Fui de los que esperé, con varios amigos, hasta que terminó el escrutinio electoral, Era ya la una de la noche cuando regresé a casa, y tardé algunos momentos en liberarme de la euforia que mis acompañantes, mayoritariamente votantes del Partido Socialista (habrá que decir ahora el Partido de Pedro Sánchez) me habían contagiado o, mejor dicho, embadurnado.
Hoy he estado escuchando, sobre todo por diferentes emisoras de radio -ya que me correspondió viajar- a diversos representantes de los partidos que han conseguido representación parlamentaria, y a avispados comentaristas, elucubrar sobre posibles actuaciones, en relación con los resultados. Estoy, por tanto, influido por esas teorías de lo que convendría hacer, según opiniones de unos y otros. Sin embargo, desde mi posición de independiente, quiero ofrecer mi análisis, aunque solo sirva para que, después de unos meses, leyéndome a mi mismo -triste pan para el propio ego-, pueda juzgar mi perspicacia.
El PSOE ha ganado las elecciones y conseguido un fuerte impulso, incrementando a 123 -mágica cifra difícil de olvidar- el número de parlamentarios. Es una facción respetable, un éxito del planteamiento electoral del equipo del ahora Presidente en funciones, pero que no supone, ni mucho menos, la senda de rosas que le permita gobernar sin acuerdos.
Comienzo expresando que la victoria socialista resultó influida positivamente por la pésima estrategia de sus contrarios. Ciudadanos, en la persona de un candidato desconocido, Albert Rivera, trazó una línea de separación con Sánchez, de naturaleza personal, impresentable. No puedo entender la agresión que le propinó en relación con la tesis, presentándole una copia del libro, para que la leyera. La reacción de Sánchez fue muy tibia, y me hizo sospechar que, posiblemente, no es el único autor de su trabajo de doctorado.
Si a cualquiera de los que somos doctores habiendo currado más o menos nuestra tesis alguien se cruza en nuestro camino acusándonos de no haber sido los autores, puedo vaticinar que no enseñaremos al agresor un libro de un conocido suyo, pidiéndole que lo lea. En cualquier caso, no tiene nada que ver con la forma de conseguir votos en una aparición televisada que están viendo casi diez millones de futuros votantes.
Ciudadanos cometió varios errores de estrategia: sacó a Inés Arrimadas de Cataluña, pero la mantuvo como tándem principal de un partido que aspiraba a ganar la mayoría de los votos en liza. Tenía que haber presentado un segundo y quizá un tercero, de otras regiones españolas. Además, la defensa de la unidad nacional que había representado Arrimadas, y que le había significado voto mayoritario en el territorio independentista catalán, se perdió, quedó desdibujada. Obviamente, además, el aparecer como parte del tripartito de derechas -que incluía un grupo con el que sí tenía que haber definido un cordón sanitario claro- alejó a muchos votantes del centro que significaba para ellos Ciudadanos.
La actuación del Partido Popular necesita una revisión de urgencia. Me gustaron las palabras de Pablo Casado, después de conocidos los resultados, felicitando a Sánchez y reconociendo que había perdido una parte sustancial del apoyo anterior y que, por tanto, habían hecho una mala campaña. No solo eso. El Partido Popular perdió también la oportunidad de presentar, en una liza en la que todos los cabezas de lista principales eran genuinos “machos ibéricos” a una mujer: Soraya Sáez de Santamaría hubiera movilizado más voto femenino. Y habría sido menos histriónica y sobre revolucionada, por su experiencia de gobierno, que el joven Casado, desorientado y autónomo en la búsqueda de una identidad propia a la sombra de José María Aznar, al que se le pasó hace tiempo el arroz del despertar de la simpatía popular.
Unidas Podemos también ayudó a la victoria de Sánchez. El nombre es deplorable. La combinación con la Izquierda Unida o lo que represente Garzón en este momento, es deplorable. Mala para la izquierda que todos apreciamos como seria (mosca cojonera del franquismo), en la que presumo muchos disidentes y mala para Podemos, ya que no aporta nada más que desconcierto. No le veo credibilidad (el problema puede ser mío) y encuentro despistado ideológicamente a Alberto Garzón.
Podemos ha perdido esencia, gracia y empuje. No es de recibo que un partido tenga en la cúpula una pareja, y menos en un partido que se dice de izquierda y quiere ser plural. El macho alfa o beta Iglesias ha perdido fuelle y la marcha de Errejón ha hecho mucho daño. Y le hará más.
En cuanto a Vox, considero que se trata de una anomalía que durará algún tiempo, pero no tiene sentido en un país en el que los votantes vienen, en su mayoría de un bipartidismo. Estamos, sin embargo, ante una evolución del voto de la derecha, en el que, al menos por lo que me gustaría que pasara, debiera recomponerse el voto del Partido Popular (bajando el diapasón de la agresividad) y ocupando la mayor parte del espectro de lo que se llamaba la derecha civilizada. Ciudadanos debiera recuperar el centro, incluso arrimándose al centro izquierda, eliminando cualquier vestigio de aversión a Sánchez, que es lo mismo que estar en contra de la social democracia, que debería ser su aliado natural,
En resumen, después de este análisis a vuela pluma, y habida cuenta de que las elecciones europeas y las autonómicas y municipales tendrán lugar dentro de menos de un mes, antes de formar gobierno, aconsejaría a los socialistas de Sánchez que no se precipiten y trabajen duro para consolidar el resultado, teniendo en cuenta que ahora las bazas que se juegan son locales y la solvencia directa de los candidatos en cada circunscripción es básica. Esta afirmación vale para todos los partidos.
Y yo me retiro a mis trabajos. Lo de comentarista político puede ser divertido pero a mí no me reportará beneficio alguno, aunque espero que mis amigos y conocidos aprecien la sinceridad de mis apreciaciones que, por otra parte, no considero muy originales.
La foto de la silla vacía, desvencijada, en una plaza de la costa almeriense, me encantó. No sabía que algún día podría publicarla, justamente a raíz de unas elecciones generales en mi país, que ganó, luchando contra viento y marea, el candidato Presidente, el otrora denostado, incluso por los viejos halcones de su propio partido,
Pedro Sánchez. Enhorabuena, Presidente. Y si me permites un consejo: no te asocies con nadie, ni con Unidas Podemos ni, por supuesto, con Ciudadanos y mucho menos con los independentistas. Juégatela a gobernar solo. Una vez superada la segunda votación, para la que deberás trabajar con la abstención de Podemos y, tal vez, de diputados del PP y de Ciudadanos , incluso de los independentistas, que el gobierno trabaje en mejorar el país, en cosas concretas.
Ojalá que encuentres, Sánchez, experimentados y capaces independientes, a los que convenzas para ser Ministros. Ahora que no se trata de llamar la atención en el corto plazo sino de actuaciones eficaces, económicamente solventes, y serias, con proyección, debes elegir con mucho cuidado los miembros del Gobierno que saquen las castañas del fuego. Que está muy caliente