Al socaire

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Hacia una Ucrania devastada

24 noviembre, 2022 By amarias Deja un comentario

La guerra en Ucrania va camino de alcanzar su primer año y para algunos, si se puede emplear este término tratándose de un conflicto armado en el que la desproporción de los beligerantes es tan brutal, de cronificarse.

Una vez que la resistencia inesperada de Ucrania, gracias al apoyo de Estados Unidos y la OTAN, convenció a Putin de que no se trataría de un paseo militar y que el país entero caería rendido ante el Kremlin, la estrategia de Rusia tomó una deriva que los futuros manuales de la guerra (si es que hay tiempo, capacidad y ganas para redactar conclusiones) despedazarán para encontrarle sentido.

En el momento actual, parece claro que Putin pretende dejar a Ucrania convertida en un esqueleto, con graves daños en las comunicaciones, la producción de elementos y energía y económicamente irrecuperable, sin una ayuda exterior cuantiosa.

Como he oído de un excelente conocedor de la situación, Rusia puede sentirse humillada, pero en absoluto vencida. Tiene capacidad nuclear, recursos militares y de toda indole y población de sobra para doblegar el pulso a Ucrania, manteniendo la presión hasta que la ayuda militar y económica de la OTAN y de los paises europeos se demuestre como estéril.

La encrucijada en la que se encuentran los dos bloques: Rusia-China y Estados Unidos-Europa tiene un planteamiento sencillo y brutal: o se consigue que Rusia negocie una posición de retirada de Ucrania que pueda satisfacer al Kremlin y no significar una derrota para Zelenski y los bravos suicidas que lo secundan, o llegará un momento en que we provoque la escalada nuclear, con consecuencias previsibles.

Ha sido épico, hermoso, digno de ser tomado como ejemplo de coraje  y valentía el esfuerzo del Ejército ucraniano y conmovedor haber podido apreciar, en secuencia diaria, la capacidad de sufrimiento y acomodación a la progresiva miseria de la población civil. Hemos podido vislumbrar, o quizá analizar mejor, que el conflicto tenía las características de una guerra civil, con componentes religiosos, étnicos, históricos.

Y ahora, ¿qué? Mientras dure el apoyo exterior y se siga acogiendo refugiados por millones, la Ucrania dirigida por Zelenski no va rendirse. Una moderna Numancia se está escribiendo. Mientras el conflicto se mantenga artificialmente restringido al territorio ucraniano, Rusia tendrá fácil (aunque costoso) destruir Ucrania sin descanso. No necesitará poner muchos efectivos sobre el terreno. Los justos.

La guerra de destrucción se ordenará desde el aire. Con drones y misiles sobre las instalaciones de agua, las centrales eléctricas y de distribución. los hospitales y supermercados.

Holodomor redivivo. No sé cómo va a terminar esta guerra, pero me temo que estamos aún en su comienzo.

Publicado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Internacional, Sin categoría Etiquetado como: guerra, Rusia, Ucrania

¿Qué quiere Vladimir Putin?

15 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

A los veinte días de esta guerra provocada por un infiel a las leyes de convivencia internacional, quizá ya algo cansados los improvisados comentaristas que se han convertido a alta velocidad en expertos en Ucrania, en armamento y hasta en interpretar las órdenes del infractor sobre el tablero de ajedrez en que convirtió un país hace un par de semanas, fértil y pacífico, seguimos preguntándonos cuánto va a durar esta guerra, cómo va a terminar, y con qué gravedad y por cuanto tiempo afectará a nuestras economías.

El escenario bélico, para quienes tenemos acceso diario y casi continuo sobre los desastres que está provocando esta barbarie, se va cubriendo de desolación, muertos, heridos, fugitivos y miles de millones de euros en edificios destruidos, pérdidas de terreno agrario, la ruina de empresas y familias ucranianas. No sabemos, o muy poco, cómo está afectando en verdad la presión internacional (me refiero, la del mundo occidental) sobre Rusia y, en concreto, sobre los bienes del propio Putin y los oligarcas que le rodean. Parece ser que la población rusa apoya mayoritariamente al sátrapa y permanece ignorante de la tremenda desolación que la pertinaz estrategia de tierra quemada del Kremlin está produciendo en el vecino pueblo eslavo, culpable únicamente de haber manifestado (por boca de su Presidente legítimo) que desearía incorporarse a la Unión Europea y, por qué no, disponer del abrigo antiainvasió de la OTAN.

El avance de la guerra permite tomar consciencia del resultado final previsible de esta contienda descomunal entre un perverso Goliat contra un enclenque David, provisto de una honda con una china que no llega a guijarro. Un David-Zelenski, al que, con una actitud que podría juzgarse de perversa, hemos estados animando desde la grada con aplausos y vítores.  No puede decirse lo mismo ahora, después de casi tres semanas de invasión, en la que la Unión Europea, a nivel colectivo e individual de los países miembros, ha comprendido que Putin-Goliat no va a detenerse hasta conseguir el rendimiento incondicional del Gobierno de Ucrania y que, aproximándose a la frontera de Polonia, en una maniobra de matón de barrio exhibiendo su fortaleza física mientras vapulea a un inocente estudiante de primario, parece indicar que está dispuesto a continuar la pelea con todo el que se acerque para separar a los contendientes o pretenda auxiliar al que, caído en el suelo, cubierto de tamaños moratones, con pundonor, rabia y fuerzas extraídas de su impotencia, tiene arrestos para reclamar del abusón, “¡Sigue pegándome, que te vas a enterar cuando me levante del suelo!”

Los comentaristas de este hecho singular que está marcando definitivamente la Historia coetánea, porque es capaz de señalar el final a muchos paradigmas, ponen de manifiesto, con esfuerzo inventivo, lo que quiere Putin: Apropiarse de una parte sustancial de Ucrania, e irse de rositas después de haber esquilmado el resto del país invadido y obligar, en un armisticio desleal, a que ese país mutilado jamás vuelva a intentar acercarse a la Unión Europea. La realidad es que la situación parece aún descontrolada -resiste Ucrania, persiste Rusia, observa Estados Unidos, teme el contagio la Unión Europea, y China se perfila como imposible tercero para mediar ante el loco de la badalaika y sus secuaces. Porque si existe un beneficiario claro de la guerra contra Ucrania es Xi JinPing, o sea, la capacidad expansiva de China para asumir el liderazgo económico y militar del mundo.

En verdad, no me interesa lo que piensa Putin. Me interesaría, y mucho, conocer lo que piensa la Unión Europea y, desde luego, nuestro chico de ZumoSol (perdón por la frivolidad) sobre cómo parar la guerra. Mientras -supongo- los thinktank occidentales se devanan los sesos sobre las opciones, debemos dar por seguro que, aunque se consiga detener mañana mismo la masacre ucraniana, por más que sea factible llegar en un plazo muy corto a contar exactamente los muertos, heridos y forzados expatriados del país de la bandera azul y amarilla, aunque se empeñen los amigos occidentales del Estado oprimido por el garfio del terror en recuperar la mayor parte de los edificios y la actividad destruída por la inicua guerra, los daños colaterales para la Unión Europea serán brutales. Estamos en vísperas de una recesión brutal.

¿Qué quiere la Unión Europea? ¿Va a dejar que sea un solitario Macron, en conversaciones telefónicas muy confidenciales con el sátrapa, quien pida clemencia sobre Ucrania? ¿Se atreverán todos los líderes del mundo occidental -todos, unidos. solidarios- a decir alto y claro, a Putin y sus secuaces, que no van a consentir que ni por un minuto más se siga machacando un país libre y que, nobleza obliga, vale más morir con honra que vivir con vilipendio?

No se si el lector duerme tranquilo, puede disfrutar sin sobresaltos de su hasta hace veinte días merecida sensación de bienestar. No oigo aún el clamor que llegue, por todos los medios al alcance occidental (ya que no parece que se pueda contar con esa otra mitad del mundo percibido como oriental y proclive a juzgar las cosas con sus propias anteojeras), hacia la población rusa.

La periodista Marina Ovsiannikova, detenida el libes al irrumpir durante la emisión de los informativos en la Primera cadena rusa, exponiéndose conscientemente a perder su libertad y se juzgada por terrorismo, marca un camino. Lo presentó en un cartel improvisado, con letras desiguales y aspecto cutre, en inglés y ruso. Sobre todo en ruso: No a la guerra. Os están mintiendo” Que pare ya este despropósito. No oigo el clamor. El morbo de contar noticias sobre refugiados, muertos en las calles, destrucción y centrales nucleares que se apagan, unido a la subida de precios constante, disparada en nuestros mercados, debe quedar sepultado, cuanto antes, por una posición sólida, inmensa, única, contra la guerra. No quiero que se nos juzgue desde el vilipendio, la complacencia, el mirar hacia otro lado. No va solo por mí, viejo y enfermo. Va por todos.

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Vergüenzas: cabras, crisis y desconciertos (y 2)

20 octubre, 2019 By amarias Deja un comentario

Quisiera creer que todo este jaleo, el maldito quilombo que nos cerca la tranquilidad como una boa, y nos atufa con su hedor, es/fuera una pesadilla. Pero no lo es, quiá. La realidad nos muestra su cara más fea, sus tentáculos de hidra, su cabeza de medusa vociferante y zafia y parece estar dispuesta a permanecer entre nosotros sin cambiar de pelaje durante un largo tiempo. Porque no sabemos cómo librarnos de ella, quitarle la piel de algas inmundas, sacarla de sus casillas para lanzarla al foso del olvido.

Han confluido múltiples factores negativos y su reunión ha conformado en nuestra vida de ciudadanos medios, anónimos y contentos con vagar del molino a la noria y de la noria al molino lo que se ha dado en llamar una tormenta perfecta. Solo que esta no nos ha traído el agua, ni se prodiga en tormentas, ni se desparrama en inundaciones y torrenteras que causan derrumbes, cosechas perdidas y hasta muertos.

Esta no estaba anunciada y, por tanto, si hubiéramos podido estarlo, no estábamos preparados para protegernos de sus efectos.

Como base de todo, sucedía que nos encontrábamos en un prolongado período electoral, una subespecie de calma chicha inconsciente, personajes a la búsqueda de autor (Oh, Pirandello), digo, de un líder y un equipo que pareciera suficiente capaz de sacarnos de la crisis económica, social y política, que se nos agarraba a los pies de la economía y la sociedad con la pegajosidad de un barro de ciénaga o se nos escurría con la viscosidad de la lamprea.

Sin otra idea para cambiar de escenario que convocar nuevas elecciones, el gobierno en funciones de Pedro Sánchez y todos los líderes políticos en funciones que hubieran tenido algo que decir, se embarcaron en la aporía de que un repetido debate con los mismos argumentos nos cansaría a muchos votantes y revolvería el cotarro de los resultados. Dudando si esta no-medida sería suficiente para mejorar escaños, el jefe de gobierno y sus asesores pensaron que sería buen momento para cambiar de sitio la momia de Franco, desviando así la atención del personal de cualesquiera otros asuntos más importantes y, desde luego, más urgentes.

Se aplicaba el viejo principio que relata a la perfección el viejo cuento judío de meter la cabra en la casa para que, al sacarla luego, los que soportaron la presión y el tufo en la habitación exigua, se sintieron aliviados y agradecidos a quien vino a liberarlos

Pero al abrir la puerta, nos dimos cuenta de que se habían incorporado al recinto real, o se encontraban ya allí sin ganas de salir, otras muchas cabras y que eran todas más fuertes, de cocear más grave, y de mayor molestia.

La dura pelea contra de la Desunión europea contra el Brexit duro está provocando atroces fisuras en el ya deteriorado edificio donde hace décadas anidaron las cigüeñas de la colaboración a tope de quienes históricamente habían ventilado sus diferencias a porrazos. El árbitro de la paz se convirtió en instigador de infamias. Porque el imperialismo que hoy representa Trump y su equipo de águilas rapaces, ha dicho basta a sostener de rositas la amalgama de intereses europeos.

Por ello, enzarzado en una guerra comercial que se sabe perderán con el poderío creciente de China y los productores de la Asia cada vez más despierta, el lobby norteamericano a recurrido a la cabra de imponer aranceles a productos europeos con el propósito confeso de proteger a su industria aeronáutica del dumping de Airbus. Cada vez más necesitados de víctimas, el amigo USA ha encontrado en el débil moflete de los productos andaluces (olivas, jamón, queso,…) la fórmula de castigo ideal, porque si se pudiera interpretar que han confundido churras con merinas, lo que han sabido es dar en la cresta al chico del pelotón, para que tomen nota los gallitos de cabeza.

¿Qué otras cabras hay? La actitud de China rechina aún más, debiendo estar muy cegato quien no ve cómo los fuertes tentáculos del gigante asiático se aprietan, implacables, sobre la economía mundial, con base en un potencial tecnológico que se ayudó a generar desde occidente creyendo que se contentarían con ser clientes y no productores de lo que se les enseñó a hacer, incluso a hacer mejor y más barato.

Ah, pero junto a tantas y tan poderosas cabras, se ha incorporado la resurrección de una cabra muy especial, que nos toca muy de cerca, porque está metida hasta las ingles en nuestra idiosincrasia de ponerlo todo en solfa aunque nos conduzca al propio desastre. Hablo, claro, del fenómeno independentista catalán, la marea que se ha convertido, al mal parecer, en incontrolable con los mimbres y cartas que tenemos, y que, aunque se nos diga para despertar algo de consuelo que solo representa a la mitad de los habitantes de esa región, se ha revelado capaz de mantener a raya al estado de Derecho y, lo que me resulta en verdad imposible de asimilar, a las propias fuerzas del orden.

Me hago algunas preguntas sobre la naturaleza de esta última cabra: ¿Por qué se está siendo tan tolerante con los revolucionarios catalanes? ¿Es que hay temor institucional a utilizar todo el poder disuasorio del (supongo, claro) moderno y eficiente instrumental de la policía y la guardia civil, capaz de someter en pocas horas a esos grupos rebeldes (de orden de dos mil personas, se nos dice), despejando su naturaleza de “incontrolados” y “anónimos”?

Parece que hay alguna intención de que la excelente preparación de nuestras fuerzas del orden aparezca como doblegada ante unos cuantos antisistema y su caterva seguidora de mozalbetes indocumentados. No se si es culpa de la indecisión o inexperiencia de Grande-Marlaska o de la voluntad de ser condescendientes con el desorden hasta que las aguas vuelvan a su cauce por sí misma. Pero si se tiene/ha tenido el temor de que una actuación firme de los garantes del orden por ley contra los insurrectos que están causando tales daños y muestran tanta agresividad como todos hemos visto contra bienes públicos y los propios agentes, provoque un crecimiento de los desmanes, en mi opinión, se está equivocado. Los pacíficos somos, en cualquier circunstancia, la inmensa mayoría. Y los que asaltan, hieren, queman, roban, matan, son la hez y la disidencia de cualquier oportunidad de diálogo.

El presidente de la Generalitat, Torra, ha reflejado de forma suficientemente diáfana de qué lado se encuentra. El instiga la cabra del desorden ciudadano, con sus soflamas de meliflua catadura. Porque nada me hará cambiar, aunque no reconozca a Catalunya, que la inmensa población de Cataluña es pacífica, es solidaria con el resto de España y es leal a la Constitución y a las leyes.

—

La foto corresponde al interior de la puerta de uno de los servicios higiénicos de un Hospital de Madrid, decorado -no se calcular en cuánto tiempo- por ociosos que parecen desear comunicar su vacío intelectual, su cortedad expositiva.

Publicado en: Actualidad, Cataluña, China, Internacional Etiquetado como: cabra, Cataluña, China, crisis, estados unidos, mundial, productos andaluces, Trump, vergüenza

¿Donde vas, Venezuela?

8 abril, 2019 By amarias Deja un comentario

Los dictadores alcanzan el poder por levantamiento militar y perduran en su ejercicio despótico hasta que otra asonada los destituye. Puede que creen una dinastía si la mayoría de la población está asustada, desencantada, desinformada o adormecida, generando incluso de este modo espurio, con el tiempo, una utópica senda hacia  la democracia secuestrada.

No pretendo sistematizar acerca de las dictaduras, que historiadores con paciencia y medios han glosado muy satisfactoriamente. Lo que me resulta de dramático interés es que tanto acertado diagnóstico no ha servido para atajar el camino a dictadores, ni para movilizar   la opinión pública mundial (caso de que la ética universal no sea una entelequia) para que el pueblo  secuestrado  recupere las riendas de su destino.

Porque  los dictadores y sus validos y beneficiados sueñan con que la muerte les llegue de avanzada vejez y en la cama, con las alforjas repletas de productos de su latrocinio.

En el grupo de fieles, es imprescindible (para el dictador) que figure  una mayoría de uniformados con sujeción a sus Mandisa, a los que se premiará la lealtad con buenos trozos del pastel; previamente, en la etapa de la “liberación del pueblo” se habrá asesinado encarcelado o mandado a buen recaudo a cualquiera que haya manifestado la menor oposición al levantamiento armado.

Nicolás Maduro, presidente sátrapa del hermano país venezolano, ha heredado el cetro de un levantisco, Chaves, que desbarató con la espada y el apoyo de la tropa y la mayoría de la suboficialidad, la precedente farsa de la alternancia en el poder de la élite venezolana. No tiene su carisma, aunque sí su labia de trilero. Lo anterior no era democracia -juzgada con ojos de la pureza europea-, pero se parecía.

Les fue bien a Chaves y a su hijo putativo a Maduro mientras el precio del petróleo se mantuvo a niveles de gran rentabilidad y la  corrupción no alcanzó a los niveles bajos de la camarilla de seguidores y adeptos. Aislada del mundo, como sucedió (y sucede) en Cuba, Nicaragua, Ecuador o Bolivia, la población desinformada se  cree que la culpa de todos los males la tiene el imperialismo, esto es, los Estados Unidos de Norteamérica.

La resistencia del chavismo-madurismo a ser despojado del poder por la Asamblea Nacional y, bajo el mando transitorio de Juan Guaidó, abrir nuevas esperanzas al país convocando elecciones libres, era normal. Las dictaduras no son vencidas con buena voluntad. Pero tampoco pueden ser sustituidas por un apoyo militar foráneo, que coloque en el poder a una alternativa. Tal intervención, contraria a la libertad de los pueblos, no legitima al líder impuesto, sino que lo desvirtúa.

El pueblo venezolano tiene que avanzar rápida y sólidamente en manifestar un clamor de rechazo hacia Maduro. La destruccion  del régimen tiene que proceder del miedo del dictador hacia la población que antes le apoyaba. Doy por supuesto que la mayor parte de los que aplaudieron en su momento a Chaves y los aires de cambio que preconizaba están desengañados. Pero no basta.

Las masas (de cualquier población) tienen aversión al cambio, a cualquier cambio y teme manifestarse contra el poder. Vencer ese respeto, ese temor a que la alternativa no cuaje es,  no ya obligación programática de Guaidó y quienes le apoyan desde los brotes de la resistencja a Maduro, sino una necesidad para que la controversia ciudadana no degenere en un conflicto civil de grandes proporciones.

Y, al enemigo que huye, puente de plata.

 

Publicado en: Actualidad, Internacional Etiquetado como: Chaves, Guaidó, Maduro, Venezuela

Sociedad sobrecalentada

8 diciembre, 2016 By amarias Deja un comentario

pavo real absorto en su mismidad

En otros momentos de la Historia, sin duda, colectivos humanos concretos han sufrido situaciones dramáticas -guerras, hambrunas, esclavitud, explotación o pestes-, aunque me expongo a afirmar que en ningún otro momento como el actual la sociedad en su conjunto estuvo tan presionada por la necesidad de resolver urgentemente sus contradicciones.

Si la sociedad humana tuviera un motor, diríamos que se encuentra sobrecalentado. En estas particulares condiciones, si fuéramos los conductores de un vehículo de nuestra propiedad, y sin necesidad de consultar a especialistas en mecánica o termodinámica, detendríamos de inmediato el vehículo ante los síntomas de calentura. Levantaríamos el capó, nos encaramaríamos al espectáculo amenazador de incendio inminente que delatarían los humos del cárter, verteríamos agua sobre las partes calientes y cruzando los dedos, esperaríamos a que la máquina motriz se enfriara.

Luego, cuando la generación de  humos se calmara y la temperatura de las piezas metálicas no hiciera daño a la mano, llenaríamos de agua al radiador, aceite hasta el nivel de la muesca, rezos a los santos de devoción y llevaríamos a marcha lenta el vehículo de inmediato al taller más cercano, confiando en que la avería apareciera como subsanable y que el diagnóstico del experto local, cuyos conocimientos pueden ser invocación al premio de una lotería, resulte lo bastante certero y rápido para no tener que suspender la itinerancia.

Los efectos de la globalización económica y la amenaza de un calentamiento terrestre irreversible nos han hecho sentir que, por las buenas o por las malas, nos encontramos aupados todos en un vehículo colectivo (pocos, al volante; un par de miles de millones agarrados al pescante y a las manijas, otros mil millones recluidos en el maletero, mientras unos centenares de millones cantan incluso aquello de “si eres conductor de primera, acelera”, sin importarles que otros cuantos miles de millones tengan que aguantar incomodidades, humos y la incertidumbre de no saber donde nos llevan).

El asunto tiene sus bemoles, dentro de la extraordinaria complejidad, porque los del volante se empeñan en ignorar los síntomas y los gritos de quienes claman que hay que parar, porque cada vez son más los que se quedan en la cuneta.

Que en el país que pretende ser líder mundial, se haya elegido presidente a un negacionista de la globalización y del cambio climático, es, no ya significativo, sino dramático. equivale a romper las cartas de la baraja. Desde luego, no soy de los que confían en que una cosa es lo que se dice y otra lo que se hará, porque los intereses puestos en evidencia son palmarios: cerrar puertas a compartir beneficios económicos, despreciar la contaminación producida por el desarrollo ilimitado, alimentar el consumismo interno sin importar el coste, potenciar la generación de recursos bélicos y prestar oídos sordos a las necesidades ajenas.

Me uno a los que reclaman mayor protagonismo para Europa, en tanto que mantenga y perfeccione el perfil de apoyo a los principios de solidaridad, defensa ambiental, apoyo a los pueblos menos favorecidos. Obviamente, se trata de poner de relieve valores que, en el pasado no muy lejano, los europeos no tuvieron, que incluso hoy son cuestionados por algunos colectivos.

Pero si renunciamos a defenderlos, si dejamos que el vehículo social sea conducido por el egoísmo de los más fuertes, y el desprecio a los que exigen que es preciso detener la marcha para poner de manifiesto lo importante y recuperar a los que se han dejado en la estacada, la sanción será terrible. No, no vendrá por el lado del desarrollo tecnológico incontrolado; tampoco provendrá -¡ay!- de la sublevación de los oprimidos, reclamando a sangre y cuchillo que se les atienda.

La sociedad se ahorcará con la misma cuerda con la que algunos pueblos pretendían gozar de mayor libertad. Esta visión catastrofista no es improvisada, ni tiene raíces bíblicas. Puede que aún resista varias generaciones. Aunque, desde el mismo momento en que la gravedad de la situación ha sido detectada, pesa sobre nuestras conciencias, sobre la ética universal a cuyos principios nadie puede sustraerse sin negarse humano.


La foto pone de manifiesto el descanso de un ave singular, admirada por el despliegue de su belleza. El pavo real es ornato de muchos parques ciudadanos, a la espera de que abra el abanico de su plumaje. El espectador humano puede pensar que es el destinatario del arco multicolor que este animal pone a la vista, en un ejercicio de musculatura al servicio de la ostentación. No es así, claro. El macho de pavo real necesita la presencia próxima de hembras de su especie (es, además, señaladamente polígamo) para entregarse a esa ceremonia de seducción, cuyo objetivo no es otro que la cópula, por más que pocas veces sus galanteadas parecen prestarle atención.

Si la naturaleza ha respetado el principio de proporcionalidad dotando a esta galliforme de la carga de arrastrar un pesado plumaje para conseguir algo que otras especies tienen más a la mano, es un misterio, como tantos otros. Por su belleza, tanto en la India, de donde proceden estas gallináceas, de la familia de los faisanes,  como en muchos lugares, durante siglos, los machos de pavo real fueron seleccionados como manjar para distinguir a los héroes y como comida elegante para las mesas de los magnates.

Los siervos, criados y gente de los estratos sociales inferiores, cuando podían permitírselo, se contentaban con cocer o cocinar pollo, notablemente más sabroso.

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El gallo de la quintana

23 abril, 2016 By amarias Deja un comentario

“El gallo de la quintana” es una obra teatral de Eladio Verde, un escritor costumbrista asturiano, al que nacieron en Madrid en 1899. Una quintana es una casa de recreo; la expresión, en Asturias, se ha convertido en una frase hecha, que tiene varias acepciones. La traigo aquí por una de ellas: alguien que presume y alardea de sus valores -es el más guapo, el más fuerte, o el más listo-, y lo hace de forma tan agresiva y petulante, que se prefiere no discutir su posición para no entrar en conflicto con él.

En este relato en el que lo imaginario sucumbe ante las evidencias, el gallo de la quintana es Estados Unidos. En la granja humana, la quintana norteamericana crea identidad refleja a sus habitantes, en curioso efecto de contagio, pues la mayoría de los estadounidenses se consideran, -sobre todo cuando salen de viaje por ahí, y, en particular, si lo hacen por Europa-, gallitos o representantes de la quintana; la estructura de la identidad norteamericana es, por ello, fractal, asemejándose a una gran matrieska que cobijara millones de matrieskitas en su seno.

El corpus colectivo norteamericano está conformado por una amalgama heterogénea -historias, leyendas, fantasías que apuntan a atribuciones identitarias- que tiene por objetivo reafirmar la superioridad a quienes se otorga el privilegio de identificarse con él. No tiene que ver con el territorio, ni con la tradición documentada, a diferencia, pongo por caso, de las identidades catalana o vasca (cuyo principal elemento aglutinador parece ser el territorio) o con esa pluralidad de esencias presuntamente irrenunciables, en las que podría adivinarse una base religiosa, étnica, tribal -e insolidaria- que podrían converger sobre un mismo territorio, como es el caso de los Balcances, o de otros muchas regiones y países, en las que se ha puesto el énfasis sobre cualquier idea separadora.

En lugar de profundizar demasiado en identidades  comunes, el gallo de la quintana norteamericano se reafirma sobre todo por el ejercicio práctico del poder frente a otros pueblos, y, en especial, por un sentimiento de primacía respecto al segundo clasificado en la Liga de poderes antagónicos (que fue en su momento la URSS y hoy día, parece que emerge en esa posición, China). Como en toda reafirmación colectiva, se combina con la ignorancia del otro, el desprecio a sus cualidades, y ese caldo de cultivo se simboliza en la bandera de las franjas y estrellas, que está en el corazón, en el patio delantero o en la ventana visible de todo buen norteamericano. Contrasta con el uso que los españoles hacemos de nuestra bandera y cómo canalizamos hacia ese símbolo, no lo que nos une, sino nuestras diferencias.

Las instituciones del país, las grandes empresas con sede en Estados Unidos, los representantes de la quintana en las organizaciones internacionales, sus embajadores y miembros diplomáticos,la práctica totalidad de los blancos nacidos en ese territorio de la Granja,  una parte significativa de los de humanos raza negra que tienen esa nacionalidad y algunos latinos, incluso aunque no la tengan, resultan expresión viva de ese peculiar efecto.

Por supuesto, para ser presidente de un país así, hay que seguir un proceso de selección muy duro. Y, aunque se supere el proceso, se estará siempre expuesto a que su actuación no guste a los poderes de la granja colectiva. Mayor riesgo corren, en general, quienes lideren intentos de transformar el orden, subvertir los cimientos de una sociedad en la que los conceptos de libertad y democracia son versátiles y, por ello, de lenta gestación.

Algunos ejemplos recientes estarán todavía, sino en la memoria colectiva de la granja, al menos, en las hemerotecas. El reverendo Martin Luther King Jr., seguidor de la ideología pacífica de Mohandas Gandhi, y propulsor de la eliminación de la discriminación racial de los negros y otras minorías, fue asesinado en 1968 en Memphis. Poco antes, Malcolm X que pretendía lo mismo, desde posiciones religiosas musulmanas, había sido acribillado a balazos en febrero de 1965. A pesar de todo, el Tribunal Supremo de Justicia había puesto de manifiesto que todo ciudadano tenía derecho a la equal opportunity, ¡en 1954!, pero la idea no había prendido en los dominadores de la quintana.

En enero de 1961, J.F. Kennedy llegaba al poder, y a pesar de pertenecer al partido demócrata, siguió la política internacional de sus antecesores republicanos Dwight Eisenhower (que, a su vez, había seguido la estela de Harry Truman). En política interior, las propuestas kennedianas no cuajaron, ni por el ni por su posible sucesor, el hermano Bob, pues ambos fueron asesinados (John Fitzgerald en nov. 1963; Robert, en jun. 1968). Una inmolación que sucedió delante de todo el mundo.

Para el gallo de la quintana, la Granja había quedado dividida como resultado de  la segunda guerra mundial, porque el otro principal vencedor de la contienda, la URSS, representaba valores inconciliables. Se configuró una separación económica, es decir, ideológica, que creció como espuma de jabón en la batidora: el occidente capitalista, debía de ser próspero, plural y democrático, y el oriental comunista, aparecía como totalitario, despótico y atrasado. Por si fuera poco, los Estados Unidos no dudaron en ponerse especiales galones en su manga, apelando a un as invencible: su fe en Dios.  “In God we trust” será, desde 1956, el lema oficial del gallo de la quintana. Un valioso aliado supraterrenal frente al agnosticismo o el ateísmo de la URSS y los países comunistas.

Los ánimos en la quintana a mediados de los 50 del siglo XX estaban ya muy revolucionados. En 1949, la revolución comunista de Mao triunfaba en China. El peligro se estaba extendiendo. Y estaba el caso de Indochina y, más específicamente, de Corea. Había que tomar medidas para que el capitalismo liberal tuviera espacio para crecer.

La península coreana había sido ocupada por Japón en 1910, pero cuando el imperio nipón se rindió, se dividió en 1945 ese territorio con tiralíneas, siguiendo el paralelo 38: las tropas soviéticas ocuparon el Norte. Si la teoría pretendía que unas elecciones libres, que estaban convocadas para 1948, facilitaran un gobierno común para una Corea unificada, sucedió exactamente al contrario, aunque, por supuesto, el azar tuvo poco que ver. Se propició una guerra en la que el norte fue apoyada por la URSS y China y el sur, por Estados Unidos y la ONU (es decir, Estados Unidos al cuadrado): se apuntaban a la guerra fría los dos antiguos colegas que lucharon contra Hitler. Por guerra fría ha de entenderse un marco de disputa en el que se elige a un tercero como chico de los mamporros.

En 1954, Corea quedó definitivamente dividido en dos.

Más ilustrativo aún sería el modelo vietnamita. Ho Chi Min era presidente de Vietnam desde 1954. Había derrotado a los franceses (que habían disfrutado de esa colonia). También se pensó en elecciones libres. En 1955, un golpe de estado puso en Vietnam del Sur al presidente católico Dinh Diem, y se inició un conflicto armado que duraría 20 años, cuyo objetivo era, para las fuerzas del orden mundial, impedir un gobierno comunista unificado. Estados Unidos y otras naciones amigas del imperio apoyaron a Dinh, contra el Viet Cong (Frente de Liberación de Vietnam) y el ejército del Norte, al que respaldaban la Unión Soviética y China.

Ho Chi Min era un político nacionalista, y, para mi gusto, un buen poeta. Escribió varios libros, entre ellos, cuando estaba en la cárcel, “Diario de la prisión”, en el que figura el poema “Duro es el camino de la vida”, que dice así:” Después de haber escalado a pie montañas y altos picos,/¿Cómo iba a suponer que en la llanura encontraría peligros mayores?/En las montañas encontré al tigre, y nada me pasó./En las llanuras me topé con los hombres, y fui arrojado en prisión.”

Ho Chi Min moriría de tuberculosis, en 1969, a los 79 años; Dinh, sería asesinado, junto a su hermano, en 1963, por su propia guardia, como resultado de un golpe que tutelaba, desde la distancia…Estados Unidos: ambos hermanos creían que se les había ofrecido un avión para salir del país.

Como se suele decir en los títulos de crédito cuando se acaba la película, en 1975, la guerra terminó y Vietnam quedó unificado bajo un gobierno socialista.

(continuará)

 

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Estrategias salvajes. (Epílogo). Propuesta de estrategia para civilizados. Previsiones (1)

25 marzo, 2016 By amarias 1 comentario

Desarrollo aquí las ideas generales sobre cómo evolucionará, con alta probabilidad, el escenario de interactuación de los seres humanos en el siglo XXI. Puede que, incluso, en el siglo XXII. Es un plazo cortísimo, considerado desde la perspectiva de nuestra evolución como especie.

Por eso, su título y, por eso, también, la necesidad de realizar dos puntualizaciones: es mi previsión, sin que haya que darle otra validez o importancia que la que le conceda el lector y su propia cualificación para valorar y decidir; y se refiere a la tendencia de los elementos sustanciales, no a los más evidentes, y, por supuesto, no a todos, que señalan las lineas evolutivas de la humanidad en su conjunto. ¿A dónde va la especie, si siguen actuando las mismas fuerzas directoras, y con la inercia o potencia que se detectan hoy, 25 de marzo de 2016, Viernes Santo?

Previsiones del desarrollo, principalmente, a corto plazo, de aquellos elementos sociales, económicos, éticos y filosóficos que considero sustentan la evolución de la humanidad.

Los principales factores de evolución de la humanidad en el momento presente, son fáciles de detectar, y enumero ocho, que separo en dos grupos de forma artificial (solo para evitar un párrafo demasiado largo):

Primer grupo: 1) el desplazamiento de las modalidades de trabajo y su retribución en los países occidentales por la tecnología, no solamente digital; 2) el incremento exponencial de la monetarización impropia de las economías orientales por la masiva exportación de productos elaborados, gracias a su mano de obra barata y a la incorporación de la tecnología; 3) el agotamiento de muchas materias primas juzgadas esenciales para el sostenimiento de algunos países, o su sustitución por alternativas no controladas por ellos; 4) la globalización parcial de la economía, generando tensiones inimaginables en el intercambio de productos y modificando las ventajas comparativas con extrema rapidez;

Segundo grupo: 5) la existencia de dos bloques económicos con distintos presupuestos ideológicos y las dificultades de plasmar un modelo conjunto de cooperación y crecimiento; 6) el cambio climático, que, debido a la muy probable incapacidad de controlarlo, supondrá aún mayores necesidades y sufrimientos para las poblaciones más pobres; 7) la resistencia hedonista a replantear, con solvencia, el empleo que se está haciendo del concepto de la ética universal, y 8) el aumento en la escasez o en la distribución desigual de agua, alimentos y otros elementos en amplias zonas del planeta (provocando mayor incremento de muertes, emigración desesperada, guerras).

En conexión con lo ya expuesto, detectamos la existencia de estrategias salvajes que, aplicadas por los colectivos humanos, pretenden tomar ventaja de algunas situaciones.

La alimentación de los pulgones por las hormigas es, sin duda, la estrategia que subyace en la compra masiva de propiedades agrarias en Africa  (y otras zonas), con el apoyo del gobierno chino. No es la única vez que se aplica, al contrario, es una de las estrategias más habituales: la ha seguido y sigue Japón en algunos países latinoamericanos, con el apoyo a centros educativos o asistenciales y la obtención de contraprestaciones en otros terrenos de los que obtener beneficios mucho más relevantes; las colonias y protectorados de los que los países de centro Europa han hecho amplio uso en Africa, América y Asia: Inglaterra,  en Egipto, India, Pakistán, Bangladesh; Francia en Marruecos, Argelia, Camboya, Vietnam,..; Bélgica en Ruanda, Burundi, Zaire; Alemania en Tanzania, Tanganica, Camerún, Togo, Samoa, …entregadas por el Imperio después de la primera guerra mundial a los vencedores. (1)

Podría citar también a España y Portugal, con sus conquistas trasatlánticas, que arrebataron territorios ajenos utilizando armas incluso misteriosas, o a los colones ingleses exterminando a los pobladores nativos en Estados Unidos, pero la diferencia entre estas actuaciones y las anteriores es que se concentraron en el siglo XV y XVI las primeras y, la enumerada en segundo lugar, durante el XVII y XVIII. Este trabajo no es un tratado de Historia. Quiero ir a lo elemental, esto es, a lo básico.

La estrategia de conquista y explotación ha tomado forma más sutil en tiempos más recientes. Se empleó, en apariencia, el modelo de ocas voladoras, si bien, con peculiaridades que lo caracterizarían como “modelo forzado de las ocas voladoras”. Los consorcios y las empresas más activas de países  avanzados tecnológicamente, a partir sobre todo de la mitad del siglo XX, empezaron a implantar sus instalaciones en los países menos desarrollados. Se beneficiaban así de la legislación permisiva o inexistente (en tema fiscal, laboral, jurídico, ambiental, etc,), de la mano de obra mucho más barata para producción de bienes que importaban, semielaborados o elaborados a sus países de origen y preparaban también el acceso al mercado interior de las zonas “colonizadas” tecnológicamente.

Esos modelos deben considerarse positivos en sus efectos. El caso de Japón y de los denominados dragones asiáticos ya fue analizado. Alemania también lo utilizó en China, con éxito. Estados Unidos utilizó un modelo combinado de oca voladora y dragón de Komodo, con una sensibilidad que, cuanto menos, se puede calificar peculiar respecto a los demás países que tienen como eje el principio activo de considerarse, gracias a las dos guerras mundiales, artífice global de la economía, líder mundial con capacidad para hacer y deshacer, al menos, hasta hace muy poco.

No es posible despreciar el análisis de la concentración de gases perniciosos en la atmósfera terrestre, por efecto de la combustión masiva de combustibles fósiles, que significaron el apoyo principal a la revolución energética, que impulsó el desarrollo de algunos países a niveles nunca alcanzados, provocando el mayor desequilibrio económico de la historia de la Humanidad y la amenaza cierta de una debacle extendida.

La estrategia salvaje seguida en este caso, se interpreta ahora por algunos como que se cerraron los ojos a los efectos que se estaban provocando hasta que se detectó que eran ya, en la práctica, irreversibles, es la propia del avestruz. Para quienes me hayan seguido hasta aquí, entenderán que opine, más bien, que es la estrategia salvaje de la avispa de las abejas.

No traté esta “estrategia del avestruz”, que, por cierto, ha sido siempre interpretada tendenciosamente. El animal no esconde la cabeza, cuando se ve amenazado de cerca, pretendiendo así no ver el enemigo depredador. Lo que sucede, detectado por zoólogos es que, para que su gran envergadura -la cabeza del adulto, gracias a su alargado cuello, se eleva por encima de los dos metros- no le delate, se oculta entre la vegetación, y baja la cabeza hasta el suelo.

Reinterpretada la estrategia de las empresas contaminantes, y de los países que podían haber impuesto restricciones a sus emisiones, no fue la de “esconder la cabeza para no ver el peligro”, fue la de esconderla a sabiendas para que no les vieran lo que estaban haciendo, conscientes de sus efectos.

En cualquier caso, las largas y tediosas negociaciones entre los países más contaminantes y los que aún están en fase de desarrollo y poseen recursos para quemar, vienen a demostrar que los acuerdos que se alcanzan son débiles, no tienen carácter vinculante, y como la amenaza está ya declarada cierta y próxima, se puede adelantar que antes de finales del siglo XXI la temperatura media de la Tierra subirá, al menos dos grados o dos grados y medio.

Los efectos de este aumento térmico serán terribles, y provocarán mayores desigualdades, inundaciones, hambrunas,…pero favorecerán a algunos países, que verán la opción de incorporar nuevos territorios y recursos (para seguir explotándolos) y que no se verán afectados sino positivamente por el aumento de temperatura.

—-

(1) Es una relación que no pretende ser exhaustiva, ni seguramente recoge siquiera los países que más se han distinguido en la explotación de otros. Faltan, por omisión voluntaria en este momento, aquellos que, partiendo de las zonas del Este han colonizado, arrasado o sojuzgado, tanto a vecinos como a distantes.

(continuará)

Publicado en: Actualidad, Economía, Internacional Etiquetado como: cambio climático, colonización, conflictos, contaminación, estrategia, estrategias, mundo, salvajes

Estrategias salvajes (4): Ocas y gansos en busca de residencia de invierno

21 marzo, 2016 By amarias Deja un comentario

Los modelos migratorios de algunas aves, desde las golondrinas hasta las ocas, han inspirado cuentos de Navidad y, más recientemente,  propuestas de acción en las escuelas de negocio. Se trata, en efecto, de un esquema muy fértil, de gran versatilidad, provocador de interesantes sugerencias, movilizando los ánimos hacia la misericordia o el deseo de lucro.

Ocas y gansos en busca de residencia de invierno

Cuando los economistas japoneses Kaname Akamatsu y Saburo Okita propusieron a los políticos de su país, derrotado por la segunda guerra mundial, un modelo de desarrollo inspirado en el vuelo de los gansos -el Ganko-Keitai-, supongo que tuvieron que dar algunas explicaciones.

La idea, sin embargo, es sencilla. Los gansos, cuando emigran a tierras más cálidas en las que pasar el período invernal, avanzan en uve, guiados por uno de ellos. Todos siguen la estela de ese líder, ahorrándose así el esfuerzo de romper cada uno de ellos los aires, si hubieran decidido volar de forma independiente. Akamatsu y Okita pensaban que Japón debería acelerar la recuperación de los desastres de la guerra, apoyando algunas empresas clave, en sectores especiales, para que actuaran con capacidad de arrastre de las demás.

El modelo, inspirado en Hegel (ni más ni menos), según reconoció el propio Akamatsu, que estudió en Alemania, no solo sirvió de inspiración al gobierno de Japón, sino a otros países de la zona. A lo largo de décadas, Corea del Sur, Taiwan, Singapur, etc. se incorporaron a la propuesta, adaptándola.

Aunque el modelo tuvo muchas reinterpretaciones, en su concepción más difundida y explicada se pretende plasmar con esa analogía que el desarrollo no puede confiarse al azar. Porque, al principio de un proceso de desarrollo, son necesarios, sobre todo, bienes industriales, que, si carece de ellos, debe importar o desarrollar un país líder.

Con el tiempo, se impulsa la generación de bienes de consumo y capital en la economía, y se produce una realimentación continua, y eficaz, que actúa como persistente punta de lanza del crecimiento. Si se consigue implantar el esquema en varios países que actúen de forma coordinada, siguiendo al país más avanzado, los demás gansos u ocas, al conseguir la evolución de sus economías de manera más acelerada que si lo hicieran de manera independiente, se convierten, a su vez, en exportadoras. El paso del tiempo les llevará a conseguir una cierta uniformidad con el país líder, diferenciándose toda la bandada de gansos de aquellos otros países que no han comenzado aún su fase de industrialización.

Fuera del mundo empresarial, los gansos y las ocas, que no han estudiado economía ni les preocupa el crecimiento sostenido, cuando emigran, saben hacia dónde van. Lo hacen siempre al mismo lugar, donde, año tras año, generación tras generación, han estado yendo, y en donde colectivamente se sienten seguros de encontrar algunos pastos, el calor suficiente y el mínimo descanso que necesitan hasta que llegue la primavera. Entonces retornarán a las tierras ya desheladas que tuvieron que abandonar para no morirse de hambre y frío, y que, con el rebrotar de la naturaleza, les volverán a proporcionar lo que necesitan para procrear y proseguir su ciclo vital.

La observación más cuidadosa hubiera permitido descubrir que no existe un “ganso líder”, sino que el que vemos encabezando el grupo, cuando la bandada surca por encima de nuestras cabezas, caerá al cabo de un tiempo, exhausto, si antes su lugar no es ocupado por otro, y esa sustitución le permita retirarse a una posición más modesta en la “uve”. Que es la misma situación, por cierto, que suele producirse, por lo general, en esas escapadas de las carreras ciclistas, que tanto nos gustan a los aficionados a ver espectáculos, y en las que suele ganar la carrera quien está en el grupo de cabeza, pero no “ha tirado” mucho en el mismo.

Los países asiáticos consiguieron generar unas estructuras económicas muy solventes, en un espacio extremadamente competitivo, y aunque no lo hicieron de forma muy transparente, tuvieron una actuación bastante coordinada. Se mejoraron los rendimientos de los sectores básicos, se potenciaron varias industrias y sectores de producción de bienes de consumo que resultaron muy eficientes, sobre todo en el mercado internacional, y el ahorro se trasvasaba con rapidez hacia las industrias de alta tecnología y a los centros de investigación aplicada.

Bien. Solo que la tendencia tan positiva de las tasas de ahorro y la renta per cápita, que habían crecido de forma paralela durante un tiempo, llegando a absorber las primeras más de la tercera parte del PIB que se generaba, se rompió. Las familias y los empresarios se sintieron más interesados en invertir que en ahorrar, aunque los márgenes de las empresas tecnológicas resultaban cada vez más estrechos, por la competencia creciente y… porque el mercado se agotaba a ojos vistas.

Resultó que las economías de la llamada “constelación del yen” se habían ido tensando hacia esa idea de crecimiento puro y duro, a cualquier precio, y el estímulo a las exportaciones, que debería apoyarse en una productividad constantemente creciente, para conseguir un valor añadido consistentemente más alto o, al menos, razonablemente sostenido, acabó estancando la productividad marginal del capital.

Se arriesgaba estar cambiando el dinero de mano, simplemente.

Las inversiones en capital ya no eran (tan) rentables y, aunque no se exportaba ya competitivamente, a pesar de todo, el consumo crecía. Pero era solo el consumo interno, porque la gente, viciada por los comportamientos de pasado, no estaba interesada en ahorrar, y compraba convulsivamente, en auge de la sociedad líquida. Los agentes socioeconómicos parecían ignorar que las exportaciones no dejaban margen como antes, y aunque el mercado interior mejoraba,  la población de los países asiáticos más eficientes se estaba consumiendo el resultado de su eficacia, autofagocitándose. El riesgo de deflación estaba ahí.

Por si el lector no ha entendido del todo el razonamiento -no por su deficiencia comprensiva, sino por mi torpeza expositiva-, permítame que le resuma la idea: el crecimiento sin límites a partir de algunas ventajas comparativas no es, en la práctica, posible. No puede sostenerse.

Por varias razones y, entre ellas:

a) Del grupete de gansos seguidores surgirán, mientras el mundo globalizado lo sea solo en el papel, algunos que tengan costes laborales más bajos, si es que no disponen de ciertas cualidades adicionales para superar  la competitividad del ganso líder (recursos naturales, legislación más tolerante, financiación más barata, etc.). Exactamente igual que en la realidad natural de las anátidas, no es posible mantenerse en cabeza por tiempo indefinido, y hay que estar preparado para ceder el sitio, o sucumbir.

b) Y, lo que es peor, el mercado mundial no resulta, ni resultó, ni aún menos, resultará, lo suficientemente grande para absorber todas las exportaciones asiáticas, máxime si se han ido incorporando masivamente otros a la carrera de gansos.

En cada país asiático, además, el incremento de los niveles medios de renta per cápita, aumentó el consumo sectorialmente, por zonas o áreas más industrializadas, lo que provocó desigualdades internas inaceptables. Se hizo necesario deslocalizar las producciones, llevando la prioridad política hacia la generación de un tejido industrial propio, tipo “tela de araña”. Hubo que hacer reajustes sustanciales para paliar los efectos de la tensión social, deteniendo el crecimiento por el crecimiento y ordenando e consumo interno.

La estrategia de las ocas voladoras se desveló así como de aplicación interesante, aunque de gran complejidad en su puesta en práctica. Los seres humanos no somos fáciles de dirigir, y aún menos, si se consideran los objetivos de países diferentes, con economías dirigidas y de mercado, y programas poco explícitos. Por seguir con la analogía, había por doquier grupos de ocas empresariales orientadas hacia fines particulares -confesables o no-, y el lugar de primacía que podía ocupar, en un momento dado, una tecnología concreta, pasaba pronto a ser ocupado por otras ocas o gansos que habían estado chupando rueda, y que copiaban las patentes o captaban a los investigadores principales de los centros de excelencia del ganso líder.

Las tecnologías mismas, a diferencia de los lugares en donde los gansos tienen claro que pasarán el invierno, no son tan previsibles y el crecimiento propio de los resultados de las investigaciones alcanzaba, en algunas especialidades, ritmos exponenciales, en tanto en otras, se estancaba.

Hay dos países asiáticos que han cubierto, con todo, -además de Japón- un espacio fundamental en el panorama del crecimiento conjunto, y han aprovechado la carrera de la eficiencia: Corea del Sur, con una economía dominada durante décadas por solo cuatro o cinco chaebol (“empresa familiar” en coreano): Samsung, Hyundai, LG, Lotte y SK Group; y Taiwan, cuya competitividad está basada en una red intensa de pymes. Ambos países se han convertido en escaso tiempo, en exportadores hacia Japón, después de haber seguido durante décadas su senda. Le comen los pies, por así decirlo, junto a Singapur o Vietnam.

El vuelo de los gansos asiáticos, por supuesto, sigue. Ha atravesado por varias vicisitudes, su rumbo sigue siendo relativamente impreciso, y está profundamente afectado por las turbulencias de los mercados internacionales. Como se sabe, los chaebol han visto delimitada su influencia, acusados de corrupción, y después del susto de la quiebra de Daewoo o la reducción estructural de Hyundai.

Sigue siendo un modelo muy sugerente, lleno de gansos; no pocos de los grupos, exhaustos.

Por cierto, en su adaptación al crecimiento europeo, se ha revelado mucho menos aplicable. Si se me permite la petulancia, mi tesis doctoral sobre desarrollo para la región asturiana, analizaba esta cuestión, allá por 1989. Como seguí interesado en el tema, pude analizar otros modelos de estrategia animal sobre los que inspirarse, para cuyo desvelamiento propongo al lector algo de paciencia.

 

 

Publicado en: Actualidad, Economía, Empresa, Internacional, Política Etiquetado como: Akamatsu, Daewoo, estrategias, gansos, gigantes asiáticos, Hyundai, ocas, Okita, salvajes

Estrategias salvajes (1): La abeja común contra el avispón asiático.

19 marzo, 2016 By amarias 3 comentarios

La palabra estrategia es, desde hace décadas, uno de los vocablos preferidos en las escuelas de negocios y, por tanto, en las empresas: toda corporación debe tener una estrategia a corto, a medio, y a largo plazo, una misión y una visión.

Esta terminología que se traduce en informes, documentos y planes de desarrollo de negocio que raramente se ajustan a la realidad venidera -aunque se supone que sirven para orientarse mejor hacia ella-, ha contagiado a las vidas personales. Existen estrategias para conseguir un puesto de trabajo, mejorar de posición en él, no hacer el ridículo en un “medio maratón”(el de diez km), comprar o vender acciones en bolsa con rendimientos superiores al mercado, y hasta para postularse como ganador en la vida del más allá, en el supuesto de que tengamos la oportunidad de entrar en ella por alguna puerta.

Empiezo aquí una serie de artículos, que numeraré correlativamente, para explicar estrategias salvajes, esto es, de animales, y analizar su posible aplicación a la vida de los humanos. Me consta que algunas han sido ya presentadas como ejemplos de comportamiento que, salvando distancias, permiten sacar deducciones aprovechables. Si espero que el lector saque algún provecho de mis reflexiones es, sobre todo, porque añadiré un ingrediente menos común: el de la ironía.

Estrategias de confrontación desde la desigualdad: La abeja común contra el avispón asiático

¿Cuál podría ser la estrategia del que tiene todas las de perder?

El avispón asiático (Vespa simillima xanthoptera (1)), como su nombre común indica, es originario de China, y algunos parientes próximos se han afincado en Japón y otros lugares de una amplia zona, en donde comparte hábitat con la abeja común. Se trata de un insecto muy agresivo, y de notable tamaño si se compara con las abejas: cuando se observa una fotografía de ambos animales que permita cotejar sus respectivas dimensiones, se comprende bien que, en caso de ataque, una abeja no tiene nada que hacer.

En Europa estos avispones eran desconocidos; había otras muchas especies de unos y otras, pero por estos lugares occidentales los primeros hacían su vida independiente de las segundas, y las abejas melíferas tienen establecido, además, un acuerdo de no agresión -tácito- con la especie de los humanos, -la más peligrosa de todas-, que entraña una forma de colaboración sui generis, a la que no voy a referirme ahora.

Sucedió que, hace un par de años, llegaron a Francia, en un contenedor procedente de un puerto de China, algunos avispones hembras de la especia asiática. Desde entonces, se están propagando con rapidez, apoyados en su fertilidad y en que se han encontrado que las abejas melíferas de aquí son de lo más inocente. Incluso los que están más interesados en detener su avance, los apicultores, desconcertados, no han dado aún con un método eficaz para combatirlas y, hasta que no den con la tecla -si es que lo consiguen- asisten consternados a la destrucción de las colmenas de sus fieles cooperadoras en la producción de miel, jalea real y cera, que tan buenos beneficios les proporcionaban. (2)

Porque los avispones adultos se alimentan de frutas maduras y néctar, pero -¡ay!- cuando tienen larvas que cuidar, el avispón madre, desde lo profundo de su colmena, las incita, con mordiscos persuasivos, a buscar carne fresca. Y la que les resulta más apetitosa es la de las abejas y las de sus larvas. Así que, cuando una de las exploradores detecta una colmena, la señala con sus feromonas para encontrar luego el camino, y vuelve luego con un ejército de colegas que, en pocas horas, deshacen la defensa de las pobres abejas, matándolas con cruel frenesí, sin que los aguijones que clavan las infelices invadidas les dejen huella apreciable (necesitarían más de ocho o nuevo pinchazos de su veneno, y, como es sabido, además, cada vez que una abeja pierde su aguijón, está condenada a morir).

Los sabios entomólogos, presionados por la necesidad, han puesto al cubierto que, en sus zonas de origen, las abejas melíferas (de la especie apis cerana) habían desarrollado una estrategia especial para el momento en que  detectaban a un avispón de patrulla cerca de su colmena.

Se acercan, aparentemente sin miedo, y le invitan con movimientos de sus antenas,  señalándole la entrada  de su casa común. Cuando, confiado, el gigante se ha adentrado lo suficiente en el domicilio ajeno, en lo que imaginará es una muestra de sumisión ante su superioridad, se agrupan en tropel en torno al intruso, y, batiendo sus alas con frenesí, consiguen que la temperatura suba por encima de los 40 o 45ºC , que es el máximo que puede soportar el avispón, que muere de sobrecalentamiento, atufado.

Resulta, por ello, que no puede volver con los suyos a avisarles de lo que había encontrado, y la colmena de abejas puede seguir su existencia tranquila.Lamentablemente, las abejas europeas (apis mellifera) no han desarrollado esa estrategia, y, ante el ataque de los avispones asiáticos, no saben cómo defenderse.

Encuentro que la aplicación al mundo de los humanos es inmediata. Si un gran consorcio pretende hacerse con un sector del mercado de distribución de cercanías, las actitudes posibles son dos: dejarse vencer o convencer por el gigante, abandonando resignadamente el sitio que se ocupaba, o, dejando que se instale en el territorio que ocupan -no necesariamente invitándolo a hacerlo, desde luego-, pero, en lugar de realizar una defensa aislada, coordinando su actuación en unión de los demás pequeños comerciantes.

Me resulta curioso que nuestros mercados de cercanías, hace apenas cuatro o seis décadas ocupados por comerciantes locales -las emotivas “tiendas de la esquina”, cuyos propietarios fiaban sin problemas, anotando en hojas de papel de estraza las cuentas por cobrar de sus clientes, y que éstos liquidaban cuando disponían de efectivo, hayan sido sustituidas, por una invasión de dos especies muy diferentes. Las instalaciones de las grandes cadenas, que se establecieron en las afueras, en gigantescas superficies cedidas a precios de conveniencia por los ayuntamientos, y, cuando los pequeños comerciantes tuvieron que cerrar sus tiendas, ahogados por las deudas, se instalaron en las cercanías representantes de una especie foránea, resistente al ataque de los avispones, que es la abeja asiática: el comercio chino.

No se conoce aún cómo se las arreglan esos industriosos humanos abejínidos para subsistir, aunque se sabe que no tienen horario, que actúan todos coordinadamente, que son misteriosos como las noches de primavera y otoño, y que aprovechan las necesidades de los abejínidos autóctonos, y su manifiesto carácter acomodaticio, para crecer y multiplicarse.

Y esta es la primera estrategia salvaje que ofrezco para meditar.

(continuará)

——-

(1) Considerada como la especie Vespa velutina, en otros lugares.

(2) Lo que se les ha ocurrido, hasta ahora, a los humanos, no ha sido especialmente brillante. Repiten esquemas antiguos en la creencia de que situaciones distintas, cuando son tratadas con una fórmula que tuvo éxito anteriormente, van a resolverse igual.

Una de las ocurrencias más tontas ha sido, sin duda, imaginar que. disparando a una colmena de avispones con una bomba incendiaria, iban a conseguir quemar a toda la población que se cobijase en su interior y, en particular, matar al avispón reina.

Tururú, El núcleo de la colmena de avispones asiáticos, en donde se cobija la reina madre está especialmente protegido, y se ha revelado extraordinariamente resistente a este tipo de ataques. Peor aún, los avispones, al sentir el calor, al que son muy sensibles se dispersan rápidamente y, algunos, enfilando al humano que les disparó, lo atacan con virulencia. Sus picaduras son muy peligrosas, porque tienen mucho más veneno que las avispas locales, y se han reseñado algunos apicultores que lo han pasado muy mal.

Publicado en: Economía, Empresa, Internacional Etiquetado como: abeja, apicultor, avispa, estrategia, mellifera, miel, salvaje, velutina, vespa

La mirada podrida sobre Grecia

1 julio, 2015 By amarias Deja un comentario

En algún lugar leí que la palabra Europa no tiene sus raíces etimológicas en el griego, pues no se le puede suponer -como por algunos eruditos se había defendido- compuesta de los vocablos eur y op (que significaría “mirada amplia”),  sino por eur y opa, ya que se debe mantener la concordancia de género, y eso se traduciría por “mirada podrida”. Así que la polémica sobre el origen del nombre ha derivado hacia las fuentes semíticas, que tienen aguas mucho más frescas.

Lo que tiene menos dudas es que Europa  tiene su amplia base geográfica y cultural original en el equilibrio entre Atenas y Roma, al que se ha de añadir una componente judía, proveniente de los vientos históricos que se formaron desde Jerusalén. Y también admite poca discusión que en los últimos veinticinco siglos se han librado en el territorio que podríamos considerar originariamente europeo muy cruentas batallas, que lo han seccionado, longitudinal y transversalmente (1).

Esas manifestaciones de la belicosidad de sus gobiernos, las ambiciones de conquista y apropiación de bienes del vecino, las luchas dinásticas, las revoluciones sociales, la evolución de las lenguas habladas y escritas -¡y, cómo no, la influencia de las religiones y la autoritas otorgada por los creyentes al representante de Dios en la Tierra!- se han reflejado en multitud fracturas, convirtiéndola en un mosaico de intereses, que debemos admitir, de forma indulgente, que forman parte de las culturas nacionales.

Estamos oyendo múltiples opiniones acerca de  la manera de resolver la actual crisis nacida en la Unión Económica Europea, como consecuencia de la dificultad -en realidad, debemos hablar de la incapacidad- de Grecia de devolver la totalidad de los créditos que obtuvo de los demás socios de la eurozona. Como en todos los temas, los comentarios no hacen sino reflejar la consecuencia de los diferentes intereses que se defienden, y que están detrás de los argumentos, aunque no se vean.

La situación no admite circunloquios, sin embargo: Grecia, independientemente de cuál sea el color de su gobierno, quizá pueda pagar algún día el principal de la deuda, si se le concede la moratoria adecuada y se le ayuda a la reactivación de su maltrecha economía, pero jamás podrá responder de los altísimos intereses, propios de usureros, que los prestamistas le habían fijado. Por cierto: una buena parte de los préstamos han ido a parar a dotar al estado griego de una capacidad armamentística, para pagar, a buen precio, los equipos bélicos proporcionados por los principales países de esa Unión Europea.

No valen para nada afirmaciones políticas destinadas a asustar a los griegos, pretendiendo tranquilizar (sensu contrario) a los ciudadanos de los países de donde surgen las declaraciones de ciertos mandatarios: apelar a que “los pactos deben cumplirse” o a que “la salida de Grecia del euro tendrá escasa o nula recuperación para nuestra economía”, se hayan hecho o no los deberes (¿qué significa eso?) no puede merecer ningún calificativo inteligente.

Grecia es Europa (casi, más propiamente hablando, al revés: Europa es Grecia). En una familia, las dificultades esporádicas, ocasionales, de un miembro -aunque haya sido un despilfarrador, incluso si se le califica de drogadicto- se solucionan en el seno de la misma, ayudando al perjudicado: con un tratamiento de rehabilitación, pagando sus deudas, ayudando a su recuperación definitiva. No ahogándole aún más.

No me duelen prendas al afirmar que los argumentos más sensatos respecto al tratamiento de la deuda griega han venido desde la izquierda reputada como “radical” por los amigos del orden mundial, supongo que siempre que lo determinen ellos mismos. He escuchado a Gaspar Llamazares y a Iñigo Errejón decir cosas muy adecuadas. En esencia: no exijas a quien no puede pagar, que pague, haciendo los sacrificios que tú le quieres imponer, y escúchalo atentamente, y ayúdale a que se recupere.

Creo que la razón por la que, en este caso al menos (no es el único), me encuentro tan próximo a las ideas que se exponen desde los márgenes del sistema, incluso desde fuera de él, es sencilla: no tienen nada que perder. Cosa que, mírese por donde, me parece que los distancia de los sabios defensores del dólar Stiglitz, Krugman, de los asesores de Merkel o de Hollande (y sus palmeros) y me acerca, junto a ellos, a lo más sensato.

—

(1) He recuperado esta idea de un artículo, aún no publicado, escrito por mi buen amigo Santos Castro Fernández, “Europa: Una realidad histórica”, y que su autor apoya con citas, entre otros, de Remi Brage, Horacio, y Jacques Le Goff.

Publicado en: Actualidad, Internacional Etiquetado como: crisis, Europa, Grecia, Krugman, Le Goff, Santos Castro, Stiglitz

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