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La sombra de Emilio Alarcos es alargada

22 abril, 2022 By amarias 1 comentario

Mañana, día del Libro, se cierran las Jornadas Científico-Humanistas en Homenaje a Emilio Alarcos Llorach, cundo se cumplen los cien años de su nacimiento. La “Semana Magna del Centenario”, organizada por la Cátedra que lleva el nombre del filólogo, se ha desarrollado con el lema: “Bajo el signo poliédrico del filólogo y maestro” y han contado con el patrocinio de la Universidad de Oviedo y la participación de decenas de alarquianos, entre alumnos, admiradores y seguidores de las enseñanzas de quien fue el introductor, aplicador y difusor del estructuralismo en España.

He sido alumno -reconozco que nada brillante- de Emilio Alarcos, en tiempos en los que tenía por ayudante a  Josefina Martínez Alvarez, que había sido su alumna y con la que se casaría unos años más tarde, y hoy directora de la Catedra Emilio Alarcos. Yo, con la carrera de Ingeniero de Minas recién terminada, era profesor de Algebra en la Escuela Técnica y me había inscrito (tenía matrícula gratuita, por mi condición académica) en Filosofía y Letras… por amor.

No tenía mucho tiempo libre. Debía compaginar mi trabajo en Ensidesa con mis horarios de clase como docente, pero gracias a esa fórmula, pude estar más tiempo con mi futura esposa y asistir a algunas lecciones.

La Facultad de Filosofía de Oviedo tenía entonces una altura académica sin rival. Emilio Alarcos, Gustavo Bueno,  Vidal Peña, Carlos Cid, entre otros muchos, fueron a la vez artífices, cómplices y sufridores del ambiente especial que se generó en aquel reducto singular, en donde se estaban gestando y puliendo personalidades como Amelia Valcarcel, Francisco García Pérez, María Luisa Alvarez de Toledo, Gustavo Bueno hijo, …, por citar solo a algunos de nuestros amigos de entonces.

Pasó el tiempo, y las vidas de Emilio Alarcos y Josefina Martínez tuvieron un entronque especial con las de mi padre, Angel Arias y su segunda mujer, María Isabel, que era prima de Josefina. Esa circunstancia facilitó muchas vivencias comunes para ambas parejas, y los varones se hicieron muy amigos. Mi padre y Emilio tenían la misma edad, una afición y curiosidad por casi todo, en especial por la música, disponían de una inteligencia privilegiada, adobada con espíritu crítico y  socarronería.

En cierto modo, además, las formaciones universitarias de los cuatro se complementaban: dos brillantes químicos y dos estudiosos de la creación literaria.

Esa amistad tuvo también reflejo especial en que mi padre fue el padrino de Confirmación de Miguel Alarcos Martínez, hijo de Emilio y Josefina. La personalidad emergente de aquel niño debió calar hondo en el selecto criterio de mi padre, porque mi hijo Miguel, recuerda que, cuando llamaba a su abuelo, éste (puede que por hacerle de rabiar), algún día le preguntó: “¿Qué Miguel? ¿Miguel Alarcos?”

A poco de fallecer mi padre, Emilio y Josefina estuvieron en mi casa de Madrid. Fue un momento muy grato para todos. Yo tenía varios libros de Alarcos en casa, tomé aquel en el que había analizado la poesía de Blas de Otero, y le pedí que me lo dedicase. Sin dudar, escribió en la primera página: “A Angel Arias II, en el misterio de la amistad heredada de su padre”.

No tardó mucho tiempo en irse también Emilio Alarcos. Junto a una carta de condolencia a Josefina, envié un poema a Miguel Alarcos. Pasó aún más tiempo.

Cuando presenté mi libro de poemas Sonetos desde el Hospital, le pedí a Miguel Alarcos que hiciera la presentación en la librería Cervantes y, si le apetecía, un análisis del poemario. Miguel me demostró un afecto y una altura intelectual que me dejó desarmado y…encantado. Hizo el análisis de algunos de mis poemas (“como lo hubiera hecho mi padre”, me indicó), puso música a varios, y hasta escribió un acrónimo con mi nombre (que era el de mi padre) lleno de sugerencias y cariño.

Fue el comienzo de una amistad especial. Que perdura, se intensifica y se complementa con más y más detalles y anécdotas con el paso del tiempo. En el misterio de la amistad heredado de nuestros padres.

En el afecto a Josefina, una mujer llena de sensibilidad e iniciativas.

La enfermedad me impidió asistir al homenaje a la memoria de Emilio Alarcos. Hoy, en el Día de la Tierra, envío mi afecto a esa familia con la que me unen tantos recuerdos, mejores palabras. La música, la poesía y la magia de lo imperecedero.

Publicado en: Actualidad, Asturias, Literatura, Personal, Poesía Etiquetado como: Emilio Alarcos, homenaje, Josefina Martínez, Miguel Alarcos, Universidad de Oviedo

Día mundial de la poesía

21 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

El 21 de marzo se celebra el Día Mundial de la Poesía y, como poeta y lector de poemas, no puedo menos que festejar esta efemérides con unos versos. Es un Soneto, dedicado a la Primavera e incluido en mi libro Sonetos desde el Hospital.

El pasado viernes, en el Centro asturiano de Oviedo se anticipó esta celebración, impulsada allí por el polifacético Graciano García, que sigue empeñado en hacer de mi ciudad natal la Capital Mundial de la Poesía. Ni más ni menos. Varios ilustres asturianos leyeron poemas de sus autores predilectos. Hubo también algún poeta invitado que leyó, por supuesto, los suyos. Margarita Collado, hasta hace poco vicepresidenta de la AECC, con un denso currículum de servicio a Asturias, leyó algunos de mis Sonetos. No pude estar en ese acto -tampoco fui oficialmente invitado-, pero mi afecto y mi devoción estaban por alli.

A la Primavera

Rota la reclusión tras tensa espera
surge al fin, orgullosa de su alarde,
alargando la luz, la primavera.
Despierto del letargo, el campo arde

convirtiendo en verdor la sementera.
Por ganas de vivir, será la tarde
triunfo del placer y, aunque se esmera
invierno en que respeto se le guarde,

florecerán cerezos, será la era
de nuevo el vergel que amamos tanto
y en la rama del naranjo más somera

harán mirlos su nido, y con su canto
contagiarán de alegría zalamera
el ánimo triunfal que me levanto.

(@angelmanuelarias, Sonetos desde el Hospital, 2019)

Publicado en: Asturias, Cáncer, Personal, Poesía Etiquetado como: angel manuel arias, Centro Asturiano, Dia Mundial de la Poesía, Graciano García, Margarita Collado, Oviedo

La Escuela de Minas de Oviedo tiene que ser de Oviedo

3 febrero, 2022 By amarias 3 comentarios

Hace apenas unos meses, en octubre de 2021, celebraba con una mayoría de componentes de mi promoción el cincuenta aniversario de haber terminado la carrera de ingeniero de minas en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Oviedo (ETSIMO). En la obligada visita a las instalaciones donde nos habíamos formado como técnicos en esa institución, guiados amablemente por el actual director, Francisco Javier Iglesias Rodríguez, y el inmediatamente anterior, Francisco Blanco Alvarez, pudimos comprobar la excelencia de las instalaciones y la entrega vocacional de profesores y alumnos en el interés por mantener el prestigio de la Escuela, reconocida como la mejor de España en 2018 en el ranking de Shangai y, por tanto, una de las más prestigiadas en el mundo de la ingeniería.

Javier Iglesias. en el Aula de Grados de la Escuela, pronunció unas palabras de bienvenida, que fueron también un repaso a los sesenta años de vida de la Escuela de Oviedo, en la que obtuvieron el título más de 2.300 ingenieros, cuyo trabajo en empresas, administraciones públicas y como empresarios autónomos, dentro y fuera de España, fundamenó el actual renombre de la Escuela. Sigue siendo conocida como Escuela de Minas de Oviedo, aunque con el plan de Bolonia ha cambiado su antigua denominación de ETSIMO por la de Escuela de Ingeniería de Minas, Energía y Materiales de Oviedo (EIMEM). Anteriormente, en 1971, fue adscrita a la Universidad de Oviedo.

En una operación realizada a la chita callando -según denuncia Javier Iglesias-, el actual rector de la Universidad, Angel Ignacio Villaverde, licenciado en derecho por la Universidad de Oviedo, gijonés especialista en derecho constitucional, presentó una modificación de los campus de la Universidad, por la que pretende llevar los títulos de Minas a Mieres (en especial, el habilitante de master, que prolonga la línea académica que significó el título superior de ingeniería de minas), y ocupando el edificio de la actual Escuela Técnica con un nuevo grado de Deportes.

Entiendo muy bien que, ya no el director de la Escuela ovetense, la mayoría de profesores de la misma, el decano del Colegio de Ingenieros Superiores de Minas del Noroeste de España y su Junta directiva, y todos los egresados de la Escuela de Oviedo encuentren que el propósito de mover a Mieres los títulos ovetenses es un despropósito. El alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, ha prometido impedir con todas las opciones a su alcance ese traslado contra natura y llama a la movilización ciudadana.

Hay, por supuesto, voces a favor del traslado. El alcalde de Mieres, de Izquierda Unida, el ex picador de Hunosa Aníbal Vázquez, apunta con el rifle de la diferencia de clases hacia los contrarios al traslado, identificando con las élites económicas a los opositores a ese cambio de ubicación.

Es imposible poner orden en esta España llena de malentendidos, rencillas, egoísmos de pandereta y tambor e ignorancia casi supina de cómo se deben hacer las cosas en aspectos fundamentales. En el pequeño terreno de la Escuela de Minas de Oviedo, ha de contar como fuerza inamovible, que el prestigio de la Institución académica está vinculado a la ciudad. Igual que la Escuela de Madrid, ubicada en Ríos Rosas (y, desgraciadamente, en proceso de descomposiciómn académica por culpa de Bolonia y de los desgarros egoístas e interesados que se vienen produciendo entre las Escuelas de Ingenierías), ha de mantenerse con ese prestigioso nombre y ubicación y no tendría sentido trasladar sus aulas a, pongo, por caso, Carabanchel, en donde existen importantes instalaciones que pertenecieron al Ejército.

En multitud de escritos, conferencias y actos académicos y de difusión, he expresado sobre mis ideas sobre la forma de reforzar la región asturiana, apoyando que las Escuelas de Ingenieros de Minas de Oviedo e Industriales de Gijón deberían unirse en una Politécnica. He reconocido, como no podía ser menos, el gran prestigio que tuvo la Escuela de Capataces de Mieres y el alto nivel de los egresados de la Escuela de Ingenieros Técnicos de Minas de esa villa. Comparten profesores ambas Escuelas, y el entendimento entre ellas, cada una en su nivel académico, ha sido siempre bueno.

Trasladar las enseñanzas de ingeniería superior a Mieres, provocaría una inmediata pérdida del prestigio, particularmente doloroso a nivel internacional para los nuevos egresados. Cuesta mucho esfuerzo, dedicación y años, vincular una Universidad a una localidad. Pero no solo eso. Seguramente, el alcalde de Mieres, el rector de la Universidad y otros palmeros que solo ven cerca de sus narices, pueden creer que, con ello, habrá más ingenieros de Minas procedentes de las cuencas mineras y que se generará actividad y riqueza complementaria.

No va a ser así, al contrario. Los jóvenes asturianos que quieran hacer ingeniería superior de Minas o Industriales lo tienen fácil ahora, porque las localidades de Mieres, Langreo, Gijón u Oviedo están distantes entre sí apenas 30 km, con excelentes comnicaciones. No habrá más alumnos, sino menos. Porque Mieres está peor comunicada y, villa en decadencia demográfica acelerada, ofrece muchos menos atractivos para vivir en ella que Oviedo o Gijón.

Así que entiendo que el cambio de ubicación no resolverá ningún problema. Con siete u ocho Escuelas de Minas en España -un despropósito, producto lateral del desconcierto autonómico- en donde se pretende impartir la enseñanza superior de Ingeniería de Minas en España -con el mismo martillo destructor que afecta al nivel de otras carreras de ingeniería, ciencias y letras, antaño prestigiosas y hoy hundidas o camino de hundirse en el marasmo de titulaciones sin sentido- hacer un movimiento que cambie el nombre de la mejor Escuela de Minas de España en este momento de la localidad donde se ubica, es debilitar los cimientos del único edificio académico que queda en pie, en esa vieja profesión de la ingeniería de Minas, uniendo el descabezamiento a las decenas de deplorables caídos por el placer de poner un nombre propio a una ruina.

Dejemos las cosas como están. Y si Mieres quiere poner el nombre de su campus como localidad anexa a la Escuela de Oviedo, habrá fórmulas políticas y académicas para no causar un desastre. No hablamos de edificios, sino de prestigio a mantener.

 

 

Publicado en: Actualidad, Asturias, Educación, Ingeniería, mineria Etiquetado como: alcalde de Mieres, alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, Aníbal Vázquez, Escuela de Minas de Madrid, Escuela de Minas de Oviedo, Francisco Blanco, Ignacio Villaverde, ingeniero de minas, Javier Iglesias, Oviedo, ranking de Shangái, rector de la Universidad de Oviedo, Ríos Rosas

Vuelve mi actividad pública como poeta y conferenciante

7 octubre, 2021 By amarias Deja un comentario

El 28 de octubre, jueves, en el Salón de Actos del Hotel 4 Nudos, en Avilés, a las siete de la tarde, quienes se animen a acercarse al centro de la histórica población asturiana, villa del Adelantado de la Florida, podrán asistir, al fin, a la presentación de mi libro (inédito) “El Cáncer: instrucciones de uso”, (destinado a pacientes y familiares, pero también a médicos y personal sanitario), y a la lectura de una selección de mis poemas del libro “Sonetos desde la crisis”.

Mi gran y generoso amigo Joaquín de la Buelga leerá varios Sonetos del Libro “Sonetos desde el Hospital” ( https://angelmanuelarias.com/libro-sonetos/ ), cuyos precalculados beneficios aporté ya a la Asociación Española Contra el Cáncer antes de la Crisis del Coronavirus. Como fondo, el profesor, músico y cantante, Rodrigo Alperi, ha tenido la gentileza artística y profesional de poner música al recitado; lamentablemente, no podrá asistir, por sus obligaciones académicas, Con Joaquín, conforma la exitosa “Caravana del Verso”.

Será un acto, sin duda, entrañable (para mí, por supuesto), al que invito desde ahora, para que lo reserven en sus agendas, a todos los amigos de Asturias. Por mi parte, para hacer más llevadero el mensaje de la conferencia, intercalaré la lectura personal de tres o cuatro poemas y, como fondo, en la pantalla al efecto, proyectaré imágenes de algunos de mis cuadros.

Margarita Collado (AECC), Juan José Fernández Díaz (decano del Colegio de Ing. de Minas del Noroeste) harán una breve presentación del acto. Y Armando Arias, el gran muñidor de la vida intelectual de Avilés -y por tanto, de Asturias, Presidente del Club Cultural de la Serrana-, que está detrás de la organización de este evento, ordenará un coloquio, que versará, si el público lo desea, sobre la vida, la poesía y el cáncer.

Difundidlo, por favor. Que nadie diga después que no se enteró.

Publicado en: Actualidad, Asturias, Poesía Etiquetado como: angel manuel arias, Armando Arias, Avilés, Club Cultural La Serrana, Colegio de Ingenieros de Minas del Noroeste, Hotel 4 Nudos, Juan José Fernández Díaz, La Caravana del Verso, Margarita Collado, Rodrigo Alperi, Sonetos desde el Hospital

Asturias, cuesta trabajo

1 agosto, 2021 By amarias Deja un comentario

Espero no ofender a casi nadie si afirmo que a la región asturiana le falta proyecto. Y, por tanto, carece de estrategia de defensa de lo que no tiene.

Siempre me pareció que,  entre los múltiples y graves problemas de Asturias -cuyo origen, bien estudiado por especialistas, proviene de la utilización sistemática de la región por los gobiernos centrales para atender a los intereses generales sacrificando (o adulterando) los intereses para el desarrollo regional-, luce con voz propia una característica especial. Tenemos un exceso de cabezas pensantes, generadoras de estudios, análisis, sugerencias y críticas, realizados por instituciones y particulares, ofreciendo opiniones interesantes o al menos, merecedoras de discusión, para lograr la reactivación o detener la parálisis, pero faltas de coordinación. Los gallos del corral de las ideas son poco dados a ponerse de acuerdo y prefieren enzarzarse en discusiones sobre el pasado y lo que pudo haber sido.

La permanente discusión sobre lo que se tendría que haber hecho, siembra confusión y desorden y empequeñece y desgasta las fuerzas que deberían aunarse para poner en marcha las ideas. La pequeña región presenta excesivos centros de análisis sin fuerza decisoria, ha alimentado la formación teórica de alto nivel, olvidando el adiestramiento de los discentes en habilidades prácticas y, en cuanto a la promoción de actividades, en un erróneo planteamiento de autosuficiencia, apoya pequeños emprendimientos locales con escasas posibilidades de supervivencia por poco que cambie la coyuntura.

Es imprescindible que los centros de formación técnica de Gijón, Oviedo y Mieres, olviden el enfrentamiento de los egos profesorales y se estructuren como una verdadera Politécnica, con programas de formación e investigación coordinados, en lugar de mantener la actual sobrecarga de profesorado y alumnado. La formación profesional, que tuvo -¡en el tardofranquismo y en las primeras décadas de la democracia!- días de gloria, deambula  sin energía entre los planes de estudios pendientes de revisión a fondo, la efectividad de la enseñanza dual y padeciendo la escasa atención que le presta el empresariado regional, con escasas excepciones de nivel.

Periódicamente, tomando consciencia del languidecimiento de la región, se reabre la cuestión de las conexiones con la meseta, con occidente y oriente. La autovía de peaje es un hurto permanente consentido que apoya la idea general del aislamiento de Asturias. El viajero gasta más en peajes en ir y volver a la región desde Madrid que en combustible. El tren de media velocidad -un enlace con Madrid que tarda dos horas en llegar a León y prácticamente tres en recorrer los cientoveinte kilómetros desde allí hasta Mieres, Oviedo o Gijón- forma parte de ese desprecio hacia las comunicaciones de Asturias con el resto del mundo. No son pocos los que, para ahorrar tiempo, dejan el coche en León o mandan que se les vaya a buscar allí para seguir por carretera el trayecto a Oviedo. Gijón o el resto de poblaciones asturianas de destino.

He leído con atención el proyecto Asturias XXI con el que, según tengo entendido, desde hace unos once años, un grupo de animosos profesionales, quiere concretar lo proyectos que servirían para la reactivación de la dormida y olvidada región. Son, todas, buenas ideas. Hay una relación muy sugerente de mentores -casi todos, residentes en el extranjero y  dispuestos, por lo que leo a dar sabios consejos.

Lo que falta en esta región no son, sin embargo, ideas -andamos sobrados de ellas-. Lo imprescindible es encontrar la manera de plasmar algunos de esas iniciativas -las seleccionadas como prioritarias-, con dinero. Esas inversiones, dado el reducido tamaño del tejido empresarial asturiano y la ausencia de una Banca regional (¡ay, Cajastur!), han de venir, básicamente, desde fuera y, muy seguramente, de proyectos públicos o semipúblicos.

En el caso de la potenciación de la investigación para apoyar proyectos con viabilidad regional, la cuestión es igualmente urgente. Ninguna tesis doctoral, ningún trabajo de investigación universitario, ni siquiera las tesinas fin de grado (especialmente en las disciplinas técnicas) debieran olvidar ese enfoque.

Desde fuera, en especial cuando se tiene una responsabilidad importante en un empresa o grupo empresarial, no es complicado bombear buenas ideas de lo que “hayquehacer”. Vale. Pero la experiencia demuestra que, por brillante que sea el expatriado que vuelve, se encontrará con duras resistencias para poner en marcha sus proyectos. Será fagocitado por la reacción regional, ninguneado por las fuerzas vivas instaladas, agotado su empuje por la falta de medios y apoyos.

Otra cuestión que afecta a Asturias -la principal, en mi opinión-, es la falta de unidad política regional. Las dos Españas se reproducen en este minúsculo pedazo del mapa, con descalificaciones entre una izquierda trasnochada y de pulso estéril y un centro derecha incapaz de conceder la mínima ventaja a su oponente ideológico. Asturias no tiene masa crítica ni fuerza para forzar en el Parlamento y en el Gobierno (donde hace tiempo carecemos de voz) un cambio de rumbo, ayudas concretas para proyectos relevantes y cortar de raiz ese ruido de opiniones de salón.

Asturias debiera plantearse la unión -tal vez no como supra-región, aunque sí con enlaces sólidos para poner en pie de inmediato, los proyectos principales comunes más urgentes- con León, Cantabria o, incluso con Galicia (al menos, Orense y Lugo). Esos proyectos comunes debería incluir la recuperación de antiguas poblaciones rurales, la revisión del alcance verdadero de la red 4G/5G, el cuidado de las comunicaciones interiores, la potenciación de los productos propios de calidad, el aprovechamiento de las masas forestales, la utilización más eficiente de los terrenos agrícolas y, en fin, una propaganda dirigida no solo a vincular la imagen de la región al lobo y al oso, sino a la eficiencia, la calidad de vida, la formación y cualificación de su juventud.

 

Publicado en: Actualidad, Asturias Etiquetado como: Asturias, Asturias XXI, proyecto regional

Entre arrullos y cantos de sirena

14 agosto, 2020 By amarias Deja un comentario

Manuel Fernández Sanz, autodenominado Manolito el Pollero, poeta de la bohemia matritense, con un solo libro publicado, y póstumo, ha sido rescatado del olvido por mi amigo Mario Fernández, librero de viejo y nuevo, que ha tenido el buen gusto de reeditar “Silva, Grillera y Cigarral de Manolito el Pollero”, inencontrable rareza publicada en 1966, editada y prologada en su momento por Camilo José Cela.

El prólogo de Mario con el que da nuevo lustre a la colección de poemas, cuenta detalles de la vida de Manuel  Fernández, y ofrece pinceladas certeras del ambiente literario de la época, en el que El Pollero se desenvolvía con soltura y respeto.

Recuerda el re-editor que Manuel se definía de esa curiosa manera, y alardeaba de ser el único poeta que vivía de la pluma, con el fondo de solfa y retintín que ponía en evidencia sus orígenes astures. Su familia era propietaria de un próspero negocio de venta de pollos en el barrio madrileño de Tetuán.

Persona de refinada cultura, amigo de muchos de los escritores famosos de la época, fue un genuino vividor, un vago genial, un poeta con una habilidad seductora para la palabra que escribía con facilidad versos rimados de los que se conservan pocos, pues algunos recibieron publicación puntual esporádica y esta selección (o lo que fuera) fue realizada por el propio Manolito el Pollero y entregada a Cela, con disposición de sufragar él mismo la edición, lo que no pudo cumplir porque le llegó antes la Parca, si es que el premio Nóbel, gran amigo, le hubiera permitido tal dispendio.

Dicen las crónicas de esos que reinventan la misma historia para aplicarla donde les convenga, que Manuel escribía en servilletas de papel, que tiraba al suelo con menosprecio, y que sus amigos recogían y planchaban y que gracias a ello se pudo recomponer aquel libro que Cela publicó al mes de su fallecimiento. No debió ser así, porque el propio Cela cuenta que el manuscrito se lo entregó el autor, y si existen poemas aún por descubrir en servilletas, vengan luego.

Manolito el Pollero está enterrado en el cementerio de San Justo, en Cornellana, junto a su mujer y su hijo. Aunque nacido en Madrid, Manuel Fernández Sanz era de familia asturiana y disfrutaba con asiduidad del reposo que le proporcionaba, sin duda, la casa que poseían en San Justo, cerca del lugar en donde hoy reposa.

Esta cuidada edición del propietario de la librería Berceo nos recuerda que Manuel Fernández Sanz reclama desde el silencio forzado de su voz apagada pero la fuerza vitalista permanente de sus versos, un recuerdo-homenaje póstumo. Por qué no, “Entre arrullos y cantos de sirena”, como reza el soneto que dedicó A una Caracola.


Nota P.S.

Mario Fernández, a poco de enviarle yo esta modesta reseña, me llama para corregirme la versión anterior, en la que atribuía la recopilación a la aportación de amigos recolectores de servilletas arrugadas. Dice que esto es un cuento chino, del gusto de los que buscan truculencia anecdótica donde solo hay verdad simple, y que hay que leerse bien el prólogo de Cela (y el suyo mismo) para encontrar el desmentido.

Corrijo, pues, y pido disculpas. Aunque la falsa anécdota tenía jugo, éste no era leal, sino prestado.

Publicado en: Asturias, Poesía Etiquetado como: Cela, Cornellana, Grillera y Cigarral, librería Bercero, Manolito el Pollero, Mario Fernández, Silva

Asturias, el paisanaje

13 agosto, 2020 By amarias 2 comentarios

El reconocimiento de la gravedad de la situación asturiana, con un tejido industrial y una base de generación de actividad y empleo crudamente dañadas por la pérdida de los sectores básicos que propiciaron un falso éxtasis de bienestar, vuelca la atención en prácticamente todos los análisis sobre la “reinvención”, la “reconstrucción” o “el nuevo resurgir” de la región sobre su capital humano.
Este énfasis sobre la calidad de la población, en mi opinión, no deja de ser una carga trasladada a quien no tiene capacidad para resolver el problema. Equivale a la  típica frase de ánimo (no niego que bien intencionada) con la que intentamos estimular al enfermo de un mal grave, presuntamente incurable: “Animo, tú puedes”. O la medicina y la terapéutica acuden a la operación de salvamiento, o, si la enfermedad es  letal, solo se conseguirá agravar la tensión emocional sobre el paciente, culpabilizándolo de su desgracia.

Tiene Asturias un aceptable capital humano, sin duda, pero ese factor clásico de la función del trabajo, debe ser activado y canalizado en emprendimientos productivos. Si consideramos únicamente la actividad empresarial, no discuto la calidad de la formación técnica y, en general, la universitaria, de los egresados de las muchas ramas del saber que tienen enclave formativo en la región.

He escrito muchas veces -sin éxito, porque, sin duda, resolver la cuestión, no por necesaria, es sencilla- que tenemos una disparidad y densidad excesiva en centros de formación técnica. Todos ellos cuentan con profesionales cualificados, y exigencias formativas muy altas. El número de ingenieros de minas o industriales,  en las modalidades actuales de grado o máster, es, sin duda, excesivo para la capacidad de absorción de la región. En consecuencia, desde hace ya décadas, se están formando profesionales para que busquen su empleabilidad fuera de la región.

Sucede lo mismo en las facultades literarias, desde Derecho a Filosofía e incluso sicología. No es distinta la situación en Medicina y Enfermería. En todos los casos, quienes acaban su cualificación se ven forzados, en gran número, a marcharse de la región si quieren encontrar aplicabilidad a sus estudios. Eso sí, la buena fama de la mayoría de las carreras asturianas, muy exigentes, favorece la empleabilidad.

Creo que debería atenderse con máxima intensidad a apoya trabajos de investigación, tesis doctorales y trabajos fin de grado que tengan orientación preferente, ya que no exclusiva, al desarrollo regional. Y, en esa línea, habría de apoyarse, con subvenciones e impulsos públicos sin reticencia, a la formación de empresas en las que participen, como socios, jóvenes egresados, sus profesores, e inversores asturianos.

He enunciado en otras ocasiones que debería estimularse la creación de empresas en las que los aportadores de capital fueran jubilados con esa disponibilidad económica y los proyectos, construidos con ideas y patentes surgidos de las Universidades asturianas. Se trata de orientar la formación académica hacia la aplicabilidad regional. ¿De qué nos sirve saber que la densidad de abogados en Asturias es de las más altas de España, y que hay más ingenieros por metro cuadrado que en cualquier otro punto del mapa nacional?

En relación con la mano de obra cualificada de formación profesional, la situación es especialmente urgente. Tenemos ya pocos especialistas mineros, mantenedores de centrales térmicas, caldereros, operadores de laminación, instrumentistas, etc., jubilados la mayoría. Sucede lo mismo que, en otros sectores y regiones españolas, con los especialistas en mantenimiento de centrales nucleares, prospección profunda, expertos en resistencia de materiales o producción farmacéutica, entre otros campos, porque se han dejado caer o han cerrado las empresas matrices sostenedoras de la necesidad.

Animo, pues, a la revisión de la formación de grado medio, recuperando la vieja pero vigente teoría de las escuelas de formación profesional. No necesitamos tantos ingenieros de formación (en este estado de desarrollo) y sí más especialistas en máquinas herramientas, control numérico, robótica, telecomunicaciones, informática. Es decir, con aplicaciones trasversales a la mayor parte de las necesidades empresariales, cualesquiera que sea su rubro de actividad.

No concibo, y apelo a mi propia experiencia, que las pequeñas empresas, producto de iniciativas individuales, florezcan y triunfen sin apoyos públicos y privados. Puede que siete de cada diez mueran, en intentos fallidos. Pero la formación de quienes las emprendieron servirá para otros emprendimientos y la experiencia adquirida no tiene desperdicio. No creamos que los catalanes y vascos -por poner un ejemplo- son más listos ni más emprendedores que los asturianos. Quiá. Les apoya el entramado generado en estas regiones, de apoyos públicos sin rubor, de fronteras de nacionalismos embutidos a la gente desde las escuelas. Aunque el tamaño de estas regiones es superior al de Asturias, la falta de conciencia regional aquí pesa como un lastre. Cada vez que veo en un comercio, por ejemplo, que Lentejas la Asturiana, proviene de Canadá o Estados Unidos, me pregunto si basta creer que la faba asturiana es la mejor del mundo, cuando nuestros fértiles valles están perdiéndose, faltos de cuidado, sin remedio.

Hay que generar empleo con urgencia, porque los subsidios que se reciben en la región por la vía de las jubilaciones, se perderán a corto plazo, al fallecer sus detentadores. Y hay bolsas tremendas de posible actividad, que se deben cubrir: recuperación de edificios históricos, abandonados en la desidia de la ausencia de mantenimiento, bosques sin aprovechamiento cabal, pasto periódico de incendios provocados o no, antiguos campos de labor ahora sin otro destino que las zarzas. Solo la eliminación de esos miles de ruinas que pueblan nuestra geografía regional, o la recuperación de estos centenares de edificios en lugares nobles de nuestros pueblos, que se caen a pedazos, ya generaría muchos puestos de trabajo. ¿Quién lo ha de pagar? Desde luego, el propietario; y si no lo hace, la administración pública, previo expediente.

Tenemos que convencernos que Asturias, el Paraíso Natural de nuestros cuentos, tiene, como lo imaginamos desde los sueños de grandeza regional, los días perdidos.

Caminamos hacia una región con poco más de seiscientos mil habitantes, quizá como deseable lugar de residencia para eficientes y dichosos propietarios de un puesto decente de teletrabajo. Pero no lograremos la recuperación de un tejido industrial suficiente para mantener la actual población y el nivel de bienestar de que disfrutamos, solo mirando con avidez hacia el turismo.

Se me objetará que podía ser más optimista. Tal vez. Aunque para alimentar el optimismo, desde hace ya décadas, se bastan los centenares de acomodados estudiosos y expertos que, desde sus atalayas, animan a cambiar el “paradigma regional”.

Y juro que no tengo ni idea de lo que eso significa.

Publicado en: Actualidad, Asturias Etiquetado como: Asturias, desarrollo regional, Formación Profesional, industria, Universidad

Asturias, después del Paraíso

10 agosto, 2020 By amarias Deja un comentario

Con regularidad, la prensa asturiana publica ideas, reflexiones y críticas de sabios locales acerca de lo que convendría hacer para recuperar la perdida bonanza de los años en que las empresas públicas -Ensidesa y Hunosa y el entramado de proveedores de servicios que creció a su abrigo- garantizaban el bienestar de locales y advenedizos, atraídos éstos por el calor del empleo bien remunerado.

Aquellos años son pasado, arrasado el sector industrial “pesado” debido a la crisis del carbón y del acero, situación dura que desequilibró la economía regional, a la que se añadieron, casi coetáneamente, la destrucción de la cultura agropecuaria tradicional (la tenencia de un par de vacas,  huerta propia para cultivar algunas hortalizas y mantener un cerdo y algunas gallinas), la caída del sector naval en buques de recreo, los recortes inversores en Defensa, el aumento del precio de la energía y, ya más recientemente, la presión de la descarbonización (que sirvió para cerrar centrales térmicas, pero también para apuntillar la industria que utiliza de forma intensiva la electricidad, como Asturiana de Zinc o Alu Ibérica). Todo esto se agudiza con el singular arrinconamiento geográfico de la región, emparedada entre un mar no muy amistoso y una montaña poco accesible, alejada de los mejores mercados ajenos por una autopista de peaje, carreteras de montaña y una vía férrea a la que le falta modernización para conseguir ratios de transporte competitivos.

Mejor está Asturias en la comunicación por mar, pero los grandes puertos -Gijón y Avilés- han visto sus movimientos drásticamente reducidos, al estar vinculados a las cargas pesadas que tenían su fundamento en las actividades de los sectores siderúrgico y energético. Del tráfico aéreo poco se puede decir, salvo que es propio de un país de tercera.

Que la caída de los sectores industriales haya movido a las fuerzas vivas -estudiosos y políticos- a potenciar la región como un Paraíso natural, animando al turismo, a que descubriera rincones, comida, m0numentos, paisaje y paisanaje, es casi apelar a una obviedad. Asturias, a pesar del maltrato sufrido en lugares puntuales por la explotación minera de una hulla con demasiado azufre y cenizas y la producción de chapas y carriles con hornos que se alimentaban con coke y mucha energía, tiene mucho encanto.

Pero vivir del turismo no es suficiente y, como todo el mundo sabe, el pasajero errante es imprevisible, díscolo, y cambia de gustos según las modas y los bolsillos. Por eso, las cabezas pensantes de la región elucubran, una y otra vez, sobre la forma más conveniente, según ellos, de recuperar el Paraíso industrial perdido. El cóctel combina siempre, la mejora de las comunicaciones regionales con la meseta (en las alas está la poderosa y subvencionada industria vasca y la capacidad inventiva de los gallegos para sacar fruto de la pobreza), la motivación del emprendedor con ayudas y centros de activación empresarial desde la cuna y, en fin, la defensa numantina -hasta que se sucumbe por la fuerza del mercado- en las pocas empresas de relativo tamaño que aún subsisten, por el milagro de la exportación y la mano de obra cualificada, instándolas a diversificar su producción, innovar e invertir.

No tengo nada que objetar a tantos sabios colegas como los que han metido sus meninges en el pozo de la reactivación de una  región de tamaño casi minúsculo. Estoy de acuerdo en la necesidad de la reactivación industrial, pero no creo que el futuro deseado se concrete con pequeñas actuaciones dispersas (aunque se esté promoviendo el aumento de los clusters y la colaboración empresarial.

Mi solución para la recuperación del Paraíso industrial perdido mantiene esta línea argumental: la región necesita una o dos grandes empresas, en otros tantos sectores estratégicos, que generen de partida unos cuantos (cuatro o cinco mil, para empezar) puestos de trabajo.

¿Dónde están estos sectores?  Por la tradición industrial y minera, aunque se esta perdiendo a espuertas especialización, debido a las jubilaciones anticipadas que llevaron a la inactividad a excelentes profesionales a todos los niveles, creo que esos sectores de excelencia deberían estar en alguno de estos campos: la metalurgia de aleaciones especiales y su transformación, en la fabricación de materiales cerámicos y sus aplicaciones, en las aplicaciones duales para Defensa y sectores civiles, en la investigación y fabricación de soluciones para las enfermedades relacionadas con el aparato respiratorio, en la industria del mueble de calidad, en la generación y aplicación de soluciones para el ahorro energético en edificios, en la recuperación o demolición de ruinas, y, en fin, en la potenciación de la producción agroalimentaria, potenciando el aprovechamiento de los recursos naturales.

Cualesquiera que fueren las empresas elegidas para impulsar sectores estratégicos -siempre en colaboración pactada con la Administración central y para completar un mapa coherente de las Autonomías, en el que no se produzcan duplicidades despilfarradoras-, los desarrollos y aplicaciones han de estar apoyados en las TICs, y utilizando los avances de la robótica, en coordinación con la Universidad y sus departamentos más activos.

Si no existiera iniciativa privada para organizar esas grandes empresas activadoras, habrá que acudir al capital público-privado. Está bien el impulsar pequeños proyectos industriales (transformación de las grandes empresas en sectores o aplicaciones destruidas por la crisis, minería de subsectores como rocas y áridos, energías renovables en un campo ya m-uy saturado,…) y de servicios (bares, peluquerías, ferreterías, artesanos del cuero o de la madera…), aunque mi olfato empresarial -ya acostumbrado a la chamusquina-, vaticina que las expectativas voluntariosas chocarán con la realidad, saturada en unos campos y con poco recorrido en otros.

(continuará)

Publicado en: Actualidad, Asturias, Economía Etiquetado como: Asturias, reactivación industrial

Cataluña en pie de guerra…pacífica (1)

19 octubre, 2019 By amarias Deja un comentario

Imposible no dedicar unas palabras a la grave situación que está viviendo Cataluña. Se trata, sin duda, de una movilización de esa región contra el Estado, que tiene su presunta justificación inmediata en la publicación de la Sentencia condenando a los políticos que lideraron el movimiento secesionista de la región catalana, y que apoyaron esa actuación ilegal con malversación de dineros públicos.

¿Tiene explicación la organización de una revuelta popular contra la actuación reglada -apreciar en juicio justo (y con total publicidad, presuntos hechos delictivos- de uno de los estamentos del Estado de Derecho?

No, no la tiene, ni la puede tener. España es uno de los países con mayor libertad y amplitud en el uso de facultades y derechos, y su legislación garantista ha servido de modelo (y envidia) a otros. Pero el hecho es incuestionable: desde que se conoció el fallo de la Sentencia (hago esta matización en lugar de referirme a la Sentencia en su totalidad, que califico personalmente como dotada de una formulación jurídica impecable y con sesgo marcadamente benevolente hacia los condenados), Cataluña se ha visto envuelta en una tensión social de extrema gravedad.

Reventó la caldera en donde bullía el caldo de despropósitos secesionistas que venía siendo alimentada, inconsciente o conscientemente, desde hace ya cuarenta años (inventos y falsificación de la Historia, elevación del catalán a lengua suprema, enseñanza polarizada hacia el odio contra el resto de España, confusión e ignorancia respecto a valores y solidaridad, baja calidad de liderazgos, etc.).

Solo fue necesario encender varias mechas que estaban preparadas por expertos artificieros de desorden. Para provocar demoliciones y graves desperfectos solo es preciso situar pocos explosivos en lugares adecuados. Grupos de individuos que tapaban sus rostros y que actuaban organizados, duchos en provocar tumultos y daños, se enfrentaron a las fuerzas del orden -tal vez cogidas a desmano, tal vez poco preparadas para el envite, puede que sorprendidas por la extrema violencia-, y consiguieron captar la atención de las cámaras y de la prensa en general. Hay heridos graves, una secuela de duras confrontaciones sin sentido, decenas de declaraciones tibias, calenturientas o simplemente desafortunadas, nervios rotos, gritos ácidos, y, en suma, con los restos del caldo, se sigue cultivando en una nueva marmita el crecimiento de los odios, las disensiones ácidas, los alegatos violentos, los desencuentros dañinos, y se hace insoportable el cúmulo de incomprensiones recíprocas sepultadas bajo la imposibilidad de llegar, no ya a un acuerdo, incluso a la calma, en meses o años.

La escalada de tensión, plagada de incidentes intolerables contra los mossos de esquadra, la policía nacional y la guardia civil, debe ser calificada sin ambages con apoyada por el engaño evidente de estar realizándose una “manifestación pacífica” por parte del gobierno de la Generalitat (del President Torra, en particular), ignorando la realidad de los hechos y persistiendo en el anclaje de la emoción inaudita en un mundo paralelo inexplicable y, por la misma esencia de sus planteamientos, insoportable para todos.

La actuación de las fuerzas del orden ha de ser calificada como ejemplar, asumiendo riesgos personales muy altos en el encuentro con revoltosos que no ahorraron violencia: lanzaban piedras, adoquines, barreras e incluso dispusieron de cócteles Molotov;  utilizaron palos y porras, iban encapuchados y quemaron contenedores y coches -¡incluso de la policía!-. Se creó máxima confusión para extremar la sensación de caos.

Repito hasta la saciedad: Por encima de esas actuaciones, tutelando el despropósito independentista convertido ahora en revuelta contra el orden institucional, destaca la equívoca actuación de Torra -defendiendo con la boca pequeña la manifestación pacífica contra la Sentencia, y alentando al mismo tiempo la insurrección contra el Estado (“España, antidemocrática, holgazana y fascista es injusta con el sosegado y laborioso pueblo catalán” es el leitmotif” de su catecismo revoltoso)

Contrasta la situación en Cataluña, incomprensible para la inmensa mayoría de los españoles, incluidos, claro, los catalanes de paz y orden, con el despliegue de afectos y adhesión que la Monarquía -la Jefatura del Estado como símbolo de la unidad de España- ha despertado en Asturias, con ocasión de la entrega de los Premios Princesa de Asturias. El Rey Felipe VI no se refirió en su discurso durante la ceremonia a la grave situación en Cataluña, seguramente para no empañar con recriminaciones ni lamentos la puesta de largo como heredera de la Corona de Leonor, su hija mayor.

No hacía falta la referencia explícita. En la capital asturiana y en toda la España que vio en directo la retransmisión desde el teatro Campoamor de Oviedo pudo valorarse la profunda diferencia entre los dos ambientes: el del afecto pacífico y leal hacia la Constitución, representada por el Monarca, los Ministros y autoridades que asistieron al acto de entrega de los Premios Nobel españoles, y el de la sorpresa, el hastío y la condena hacia las manifestaciones antisociales, revolucionarias, desleales, de esas facciones de impresentables -antisistema, terroristas callejeros-  que conducen a una multitud de catalanes (no dudo que de buena fe, pero engañada por la mala fe de otros), a su destrucción como país, a la derrota de la tranquilidad, disposición a la solidaridad y buena fe que fue atribuida desde hace décadas a la sociedad catalana.


El ave de la foto es una hembra de colirrojo tizón (Phoenicurus ochuros), más pálida de plumaje que el macho, aunque también tiene la distintiva cola rojiza. Son pájaros fundamentalmente insectívoros, y bastante abundantes en nuestras latitudes, no siendo infrecuente verlos sobre las crestas de los tejados o encaramados a muretes y salientes- Al amanecer, en las áreas urbanas, este túrdido madrugador suele ofrecer su característica silueta recortada contra el cielo, moviendo la cola arriba y abajo de manera peculiar y emitiendo un breve canto prácticamente monosilábico.

Publicado en: Actualidad, Asturias, Cataluña Etiquetado como: Asturias, Cataluña, fuerzas del orden, Premios Princesa de Asturias, revoltoso, revuelta, Torra

Dana

15 septiembre, 2019 By amarias Deja un comentario

Algunas palabras técnicas, que son desconocidas para la mayoría no especializada, se cuelan de pronto, con intensidad, en el lenguaje común, incluso con sus valoraciones eruditas. Es el caso, pongo por ejemplos, de la fractura hidráulica (“fracking”), el índice de referencia de prestamos hipotecarios (“IRPH”), los fibromas y carcinomas (y sus diagnósticos diferenciales), o la “eutanasia pasiva”, la “prisión permanente revisable o la “renta mínima universal”.

Estas últimas semanas, hemos oído hablar mucho de la DANA (depresión aislada en niveles altos), término del argot meteorológico que ha venido a sustituir con fuerza al popularmente asimilado concepto de “gota fría”. En regiones del Mediterráneo español, especialmente en Alicante, Albacete, Murcia, Granada y Valencia, se han sufrido las consecuencias del fenómeno con inmensas pérdidas materiales. Orihuela y su entorno han sido gravemente castigadas.

El fenómeno atmosférico ha supuesto, como cúmulo de desgracia, la pérdida de seis vidas humanas; personas que se encontraron atrapadas en su camino habitual, por rieras rebosadas o aguas fluviales crecidas que, en pocos minutos, anegaron carreteras, derribaron muros, desbordaron alcantarillados y penetraron en las casas aledañas a cauces y calles convertidas en anómalas salidas para el agua torrencial.

La intención inmediata de espectadores y sufridores del fenómeno de achacar al cambio climático los desastres provocados por la dana, ha sido desmentida por historiadores, meteorólogos y climatólogos. Este fenómeno natural no se debe a la elevación de temperatura media del planeta, ni es la primera vez que se presenta en nuestras latitudes. Es más: se produce todos los años, como consecuencia del choque de aire frío polar con el frente cálido y húmedo del Mediterráneo. Varía solo su intensidad como resultado combinado de múltiples circunstancias, y sus efectos pueden aparecer menos dramáticos si no afectan directamente a grandes poblaciones o -como es el lamentable caso actual- se cobran vidas y generan pérdidas graves a particulares.

No quiero sacar punta al lápiz rojo de la desventura, pero la situación sufrida me hace recalar, una vez más, en el problema fundamental de nuestra manera colectiva de abordar la prevención. Prácticamente, ninguna. Estamos poco inclinados a disponer de medios de cobertura, nos acogemos al rito de alertar, incluso con exageración,cuando el peligro es inmediato. Pasamos de actuar para paliar o evitar sus efectos cuando el riesgo es solo una posibilidad. Ya llegará el momento de preocuparse, parece decirnos la voz interior. Y, empeñados en ignorar los equilibrios ante el precipicio, preferimos dedicar nuestro tiempo a disfrutar del presente o, si el cabecilla de turno nos anima, nos entregamos a elucubraciones con poco sentido práctico, adoptando no pocas veces medidas y decisiones fuera de nuestras posibilidades.

No importa ahora discutir sobre el cambio climático, su verdad o sus consecuencias previsibles. El tema que el dana ha vuelto a poner sobre la mesa es inmediato, crucial. Debemos adoptar con urgencia medidas correctoras, preventivas y no solo paliativas, para proteger a las poblaciones en riesgo y a sus bienes de los peligros reales que ya conocemos, porque se han manifestado con anterioridad y tienen caracteres cíclicos o repetitivos.

Pregunto, pues: ¿Por qué se siguen consintiendo, autorizando y, en todo caso, utilizando sin pudor ni castigo las rieras y cauces secos como lugares de aparcamiento? ¿Por qué se construyen y mantienen casas -legales e ilegales- junto a arroyos, márgenes de ríos y zonas costeras y deltas, sin respetar terrenos demaniales, prohibiciones, y pasando por alto la atención a la más elemental prudencia? ¿No hay nadie responsable de limpiar regularmente imbornales y atender a sistemas de alcantarillado o a la recogida de aguas separativa, con la construcción de diques de choque para atender a lluvias torrenciales? ¿Se han calculado bien y se revisan regularmente los estados de acequias, presas, azudes, imbornales, taludes, puentes y sotopuentes, así como lugares de escorrentía? ¿Por qué no se atiende sistemáticamente a la limpieza de orillas de ríos, arroyos y viejos cauces, convertidos muchos de ellos en basureros impúdicos? ¿No es importante atender al desbroce y cortes de maleza de carreteras y vías, eliminando árboles y cualesquiera elementos que puedan significar obstáculos al tránsito?

No estoy hablando del comportamiento frente a la catástrofe. La capacidad de nuestro pueblo para volcarse ante la desgracia no tiene parangón. Se nos despierta, colectiva e individualmente, el ánimo solidario para ayudar a cualquiera que se vea afectado por una fatalidad, en especial si es una catástrofe colectiva. Merece todo aplauso.

Pero como planificadores, y como ejecutores de medidas preventivas, no estamos a esa altura. Desde la calma entre tempestades, nos entretenemos en discutir y proponer teorías fantasiosas sin estudio suficiente, gastamos dineros en acciones desproporcionadas, sin relación con nuestra capacidad económica o técnica, y optamos por ser campeones de las medidas restrictivas y adalides de las inversiones desmesuradas en lugar de preocuparnos por los problemas que demandan atención para que el lobo de la realidad no nos vuelva a morder con su despiadada dentadura.

Busco culpables de la falta de planificación no en el pueblo llano, poco apto para adoptar decisiones colectivas, sino en quienes nos dirigen y han dirigido. Si atiendo a la increíble disputa por sillones, que no por programas, con la que nos han martirizado los representantes que hemos elegido para gobernarnos en el futuro inmediato, me temo que la falta de planificación nos seguirá acompañando. Lástima.


Una abeja (apis mellifica) libando de la flor del limonero puede ser, en este momento, el símbolo de la calidad que hay que proteger y defender del ataque que está sufriendo. La terrible vespa velutina (avispa asiática) se propaga con descontrol por las regiones del norte de España, matando sin piedad a nuestras productoras de miel, causando estragos en sus colmenas. Esta imagen me sirve para recordar que tenemos la obligación de defender lo que nos es propio.

No me parece que en la lucha contra la avispa asiática se esté en el camino de vencer a ese feroz enemigo de la abeja autóctona. Porque el mal no apareció este año ni en nuestro territorio. Los primeros ejemplares se encontraron en Burdeos hace ya una decena de años y son varios desde que se conoce aquí la presencia de este depredador de la cabaña melífera. He leído que se está estudiando la acción del avispón autóctono como enemigo de la avispa asiática, y que se especula sobre la potenciación de la cría de cualquier ave insectívora (desde el halcón y aguilucho abejeros hasta el carbonero común).

Quizá quienes están analizando el problema con seriedad e inmediatez conocen los experimentos realizados en Francia con la mosca conops vesicularis, que anida en el abdomen de la avispa asiática y se alimenta de ella, o del  gusano pheromermis vesparum, que tiene un comportamiento similar. Aquí se están ensayando líquidos dulquérrimos, barreras de alambre y se ataca a los nidos detectados con fungicidas. Está muy bien. ¿Ha pensado alguien en la opción de hacer que las avispas asiáticas captadas vivas se conviertan en portadoras a sus nidos de algún veneno específico, que actúe sobre sus congéneres, en lugar de matarlas una a una?

Supongo que sí.

Publicado en: Actualidad, Ambiente, Asturias, Sociedad Etiquetado como: avispa asiática, avispón, dana, depresión, elecciones, gusano, inundaciones, niveles altos, Orihuela, prevención

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