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Justicia a la medida

27 julio, 2022 By amarias Deja un comentario

El Tribunal Supremo ha emitido su Sentencia en el recurso presentado por las defensas de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, que fueron sucesivos presidentes de la Junta de Andalucía, en momentos en los que el Partido Socialista Obrero Español era dueño y señor de esa región.

Quien la vio y quién la ve. Andalucia era considerada durante décadas el “caladero” de votos de los herederos, legatarios e intérpretes de las ideas de Pablo Iglesias, José Barreiro y Largo Caballero (por citar solo algunos de los inspiradores más relevantes que ayudaron a pergeñar el ideario socialista, adulterado sin problemas por nuevos líderes y necesarias componendas para supervivencia).

Hoy, en manos de los populares, de la derecha quasifascista, de los amigos del capital y de los señores del puro…

Estos penosos seudoargumentos, -izquierda incompetente y despilfarradora, derecha en contubernio  con los poderes económicos- que habían sido felizmente arrumbados en la época feliz de la democracia postfranquista, se recuperan ahora por los que no han vivido la transición, han estudiado poco y saben menos y están dispuestos a hacernos vivir su peculiar camino hacia la Arcadia feliz, descalificando con rabia todo lo que parezca venir de contrario.

Muy eruditos economistas y técnicos de buen pedigree, dudan (con toda razón, en mi opinión) si será mejor gobernar bajando impuestos -razonablemente- o poniéndoselo más difícil a los ricos y, sobre todo, a las grandes empresas. Tengo, como se dice vulgarmente (y pido perdón por el lenguaje soez) el culo pelado de haber visto cómo actúan en tiempo real, los amantes declarados del liberalismo y los enamorados decididos de la gestión pública de las empresas y servicios fundamentales, y no abrigo más que dudas de cómo poner en pie una idea u otra, sin entrar en múltiples matices y aplicar severas medias tintas. Lo más importante: la dificultad está en encontrar gestores capaces, bien formados, y honestos. Si militan en un partido, habría que mirarlos con lupa, porque suelen ser independientes, no confesionales.

Vuelvo al proceso de quienes mandaron en Andalucía en nombre del PSOE, y muy aplaudidos, por cierto, hasta que la juez Mercedes Alaya dio por investigar, desde el Juzgado de Instrucción nº 6 de Sevilla, “e caso de los ERE”. Si bien el tenor del pronunciamiento no ha sido conocido en sus detalles, sí ha transcendido que no ha habido unanimidad en el refuerzo de la Sentencia del Tribunal Superior de Andalucía, que era la que se sometía a revisión.

Ha habido votos particulares y solo cuatro de los siete magistrados del Alto Tribunal han entendido que se debía ratificar la condena a los dos principales encausados a las altas penas por los delitos de prevaricación y malversación de dineros públicos. El peor parado en ese veredicto ha resultado José Antonio Griñán, porque era Consejero de Hacienda cuando se cometieron los hechos delictivos y, por ello, facilitador obligado de la componenda y, en consecuencia, es condenado a seis años de prisión.

El asunto se ha convertido en elemento sustancial del actual debate político, por muchas razones. Desde la oposición, el Partido Popular -con la portavocía de aspecto suave ejercida ahora por Núñez Feijóo, ejerciente del galleguismo estereotipado-, dice no querer hacer bandera con los daños causados por tal Sentencia, aunque no deja de esgrimir que la Justicia ha deshecho, al fin, de manera legal, el chiringuito de favores que los sociatas habían montado en Andalucía. Por la vía del resultado fehaciente de las elecciones, ya había quedado sancionado socialmente el reproche al encaramar a Moreno Bonilla a la Presidencia de la Junta con la mayoría más clara que se vio en esa democracia imperfecta que defiende el texto constitucional más eficiente y versátil que vio nuestra piel de toro.

El nuevo portavoz socialista, Patxi López, bien curtido en defender posiciones en momentos difíciles, recuerda -siguiendo el argumentario de la Ministro portavoz, Isabel Rodriguez García- que el único Partido condenado como tal por la Justicia (caso Gürtel) ha sido el Popular. Porque el PSOE, como institución política, está libre de culpa y, por otra parte, los ex Presidentes andaluces, a los que cabe manifestar (según la posición de este Partido) con pleno apoyo por su honestidad, ya que no se han llevado a sus bolsillos ni un euro de los setecientos millones que fueron malversados o utilizados con el sesgo oscuro que ven los Tribunales. Además, los reos y ajusticiados ya no son miembros del Partido socialista y las responsabilidades políticas si las hubiera, ya han sido depuradas hace años. Me gustaría saber quiénes y de qué condición fueron los beneficiarios del reparto de subvenciones, a quiénes se les facilitó la agilización de los créditos y, en fin, si no se tuvo en cuenta más que el estado de necesidad y la urgencia debida, y no la presunta afiliación de los favorecidos.

A mí, como ciudadano y como abogado, me interesa resaltar, en este caso y en otros que los media se han encargado de difundir y exprimir, la ausencia de unanimidad en la mayoría de las Sentencias (ya que no en todas) que hemos conocido en detalle, afectando a personajes relevantes de los sectores políticos. No la hubo en las sentencias que afectaron al Rey de antes, Don  Juan Carlos, ni en el desmesurado para e torpemente defendido Urdangarín, ni en los alevosos casos del Procés (y especialmente en la valoración de los hechos, si sedición, reunión de amigos o intento de separatismo y golpe de Estado desde las instituciones). No hay unanimidad en casi ninguna Sentencia importante (por su materia o por la naturaleza de los justiciados y, cómo no, de sus letrados) de los Tribunales pluripersonales.

La Justicia es lenta, su aplicación sujeta a interpretaciones jurídicas y todos los letrados en ejercicio sabemos lo importante que es, no solo preparar bien tu caso, sino encontrarte con un buen juez, de los que se toman interés en profundizar en los argumentos  y razones de cada parte y no se dejan obnubilar por el prestigio de un bufete de esos de renombre (los llaman bufetes boutique). Pero -¡horror!- tenemos que creer que no está sujeta a cavilaciones y mangoneos políticos, y ya no solo desde la Fiscalía General del Estado (que el actual Presidente del Gobierno ha dejado claro que dependía de sus designios), sino debido a la composición ideológica de los Tribunales que tienen que dirimir en últimas instancias, ya sea el Constitucional, el Consejo Superior del Poder Judicial, el Tribunal Supremo y, aunque nos falten muchos datos, los Tribunales de Menor pelo (Tribunales Superiores regionales, Audiencias Provinciales, etc.)

La verdad, al ciudadano de a pie se le ha puesto muy difícil creer en la independencia de la Justicia, en la separación de poderes, en la solvencia y honestidad de los jueces. Como en toda profesión, defiendo que la inmensa mayoría son fieles al ideario de una Justicia igual para todos y lejos de mi intención acudir a la frase desafortunada del alcalde Pacheco -el de “la Justicia es un cachondeo”-, pero nada me impide defender que necesitamos la plena profesionalización de la carrera judicial, libre de influencias políticas, de nepotismos y amiguismos y, por qué no, totalmente transparente en la valoración de Sentencias, juzgadores y Juzgados.

 

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Vigésima Tercera Crónica desde el País de Gaigé

12 julio, 2022 By amarias Deja un comentario

Escribo la Crónica desde el País de Gaigé, la Tierra de los Despropósitos, al finalizar cada semana, es decir, en la noche del domingo o, a más tardar, el lunes por la mañana. Esta vez he hecho una excepción, y la estoy escribiendo el martes, 12 de julio de 2022, por la tarde.

La razón principal es que, justamente este martes se iniciaba en el Hemiciclo el Debate sobre el Estado de la Nación, que no tiene lugar desde hace siete años. El diagnóstico de la realidad y las medidas que propondría adoptar el Jefe del Ejecutivo, Sánchez (Pedro) presentaban un interés parejo -en principio- a las réplicas, críticas y contrapropuestas (en su caso) de los líderes de los partidos, incluidos, en este panorama esperpéntico que nos ha tocado vivir, los que apoyan teóricamente la coalición pero critican sin ambages algunas de las medidas que, teniendo ministros en ese Gobierno, deberían apoyar.

Como muchos de mis lectores habrán seguido el debate -hasta esta hora de la tarde, en que acaba de intervenir Abascal (Santiago), líder y portavoz de Vox-, no oculto, desde el principio, mi impresión sobre el mismo.

La mejor parlamentaria, clara y contundente tanto en críticas al Gobierno como en sus propuestas fue, con distancia, Gamarra (Cuca). No estoy con ell proclamando ni mi afiliación ni mi simpatía por una opción política, sino mi opinión sobre el tono, cadencia y énfasisde su discurso.

Supongo que los partidarios de lo que representa en el hemiciclo, dirían que estuvo oportuna, seria en los datos, feliz en los argumentos, afortunada en la dicción. Si en lugar de un debate parlamentario estuviéramos juzgando un partido de fútbol o de cualquier otro deporte colectivo, podría convenir en que el planteamiento táctico fue perfecto. Tengo claro que los que redactaron el discurso (e incluso la contraréplica) de la portavoz del Partido Popular habían calado por dónde iba a ir el juego de Sánchez. En ese sentido, ganó por goleada en la escenificación.

Solo que el asunto no iba de teatro, sino de contenidos. Sus propuestas no fueron estupendas, porque, sencillamente, no hubo. Se dedicó a exponer, recordar, parafrasear y expurgar, sin mover el flequillo, argumentos bien conocidos en contra de la falsedad, inoperancia o falta de claridad que lastra el pasado reciente del Jefe de Gobierno, capitán de navegar entre dos aguas, sorteando las trampas, ataques frontales y bombas de racimo que, con mayor medida tanto en cuanto de avecinan nuevas elecciones, le tienden sus compañeros de coalición.

Los analistas que se han expresado hasta el momento coinciden en ver en el discurso de Sánchez un giro hacia la izquierda más reaccionaria en su voluntad de fundamentar su permanencia, a base de concesiones a los partidos y coaliciones que la sustentan, desde la izquierda y el independentismo. Es un juego peligroso, pues no soluciona ni el endeudamiento de Gaigé, ni estimula la economía real, ni mejora las perspectivas de rápida recuperación. Al alejarse del dogmatismo económico, presionando sobre concretos sectores para beneficiar puntualmente a otros, sus decisiones resultan sesgadas hacia lo político, sin provocar estímulos al tejido industrial y económico.

No estamos en Gaigé acostumbrados a debates con sustancia técnica. No se presentan alternativas, propuestas documentadas, datos refrendados para soportar cálculos que justifiquen la eficacia esperada a las propuestas. Resultaba exótico ver al líder de la oposición, Núñez Feijóo (Alberto), sentado en el escaño del Parlamento que ocupaba en otras ocasiones la propia Gamarra, hoy brillante portavoz del espíritu tradicional de la derecha: criticar cuanto provenga de contrario; exactamente la misma actitud que esgrime la izquierda “civilizada” parlamentaria en Gaigé.

Quise ver una preparación concienzuda en el discurso por parte de los muchos y excelentes asesores que, sin duda tiene el Partido Popular pero, en lo práctico, solo me encontré con una excelente dicción y énfasis de la parlamentaria, ungida hoy con el don de la oportunidad y la gracia. Contrastaba, eso sí, con un Sánchez que parece cansado, aparentemente corto de ideas y retirerativamenteo agresivo y con fallos de memoria para obviar sus promesas incumplidas.

Sánchez parecía un candidato a Presidente y no un Presidente que está seguro de lo que propone, porque, desde su posición privilegiada, concoe mejor que nadie la situación del país. Su propuesta de un nuevo impuesto a los “beneficios” que tengan en 2022, los Bancos y las Eléctricas y que el Presidente valoró con optimismo insólito en una entrada de 3.500 Millones de euros para las arcas del Estado, quedó inmediatamente  desdibujada por la caída general de la Bolsa, agudizada para las acciones de estas entidades, en donde muchos pequeños inversores colocan sus ahorros, en la pretensión de encontrar alguna rentabilidad en un mundo hostil. El juego bursátil interpretó la declaración de Sánchez traspasando a la baja los 8.000 puntos y supuso, incluso, una pérdida del orden de 400 millones de euros en la cotización de CaixaBank, en donde el Estado es accionista con el 16,1% (por haber absorbido esta entidad a Bankia a través del FROB: un tiro en el pie de las cuentas delEstado).

El debate discurrió entre tres ejes poco novedosos: se pasó casi de puntillas sobre el compromiso de aumentar la inversión en Defensa, forzado el Presidente de Gaigé por las obligaciones asumidas en la eufórica conclusión de la Cumbre de Madrid, que el Partido Popular, en su función de partido de Estado y para no desairar a Estados Unidos, apoya. Los socios gubernamentales, que desean la paz sin mojarse, aprovechan para sacar su cajita de idílicas bendiciones, discrepando abiertamente, a la busca de los votos pacifistas, caladero próximo a los animalistas, ecolojetas, folclóricos, descontentos con su identidad sexual y los pocos que aún quedan de marxistas, rusófilos y nostálgicos del impulso bolivariano.

Otro asunto que se tocó en el debate, aunque su interés ciudadano es indirecto, afecta a la inextricable renovación del Poder Judicial, que no solo es una cuestión ideológica (lamentable me parece que se juzgue a los jueces por sus ideologías manifiestas o sospechadas, vulnerando así conscientemente el concepto de independencia de la judicatura como pilar fundamental de Estado de derecho), sino que también tiene graves consecuencias prácticas, pues, al faltar un 20% del plantel sus Señorías al tajo -por fallecimiento, baja por enfermedad o presumible (dicho sea con respeto) cansancio institucional-, se puede uno imaginar (jurista o lego en derecho) el guirigay que se estará formando con los atrasos de procedimientos no resueltos, acumulados los legajos en los despachos y archivos informáticos señalados para el reparto de casos, todos sin tocar, ver, analizar ni decidir.

Asuntos más serios son el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones, la reducción del gasto del Estado, la mejora de la sanidad pública o el incremento de apoyo a los estudiantes becados. Y otro aún más peliagudo sería la activación y transformación del entramado industrial de Gaigé, donde está la madre del cordero.

Las propuestas del Presidente se centraron más en el diagnóstico de la situación, obviando la necesidad de entrar a fondo en los modos y maneras de cambiar nuestra débil estructura productiva, demasiado centrada en el turismo y en la voluntariedad casi suicida de los emprendedores que sostienen las pymes.

El jefe del Ejecutivo de Gaigé  habló, sí, de construir “las bases” (llevamos décadas lamentando la debilidad de nuestro sistema productivo) y Gamarra, hábil, expresó, ante la reiterada acusación de que el Partido Popular no ofrecía ideas ni colaboración, obstaculizando las propuestas del Ejecutivo, que Sánchez era “el que gobernaba” y a él correspondía proponer y ejecutar, máxime cuando -al parecer- viene haciendo caso omiso de lo que se le sugiere y no desea avenirse al diálogo con la oposición parlamentaria.

Puede que Sánchez tenga suficiente con tratar de entenderse con la oposición que tiene en el propio Gobierno.

Hoy hace 25 años que Miguel Angel Blanco fue asesinado por ETA. La conmemoración respetuosa, sólida, imborrable, de aquel monstruoso acto que tuvo a toda España (aún no era Gaigé: aún no había caído en el despropósito) conmocionada, era inevitable. Se venía haciendo en los medios, con insistencia.

Que el trasunto de ETA (Bildu), aunque nos esforcemos casi todos en mirar hacia otra parte para no ver los rastros de sangre en sus herederos, se siente hoy en el hemiciclo y apoye al Gobierno con sus diputados resulta una presencia que muchos juzgan/juzgamos ignominiosa. No hay blanqueo para quienes nos tuvieron en jaque a los demócratas durante negros años y aún no dan muestras de arrepentimiento ante los casi mil asesinados por su infamia. El juez Sánchez Castellón ha reabierto la caja de los truenos juzgadores en la Audiencia Nacional para tomar declaración como imputados a los que se sentaban entonces como jefes de la banda y de los que, por obvia deducción, surgió la orden de matar al joven concejal del PP.

Gamarra aprovechó ladinamente la dolorosa efemérides para solicitar de la Cámara un minuto de silencio en su memoria y, después, hilvanó oportunamente (y, como Batett -Maritxel, la presidenta de la  Cámara, le afeó después por la infracción del reglamento) un relato emocionante que trazaba el itinerario de los asesinos y sus secuaces y protectores hasta confrontarlo con la propuesta, aceptada por Sánchez, de revisar la Ley de Memoria Histórica, una propuesta de Bildu, para prolongar el postfranquismo hasta 1983, esto es, hasta el gobierno que inició González (Felipe). Se pretende así cuestionar la ejemplar transición democrática de España, en su camino tortuoso hasta Gaigé, que muchos jóvenes de entonces vivimos, sentimos, apoyamos ilusionados y vimos crecer.

La guerra civil del 36-39 la ganaron, no lo duda nadie, los que se alzaron contra el gobierno legítimo de la República. Pero hemos crecido todos en el franquismo (para la mayoría, de forma complaciente) y en el postfranquismo tranquilo. Festejamos, como una victoria, cuando murió Franco (Francisco), el camino abierto hacia la democracia. Y nos entregamos, felices, a recorrerlo. Incluso entre las balas de ETA y las difeerncias ideológicas.

La batalla dialéctica, revisionista y harto soez del 2022 la pretenden ahora ganar los que asesinaban en la pretensión de separar las Vascongadas de España, los que quieren desmembrar Cataluña y los que ven en la democracia y convivencia actuales una oportunidad para dividir.

Me ha dolido oir a Sánchez (Pedro), presidente del gobierno de Gaigé, expresar en Ermúa, la población vizcaína en donde fue concejal Blanco (Miguel Angel), que “Euskadi y España” son ahora dos países “libres y en paz”, pretendiendo con la palabra legitimar una reclamación secesionista, inconstitucional, y partidista.

El debate sobre el Estado de la Nación continuará el 13 de julio, habrá nuevas intervenciones, se escucharán aplausos y reproches. No saldrá Gaigé ni más fuerte ni con mejores perspectivas. Dependemos de la evolución de la guerra con Rusia, de la fortaleza del euro frente al dólar y, como ya es costumbre, desconfiaremos de nuestra propia fortaleza. O nos sacan de la crisis, o seguiremos chapoteando en la cántara de leche, pretendiendo hacer manteca.

 

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Vigésima segunda Crónica desde el País de Gaigé

5 julio, 2022 By amarias Deja un comentario

Ha sido una semana atípica para Gaigé, el País de los Despropósitos, que es también para alguno el País del Tentefirme. Se celebró la Cumbre de la OTAN en Madrid, una organización con confesados propósitos pacifistas como objetivo principal (1) y que hoy, conscientes sus miembros de la situación crítica, perfecciona la defensa de los “valores occidentales” (libertad, democracia, respeto a las minorías, globalización, cuidado consciente del medioambiente y atención al riesgo climático, etc.) armándose hasta los dientes contra un enemigo cada vez más evidente.

Porque el despliegue armamentístico y su refuerzo tienen un culpable reconocido: Vladimir Putin y su afán imperialista, manifestado al invadir Ucrania, después de haber negado más de tres veces que jamás lo haría.

Los festejos de Madrid con ocasión de la Cumbre, que tantas expectativas tenia acumuladas de la parte de los responsables de la gestión de Gaigé, una vez que se ha disipado el humo de los voladores, admiten varias lecturas, muy al estilo del País de los Despropósitos.

La presencia en la capital del Reino del anciano Joe Biden, presidente del segundo país más poderoso de la Tierra (después de la China de Xi JinPing) y de los mandatarios nominales de muchos países -capitaneados éstos por un tal Erdogan- conmocionó la capital. Muchas calles principales fueron cortadas para permitir el paso leve de las comitivas de tanta gente importante (hay que recordar aquel documento, desgraciadamente olvidado, que comenzaba con “We the world leaders…”). Todo el despliegue de coches blindados se realizó con el desinterés rayano en el menosprecio del pueblo llano.

El camino entre el Palacio Real, el Museo del Prado y los principales hoteles de la ciudad quedaron, durante los últimos días de julio de 2022, controlados por las fuerzas del orden, propias y ajenas -los mandatarios traían consigo sus sistemas de seguridad autóctonos. Se trataba de evitar la menor intranquilidad de los magnates, para que disfrutaran de sus vacaciones, aunque ningún asueto más gozoso que el disfrutado por Montero (Irene), ministra de Igualdad y su equipo, que decidió aprovechar la Cumbre para ir de compras a Nueva York y Washington.

Lucieron los Reyes de Gaigé y el presidente Sánchez (Pedro). Buscó su sitio en las páginas del corazón la presidenta consorte Gómez (Begoña), poniendo su brazo desnudo sobre ell hombro del presidente norteamericano, que la tenia agarrada por la cintura. Quedó Gaigé a la altura de un Estado moderno, digno representante de la añeja parafernalia protocolaria que solo es capaz de superar, hoy por hoy, el Reino de Inglaterra, el País de los Notefíes.

Se firmaron acuerdos importantes, o así nos los vendieron: la base naval de Rota tendrá dos destructores más, por lo que vendrán a la zona algunos miles de norteamericanos negros, que gastarán la mitad de su paga en bares, taxis y prostíbulos. El presidente saliente Sánchez (le queda algo más de un año como Jefe de Gobierno) se comprometió, incluso, a alcanzar el 2% del PIB en gasto militar dentro de unos años, promesa que no podrá cumplir al encontrarse Gaigé en quiebra técnica (ese término no se aplica a los países, pero esta no es una crónica económica).

Además, como estaba anunciado, se admitió la incorporación de Finlandia y Suecia en la Organización, una vez que levantó su veto Turquía -la potencia militar que controla con talones europeos el flujo de migrantes afganos, sirios y de otros países en crisis total, devolviéndolos a la nada o dejándolos morir-. Aunque no ha sido confirmado, el precio adicional a pagar a Erdogan sería la derogación del estatuto de refugiados en Finlandia a centenares de kurdos, que huyeron de Turquía para evitar ser ajusticiados como terroristas.

Paralelamente a la cumbre, una parte del Gobierno de Gaigé apoyó las manifestaciones contra la OTAN, a favor del abandono del apoyo a Ucrania y el reconocimiento del régimen de Putin como agredido y posicionándose en contra del amento de gasto militar. Aunque el debate no existe, no niego que el dinero podría ser mejor empleado ampliando la asistencia social a los países del Sahel, para que los migrantes de Sudán, Chad, Níger y otras dictaduras menores no tuvieran que jugarse la vida saltando vallas con concertinas, defendidas por gendarme marroquíes bien armados para no morir de hambruna en sus lugares de origen, y desarrollar un futuro miserable vendiendo mercancía adulterada en los top manta europeos o haciendo de innecesarios aparcacoches o guardianes de puerta de sus supermercados.

Gaigé se encamina firme hacia la revuelta social, con una inflación insostenible para las familias y empresas, un gobierno deslavazado sin más ideas que las de esperar a las ayudas de la Unión Europea, sindicatos con argumentos obsoletos. El coronavirus mantiene su beligerancia, poniendo en cuestión la validez de las vacunas administradas. La oposición gana adeptos y consolida su opción de ser alternativa de gobierno, por más que su programa aparezca aún como inexistente. Una opción perdida en la batalla de los egos, Ciudadanos, trata de reactivarse, lo que sería un milagro contabilizable para el santoral.

Si algo se mantiene firme y valioso, aunque le pese a los republicanos, es la solidez de la monarquía que representa Felipe VI (y Doña Letizia), en contraste penoso con la parafernalia anticonstitucional del desgobierno catalán y la proliferación de encausamientos por presuntos delitos de prevaricación (y otros tipos del Código Penal) de políticos en ejercicio y con cargo en plaza. Oltra (Mónica) como paladín del momento, lágrimas incluidas.

(1) La finalidad de la OTAN es garantizar la libertad y la seguridad de sus paises miembros por medios políticos y militares. El compromiso de resolver pacíficamente los conflictos no excluye que, cuando los esfuerzos diplomáticos resulten infructuosos, se acuda a la aplicación del eufemismo táctico de “gestión de la crisis”, empleando la fuerza militar necesaria.

Nota: He titulado el lienzo que acompaña esta crónica “Visión del océano a través de las gafas de buceo” (2022, @angelmanuelarias)

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La cumbre de la OTAN nos acerca a la guerra de Ucrania

29 junio, 2022 By amarias 2 comentarios

Era de esperar, y el éxito deseado consistía en eso. La cumbre de la OTAN en Madrid que reunió a prácticamente todos los líderes del mundo occidental (y a algunos invitados con los que se quiere estar de buen rollito) se está desarrollando conforme a lo esperado: Rusia se recupera como enemigo y a China se le somete a un  estricto seguimiento, como sospechoso principal.

No parecía posible escuchar a Stoltenberg, el secretario general y portavoz de la Alianza, desgranar las conclusiones del primer día de reuniones, sin sentir un escalofrío: el apoyo decidido a Ucrania, la condena firme a la invasión rusa, el aumento del despliegue armamentístico en la base de Rota, dibujaban un sombrío panorama, a pesar de las sonrisas de satisfacción de los convocados y, en particular, de nuestros Jefes de Estado y de Gobierno, anfitriones de una reunión que discurre conforme a un impecable protocolo y un estupendo programa.

La afirmación oficial de que el mundo vuelve a la situación de tensión que creíamos no volveríamos a vivir cuando la antigua URSS y la vieja Norteamérica rivalizaban  en conmover los cimientos de la paz conseguida luego de la segunda guerra mundial no es una buena noticia. Si se creía que los jefes de Estado de este lado de la tensión iban a ofrecer algún cable al que Putin pudiera agarrarse para llegar a un acuerdo con Zelenski que terminara con la contienda, el deseo era erróneo.

Estamos más metidos que antes en la guerra contra Rusia. Incorporación de Suecia y Finlandia a la Alianza, más y mejor armamento y más ayuda económica a Ucrania para que resista en su holocausto heroico, una demostración de solidez y confianza en las fuerzas propias y más fuerte condena al jerarca ruso (criminal contra la Humanidad), además de poner en funcionamiento un disco ámbar para regular a China.

No parece, ni mucho menos, una bravuconada. Aunque la OTAN sigue delimitando con precisión el marco de la guerra, es imposible no entender que, aún utilizando el territorio del país amigo para depositar sobre él todo tipo de armas, cada vez más sofisticadas, pero sin poner (aún o sin que se sepa) las botas propias sobre la Ucrania invadida, la OTAN y la Unión Europea están en preguerra con Rusia. Falta solo una pequeña chispa para que el polvorín estalle.

Cierto que no tenemos otra opción. Ayer, en 24H, un desconocido, desmemoriado y rancio Jorge Verstringe (¿o era un sosias?) elucubraba sobre guerra evitables, egos dolidos y no se qué opinión de que la OTAN era un Organismo agresor, gringófilo y prepotente. El que, se jactó, se había abstenido de votar a favor de la entrada en la Alianza, votando en contra -fue el momento álgido de la estupidez con la que obsequió al programa- defiende ahora la posición de Unidas-Podemos en el Gobierno de España. No a la OTAN, no a la guerra, no a dotar de más presupuesto a los Ejércitos, no a las Bases norteamericanas y, en fin, ¡viva la paz!. Si nos atacan, ya lo han advertido: saldrán a parar los misiles con banderas blancas.

Con estos mimbres en el Gobierno, y a pesar del indudable éxito de Pedro Sánchez y la magnífica actuación de Felipe VI (¡y de Doña Letizia!) como anfitriones de la Cumbre, no se entiende que el Presidente del Gobierno de coalición siga criticando al Partido Popular por su falta de apoyo y no tenga el coraje de disolver la Legislatura y convocar elecciones, sacudiéndose -a cara de perro- esa incómoda lepra que corroe su credibilidad y emponzoña sus logros.

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Por qué la gente sensata piensa diferente políticamente (Tres))

27 junio, 2022 By amarias Deja un comentario

El 24 de junio de 2022, el Tribunal Supremo de Estados Unidos ha recortado la libertad de las mujeres para abortar, trasladando a los Tribunales inferiores (los de los Estados) la regulación de los supuestos que resultarían legalmente admisibles.

El derecho de a mujer a abortar es una cuestión que han tomado como bandera muchos partidos que deseaban situarse en contra de sistema y captar así el voto femenino. Fuera de los supuestos de clara malformación del feto o riesgo vital para la madre, en los que puede alcanzarse un mejor consenso, el aborto “sin causa” es un asunto controvertido, que sus defensores vinculan al “derecho a disponer del propio cuerpo” y, en ese sentido, seria una manifestación de la libertad de elegir.

Incluso en régimen de prohibición legal,  el aborto forzado se produce en todo el mundo y, como ha sido oportunamente subrayado, las familias con mejores medios económicos tienen opciones de llevarlo a cabo en condiciones de seguridad (médica y jurídica) de la que no disponen quienes carecen de esa ventaja. Defender la libertad de la mujer para abortar podria formar parte de un ideario de izquierdas, al facilitar la práctica gratuita del aborto (esto es, pagada por el sistema), también, a las mujeres con rentas bajas.

Pero no es tan sencillo. Se trata de un asunto delicadísimo que involucra a la sociedad en su conjunto, tiene efectos sobre la regulación familiar, el gasto asistencial y, de forma nada despreciable, afecta a los principios morales de, al menos, dos personas: el médico (o quien practica el aborto) y la abortante. Obviamente, está en juego -dramático- el derecho a la vida del feto. ç

Las organizaciones y particulares (no necesariamente religiosas) que se oponen al aborto, se centran en difundir imágenes de fetos con forma ya humana o humanoide, verdaderamente impactantes. Máxime en una sociedad en la que se defiende el derecho de los animales (superiores) a vivir, tratando de hacernos a todos veganos y animalistas.

El asunto del aborto, como el de la prostitución, la defensa de los migrantes, la oposición a la guerra y a la mejora de la dotación de los Ejércitos, el salario mínimo, la drástica regulación de ganancias aumentando los impuestos a las empresas y grandes fortunas, la disminución de las exigencias docentes para facilitar el acceso a la titulación de los menos capaces, el acceso homogéneo a la sanidad para cualquier dolencia y e intervención independientemente del lugar de residencia, y otros cuantos que, sistemáticamente, afloran en los debates políticos, son solo ejemplos no seleccionados de las grandes posibilidades de discrepar que se ofrecen al ciudadano moderno.

Si se elimina el filtro moral de algunos de ellos, muchos se reducen a la correcta valoración del coste-resultado esperado y de la eficacia de las medidas en relación con el esfuerzo social o colectivo.

Un libro de aconsejable lectura (duro de digerir) “La era del capitalismo de la vigilancia”, de Shoshana Zuboff (Paidós, 2020), desvela el nuevo elemento del capitalismo, al que jo prestan suficiente atención los partidos tradicionales y los de nuevo cuño que se incorporan sobre el viejo esquema de acción-reacción que sostuvo los argumentos clásicos de “lucha de clases contra el capitalismo opresor”, “trabajador frente a empresario” e incluso “estado social y de derecho”.

Estamos ahora inmersos en una sociedad dominada por los big data, la información masiva que desvela nuestros secretos a los grandes vigilantes, cuyas decisiones se toman con fórmulas y algoritmos inaccesibles para el ciudadano normal, e incluso para las corporaciones clásicas -el Estado, los sindicatos, los partidos,…

En el orden de las ideas, elegir bien los temas de debate, alimentándolos con municiones de consumo inmediato estaría en la clave de lo que mueve voluntades a favor y en contra. Los partidos no se mueven por programas concretos, trabajados, sino por soflamas, lemas marginales, peleas de última hora, añadiendo picante y especias a los debates según indiquen las encuestas que realizan sus enviados.

Ah, pero si esto aparece cada vez más claro (o digno de sospecha) a nivel general, entre amigos y conocidos, en las tertulias y debates de opinión, todos estamos expuestos a la intoxicación. Estamos, en verdad, envenenados, sin capacidad para pensar con independencia. Los lectores de El Pais, El Mundo, los seguidores de TV1, La Sexta o…los que dicen solo interesarse por el fútbol o el tenis no están libres de esa garra maléfica. Y lo peor no es que discrepemos por razón de lo que oímos o leemos, sesgando la noticia, es que cualquier conclusion a la que lleguemos estará viciada por la ausencia de visión global que, en todo caso, se nos hurta, se oculta por desconocimiento, se adultera con o sin piedad.

El capitalismo de la vigilancia se separa del capitalismo “clásico”, y supone una convergencia sin límites entre libertad y conocimiento. En la teoría económica de Smith y Hayek (por ejemplo) la posesión de información relevante era utilizada para aprovecharse de la ignorancia del otro, consumidor, ciudadano o súbdito, qué más da. Existe aún. Pero el misterio que los separa se ha hecho ahora inexpugnable: no sabemos qué saben los grandes vigilantes de nosotros, qué resortes pueden utilizar, qué mentiras contarnos. Nos manipulan sin piedad, alimentando opiniones, ocultando precios, impulsando apetencias.

“Este orden social instrumentario privatizado es una nueva forma de colectivismo en la que es el mercado y no el Estado, el que concentra tanto el conocimiento como la libertad dentro de sus dominios” (página 668)

(seguirá)

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Por qué la gente sensata piensa diferente políticamente (dos)

24 junio, 2022 By amarias Deja un comentario

Para Sartre, “derecha e izquierda son dos cajas vacías”, carentes de valor descriptivo. En la actualidad, particularmente en Europa, la categorización tomando como fiel de la balanza ideológica la supuesta independencia política que proporcionaría el centro. ha perdido sentido. Solo se utiliza en campaña por los líderes y acólitos de las formaciones pretenden nuestro voto, y especialmente para designar, con deje despreciativo, a las agrupaciones tenidas por ultraderecha o ultraizquierda, consideradas populistas y, en algunos aspectos, antisistema o contraconstitucionales.

El valor descriptivo de las siglas y de la distinción entre lo que está a izquierda o derecha está perdido para siempre. Si los movimientos obreros, en la época de la industrialización y, por supuesto, de la reconversión industrial y de la fallida reindustrialización, encontraban su razón de ser en la resistencia legítima contra la explotación del trabajo por el capital, la defensa de una jornada laboral y prestaciones asistenciales que permitieran una vida personal y familiar satisfactoria (en el sentido de libre de cargas injustas), esas reivindicaciones han perdido gran parte, si no todo, su sentido.

Ni siquiera la exigencia de una sanidad adecuada para todos, el acceso a una enseñanza sin trabas económicas o la posibilidad de expresar la propia opinión sin ser perseguido por ellas, incluso aunque se dirijan contra el Estado y sus instituciones (por citar algunas de las ventajas de vivir en un Estado europeo) pueden servir de plataforma general para defender cambios dignos de figurar como programa de un partido, presuma de ser de izquierdas o derechas.

El debate se ha desplazado hacia elementos transversales. La defensa medioambiental es un ejemplo típico. Todos somos ambientalistas y si algo nos separa de serlo con máxima intensidad es la correcta visión de las necesidades económicas reales.

Curiosamente, no solo depende de la forma de afrontar el gasto ambiental (impuestos, reducción de contaminación, incorporación de tecnologías adecuadas, etc.) sino de la educación y concienciación individual.

El paseo por cualquier zona de nuestro entorno (incluso protegidas como parques naturales) viene a demostrar que son millones los ciudadanos que tienen gusto especial en arrojar latas, botellas vacías, colillas, basura, en cualquier sitio, sin reparar en el daño ambiental que causan. Seguro que la mayoría de los ensuciadores se confiesan ambientalistas convencidos. Pueden estar convencidos de que el depredador ambiental es el empresario que se ha gastado millones en proporcionar filtros y controles para cumplir con la legislación ambiental.

Escribe Bobbio que una de las afirmaciones recurrentes (cita a Laponce) es que la izquierda está asociada con rasgos altamente positivos, como creatividad, futuro, justicia. Más allá de lo concreto, la religión estaría a la derecha, y el ateísmo, a la izquierda. Una cuestión relacionada es la creencia intuitiva de que las ideas de izquierda han venido a liberar el pensamiento de las rémoras y límites de la tradición.

Este último aspecto parece haber calado hondo. Se acostumbra, desde hace ya décadas, a caracterizar como facha, retrógado, antiguo, a aquellos que se declaran partidarios de lo antiguo, ya sea el arte, la música, la poesía, los filósofos eminentes de la antigüedad, los pensadores que no ocultaban, al expresar limpiamente sus ideas sobre lo general que a todos nos afecta, sus convicciones religiosas personales, que en nada deberían de importunarnos.

Otro elemento conceptualmente neutro que acapara el debate político (en estas semanas, en vísperas de la cumbre de la OTAN en Madrid, muy especialmente), siendo esgrimido interesadamente por grupos autodenominados de izquierda “genuina” es la cuantía de la dedicación del Presupuesto a Defensa -incluso, si se debiera prescindir de los Ejércitos, declarando al Estado “neutral” o “antibeligerante”.

¿Es más de izquierdas quien se declara contra la OTAN o contrario a la guerra? No estamos en un mundo pacifico; la Historia demuestra que hay regímenes, pueblos y posiciones, que bajo apariencia de movimientos religiosos, sociales o xenófobos, atacan a países que consideran vulnerables o menor dotados de elementos de defensa. Acabo de oir a una portavoz de Podemos defendiendo su postura contraria a la OTAN, como una organización belicista, dirigida por Estados Unidos y repitiendo el argumentario de que la guerra en Ucrania fue propiciada por la posición agresiva de la Organización Mundial.

(continuará)

Publicado en: Actualidad, Política, Sociedad Etiquetado como: Bobbio, Haidt, Laponce, OTAN, Podemos, Sartre

Por qué la gente sensata piensa diferente políticamente

22 junio, 2022 By amarias Deja un comentario

Hace tiempo que me apetecía escribir sobre este tema, y seguramente en otros Comentarios ya he expresado algunas opiniones al respecto. La relectura del libro de Jonathan Haidt (La mente de los Justos, Ed. Planeta, 2019), publicado por primera vez bajo el título The righteous Mind en 2012, me ha provocado estas nuevas reflexiones que quiero compartir hoy.

Tengo, además, a la vista, el libro de Norberto Bobbio “Derecha e Izquierda”, con el magnífico prólogo de Joaquín Estefanía (reedición de 2014, Editorial Alfaguara). Las  otras fuentes que utilizo son mentales, porque estoy de vacaciones y, como saben mis lectores habituales, no soy amigo de intoxicar lo que escribo con fuentes bibliográficas, lo que se hace generalmente para reclamar argumentos de autoridad para robustecer la debilidad de los propios argumentos.

Debo aclarar, además, que Haidt mezcla en el mismo saco argumental a los que defienden una religión o una opción política (escribe para norteamericanos, sean republicanos o demócratas y es conocida la intensidad con la que el pensamiento religioso empaña la vida social de Estados Unidos). Yo creo que la cuestión religiosa merece un tratamiento específico, aunque, para agnósticos, las raíces de la cuestión pudieran aparecer como bastante similares: la falta de análisis individual para entregarse a adoptar posiciones tribales.

Como no quiero empañar la cuestión más de lo que está, máxime en un momento en España y en Europa en que los fundamentos del debate político se mueven por agrestes caminos, me referiré, únicamente, al desarrollo (obviamente, somero) de esta cuestión:

¿Por qué personas con parecidos medios económicos y formación, piensan y votan diferente, cuando se trata de decidir entre opciones políticas aparentemente tan divergentes, como -digamos- partido popular o partido socialista- o, yendo a los extremos, entre Vox y Podemos?.

Mi respuesta rápida es que la elección de la afinidad que nos lleva a votar a una opción política u otra es que nos movemos por impulsos que no tienen que ver con los programas de los partidos.

Resolver correctamente la cuestión es fundamental para los asesores de ls lideres políticos (los spin doctor en la terminología anglosajona). Haidt desarrolla con cierto desorden en su libro la premisa que le sirve de subtítulo. “Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata”.Mis comentarios solo recogen, de manera marginal, las ideas del psicólogo social norteamericano y, en parte, lo hago, petulantemente, para criticarlas.

En principio, siguiendo el sentir común y de acuerdo con la sospecha general, el voto emitido responde a una combinación exótica de varios factores entre los que cuentan:

con influencia decreciente, las creencias religiosas (si el debate se ha centrado sobre temas que afectan a la moral, ya que no la ética)

el perfil y empatía personal desarrolladas por los candidatos (no necesariamente en los debates, también en lo que sabemos de su vida privada);

la reacción de castigo al partido o candidato que nos ha decepcionado (cuanto más precisan lo que van a hacer, puede que provoquen más distanciamiento respecto a nosotros);

menosprecio por el resultado cualquiera que fuere (refleja el pensamiento de “vote lo que vote no servirá para nada” lo que conduce a seleccionar formaciones exóticas, al voto en blanco o al Pato Donald o al Capitán Trueno);

convicción personal irreductible respecto a lo que debería hacerse, aunque se sepa que los partidos concretos han abandonado esa posición (los talantes conservadores que siguen convencidos en que el liberalismo es lo mejor que puede pasar a la economía y los talantes revolucionarios que permanecen fieles a la idea de que el capital nos roba y que la propiedad fundamental de la producción ha de ser pública, ´…

Nada de eso es sustancial para Haidt, y aún menos para Bobbio y…bastante discutible, incluso para mi, modesto elucubrador sobre la política social, que si algo tengo a mi favor es haber leído cientos de libros sobre el tema-algunos de los cuales, por supuesto, no pudo ser fuente de reflexión para los dos citados (Norberto Bobbio falleció en 2004; y el libro de Jonathan Haidt fue publicado antes de que se produjera la proliferación de los gobiernos de ultraizquierda en Latinoamérica y el avance de la ultraderecha en la Unión Europea).

De Haidt Me sigue gustando la idea de que los seres humanos tenemos una combinación de genes que nos aproxima en un 90% a los  bononos (esos monos estúpidos según nuestro criterio humano que se dejan coger y despedazar por los chimpancés, sin ser capaces de defender a uno de los suyos…posición que también encuentro en búfalos, ñus y, en general, en los rumiantes) y un 10% a las abejas (que no dudan en morir, aguijoneando al invasor, muriendo en el empeño).

(seguirá)

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Décimo Quinta Crónica desde el País de Gaigé

15 mayo, 2022 By amarias 2 comentarios

Está ya vencida la primera quincena de mayo en Gaigé, el país de los Despropósitos, y no faltan temas que comentar en esta Crónica singular. En primera página ha de figurar la sustitución-destitución-despido de Paz Esteban, la jefa de los espías de Gaigé y encargada, por tanto, de salvaguardar las intimidades del edificio de la gestión de lo público, esos subterráneos que Rufián (el valido de Junqueras) se obstina en llamar las “cloacas del Estado”.

Pretende con ello, junto a  los portavoces y palmeros de los partidos que pretenden dinamitar la democracia (una débil figura de entendimiento colectivo que en Gaigé parece que hoy solo puede ser defendida desde dentro, como una fortaleza en la que los asediados han conseguido entrar) hacer una llamada a la transparencia total. Un oxímoron sin recorrido práctico, que Rufián, Iglesias jr, Montero, Echenique, Colau, Torras, Otegui, Puigdemont, entre otros -secesionistas y antimonárquicos incrustados en el Gobierno- se encargan de adornar con tinta de calamar y grandilocuentes falsedades, acompañándose de gritos desaforados, con el único objetivo de ahuyentar a quienes osen acercarse a su imitación de burda kaaba, en donde se venera el dios de la confusión.

Andalucía, la región más extensa de Gaigé, está en campaña electoral para renovar el 19 de junio la presidencia de la autonomía y la falta de entendimiento entre los partidos y formaciones de la extrema izquierda permite pronosticar que la anunciada coalición para sacar a la derecha del gobierno regional, sufrirá un duro descalabro. La inscripción de Podemos a la plataforma electoral que registraron Izquierda Unida y Más País, Equo e Iniciativa del Pueblo Andaluz, llegó fuera de plazo, al no haberse conseguido el acuerdo sobre el candidato (Delgado, Juan Antonio) antes de que el período para presentar candidaturas conjuntas se cerrase. Así que será Nieto (Inmaculada) la candidata a quitarle el puesto a Moreno (Juan Antonio) o las ilusiones a Espadas (Juan). Será una campaña en la que es muy posible que, a medida que se acerque el momento de elegir, habrá sobre el escenario más sangre que carne. No se eligen programas, que se parecen mucho en lo sustancial y difieren solo en la fantasía de sus redactores y el actual presidente (en funciones) de Andalucía es maestro en ofrecer ambigüedad, que el votante interpreta, en general, con promesa de tranquilidad.

Tanta falsa disputa ideológica, con descalificaciones cansinas sobre corrupciones y malas gestiones del pasado -pendientes de resolución en los tribunales o caídas en los agujeros del olvido- robustece, sin pretenderlo, la coherencia del partido de Abascal, que ha conseguido disfrutar de la mejor propaganda imaginable al ser presentado como anticonstitucional y ultraderechista desde la cúpula del PSOE, abrazo del oso que el candidato socialista Espadas no debiera agradecer demasiado. Tampoco la medida ambigüedad de Núñez Feijóo (Alberto), es aliño de gusto para Moreno que, como todos los líderes regionales que confían sobre todo en conocer su percal, prefieren organizar la campaña por su feudo con sus criterios. Aunque pocos se acuerdan ya de Casado, la sede de Génova alberga aún fantasmas de una guerra fratricida en la que la sangre de las paredes no se limpió del todo.

Gaigé ha celebrado como si fuera un triunfo el tercer puesto de Chanel (cantante y bailarina cubana) en el Festival de Eurovisión. El esfuerzo gimnástico de la artista y de su coreografía no guardaba relación con la letra de una canción ininteligible, más propia de un país caribeño y que, mirada con espíritu crítico, podría ser calificada de hortera y vulgar. Ganó Ucrania, al recibir los votos sentimentales de las redes sociales, y queda en el aire el aprovechado e incomprensible ofrecimiento de TVE (con la aquiescencia del Gobierno, dicen) de ofrecer a Madrid como sede suplente si el pais invadido aún estuviera en guerra o no hubiera alcanzado su plena reconstrucción el próximo año.

El rey de antes, Juan Carlos, liberado de responsabilidades legales que nunca hubieran debido gravitar sobre su cabeza desplumada y coronada, quiere volver, y quisiera hacerlo a la Zarzuela, y aprovechar el momento de gozo y confusión para congraciarse con la sufrida reina Sofía y, con algo de retraso, tal vez celebrar los sesenta años de su irregular matrimonio reintegrado a los rediles del afecto popular. El pueblo de Gaigé, experto en aguantar traiciones, dictadores, guerras civiles, democracias débiles y falsos mesías, estará siempre dispuesto a disculpar amoríos, extramatrimoniales devaneos y, rodeado de corruptos y proclive a utilizar ventajas él mismo, entendería  hasta recogida y reparto de coimas, pues sabe en sus carnes lo difícil que es medrar entre falsarios.

Regresa don Juan Carlos a un país que en poco se parece al que abandonó hace casi dos años en contra de su voluntad, secuestrada la de la Casa Real y la suya por un gobierno republicano, que estuvo y estará siempre atento a aprovechar la ocasión para darle pasaporte también al rey Felipe. No lo tiene fácil, pues Felipe VI ha revelado un talante correoso y dispuesto a mantener la silla del falso privilegio real contra vientos y mareas. Casado con una plebeya que, con su buen hacer (a pesar de críticas mordaces que muerden siempre en el hueso de la profesionalidad de la asturiana), la reina Letizia ha puesto de manifiesto que para ser rey o reina puede servir teóricamente mucha gente. Desde fuera, parece simple. Pero hace falta al menos, inteligencia emocional y capacidad de adaptación, formación de base y voluntad de seguir aprendiendo, sentido de la sobriedad, resistencia y buen aspecto físico. Para ser buen presidente de Gaigé, la cosa se presenta muy distinta y, a pesar de supuestos caminos de selección democrática, lo más seguro es el fracaso al analizar el resultado.

La guerra rusa por anexarse Ucrania (o un buen trozo de ese Estado) sigue causando daños, y no solo en el terreno invadido. La petición de Finlandia de unirse a la Alianza Atlántica, a la que seguirá de inmediato la de Suecia, ha enfadado al osezno del Kremlin, que amenaza con duras represalias si se lleva a cabo la adhesión. Erdogán, el exótico presidente de Turquía, atento a rentabilizar sus noes con divisas, ha dicho que no lo ve bien, pero quienes lo conocen mejor afirman que está de acuerdo siempre que se negocien los términos.

Publicado en: Actualidad, País de Gaigé, Política Etiquetado como: Abascal, Adalucía, Delgado, elecciones, Espadas, felipe VI, Inmaculada Nieto, Juan Carlos, Letizia, Moreno, Núñez Feijóo, País de Gaigé, Ucrania

Tercera Crónica desde el País del Gaigé o del Huangmiú

21 febrero, 2022 By amarias Deja un comentario

El País del Gaigé (o del Huangmiú) ha demostrado, como pocas veces antes, la oportunidad de su nombre ficticio. La idea de “reforma permanente” (Gaigé), tan vinculada al “despropósito” (Huangmiú) ha plantado sus fuertes raíces en el que era, hasta la tercera semana de febrero de 2022, el principal partido de la oposición, el Partido Popular.

Hasta el 18 del mes, la posición de fuerza como alternativa a la coalición de Gobierno actual, presidida por el Partido Socialista, era tremendamente sólida. La popularidad de Ayuso, la seductora lideresa aupada por sus naturales encantos y el impulso benefactor de la oposición que le brindaron Sánchez e Iglesias (júnior), alcanzaba cotas no imaginables. Pablo Casado, aunque con suficiente inseguridad sobre su verdadera capacidad para dirigir grandes destinos, se afianzaba como opción (a falta de otras) para ser aupado a la jefatura del Gobierno, siendo deseable que en los próximos dos años se cociera aún mejor en sus destrezas no suficientemente sólidas.

Estas previsiones no sucederán, sustituídas por los peores auspicios para la derecha española y, por supuesto, con el mayor gozo para lo que aún se entiende por izquierda del país, que no se esperaban el regalo que sus oponentes le hicieron este mes. Ayuso y Casado, contando con los teloneros de nombre Almeida y Ejea y los subalternos Carromero y Rodríguez Bajón, representaron una tragicomedia en la que se inmolaron a garrotazos. Como en toda buena tragedia, todos mueren, mientras entonan sus explicaciones y disculpas y los espectadores obtienen material para hacer, luego un buen momento de cine fórum.

Son muchas las enseñanzas que los historiadores de la petit histoire y los comentaristas de las intrigas del corazón de la política están obteniendo de este episodio, incomprensible para los humanos (españoles y extranjeros) que no entiendan los entresijos de nuestra idosincrasia.

Mal momento para Mañueco, débil vencedor en las elecciones por la presidencia de CastillayLeón, cuyo mérito mejor fue sacudirse del abrazo amigo de Igea (no confundir con su casi homónimo: el de Ciudadanos) para arrojarse en los brazos con lecho de espinas de Abascal y su educando García-Gallardo. Mal momento para Núñez Feijóo, que se verá obligado a retratarse para salir de su voy-pero-vengo y aceptar ser aupado como buen componedor de los destrozos causados por la pelea de corral que, por un quítame allá ese contrato de mascarillas y pónte de rodillas para venerarme como tu dios, han organizado los dos amigos de la infancia que creyeron estar jugando a médicos y enfermeras.

Mal momento para todos, porque ha sido puesto en evidencia que los políticos, de un lado como de otro, tienen -salvo tan honrosas excepciones que resultan sepultadas por el jaleo general- como único objetivo, hacer su propia carrera. Se habla ahora de que habría que prohibir las Juventudes de los Partidos, que son cuna y vivero de personajes que guían su ambición al único objetivo de engañar a los demás para que creamos en su eficacia como gestores. Se habla ahora de que convendría que se llegara a la gestión de lo público, a los más altos niveles, desde la experiencia de la edad y con las espaldas bien cubiertas por desengaños anteriores que garanticen que solo se dedicarán a buscar el bien común, allá donde se halle.

No hay porqué obsesionarse. Nada pasará que evite que el país de Gaigé siga fiel a su nombre supuesto, a su tradicional manera de destruir lo que se haya hecho antes por otros, a negar cualquier colaboración con el de al lado, porque se verá como un enemigo que, en vez de potenciar nuestras habilidades, hará sombra. En el país de Gaigé la capacidad para la guerra civil es alimentada como sustancia melífera, bálsamo de Fieragrás, pócima de druida. Se le da a cucharadas a los niños, se toma en botellas cuando se es adolescente y, ya adulto, como Obelix, anestesiado para valorar positivamente al otro, sin necesidad de acudir al cuenco donde se potencian los odios, se está preparado para matarse a garrotazos, hacer el espectáculo del mozo del martillo.

Que en ese trasunto del Gaigé, dos poblaciones vecinas extremeñas, Villanueva de la Serena y Don Benito hayan decidido, por abrumadora mayoría de sus habitantes, fusionarse (a falta de elegir un nuevo nombre para el resultado), es una excepción. No tendrá imitadores, por ello, porque lo que prima es la secesión, la ruptura, el descalabro, el tirp en el pie o en la cabeza. Aceptar incluso que te saquen un ojo si se obtiene la promesa de que al vecino con el que estamos enfrentados le sacarán los dos.

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Ayuso, Carromero, Casado, DSon Benito, Egea, Igea, Mañueco, Miguel Angel Rodríguez, Nuñez Feijó, país del Gaigé, Villanueva de la Serena

Guerras

18 febrero, 2022 By amarias Deja un comentario

En lo que parecia el momento más dulce de la historia reciente del Partido Popular, con un PSOE debilitado por el contagio ideológico y las zancadillas, pescozones y puntapiés de sus compañeros de Gobierno, se desata una incomprensible situación en la cúpula del partido, con agrias descalificaciones y fatales desencuentros entre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Ayuso y el presidente del partido, Pablo Casado.

El papel de secundarios activos en esta refriega del alcalde de Madrid, Martínez Almeida, portavoz parlamentario de la formación y del secretario de Organización del PP, García Egea, viene a confirmar una crisis sin precedentes en la cúpula de la derecha española, que pierde su apariencia de civilizada (si alguna vez la tuvo en tiempos recientes) para convertirse, sin paliativos, en una jaula de grillos, un girigay de egos de bajo nivel. Inaceptable cuando se está ventilando el futuro de la formación que, hasta ayer mismo (17 de febrero de 2022) era una firma opción para provocar el cambio ideológico en la gestión de nuestro país.

Como se conocen suficientemente los elementos que han provocado el enfrentamiento entre Ayuso y Casado, tenemos material para concretar un juicio independente de lo sucedido. El contrato de compra de varios cientos de miles de mascarillas FFP2 para la Sanidad de Madrid, en momento álgido de la pandemia, en plena desorientación de la ciudadanía y del Gobierno central sobre lo que había que hacer, y a un precio que, por cierto, no parece excesivo a tenor de lo que se estaba cobrando en las farmacias (cuando tenian el género), parece ser que benefició indirectamente, como inrermedario comercial, a un hermano de Ayuso.

Que una parte de la dirección del PP, con Casado a la cabeza (aunque él ha negado en entrevista en la  COPE su participación directa, lo que no resulta creíble) haya querido ver en esa adquisición causa de culpabilidad suficiente para investigar y presionar sobre su activo más valioso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, resulta inconcebible. Que la envidia, la tensión de los egos, los grupos de poder dentro de un partido que tiene la obligación legal de ser democrático, hayan desembocado en una guerra pública, mediáticamente muy atractiva por lo inusual, es la demostración palpable de que el PP no estaba preparado para ser alternativa.

Ignoro cómo se podrá recomponer el destrozo, pues los daños causados son múltiples. Para el votante y simpatizante del PP el desconcierto será, supongo, máximo. Los participantes en esta disputa de niños de colegio -nada que ver con una supuesta corrupción, que, de tener material fundamentado, habría de desembocar en la fiscalía y no en la plaza pública. han quemado su futurp político, su credibilidad o la capacidad de ser aglutinadores de todas las facciones presentes en el Partido.

La unidad se ha roto, y con ello, la opción de ser oposición creíble al PSOE y a la izquierda ideológica. Ha sido puesta de manifiesto la incapacidad de Casado y Rodríguez Ejea para dirigir el Partido con solvencia. Y aunque Ayuso salga vencedora (si bien, tocada del ala, lo quiera o no, pues la mierda mancha aunque se pueda limpiar en la tintorería) y Almeida haya querido aparecer como prudente en el arte de nadar y guardar la ropa, los dos más aparentes (y respetados) gestores de la vida pública que tiene el PP tendrán que verse las caras en el espejo de sus filias y fobias y, entre el estupor general, asearse y limpiarse los plumajes de esta guerra de gallos y gallinas.

Nota: Sobre la otra guerra, la seria, la que Rusia está propiciando en Ucrania con el beneplácito de Estados Unidos y la cara de memos de la diplomacia europea, habrá que escribir mañana. Pero estoy con José María Aznar, la guerra más importante es la del PP, no la de Ucrania.

Publicado en: Actualidad, Madrid, Política Etiquetado como: Ayuso, crisis en el Partido Popular, Egea, Martínez Almeida, Pablo Casado, Partido Popular

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