Al socaire

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Sobre el rebaño

10 enero, 2022 By amarias Deja un comentario

El Rebaño -con el desconcertante subtítulo de “Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica”- es el título del ensayo de Jano García, que vió la luz en 2021 auspiciado por la Editorial La esfera de los Libros. Se trata de un libro interesante, sin duda, con reflexiones nada despreciables sobre los grandes ejes que rigen el pensamiento colectivo (fundamentalmente, el español) en estos momentos peculiares de nuestra Historia, y que el autor ha tenido el acierto -y la picardía- de separar en capítulos con asunto definido.

La fértil imagen del rebaño, con sus elementos de acoso y sus perros guardianes, y esos a veces misteriosos amos del cotarro, que señalan con criterios que no precisan ser explicados, el camino que debe seguir la masa para no ser tributo, tanto del desprecio del resto de la grey como de los hipotéticos enemigos exteriores, queda ya expresada con brillantez en los primeros capítulos.

Es en el tercero en donde se presentarel meollo de la argumentación principal : Una nueva moral para todos.Con reiteradas alusiones a la vida e ideas de Antonio Gramsci, el filósofo marxista que sirve (o sirvió) de apoyo intelectual a Podemos y a otros partidos de la izquierda populista, Jano García avanza su idea de que “muchos partidos cambiaron su discurso para adecuarlo al momento”, de manera que los líderes adaptaron sus mensajes con impulsos emocionales, sin real contenido ideológico, para que la masa no tuviera problemas en aceptarlos.

La propuesta es muy atractiva. Falto de una directriz ética superior, a la que ignora o menosprecia, alejada la masa de la proteccción y guía “para todo” que supuso en la Europa cristiana la religión, ayuna de líderes fiables, la mayoría se ha hecho muy vulnerable, atenta solo a seguir las imposiciones que se supone emanadas de la mayoría, pero que, en realidad, surgen de simples soflamas gestadas en cada momento, de manera oportunista por quienes solo pretenden sacar partido de su debilidad.

Así sucede con las ideas respecto al feminismo, la homosexualidad, el cambio climático, o el racismo, por destacar solo algunos ejemplos de cómo, sin verdadero debate ni análisis crítico, los líderes políticos perfilan sus posiciones, tratando de apropiarse de la emoción de la masa, a la que destinan sus mensajes. No se trata de exponer argumentos sólidos a favor o en contra de una u otra postura, sino, sencillamente, de inflamar los ánimos.

Jano García expone certeros ejemplos que demuestran lo artificial de muchas discrepancias. ¿Es feminista aquél que levanta su voz airada por la supuesta discriminación de la mujer, pero tolera sin problemas que el vecino obligue a llevar velo a su pareja? ¿Tiene verdadero sentido negar la existencia de la homosexualidad y otros comportamientos sexuales no “admisibles”, apelando a teorías que ya se ha probado son absolutamente falsas? ¿Por qué quienes están convencidos de que el cambio climático exige medidas inmediatas, cuando no urgentes, no actúan de acuerdo con esos criterios? De verdad, ¿alguien en su sano juicio puede apoyar sin rubor que la raza, el género o el origen de nacimiento de la persona deben actuar como elementos “a priori” de clasificación?

La capacidad de olvido del rebaño juega a favor de su manipulación. Es significativo que “la sociedad actual apenas recuerda lo que hace tres días le escandalizó o enervó” (pág. 266). El libro entra en fase más polémica cuando duda que las “nuevas tecnologías abrieran la puerta a un mundo mejor” (pág. 275, aunque yo modifiqué la forma de expresar la idea, para darle coherencia con mi texto). Cita al coronel Pedro Baños para reforzar la idea de que las grandes tecnológicas, y por ende, los Estados, “llegan a conoernos mejor que la familia y las personas que nos rodean” y, por ello, están en situación de orientar nuestras ideologías o…inclinar nuestro voto en las siguientes elecciones.

No he querido hacer, ni mucho menos, el destripe (1) del libro, puesto que lo que ofrezco en este comentario son, más bien, las reflexiones que me sugiere su lectura. Por eso, reservo al lector el placer de descubrir las ideas, que a modo de Conclusiones abiertas, expone Jano García. Por cierto, uno de esos influyentes (2) nque tienen millones de seguidores (@ellibrepensador) y cuyas ideas y comentarios son aceptadas como dogma de fe por miles de jóvenes con menos de cuarenta años, que, aunque se molestarían si se les considerara parte del rebaño, no pueden sustraerse al gran atractivo (y servidumbre) de creer que están de vuelta de todo lo importante.

Como yo tengo más de setenta años y tengo mucho del camino andado, a riesgo de parecer un petulante, concluyo por mi cuenta: Ni me impresionan las ideas -desde luego, brillantes, de Jano García-, que en buena parte tienen el tufillo del “dejà vu” o “dejà lu”, ni tengo ya fuerzas para levantar ni el brazo ni la ceja para manifestar mi admiración por el descubrimiento del término de “alogocracia”, que, en ausencia de una definición oficial, haría referencia al control que los sentimientos ejercen sobre nuestras decisiones.

(1) spoiler, para los modernos, aunque la RAE no admite este anglicismo.

(2) influencers, para los modernos, aunque a RAE no admite este anglicismo.

 

Publicado en: Actualidad, Cultura, Literatura, Sociedad Etiquetado como: El rebaño, Gramsci, Jano garcía, La Esfera de los Libros, Occidente

La falsa recuperación de la Mezquita de las Tornerías

19 junio, 2021 By amarias 4 comentarios

El centro de Toledo, como es bien sufrido por quienes lo conocemos al margen de una visita de un par de horas dirigida a uña de agencia de viajes, es la imagen fiel de una ciudad abandonada. No existen opciones cómodas para residentes, el comercio carece de calidad (las espaditas toledanas hace tiempo que vienen de China) y, aquellos empresarios que han arriesgado ofrecerla, han fracasado, por falta de ayudas, imagen corporativa e información al visitante.

He escrito en este blog y en otros foros, varias veces sobre Toledo, que tiene muchos encantos, aunque ocultos. Adolece de presentación atractiva de su misterio, sepultado por  un exceso de conventos cerrados a cal y canto y en su mayoría vacíos, y que no ha sido capaz de encontrar la fórmula para atraer y fijar residentes, funcionarios, comerciantes, incluso hacer rentables las visitas efímeras de las hordas de curiosos indocumentados que la patean (ahora hay que decir, con aún más dolor, que la pandemia obliga  emplear el tiempo pasado: pateaban).

La Junta de Castilla La Mancha, llevada, en mi opinión, de una falsa idea de lo que necesita la ciudad imperial para despertar de su abandono, ha decidido, aprovechando el colapso pandémico,  “rehabilitar la Mezquita de las Tornerías”, una enseña poco conocida del pasado multicultural que ha sido sistemáticamente destruido por el abandono, la incuria y el desconocimiento.

Ese edificio histórico está situado en el centro mismo de la ciudad vieja, y tiene su entrada antes de la curiosa rehabilitación, aún en curso, desde la Plaza de Solarejo.

Según eruditos análisis sobre la Mezquita (utilizo fundamentalmente el libro de Clara Delgado, “Toledo islámico”), la edificación tiene un diseño similar al de la mezquita de Valmardón o del Cristo de la Luz, y existen fuentes históricas fidedignas que la mencionan en uso desde el siglo XII. Los mudéjares toledanos la utilizaron durante la Edad Media cristiana, y su importancia queda reflejada en que llegaron a constituir una cofradía propia.

La Mezquita ya fue rehabilitada hace 20 años y hace algunos menos, acogió una Feria de Artesanía. Se trata de uno de los monumentos menos conocidos de Toledo, conservado gracias a su sólida arquitectura y por encontrarse cimentado sobre sillares de época romana. Su patio interior, abierto entre soportales que protegían de las inclemencias del tiempo y daban frescura al ambiente, era un ejemplo virtuoso de la escasa representación del arte y usos mozárabes.

La nueva actuación sobre la Mezquita ha servido para destruir todo ese valor, en la idea -en uso pernicioso desde hace décadas, alimentada por el complejo de culpa por el maltrato destructor y negligente con el que hemos dejado caer edificios valiosos – de recuperar, en el sentido de sacarla a la vista,  a toda ruina, piedra o resto de demolición anterior que se descubra en el subsuelo al removerlo con las palas mecánicas.

El casco histórico de Toledo tiene, desde luego, muchas oportunidades de descubrir restos del pasado en cada agujero que se haga en el terreno: es una ciudad antigua, que ha sufrido múltiples embates guerreros, la superposición de asentamientos de pueblos que despreciaban lo que habian hecho los vencidos o los que se marcharon. La “recuperación del pasado” ha ido poblando los sótanos del casco de restos ruinosos, que se cubren impúdicamente con placas de metacrilato para que los eventuales visitantes puedan contemplar, con mirada distraída, trozos de viejas construcciones superpuestas, sin gracia ni uso, inútiles incluso para comprender la Historia.

Los nuevos asalteadores de recintos históricos han decidido realizar una profunda excavación de más de dos metros en el suelo del edificio singular, a partir del nivel de la Plaza de Solarejo. El placer de estos descubridores de patrimonios sepultos debió haber sido inmenso.

Además de documentar los cuatro arcos de sillares conocidos, los trabajos arqueológicos permitieron identificar -lo que ya se sabía, por otra parte- los restos un edificio desaparecido que ocuparía un área aproximada de 140 metros cuadrados. Con la capacidad imaginativa que cabe suponer a todo investigador de despacho, los expertos que han intervenido sobre el hallazgo, entienden que pudo haber sido utilizado como cisterna, como lugar de baños, como depósito de letrinas…

Se sabía ya que el edificio era un remake. La mezquita habría sido construida durante la dominación musulmana de Toledo, y habría utilizado materiales de construcciones anteriores, piedras que podrían haber sido talladas en épocas romanas. El acceso  se realizaría en el siglo XII  por una plazoleta frente a la fachada principal, desde la calle de Martín Gamero.

Ahora, la llamada “adecuación integral” pretende ejecutar una labor arqueológica que ponga de relieve las estructuras más antiguas de la edificación. ¿Para qué?, me pregunto. ¿Qué uso puede darse a un conjunto de ruinas?

He tenido ocasión de visitar los trabajos y adquirí la impresión que el edificio romano que se demolió para construir la mezquita podría albergar un depósito para almacenar agua de la que siempre estuvo necesitada la ciudad, con el objetivo de servir para el baño y aseo de los patricios del casco .

La actuación supondrá eliminar elementos incorporados en 1990 y avanzar, se dice, en la interpretación del inmueble, ofreciendo al público visitante una historiografía del monumento, muy del gusto de la actual corriente arqueológica de “poner en valor” los edificios históricos hasta ahora bien conservados, destruyéndolos del todo.  Para más inri, se elevará la altura del edificio en uno o dos pisos para albergar funcionarios de la Junta, cuya función real está por definir.

God save Toledo

 

Publicado en: Actualidad, Cultura, Turismo, Urbanismo Etiquetado como: Clara Delgado, Junta de Castilla la Mancha, mezquita de las Tornerías, Toledo, Toledo islámico, Toledo mudéjar

La UME y el CEMA

7 febrero, 2019 By amarias Deja un comentario

El CEMA (Club Español de Medio Ambiente) ha concedido su mayor distinción, la Medalla de Honor de 2018, a la UME (Unidad Militar de Emergencias).

Se lo entregó en un acto, celebrado el pasado 19 de diciembre en el incómodo claustro de la Escuela de Minas de Madrid (hoy Escuela de Minas), con la asistencia de algunos miembros de la Junta directiva del Club, bajo la presidencia del director de la Escuela, José Luis Parra, y de José Luis Tejera (vicepresidente, en funciones por ausencia de Rafael Fernández Rubio), con la siempre entusiasta actuación del gerente, Guillermo Koerting.

Recogió la medalla, el comandante Luis Antonio Rodríguez Alvarez de Lara, jefe de la Plana Mayor de Mando del Grupo de intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales de la UME (GIETMA). Le acompañaban el brigada Luna y la cabo Campo.

El grupo fue creado en 2013 y su primera intervención real fue cuando se incendió una planta en Chiloeches, en septiembre de 2016. Su actuación específica, dentro de la UME está indicada cuando exista un riesgo nuclear, biológico o químico (NBQ).

La UME es una rama de las Fuerzas Armadas,  que cuenta con casi 4.000 efectivos. Su misión y funcionamiento están definidos por el R.D. 416/2006. Tiene su sede en Torrejon de Ardoz (Base Aérea), siendo su responsable máximo en la actualidad el teniente general Miguel Alcañiz Comas.

En los últimos años hemos oído hablar mucho de la UME en relación con diversas intervenciones, fundamentalmente en relación con decisivas actuaciones para sofocar incendios forestales, no solamente en nuestro país. La página web de la UME recoge 349 actuaciones de esta índole, de un total de 466 realizadas en el período 2007-2019 (hasta 28 de enero). Siguen en número las intervenciones en inundaciones, rescates y seísmos (48).

La UME ha actuado en el exterior 11 veces. En 2016 y 2017, con ocasión de los terremotos en Ecuador y México DF; también ha intervenido en la operación Atalanta en el Indico, en Katmandú (Nepal) -en 2015 para colaborar en el rescate de desaparecidos por el terremoto que azotó a esa región. Por Orden Ministerial  del 14/2013 (publicada en el BOD) se autorizó la incorporación de reservistas voluntarios, fundamentalmente sanitarios, para desarrollar funciones humanitarias en el extranjero. La Operación Libre Hidalgo, en Líbano, en donde también se impartieron cursos contra incendios es otro ejemplo,

El GIETMA mantiene en la actualidad, desde octubre de 2018, casi 200 efectivos empeñados en limpieza del río Guadiana de la planta invasora camalote (jacinto de agua, eichhornia crassipes). Llevan extraídas más de 80.000 toneladas de esa peligrosa especie alóctona.

El acto resultó simpático e ilustrador acerca de la vocación y el empeño de los componentes de la UME y, muy en especial, del grupo de militares que recogió la medalla, otorgada por unanimidad de una Junta directiva de la que me honro en ser uno de sus miembros, y anterior director del CEMA.


La fotografía la tomé en el magnífico Museo Nacional Colegio de San Gregorio, de Valladolid. Es una pareja de ángeles, atribuida al Taller de Gregorio Fernández (entre 1612 y 1615)
Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid

Parece ser que estas magníficas figuras, de hermosa factura barroca, estuvieron durante mucho tiempo abandonados en los almacenes del Museo Nacional de Escultura. Están realizados según la técnica del papelón (cartones y telas encolados, y posteriormente policromados), por lo que pudieron formar parte de un paso procesional. La fecha de ejecución de las obras, cuyos humildes materiales no disminuyen la admiración por el excelente cuidado con el que se realizaron, se ha fijado por especialistas, por similitud con otras tallas del taller realizadas en ese período.

Publicado en: Actualidad, Ambiente, Cultura Etiquetado como: Alvarez de Lara, campo, CEMA, ETSIMM, Fernández Rubio, GIETMA, Koerting, Luna, medalla, Parra, Tejera, UME

Carta abierta a la Ministra Margarita Robles

22 enero, 2019 By amarias Deja un comentario

Querida Ministra de Defensa:

Te ruego, ante todo, disculpas por el tratamiento confianzudo. No nos conocemos más que “de vista”, pero prefiero no encabezar mi carta con el formulismo de “estimada”, pues, tratándose de alguien ahora dedicada a la política, no deseo ser interpretado (ni bien ni mal) por razón de un ambiguo adjetivo calificativo.

Más justificada está la proximidad gramatical entre colegas al ser yo también licenciado en Derecho, aún reconociendo que mi currículum no soportaría la comparación con el tuyo, plagado de reconocimientos y méritos.

Parece ser que, además de por tu excelente trayectoria profesional, entre las razones no curriculares que contaron para tu designación como Ministra de Defensa por el actual presidente español, Pedro Sánchez, se encontraba la de tu calidad de persona ajena al escalafón militar. Después de siete meses de ejercer la más alta posición sobre las delicadas cuestiones que afectan a las Fuerzas Armadas y a la Inteligencia, pocas cosas te serán ya ajenas, dada tu capacidad y perspicacia.

Permite, sin embargo, que desde los entresijos de la llamada sociedad civil, en la que los militares suelen situarnos a los que no tenemos ni tuvimos vinculación laboral, funcionarial ni política, con los Ejércitos, exponga mi posición respecto a algunas cuestiones que afectan a la organización de la Defensa española.

No pretendo ser original. Me guía el deseo de expresar las inquietudes y reflexiones propias de un ciudadano preocupado por las cuestiones que afectan al devenir de las guerras  y la defensa de la población y territorio en el que  desea mantenerse con libertad y sin sobresaltos, frente a los enemigos (reales, potenciales o imaginados) de ese orden. También me interesa expresar cómo entiendo que esos valores deberían ser apreciados por el ciudadano desarmado.

Creo que estamos todos de acuerdo en que la organización y gestión de las Fuerzas Armadas no puede ser enfocada desde una posición de partido político. La Política de Defensa ha de ser apolítica, consensuada por la mayoría ciudadana y, en la medida de lo posible, transparente.

En relación con ello, he escuchado muchas veces -seguro que tú, miles de ellas- que es importante que la ciudadanía tenga una “cultura de Defensa”. El término no es una entelequia, pero me parece que no existe  consenso en lo que significa la aplicación práctica de este concepto y, por ello, supongo que tampoco existe acuerdo sobre lo que implica definir los dos elementos que lo componen: “cultura” y “defensa”.

Si se refiere el término a la traslación a la ciudadanía, con trasparencia, de los asuntos que podrían afectar a la independencia del país, a su seguridad interna y externa, a los riesgos detectados o futuros para la paz, al número y dotación de los efectivos humanos y medios materiales para la defensa de la población y territorio ante los peligros que la puedan perturbar y, en fin, a la identificación de las tecnologías, procedencia de las mismas, y dotación para las inversiones que permitan abordarlos con solvencia, seguramente todos estaríamos de acuerdo en que hay que conservar alguna reserva.

Si se tiene consciencia de que el enemigo potencial existe y tiene los medios para eventualmente poner en riesgo la paz y la seguridad que queremos mantener, resulta obligado un cierto nivel de secretismo. No se deben enseñar las cartas propias a quien puede hacernos daño. El enemigo potencial debe saber que tenemos forma de defendernos a nivel igual o superior al de su capacidad para atacarnos.

La cultura de defensa habrá de referirse, pues, a propiciar aquellos elementos de simpatía y confianza hacia quienes se ocupan y ocuparán de defender ese orden. Y ello pasa por la creación y mantenimiento de un alto nivel de empatía con las fuerzas de seguridad del Estado, trasmitiendo la tranquilidad a la población de que nuestros representantes, políticos y funcionariales, saben cómo actuar ante los riesgos y amenazas.

Me gusta, como a ti, la teoría, pero mucho más aún me atrae la realización práctica de las ideas. Puedo imaginar unas Fuerzas Armadas ideales, a nivel de las mejores del mundo (aunque me faltaría conocimiento concreto de las tecnologías más avanzadas) y, por eso, soy consciente de que nos encontramos en la necesidad de definir nuestra posición, no como país intermedio, sino como un país pequeño, con menos de cincuenta millones de habitantes y cuyo atractivo estratégico para terceros es su ubicación en el extremo occidental de Europa y su cercanía al Africa magrebí.

Desde esa perspectiva, el riesgo de conflicto podría venir del vecino del que nos separa una corta distancia geográfica y una gran diferencia en PIB (Marruecos), país en el que tenemos dos enclaves geográficos históricos (Ceuta y Melilla, “ciudades autónomas”), y desde el que incluso la visión de las Islas Canarias podría aparecer como una ambición territorial apetitosa.

Si a alguien le parecen elucubraciones estas reflexiones, le recordaría las dificultades de la metrópoli para defender agresiones territoriales de las posesiones alejadas, ya fueran Cuba, Puerto Rico o Filipinas, o, en órdenes no solo militares, la desastrosa gestión de los intereses de la población local en el Sáhara occidental, el abandono apresurado de la “provincia de ultramar” -así la estudiábamos los ancianos de la tribu- que fue la región de Sidi Ifni, y, como ejemplo traído con alfileres, pero posiblemente significativo de la ignorancia de las distancias que separan la falsa creencia de la realidad factual, la chusca e inexplicable referencia al meridiano de Greenwich al que el ex ministro de Industria Soria hizo pasar por Canarias.

No dudará nadie que debemos disponer de unas Fuerzas Armadas suficientes para cumplir con el objetivo que se acuerde. ¿Cuál es ese? Me da la impresión de que en relación con este asunto se actúa desde la inercia o, peor aún, desde el inmovilismo. No se quiere reconocer, menospreciando que la situación mundial ha cambiado, que los riesgos para la paz no son los mismos que hace una década y, que los bloques económicos -que son los que, a la postre-, determinan los intereses y, en consecuencia, señalan la dirección para las amenazas, se están reorganizando.

Un país pequeño debe contar con alianzas estables y firmes con los poderosos. No tengo duda de que, por razones históricas, geográficas y económicas, la Unión Europea es esa referencia. Pero si falta la unión económica o está debilitándose la que había, la situación de vulnerabilidad aumenta y, desde ella, no puede construirse una Unión de Defensa. En el fortalecimiento de la unión económica ha de verse la base para una política de defensa común europea, en la que, por supuesto, debe haber una jefatura única, subordinada al poder político europeo, una distribución de responsabilidades y una total coordinación respecto a las inversiones, tipo de armamento, investigación tecnológica y efectivos humanos. También, coordinación absoluta en la diplomacia internacional.

Estamos lejos de ese desiderátum y, por lo tanto, somos colectivamente, vulnerables y, en lo que a España se refiere, particularmente frágiles. Nuestra fragilidad se incrementa desde la percepción de que es precisa una dotación importante en armamento y equipamiento relativamente avanzado, que no producimos, que no podemos pagar y, lo que es más grave, no tenemos dotación para mantener.

Te pediría, ministra, que exijas a quienes saben del tema, que te concreten, sin ambages, sin circunloquios, desde la total libertad pero con la máxima seriedad, qué tipo de equipamiento (humano, material, tecnológico), se necesita para responder ante aquellos riesgos concretos que los expertos en defensa y diplomacia internacional hayan detectado. Que esos expertos trabajen en sus recomendaciones en dos niveles: la consecución de una autonomía suficiente frente a las amenazas más singulares y cuyo riesgo se vea como más personalizado, y la integración de los medios propios en la defensa frente a los peligros y actuaciones que se consideren europeos.

No es asunto menor el análisis profundo de la situación del personal de las Fuerzas Armadas. La carrera profesional del personal de tropa y marinería, de los oficiales y jefes, exige una revisión que es urgente abordar. Para hacer esta afirmación tan delicada me baso, sobre todo, en la rápida evolución tecnológica, que ha hecho aparecer nuevas oportunidades y riesgos, y que supone un entronque, muy superior al tradicionalmente admitido, entre la estructura empresarial civil y la militar. La gran mayoría de las tecnologías son ya, irreversiblemente, de doble uso: las comunicaciones, los materiales, la energía, el transporte…no pueden considerarse ni militares ni civiles.

Las amenazas no vendrán, con mayor probabilidad, sobre el terreno: serán aéreas, se transmitirán como virus informáticos, captación de información, mensajes encriptados, drones, misiles teledirigidos e indetectables. El desarrollo y conocimiento preciso de la energía nuclear -para usos pacíficos como militares- obliga a convencer a la población de que no podemos abandonar su control, desarrollo y uso. Lo mismo cabría decir de la imperiosa necesidad de coordinar las investigaciones y desarrollos en materiales especiales, transporte híbrido, reutilización de residuos, aprovechamiento máximo de recursos, etc.

Y sí, es necesaria la concienciación y participación de la población civil en este esquema. Hay que educar, en particular a los jóvenes, en los conceptos de solidaridad, seguridad, patriotismo, valores. No se está haciendo bien, y no soy derrotista al expresar esa tremenda carencia. Si no sabemos apreciar lo que tenemos, lo que cuesta mantenerlo, no podremos defenderlo. Me parece imprescindible el encaje entre lo militar y lo civil. En todos los órdenes. Se que muchos militares de carrera hablan de la vocación militar, y lo hacen con orgullo, pero no me parece que exista tan diferenciada. No creo en las vocaciones. No puedo imaginar que exista una vocación para defender la Patria y, en su caso, morir por ella.

Nadie desearía morir por defender unos valores ambiguos, indefinidos, pero seríamos capaces de defender con uñas y dientes lo que afecta a la integridad de nuestra familia, a lo que perjudicaría nuestro bienestar de manera irreversible, lo que impediría nuestro desarrollo como personas, lo que nos supusiera la pérdida de esferas de libertad que consideráramos sustanciales. Y tú, como jurista, como magistrada, sabes bien que el derecho fija un marco de convivencia pactado o impuesto desde la autoridad, pero, en su aplicación, debe ser la última ratio: lo deseable es que todo ciudadano cumpla la ley sin necesidad de que se le sancione.

Querida ministra, tienes un trabajo importante ante ti y no vas a tener tiempo para acometerlo. Sin embargo, te cabe la opción y tienes por ello la responsabilidad, de abrir el camino para que se logre un consenso en el papel a desarrollar por las Fuerzas Armadas, en la definición de las bases de la carrera profesional de sus funcionarios (sin fantasías, con salarios dignos, con objetivos claros), en la apertura pública de una discusión sobre lo que es una cultura de defensa (sin teoricismos, sentimentalismos, ni medias verdades) y, en fin, en la imperiosa necesidad de integrar la política de defensa en una política de Estado.

Gracias por haber llegado hasta aquí, ministra. He dejado muchos temas en el tintero, de ellos, una buena cantidad también importantes. Los expertos de verdad te ampliarán, con seguridad, ese elenco de asuntos que deben figurar en la cartera de Defensa e Interior. Si no les estás preguntando, hazlo y, por favor, cuando se convoque un debate en el que participen sobre cuestiones que atañen a esas cuestiones clave de tu departamento, no te vayas después de inaugurar la Jornada, quédate a la discusión o promuévela desde tu despacho.

Con todo respeto


La fotografía, tomada en otoño en Villafáfila (Zamora) recoge a un grupo de grajillas (corvus monedula) en vuelo hacia los dormideros comunales. Tienen el pico grueso de los córvidos y son gregarias y estridentes. Se distinguen de otros córvidos de color negro (chovas, cornejas, cuervos, grajas, etc.) por su menor tamaño y, sobre todo, por el ojo blanco. También, vistas de cerca, por su plumaje gris plateado en la nuca.

 

Publicado en: Actualidad, Cultura, Defensa, Ejército Etiquetado como: carta, defensa, ejército, Europa, fuerzas armadas, interior, Margarita Robles

Crédulos

3 enero, 2019 By amarias Deja un comentario

Se acerca la fecha del seis de enero en la que los cristianos celebran la Epifanía, que identifican con el momento en que ese niño llamado Jesús, al ser reconocido por unos magos llegados de allende como el Mesías, le obsequian con tres materiales -oro, incienso y mirra-. Epifanía (me da algo de reparo recordarlo) proviene de una palabra griega casi homófona, que significa manifestación.

La tradición ha convertido ese acontecimiento de la verdad religiosa en la exaltación de la ingenuidad, traducida en que los niños recibirán algunos regalos que unas Majestades venidas de Oriente, llamadas Melchor, Gaspar y Baltasar (o, más recientemente, Melchora, Gaspara y Baltasara, en algunas localidades imbuidas de fervor trasgresor y transgénico).

Convertida en una fiesta comercial, todos los centros de juguetería y adornos que se precien, tendrán, desde hace incluso semanas, sucedáneos de esos monarcas, tipos travestidos o embetunados, que pretenderán ocultar que son impostores, recogiendo cartas con deseos de infantes y dejando que, con la aquisciencia de sus papás y mamás, se sienten en sus regazos para mantener conversaciones olvidables pero patéticas.

La afición a copiar lo foráneo sin defender lo propio, ha hecho aparecer en simultaneidad con los monarcas del cuento a miles de Papás Noeles, a los que también se pueden escribir cartas de petición y, consecuentemente, esperar dádivas en retorno. Incluso, la devoción católica más genuina, pretende recuperar la fe en el niño divino, haciendo creer a los más tiernos que el día 24 de diciembre, que sería su cumpleaños, este ser hecho de carne de virgen y soplo de espíritu, también trae regalos terrenales.

Pues bien: hora es de proclamar la verdad. Los Reyes Magos, Papá Noel y el Niño Jesús, son los papás, los abuelos y, en menor medida, los tíos. No parece conveniente confesar de golpe a los niños con menor uso de razón la triste realidad que supone que estamos solos en este mundo para encontrar algún goce, pero es conveniente, según los expertos en sicología infantil, ir abriéndoles caminos a que descubran por sí mismos el engaño. Es decir, si preguntan: ¿Cómo puede ser que Papá Noel sea de verdad si no está en la Biblia?, la respuesta correcta sería algo así como: Vas bien encaminado (o encaminada). Sigue investigando.

No quiero terminar este alegato en favor de la sinceridad y su hermana putativa, la verdad, sin advertir que no solo los niños son proclives al engaño. Quienes alardean de poseer un desarrollado uso de razón suelen caer en simas parecidas. Díganlo, si no, quienes han perdido buenos dineros en la Bolsa, sin reconocer que en ese peligroso juego quienes ganan son los que tienen la sartén de los valores por el mango y no la sueltan. No muy lejos de los avatares de la credulidad más tierna están quienes creen que la política (es decir, los políticos) van a ser capaces de ponerse de acuerdo para hacer bien lo que, al parecer, menos les importa, que es avanzar en controlar los desbarajustes que provoca la pésima distribución del dinero.

En fin, sirva este consejo incluso para quienes estén seguros de que a ellos no se las darán con queso. Antes de poner el pie en cualquier charco, fíjese el explorador en quienes han metido antes la pezuña. Si se trata de creer en algo o tomar una decisión que se presente como panacea o gran consuelo, tiéntese la ropa y calcule las ventajas en relación con lo que pueda perder si, como es probable, el asunto se tuerce. No estoy diciendo con ello que es mejor quedarse quieto, sino que, si se trata de avanzar, que se haga bien acompañado.


Este abejaruco (merops apiaster), habitante relativamente moderno de las zonas semiáridas hispanas, se hallaba posado como es habitual en la especie, en un cable aéreo de teléfono -de los que todavía quedan muchos-. Estaba demasiado lejos del objetivo para que la foto tuviera la deseada claridad, aunque sirve para poner en evidencia su inconfundible silueta y, sobre todo, la capa multicolor con la que llama la atención a los de su especie y previene, seguramente, a posibles depredadores para que no malgasten energías en su persecución.

No son los abejarucos, a pesar de su bello y colorido plumaje, aves limpias, al menos, en el cuidado de sus hogares de cría. Excavan los nidos en paredes arcillosas más o menos verticales, criando en colonias y ocupando siempre los mismos sitios, año tras año.

Como los polluelos no eliminan sus excrementos fuera del nido, al contrario que casi todas las aves, los detritus -restos de insectos no devorados y defecaciones- se van acumulando con el tiempo, convirtiendo el hogar pajaril en un pestazo. Quizá por no soportar el olor, las crías asoman al poco tiempo por el agujero, esperando que papá o mamá les lleven la comida al borde del nido.

El abejaruco macho, por cierto, es muy galante, y corteja a la hembra ofreciéndole insectos en el pico, algo desgastado por la labor de haber rehecho la entrada del agujero que servirá de acomodo a la madre y a las crías durante unas semanas.

Publicado en: Actualidad, Cultura Etiquetado como: crédulos, creencia, Epifanía, infancia, niño Jesús, Papá noel, regalos, reyes magos, uso de razón

Frases ausentes

3 diciembre, 2018 By amarias Deja un comentario

En otro Comentario me referí a Frases capitales que probablemente nunca oiremos y que, sin embargo, corresponden a momentos sustanciales de nuestra existencia.

Dedico este Comentario (¡a petición de una lectora, que me sugirió la temática!) a aquellas frases positivas que nos hubieran significado un chute de alegría, una necesaria explicación, o una grata satisfacción y que tampoco oiremos.

Pongo ejemplos. Hemos pronunciado una conferencia que nos llevó, por supuesto, tiempo y esfuerzo preparar.  Esperábamos una asistencia numerosa, pero, en verdad, solo unas pocas personas, incluidos cónyuge y algunos amigos cogidos a lazo, ocuparon las primeras filas.

Al final de la charla, los amigos nos felicitan con frases de cortesía y se lamentan de la poca afluencia de público. Apenas oímos lo que nos dicen, siguiendo con la mirada a los desconocidos que se van en silencio.

¿Les habrá divertido, ilustrado, aburrido, a ésos, que no guardan relación de amistad o familiar con nosotros?

¡Cómo nos hubiera gustado saber que uno de ellos ha dicho: “Me pareció una conferencia entretenida; se ve que el autor se lo curró. Lástima que no me haya atrevido a hacerle un par de preguntas”.

Nos prodigamos poco en frases amables: a la pareja, a los padres, a los hijos, a la familia propia y a la política, a los amigos, a los desconocidos. Por lo que hacen bien, por lo que los apreciamos, porque sí. Sin esperar nada a cambio.

Primera moraleja: Procuremos manifestar lo que nos agrada al responsable principal de esa alegría, incluso aunque se trate de un desconocido.

Otro ejemplo. Llueve a cántaros y no llevamos paraguas. Nos hemos refugiado en un portal, esperando a que escampe, aunque la lluvia arrecia y tenemos una cita importante a la que llegaremos tarde. Estamos nerviosos y preocupados.

Pasa una persona que lleva la dirección que deberíamos tomar, protegida con un gran paraguas. ¿Nos atreveremos a pedirle que nos permita cobijarnos bajo su magnífico quitalluvias?

Y ella, ¿pronunciará las palabras que hubiéramos deseado oír?: “¿Le puedo ayudar? Creo que usted trabaja en la oficina de enfrente a mi local. Mi paraguas es grande y permitirá cubrirnos a ambos.”

El del paraguas es un ejemplo trivial. Pero…¿cuántas veces despilfarramos lo que ya no nos hace falta? ¿Qué pensamiento hay detrás de tanto actuar bajo el motto “Quien venga detrás, que arree”?

Segunda moraleja: Hagamos participe de lo que nos sobra a quien lo necesita. Nos producirá una satisfacción adicional a nuestro propio disfrute.

Tercer ejemplo. Nos ha llamado el jefe de personal para comunicarnos -dice- algo importante. Llegados a su despacho, nos alarga un papel en el que se expresa nuestro despido por haber incumplido instrucciones superiores, reconociendo simultáneamente que el despido es improcedente y nos ofrece firmar el finiquito.

Desagradable sorpresa, para la que no tenemos ni justificación  ni antecedentes. Nos negamos a firmar el Recibí y el cumplidor lacayo llama a dos compañeros que firman como testigos.

¿Asomará el careto nuestro jefe directo para explicarnos que ha propuesto nuestro despido, no porque seamos ineficientes ni díscolos, sino, justamente al contrario, porque de esa forma trapacera cuenta con librarse de un serio competidor en sus aspiraciones personales de ascenso?

Y esos compañeros, los testigos circunstanciales que prestan su apoyo a una injusticia, y los otros que miran a otro lado mientras recogemos la foto de nuestra pareja y los niños, y una carpeta con tiras de goma, ¿serán capaces de negarse al atropello, indicando que la empresa perderá un buen empleado que no será posible sustituir sin deterioros?

Trascendamos también aquí, del concreto ejemplo. ¿Seguiremos mirando hacia otro lado ante las injusticias, los atropellos, los escarnios? ¿Nos servirá de disculpa que los afectados están lejos, que no se puede hacer nada, que otros están mejor situados o son más responsables para intervenir?

Tercera moraleja: El silencio ante las injusticias nos hace sentirnos, no solo incómodos; nos convierte en cómplices.


La fotografía que acompaña a este Comentario es, claro, la de una ruina. La tomé en la zona de observatorios de aves de Isla Cristina; cerca de esta ruina hay un viejo molino, utilizado como vivienda particular, en estado de deterioro notable.  Aún peor resulta el espectáculo en Lepe, Huelva, en la zona de marisma del río Piedras. Allí también hay ruinas, parece ser, de un viejo molino. El camino de acceso a ese observatorio estaba intransitable y, una vez que llegué, a pie, al  propio observatorio, me encontré con que estaba destruido.

Incluyo el testimonio como evidencia de que el descuido y el abandono también afectan a los parajes naturales protegidos.

Podía incluir otras fotos del mismo lugar y de más áreas teóricamente destinatarias de especial protección, que mostrarían su uso por ocupas sin permiso, o como vertederos de basuras, y soportando edificaciones ilegales o ruinosas. Es una lástima, que contrasta con la excelente protección y cuidado que se dispensa a otras áreas de las marismas en la misma Huelva o en la vecina Cádiz, gozo para los aficionados a observar la avifauna en su estado natural.

Convendría que los funcionarios de la Junta de Andalucía dieran un repaso eficiente a las zonas de la reserva, anotando las imperfecciones e irregularidades que observen y actuando para eliminarlas. Lo merecen las excepcionales características de las marismas del Guadiana, Odiel, Piedras, etc., y su potenciación para el turismo ornitológico. Hay mucho avanzado, y lugares que cabe calificar como de primera línea, contrastando con otros, incursos en un abandono o una permisividad injustificables.

 

Publicado en: Actualidad, Cultura Etiquetado como: agradables, cariño, cómplices, Frases, Lepe, marismas, Odiel, Piedras, ruinas, silencio

Influencers

4 junio, 2018 By amarias 2 comentarios

En las redes sociales -tejidos enmarañados lanzados al mar de la necesidad humana de relación e interacción- se mueven intereses de toda especie. Hay tiburones, arenques, delfines, palometas y  ballenatos, por ejemplo.

Entre lo más singular de la fauna variopinta que vive atrapada en esa cetárea de valores y orientaciones subrepticiamente comerciales e inmediatas, figuran los influencers.

La palabra está tomada del idioma inglés, pero  se ha incrustado en el lenguaje meta tónico de los de menos de cuarenta y cinco años, con un aumento de la señal localizada en los que andan por la treintena.

Influencers son, cierto, los que influyen, los que poseen autoridad intelectual, técnica, política, moral o de otra índole en un subsector y, por tanto, tienen followers, seguidores. Gentes, declaradas o anónimas (fundamentalmente, de esta última categoría) que, con alguna regularidad, leen o dicen leer lo que opina el grupete de influencers al que están adscritos.

No es tan sencillo admitir para los educados en lo analógico (diríamos, para andar por casa, los que siguen creyendo que solo existe un mundo regido por la realidad y el orden) que la vida ha pasado a tener una componente básicamente virtual, etérea e imprecisa, aunque con destacable presencia en el cada día de todos nosotros.

Como la edad, incluso más que el conocimiento, me ha convertido en escéptico sobre la mayoría de las influencias -el rebaño está regido por fuerzas más relacionadas con el azar y la improvisación que por la reflexión-, no me creo que los influencers tengan influencia significativa, ni sobre los followers, ni, por supuesto, sobre los que ignoran de la existencia de unos y otros.

Cuando, en el batiburrillo de los encuentros ocasionales con colegas, amigos, desconocidos y gentes de cualquier vivir, alguien se me acerca y me comunica, con el aire de quien realiza una confesión ignominiosa: “Te sigo”, me quedo, por lo general, con la pregunta personal de “¿A dónde?”

Solo que no se la formulo, claro, porque es agradable la sensación de imaginar que, en esta sociedad en la que nadie tiene mucho interés por el próximo o lejano -salvo que pertenezca a un equipo de fútbol o a la propia escudería-, hay, desde el silencio y la opacidad, alguien que lee lo que escribo y le sirve para ayudarle a poner algo de orden personal en la cetárea en donde somos alimentados, fundamentalmente, con carroña y mentiras para ser catapultados una y otra vez al mercado para que compremos lo primero que se nos ponga delante de las narices.

 

Publicado en: Actualidad, Cultura, Sociedad Etiquetado como: follower, influencer, mercado, red social

La evolución de China novelada por una periodista

10 mayo, 2018 By amarias Deja un comentario

Georgina Higueras, periodista, ha escrito una novela sobre China ofreciendo al lector una visión personal, intensa, de dos momentos de la historia reciente de ese macro-país. Lo hace utilizando y, en mi opinión, muy bien, el recurso literario de hacer que la protagonista vuelva a China después de varios años, tratando de reencontrarse con una amiga de la que perdió la pista desde la época en que estudió allí.

Georgina no renuncia a su formación periodista para poner en pie su relato. “En busca de mi hermana china” (Edit. La esfera de los Libros, S.L., 2018). En realidad, el argumento literario se resume con precisas pinceladas en la propia carátula del libro: A finales de los setenta, muerto ya Mao, Beatriz, una española estudiante de postgrado en Historia, obtiene una beca para estudiar en Beida (la Universidad de Pekín) y se hace amiga de Zhou Xin, estudiante de arqueología. Treinta años después, sin haber tenido contacto entre ambas, con una vida compleja tras de sí, Beatriz vuelve a China para reencontrarse con Xin.

Pero la novela es un repaso muy interesante, contado desde el conocimiento, desde dentro -y con una visión crítica y culta del país- de los acontecimientos históricos y la cultura, desde la perspectiva de los convencionalismos, los oportunismos personales y las posiciones ideológicas cambiantes.

La narración está separada en breves capítulos, con títulos que parecerían el encabezado de artículos periodísticos. La formación/deformación de la licenciada en ciencias de contar cosas, se advierte también en la manera en que se detalla la conversación con algunos de los personajes de la novela, que parecen responder a un cuestionario. Todo ello, lejos de hacer perder agilidad al relato, lo introduce en una zona de gran atractivo: conocer detalles de la vida y de la política chinas, contada por hombres y mujeres a los que es imposible no conceder una existencia real.

No se lo que tiene de autobiográfico la novela de Georgina. Seguramente, en lo que corresponde a la visión del país, del ambiente universitario de la ciudad de Pekín, e encanto de los descubrimientos arqueológicos de Xi´an, y, muy en particular, al perfil detallado de algunos personajes, bastante.

Cuando alguien lee la novela de un amigo -y Georgina lo es, y cuenta con mi aprecio profesional como uno de los mejores periodistas de este país- puede correr el riesgo de tratar de identificar pasajes y momentos con la vida real del autor/autora. Esa tentación no tiene interés para mí. La novela me pareció sugerente, espléndida en su concepción de contar lo que alguien sabe de un país aún misterioso, al margen de los eruditos (y falsarios en gran medida) libros de economía o historia académicos.

Le encontré un aliciente más, que me recordó -en una asimilación de ideas sorprendente, incluso para mí- “La naranja mecánica”, de Kubrick, en la que los malvados protagonistas incorporan palabras y expresiones rusas cuando hablan entre sí. Los principales personajes de Georgina son gente buena, de ética irreprochable, de un bilingüismo contagioso. He anotado, por curiosidad, las palabras y expresiones chinas -traducidas al español- que se vierten en la novela. Más de doscientas. Constituye, en este sentido, también un acicate para iniciarse en este complejo e imprescindible idioma del presente y, claro, del futuro.

Un libro, en fin, entretenido y, al mismo tiempo, ilustrativo.


La portada del Libro del que hago corta recensión en este Comentario es magnífica (tomada, por lo que creo deducir de AGE Fotostock, y con derechos de autor). Me permito, por tanto, ilustrarlo con una de las más hermosas fotografías que he tomado recientemente, en homenaje a Georgina y a nuestra amistad.

Se trata de una pareja de camachuelos (Pyrrhula pyrrhula), fringílidos de aspecto inconfundible, discretos en su comportamiento (aunque no se puede decir que sean tímidos), que se pueden encontrar con alguna frecuencia en las zonas de sotobosque y hayedos del norte. Esta pareja nidificante, en concreto, posó para mí en la frontera de un bosque de castaños bastante abandonado y una pomarada cercana al río Narcea.

Publicado en: Actualidad, China, Cultura, Economía, Literatura, Tecnologías Etiquetado como: camachuelo, China, Georigina Higueras, la hermana china, libro

Ejército y sociedad civil (1)

26 diciembre, 2017 By amarias Deja un comentario

La  Defensa del Estado es una cuestión crucial para la existencia de esta entidad de convivencia y, por tanto, debería encontrarse al margen de la pendencia política. En torno a ese concepto gravitan otros con los que se encuentra interrelacionado, como son la Seguridad Nacional, los Presupuestos para Defensa, los Tratados y Acuerdos internacionales, la Diplomacia, la formación de los Ejércitos, Capacidades, etc..

No resulta sencillo, sin embargo, como lo demuestra la práctica, llegar a un consenso sobre estas cuestiones. La experiencia legislativa viene a evidenciar que, siendo necesario un cuerpo jurídico coherente que los integre, bien en una o varias Leyes Básicas que puedan ser posteriormente completadas con reglamentos y normas de aplicación, no se ha alcanzado esa situación. Falta, incluso, a nivel popular general, una “conciencia nacional de Defensa”; término polisémico que, en la mayoría de los foros en los que se analiza la apreciación de la sociedad sobre este tema troncal de la seguridad y la tranquilidad en un mundo en permanente convulsión, se identifica también con “cultura de Defensa”

El artículo 8.1 de la Constitución Española concreta la principal misión de los Ejércitos: el respeto y garantía de la soberanía e independencia del Estado, definición que admite amplios matices, y, por tanto, diversas formas de ser llevada a una práctica cabal.

En esta serie de artículos sobre el tema genérico de “Ejército y Sociedad”  ofreceré al lector mi visión sobre  varias cuestiones puntuales, de entre las que considero relevantes, con un objetivo divulgador, dentro de mis limitadas posibilidades, huyendo de maniqueísmos o críticas surgidas de apriorismos viscerales.

Uno de los problemas que tiene planteados el Ejército español, bien conocido por los estudiosos y especialistas del tema (y sentido en su gravedad por los propios afectados) es la incorporación de los militares de reemplazo a la vida civil, una vez alcanzada la edad de 45 años, límite establecido por la  Ley 8/2006, de 24 de abril, de Tropa y Marinería.

No es un tema en absoluto baladí, y, al afectar al número y estado de satisfacción de los efectivos militares, está íntimamente ligado a la ordenación de la Defensa nacional (organizada de forma autónoma desde el Estado, pero coordinada con otros Estados mediante acuerdos de cooperación internacional). Resulta desconcertante el escaso interés que recibe por parte de la opinión pública, al margen de ocasionales destellos sobre la oscura realidad, motivados básicamente por advertencias e informes de la Asociación unificada de militares españoles (AUME).

¿Cómo es así? ¿Por qué se ha llegado a esta situación? La Ley 39/2007, de 19 de noviembre, o de “La carrera militar” (actualizada en versión de 15 de octubre de 2015), a pesar de su amplia y en muchos aspectos, farragosa dicción, no aborda el núcleo del problema; se diría que, más bien, al darle un tratamiento superficial, lo magnifica.

La cuestión afecta a todos los militares que, al llegar la edad de prejubilación forzosa no hayan conseguido promocionar de los empleos de soldado, marinero, cabo y cabo primero. La fijación del límite de edad en 45 años conduce la cuestión a la pirámide de edades de los militares en activo, considerando, por supuesto, los que se ha incorporado desde la promulgación de la Ley.

Hasta el momento actual, solamente unos 400 militares se han visto afectados por la Norma, pero dentro de los próximos cuatro años serán más de 4.000 los que tendrán obligatoriamente que abandonar el Ejército dentro de los próximos cuatro años, y el número crecerá de forma regular (no precisamente exponencial, como se acostumbra a decir sin fundamento) hasta 2033, en que habrán tenido que abandonar el Ejército, los 37.000 efectivos afectados por la disposición que ya formaban parte del mismo en 2007, más otros 17.000 que ingresaron después y que se verán sucesivamente en la situación de retiro forzoso.

La trampa de la Ley es que las plazas de promoción -empleos de suboficial, oficial, y personal desplazado a varios ministerios, fundamentalmente- es mínimo. Entre 2015 y 2016 se han generado solo unos 2.200 puestos. Así que, quienes alcancen la edad, pasarán a la condición singular de “reservista de especial disponibilidad”, obteniendo 600 euros mensuales hasta la edad del retiro obligatorio, pudiendo optar por una prima única en función de los años de servicio (que no está siendo la fórmula aceptada por quienes ya han pasado al retiro, pues es desventajosa respecto a la primera opción).

El legislador ha defendido el tenor de la disposición reconociendo que el personal militar de la base de la pirámide precisa de unas condiciones físicas que se ven mermadas al cumplir la edad de referencia. Se puede discutir el argumento (y cabe hacerlo en aquellos casos en los que estos efectivos están asumiendo funciones para las que cuenta la experiencia y el conocimiento más que factores físicos), pero lo que me interesa resaltar aquí es el alto coste que la medida representa para los Presupuestos del Ministerio de Defensa y, por ende, para las arcas públicas.

Por una parte, la prestación por desempleo durante dos años, como consecuencia de los años de contribución a la Seguridad Social, a la que tendrían derecho estos militares y que se calcula en más de 1.200 millones de euros. Por otra, al tenor de los 600 euros mensuales (7.200 anuales) de compensación, durante 18 años, para los 37.000 militares afectados por la Ley cuando se promulgó,   supondrá 4.800 millones de euros (sin inflación ni pagas extraordinarias).  Para los que ingresaron después de 2007, un cálculo aproximativo podría arrojar la mitad de la cifra anterior: 2.400 millones de euros como compensación y 600  de la Seguridad Social.

Mucho dinero, para cargar sobre unos Presupuestos de Defensa escasos en relación con otros Estados y la necesidad de renovación de equipamiento y modernización, y que también tensarán la cuerda de una Seguridad Social amenazada de bancarrota.

En mi opinión, la cuestión debería enfocarse desde la perspectiva de la integración de la formación militar en las necesidades profesionales de la sociedad en su conjunto. La intención existe, pero se está revelando difícil de llevar a una práctica eficiente. No se trata únicamente de incorporar a profesorado no militar a las Escuelas militares. Las enseñanzas impartidas, y las prácticas que se lleven a efecto, han de ser revisadas bajo el enfoque de la utilidad recíproca. Incardinar ambos tipos de enseñanza supondrá profundizar en las necesidades comunes y, en especial, en las tecnologías de información y comunicación, mecánica, electrónica, instrumentación, automática, robótica, etc.

Y en relación con la formación reglada en las Universidades , entiendo que debería considerarse imprescindible introducir una o varias disciplinas que se enfoquen al mejor conocimiento de los civiles sobre la Defensa, la Seguridad Nacional, y las técnicas de protección y nociones básicas sobre armamento y equipamiento. Puede pensarse que hay en esta propuesta reminiscencias de añoranza de la vieja instrucción militar obligatoria. No es así. El objetivo de la propuesta, que no puede olvidarse, es facilitar la integración a puestos laborales civiles del personal militar licenciado. Y ello supone, también, el dinamismo del modelo, adecuando las enseñanzas a la previsión de necesidades de la sociedad civil, que ha de ser compatible con la plena satisfacción de los objetivos marcados por los órganos reglados que tienen la responsabilidad de optimizar la Defensa del Estado.

(continuará)


En esta ocasión presento una pareja de currucas capirotadas (Sylvia atricapilla), con lo que se pone en evidencia el diformismo sexual: la hembra -y los jóvenes- tienen a modo de un gorro o capirote castaño, en tanto que los machos lo tienen negro. Podría ser posible la confusión de los machos con el carbonero palustre, por ejemplo, que también tienen una especie de gorro negro en la cabeza -en este caso, llegando por debajo del ojo y con un pequeño babero-. A finales de otoño y comienzo del invierno, estas aves, bastante tímidas y con facilidad para el camuflaje, presentan un plumaje variable en el pecho y en la cabeza, como consecuencia de la muda. Observar y anotar estas modificaciones, para el aficionado ornitológico, es siempre motivo de satisfacción, como cualquier conocimiento fundamentado.

 

Publicado en: Actualidad, Cultura, Ejército

¡Ay, Carmena!

1 abril, 2016 By amarias 1 comentario

Como en mi casa no caben ya más libros, pero las bibliotecas públicas están cada vez más surtidas, sigo leyendo mucho y rápido, pero compro pocos. Uno de los últimos es “Por qué las cosas pueden ser diferentes (Reflexiones de una jueza)” (Ed. Clave Intelectual, 2014). Autora: Manuela Carmena. El ejemplar que tengo corresponde a su 6ª Edición.

La portada es una foto de la alcaldesa actual de Madrid, de pie, con las manos sobre el manillar de una bicicleta que, si la vista y Google no me engañan, es un artefacto de la marca y subespecie Specialized Expedition Sport FR Mujer 2014, accesible por 529 euros. La magistrada-jueza lleva zapatos de tacón, lo que indicaría que no viene precisamente de un paseo por el bosque, y la instantánea está tomada, seguramente, en su casa -se ve el arranque de una escalera de caracol, y hay un cuadro de una joven Manuela, pensativa, con una mirada algo melancólica.

En la imagen más actual, la agarrada a la bicicleta, Manuela mira a la cámara desde arriba, con la inconfundible expresión del que piensa: “A ver si terminas de una vez, que tengo otras cosas que hacer”.

Me apresuro a decir que me cae bien esta señora. La defiendo siempre que ha lugar -y no faltan- porque siento que es de los míos: no hemos hecho nada de relumblón, de eso que el stablishment considera importante (yo, por lo menos, hasta ahora; ella, hasta mayo de 2015), pero lo tenemos currado, y bien curriculado. Manuela Carmena lo cuenta en su libro, con detalles que, si no se tienen puestas las gafas de entender, podrán parecer un tanto triviales, acaso, ñoños. Tal vez, presuntuosos.

Ni hablar. Su vida es una vida muy seria, consistente, coherente de principios a fines. Así me parece, y no la conocía de nada, ni la conozco más que de lo que he leído y visto, de ella y sobre ella. En parte, su vida es la de una pulpesa en sempiternos garajes. Salir viva, incluso de atentados mortales, es un milagro.

La que sería alcaldesa -la primera edición de este libro data de abril de 2014- nos cuenta, al final de sus páginas, que en 2013 constituyó la sociedad “Yayos Emprendedores S.L.” Por si me lee un marciano, yayos son los abuelos, porque la autora quería “transmitir la idea de que los abuelos, los viejos, tenemos una enorme capacidad de emprender, de idear y de inventar”. Y más adelante: “Los viejos emprendedores podemos ser como una especie de puente de todo el causal de nuestras vivencias para los que ahora están comenzando sus propias vidas personales o sociales” (pág, 285).

El libro no tiene desperdicio, y entiendo bien que lleve muchas ediciones. Es una confesión de una campaña persistente, personal, en algunos momentos, íntima, en un campo de batalla. Puede ser tenido por la labor de una mezcla de dama de la Cruz Roja con uniforme de coronela de intendencias. Lo leí con fruición, que es un antídoto estupendo contra la vulgaridad que nos rodea.

Manuela Carmena es de mi partido político. En él militan muchas gentes independientes -no pocos de entre ellos, se consideran centro, pero que no saben lo que son en realidad-,  algunos pertenecen a las derechas prudentes, no pocos vienen de la izquierda consecuente, quedan unos pocos de la izquierda irredenta.

No me importa lo que piensan, sino lo que hacen. No se ponen a discutir lo que hay que hacer, ni se pasan días perfilando puntos de coincidencia que no encuentran en los programas, no se preocupan de colocar a la familia o amigos en los lugares para los que tienen alguna mano. Tratan de agrupar, reunir, sacar lo mejor de los equipos que tienen a sus órdenes; y, aún más curioso, dan pocas órdenes; señalan las rutas con el ejemplo.

Me llamó la atención, en especial, el tratamiento que la jueza-magistrada hace de la observación de la corrupción en la Justicia. Si hay algo más antagónico, supongo, es Justicia-Corrupción.

Hace Carmena un buen análisis de las oposiciones a juez, que compartimos muchos. El esfuerzo por la memorización de temas jurídicos sin conexión con la sociedad, la dura preparación para la oposición como meta y no como salida (el retruécano es mío), la falta de experiencia en la vida real para juzgar, justamente, casos reales, etapas que jalonan un currículum tempranero que superan jóvenes de menos de 30 años para “adquirir seguridad” y que, desde entonces, se ven encumbrados al poder de decidir sobre la vida de los demás.

Pero donde lleva la cesta llena de sembrar asombros a ignorantes es cuando nos cuenta lo que descubrió en su paso por los Juzgados. La tasa PSC (Por si cuela), las ayudas a algunos funcionarios para que se pierda algún expediente, las dietas  oscuras, el reparto “aleatorio” de los asuntos. la asignación de interventores concursales por complicidad.

Es una lástima que no haya pasado por el mundo de la empresa, porque nos hubiera ilustrado, con su desparpajo -el del que está de vuelta y ha sobrevivido- sobre lo que ha tenido que suceder en las relaciones entre las administraciones públicas y los contratistas. Nos ahorraríamos así muchos ayes y manos a la cabeza.

La abuela Carmena está ahora en una nueva batalla, de la que no sé si saldrá un nuevo libro, pero de la que sí deseo que salga, no solo incólume, sino reforzada. No se cuánto lleva analizado de ese Ayuntamiento de Madrid en el que no le faltarán capítulos para llenar con anécdotas. Si tiene tiempo para invitarme a un café con pastas, yo puedo contarle algunas historias enjundiosas.

Y, por favor, que en la próxima portada, se haga fotografiar con zapatillas de deporte, chándal y bicicleta de montaña. No hace falta que sean de marca, basta con que le funcionen dos o tres marchas, que hay mucha oferta de segunda mano.

 

 

 

Publicado en: Actualidad, Administraciones públcias, Administraciones públicas, Cultura, Derecho, Economía Etiquetado como: alcaldesa, clave intelectual, corrupción, cosas, diferentes, libro, Madrid, Manuela Carmena

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