El desmembramiento de Unidas Podemos se va consumando, como una de las posibles formas de consunción de un partido político que, con seguridad, son estudiadas en las Facultades de Ciencias Políticas. A saber, por la voladura descontrolada de sus propios fundadores. El experimento ha durado algunos meses, ha servido para rellenar mucha tinta y movilizar intereses de todo tipo en torno al proyecto y ahora, mientras los fuegos fatuos se apagan, ha surgido, como un ave Fénix, de las cenizas y derrumbes, un nuevo partido: Más España.
Debo reconocer que el movimiento popular -demasiado rápidamente convertido en populachero- de Podemos, me atrajo inicialmente. Por su frescura, por la calidad oratoria de sus cabezas más visibles, y porque parecían dispuestos a mover el sueño de las izquierdas patrias, incluido el despertar de su sopor al viejuno partido obrero marxista que se había trasmutado en PSOE y que andaba a la búsqueda de un líder.
Iñigo Errejón, coautor de aquel invento académico que fue Podemos, junto a Monedero, Echenique e Iglesias, es ahora el artífice intelectual de un giro hacia la sensatez de esa facción de la izquierda, segregando sus muebles de lo que el presidente en funciones (por poco tiempo) Pedro Sánchez llama ahora, después del frustrado intento de que lo apoyaran por la cara, “extrema izquierda”.
Me parece un error que Errejón y sus seguidores, disidentes con la posición estratégica de Iglesias (Pablo)-Montero (Irene),acompañados por un silente y empequeñecido Garzón (Alberto) y dirigidos por el brillante petulante Echenique (Pablo), hayan elegido como nombre a su invento el de Más España. Pero yo no soy ni político ni estratega. Solo que me suena muy, pero que muy raro, en un momento en que la unidad de España está amenazada por revisionistas y secesionistas, el partido haga apelación a que necesitamos “más” de esa España.
Lo que necesitamos, seguro, es menos crispación, más trabajo, mejores ideas y, sobre todo, más voluntad de entendimiento a todos los niveles. En especial, claro, entre los políticos. He visto publicada en la prensa la fotografía de los actuales representantes de los partidos principales (a nivel de Estado) y me sugiere, junto a lo que sabemos de ellos, que todos coinciden en algunos cosas: son varones, jóvenes (aunque ya no inmaduros), engreídos, bien parecidos, petulantes, verborreicos, vacuos, vociferantes, más dados a hablar que a escuchar, ignorantes del mundo empresarial y del mercado, listos y también listillos.
Por favor, Iñigo Errejón, ya que pretende Vd. traer sensatez a este guirigay de machos alfa (así se dicen y así actúan), y puesto que ha de saber, desde su indudable perspicacia política que no va a ser presidente de gobierno, pónga a su equipo a trabajar en la confección de un buen programa. Y, como seguro que se habrá leído la propuesta última de Sánchez a su antiguo jefe Iglesias, y que, en mi opinión, tiene mucho de aceptable, trate de mejorarla y completarla.
Han abierto Vds. un portalón para que la derecha retorne al Gobierno de España y les servirá para que, desde una sensata oposición, aspiren dentro de cuatro años a desbancar a Pablo Casado de la presidencia del Gobierno.
Este mirlo de agua acaba de sacar del río en que habita como señor de sus aguas, un plecóptero.