Al socaire

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Archivo de octubre 2017

Porqué en Catalunya: Quinta entrega

31 octubre, 2017 By amarias 1 comentario

Los últimos acontecimientos en relación con el drama social que se vive en Catalunya, con motivo de la deriva independentista de una facción del Parlament, a la que se consideró legitimada, con base en la representación de una mayoría simple de catalanes, han permitido situar la cuestión en un nuevo marco desconcertante, que afecta a la credibilidad de los agentes del proceso y, de forma indirecta -pero aún más significativa- a la entidad y fundamento de las pretensiones independentistas.

Para quienes lean este Comentario pasado algún tiempo, recojo aquí el resumen de los hechos más significativos en relación con el proceso secesionista que ha centralizado el análisis político, en especial durante el mes de octubre de 2017:

  1. El Parlament votó la independencia de Catalunya, en un acto declarado ilegal e inconstitucional, el 27 de octubre de 2017. Los únicos diputados que se encontraban presentes en el singular pleno, pertenecían a las agrupaciones de partidos denominadas, respectivamente, CUP (Candidatura d’ Unita Popular), y Junts pel Sí (coalición electoral formada por Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Demócratas de Cataluña y Moviment d’Esquerres). El grupo Catalunya Sí Que es Pot (CSQEP), que manifestó, a través de su portavoz, su disconformidad tanto con la declaración de la independencia como con la aplicación del art. 155 de la CE, votó mayoritariamente en contra. El resultado de la votación fue de 70 votos a favor, 10 en contra y 2 en blanco. Aunque la mayoría de los parlamentarios de CSQEP mostraron su papeleta con el voto negativo, el carácter secreto de la votación impide conocer con certeza quienes fueron los concretos parlamentarios secesionistas -y, por tanto, los susceptibles de ser destinatarios de una querella criminal por rebelión, conspiración y/o secesión, según los casos-. Los partidos de la oposición al independentismo, PP, PSOE y Ciudadanos, abandonaron el recinto antes de la votación.
  2. El mismo día, y en una sesión casi paralela, el Gobierno  del PP, con el apoyo de los representantes de los partidos Ciudadanos y PSOE, y de otros senadores de partidos minoritarios (UPN, Foro Asturias y Coalición Canaria), consiguió en el Senado 214 votos favorables a la aplicación del art 155, superando ampliamente los 47 votos en contra de Unidos Podemos, ERC, PDeCAT, PNV, EH Bildu y Compromís. Nueva Canarias se abstuvo. Las medidas de aplicación se anunciaron en la tarde, y el lunes siguiente (30 de octubre de 2017) se produjo la incorporación de los sustitutos de los Consellers, destituidos, como el President, y otros altos cargos, de forma inmediata. El Presidente Rajoy anunció que el día 21 de diciembre siguiente se celebrarán elecciones al Parlament de Catalunya.
  3. El lunes 30 de octubre comenzaron a divulgarse intrigantes especulaciones sobre la marcha del ex President Puigdemont y cinco de los consellers depuestos, a Bélgica, en donde estarían analizando  pedir asilo político. La valoración de esta cuestión, con matices entre esperpénticos y chuscos, ocupó, de pronto, el panorama de la actualidad catalana, disminuyendo el nivel de intensidad con el que se trató el hecho más relevante: la sociedad catalana, (y los depuestos, incluso el jefe de los Mossos d´Esquadra. sustituido por su segundo), acogió con insospechada tranquilidad el cambio brusco de los ocupantes de los puestos clave en las instituciones.
  4. La conferencia de prensa que el depuesto presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, poco antes de las 13 h del 31 de octubre, celebró en Bruselas -al más puro estilo de Julian Assange-, pretendió la difusión de la posición independentista, desde el púlpito para la mayor proyección que supone el lugar de sede de la Unión Europea. El ex President, ya asesorado por el equipo jurídico que habría estudiado las opciones de solicitar asilo político, y desechada esa posibilidad, reitera su argumentario político, destinado más hacia los posibles votantes catalanes que a torcer la decisión de los Estados comunitarios de no apoyar la independencia de Catalunya.  Estos argumentos, sin embargo, han perdido credibilidad y solvencia. No parece factible que, al margen del foro utilizado para repetir el mensaje, se movilicen nuevos afectos exteriores a la estrambótica actuación de los partidarios de la secesión en lo que se ha dado en llamar “el Procès”. Ni tiene recorrido la denuncia de la actuación del Gobierno del PP contra el pueblo de Catalunya (emitida por un prófugo con amenaza de ser procesado por delitos gravísimos), ni se puede conceder credibilidad a la “manifiesta y persistente cerrazón” (según palabras del ex President) ante la “propuesta pacífica y democrática” de mantener el diálogo con el Estado español, que habría movilizado en cambio la represión y la violencia contra miles de personas que pretendían ejercer su derecho al voto y a la independencia.En una declaración un tanto confusa, mezclando varios idiomas, -francés, catalán, inglés y español- un visionario Puigdemont, en el papel de héroe mancillado, dice hablar en el respeto a la pluralidad y neutralidad de las administraciones, y pretende convertirse en paradigmático defensor de la paz y la antiviolencia. Su confusión mental (no resulta posible explicar lo desconcertante de su esquema de raciocinio) le lleva a denunciar también al fiscal Mata, cuya querella contra él y otros miembros del gobierno decaído, alega que “no se sustenta jurídicamente, al estar dirigida contra personas” (?). Pretendiendo conformar un gobierno catalán en el exilio,  indica cuatro puntos de justificación de su autoexilio a Bruselas, que presenta como normas de actuación: 1) niega que el desplazamiento a Bruselas suponga una petición de asilo, y lo caracteriza con el solo propósito de denunciar la parcialidad del gobierno español y los graves déficits democráticos en el Estado español, así como su compromiso personal y de su gobierno destituido con el pueblo catalán; 2) la decisión de no abandonar el trabajo de defensa política de la independencia: 3) el apoyo a las diferentes iniciativas que se están desarrollando para  evitar la demolición de las instituciones catalanes; 4) la asunción de las elecciones propuestas por el gobierno español como un reto democrático y aceptan la participación, proponiendo respetar los resultados del 21 de diciembre de 2017.

    (continuará)

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Porqué en Catalunya: Cuarta entrega

27 octubre, 2017 By amarias Deja un comentario

Escribo esta Cuarta entrega en un día que aparece como crucial para acelerar, ya que no el desenlace, sí la generación de un máximo de tensión en relación con la declaración de independencia de Cataluña por parte del actual Gobierno de la Generalitat.

Es la mañana del 27 de octubre de 2017, y todos los interesados en el tema que aún no se encuentren saturados por la escenificación del nivel de desencuentro entre las posiciones de ambos gobiernos (central y regional), han podido contemplar ayer lo que parece el último acto antes de la declaración de independencia por el Parlament catalán y la autorización de la aplicación del art. 155 en el Senado de la nación.

La cuestión, es pues, gravísima y no hace falta usar ni una pizca de imaginación para deducir que la salida a la misma no puede resultar ni previsible, ni pacífica, pues el timón de los acontecimientos ha sido trasladado a la calle. Las manifestaciones de los partidarios de la independencia, dirigidos y alentados en Cataluña por personajes con indudable relevancia mediática y carisma personal, han ocupado los espacios públicos (y la TV3), y los lemas se repiten machaconamente, pivotando sobre los términos Libertad, Democracia, Independencia del Estado español, República.

No hay opciones para la discusión parlamentaria ni para la modificación pacífica -es decir, legal, con base en las mayorías cualificadas imprescindibles, necesarias- de aquellos artículos de la actual Constitución española que pudieran ser objeto de revisión. En ningún caso, a tenor de las expresiones de intención de la mayoría de los españoles encuestados y de los partidos que representan la mayoría parlamentaria, esta modificación podría afectar a la forma de Estado (monarquía) ni a la unidad territorial (España es indivisible, reza la Norma Suprema).

Se podría hablar, pues, de modificaciones de  la Constitución actual, en relación, sobre todo, al modelo territorial y al reparto de competencias entgre el estadio Central y las regiones. Algunos, si nos correspondiera opinar con relevancia, defenderíamos la remodelación de las actuales regiones -demasiadas, y muy desiguales-, permitiendo la federación de Comunidades Autónomas, prohibida expresamente por el art. 145, o la agilización, al menos, de la posibilidad de acuerdos o convenios  entre ellas, sometida a la autorización de las Cortes Generales, en el apartado 2 del mismo artículo. El número óptimo de Autonomías o regiones, no debería superar a seis o siete.

Un asunto muy importante es la recuperación de la óptima gestión de los recursos, demoliendo o revisando con espíritu crítico -dimanante del interés general, hoy perdido en el limbo de los intereses partidistas y localistas- la cesión de competencias a las Autonomías. Enormes despilfarros, decisiones de inversión y gestión sin objetivo serio ni coherente, afectan hoy a todos los sectores básicos: enseñanza, comunicaciones, sanidad, etc.  Es imprescindible reconstruir un Estado central fuerte, en beneficio de todos.

Naturalmente, no tengo la menor idea de lo que va a pasar en concreto. Para mí, como para muchos, que vivimos la situación desde fuera de Catalunya, resulta inextricable el cosmos catalán en este momento, una madeja revuelta y enlodada. Seguramente, habrá disturbios importantes en las principales poblaciones catalanes. Con alta probabilidad, se disolverá el Parlament y se encausará a los cabecillas de la insurrección, quizá se detenga a algunos de los más significativos. Las revueltas callejeras producirán heridos, detenidos, y más tensión. Hasta que estalle.

¿Era esto necesario? En absoluto. ¿Tienen legitimidad suficiente los independentistas? Por supuesto que no. ¿Saben a dónde van? Lo dudo. ¿Causan un daño irreparable? Sí, lo han causado y aún lo provocarán en mayor grado, por su voluntad de persistir en el empeño secesionista hasta que la explosión de la situación en la calle, con víctimas directas y colaterales, les obligue a claudicar, y, ojalá, a preguntarse, qué hemos hecho.

¿Por qué en Catalunya? Se ha dado, de forma excepcional, atípica en relación con el momento que se vive en las democracias occidentales, de la connivencia entre dos facciones socio-políticas habitualmente enfrentadas: a) la burguesía medio-alta (proclive a apoyar, sin convicción ideológica, por pura intuición de lo que resultaría mejor para ella, a los analistas  teóricos y aficionados que, en momentos de crisis, critican, sin ofrecer soluciones, cuanto dimane del sistema oficial, y en la que figuran como exponentes cualificados muchos funcionarios, seguidos a ciegas por pensionistas, rentistas y parados)  y b) la izquierda revolucionaria, atenta siempre a movilizar a los descontentos y oprimidos por el sistema dominante, y en la que militan, a la búsqueda de protagonismo, profesores universitarios, licenciados en paro, ecolojetas, visionarios, ilusos, y, por supuesto, por necesidad o convicción, todos cuantos sufren la marginación laboral y personal, que son, desgraciadamente, millones de personas en este momento de crisis (más de 5 millones).

Si, además, sumamos a) la corrupción destapada y puesta a la amplia luz de la sociedad y, en parte, de la justicia, de algunos políticos, empresarios y funcionarios, cuyo máximo exponente es precisamente el actual partido en el gobierno central ; b) la necesidad perentoria de ocultar la pésima gestión y la incuria de no pocos dirigentes catalanes y sus antecesores, incluso como Presidente de la Generalitat o consellers, c) el atractivo para muchos jóvenes sin ocupación de salir a la calle para protestar sobre cualquier cosa y quemar adrenalina (ya que no solo en los campos de fútbol, dándose porrazos con afectos (?) a otros clubes, o contra las fuerzas del orden,  d) la simpatía propia de un modelo de independencia (liberación del yugo opresor) vendido como solución y no como problema desde las instituciones y media locales y e) la presión del vecino, del colega, y de agentes de movilización experimentados y sin especiales escrúpulos para infringir el orden y las leyes…¿qué tenemos?

La destrucción de la armonía, la implantación del caos por un período de tiempo, el triunfo de los depredadores, a costa de los catalanes y del resto de los españoles.

 

 

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Porqué en Catalunya: Tercera entrega

26 octubre, 2017 By amarias Deja un comentario

Se puede argumentar de muy diversas maneras contra la voluntad independentista del  actual Gobierno de Cataluña, secundada por un porcentaje significativo de catalanes (entendiendo por tales, salvo mejor información censal, los ciudadanos que tienen su actual residencia en la región). Porque, en este escenario de confusión que se ha ido dibujando con precisión de ludópatas, tampoco está bien definido qué significado práctico atribuir al térmico “catalán”, ya que los impulsores del separatismo pretenden que sea ésta una esencia inclusiva de la nacionalidad española, pero excluyente, por lo que no podría ser participada por los demás españoles. Se sería catalán y español pero los españoles no catalanes no tendrían acceso a esa doble nacionalidad.

Si evitamos recurrir a la descalcificación frontal por enajenación colectiva o espejismo ideológico, podría aceptarse como argumento en contrario (sin que ello signifique que se comprenda) que, para esos independentistas potenciales, la idea de separarse del resto de España tiene el atractivo de creer que podrían organizarse mejor, aprovechar con mayor eficacia sus recursos y mejorarían, en fin, su capacidad de maniobra frente a las crisis y su respuesta adaptativa frente al futuro.

Los defensores de la imposibilidad de la separación de Catyalunya, argumentan, fundamentalmente, desde la Ley, el respeto y lealtad institucional, que serían quebrados (lo han sido ya, en realidad) si se incumple la Constitución que expresa, sin ambages, la unidad indivisible del Estado español y su forma de Estado, la Monarquía.

El argumentario antiseparatista se robustece también con previsiones respecto al escenario catastrófico que viviría una Cataluña independiente, contrastando así con la visión idílica de los actuales representantes de las institucones catalanes, algunos historiadores y economistas que ven en un futuro independiente una Arcadia feliz y la liberación del yugo insostenible de una España antidemócrata, represiva, retrógada.

Tienen los independentistas, en alguna parte, razón. El tamaño no debería importar. Ni el territorio, ni la población, o las magnitudes económicos cobran importancia real, por comparación con lo existente. Se encuentran, en el mundo, Estados muy pequeños, algunos por pura conveniencia de las potencias o por caprichos de la Historia y residuo de viejas confrontaciones bélicas. Se ha hecho notar por los historiadores y geógrafos que casi la mitad e los 194 Estados actuales se generaron en el siglo XX. Es decir, no se puede argüir que los Estados son producto de la consolidación de antiguos momentos de exaltación nacional.

Algunos Estados pequeños pertenecen a la Unión Europea, y encajan en el modelo de democracias modernas y estados amigos. Tampoco en este sentido Catalunya independiente puede ser objetable. Malta y Chipre son el ejemplo -rayano en lo ridículo, aunque defendido con orgullo por sus afectados- de Estados diminutos cuyos representantes se sientan con los demás miembros de esa reunión de comerciantes con ilusiones de obtener mayor grandeza. Entre los Estados que componen actualmente la Unión Europea, se incluyen diezpaíses con menor población y territorio que Cataluña.

Los independentistas (y también, algunos teóricos del desarrollo económico), suelen tomar el modelo/ejemplo de Dinamarca.Con un a renta per cápita de 48.400 dólares es un ejemplo atractivo de Estado de medio tamaño que ha sabido utilizar su situación privilegiada ente los grandes, su alto nivel formativo y las capacidades comerciales de sus instituciones públicas y privadas para consolidarse como un Estado próspero yejemplar.

Los separatistas catalanes desean que la Catalunya independiente sea una República. En eso, se separan de la tradición española y del país envidiado (Dinamarca), que son Monarquías. No parece encontrarse en la forma de Estado la raíz sustancial para obtener el  máximo fruto de la actividad económica y social. En este momento, en España, tenemos un monarca muy bien formado, con prestigio internacional, que mejora con amplia ventaja las opciones de sus alternativas no coronadas, tanto en la región catalana como en toda España. Podrá ser opinable, pero, como republicano, me permito repetir esta apreciación una vez más, sin que me duelan prendas.

(continaurá)

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Porqué en Catalunya: Segunda entrega

22 octubre, 2017 By amarias 1 comentario

Si admitimos como principio que no existen “pueblos elegidos”, ni razas genéticamente superiores, e incorporamos a nuestro razonamiento, como catalizadores activos, las ideas de solidaridad, necesidad de progreso compartido, igualdad de oportunidades, con la garantía de un marco legal que regule la convivencia, los impulsos revolucionarios tienen un campo de viabilidad limitado.

Especialmente, aquellos movimientos separatistas que defiendan la separación de un grupo de la sociedad a la que, hasta entonces, han pertenecido.  En mi opinión, la voluntad de segregación solo cobraría sentido si se tratara de un grupo étnico, raza o clase social oprimidos, vejados o sojuzgados por quienes detentan el poder.

Es evidente que la situación de explotación por la administración central no se da en Cataluña. Todos los argumentos que pretenden justificar el separatismo pueden aparecer como legítimos en cuanto expresión de una opinión peculiar -en la línea de respeto a cualquier elucubración en asuntos no dogmáticos-, pero, desde la perspectiva de la realidad  no adulterada a voluntad, son falsos.

Porque ni en España, ni, obviamente, en Cataluña, falta democracia -nos encontramos, como está reconocido por todos los Estados con democracias avanzadas, en el núcleo de cabeza de respeto a los derechos-, ni se roba ni a robado a los catalanes desde la Administración central (aunque sí parece demostrable que algunos personajes que han detentado poderes en las instituciones catalanas se han aprovechado de su situación de privilegio), ni hay represión sobre ese área ejercida desde el Estado central u otras instancias de la Administración pública, porque la aplicación de los instrumentos del Estado de derecho es la consecuencia natural de los pactos de convivencia.

Es decir, quienes incumplen la Ley, deben responder por su acción, y con especial atención a los incumplimientos de quienes están obligados a ser garantes . Por cuestiones de ejemplaridad, de coherencia, de respeto a la esencia de la convivencia.

Que elementos rupturistas de ese orden legal y constitucional se hayan afincado en parte de la población catalana, y que cuenten con el apoyo de partidos minoritarios con presencia en el conjunto del territorio, no debe servir de base para demostrar flaqueza en la defensa de esos principios. Son la base de la convivencia. Es cierto que los pactos que regulan esa convivencia podrían cambiarse, pero no de cualquier forma y no desde las propias instituciones. Si una minoría o una proporción insuficiente de ciudadanos cambian esas reglas, sin contar con lo antes pactado y despreciando al resto, se estaría produciendo una revolución. Si los cambios se hacen desde el poder -no importa si hayan accedido legítimamente o no-, y perjudican a parte de la ciudadanía, buscando el beneficio de otros, es, desde luego, una posición dictatorial.

Especialmente lamentable de la situación catalana en este momento que nos ha tocado en la mala suerte de vivir a los pacíficos, es que, la postura del actual gobierno de la Generalidad y de sus apoyos revolucionarios, está provocando, además de la repulsión de la inmensa mayoría de españoles, la división entre catalanes. ¿Por qué ha sucedido así? Por la manipulación de los sentimientos, en una operación de años, de décadas, en la que se ha venido a demostrar, una vez más, que se puede contagiar a una multitud de la idea de que un marco nuevo, desconocido, mejorará su situación de partida. Y ante perspectivas tan halagüeñas, la ética y la deontología decaen,  los razonamientos matizados o la repulsa sucumben ante el pensamiento único que va imponiéndose, de una forma no persuasiva, sino coactiva.

La oposición, la simple discrepancia, queda sepultada por la presión de quienes detentan el poder (inicialmente legítimo, pero convertido en ilegítimo por su deriva antidemocrática, fascista, ilegal) y sus palmeros. Así fue con el nacismo, así es y serán con todos los movimientos de la Granja animal humana en que se impone el avasallamiento de una parte de la población por la otra.

Ocultar la fractura social, que se materializa en odios y descalificaciones recíprocas, es imposible en este momento. La convivencia entre catalanes, dado que se puede intuir que la sociedad catalana está, no solo dividida en dos mitades, sino que también se encuentran fracturadas las familias, se ha hecho muy difícil. Tendrán que sucederse generaciones, seguramente será dolorosamente “necesario”, como en toda revolución, que haya víctimas, para que se imponga nuevamente la calma de la razón común.

(continuará)

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Porqué en Catalunya. Primera entrega

20 octubre, 2017 By amarias Deja un comentario

Cuando aún no se ha apagado el fuego de Cataluña (ni mucho menos) y a riesgo de patear sobre terreno inseguro, mi tendencia a tratar de explicarme, en la única vida que tengo -con los conocimientos e información de que dispongo-, las razones y sinrazones que se mueven a mi alrededor, me apetece, en el libre ejercicio de mi facultad de pensar, comentar por qué se ha presentado, precisamente en esa región europea, el tremendo conflicto social, institucional y legal que nos tiene tan ocupados (y preocupados) a la inmensa mayoría de los españoles y, dentro de esa categoría semántica, a la totalidad de los habitantes de esa región.

La situación de singularidad sentida por los catalanes viene generada y alimentada, como todos los nacionalismos, por el sentimiento de creerse especiales. Es una sensación estupenda, y contagiosa: al poco tiempo de vivir en Cataluña, es altamente probable que cualquier desplazado de su región de origen empiece a sentirse catalán. Contribuye a ello, desde luego, la lengua -que, en los últimos decenios, se ha impuesto en las escuelas con un pulido gramatical encomiable que la ha hecho homogénea en todo el territorio y se ha convertido en la primera lengua de la región-.

Pero lo que más y mejor contribuye es la posibilidad de encontrar empleo, y mejorar en él, si te confiesas como catalán y hablas catalán. La Televisión local ha cumplido una función central en la alimentación del espíritu de singularidad catalana. No está asociado a la difusión de la cultura -aunque se debe reconocer que importantes escritores, pintores, artistas y científicos han desarrollado su labor en Cataluña-, porque ni hay más catalanes sabios, ni creativos, ni inteligentes, que los que proporciona el porcentaje de población. Lo que sí existe en Cataluña, y desde hace tiempo, una defensa -económica, social, divulgadora- de cuanto se hace en Cataluña.

Y eso es importante. Los naturales o incorporados de otras regiones españoles no tienen ni ese apoyo endógeno ni se sienten animados a declararse como “nacido en”. No lo consideran un valor en sí mismo. No tienen la creencia de ser un pueblo elegido por la divinidad, como lo pueden ser los judíos o los radicales islamistas. Pero si eres catalán, ¡ah! es distinto…¡qué envidia! ¡Es que los catalanes hacen cosas! (como si los que no somos catalanes, o los que no son catalanes y viven en Cataluña, no hicieran cosas, y muy buenas y, en ocasiones, mejores).

(continuará)

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¿Eso es lo que hay?

18 octubre, 2017 By amarias 1 comentario

Ayer, 17 de octubre de 2017, volví de Asturias, mi tierra natal, con los ojos irritados. Por el cisco de los incendios que, no se si alguien sabe en qué medida, de forma parcialmente provocada, se desataron simultáneamente en Galicia, Portugal y el occidente asturiano.

A llegar a casa, conecté con la TV3 y el locutor y sus entrevistados se referían  machaconamente, a la falta de democracia en España -en esa emisora dan por descontado ya que Catalunya no es España-, y a la existencia de presos políticos. Una multitud, según expresaba, de más de doscientas mil personas, se estaban manifestando por la libertad inmediata de los “dos Jordi”, la independencia y la proclamación de la República.

Entonces cambié a otras televisiones regionales, y en la TVG se hablaba extensamente de los incendios que habían causado 4 muertos en Galicia, y múltiples pérdidas económicas. Con solidaridad emocionada, se extendía la crónica sobre los 40 fallecidos por causa del fuego, los aún desaparecidos, y las miles de hectáreas arrasadas en el país vecino, en actuaciones que parecen, también, causadas por terroristas incendiarios.

En la Televisión andaluza, la preocupación principal giraba en torno al paro que asola la Comunidad, en la que núcleos como Linares, con más del 50% de la población con voluntad de querer trabajar, en paro prolongado, se consolidan como paradigma de la desigualdad entres las regiones.

Me pareció entonces que entre el cisco (alboroto, bullicio) catalán, el cisco (polvo de carbón) galaico-astur y las circunstancias que hacen cisco (trizas) las perspectivas de recuperación económica de toda España (incluida la región en donde se ha afincado el vicio separatista) había un hilo conductor. Es decir, entre el “éche lo que hai” y el “si me queréis, irse”, hay una línea de trazos, como si la Historia de mi país fuera un juego de la Oca, en el que, de oca a oca (de desentendimiento en desentendimiento), no faltan jamás el riesgo de una guerra civil, una asonada militar o el fracaso de los gobiernos de unidad nacional.

Viviremos, pues, mañana, a) la declaración firme de independencia de Catalunya, con proclamación de la República catalana y la convocatoria de una Asamblea constituyente, y b) la aplicación del art. 155 de la Constitución, con la intervención de la Guardia Civil (no creo que el Ejército, pues ello supondría la declaración simultánea de estado de alarma, y, además, sería un error táctico tremendo) y la detención de algunos independentistas significativos.

La posición del PSOE en esta delicada tesitura me parece innecesariamente confusa. Las declaraciones de Iceta, como líder del PSC, el silencio de Pedro Sánchez (o su ambigüedad), el verso libre incómodo de Margarita Robles (entre otros), no viene sino a complicar la situación, pues la gran mayoría que representamos los ciudadanos que deseamos vivir en paz y  creemos que la unión de todos los españoles es lo que nos da fuerza interna y externa, no está siendo ilusionada ni convocada desde posiciones de liderazgo.

Lo dicho. España es un cisco, mírese por donde se mire. Nuevamente, somos banco de pruebas de Europa. En el 36, fuimos, con una guerra incivil, preludio de una guerra europea que es convirtió en mundial. Confiemos que, esta vez, todo se resuelva con la recomposición del mapa de las regiones europeo.

Al fin y al cabo, que Catalunya sea un Estado independiente, una región con una autonomía para hacer y deshacer desde su gobierno regional lo que les pete (incluido el suicidio colectivo) o protagonista de un paso adelante para convertirse en el núcleo duro de los Paysos catalanes, incluida la Cataluña francesa, y deshacer la Unión Europea, dentro de diez años, a todos los que hayan sobrevivido hasta entonces, les importará un pito, como se dice vulgarmente.

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No hubo nada

15 octubre, 2017 By amarias 1 comentario

Resulta que, después de haber vivido con evidente zozobra lo que parecía una deriva separatista del gobierno de la Generalitat calatana, no hubo declaración de independencia.

Aunque escribo esto en la tarde del domingo, 15 de octubre, hay suficientes elementos sobre el manoseado tapete político para deducir que el plazo dado por el gobierno español para que el President Puigdemont aclare si se declaró o no la independencia, se agote manteniendo la ambigüedad de la situación.

Es decir, podemos concluir que no hubo declaración independentista. Todo fue una ilusión.

Lo que no es ilusión, sino dura realidad es el cinturón de graves incendios -¡parece que provocados!- que rodea Vigo, y está devastando zonas muy queridas por mi, que fui gerente de Aguas de la ciudad pontevedresa y su comarca metropolitana.

Por tanto, mañana, estaré pendiente de lo que es importante: conocer si se han controlado esos fuegos, y confirmar que está por fin lloviendo en Galicia y en el Cantábrico.

Me he cansado de oír tonterías procedentes de personas -surgidas del magma catalanista-, algunas de las cuales creía sensatas, afectadas según parece por un síndrome que les hace suponer que nos importa lo que hagan con sus vidas. Si quieren suicidarse, que lo hagan, pero no nos fuercen a los demás a que entendamos su monólogo autodestructivo, plagado de insultos a los que nos acercamos para persuadirles que se retiren del precipicio.

Lo que merece la pena es conseguir que se apague cuanto antes el fuego que destruye paisaje y propiedades gallegas. Eso es lo que costará reparar.

Descúbrase al autor o autores del atentado ecológico. Caiga el peso de la Ley sobre los infractores. Sobre todos los pirómanos.

Por cierto, los catalanes son aquellos que cuando están en una escalera no se puede saber si suben o bajan.

 

 

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Alerta roja

13 octubre, 2017 By amarias Deja un comentario

El vocabulario bursátil ha consagrado -expresión, por si misma, ambigua- el término “descontar” para expresar que el dios Capital, manejado de forma bastante misteriosa por sus fieles servidores, ha asumido los efectos de un riesgo, y ha corregido las cotizaciones, aplicando, mutans mutando, la probabilidad de que el evento perjudicial suceda realmente.

Como no soy devoto de deidad alguna (lo que solicito no se interprete como que descarto que existan, pues también asumo que, para dormir mejor, puede ser conveniente atribuir responsabilidades mágicas que cubran las desnudeces de nuestra ignorancia), trato estos días de esforzar la imaginación para entender quién podría salir beneficiado de los tres o cuatro asuntos que tienen preocupados, y, por tanto, entretenidos, al subconjunto de la población mundial que cree tener información sobre lo más grave que puede pasarle, y, claro, le apetecería tener en su mano o la de quienes controlan la cuestión desde sus intereses comunes, la manera de protegerse.

Empiezo por lo más fácil: el cambio climático. Independientemente de síntomas, estudios y criterios científicos, lo más barato a corto plazo es negarlo, y actuar, además, como si no fuera el tema con nosotros. En algunos foros -publicos o privados- si el asunto se pone feo, se saldrá del embrollo prometiendo medidas que no se pretende cumplir, o ampliando el campo de responsabilidades a quienes, si cumplieran lo pactado, comprometían gravemente su desarrollo o su supervivencia. En consecuencia, estamos en Alerta roja. Los afectados  y por huracanes, inundaciones, sequías, serán tratados como víctimas inevitables. En términos de mantenimiento, se aplican las medidas paliativas (más intensas allí donde hay votantes del cacique) y se postponen las preventivas.

En conflictos internacionales, el principio de la dejación e infravaloración de los efectos por cualquier crisis, rige igualmente. Tomemos el ejemplo del aumento de tensión en la crisis norteamericana- norcoreana. Los máximos gobernantes de ambos Estados comparten la cualidad de ser poseedores de una megalomanía imparable.

Como parte de los cretinos, su insolencia y comportamiento abusón, arruga o disuade a quienes deberían llevarles la contraria. Desde niños, Trump y Kim, habrán alimentado, estoy seguro, su carácter de matón de barrio, y la ausencia de oposición (un bofetón paterno, una enseñanza reprendedora, jefes, colegas o amigos críticos, y, entre otros entornos virtuosos, una justicia insobornable) ha hecho crecer las sinapsis entre las neuronas que desconectan el yo interno del yo colectivo. Resultado: alerta roja, preparativo para una confrontación de paranoicos que nos llevará a una hecatombe nuclear.

Desciendo a nivel local, a esta España mía, a esta España nuestra. Doy por seguro que, presionado por sus amigos de la CUP y de un imaginado compromiso con la calle (que ya son ganas de atribuir inteligencia a las masas incultas, manipulables y estentoreas a las que el Procès ha conducido como una recua de ganado), el Molt Honorable Puigdemont dejará de serlo el lunes.

Se armará la marimorena, y se resolverá de la manera adecuada -a golpes, porrazos, detenciones, gritos, ostias, tiros, guantazos, etc.- el conflicto generado en un pueblo pacifico, industrioso, pasota.

Lo mejor de todo, es que, al parecer, las Bolsas europeas, ¡y españolas!, ya han descontado los efectos. Y, según anuncia está mañana el Gobierno, se corrige solo un par de décimas el crecimiento del PIB.

Creo que la fotografía con la que ilustro hoy mi Comentario encaja como anillo al dedo. Hay rebajas, pero el precio nuevo es igual al antiguo.

Y yo, que me creo un demócrata y un socialista educado y contemporizar, soy tachado por algunos amigos y bastantes desconocidos independentistas catalanes de “facha”, “carca” e “ignorante”. Alerta roja.

 

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Soy ese español

12 octubre, 2017 By amarias 6 comentarios

Soy ese español, nacido después la guerra incivil, cuando aún había cartillas de racionamiento. Que hizo la primera comunión y la mili. Que fue a un colegio o instituto en el que había  clases por la mañana y por la tarde y en los recreos jugaba al frontón y a los banzones.

Soy ese español que durante años  llamó irse de vacaciones a estar dos meses en el pueblo con los abuelos, en donde no había agua corriente. Ese español para el que cualquier viaje de más de cien kilómetros era una aventura apasionante.

Soy ese español que estudió con beca, que lloró de emoción cuando terminó los estudios. El español que estuvo y está orgulloso de tener amigos en casi cualquier lugar de su país, y que no tiene el menor complejo en referirse a el como su Patria, y que tiene en su despacho una bandera rojigualda con un escudo que representa las regiones de su territorio. Y una corona por remate.

Soy un español viajado, eso sí, que ha vivido en el extranjero muchos años y tuvo la oportunidad de recorrer el mundo, por cuestiones de trabajo y, también, de ocio. Soy ese español que siempre se sintió feliz de volver a casa, reencontrarse con los suyos, celebrar los éxitos de España, vinieran de un madrileño como de un catalán, de un andaluz como de un gallego. De mi pueblo como del tuyo, español que me leas.

Estos días he tenido desazón y vergüenza. Si, también, rabia, orgullo revuelto, calma y ganas de dar puñetazos y no solo en la mesa. He discutido con amigos y me he abrazado con desconocidos.

La culpa la tienen españoles que conozco solo por la televisión y que dicen que les he robado, que se sienten diferentes, que son más parecidos a los franceses que a mí. Que, por ser catalanes, y sin importar de donde provenga sus padres o sus abuelos, tienen derecho a separarse del resto de España y declararse República independiente.

Oigo las explicaciones de quienes dirigen esa región, y me asombro de su cortedad de miras, de su ignorancia, de su rencor hacia mi. Escucho a gentes de la calle, de esa región en la que tengo familia, amigos, socios, admirados colegas, que conozco como pocas de España, y no entiendo qué les pasa por la cabeza, por qué están tan engañados décimo funciona el mundo. Por qué nadie les ha enseñado bien economía, historia, geografía, derecho, sociología… Por qué creen que les irá mejor si se separan de mi. De todos los que no sean “ellos” y a los que une, según dicen creer, un brebaje que combina las vejaciones improbadas o fatuas de quienes no fueron siquiera sus antepasados con los desplantes y agravios inventados que crecieron y alimentaron con sus desvaríos.

En un espectáculo bochornoso, después de meses de lamentable escalada de decisiones más propias de un tercermundo que de la sociedad avanzada de la que creí formábamos parte, el govern de Cataluña ha declarado la independencia. ¡De nosotros! Han proclamado su firme voluntad de cortarse un brazo,  cortárselo, en una acción sacrificial al dios de la estupidez palmaria, a todos los catalanes, y, de paso, hacer todo el daño posible al resto de españoles, sus compatriotas.

En un acto de mentirijillas, a escondidas, falseando datos, despreciando la voluntad mayoritaria de los catalanes y atropellando el deseo, la ley, y el derecho de casi todos los españoles. Con la oposición y la incredulidad de prácticamente toda la comunidad internacional.

Hoy es la Fiesta Nacional. El 12 de octubre. Ayer, en un pleno del Congreso de diputados español, el Partido de Gobierno, Ciudadanos, y el PSOE, apoyaron requerir al Gobierno de la Generalitat que aclare si la declaración de independencia, ilegal, pero expresada de forma deliberadamente confusa, ha sido real o solo la manifestación de un deseo irrealizable.

Los representantes y voceros del separatismo, los anti-constitucionales  y revolucionarios, mientras agotan el plazo que ha empezado a correr, dicen que quieren diálogo. Siguen pretendiendo confundir -aunque cada vez con menos éxito- a los que quieran seguir su carrera hacia la autodestrucción, y deseen creer que encontrarán un futuro idílico y no el lecho seco del supuesto río de leche y miel que prometen profetas del engaño, rencorosos de mala leche, y ácratas de probeta universitaria.

Me duele decir que se tiene que aplicar, y ya, el artículo 155, de una Constitución que no voté, pero que he jurado y prometido muchas veces. Hay que suspender a ese Gobierno secesionista y convocar elecciones. No quiero que se separe ninguna región de las de España. Y quiero que todos nos sintamos  y vivamos siendo españoles, sin fronteras que nos separen.  Estoy dispuesto a perdonar a esos catalanes, sean cien mil o dos millones, que han dicho, votado o sentido, que no me quieren a su lado, que se ven distintos, un poco superiores a mi y a casi cincuenta millones de personas que estamos contemplando, atónitos, su deriva hacia el odio, la incomprensión, la revuelta.

Soy ese español. Y sé que tengo las razones para querer a mi país, llamarlo Patria, y sentirme más fuerte si estamos todos unidos. Trabajando por mejorar y no por destruirnos. No me dejo engañar. Tengo conocimientos y experiencia para desentrañar las falsedades y desenmascarar a impostores, visionarios de pacotilla, engatusadores, traidores. Como todos los que no quieran ver la realidad con anteojeras de sus propios intereses y el menosprecio a los derechos de los demás, forzando las leyes, incumpliéndolas, en búsqueda de su beneficio y a costa de pisar el esfuerzo comun.

En nuestro estado de derecho, tenemos todos cabida, respetando las leyes y respetándonos. Caiga el peso de la Ley sobre los que incumplan los pactos que garantizan la convivencia y la paz que nos permite crecer. Y si, estoy de acuerdo en que las leyes no son inmutables, que se pueden y deben cambiar para mejorar y adaptarse a los tiempos. Pero mientras están vigentes, son inviolables. Es decir, el que se las salte, las incumpla o desprecie, se expone a la sanción que la colectividad, a través de sus representantes legítimos, haya previsto.

Soy ese español, el que está convencido de que juntos somos mucho más y que hay razones de sobra para celebrarlo. Como tú.

 

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: artículo 155, Cataluña, español, estado independiente, Patria

Fin de trayecto

7 octubre, 2017 By amarias Deja un comentario

Publicado en: Actualidad, Cataluña Etiquetado como: artículo 155, Cataluña, independencia, Junqueras, Puigdemont, secesión

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