acoso y sus perros guardianes, y esos a veces misteriosos amos del cotarro, que señalan con criterios que no precisan ser explicados, el camino que debe seguir la masa para no ser tributo, tanto del desprecio del resto de la grey como de los hipotéticos enemigos exteriores, queda ya expresada con brillantez en los primeros capítulos.

Es en el tercero en donde se presentarel meollo de la argumentación principal : Una nueva moral para todos.Con reiteradas alusiones a la vida e ideas de Antonio Gramsci, el filósofo marxista que sirve (o sirvió) de apoyo intelectual a Podemos y a otros partidos de la izquierda populista, Jano García avanza su idea de que “muchos partidos cambiaron su discurso para adecuarlo al momento”, de manera que los líderes adaptaron sus mensajes con impulsos emocionales, sin real contenido ideológico, para que la masa no tuviera problemas en aceptarlos.

La propuesta es muy atractiva. Falto de una directriz ética superior, a la que ignora o menosprecia, alejada la masa de la proteccción y guía “para todo” que supuso en la Europa cristiana la religión, ayuna de líderes fiables, la mayoría se ha hecho muy vulnerable, atenta solo a seguir las imposiciones que se supone emanadas de la mayoría, pero que, en realidad, surgen de simples soflamas gestadas en cada momento, de manera oportunista por quienes solo pretenden sacar partido de su debilidad.

Así sucede con las ideas respecto al feminismo, la homosexualidad, el cambio climático, o el racismo, por destacar solo algunos ejemplos de cómo, sin verdadero debate ni análisis crítico, los líderes políticos perfilan sus posiciones, tratando de apropiarse de la emoción de la masa, a la que destinan sus mensajes. No se trata de exponer argumentos sólidos a favor o en contra de una u otra postura, sino, sencillamente, de inflamar los ánimos.

Jano García expone certeros ejemplos que demuestran lo artificial de muchas discrepancias. ¿Es feminista aquél que levanta su voz airada por la supuesta discriminación de la mujer, pero tolera sin problemas que el vecino obligue a llevar velo a su pareja? ¿Tiene verdadero sentido negar la existencia de la homosexualidad y otros comportamientos sexuales no “admisibles”, apelando a teorías que ya se ha probado son absolutamente falsas? ¿Por qué quienes están convencidos de que el cambio climático exige medidas inmediatas, cuando no urgentes, no actúan de acuerdo con esos criterios? De verdad, ¿alguien en su sano juicio puede apoyar sin rubor que la raza, el género o el origen de nacimiento de la persona deben actuar como elementos “a priori” de clasificación?

La capacidad de olvido del rebaño juega a favor de su manipulación. Es significativo que “la sociedad actual apenas recuerda lo que hace tres días le escandalizó o enervó” (pág. 266). El libro entra en fase más polémica cuando duda que las “nuevas tecnologías abrieran la puerta a un mundo mejor” (pág. 275, aunque yo modifiqué la forma de expresar la idea, para darle coherencia con mi texto). Cita al coronel Pedro Baños para reforzar la idea de que las grandes tecnológicas, y por ende, los Estados, “llegan a conoernos mejor que la familia y las personas que nos rodean” y, por ello, están en situación de orientar nuestras ideologías o…inclinar nuestro voto en las siguientes elecciones.

No he querido hacer, ni mucho menos, el destripe (1) del libro, puesto que lo que ofrezco en este comentario son, más bien, las reflexiones que me sugiere su lectura. Por eso, reservo al lector el placer de descubrir las ideas, que a modo de Conclusiones abiertas, expone Jano García. Por cierto, uno de esos influyentes (2) nque tienen millones de seguidores (@ellibrepensador) y cuyas ideas y comentarios son aceptadas como dogma de fe por miles de jóvenes con menos de cuarenta años, que, aunque se molestarían si se les considerara parte del rebaño, no pueden sustraerse al gran atractivo (y servidumbre) de creer que están de vuelta de todo lo importante.

Como yo tengo más de setenta años y tengo mucho del camino andado, a riesgo de parecer un petulante, concluyo por mi cuenta: Ni me impresionan las ideas -desde luego, brillantes, de Jano García-, que en buena parte tienen el tufillo del “dejà vu” o “dejà lu”, ni tengo ya fuerzas para levantar ni el brazo ni la ceja para manifestar mi admiración por el descubrimiento del término de “alogocracia”, que, en ausencia de una definición oficial, haría referencia al control que los sentimientos ejercen sobre nuestras decisiones.

(1) spoiler, para los modernos, aunque la RAE no admite este anglicismo.

(2) influencers, para los modernos, aunque a RAE no admite este anglicismo.

 

Publicado en: Actualidad, Cultura, Literatura, Sociedad Etiquetado como: El rebaño, Gramsci, Jano garcía, La Esfera de los Libros, Occidente

Lo nuclear de la energía

8 enero, 2022 By amarias Deja un comentario

La Comisión Europea ha difundido, por fin, a finales de 2021, el borrador de su propuesta de calificar la energía nuclear y el gas natural como fuentes verdes, lo que las hace elegibles para canalizar inversiones en el camino hacia un futuro neutral en carbono. La propuesta ha sido acogida con entusiasmo por Francia, pues la nuclear es su principal fuente energética.

Sin embargo, Alemania, que continúa embarcada en el proceso de cerrar todas sus plantas nucleares (las tres que aún quedan en funcionamiento se cerrarán en 2023, según el plan trazado por la ex canciller Merkel), ha manifestado su oposición al respecto, trasladando por medio de su nuevo canciller la idea central de que lo fundamental es avanzar en la protección del clima y en inversiones que sean sostenibles y que el borrador de la Comisión supone un paso atrás. Aunque parece una postura firme, no está exenta de matices, pues el gobierno alemán mantendrá, sin embargo, el gas natural como una “tecnología puente” que solo será reemplazada antes de 2045, cuando se cumpla la precisión de que las alternativas renovables, y en especial, el “hidrógeno verde”, se hayan desarrollado competitivamente.

Si la mayoría de los Estados están de acuerdo con el borrador, se convertirá en Ley de obligado cumplimento para todos ellos, a principios de 2023. Esta parece la situación que se producirá, pues aunque cada uno de los 27 estados miembros tiene derecho a voto, no tienen igual valor paritario. Para rechazar la propuesta debe contar con la reprobación de 20 de los estados, que sumen al menos el 65% de la población.

España, por la vía de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera,  se ha recreado en expresar su oposición, en línea con lo expresado por Alemania y Austria (esta última, amenaza incluso con demandar a la Comisión ante el Tribunal de la Unión).

La posición expresada por Ribera no está exenta de fuertes críticas en España. Por supuesto, el sector nuclear reitera que esta energía es elemento fundamental del mix energético y que carece de sustituto en la actualidad, ofreciendo un respaldo eficaz a la falta de fiabilidad de las fuentes eólica y solar. Además, la dependencia del gas natural, de procedencia fundamentalmente argelina y con precios sometidos al vaivén de la especulación, ha venido a demostrar en los últimos meses lo gravoso que resulta para la economía empresarial y familiar necesitar suministros externos para completar las necesidades del consumo. La opinión mayoritaria de los técnicos españoles es contraria al cierre de las centrales nucleares y ha sido expresada en múltiples foros y congresos, obteniendo sistemáticamente el silencio, cuando no el desprecio, de los asesores ministeriales.

Lo nuclear de la energía, para España, en mi opinión, es no precipitarse. Evitar la especulación y huir de tomar decisiones que se sustentan en expectativas cuya posibilidad de cumplimiento, además, no depende de tecnologías propias o suficientemente desarrolladas. Tenemos un exceso de potencia energética instalada, en parte ya amortizada (lo que se debe considerar una ventaja, dentro del período de vida útil de las instalaciones) y en parte no despreciable aún sin cumplir su período de amortización. Disponemos de un nivel tecnológico de gestión y mantenimiento de los recursos elevado, aunque va deteriorándose rápidamente por la falta de inversiones y apoyo gubernamental.

Las esperanzas puestas en el desarrollo de las pilas de hidrógeno deben acreditarse aún con fuertes desarrollos en investigación (teórica y aplicada), de las que nuestro país no va a estar a la cabeza, por obvias limitaciones de presupuesto y capacidad. Tampoco se ha analizado aún de forma suficiente el riesgo derivado del uso masivo de la manipulación, almacenamiento, transporte y uso del hidrógeno y, por supuesto, se sabe poco de las inversiones y costes que acarrearán.

Hay líneas abiertas de gran incertidumbre, como son el ritmo de extensión del parque de vehículos eléctricos -falta desarrollo de autonomía de las baterías, aumentar de manera masiva el número de estaciones de carga y rebajar el precio de las unidades); la renovación de los parques de energía eólica (con generadores más potentes, y en nuevas ubicaciones) y de solar fotovoltaica, la recuperación del impulso a la solar térmica, la clarificación de otras fuentes alternativas, sometidos a vaivenes ideológicos y en parte temperamentales; el almacenamiento de los residuos nucleares, tanto producidos por la producción como por el desmantelamiento de las centrales; el papel que aún deberán jugar las centrales de ciclo combinado e, incluso de carbón, y el desarrollo de procesos de captación o eliminación de gases de invernadero; etc., etc.

Publicado en: Actualidad, Energía Etiquetado como: carbón, centrales nuclear, comisión europea, energía, energía eólica, energía nuclear, Teresa Ribera. carbon, termosolar

Vacas, testosterona y hembras alfa

5 enero, 2022 By amarias 4 comentarios

El aún ministro de Consumo, Alberto Garzón, cuyo objetivo principal (y, en mi opinión, único) debería ser apoyar la producción responsable y el consumo sostenible, la ha tomado con la cabaña bovina. Sin embargo, este personaje de la farándula ministerial, combina sus largos silencios con salidas de pie de banco, alimentando turbias sospechas sobre el empleo de su tiempo desde la poltrona ministerial.

Hace ya un semestre (julio de 2021) explicó a los parvos de este país que las flatulencias de las vacas emiten metano y que, en consecuencia, en un falso silogismo de esos en los que se nos escamotea la premisa menor, había que reducir la ingesta de carne con ese origen animal. El presidente de Gobierno, al que no sobran motivos para dormir tranquilo, le desmintió de inmediato, afimando que era aficionado a la carne roja, iniciándose así un diálogo extragubernamental entre el mandamás del Ejecutivo y uno de sus muchos versos libres, pues el ministro, a la siguiente ocasión, explicó que, -¡por supuesto!-, había sido mal interpretado y que si había ofendido a alguien era a los varones que creen que comer carne aumenta la testosterona.

Garzón es un ministro de lanza en ristre multidireccional que opina sobre la nata del roscón de Reyes, los juguetes con orientación de sexo y, desde luego, arremete contra los ganaderos, incluso en inglés. ¡Pues no se le ha ocurrido ni más ni menos que declarar a The Guardian que las vacas españolas sufren de estrés, porque están muy maltratadas! No cabe otra opción que desear mucha suerte en sus próximos desempeños, a este intruso de la política, deshacedor del concepto de la izquierda marxista-leninista, transformándola en un penoso hazmerreir.

Con ser muchos sus deméritos, no es Alberto Garzón el único acreedor a la censura inmisericorde de entre los ministros, cuya fórmula de selección, si existe, debería explicarnos alguien con conocimiento de la sociología recreativa.

Del orgulloso gineceo esgrimido por Sánchez como victoria de la igualdad de género y, aún más allá, del denostado feminismo,  (impulsado ahora desde las cenizas del machismo imaginario), se debe reconocer que hay que diferenciar dos claros sectores. Junto a ministras que poseen un brillante currículum anterior -cito a Nadia Calviño, a Margarita Robles y a Teresa Ribera, sin entrar ahora a juzgar sus devíos ideológicos de la doctrina oficialmente admitida por la comunidad científica y económica- hay otras que parecen extraídas de una celebración de fin de curso de bachillerato: hembras alfa, aprendices de bruja, lengüaraces, cómicas, consortes,…Si alguna virtud debe concedérseles, es que no desmererecen del elenco de varones que forman gobierno provisional junto a ellas.

Comienza el año 2022 con un pueblo deseoso de tener buenas noticias. Los españoles han demostrado una capacidad de recuperación y olvido de los malos momentos admirable, a lo largo de la Historia. No hay consenso en la dirección que llevamos. Los análisis de la situación resultan contradictorios, según la orientación política de quien los emita.

Quedémosnos con la ilusión de que todo cambiará para mejor y de manera consistente.

Necesitamos que la pandemia nos abandone para siempre, que la recuperación económica sea una realidad rápida, que el paro endémico desaparezca o, al menos, se reduzca a un nivel soportable, que se potencie de veras la investigación y el desarrollo, y, sobre todo, que la gestión de las crisis se realice desde el conocimiento, la calma, la sinceridad y el consenso.

Que se consiga eliminar, y pronto, los signos negativos. Esta Navidad he visto más pobres que nunca en las calles de España (que, como fantasmas nocturnos y a imitación real de los dibujos de Carpanta que popularizó José Escobar entre los niños españoles de los sesenta, ocupan los bajos de los puentes, pero, a tono con la época, los huecos de entrada a los cajeros bancarios y los soportales de los locales vacíos). He tomado, como cualquier visitante atento de las ciudades y pueblos de nuestro país, consciencia de la proliferación de carteles de “Liquidación” y de muchos bajos comerciales cerrados por quiebra del negocio.

Que el gobierno no transmita desunión, sino coherencia; que sus decisiones no estén contagiadas de la improvisación, sino de la sabiduría. Lamento, como muchos españoles, advertir que el Gobierno de nuestro país se asemeja a una hidra de varias cabezas.

Exijo también el respeto a la forma de Estado, porque no puedo atisbar mejor opción que la actual Monarquía, desde la defensa de la unidad de España y la cooperación institucional.

Es imprescindible la plena recuperación de nuestro anterior prestigio internacional: no somos solo un país de turismo, folklore y fiesta; tenemos que poner en pleno valor a nuestras empresas tecnológicas, a los emprendimientos que cubren nuestras necesidades básicas y de ocio, a los exportadores; tenemos que potenciar a los universitarios, mejorar la enseñanza a todos los niveles; apoyar (no solo con aplausos) a nuestros facultativos, que son el principal baluarte de nuestra sanidad; y, sobre todo, necesitamos muchos empresarios, para lo que hay que apoyar desde las administraciones, eliminando obstáculos innecesarios que comprometen la viabilidad de sus proyectos, orientándolos, si fuera necesario, hacia las vías prometedoras de futuro

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: Alberto Garzón, feliz año, ministras, Teresa Ribera

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