El 6 de marzo de 2022 la guerra en Ucrania no se detiene. Ni se amortigua el impulso destructor de las fuerzas invasoras, que ahora ya no parece dirigido a objetivos seleccionados, sino encaminado a la destrucción o arrasamiento del país. El déspota Putin manda atacar incluso los pasillos con intencionalidad humanitaria que se habían pactado entre beligerantes para permitir que mujeres y niños pudieran abandonar Kiev y las zonas más amenazadas, ofreciendo una vía de escape hacia Polonia, fundamentalmente.
Sus amenazas de matón de barrio elevado a la categoría de líder mundial del despropósto alcanzan también a países de la Unión Europea, a los que advierte que los considerará enemigos si ofrecen apoyo bélico a los defensores ucranios. Mantiene, además, la imagen -nada retórica, dada su neuropatía- de tener preparado el “botón nuclear” ante cualquier propósito intervencionista de la OTAN en su guerra “privada”-
¿Cómo podría terminar esta guerra? Resultan lamentables las voces -entre timoratas, insolidarias y falsamente buenistas- que defienden que debe dejarse sola a Ucrania en su defensa, absteniéndose de envar armas e, incluso, ayuda humanitara; algunos culpan incluso a la mafia ucrania (o ucranio-rusa) del conflicto, por su supuesta intención de controlar la independencia del país, convirtiéndolo en foco de nazis, dinero de las mafias y mercado de la droga.
Entiendo que la negociación directa que conduzca a cualquier tipo de acuerdos entre Volodomir Zelenski y Vladimir Putin es imposible, pues, en su posición de dictador con toda la superioridad respecto a Ucrania, solo cederá ante el presidente del país invadido, si se atiende completamente a sus deseos. Ha manifestado que la única vía de salida al conflicto sería que Ucrania abandone cualquier intención de incorporarse a la Unión Europea. La independencia de Ucrania pasa, para él, por la subordinación a Rusia como un país satélite, al modo de Bielorusia. Por supuesto, además, exigirá la integración a Rusia de las regiones del Dombás y, dado que se considera vencedor en la guerra, un pasillo fronterizo que llegue a Odesa y conecte con Crimea.
Al no parecer factible la rendición de Ucrania, pues la nación invadida ha puesto de manifiesto que no se rendirá, si no se produce la intervención de presión del único Estado al que puede atender (la China de JiPing) Putin no parará hasta arrasar este Estado soberano, causando cientos de miles de muertos y una masiva destrucción de edificios, lugares protegidos por su interés cultural y artístico y, por añadidura, provocando una gran hambruna que afectará también, por la dependencia agrícola que tenemos muchos países con el granero de Europa, a la economía de la Unión Europea. La presión de la opinión pública occidental, el desapego de una parte significativa de la población rusa respecto a la intencionalidad invasora (con la disidencia controlada y perseguida), un hipotético clamor que, exigiendo la paz, llegase hasta la fortaleza del Kremlin, no parecen capaces de causar mella alguna en la mente enferma del hijo de la KGB,
La situación está generando y generará aún con mayor intensidad, el aislamiento de Rusia (si es que ya no puede hablarse de ello en el momento actual), y traerá como consecuencia una división en dos bloques que tardarán décadas en superarse, causando la ruptura de los sueños de globalización y teniendo como consecuencia en el aspecto armamentistico, la preparación para repetir el esquema en otros países que puedan ser apetecibles por sus recursos naturales y que no tengan capacidad de defensa propia ni alianzas eficaces. China ha aumentado más del 7% su presupuesto anterior en Armamento (Defensa, eufemísticamente) y la Unión Europea considera cumplir definitivamente con el número mágico del 2% del PIB en en robustecer sus presupuestos para Defensa y conformar, al fin, un Ejército Europea. Esto se debería calificar como camino firme hacia la guerra total.
Una tercera opción, que puede venir provocada por las actuaciones de Putin y los jerarcas del Kremlin, si se decide a agredir a algún Estado vinculado a la OTAN, es la entrada en guerra de Estados Unidos y la Unión Europea contra Rusia. La posición de China en este punto sería determinante para llegar a la guerra total, aunque no cabe descartar que, por virtud de acuerdos no conocidos y simpatías largamente expresadas, el país controlado por Jinping no sostenga su neutralidad. Ergo, el camino de la tercera guerra mundial aparecería expedito.
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