Al socaire

Blog personal de Angel Arias. La mayor parte de los contenidos son [email protected], aunque los dibujos, poemas y relatos tienen el [email protected] del autor

  • Inicio
  • Sobre mí

Copyright © 2021

Usted está aquí: Inicio / Archivos paraEconomía

Asturias, después del Paraíso

10 agosto, 2020 By amarias Dejar un comentario

Con regularidad, la prensa asturiana publica ideas, reflexiones y críticas de sabios locales acerca de lo que convendría hacer para recuperar la perdida bonanza de los años en que las empresas públicas -Ensidesa y Hunosa y el entramado de proveedores de servicios que creció a su abrigo- garantizaban el bienestar de locales y advenedizos, atraídos éstos por el calor del empleo bien remunerado.

Aquellos años son pasado, arrasado el sector industrial “pesado” debido a la crisis del carbón y del acero, situación dura que desequilibró la economía regional, a la que se añadieron, casi coetáneamente, la destrucción de la cultura agropecuaria tradicional (la tenencia de un par de vacas,  huerta propia para cultivar algunas hortalizas y mantener un cerdo y algunas gallinas), la caída del sector naval en buques de recreo, los recortes inversores en Defensa, el aumento del precio de la energía y, ya más recientemente, la presión de la descarbonización (que sirvió para cerrar centrales térmicas, pero también para apuntillar la industria que utiliza de forma intensiva la electricidad, como Asturiana de Zinc o Alu Ibérica). Todo esto se agudiza con el singular arrinconamiento geográfico de la región, emparedada entre un mar no muy amistoso y una montaña poco accesible, alejada de los mejores mercados ajenos por una autopista de peaje, carreteras de montaña y una vía férrea a la que le falta modernización para conseguir ratios de transporte competitivos.

Mejor está Asturias en la comunicación por mar, pero los grandes puertos -Gijón y Avilés- han visto sus movimientos drásticamente reducidos, al estar vinculados a las cargas pesadas que tenían su fundamento en las actividades de los sectores siderúrgico y energético. Del tráfico aéreo poco se puede decir, salvo que es propio de un país de tercera.

Que la caída de los sectores industriales haya movido a las fuerzas vivas -estudiosos y políticos- a potenciar la región como un Paraíso natural, animando al turismo, a que descubriera rincones, comida, m0numentos, paisaje y paisanaje, es casi apelar a una obviedad. Asturias, a pesar del maltrato sufrido en lugares puntuales por la explotación minera de una hulla con demasiado azufre y cenizas y la producción de chapas y carriles con hornos que se alimentaban con coke y mucha energía, tiene mucho encanto.

Pero vivir del turismo no es suficiente y, como todo el mundo sabe, el pasajero errante es imprevisible, díscolo, y cambia de gustos según las modas y los bolsillos. Por eso, las cabezas pensantes de la región elucubran, una y otra vez, sobre la forma más conveniente, según ellos, de recuperar el Paraíso industrial perdido. El cóctel combina siempre, la mejora de las comunicaciones regionales con la meseta (en las alas está la poderosa y subvencionada industria vasca y la capacidad inventiva de los gallegos para sacar fruto de la pobreza), la motivación del emprendedor con ayudas y centros de activación empresarial desde la cuna y, en fin, la defensa numantina -hasta que se sucumbe por la fuerza del mercado- en las pocas empresas de relativo tamaño que aún subsisten, por el milagro de la exportación y la mano de obra cualificada, instándolas a diversificar su producción, innovar e invertir.

No tengo nada que objetar a tantos sabios colegas como los que han metido sus meninges en el pozo de la reactivación de una  región de tamaño casi minúsculo. Estoy de acuerdo en la necesidad de la reactivación industrial, pero no creo que el futuro deseado se concrete con pequeñas actuaciones dispersas (aunque se esté promoviendo el aumento de los clusters y la colaboración empresarial.

Mi solución para la recuperación del Paraíso industrial perdido mantiene esta línea argumental: la región necesita una o dos grandes empresas, en otros tantos sectores estratégicos, que generen de partida unos cuantos (cuatro o cinco mil, para empezar) puestos de trabajo.

¿Dónde están estos sectores?  Por la tradición industrial y minera, aunque se esta perdiendo a espuertas especialización, debido a las jubilaciones anticipadas que llevaron a la inactividad a excelentes profesionales a todos los niveles, creo que esos sectores de excelencia deberían estar en alguno de estos campos: la metalurgia de aleaciones especiales y su transformación, en la fabricación de materiales cerámicos y sus aplicaciones, en las aplicaciones duales para Defensa y sectores civiles, en la investigación y fabricación de soluciones para las enfermedades relacionadas con el aparato respiratorio, en la industria del mueble de calidad, en la generación y aplicación de soluciones para el ahorro energético en edificios, en la recuperación o demolición de ruinas, y, en fin, en la potenciación de la producción agroalimentaria, potenciando el aprovechamiento de los recursos naturales.

Cualesquiera que fueren las empresas elegidas para impulsar sectores estratégicos -siempre en colaboración pactada con la Administración central y para completar un mapa coherente de las Autonomías, en el que no se produzcan duplicidades despilfarradoras-, los desarrollos y aplicaciones han de estar apoyados en las TICs, y utilizando los avances de la robótica, en coordinación con la Universidad y sus departamentos más activos.

Si no existiera iniciativa privada para organizar esas grandes empresas activadoras, habrá que acudir al capital público-privado. Está bien el impulsar pequeños proyectos industriales (transformación de las grandes empresas en sectores o aplicaciones destruidas por la crisis, minería de subsectores como rocas y áridos, energías renovables en un campo ya m-uy saturado,…) y de servicios (bares, peluquerías, ferreterías, artesanos del cuero o de la madera…), aunque mi olfato empresarial -ya acostumbrado a la chamusquina-, vaticina que las expectativas voluntariosas chocarán con la realidad, saturada en unos campos y con poco recorrido en otros.

(continuará)

Archivado en:Actualidad, Asturias, Economía Etiquetado con:Asturias, reactivación industrial

Superar la crisis económica

11 junio, 2020 By amarias 1 comentario

DESPUES DE LA PANDEMIA, UN UNICO OBJETIVO: SUPERAR LA CRISIS ECONOMICA

La pandemia provocada por el SARS-CoV-2, un maligno coronavirus que se ha colado como nuevo elefante en la cacharrería de nuestra existencia, no está plenamente atajada, según opiniones de expertos, aunque vivimos en España momentos de relax y relativa euforia, pues la mortalidad atribuida a la enfermedad se ha reducido drásticamente y se están aligerando las medidas de confinamiento. Pero se teme que el virus continuará con nosotros, incluso con posibles rebrotes de virulencia, salvo que ésta se vea atenuada por su propia deriva natural o se consiga dominarlo con una o varias vacunas universales.

En estos meses de forzado confinamiento, hemos aprendido mucha terminología en relación con los virus y la epidemia, si bien, la novedad, amplia difusión y tremenda agresividad del agente vírico ha provocado lagunas de oscuridad -algunas, persistentes- que dificultan entender aspectos sustanciales: origen del virus, forma concreta de propagación, niveles reales de protección de los diferentes tipos de mascarillas que se vienen utilizando, causas por las que presenta niveles de agresividad variables y forma de tratamiento efectivo de los infectados y de seguimiento de los dados de alta.

Todos los países, independientemente de sistemas económicos, han adoptado medidas similares, si bien algunos las adoptaron después de dudas y errores iniciales: confinamiento y distancia social. Pero, a salvo de la probada eficacia de mantenerse confinados, guardar distancias, utilizar mascarillas en lugares públicos y en el trabajo, y lavarse frecuentemente las manos, el riesgo de un repunte del ataque vírico subsiste. Que solamente de un 5 al 10% de los ciudadanos españoles manifiesten, a tenor de los ensayos realizados hasta ahora, haber superado la infección, nos sitúa lejos del objetivo de alcanzar esa “inmunidad de rebaño” que algunos epidemiólogos fijan como nivel de protección que garantizaría el autocontrol de una población en la difusión masiva del virus.

Valorando la crisis económica

Es difícil, en una situación con tan frágil estabilidad, con la preocupación política y ciudadana volcada, obviamente, en la protección de la salud, pretender disertar sobre la economía. Sin embargo, entiendo que es imprescindible hacerlo y abrir, con rapidez y sensatez, un debate que permita clarificar la selección de medidas públicas y sirva de orientación a los agentes sociales. El confinamiento masivo de la población, manteniendo solo algunos servicios esenciales, ha paralizado la actividad económica y causado un gravísimo daño inmediato a la generación y transformación de los recursos y, por tanto, al empleo.
Conseguida la contención de la propagación masiva del virus y su escalada de fallecimiento, se está abriendo la permisividad en todos los países, con fases medidas para el levantamiento del cierre de establecimientos y negocios, pero la evidencia irrefutable es que la caída de las economías ha sido brutal. En España, se cifra en más de un 10% la disminución del PIB y en más de un millón el número de empleos perdidos. Puede ser todavía peor.

En estos meses ha habido tiempo para leer, escuchar música, hacer gimnasia, pensar, lamentarse e incluso dejarse intoxicar ante el inmenso volumen de informaciones de expertos, aficionados y enredadores: contradictorias, interesadas; muchas de ellas, falaces. El confinamiento ha incrementado la tensión social, avivado las posturas políticas encontradas, exacerbado las críticas. La curva de evolución de los contagios y muertes provocados por el patógeno ha puesto sobre el tapete de la existencia al temor a la muerte propia y de los seres queridos. Aunque las nuevas cifras de infectados y la mejora en el tratamiento, hayan disminuido la tensión, el riesgo y el miedo al contagio, subsisten. La evidencia de que el virus se cebaba con preferencia en las personas mayores y en los que tenían patologías previas, ha cargado a algunos colectivos con un lastre aún mayor.

Entre los colectivos profesionales, la primera línea de choque, al tratarse de una crisis epidemiológica, ha sido ocupada por el personal sanitario. La superior exposición ha provocado una mayor proporción relativa de infectados en ese grupo e, incluso de fallecimientos. Fuerzas de seguridad, transportistas, empleados de la limpieza, farmacéuticos, distribuidores de mercancías, empleados de supermercados y tiendas de abastecimiento, que también se han visto especialmente solicitados, han contado como los héroes y heroínas forzados de esta pandemia, por su definitiva aportación a la recuperación y sostenimiento de la normalidad básica.

España aparece entre los países que han tenido que soportar el mayor número relativo de contagiados y fallecimientos (la pandemia se ha cobrado víctimas sobre todo en residencias geriátricas y entre personal facultativo que, al principio de la pandemia, creía estar confrontándose con una gripe episódica). No recuperaremos, desgraciadamente, a los muertos, y muchos de los sanados mantendrán secuelas de por vida, pero la respuesta a la pandemia nos obligará a extraer consecuencias, y la recuperación económica debe ocupar el centro de los objetivos inmediatos.

Tentación de volver a la situación clónica de la anterior

La tentación podría ser la recuperación de una situación lo más clónica posible que teníamos a finales de noviembre- diciembre del año 2019. Esto supondría otorgar ayudas a aquellas empresas, comercios y autónomos que han perdido actividad y cuota de mercado, para impulsarlos, con empuje oficial (subvenciones y exenciones, fundamentalmente), hasta que se vuelvan a situar donde estaban, sin cambiar su posición de riesgo ni sus líneas de trabajo.

Es una intención loable, pero creo que puede ser calificada de grave error. Como después de una guerra, aunque esta haya sido de corta duración, la recuperación de lo destruido es imposible, pero, además, en el actual contexto tecnológico y de competencia mundial, sería inadecuada. Es imposible, porque las exigencias de los mercados han cambiado, y es inadecuada porque los elementos de producción, los competidores desde el lado de la oferta, son otros o pueden serlo; los países que antes se recuperen de la pandemia vírica estarán mejor situados para ampliar su cuota de mercado, y las empresas (no solamente chinas o de países orientales poco afectados por ella; también de otros países europeos) aumentarán una penetración que había sido ya muy amplia gracias, tanto a la permisividad de la globalización, como a la calidad tecnológica y la variedad y atractivo de sus ofertas.

No se ha de olvidar que, antes de la pandemia, ya estábamos en crisis. Una nueva revolución tecnológica se había asentado entre nosotros, alimentando el desempleo en sectores que parecían seguros, afectados por el avance exponencial de las consecuencias de la globalización, lo instantáneo de las comunicaciones, la capacidad para tratar masivamente los datos, el teletrabajo, la incorporación de tecnologías y materiales sofisticados a los ciclos de producción, y la aparición de nuevas ofertas de consumo, cada vez más atractivas y baratas. Era evidente ya la polarización de los trabajos entre la alta cualificación y aquellos que precisaban poca o ninguna. La realidad del aumento del calentamiento de la superficie terrestre estaba cambiando, al menos en la Unión Europea, la deriva de la distribución de la producción energética hacia las energías calificadas de limpias, con repercusiones sociales y económicas que aún no estaban plenamente valoradas.

En lo tecnológico, pero no únicamente, la crisis epidémica se diferencia de anteriores escenarios económicos, no solamente en su complejidad, sino por haber afectado las cadenas de suministro y de manera prácticamente instantánea. Las carteras de pedidos se han vaciado, las expectativas coyunturales han variado bruscamente. Los criterios de reactivación que podían servir en otras coyunturas son calificados de insuficientes o inútiles por los afectados.

No se trata de recuperar un sector aislado, una empresa concreta o atender a una reconversión puntual. La mayoría de las empresas, no solo se han encontrado con la anulación masiva de pedidos, sino que, las nuevas demandas no pueden ser atendidas o solo de forma deficiente al faltar suministros esenciales que deberían provenir de proveedores sobre los que se ha perdido el control y llevan semanas inactivos. La recuperación se entreteje como una necesidad compleja a lo largo de las cadenas productivas, afectando simultáneamente a varios países y sectores, todos interdependientes.

Esta crisis es, por su naturaleza global, una compleja superposición de varias, que aumentará aún más la dualidad en el mercado de trabajo, favoreciendo en el corto plazo la colocación de especialistas y técnicos cualificados en sectores que necesitan cubrir necesidades inmediatas (especialistas en telecomunicaciones, informáticos, vendedores on line, diseñadores industriales, ingenieros mecánicos, agentes y procuradores de todo tipo, técnicos de seguros, médicos y enfermeros desde generalistas a intensivistas, abogados penalistas, distribuidores de mercancías a domicilio, reparadores de electrodomésticos, etc.), y aquellos que carecen de experiencia laboral o la poseen muy sesgada, que se verán obligados a aceptar cualquier trabajo para sobrevivir.

Crisis de la oferta y de la demanda

La duración de la paralización de la economía será también determinante, tanto desde el lado de la producción como de la demanda. Si los consumidores potenciales disponen de recursos, la recuperación de la demanda puede ser rápida y, desde luego, las necesidades básicas nunca han dejado de ser cubiertas, por lo que hay sectores que no resultaron apenas afectados. Los comercios al por menor, y las empresas dedicadas a proveer de suministros esenciales (alimentos, productos sanitarios, agua, electricidad, limpieza, incluso artículos de belleza, vestimento y calzado), se recuperarán pronto en la medida en que los consumidores de proximidad dispongan de efectivo. La reactivación vendrá por la línea del consumo y, siempre que no tengan que trabajar contra stock o consigan liberarse sus inventarios de la temporada perdida, no tienen por qué sufrir gran desgaste a corto plazo.
En cambio, la recuperación de la producción puede complicarse, en especial, en bienes duraderos y productos complejos, hasta que no se reactive la confianza del consumidor (aviones, barcos, automóviles, aparatos de alta prestación, equipos tecnoelectrónicos, etc.).

En muchos de estos sectores, entre los que añado las empresas de construcción, con alta capacidad de empleo, el período de inactividad será causa de inestabilidad social si no se arbitran medidas de apoyo, que pueden convertirse en necesidad permanente si las empresas pierden la competitividad que tenían antes de la pandemia.

La dependencia de los mercados internacionales es otra variable a tener en cuenta. La solvencia de muchos países se verá afectada y, aunque las necesidades subsistan e incluso se vean incrementados, el riesgo de impagos crecerá. Se abrirán grietas estructurales en la economía y aflorarán carencias que estaban antes ocultas o que se mantenían a la expectativa de una recuperación exterior que se confiaba en que se produciría y que no tendrá lugar, al menos, en los intervalos previstos.

Como proveedor, se ha calificado a China de la factoría-taller del mundo y, favorecida por la globalización, los bajos costes de la mano de obra y una calidad tecnológica muy mejorada, la afectación del virus a su economía arrastra la de otros países. En aquellas empresas con producción de elementos, equipos y sistemas sofisticados, en los que, además de haberse colapsado la demanda, se ha desmoronado la cadena de suministro, pueden surgir nuevas orientaciones y competidores desde los países mejor preparados en la recuperación de la pandemia, que conviertan en inviable el negocio. La mayor o menor importancia del suministro de componentes y piezas de recambio de terceros países, particularmente, de China, calificará la gravedad de la situación, ya que, además, el tráfico de mercancías y su circulación está momentáneamente afectada.

Elementos para recuperación de la crisis económica en España

La esencia de la capacidad productiva española reside en el sector servicios, en detrimento del peso del sector industrial. Con todo, lo más significativo no es el porcentaje de ambos sectores en relación con el PIB total, sino la menor entidad de este PIB per cápita en relación con otros países desarrollados. El valor añadido de nuestra producción es bajo y este bajo valor arrastra todos los indicadores básicos de nuestra economía: salarios, capacidad para atender a las medidas sanitarias, educativas, de investigación, infraestructuras, defensa, etc.

Hay que incrementar ese valor añadido con urgencia y el camino más sólido es mejorar los niveles educativos y la investigación. Estas carencias han quedado manifiestas, como en una foto robot, en relación con la pandemia. Aunque disponemos de individualidades notables en los campos de la ciencia, incluso los más avanzados, nos faltan medios económicos y equipos, físicos y humanos para conseguir la máxima eficacia. No desarrollaremos una vacuna, por ejemplo, y no por falta de capacidades personales, que las tenemos y muy brillantes, sino por escasez de cantidad, de masa crítica y, por supuesto, de la escasez de recursos dedicados a la investigación.

Si nos atenemos a la distribución del PIB por macrosectores, volveríamos en primer lugar la vista al sector turismo, y, en relación directa con él, a la hostelería, la restauración, el transporte, los seguros -y tantos otros servicios y actividades, incluidas la construcción o la artesanía -, así como una parte importante de la producción agraria y vitivinícola.

Las empresas españolas tienen una importante infraestructura en ese ramo, y si hubiera clientela y se eliminasen las restricciones de aforo, la recuperación seria, desde luego, sencilla. Pero no es en este caso la oferta la que falla, sino la demanda y desgraciadamente, así será durante algunos años. La desconfianza de usuarios (y de proveedores de los servicios) por el miedo a caer víctimas de un contagio no se va a corregir con facilidad. Para el llamado turismo sanitario, el desequilibrio asistencial que provocó la pandemia ha comprometido injustamente la idea extendida que en España teníamos la mejor sanidad del mundo.

La recuperación del turismo está vinculada con la erradicación de la pandemia y no con la credibilidad y variedad del sector. Seguimos teniendo la mejor dotación hotelera, una oferta variada y de calidad y no hay nada que perjudique, en un entorno sanitario de normalidad recuperada, una rápida vuelta al estado anterior, si se movilizara la demanda.

Es aquí donde aparecen también los efectos de las interrelaciones de las cadenas de suministro y servicio. Las compañías de viajes, las empresas de aviación, automoción y transporte en general, figuran entre las muy afectadas, dadas las prohibiciones para salir y entrar de los diferentes países o regiones, las medidas de control para el acceso y la restricción a la utilización de la capacidad de los propios medios. La disminución de la capacidad de carga de pasajeros por aeronave y tipos de transporte causa una falta de rentabilidad que puede ser disuasoria para las empresas. Si no se encuentran soluciones sencillas, habrá que poner a disposición más vehículos, lo que podría activar la fabricación de los medios de transporte y, en todo caso, lo relacionado con las medidas de seguridad de los pasajeros en ellos.

Los plazos para la recuperación dependerán del éxito de los controles sanitarios. Si se consigue la erradicación, la recuperación puede producirse -según los cálculos más optimistas- en la Unión Europea a finales del último trimestre de 2020 o principios del próximo año; Estados Unidos y China, como máximas potencias mundiales, actuarán de primeros reactivadores.

Ayudas a la reactivación

Las administraciones deben estar muy activas para impulsar la recuperación, ofreciendo liquidez a las empresas y protegiendo los puestos de trabajo. Pero debemos ser realistas: los medios no son infinitos y hay que prevenir el riesgo de un intervencionismo exagerado. Puede parecer tranquilizador escuchar que no se ahorrarán medios, que las medidas serán extensivas en el tiempo y no puntuales, aunque es sencillo conseguir el equilibrio entre el endeudamiento público y la subida de impuestos, porque se trata de paliar una situación coyuntural y no de aprovechar el momento para realizar un cambio de paradigma económico, lo que podría provocar una catástrofe social y un perjuicio económico aún mayor.

Las ayudas a la reactivación han de venir, fundamentalmente, de la Unión Europea, en la que el Banco Central Europeo ya anunció un programa de compra de deuda por valor de 750.000 millones de euros, llamado de emergencia pandémica, y la autorización a superar el endeudamiento límite que se imponía a los Estados miembros para controlar la inflación y su solvencia individual. Poner dinero a disposición no basta, porque hay que saber hacia dónde dirigirlo, y ahí está el quid de la cuestión. Si las ayudas se distribuyen de forma desordenada, sin un plan de reactivación detallado, la salida de la crisis será, no ya desigual entre los países europeos, sino que aumentará las diferencias entre ellos.

Es más importante ofrecer un marco de seguridad a las empresas, que les permita planificar a corto y medio plazo su actividad, recuperando las estructuras dañadas y robusteciendo las fortalezas. Los grupos multinacionales que tengan sus centros de decisión en el exterior es muy probable que atiendan en primer lugar a salvaguardar la producción y empleo de sus instalaciones principales, cerrando o disminuyendo la actividad de los centros en el extranjero. Por el contrario, las empresas con sede local, las pymes y autónomos precisan apoyos concretos, rápidos y efectivos (préstamos sin interés, pagos aplazados, reducción de impuestos), pues se encuentran en la base de la recuperación inmediata.

La emergencia climática sigue en el panel

Los próximos cinco años serán decisivos para el futuro de la humanidad. El peligro de una catástrofe climática no estaría conjurado si las medidas de reactivación olvidasen la necesaria protección del clima, proporcionando las medidas y ayudas adecuadas. Pero, nuevamente, debe procurar ser realista y no actuar con propósitos que estén fuera de las propias capacidades y recursos. Aquí, en especial, como país intermedio, España debe actuar con prudencia y serenidad. La Agenda 2030 debe adaptarse a las nuevas circunstancias y la canalización de recursos hacia las nuevas necesidades, pero, en mi opinión, debería activarse.

La lucha contra la pandemia ha hecho aflorar tensiones entre los gobiernos de las Comunidades Autónomas y del Estado Central y, en especial por la vigencia del estado de alarma, ha permitido tomar decisiones recuperando poder en esos ámbitos, cedidos a las regiones. Un Gobierno del Estado más fuerte arriesga corromper el ejercicio de las libertades democráticas, pero, también, para los nostálgicos de una mayor centralización, ha reverdecido los deseos de una mayor coordinación, igualdad de criterios de actuación y dotaciones por cabeza en sectores fundamentales.

No solamente la sanidad se ha resentido por la disparidad de políticas autonómicas; también la educación, las estrategias fiscales, las medidas de reactivación en el sector del turismo, del comercio y de las pymes han sufrido y están sufriendo, las consecuencias de las desigualdades. Tampoco se puede ignorar que las ciudades con mayor concentración de población, con mayor número de residencias geriátricas y con transporte público sobre solicitado han sufrido las consecuencias más duras de la pandemia, en lo sanitaria y en lo económico. A corto plazo, las necesidades sociales para proveer de un empleo inmediato que cubra las necesidades de las familias en situación más precaria obligarán a lanzar actividades de mantenimiento y reparación de infraestructuras públicas, y se impulsará la contratación de personal temporal para ciertas funciones urgentes.

En el área farmacéutica, la dependencia de India y China, de donde proceden más de la mitad de los fármacos de marcas blancas, se podría activar líneas de sustitución, que no solo eviten la ruptura de los stocks farmacológicos, sino generar nuevas fortalezas. Por su parte, la potenciación del teletrabajo abrirá líneas nuevas en muchos sectores: inmobiliario, gestión de equipos, conectividad, aprendizaje a distancia, envíos de mercancías a domicilio, nuevas formas de socialización, etc.

El reto imprescindible de conseguir más capital para la reactivación plantea algunas incógnitas. La caída bursátil ha provocado la disminución drástica del valor de las acciones cotizadas y algunas empresas sustanciales se han convertido en piezas apetitosas para los inversores especulativos. La financiación de circulante puede y debe conseguirse por vía de préstamos bancarios -interesante la reactivación de líneas de financiación para el comercio exterior-, pero generar atractivo al capital propio y extranjero para invertir en líneas estratégicas, implica definir estas con suficiente precisión y comprometer apoyos públicos a medio y largo plazo. La reducción de la deuda en relación con el PIB supone estímulos y reformas que signifiquen la generación de mayores valores añadidos, y no la consolidación de subidas de impuestos a las empresas y trabajadores, que no puede ser una solución estratégica de reactivación.

No es momento para criticar formas de abordar el problema o polemizar si una propuesta es superior o inferior a otra. Es momento de consenso y apoyo, ya que la situación es de incertidumbre y es muy difícil generar un escenario inmutable. Hay que ayudar a los ejecutivos pragmáticos a que se produzca una convergencia rápida, pero garantizando que no se les abandonará en el proceso. Porque la instalación de la precaución, la desconfianza y la prudencia, retrasará la recuperación y aumentará las tensiones.

Sectores por reforzar

Entre los sectores que deberán ser reforzados, a la vista de la experiencia pandémica, se encuentra el sector sanitario que, además, goza de la prioridad que le concede el que tanto la población como las administraciones públicas han detectado la importancia sustancial de tener una sanidad pública (y privada) muy eficiente, y no solo en relación con su personal. Se aumentarán las dotaciones hospitalarias, la preparación para control de situaciones de estrés sanitario, la atención primaria, y se revisarán equipos y protocolos.

La crisis ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad precisamente por la excesiva dependencia del mundo exterior, para atender a las necesidades tanto de producción como de consumo. Esta situación debe ser corregida, aumentando los porcentajes de producción propia en los procesos, incluso a costa de encarecer los productos finales, aunque no se debería desatender el avance decidido en la automatización y en la distribución de producción de piezas y elementos que deberán después ser ensamblados en otra factoría.

La seguridad y la defensa ante posibles ataques deben reestructurarse. No se debería desatender la posición estratégica en una Europa de la Defensa, máxime cuando la polarización de las relaciones entre China y Estados Unidos puede convertir esta región del mapa en campo de experimentación para liberar tensiones entre colosos. Este sector, además, ha sido tradicionalmente una punta de lanza de desarrollo si se potencian las llamadas capacidades duales (civiles y militares).

La activación de una salida verde de la crisis puede generar cientos de miles de puestos de trabajo en el sector de las energías limpias, pero no podemos olvidar que no existen razones para abandonar la producción de energía con base nuclear, y deberíamos mantener la cualificación de nuestros técnicos en esta materia. Sería fundamental que se aprovechara esta ocasión para reactivar proyectos en la minería y la industria que pueden ser estratégicos para la recuperación y que habían sido bloqueados por injustificables posiciones de obstrucción con pretensiones ecologistas.

Entre las medidas que hemos venido proponiendo en otras ocasiones, volvemos a enfatizar sobre la necesidad de seleccionar algunas líneas preferentes de desarrollo tecnológico y, además de volcar recursos públicos y privados sobre ellos, recuperar o imponer para ellos la máxima coordinación en todos los centros de investigación y desarrollo, incluidas las Universidades, potenciando uno de los ejes ya existentes. Se trata de evitar la dispersión de recursos. No hará falta, seguramente, crear ningún centro nuevo, porque en todas las áreas tenemos ya un Centro de Investigación o varios, ya sea en oncología, en nuevos materiales, en enfermedades pulmonares, en productos agrarios, en energías alternativas, etc. Lo que cabría preguntarse, y resolver, es sobre su eficacia, sus resultados y tratar de enderezar, cuando proceda, el rumbo para que se potencie su actividad en la línea del éxito y la competitividad internacional.

Hay tanto por hacer que el riesgo mayor es sucumbir ante la perspectiva del inmenso trabajo. Pero no podemos desfallecer. Además de la utilidad del camino ya recorrido, cuya senda de eficacia debe recuperarse, allí donde se hubiera perdido, algo no puede faltar nunca: el empuje de las nuevas generaciones. A ello, añado por mi cuenta la obligación de los ancianos de la tribu de ofrecer su experiencia para que las equivocaciones sean menores y menos costosas.

Se lo oí decir recientemente al oncólogo Mariano Barbacid en un debate online con investigadores de la COVID-19:” Nada impide biológicamente seguir activo intelectualmente a partir de los setenta y muchos ancianos de edad son más creativos que algunos jóvenes que están en la primera línea de la exposición mediática”. En una sociedad que presume de lozanía, frescura y juventud, la pandemia viene a ofrecer ocasión de recuperar a los mayores, no solo para lamentar su contagio en los geriátricos, víctimas de la COVID, sino para pedirles su apoyo para la rápida solución de la crisis económica que provocó.

Mayo de 2020

@angelmanuelarias

Nota.- Este Documento fue redactado como Editorial para la revista Entiba de mayo. Por razones de espacio, tuvo que ser reducido a la mitad. Lo ofrezco aquí entero por si los lectores del blog lo siguen encontrando de interés

Archivado en:Actualidad, Economía, Empleo, Investigación Etiquetado con:administraciones, comunidades autónomas, coordinación, crisis económica, farmacia, industria, investigación, máquinas herramienta, minería, recuperación, sectores a reforzar, turismo

De paros y reparos (2)

2 abril, 2020 By amarias Dejar un comentario

A última hora del día 29 de marzo de 2020 el Gobierno dio publicidad a dos Decretos por los que, prácticamente se suspendía toda actividad empresarial y comercial (salvo servicios mínimos tasados) hasta el 9 de abril, si bien ordena a los empleadores que sigan abonando las nóminas a sus trabajadores, indicando que esas horas deberán ser recuperadas cuando termine el confinamiento por el coronavirus. No hace, sin embargo, ninguna referencia a bonificaciones fiscales (al menos, no relevantes). Los Decretos tuvieron un complementario en el que se precisaba -para algunos comentaristas, se contribuía a la desorientación causada por los anteriores- el alcance de la suspensión de actividades, ampliando el espectro de industrias básicas que podrán seguir activas.

Por su parte, la Ministra responsable de Hacienda recordó en varias entrevistas telefónicas que el Estado necesita ingresos y que, por tanto, los impuestos deben abonarse, porque “no puede pretenderse que el Estado cargue con todo el peso de la economía”.

Las medidas de paralización empresarial tienen un objetivo definido, expresado por el Gobierno: conseguir que la paralización de la actividad empresarial permita contener el avance de la pandemia en España, “según las directrices científicas” -así se viene expresando la referencia, ahora mítica, a un misterioso grupo de personas capaces de entender en el maremágnum de confusión al respecto, sacando consecuencias aplicables a nuestro sufrido país. Por supuesto, el desorientado sufridor en casa, puede preguntarse, sin respuesta, porqué las directrices científicas de países tan relevantes como Reino Unido, Estados Unidos o Rusia (por citar solo algunos) desaconsejan -o desaconsejaban, que los palos de ciego provienen de muy variados ámbitos- paralizar la economía, e incluso han dudado, -o todavía dudan-, en tomar medidas de restricción a la circulación.

La intoxicación crece día a día. Una falsa noticia ilustraba (esto es, desorientaba) sobre una llamada de atención que nunca se produjo, hace cinco años, sobre los experimentos en murciélagos de los epidemiólogos de Wuhan con el coronavirus. Desde un pequeño país, la República Checa, se jactan de estar controlando la difusión del coronavirus porque todos, absolutamente todos, los ciudadanos llevan mascarilla, incluso realizadas por sus medios caseros. Desde luego, nadie puede creer que un país de 1.700 millones de personas (China, pero me vale India) haya contenido el avance del virus con solo medidas restrictivas a la circulación de personas en la provincia de Hebei (que tiene más habitantes que España). Las cifras de infectados y fallecidos que proporcionó y sigue proporcionando el gobierno chino son, ya que no podemos decir directamente que son falsas, increíbles.

Querido lector, me importa en este momento menos la difusión de las diferentes maneras de expresar nuestro desconocimiento. Que se trata de un virus muy agresivo, con difusión muy fácil, que afecta mortalmente a una parte de la población -preferentemente, a ancianos de más de 80 años (más si están recluidos en residencias), y a personal sanitario (cuando están dedicados al tratamiento de los infectados). Muchos se infectan (aunque no tantos como cabría suponer si aceptamos una gran facilidad de contagio) y la mayoría no tienen síntomas. Los que son derivados a los Hospitales, porque su estado es grave, han colapsado o situado al borde del colapso el sistema sanitario, y la gran mayoría se curan.

Me importa ahora más la necesaria recuperación de la economía, porque no me apetecería salvarme del coronavirus pero fallecer de inanición o víctima de una revuelta social.  Se avecina una crisis económica sin precedentes, en las que, como consecuencia directa de las medidas adoptadas para atajar el avance de la pandemia, habrá un bloque que saldrá del mismo con ventaja sustancial. Me refiero a China y a los países de la órbita comunista (o, si se prefiere, de economía centralizada). Este escenario imaginable solo en la teoría de lo que sería el resultado de una guerra vírica en la que el país atacante tuviera el control de la vacuna por el virus que se ha encargado de difundir, es el que vamos a vivir.

Es momento especial, en el que, sin paliativos, es imprescindible una amplia concertación social y económica. No deben ser admitidas discrepancias. El Gobierno actual, cuya actuación ante la crisis pandémica habrá de ser juzgada pronto (y tengo muchas indulgencias para quienes, sin preparación ni formación previa, han afrontado a pecho descubierto el mayor atentado a la estabilidad y solvencia de nuestro sistema sanitario), debe ceder paso a acuerdos de concertación. Discrepo con las posturas de beligerancia política. No caben en este momento, ni tampoco las posiciones de cerrazón y maximalismo de los equipos en el gobierno. No me importa que quieran hacerlo bien. No pueden y tampoco saben salir del embrollo económico-social, porque les supera. Supera, en verdad, a cualquier opción política.

(seguirá)

 

Archivado en:Actualidad, Economía, Empresa, Sanidad Etiquetado con:China, coronavirus, crisis económica, decretos, paralización actividad

Virus economicus

17 marzo, 2020 By amarias Dejar un comentario

Llevamos solo tres días de drásticas medidas oficiales de confinamiento, y nos encontramos ante una perspectiva de enclaustramiento muy abierta. Aunque la declaración del estado de excepción apunta, como dicta el texto legal, a un período de quince días (prorrogable en condiciones especiales), la sensación transmitida desde el Gabinete de crisis gubernamental y, sobre todo, por expertos propios y ajenos -y en especial, por quienes dicen haber superado o contenido el brote epidémico en su país- es que estaremos en situación de reclusión forzosa varios meses. Se desconoce, en realidad, cuántos.

Nada me cabe decir, como lego en materias de propagación vírica y contención epidemiológica, al respecto de las medidas dimanadas desde el Gobierno español, propuestas y respaldadas, como se os repite con insistencia, por técnicos sanitarios, microbiólogos y epidemiólogos. Así que no me queda más que cumplirlas, sin tratar de interferir lo más mínimo -desde mi modesta atalaya- en los mensajes que, según se nos promete, han de sacarnos a casi todos -salvo algunos daños colaterales lamentables- de esta pesadilla.

Me preocupo, pues, exclusivamente, por los aspectos económicos de esta crisis vírica y sus medidas de contención. De los que, sin duda, está ya provocando -las noticias, que al principio obviaban este carácter sustancial, ahora se ocupan ya de las muchas personas que han perdido su empleo, quizá para siempre (varios cientos de miles), y de los casi un millón de autónomos que, al dejar de facturar por su actividad, carecerán de ingresos con los que sostener a sí mismos, a sus familias y a sus dependientes.

Entiendo bien que el gobierno se encuentre sobrepasado ante un problema de tal magnitud. Las medidas de apoyo, tanto en lo sanitario como en lo económico, debieran venir de todos los ámbitos. La mirada hacia la Unión Europea es comprensible y debemos esperar que de allí provengan fondos para coadyuvar en la defensa de lo que se adivina como un descalabro económico y financiero sin precedentes, del que la caída brutal de las Bolsas es solo un anticipo de cómo se las gasta el capital.

Supongo que algunos teóricos de un cambio socioeconómico piensen que el virus nos habrá dado la oportunidad de cambiar de paradigma, es decir, abandonar el modelo liberal capitalista y abrazar una economía centralizada, siguiendo el modelo chino que, según parece, tan eficaz ha sido para contener el avance vírico y recuperarse del daño económico.

Creo, por el contrario, que la oportunidad estará en hacer bien el análisis de los sectores que habrán quedado afectados, estudiar medidas concretas de apoyo y reactivación y ponerlas en práctica. No han de ser solamente financieras y, por supuesto, éstas no pueden ser cicateras. La movilización de recursos que vuelva a poner en el escenario laboral los varios millones de puestos de trabajo circunstancialmente perdidos, implica a factores científicos, técnicos, universitarios, sociológicos y no solamente micro o macroeconómicos relativos a la recuperación, sino, y sobre todo, estratégicos.


Una cigüeñuela vuela junto a un archibebe común, ambos molestados por el intruso: un aficionado a la ornitología que, provisto de su cámara con teleobjetivo, encontró placer en plasmar el momento.

Archivado en:Actualidad, Economía

Oportunidad, ¿para quién?

14 marzo, 2020 By amarias Dejar un comentario

Se nos ha dicho repetidas veces que, para los chinos, según la interpretación del grafismo con la que se expresa, crisis es sinónimo de oportunidad. No se mucho de este complejo lenguaje cuya expresión escrita es aún más compleja que la oral, pero  he podido comprender que para los chinos, como  para todo ser vivo inteligente, en la realidad como en su escritura, crisis significa lo que debemos suponer: situación anómala, con circunstancias y riesgos que obligan a tomar decisiones excepcionales y que, todo a su escala, pone a prueba las eficiencias y virtudes de liderazgo de quienes deben sacar del atolladero a otros y, a nivel general,  la preparación, capacidad y resistencia de quienes tienen que soportarla hasta que se consiga su superación.

La pandemia del Covi-19 (es inevitable recordarse de aquel muñeco simpático creado por Mariscal como mascota a los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, el Cobi) está poniendo a prueba lo más sustancial de nuestras reglas de colaboración y resistencia ante la adversidad. A nivel global y, sobre todo, en las etapas intermedias hasta llegar a considerar los efectos específicos en el nivel familiar e individual.

Los misterios que envuelve la forma de propagación y contagio del coronavirus 2019, han generado una nueva realidad que nos ha cogido desprevenidos. Estábamos admitiendo que deberíamos prepararnos para un aumento de la temperatura media de la Tierra, y los responsables de los países más contaminantes en la emisión de gases con el llamado efecto invernadero, se venían poniendo de perfil, alegando incredulidad, necesidad de crear empleo y riqueza o ser capaces de adoptar otras medidas más eficaces que las propuestas a nivel colectivo.

Habíamos soportado, durante años, el aumento de la desgracia ajena, llámense guerras tribales, movimientos de ocupación o xenofobia; teníamos experiencia en volver la cabeza hacia otro lado cuando miles de desgraciados se ahogaban cada año en su intento desesperado de huir de la hambruna y la falta de futuro para arañar algunos restos de nuestro estado de bienestar, cada vez más decadente.

En fin, como representantes y autodenominados herederos del depósito cultural, liberal y ético de la Humanidad, los europeos habíamos creído ser capaces de enseñar al resto del mundo lo que era necesario hacer para construir un mundo globalizado y solidario.

Pues el coronavirus nos ha puesto patas arriba la escala de preferencias y dificultades. Seguro que la crisis sanitaria durará solamente un par de semanas, máximo algunos meses. Claro que la superaremos (o la superarán): después de todo, las medidas a adoptar no son tan difíciles: dejar pasar el tiempo, mientras permanecemos en casa, lavándonos a menudo las manos y el rostro y deseando que los síntomas del enano infiltrado no nos afecten.

Pero la crisis grande, esa que afecta a economía, reparto laboral, distribución de oportunidades y riqueza, mejor explotación de recursos naturales, óptimo aprovechamiento de los recursos intelectuales, etc. esa crisis se quedará mucho más tiempo con nosotros.

Y sigo sin estar confiado en que podamos superarla con solvencia, sin que nos deje heridas aún más profundas y graves que las que nos acompañan como signo de identidad desgraciada del hombre y su mundo. Que estas semanas de forzosa meditación hagan resurgir la llama de la solidaridad, y el verdadero valor de la existencia compartida.


Ilustro este Comentario con otro de los dibujos que figuran en mi libro de Sonetos desde el Hospital, titulado: “Salida de un vagón de metro”.

Archivado en:Actualidad, Economía, Sanidad Etiquetado con:beneficios, coronavirus, crisis, economía, globalización, solidaridad, superación, viajeros

El sector Defensa como vía eficiente para crear actividad y empleo (1)

5 junio, 2019 By amarias Dejar un comentario

 

Mientras oigo los tambores y timbales que, ora preludian nuevas elecciones generales, ora anuncian la inmediata investidura del atleta Sánchez, me pregunto si nuestros representantes políticos, además de esforzarse por tomar posiciones que les garanticen un salario apetitoso en los próximos cuatro años, van teniendo más clara la manera de poner letra y música al objetivo de crear actividad y empleo para todos los demás, que debería estar en la parte más alta de las tareas que tendrían que asumir las Cámaras.

La tarea es compleja y no puede dejarse a la improvisación, ni a la coyuntura internacional ni, mucho menos, al azar. Porque aunque parezcan existir fuerzas misteriosas que sostienen la economía, los devotos de la disciplina sabemos, aunque no siempre se nos quiera escuchar, que esto no es así: el futuro se trabaja con tiempo, y confiar en que los demás nos ayuden a sacar nuestras castañas del fuego (si no es para darse un atracón con ellas) es un ejercicio de ilusos, máxime en este momento de la coyuntura en el que los Estados de mayor tamaño están ocupando sin remilgo alguno las mejores posiciones frente a la perola del concierto económico mundial.

Me quiero salir de los tópicos, en lo posible. Doy por supuesto que necesitamos una reforma educativa, elevar el nivel medio de la enseñanza media y, sobre todo, de la universitaria, y resolver de una vez por todas la cuestión de la formación dual, convenciendo de paso al personal joven de que hay empleo y satisfacción en muchas profesiones que no exigen pasar por la Universidad, que, por si no lo saben, no garantiza ni el primero ni la segunda.

Doy por supuesto que necesitamos la activación de los centros de investigación, analizar su coordinación, proponer vías efectivas de colaboración público-privada y dotar de becas y buenos salarios para que no se nos vaya la excelencia por la puerta de la emigración despechada.

Y, en fin, antes de entrar en la harina que promete el título de este comentario, advierto a quien quiera escuchar, que el sostenimiento y, en su caso, la mejora del estado de alto bienestar en el que nos encontramos, obliga a serios planteamientos de impulso empresarial. Porque con subvenciones no sostendremos el edificio: hay que crear actividad empresarial de éxito, apoyar a las iniciativas privadas en sectores clave y, desde luego, activar la inversión en infraestructuras y mejora o reforma de las existentes. Todo ello con señales claras al inversor (presente y futuro) de que su esfuerzo es valorado social y políticamente.

El conocimiento preciso de los recursos y posibilidades del país, en cada uno de los sectores -fortalezas y debilidades- es elemento sustancial para perfilar con garantías las líneas de futuro. No podemos ignorar, desde luego, que España forma parte de una estructura superior, la Unión Europea, con la que le unen lazos importantes y,, seguramente, duraderos. Pero no podemos lanzarnos sin ninguna reserva en brazos que califiquemos como amigos, pues los intereses particulares prevalecerán siempre que entren en conflicto con los generales.

La Industria de Defensa ha celebrado en Madrid, entre los días 29 y 31 de mayo de 2019, la FEINDEF, presentada como International Defence and Security Exhibition. Ha sido una oportunidad excelente para calibrar el nivel de nuestra industria de Defensa, sus perspectivas y conseguir algunos elementos de referencia para su comparación internacional.

La Base Industrial y Tecnológica de Defensa (BITD) española, según información que recogí en la Feria, representa una facturación ligeramente superior a los 6.000 Mill. de euros (aproximadamente, el 4,4% del PIB interior bruto de la industria manufacturera nacional (aquella industria que se ocupa de transformar materias primas -sector primario de la economía- en productos y bienes listos para la distribución o el consumo)

El dato en sí no es para tirar cohetes. El sector industrial español necesita un fortalecimiento. Con un 16% en 2018 la aportación al PIB nacional (que en 2018 se cifró en 1,2 billones de euros) no consigue acercarse a la recomendación del Consejo de la UE (el 20%) y cada vez está más lejos de la de Alemania (28% y 3,4 billones de euros de PIB nacional).

(seguirá)


Una hembra de gorrión alimenta a su cría, ya talludita y volantera, pero que permanece vinculada a la sobrealimentación que le proporcionan sus progenitores.

El final de primavera proporciona al observador ornitológica una gran variedad de escenas que no es posible encontrar en otras épocas del año. En primer lugar, porque la existencia del nido -en donde son incubados los huevos y luego alimentados los polluelos hasta que alcanzan suficiente autonomía para abandonarlo-, determina un lugar fijo al que acuden regularmente los progenitores y, con discreción, permite al curioso obtener una información sobre el comportamiento de padres e hijos, pautas de alimentación y, si posee una cámara adecuada, conseguir fotografías claras sobre la morfología de las aves adultas, tanto del macho como de la hembra (en el caso, que es habitual, en que ambos progenitores alimenten a la camada).

En segundo lugar, esta época del año es pródiga en actividad y es más frecuente encontrar aves que es imposible ver el resto del año, bien porque son migrantes que solo acuden a nuestro territorio para anidar, o porque la necesidad de alimentar más bocas les obliga a estar más cerca de las fuentes de alimentación y exponerse más.

 

 

 

Archivado en:Actualidad, Defensa, Economía, Industria Etiquetado con:actividad, defensa, FEINDEF, industria, PIB

Reflexionando sobre la democracia

24 marzo, 2019 By amarias 1 comentario

La expresión ser o no demócrata se ha convertido en un arma arrojadiza, por la que descalificar a un contrario o afirmar la calidad del propio pensamiento. Todos queremos aparecer como liberales y tolerantes, en un juicio para el que no admitimos contradicción.

Opino, sin embargo, que tenemos adulterado el concepto o, por lo menos, el significado, de lo que debe ser la democracia. Porque la clave de ser demócrata, para un dirigente político, residiría en su capacidad para captar y defender el interés más general. Y como nos encontramos en un país terriblemente dividido, en el que hemos perdido la capacidad para encontrar puntos de coincidencia en lo sustancial, me temo que en demasiados aspectos no es posible detectar cómo y cuándo un responsable de la gestión pública está actuando democráticamente, es decir, en conexión con el mandato de la mayoría.

Hay un ejemplo espeluznante de cómo en un sector de la propia sociedad española se han adulterado los objetivos de democracia, justicia y libertad. Pienso, en efecto, en ese conjunto de ciudadanos, fundamentalmente residentes en Cataluña, que han llegado al convencimiento de que la democracia es dar cumplimiento a lo que ellos desean para su propio y exclusivo beneficio, hacer justicia es adulterar las leyes para conseguir que se exonere de culpa y responsabilidad a quienes les apetezca, sustrayéndolos a cualquier otra autoridad jurídica y, en fin, que la única libertad tolerable y digna de aprecio debe garantizar el sometimiento a la propia voluntad, despreciando de manera frontal los criterios y raciocinios con los que no estén de acuerdo.

Pero no me detengo ahí. Hoy, cualquiera de los líderes políticos españoles tiene muy difícil garantizar que actuará democráticamente, porque la voluntad del pueblo español está excepcionalmente dividida en los asuntos sustanciales. Al no existir expresión mayoritaria, no puede decirse que el pueblo tenga una opinión que canalizar a través de sus representantes.

En consecuencia, los elegidos en las urnas no representan más que facciones minoritarias, tienen visiones parciales de la sociedad y, por grande y honesta que pudiera ser su voluntad de actuar democráticamente, solo podrán hacerlo de manera intuitiva y, además, adulterando el mandato específico que le hubiera hecho sus votantes, de acuerdo con un programa que no consiguió alcanzar el apoyo mayoritario.

Me parece muy grave que no tengamos opciones de acuerdo mayoritario por no decir unánime, en asuntos tan serios como el modelo definitivo de Estado, las acciones imprescindibles para impulsar de verdad el desarrollo económico, la revisión de la gestión de la educación (básica, profesional o universitaria), la recentralización del desbarajuste autonómico,  la garantía de la igualdad en la sanidad y, en general, en el modelo asistencial, la homogeneidad en las tasas e impuestos independientemente de la ubicación del obligado fiscal, definir una política de Defensa y Estrategia propias y coherentes, atender a la imprescindible reducción de la terrible y dispar complejidad de las legislaciones y reglamentos según regiones (en cuestiones ambientales, sociales, sancionadoras), procurar el aprovechamiento pleno de los recursos naturales, precisar un modelo energético meditado, sostenible económicamente y técnicamente realizable, definir el óptimo aprovechamiento agrario en relación con la naturaleza de los terrenos, las disponibilidades hídricas y la valoración de los mercados, cuantificar de una vez el modelo hidrológico, incorporando los riesgos de sequía e inundaciones y el uso eficiente del recurso agua,…

En este desordenado panorama, se entiende como natural la aberración que los políticos busquen solo el mantenimiento de sus puestos, en general, falsamente representativos, atentos solo a alinearse con los cabezas de fila de los partidos, cuyo lenguaje es mitinero y con intenciones de alcanzar proyección mediática, pero vacíos de contenido eficaz para captar el apoyo de la inmensa mayoría. Es cierto que “fuera de la política hace mucho frío”, expresión que recoge el temor de los que arriesgan ser eliminados de las listas en las diferentes circunscripciones.

Sorprende también que se pretenda captar el voto incorporando a personas que carecen de anterior proyección social o política, de las que se desconoce cuál es su visión de lo que llevarán al Parlamento o al Senado si resultasen elegidas. ¿Ex militares en la política? ¿Jueces en excedencia incrustados en las listas? ¿Astronautas? ¿Actores? ¿Empresarios con cierto éxito en su sector? ¿Futbolistas, entrenadores de disciplinas deportivas? ¿Combinaciones imaginativas de ciudadanos tendentes a demostrar, no sus capacidades personales, sino la diversidad de sus orígenes, situaciones físicas o familiares?

Para recuperar la democracia, habrá que replantearse a quienes representan los diferentes partidos en estos momentos en liza política, y por qué han llegado a esa situación. No es casual, supongo, que todos los cabezas de partido, en encuestas de opinión entre posibles votantes, no alcancen siquiera el aprobado. El país está inmerso en la mediocridad, se presenta como apático pero dispuesto a movilizar su crispación con cualquier motivo, y, sobre todo, se encuentra falto de ideas, que es tanto como decir, a riesgo de sufrir una opa hostil de su esperanza.


El cormorán es ave de gran voracidad, combinada con una excelente capacidad piscatoria. Es un espectáculo verle sumergirse en las aguas tranquilas o agitadas y, luego de unos minutos de inmersión, aparecer en superficie con un pez en el pico. Parecería imposible que pudiera engullirlo.

Solo que, después de varios movimientos precisos, destinados a darle vueltas para encontrar la posición precisa, asistiremos al momento en que, ya sea el pez grande o pequeño, es deglutido entero, tal vez aún agitándose, vivo.

 

 

Archivado en:Actualidad, Economía, Política Etiquetado con:cormorán, democracia, elecciones, gobierno, partidos

La orina del enfermo

7 febrero, 2019 By amarias Dejar un comentario

Cuando preparo entradas para este blog, en el que llevo ya más de once años de actividad, no me obsesiono por comentar la actualidad. Para eso están los diarios y, en concreto, las decenas de columnistas a los que, supongo, se les paga por su trabajo, como debe ser.

Lo mío es afición discursiva, una vocación literaria que no me esfuerzo lo más mínimo por encauzar, ya que disfruto escribiendo sobre lo que me apetece y hacerlo público, para que lo disfruten, si así lo desean, tanto amigos como desconocidos.

La situación actual, sin embargo, invita a dedicar algunas líneas gruesas a lo que está pasando a nuestro alrededor, porque tengo la impresión de que estamos viviendo un momento crucial de nuestra historia inmediata. Centro esta aseveración en tres temas, sobre los que deseo llamar la atención del lector:

  1. Venezuela. La encomienda al joven Guaidó de convocar elecciones en el período más corto posible, marginando al dictador Maduro, presidente elegido en unas urnas amañadas, pero con el poder sobre el Ejército y capacidad para movilizar a una parte no despreciable de la población, ha generado una situación de bloqueo en el país. No quiero imaginar lo que podría desencadenarse si el megalómano Trump decide una intervención armada en Venezuela, pero sigo sin entender qué es lo que se desea que suceda, por parte de ese grupo europeo de países que apoyan al presidente de la Asamblea Nacional y lo han nombrado presidente interino (que es una intervención, en mi opinión, nada pacífica: me recuerda lo de “el mensaje a García”).
  2. Cataluña. La vicepresidenta del gobierno español ha transigido con el gobiernín catalán en incorporar a un diálogo -cuya naturaleza ineficaz está en la misma sustancia de los planteamientos anticonstitucionales, es decir, delictivos, de la facción separatista- a una figura exótica, incalificable, que han llamado relator, notario, mediador y otros calificativos de la posición inaceptable de ese comisionado. Escribo “transigir” porque no puedo imaginar que la propuesta haya venido del lado del gobierno que tiene la obligación de velar por los intereses de todos los españoles (al menos, de la mayoría, pienso yo).Las críticas han llovido desde dentro del partido socialista (que se supone que es el que gobierna) y , por supuesto, desde los partidos de la oposición, que no se han ahorrado adjetivos y exabruptos para definir la operación, llegando incluso a hablar de traición, felonía y otras lindezas. El movimiento no va a servir para salvar los presupuestos del Estado para 2019, ya que se han presentado enmiendas a la totalidad que imposibilitan el trámite parlamentario. Solo va a servir para confirmar que el gobierno improvisa, falto de coherencia y apoyos. Sánchez debe convocar elecciones. Sí o sí. Habrá que esperar, luego, que se recomponga el espectro político, y que los partidos recuperen sus esencias. Creo que ni la derecha, ni la izquierda, ni el centro saben, en este momento dónde están. Es decir, están perdidos.
  3. China. El gigante asiático no se encuentra, ni mucho menos, dormido. Se nos ha colado por nuestra economía confiada por todos los resquicios. China no es vecina, sino que nos alucina. Vestimos chino, comemos chino, nos solazamos con productos chinos. Se nos han colado los chinos hasta en la sopa; nos tomaron por chinos. Ha sido una invasión pacífica en las formas, pero letal en los resultados. Se ha perdido gran parte de la capacidad de fabricación y de respuesta. No hemos calculado lo que significaba abrir los mercados a un mundo globalizado, cuando uno de los agentes tiene una dimensión muy superior al resto. Nos coge, además, a los europeos, sin haber conseguido ni la unión comercial, ni la industrial, ni -por supuesto- las estructuras de defensa.En resumen: no me gusta la orina del enfermo, que es lo que oía decir a mi padre cuando las cosas pintaban mal. Que es como pintan ahora, solo que en el cuadro estamos todos, chino más o menos, catalanes y venezolanos, incluidos.
    ___
    Presento aquí a un pico menor (dendrocopos minor), habitante escaso de bosques caducifolios y zonas de ribera con árboles maduros, según dice uno de mis libros de cabecera en cuestiones ornitológicas. Es un pequeñin con semejanza clara con el pico mayor, pero con el dorso listado de rayas blancas. Otra diferencia: carece del rojo en el plumaje del abdomen y los machos tienen solo una caperuza roja (mancha pileal) con bordes negros, en lugar de la gran mancha que adorna la cabeza de la otra especie. El macho de pico menor de la foto vive en las recuperadas graveras de Velilla de San Antonio, en donde lo sorprendí esta mañana de febrero, trepando silencioso por un sauce de la antigua grsvera

Archivado en:Actualidad, Economía Etiquetado con:Cataluña, China, enfermo, invasión, mercado global, pico menor, Venezuela

Made outside

31 diciembre, 2018 By amarias Dejar un comentario

Hace unos días leía que los productores de carne de cordero abulense se quejaban de la entrada masiva de carne australiana, a menor precio y peor calidad. Según los entrevistados, el consumidor español no apreciaba las diferencias organolépticas y solo se fijaba en el precio y no en la etiqueta que reflejaba el origen de la carne. La consecuencia de la pérdida de competitividad era que se estaba perdiendo la cabaña propia ovina.

Circunstancias similares serían de reseñar en la carne de vacuno, en donde la entrada de canales procedentes de Argentina, está doblegando la tradicional supremacía de los bóvidos del Cantábrico o de las sierras madrileña y salmantina a la hora de poner un filete o un guiso de ternera al plato.

Venía yo fijándome en las etiquetas de la ropa y calzado que entra en mi casa y ya había tenido ocasión de admirarme de la procedencia de los pantalones, chaquetas, corbatas y calzados (por ejemplo) que adquiríamos en los comercios españoles, incluso aunque fueran de nombres tan acreditados por su vinculación con la piel de toro como Zara, el Corte Inglés o Cortefiel. No hace falta sumergirse en la plétora de tiendas chinas que han inundado las calles de la geografía citadina, para saber que casi todas provienen de Marruecos, India, Bangladesh, Portugal, Brasil o Túnez.

Por supuesto, tengo asumido que los productos llamados de alto valor tecnológico añadido serán, con gran probabilidad, chinos, coreanos, alemanes o norteamericanos; que los libros habrán sido editados en México o Argentina y que los cacharros de loza y las toallas serán portugueses. Pero…¿y los productos alimenticios que pueblan las estanterías de los hipermercados? ¿Habrán sucumbido también las multinacionales con sede en Francia o en Alemania al encanto de la producción más barata, pasándose por el arco de su triunfo la calidad de los genuinos géneros hispanos?

Sí. La respuesta es, sí. Las lentejas y garbanzos de la prosaica y conspicua marca “La asturiana” provienen de USA o Canadá, y no importará la denominación que debiera teóricamente servir para identificar el origen de un producto, ya sean los espárragos de Tudela, las lentejas de Andújar o las naranjas de Valencia, habrán sido recolectados sabe dios dónde, aunque probablemente “envasados en la UE”.

Puedo seguir así hasta hartar al lector. Las patatas, ya sean de freir o de asar, serán francesas; los langostinos, junto con sus semejantes, sin importar se denominen gamba, gambón o camaroncito, habrán sido criados en las piscifactorías de Cuba, Estados Unidos o Ecuador y, por supuesto, el salmón, la corvina, la merluza y los sucedáneos de pulpo, percebes y rodaballos, serán chilenos, noruegos, argentinos o de cualquiera otro lugar especializado en el nursering y hatchering de alevines de especies con buen pedigree oficial criadas en cautividad para alimentar los estómagos de los no veganos.

No pretendo romper una lanza (ni media) a favor del consumo de productos españoles. Allá se las entienda el mercado con el problema. Pero sí debo preguntarme: Si casi todo lo que necesitamos aquí viene de fuera, incluso lo que, por la mera lógica económica, aunque los costes de mano de obra fuera sensiblemente menos, sería tremendamente caro transportar desde allende los mares, ¿qué está sucediendo? ¿Puede ser admitido, sin más, que países con una renta per cápita muy superior a la nuestra, se hayan convertido en proveedores de productos básicos? ¿Qué milagro de incompetencia productiva y de distribución ha hecho posible que en un país con amplias extensiones de tierra semiárida, las pipas de girasol vengan envasadas primorosamente como “producto de USA”?

Mientras trato de responder a esta y a otras preguntas, ayudo a mi esposa a preparar una tarta con semillas de amapola -sí, esa simpática papaverácea que inunda los campos castellanos-. Miro la etiqueta del envase y leo en voz alta. “Producto envasado en Alemania”.

___

Un mosquitero común (phylloscopus collybita) apaga su sed y, de paso, se libra de suciedades y parásitos, dándose una zambullida en las aguas de un estanque del Parque del Retiro, en Madrid. Este ejemplar ha elegido para pasar la invernada el centro de la capital de España, en uno de las decenas de pulmones verdes de la contaminada ciudad. Estuve observando sus evoluciones durante un buen rato, entusiasmado yo por el bello contraluz y absorta el ave en sus abluciones. De pronto, el pájaro se fue a su aire y este torpe filósofo de aparentes realidades, debió seguir con su paseo, cámara en ristre, pensamientos a la deriva.

 

 

Archivado en:Actualidad, Economía, España Etiquetado con:amapola, Andúajr, asturiana, denominación de origen, garbanzos, hatchering, importación, lentejas, mercancía, mosquitero cómún, nursering, papaverácea, productos españoles

Buscar al mirlo blanco

18 octubre, 2018 By amarias Dejar un comentario

En abril de 1898, cientos de personas se congregaban en cada uno de los puertos españoles en donde estaban a punto de embarcar los cuarenta mil soldados de reemplazo que iban a luchar contra el enemigo norteamericano. Estados Unidos había declarado la guerra a España por un quítame allá esas pajas: la voladura del acorazado Maine, anclado en funciones de espionaje en la bahía de la Habana.

Pocos de los soldados que, pertrechados con uniformes de campaña y flamantes mosquetones, se alineaban en los muelles a toque de cornetín de órdenes, eran, en voluntarios. Esos soldados de cupo, obligados a defender los intereses patrios tan lejos de la Metrópoli, pertenecían a las clases más modestas de la sociedad, que no habían podido liberarlos pagando las mil quinientas pesetas que hubieran supuesto su exención del servicio militar.

Entre los que acudían a despedirlos, junto a esposas, novias y madres -algunas con niños pequeños en los brazos o agarrados de la mano-, los que más gritaban y enardecían los ánimos, con inflamados vítores patrióticos y soflamas incendiarias contra la pérfida Norteamericana, eran los que se habían librado del servicio y sus allegados.

Esa guerra se perdió, y con ella, los restos del Imperio. Estados Unidos, más potente económicamente, mejor dotado de armamento y otros recursos, y con la excusa adicional de ayudar a los rebeldes que, desde hacía tres años se habían levantado contra el Estado español, se hizo con el control de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, iniciándose así una época de hegemonía internacional norteamericana.

Traigo esto a colación, no porque me interese refrescar a memoria acerca de sucesos bien conocidos, sino por poner de manifiesto, como saben bien los “analistas de sistemas”, esos especialistas en buscar modelos genéricos de amplia aplicación, adaptables a problemas concretos, que el modelo se repite con obstinada frecuencia, camuflado de múltiples maneras.

Tengo a la vista un artículo de Moisés Naím (El Pais. 30.09.2018) en cuyo titular se plantea: “¿Va usted a perder su trabajo?” y en unas pocas líneas enumera las “cuatro ideas” que, hasta ahora, se han puesto sobre el tapete para analizar lo que se debe hacer frente al “tsunami de la desocupación laboral” que está provocando la revolución digital.

Esas cuatro ideas serían, escuetamente: el proteccionismo digital (aranceles e impuestos frente a los avances); reeducación a los desempleados; aumentar el empleo público; y garantizar un ingreso básico universal. Por irrealizable, errónea o costosa, Naím las rechaza todas. Concluye provisionalmente con una esperanza: “Es perfectamente posible que esas nuevas tecnologías produzcan más y mejores empleos que los que destruirán”. Ha sucedido, en efecto, en las otras revoluciones tecnológicas.

Después de esta afirmación tan positiva, retorna a la gran cuestión: “¿Y si esta vez es diferente? ¿Si los nuevos empleos no aparecen a tiempo?”

He visto, de pronto, a algunos cientos de personas que han conseguido liberarse de bajar al campo de batalla de las verdades tecnológicas, avistando con sus catalejos de precisión, desde sus torres de control, las áreas de tranquilidad económica o profesional, animando a acudir a la batalla, despidiendo, con pañuelos de ánimo y vítores de confianza, a millones de contemporáneos, embarcados con escasos pertrechos, mal preparados, faltos de directrices, ayunos de claridad en las ideas, para enfrentarse a un enemigo muy superior, en una guerra que, en esas condiciones, está perdida de antemano.

¿Dejaremos que la cuestión planteada la despejen otros, mejor pertrechados?


La fotografía es de un curioso mirlo común (turdus merula), con las mejillas emplumadas de un blanco níveo. Parece un conato de mirlo blanco. Si se le observa con cuidado, se verá que en una de sus extremidades inferiores, esta preciosa ave, tan singular dentro de lo común de esta especie, está anillada.

Archivado en:Actualidad, Economía, Política Etiquetado con:1898, competitividad, creación de empleo, Cuba, formación, mirlo, paro, trabajo

  • 1
  • 2
  • 3
  • …
  • 11
  • Página siguiente »

Entradas recientes

  • Interesantes conferencias virtuales organizadas por el Club Español del Medio Ambiente
  • Concha Quirós, librera. D.E.P.
  • Avellanas podridas
  • El futuro y los políticos
  • Propuestas para reactivar la economía desde la experiencia y el conocimiento
  • Ante el Día Mundial contra el Cáncer
  • Cambio de fichas
  • Nací con vocación de emigrante (Poema)
  • Del Diario de un Hombre Educado (Poemas)
  • Salvados por la UME
  • Frail democracies (Débiles democracias)
  • Elogio y servidumbre del centro
  • No hay mejor momento (Poema)
  • Son todos muy jóvenes (Poema)
  • Entendiendo mejor el Cáncer de vejiga

Categorías

  • Actualidad
  • Administraciones públcias
  • Administraciones públicas
  • Ambiente
  • Arte
  • Asturias
  • Aves
  • Cartas filípicas
  • Cataluña
  • China
  • Cuentos y otras creaciones literarias
  • Cultura
  • Defensa
  • Deporte
  • Derecho
  • Dibujos y pinturas
  • Diccionario desvergonzado
  • Economía
  • Educación
  • Ejército
  • Empleo
  • Empresa
  • Energía
  • España
  • Europa
  • Filosofía
  • Fisica
  • Geología
  • Industria
  • Ingeniería
  • Internacional
  • Investigación
  • Linkweak
  • Literatura
  • Medicina
  • mineria
  • Mujer
  • Personal
  • Poesía
  • Política
  • Religión
  • Restauración
  • Sanidad
  • Seguridad
  • Sin categoría
  • Sindicatos
  • Sociedad
  • Tecnologías
  • Transporte
  • Turismo
  • Uncategorized
  • Universidad
  • Urbanismo
  • Venezuela

Archivos

  • febrero 2021 (6)
  • enero 2021 (6)
  • diciembre 2020 (17)
  • noviembre 2020 (9)
  • octubre 2020 (5)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (8)
  • junio 2020 (15)
  • mayo 2020 (26)
  • abril 2020 (35)
  • marzo 2020 (31)
  • febrero 2020 (9)
  • enero 2020 (3)
  • diciembre 2019 (11)
  • noviembre 2019 (8)
  • octubre 2019 (7)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (4)
  • julio 2019 (9)
  • junio 2019 (6)
  • mayo 2019 (9)
  • abril 2019 (8)
  • marzo 2019 (11)
  • febrero 2019 (8)
  • enero 2019 (7)
  • diciembre 2018 (8)
  • noviembre 2018 (6)
  • octubre 2018 (5)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (5)
  • junio 2018 (9)
  • mayo 2018 (4)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (8)
  • febrero 2018 (5)
  • enero 2018 (10)
  • diciembre 2017 (14)
  • noviembre 2017 (4)
  • octubre 2017 (12)
  • septiembre 2017 (10)
  • agosto 2017 (5)
  • julio 2017 (7)
  • junio 2017 (8)
  • mayo 2017 (11)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (12)
  • febrero 2017 (13)
  • enero 2017 (12)
  • diciembre 2016 (14)
  • noviembre 2016 (8)
  • octubre 2016 (11)
  • septiembre 2016 (3)
  • agosto 2016 (5)
  • julio 2016 (5)
  • junio 2016 (10)
  • mayo 2016 (7)
  • abril 2016 (13)
  • marzo 2016 (25)
  • febrero 2016 (13)
  • enero 2016 (12)
  • diciembre 2015 (15)
  • noviembre 2015 (5)
  • octubre 2015 (5)
  • septiembre 2015 (12)
  • agosto 2015 (1)
  • julio 2015 (6)
  • junio 2015 (9)
  • mayo 2015 (16)
  • abril 2015 (14)
  • marzo 2015 (16)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (16)
  • diciembre 2014 (24)
  • noviembre 2014 (6)
  • octubre 2014 (14)
  • septiembre 2014 (15)
  • agosto 2014 (7)
  • julio 2014 (28)
  • junio 2014 (23)
  • mayo 2014 (27)
  • abril 2014 (28)
  • marzo 2014 (21)
  • febrero 2014 (20)
  • enero 2014 (22)
  • diciembre 2013 (20)
  • noviembre 2013 (24)
  • octubre 2013 (29)
  • septiembre 2013 (28)
  • agosto 2013 (3)
  • julio 2013 (36)
  • junio 2013 (35)
  • mayo 2013 (28)
  • abril 2013 (32)
  • marzo 2013 (30)
  • febrero 2013 (28)
  • enero 2013 (35)
  • diciembre 2012 (3)
febrero 2021
L M X J V S D
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
« Ene