Al socaire

Blog personal de Angel Arias. La mayor parte de los contenidos son [email protected], aunque los dibujos, poemas y relatos tienen el [email protected] del autor

  • Inicio
  • Sobre mí

Copyright © 2023

Usted está aquí: Inicio / 2023 / Archivo de febrero 2023

Archivo de febrero 2023

Cuentos para preadolescentes (11)

22 febrero, 2023 By amarias Deja un comentario

El tamaño del sombrero

Como es bien sabido, no nos vestimos únicamente para taparnos las desnudeces o protegernos del tiempo frío. Con el paso de los siglos, desde los primitivos homínidos que se abrigaban con pieles de animales a las veleidades actuales de la moda, ha habido tantas variaciones en el vestir y en el desvestir, que el coser y cortar se h convertido en una técnica muy apreciada y los buenos modistos son tan cotizados como los mejores futbolistas.

En un pueblo de uno de los países del Tantán, hace muchos años, resultó que, por ancestral costumbre, todos -hombres y mujeres- llevaban el mismo tipo de sombrero. Era una especie de gorra, realizada de piel de oveja, con visera por delante, que resultaba práctico y elegante a un tiempo. Eso sí, un pequeño detalle distinguía los sombreros femeninos de los masculinos: una pluma de la cola de martín pescador servía para atender mínimamente a la coquetería femenina, si ese fuera el caso.

Un día de otoño, apareció por el pueblo uno de los jóvenes que habían emigrado hacía años, en busca de fortuna. No se supo nunca ni donde había estado ni si había conseguido hacer dinero, aunque inmediatamente llamó la atención de todos.

En lugar llevar para cubrirse la cabeza la gorra de piel de oveja, lucía con ostentación un gorro de bisón, de brillante color negro.

-Es el gorro que lleva el nachalnik, el jefe, en los pueblos detrás de las montañas, donde las gentes viven en armonía y prosperidad. Todos obedecen las instrucciones del nachalnik, al que se distingue por el gorro.

-Nosotros vivimos tranquilos como estamos -se manifestó una de las mujeres, amiga de la madre del emigrante retornado-. Nos llevamos bien y compartimos lo que sabemos sin problemas.

Pasaron las semanas y el joven del gorro de bisón empezaba a ser tratado de manera distinta, con respeto.

Si había que tener una opinión sobre un tema delicado, no faltaba quien decía:

-¿Por qué no preguntamos al nachalnik?

Por supuesto, la madre del joven del gorro de bisón era la primera partidaria de que se consultara con el del gorro distinto a los demás. Sus opiniones no eran ni más sagaces, inteligentes, ni diferentes a las que hubiera podido dar cualquier otro de los habitantes del pueblo, pero el gorro parecía conferirle autoridad.

Pasaron más semanas, y una mañana apareció un mercader que llevaba un cargamento completo de gorros de nachalnik. Los  había con una pluma de faisán de las nieves para las mujeres.

Tenía sombreros para todos y, por supuesto, no quedó ninguno por vender en el carromato.

El buhonero se fue; las gorras de oveja se alternaron con los gorros de bisón y, como más importante, nadie se preocupó -por algún tiempo- de preguntar opinión a otro por creer que su gorro le confería mayor autoridad.

Solo que la veda ya se había levantado. El mal ya estaba hecho. Muchos entendieron que el tamaño, la forma, el tipo de piel del gorro era mucho más importante que el cerebro. Cuanto más grande, colorido y vistoso el gorro, mayor dignidad confería a la persona que lo llevaba.

 

 

 

 

 

Publicado en: Sin categoría

Cuentos para preadolescentes (10)

21 febrero, 2023 By amarias 2 comentarios

Sé que os gusta vivir a la moda, estrenar ropa bonita, ir a sitios elegantes y, porqué no, conseguir ser el centro de atención en un grupo que os parezca interesante. A medida que se van desarrollando aspectos de vuestra personalidad y se concretan vuestras aficiones y tenéis claro lo que os gusta o disgusta, os hacéis más “vosotros mismos”.

Sin embargo, el deseo de individualizarse encuentra muchos obstáculos. Hay quienes buscan identificarse como parte de un grupo, un clan, una tribu urbana. Así, como miembro de un grupo, se sienten más protegidos. Pero no nos confundamos: no es igual pertenecer a una banda que va buscando motivos de rivalidades (casi siempre, estúpidos), para enzarzarse en peleas que pueden acabar a navajazos y exigiendo intervenciones de la policía, que ser socio de Amigos del Museo del Prado o del Atlético de Madrid (y tampoco es lo mismo ser forofo de un club de fútbol que aficionado al arte).

Travesuras infantiles

Aprendí a leer, escribir, y las cuatro reglas, en un Colegio de Oviedo, que estaba situado en la calle Cervantes. No se admitían escolares varones de más de siete años, así que cuando cumplíamos esa edad, debíamos cambiar de Centro.

Las niñas podían quedarse hasta el examen de ingreso en el Bachillerato, ya con diez años. Hasta entonces, niños y niñas íbamos a clases separadas.

Estaba ya terminando el curso, y todos nos encontrábamos bastante nerviosos y aburridos. Las lecciones de repaso, especialmente para los más inquietos, resultaban un suplicio.

Aquella tarde, Doña Adelina, la paciente maestra que se encargaba de “la clase de los niños”, escribía en la pizarra el presente de indicativo del verbo amar. Paquito, Emilio y yo mismo decidimos organizar un concurso de tiro al blanco. El armamento eran aviones de papel, que confeccionamos con gran destreza. Y el objetivo…el culo de Doña Adelina.

La maestra escribía y escribía, sin darse cuenta del pequeño jolgorio que había despertado nuestra competición, mientras el suelo de la tarima se cubría de aviones de papel, caídos en combate, luego de cumplir su misión.

En algún momento, Doña Adelina tuvo que volverse e, inmediatamente, se hizo cargo de la situación.

-¿Quién o quienes son los culpables de esta broma estúpida? -preguntó, sin disimular su enfado.

Hubo risas contenidas, pero el silencio fue la única respuesta que obtuvo.

Repitió la pregunta una o dos veces más.

Una voz delicada, desde una esquina del aula, le respondió. Era la de Mateo, el sobrino de Doña Adelina, de apenas cuatro años, que se había incorporado a la clase, como un favor, en tanto sus padres preparaban oposiciones o no sé que.

-Fueron Angelín, Emilín y Paquito, tía.

La maestra recogió varios aviones de papel del suelo, -algunos nos parecían obras maestras para el vuelo acrobático-, los cortó con unas tijeras y los prendió a los mandilones de los culpables y, como si se tratara de delincuentes, nos llevó a la clase de las niñas.

Fue un escarnio en regla. Se nos presentó como un mal ejemplo para los demás y se invitó a ls ocupantes del aula a que afearan nuestra conducta, lo que hicieron con abucheos, gritos y más jolgorio.

Estoy seguro de que mi hermana, con un año menos que yo, se contó entre las que más chillaron. Por la puerta abierta de la clase de los niños, llegaban risas y aplausos hasta el patíbulo.

Me cambiaron de colegio, como correspondía y me olvidé del incidente.

Pasaron los años, quizá hasta trece o quince. Una tarde me crucé con Mateo, el chivato. Traté de cambiar de acera, disimular, pero el sobrino de Doña Adelina me tenía localizado y se lanzó  hacia mi, con abrazo.

-¡Qué alegría, Angelín! ¡Encontrarnos después de tanto tiempo! No has cambiado nada -se deshacía en sonrisas, plácemes, manifestación desatada de emociones y afectos.

Yo murmuré algunas incoherencias, pero, en esencia, me mantuve mudo.

-¿Sabes, Angelín? No he dejado ni un  día de pensar en la faena que te hice…

-¿Qué dices? Tú, ¿una faena? –

-Sí, claro. Porque aquel día que me chivé  mi tía, era cierto que Paquito y Emilín habían estado apuntando al culo de mi tía, y acertaron muchas veces, pero tú, en cambio…

Le corté con un brusco ademán.

-Ah, no Mateo. No me quites mérito en la historia. Acerté tanto más que los otros dos.

Me di la vuelta para marchar y dije como despedida:

-Por cierto, los años no te han mejorado nada. Sigues siendo un…

Creo que la última palabra no se oyó.

Publicado en: Sin categoría

Cuentos para Preadolescentes (9)

12 febrero, 2023 By amarias Deja un comentario

Dado el éxito que alcanzan estos Cuentos, pensados para abrir un debate entre niños que están a punto de entrar en la adolescencia, incorporo un par de ellos en este Comentario.

Los peligros de investigar sin método ni conocimiento, solo por curiosidad

Adolfito Casero era un niño inquieto, intuitivo, rebelde. Normalmente, se aburría durante las clases, que pasaba, entre bostezo y bostezo, pensando en las musarañas, aunque apostaría doble contra sencillo que no había visto una sola en su vida. Ah, pero cuando correspondía ir al Laboratorio, en una disciplina de título algo confuso que era Talleres y Electricidad, el ánimo de Adolfito cambiaba de inmediato.

Mezclar en una probeta dos líquidos incoloros para que se transmutaran en un bello azul turquesa, era cosa de magia. Tenían prohibido encender los mecheros bumsen, salvo bajo la tutela directa de la profesora, y habían hecho pruebas fundiendo vidrios, doblando pipetas a formas muy bonitas.

Estaban aquella mañana cambiando la resistencia del filamento de una bombilla, y se maravillaban de que la luminosidad fuera diferente.

-A más resistencia, menos intensidad, menos luz -ilustraba la profesora, doña Rogelia, que estaba deseando que la clase terminara. Era una mujer de temperamento rígido, poco dada a los derroches de imaginación y rebeldía de los preadolescentes de primer curso.

De pronto, recibió una llamada al móvil. Era la asistenta, que estaba, también al cuidado del pequeño Nicolás, de un año y medio.  ¿Qué habría pasado?

Salió de la clase, para obtener mejor cobertura, dejando a Carlota encargada de vigilar el buen comportamiento de sus compañeros.

Adolfito tuvo , justamente entonces, un ataque de curiosidad, y preguntó a Mario, que estaba a su lado y pasaba por ser el más listo de la clase.

-¿Qué pasa si metes los dedos en un enchufe?

Mario le miró con cara de susto y contestó lo que le parecía obvio.

-Que te mueres.

Pero Adolfito era de otro parecer.

-Qué va. El peligro es para los bebés. ¿No ves los protectores de enchufe que tienen en las casas cuando hay niños pequeños? A los adultos no nos pasa nada y voy a probarlo.

Dicho y hecho, metió dos dedos en el enchufe. De inmediato, las luces del laboratorio se apagaron. Se oyeron algunas voces y ruidos por el pasillo.

Pero lo más curioso y hasta divertido. era ver a Adolfito. Tenía la cara pálida. El pelo de la cabeza se le había erizado como un puercoespín. Y olía bastante a carne quemada.

-¡Qué guay! ¡Mola! -dijo, por decir algo.

Carlota se había caído de la silla. La primera en llegar fue la profesora de segundo C.

-¿Qué pasa aquí? ¿Qué habéis hecho?

Doña Rogelia apareció inmediatamente después, se hizo cargo como bien le pareció de la situación y, antes de caer en un ataque de nervios, cogió del brazo a Adolfito Casero.

-Te vienes a ver al director. ya. Y tú, Carlota, me explicas qué pasó.

Por el pasillo, se fueron los tres, a paso rápido. Doña Rogelia trataba de disminuir, apretándolo con las manos temblorosas, el volumen de pelo crespo de Adolfito, que se había inflado como un globo.

Todas las puertas de las aulas se habían abierto y asomaban profesores y alumnos, que no paraban de hacer especulaciones sobre lo sucedido.

-Ya veréis si se entera la inspección académica- comentó alguien, en voz suficientemente alta para que Rogelia Martínez lo oyera al pasar.

-Ay, ay, ay -solo acertaba a decir, y también:

-Se te va a caer el pelo, Adolfito. Estoy hasta el gorro de tus ocurrencias.

Pero a Adolfito no se le cayó el pelo y, cuando los  cabellos perdieron carga eléctrica, aún permanecieron oliendo a cuero quemado un par de días, pero el niño pudo volver a peinarse con el flequillo de siempre.

Recuperando un neumático

Casi todos los domingos, como todavía no había agua corriente en la casa del pueblo en donde pasábamos los tres  meses de vacaciones, mi padre llevaba a los tres mayores al río, para disfrutar de un par de horas de distensión, chapoteando y haciendo aguadillas.

Había generalmente unas jóvenes lavando la ropa y, después de enjabonarla y aclararla bien, tendían las sábanas y ropa blanca sobre los matorrales junto a las piedras de la orilla, para que se secaran al sol.

Aquel día, mi padre trajo un adminículo muy especial, con el que nos prometíamos la mejor diversión: una cámara interior de un neumático de camión, que inflamos con una bomba para bicicleta.

Era una gozada y, como era el mayor de mis hermanos, pronto me hice con la posesión del artilugio. Iba de acá para allá, teniéndolo por una barcaza a mi medida.

De pronto, me pareció que, desde la orilla, las mujeres que estaban lavando me gritaban algo. Al fin, entre aspavientos y gritos, entendí lo que querían decirme:

-¡Angelín, ten cuidado con los rabiones! ¡La corriente es muy peligrosa!.

En efecto, estirando el cuello por encima de mis piernas y levantando algo el culo embutido en el neumático para ver mejor, pude comprobar que, en mi estúpida distracción, llevado por el arrobamiento, me había metido de hoz y coz en un fiero rabión, que me estaba llevando rio abajo hacia las rocas contra las que acabaría estrellándome en cuestión de segundos.

Guiado por el miedo más que por la pericia, abandoné de inmediato el flotador y no se si a brincos, brazadas o saltos de gigante sobre las piedras, llegué a la orilla. No pensaba más que en no perder de vista la rueda, por lo que corría, a todo meter, aunque no tardé en percatarme que nunca la alcanzaría.

Así que, resoplando y muy compungido por haber perdido la goma, desanduve el camino río arriba, encontrándome casi de bruces con mi padre que, sin haber  visto el final de mi peripecia, temiendo que me hubiera ahogado,  no sabía si llorar o reir.

Solo había yo empezado a balbucear mi escusa:

-Perdona, papá. No pude atrapar el neumático…

Me encontré con la bofetada que, sin poder contenerse, mi padre me propinó, al tiempo que explotaba en un exabrupto. Creo que nunca había visto a mi padre tan enfadado y, fue la única vez que me pegó.

-¡Eres idiota! La rueda no vale nada. Lo que temí hasta hace un rato haberte perdido para siempre.

Nos abrazamos llorando, para reencontrarnos con el resto de la familia y las lavanderas, que se alegraron mucho de volver a verme.

 

 

Publicado en: Sin categoría Etiquetado como: bañarse, cuentos, cuentos para preadolestentes, electrocutado, enchufe, Neumático, río

Cuentos para preadolescentes (7 y 8)

11 febrero, 2023 By amarias Deja un comentario

Para animar los viajes de la ruta de mi nieta y amigas hasta el Colegio, he seguido grabando  historias -algunas totalmente inventadas; otras, muy reales-. El propósito común es que, además de servir de distracción, pueda extraerse de ellas una moraleja, un motivo de reflexión o una sonrisa.

El Plan de Estudios más eficiente

Aunque no lo creáis, puedo aseguraros que el Ministro de Educación ha pensado en el plan de Estudios que estáis obligados a seguir. Bueno, tal vez no en el vuestro, pero seguro que lo hizo el anterior Ministro y, con suerte, el anterior . Todos los Planes aprobados son diferentes, porque ningún Ministro de Educación ha perdido su tiempo en analizar los Planes de sus antecesores.

Como resultado, los estudiantes habrán recibido las enseñanzas siguiendo trozos de varios planes de estudios.

Hubo un vez en un imaginario país en el que cambió el Gobierno, y el nuevo Ministro de Educación se propuso poner en marcha un Plan de Educación definitivo.

El anterior Ministro había escrito un Libro Blanco sobre la Reforma de la Enseñanza, con más de dos mil páginas y cientos de gráficos. La conclusión principal era que todos los niños y jóvenes deberían aprender lo mismo. Por eso, en las aulas se les ponía juntos en cada pupitre a los más inteligentes junto a los más torpes. Para equilibrar. Al acabar cada semestre, se hacía la media de las notas del examen final  a las parejas, por pupitres. Los informes anuales del Ministerio concluían que el Plan era un éxito. Sorprendentemente, todos sabían prácticamente lo mismo. Casi nada.

Cuando el nuevo Ministro leyó el Libro  Blanco, le pareció una tontería. Pero, antes de cambiar el Plan, decidió preguntar la opinión sobre el actual a la sociedad civil. Ya sabéis: empresarios, investigadores, ciudadanos ilustres, políticos, alumnos, profesores, campesinos, obreros. ¿Qué pensaban?

-Es una magnifica idea -dijo uno-. Yo hubiera sido incapaz de terminar mis estudios por mí mismo. Ahora soy Físico Nuclear. No he visto un reactor en mi vida, pero tengo algunos planos y, sobre todo, se quién sabe de eso. Mi compañero Agapito.

-El plan es un desastre -se  quejó un profesor-. Los estudiantes torpes copian de los más listos. Estos, al no tener estímulo para aprender, se aburren, se decepcionan y abandonan los estudios. Solo los que tienen más recursos económicos se trasladan a Universidades privadas o se van a estudiar en el extranjero. Cuando vuelven, si lo hacen, ocupan los mejores puestos y más remunerados.

-Llevo años contratando ingenieros extranjeros para mis fábricas -explicó un empresario- No me fio de los que han estudiado aquí.

-No tengo opinión -expresó un joven, de cutis terso y pelo engominado-. Estudié derecho en París, y trabajo en el prestigioso bufete de mi suegro, especializado en separaciones y divorcios.

El Ministro de Educación, después de analizar lo resultados de miles de entrevistas como éstas, tomó una decisión.

Recrudeció los exámenes de ingreso, distinguió los planes de estudio según que se pretendiera un título de calidad o una engañifla, exigió control y máximos niveles de exigencia para profesores y maestros y aumentó de manera significativa las dotaciones para laboratorios, centros de investigación y remuneraciones para quienes demostraran más eficiencia.

Fue muy comentado. Lamentablemente, en la siguiente remodelación del gobierno, lo destituyeron.

-Una pena. Parecía un buen tipo -comentaron en algunos círculos- Solo que muy idealista. Vivía en una quimera.

-Somos un país de artistas.

El pescador más optimista

Los aficionados a la pesca se cuentan, con seguridad, entre los humanos más optimistas  (y mentirosos) de la Tierra. No importa lo desagradecida que les haya resultado la jornada anterior, afrontarán la siguiente con una ilusión a prueba de bombas. Y, cuando se trata de contar el resultado de la última pescata. no les dolerán prendas para exagerar el número y tamaño de las piezas cobradas, hasta hacerlas alcanzar dimensiones inverosímiles.

Hubo una época en la que los ríos asturianos eran pródigos en truchas y reos, las dos especies de salmónidos más agradecidas para quienes desean cultivar esa afición. Son sagaces, cautas, asustadizas y, cuando se las prende en el anzuelo, luchan desesperadamente por desprenderse, lo que proporciona momentos de emoción en cada lance.

No es la carne de la trucha mi predilecta, por lo que, sin necesidad de apelar a mi sensibilidad, la mayor parte de los animales a los que conseguía engañar con el señuelo, fueron devueltos al agua. Incluso debo admitir que el mayor placer de todo el proceso de pesca, me lo proporcionaba el confeccionar señuelos de moscas, efímeras, ninfas, gusanos y otras imitaciones, para lo que llegué  adquirir cierta práctica.

Cambiar, en plena acción de pesca, el aparejo que estaba utilizando, para incorporar al lance los colores y formas de las artificiales que mejor se acomoden a los seres vivos volantes que están siendo, en un preciso momento, objetivo de la voracidad de las truchas, es una prueba de la  serenidad de la que somos capaces. Los nervios, la agilidad manual y la buena vista deben controlarse, para no acabar con el aparejo, la cesta y los ánimos en el agua.

Andaba yo, al anochecer, dedicado a la pesca del reo, en el Narcea. No estaban picando y, a cada lance, me aventuraba a llevar la mosca algo más lejos.

De pronto, noté un fuerte tirón y casi al mismo tiempo, vi saltar, allá a lo lejos, junto a la boya de mi aparejo, un salmón descomunal. Había tragado una de las moscas y se sentía atrapado por el señuelo.

Lleno de emoción, repasé mentalmente las anécdotas de pescadores que contaban sus éxitos habiendo conseguido, con destreza y paciencia, traer hasta la orilla a un pez con un sedal inadecuado.

¿Tendría esa habilidad mi vecino, ensimismado en lo suyo, y a quien no conocía de nada?

-¡Eh, amigo! -le grité, sin perder de vista las evoluciones del salmón al que no cesaba yo de darle hilo, confiando en que se calmara hasta que un experto ocupara mi posición con la caña- ¡He cogido un salmón, pero mi aparejo es de trucha! ¿Me ayudas a sacarlo?

A pesar de la oscuridad, cada vez más densa, pude intuir la cara de socarronería del interpelado.

-Claro que sí -me contestó-. Tráelo a la orilla, y nos las apañamos con la sacadera.

Fue más o menos en ese momento, cuando sentí la sacudida por la que el salmón se liberaba del sedal, llevándose consigo mi aparejo y mi inocente ilusión de pescador bisoño.

Publicado en: Sin categoría Etiquetado como: cuentos, educación, pesca, preadolescentes

Por unos cuidados más justos

4 febrero, 2023 By amarias 4 comentarios

Hoy, 4 de febrero, es el Día Mundial del Cáncer, que celebran conjuntamente la Organización Mundial de la Salud y el Centro Internacional Contra el Cáncer. El año 2022 han elegido el lema (que se mantendrá hasta 2024): “Por unos cuidados más justos” (“Closing the care gap”, en el inglés original).

En mi Comentario del 4 de febrero del año pasado, precisaba que “he tenido ayer mismo mi premio particular para que la celebración tenga sentido especial para mí. Me fue comunicado el resultado del último TAC (siglas de Tomografía Axial Computarizada). Una de mis dos metástasis ha vencido las barreras del tratamiento y ha vuelto a crecer. Tengo, como se dice en el argot convencional de médicos y pacientes, “muy mal pronóstico”, para indicar que carezco de posibilidades de supervivencia a corto plazo en el actual conocimiento de la ciencia”.

Pues bien: el 3 de febrero de 2023, la Dra. Teresa Alonso me adelantaba los resultados del TAC que se me hizo el domingo.  El tratamiento que Enfortumab Vedotin no ha conseguido detener el crecimiento de las adenopatías vesicales y parece que, en un nuevo salto tumoral, tengo ahora afectado el hígado.

He releído lo que escribí hace un año y encuentro que puedo repetir aquí mi Comentario de entonces.

“No quiero entrar en más detalles, no por reserva personal ni inexistente pudor (más abajo en este Comentario incluyo una selección de los artículos que dediqué al cáncer, a la investigación oncológica y a las carencias que subsisten en la detección y tratamiento de esa grave enfermedad, cuya realidad se ha superpuesto a muchas dolencias mortales, que antes eran diagnosticadas con otros nombres y que hoy se sabe que son tumores).

Me voy a detener hoy en glosar el lema elegido por los impulsores de esta falsa celebración, pues es evidente que no se celebra una enfermedad cuya extensión progresa continuamente y por la que, aunque ha habido indudables avances, todavía fallecen anualmente en el mundo miles de personas. Casi diez millones en 2020, con el doble de pacientes diagnosticados de algún tumor en el mismo período. En España, ha habido 109.706 defunciones por cáncer en 2020 (dato del Instituto Nacional de Estadística), en una lista encabezada por los tumores de pulmón y sistema respiratorio, colon y páncreas. Se cumple la mágica proporción de que en ese año se diagnosticaron el doble de casos en relación con el número de fallecidos.

El lema de este año es una necesidad, una obligación, un reto. Sin embargo, no podemos ser optimistas. No se cumplirá, porque no hay voluntad, ni información, ni capacidades económicas y técnicas. Según el lugar del mundo y el tipo de tumor (eso, si se detecta), varían dramáticamente las posibilidades de obtener un tratamiento adecuado que prolongue la vida, consiga -si es posible- la cronificación del tumor o proporcione los cuidados paliativos que hagan más llevadero -al paciente y a sus allegados- el tránsito por la enfermedad hasta la muerte.

Tampoco en España podemos decir que no necesitamos que se reflexione y avance por conseguir unos cuidados más justos según las Comunidades Autonómas y los Hospitales en ellas. Es decir, empleando la traducción directa del lema en inglés, más ajustada al propósito que debe primar, a saber, eliminar las diferencias que existen en los tratamientos del cáncer según países, medios hospitalarios y niveles económicos.

  1. Como objetivo global prioritario: hay que superar la situación de que los Estados más pobres ofrecen menos opciones de detección y tratamiento
  2. Según la disponibilidad económica de los pacientes en un mismo país: los ricos tienen más posibilidades de supervivencia, al poder acceder a tratamientos más caros y más avanzados
  3. Según el centro médico o el equipo oncológico que los trate, dentro de un mismo país. No todos los hospitales está  igualmente equipados, no todos los facultativos tienen la misma información, experiencia, dedicación. No en todos los sitios se dispone de los fármacos y tratamientos más avanzados.

Buen día, mi cáncer. No te tengo miedo y sé que no estoy solo para tratar de vencerte. Te ha salido desde hace un año un hermano gemelo, que también crece en mí y que es aún más peligroso, porque no se conoce aún cómo tratarlo, es decir, cómo vencerlo o cronificarlo.

Queridos pacientes de cáncer. Os deseo de corazón que la investigación de los tumores avance a gran velocidad y que los hallazgos lleguen a todos y, por tanto, que no tengamos que lamentar tanto dolor, tanta angustia por su causa. Somos conscientes de que hacen falta muchos más recursos, más investigación, aún mejores capacidades. Se ha avanzado, desde luego, pero en esta carrera, el enemigo a batir corre que se las pela.

Nota. Si el lector escribe la palabra “cáncer” en el apartado de búsqueda, aparecerán varios de los Comentarios que dediqué a este tema desde que mantengo vivo este blog. Hace ya casi quince años. Estos que figuran a continuación son una pequeña muestra.

CONVIVIR CON EL CÁNCER – Al socaire (angelmanuelarias.com)

Entendiendo mejor el Cáncer de vejiga

Ante el Día Mundial contra el Cáncer

El análisis genómico como clave para tratar el cáncer

Publicado en: Sin categoría Etiquetado como: AECC, cáncer, dia mundial, TAC, Teresa Alonso, urología, vejiga

Entradas recientes

  • Cuentos para Preadolescentes (12)
  • Cuentos para preadolescentes (11)
  • Cuentos para preadolescentes (10)
  • Cuentos para Preadolescentes (9)
  • Cuentos para preadolescentes (7 y 8)
  • Por unos cuidados más justos
  • Quincuagésima Segunda (y última) Crónica desde Gaigé
  • Quincuagésima primera Crónica desde el País de Gaigé
  • Cuentos para Preadolescentes (6)
  • Cuentos para preadolescentes (5)
  • Cuentos para preadolescentes (4)
  • Cuentos para Preadolescentes (3)
  • Quincuagésima Crónica desde el País de Gaigé
  • Cuentos para preadolescentes (2)
  • Cuentos para preadolescentes

Categorías

  • Actualidad
  • Administraciones públcias
  • Administraciones públicas
  • Ambiente
  • Arte
  • Asturias
  • Aves
  • Cáncer
  • Cartas filípicas
  • Cataluña
  • China
  • Cuentos y otras creaciones literarias
  • Cultura
  • Defensa
  • Deporte
  • Derecho
  • Dibujos y pinturas
  • Diccionario desvergonzado
  • Economía
  • Educación
  • Ejército
  • Empleo
  • Empresa
  • Energía
  • España
  • Europa
  • Filosofía
  • Fisica
  • Geología
  • Guerra en Ucrania
  • Industria
  • Ingeniería
  • Internacional
  • Investigación
  • Linkweak
  • Literatura
  • Madrid
  • Medicina
  • mineria
  • Monarquía
  • Mujer
  • País de Gaigé
  • Personal
  • Poesía
  • Política
  • Religión
  • Restauración
  • Rusia
  • Sanidad
  • Seguridad
  • Sin categoría
  • Sindicatos
  • Sociedad
  • Tecnologías
  • Transporte
  • Turismo
  • Ucrania
  • Uncategorized
  • Universidad
  • Urbanismo
  • Venezuela

Archivos

  • marzo 2023 (1)
  • febrero 2023 (5)
  • enero 2023 (12)
  • diciembre 2022 (6)
  • noviembre 2022 (8)
  • octubre 2022 (8)
  • septiembre 2022 (6)
  • agosto 2022 (7)
  • julio 2022 (10)
  • junio 2022 (14)
  • mayo 2022 (10)
  • abril 2022 (15)
  • marzo 2022 (27)
  • febrero 2022 (15)
  • enero 2022 (7)
  • diciembre 2021 (13)
  • noviembre 2021 (12)
  • octubre 2021 (5)
  • septiembre 2021 (4)
  • agosto 2021 (6)
  • julio 2021 (7)
  • junio 2021 (6)
  • mayo 2021 (13)
  • abril 2021 (8)
  • marzo 2021 (11)
  • febrero 2021 (6)
  • enero 2021 (6)
  • diciembre 2020 (17)
  • noviembre 2020 (9)
  • octubre 2020 (5)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (8)
  • junio 2020 (15)
  • mayo 2020 (26)
  • abril 2020 (35)
  • marzo 2020 (31)
  • febrero 2020 (9)
  • enero 2020 (3)
  • diciembre 2019 (11)
  • noviembre 2019 (8)
  • octubre 2019 (7)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (4)
  • julio 2019 (9)
  • junio 2019 (6)
  • mayo 2019 (9)
  • abril 2019 (8)
  • marzo 2019 (11)
  • febrero 2019 (8)
  • enero 2019 (7)
  • diciembre 2018 (8)
  • noviembre 2018 (6)
  • octubre 2018 (5)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (5)
  • junio 2018 (9)
  • mayo 2018 (4)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (8)
  • febrero 2018 (5)
  • enero 2018 (10)
  • diciembre 2017 (14)
  • noviembre 2017 (4)
  • octubre 2017 (12)
  • septiembre 2017 (10)
  • agosto 2017 (5)
  • julio 2017 (7)
  • junio 2017 (8)
  • mayo 2017 (11)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (12)
  • febrero 2017 (13)
  • enero 2017 (12)
  • diciembre 2016 (14)
  • noviembre 2016 (8)
  • octubre 2016 (11)
  • septiembre 2016 (3)
  • agosto 2016 (5)
  • julio 2016 (5)
  • junio 2016 (10)
  • mayo 2016 (7)
  • abril 2016 (13)
  • marzo 2016 (25)
  • febrero 2016 (13)
  • enero 2016 (12)
  • diciembre 2015 (15)
  • noviembre 2015 (5)
  • octubre 2015 (5)
  • septiembre 2015 (12)
  • agosto 2015 (1)
  • julio 2015 (6)
  • junio 2015 (9)
  • mayo 2015 (16)
  • abril 2015 (14)
  • marzo 2015 (16)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (16)
  • diciembre 2014 (24)
  • noviembre 2014 (6)
  • octubre 2014 (14)
  • septiembre 2014 (15)
  • agosto 2014 (7)
  • julio 2014 (28)
  • junio 2014 (23)
  • mayo 2014 (27)
  • abril 2014 (28)
  • marzo 2014 (21)
  • febrero 2014 (20)
  • enero 2014 (22)
  • diciembre 2013 (20)
  • noviembre 2013 (24)
  • octubre 2013 (29)
  • septiembre 2013 (28)
  • agosto 2013 (3)
  • julio 2013 (36)
  • junio 2013 (35)
  • mayo 2013 (28)
  • abril 2013 (32)
  • marzo 2013 (30)
  • febrero 2013 (28)
  • enero 2013 (35)
  • diciembre 2012 (3)
febrero 2023
L M X J V S D
 12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728  
« Ene   Mar »