El 13 de junio de 2022, los andaluces interesados tuvieron la segunda ocasión de obtener información directa sobre las ofertas de gestión de la Autonomía de los principales candidatos a las elecciones que se celebrarán en la región el próximo 19.
En mayor medida que el celebrado hace apenas una semana, el debate estuvo protagonizado por la candidata de Vox, Macarena Olona. Esta abogada de Estado se destacó como una avezada rompegüevos, interrumpiendo a los demás opositantes de continuo y, con la técnica de poner tachaduras y enmiendas a las intervenciones ajenas, tratar de desorientar al que tenía el uso de la palabra.
El candidato del Partido Popular, actual Presidente de la Junta, Juanma Moreno, mantuvo una posición moderada, más bien fría, sosteniendo como argumento principal que su directo rival, Juan Espadas, del Partido Socialista, del que dicen las crónicas que es buen amigo fuera de bambalinas, sigue los designios de Madrid sin autonomía propia. Espadas estuvo especialmente soso, quizá asumiendo que las encuestas le dan como líder de una coalición perdedora, lastrado con el peso del girigay ideológico de las posiciones de izquierda que reflejan a las claras la rotura del Gobierno del Estado.
Me gustaron dos candidatos: Juan Marín, ponderado en sus intervenciones, tratando de convencer al público en general que los éxitos del gobierno que hoy se despide eran fundamentalmente debidos a su buena gestión en el apoyo a empresas y a la generación de empleo. Moreno lo ninguneó, en lo que interpreto como una delicada posición electoral, pues no parece que pueda conseguir la ansiada mayoría y, en el hilo de la experiencia pasada, el apoyo de Ciudadanos -“liberal e independiente”- se confirmó como eficaz y nada molesto. Actitud colaboradora que no se atisbó en Olona que tuvo la osadía dialéctica de reclamar la vicepresidencia de la Junta incluso aunque solo tuviera que aportar un diputado.
La otra candidata que me causó una excelente impresión fue Teresa Rodríguez (María Teresa Rodríguez-Rubio), filóloga de formación, tránsfuga de Podemas, capitana de Adelante Andalucía. Estuvo brillante, sin perder la cercanía, aportó ideas y dio tranquilidad al debate en sus intervenciones. Ocultando sus creencias antimilitaristas y la ideología de ultraizquierda, recuperando con ello a base populista del primer Iglesias (Pablo) defendió un elemento clave frente a otros candidatos: el andalucismo, la independencia regional respecto a las directrices que pudieran emanar de los partidos con proyección nacional y, además, demostró buen conocimiento de los problemas andaluces, sin caer en dogmatismos.
La candidata de la variopinta coalición de izquierdas, Inmaculada Nieto, que juega con el equipo Por Andalucía, licenciada en Políticas y afiliada a Comisiones Obreras, mantuvo un tono sereno que resultó desdibujado frente al histrionismo de Olona y la simpatía derrochada por Rodríguez.
He oído y leído hoy, por comentaristas políticos más avezados que yo a analizar este tipo de debates y su influencia sobre el electorado, que nada ha cambiado respecto a las previsiones con las que las encuestas bombardean al electorado. Solo son apreciaciones y, como tales, no tienen otro valor que la constatación individual de simpatías.
En mi caso, me pareció que Moreno mantiene su primera posición, aunque con dificultades para conseguir la mayoría; Espadas cede terreno, arrastrado por la desorientación en la que está instalado su partido (que manda al ministro Bolaños, cargado con plátanos, aceite y azafrán, a una audiencia con Francisco para despertar alguna simpatías del electorado católico despistado); Rodríguez sube, aunque surge de una posición muy inferior y, por ello, deberá contentarse con dos o tres diputados; Marín se defiende en la caída libre de Ciudadanos, mereciendo mejor resultado del que le pronostica; y Nieto abandera una coalición falta de engrudo técnico, que solo ilusionará a nostálgicos de la unión de la izquierda “verdadera”, hoy amalgama fundamental de ecologistas de salón, anticapitalistas sin alternativa válida o ideólogos que aún creen en la redención de la Humanidad por la solidaridad internacional del proletariado.
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