Para quienes, conscientes de que no hay tiempo para profundizar en todo, pero curiosos para conocer lo más, nos quedamos con lo que se presenta como esencial de una partitura, la teoría de cuerdas es un modelo de física teórica por el que se admite como principio que las partículas elementales, que aparecen como puntos cuando observados con instrumentos de la máxima precisión conocida, no son sino estados de vibración en el espacio de más de cuatro dimensiones.
Esas vibraciones corresponderían a la actividad de unos entes imaginados, con pura existencia teórica, no comprobada, que, por analogía con lo conocido, se identifican con cuerdas de carácter metafísico.
1.Cuerdas .-No tendría sentido que me pusiera ahora a dar una torpe clase de física cuántica, cuando lo que me propongo es analizar, desproveyéndola de cargas emocionales, el importante suceso (para nuestro pequeño escenario de polichinelas) por el que Mariano Rajoy, en cumplimiento ciego de lo que se había convertido en previsible en las últimas semanas, fue revalidado como Presidente del Gobierno de España.
Cualquiera que se tome la molestia de acercarse a la partícula Rajoy -fácil de observar en su quietismo aparente-, convendrá conmigo en que es la suma de multitud de estados de vibración, unos más fuertes que otros, entre los que predominan quienes, complacidos con lo que tienen y creen poder obtener, defienden que las cosas no cambien lo más mínimo, o que, en caso de que lo hagan, sea para recuperar un estado gravitacional aún más placentero. Esa minoría -digamos, intelectual- está apoyada por un grueso de votantes (no me atrevo a designarlos como simpatizantes), en el que se combinan, -además de la convicción de que el mejor estado es el que se tiene y el deseo intuitivo de que es mejor estar arropados por una mayoría anodina que en encontrarse en un tumulto-, la comodidad, la ignorancia, el miedo y la desconfianza hacia las personas y actitudes que apoyan cualquier cambio.
Nadie crea, en su inocencia, que la derecha no tiene trabajo por hacer. Albert Rivera, que es una partícula inteligente, razonable en sus argumentos y con atractiva proyección mediática, tiene, por su parte, gran recorrido como renovador de la derecha española, hoy también sin rumbo (se verá al poco tiempo de empezada la legislatura de la que, con descaro incomprensible, algunos se han sentido tan satisfechos). Está agotada para ella la opción simple, con la que tan bien le fue, de mimetizarse con ciertos avances y logros de la socialdemocracia, asumiéndolos como suyos, para, entre bambalinas, seguir tejiendo sus hilos de Ariadna.
2. Hilos.- Casi de forma simultánea, los que tuvimos ocasión de ser testigos, gracias a los despliegues mediáticos, de la evolución de otras actitudes particulares, ya de partículas como de sus cuerdas subyacentes, vimos a Pedro Sánchez, hasta hace nada líder del Partido Socialista, presentarse ante la opinión pública como dispuesto a iniciar su peculiar marcha penitencial, recorriendo en su coche la España de chichas y nabos para hacer resurgir -dijo-la verdadera esencia del socialismo en el suelo patrio. Su actitud merece todo el respeto, tanto por el talante y el contenido, como por la sorpresa para quienes ya no tenemos lágrimas, de encontrarlo al borde de deshacerse en sollozos.
La partícula Sánchez no está, ni mucho menos, sola, sino que en su espacio metafísico (y, por supuesto, en el físico), hay miles de cuerdas vibrantes y varios millones de cuerdas calladas, dispuestas a votar potencialmente en las próximas elecciones -que tendrán lugar muy pronto- por un Gobierno que explique con menos petulancia y mucho más calor social, cuál debe ser el mejor destino para las plusvalías colectivas.
Estar de acuerdo con Sánchez no significa, sin embargo, estar dispuestos a seguir a Sánchez. El hipotético Partido Todos Junto a Sánchez (PTJS) no tiene apenas fuelle. La partícula Sánchez hubiera sido de maravillosa contemplación al microscopio demoscópico, sino fuera por la interferencia de otra partícula con mucho mayor peso mediático, Pablo Iglesias (al menos, al principio de la noche oscura de las elecciones). Si ambas fueran estrellas del firmamento visible, diríamos que Pablo tiene potencia lumínica inferior a la unidad negativa (es decir, está pasado de vueltas) y Pedro, también muy brillante, pero menos, andaría rondando la potencia uno. Sirio frente a Betelgeuse, para entendernos.
La relevancia de las estrellas y de las constelaciones depende del momento. En esta época del año, Sirio destaca como ningún otro astro del firmamento visible. Entrada la noche, sin embargo, desaparecido Sirio bajo el horizonte, Betelgeuse recupera un espacio propio, y ya con nuestra vista acostumbrada a la nocturnidad, las constelaciones de las Pléyades o de las Hiadas -entre otras- atraen poderosamente la atención del curioso noctámbulo, por su singularidad y belleza. Pero el cosmos gira aparentemente sobre la polar, las constelaciones visibles pasan a ser otras, y las noches pueden ser neblinosas, oscuras y hasta tétricas para el espectador temeroso.
3. Ataduras.-Permaneciendo en la metáfora cuántica, si se pone la lupa del análisis sociológico en la partícula Iglesias, se descubre en ella un batiburrillo de cuerdas disonantes. Junto a los seguidores estrictos de la filosofía más detectable de la cúpula de Podemos (ahora, Unidos Podemos), que, en esencia, y sin ánimo de vulgarizarla, sino de poder entenderla mejor, sería la de generar una discontinuidad disruptiva en la Historia de España, encontramos la amalgama de cientos de miles de partículas y cuerdas de grado inferior, en un totum revolutum, hasta alcanzar la cifra de varios millones.
Muchos son los mimbres, pero fuertes las ataduras, aunque no se distingan a simple vista, entre los votantes de Unidos Podemos. Quienes se manifiestan públicamente -la mayoría visible- son, si me perspicacia no me falla, funcionarios del Estado, -desde profesores universitarios y centros de enseñanza públicos a profesionales de la Sanidad, técnicos de las administraciones-, desempleados y amenazados por las próximas “reconversiones” de la decadente sociedad industrial, jóvenes ni-nis y jóvenes postuni-nis. Está ahí el núcleo duro de los filósofos de la viabilidad del preconizado cambio de paradigma.
Lamento mucho indicar además, porque parece que estoy dando la razón a quienes se encuentran muy distantes de mi forma de pensar, pero advierto que entre las cuerdas y partículas de Podemos son extraordinariamente visibles, junto a los que protestan con sus buenaws razones, los alborotadores profesionales y los psicópatas con tendencias agresivas, que no tienen ninguna. Estas ataduras no son nada sencillas de eliminar, y espantan al más pintado.
4. Partículas.- Repuesto Rajoy y animadas de nuevo sus cuerdas de apoyo en el poder oficial para ordenar las cuentas del Estado, la preocupación -no obsesiva, prudente- de quienes no nos sentimos identificados con el espacio de acción pública del conservadurismo, debiera ser la reconstrucción de un orden finalista con las cuerdas más sólidas del descontento, conformando una mayoría de cambio, pragmática, creíble y realizable, agrupándolas en torno a partículas de gran competencia y experiencia y un guión con empuje social.
No se consiguió en 2016, pero debe conseguirse, y a la primera de cambio. Por eso, el momento tiene un gran atractivo, porque configura una situación novedosa. El camino hacia la mayor igualdad en las prestaciones sociales, en hacer pagar más -de verdad- a los que más tienen, en defender la viabilidad de iniciativas que favorezcan a los más necesitados, desenmascarar las trampas del liberalismo, extremar la vigilancia para que los talentos no se pierdan pero el capital no los absorba y monopolice, etc., tiene largo recorrido.
Me apetecería decir lo contrario, porque Pedro Sánchez ha adquirido en estos meses un bagaje de expresividad y experiencia del que carecía, pero sin escaño y aspecto de escaldado, no tiene opciones reales para reconstruir las fuerzas de la izquierda socialista. Tiene demasiados enemigos y afectos al abrazo del oso dentro del PSOE -y fuera de él- y, después de un período de reflexión, encarado con el duro frío de la estepa ideológica para un solitario, abandonará su periplo y, como otros, escribirá sus memorias. Le han precedido en esa señal de la fe derrotada otros insignes líderes frustrados.
Entre tanto se organizan las huestes derrotadas – que otros analicen si fue por no haber sabido reunir fuerzas, por retirarse a destiempo, por atacar en sitio equivocado y haber desviado la atención hacia las cuerdas sin poner en valor a las partículas-, me siento, cómodamente, a esperar que el tiempo cambie.
Está todo muy seco, y necesitamos como comer que llueva pronto en este campo.
P.S. Los flamencos, como otras aves migratorias (garzas, ánades, etc.) vuelan aparentemente dirigidos por un cabecilla, al que las demás de su grupo, siguen ordenadamente, formando una o varias uves, muy vistosas desde tierra. La observación atenta ha detectado, sin embargo, que los líderes cambian de cuando en cuando, aunque el objetivo conjunto de llegar al destino previsto, permanece. Cuando la que encabeza desfallece, se retira a la cola para descansar, y el instinto de otra la impulsa al lugar vacante, dispuesta a romper el aire de la marcha, que demanda un mayor esfuerzo que hacer de séquito, si bien todas parecen saber o intuir a dónde van.
Hay algunos momentos, en que el grupo parece sufrir la amenaza que lo llevaría a descomponerse en varios. Se incorporan otros migrantes, y se precisa una reconstrucción de fuerzas dirigentes, puede que también de objetivos. ¿A Fuente de Piedra, Santa Pola, Doñana, …? Se forma en las alturas un aparente guirigay. No tardan los expedicionarios, sin embargo, en volver a encontrar su posición ideal: alguien que dirige, más fuerte o más osado, dispuesto incluso -quién sabe por qué razones misteriosas- hasta inmolarse en el empeño. Y los demás, siguiéndolo. No ciegos, sueltos. Qué cosas, qué aves.
La foto, correspondiente a la migración de flamencos rosas de paso por Navarra, fue tomada en octubre de 2016. Hay más historias, para otros momentos.