La obstinación, revestida de ropaje pseudojurídico, con la que la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, niega que el Gobierno sin mandato tenga que someterse al control del Congreso, y solo esté obligado a darle información, equivale, en términos llanos, al secuestro de la democracia.
Porque los ciudadanos no tenemos otra forma de controlar a quienes están ocupando en precario los puestos de la máxima gestión pública que por medio de las explicaciones que se le soliciten por quienes son nuestros actuales representantes legales. Esos diputados y senadores, le guste o no al gobierno que no ha conseguido revalidar su mandato, son ahora el Consejo de Administración de nuestra democracia.
La seguridad de Sáenz de Santamaría puede venir revestida, que no avalada, por una brillante carrera de derecho; adornada, que no por ello libre de sometimiento a la crítica del ojo del pueblo, por unas oposiciones ganadas con mérito que no es momento de discutir, a abogada del Estado; y, por añadidura, consolidada, que no por ello ha de resultar más valiosa en términos de vedad, por la experiencia docente en la divulgación de la teoría del Derecho Administrativo en las aulas universitarias.
Puede parecerle a Soraya que una formación tan densa, que sobrecarga su currículum para proporcionarle un porte apabullante, sirva de patente de corsa para que pueda explicarle, sin sonrojo alguno, al penúltimo Presidente del Congreso, Patxi López, por carta que pasará a los anales de la interpretación adulterada del juego democrático, cómo se construye un silogismo perverso:
Premisa mayor: El Gobierno en funciones “tiene limitadas sus facultades al despacho ordinario de los asuntos públicos”, y, afinando más, “al desarrollo de actividades de carácter puramente administrativo que no impliquen orientación política alguna”;
Premisa menor: teniendo en cuenta la insólita petición de la segunda autoridad del país (1) y la sorpresa avergonzada que caisa en la fina jurista.
nos lleva a la Conclusión irrebatible de que Nanay del Paraguay, que no te doy explicaciones de lo me pides, y que si quieres venir a por uvas o melones, espera a otra cosecha, que catar ésta no te corresponde, aunque esgrimas que tu poder viene del pueblo, porque ese pueblo te habrá dado la confianza a tí, pero no a mí.
La habilidad jurídica para enredar los términos legales de Saenz de Santamaría es incuestionable. Su palabrería es tan elocuente que no merece la pena entrar en una discusión con ella. Basta con romper el nudo gordiano de la aparente verosimilitud de su razonamiento, cortándolo de cuajo con la espada afilada que enarbola, por fuero y por derecho, el pueblo soberano.
Parapetada por su interpretación ladina de las vacantes jurídicas, que llena a su antojo, y dado que el análisis máximo de validez nos llevaría a solicitar el pronunciamiento de la autoridad legal del Tribunal Constitucional, que tiene sus plazos y mandangas, podríamos correr el riesgo de enredarnos entretanto sobre el apoyo legal que tiene su negativa y la de sus compis de Gobierno, a comparecer para explicarnos a los españoles lo que están haciendo desde con el muñeco que representa para ese equipo, al parecer, la democracia. Debe parecerles un ejercicio de budú, en el que, cada vez que damos la espalda a los que custodian el muñeco, le clavan un alfiler emponzoñado.
A Sáenz de Santamaría le gusta su razonamiento, porque lo repite ya sin el menor rubor, en toda ocasión. Lo ha vuelto a repetir, tal cual, ayer, para justificar la no comparecencia ante el Congreso de Diputados para explicar el nuevo caso Soria. Pueblo soberano, ya que os habéis equivocado al revocar nuestro mandato, sufrid.
No tengo ya idea de cómo va a acabar ésto. Si fueran otras épocas, vería asomar los espadones, y vislumbraría a un general Pavía montando a caballo por el patio del Congreso. Como vivimos un momento de desorientación en todos los órdenes, perdido el norte, agotadas las fuerzas, engañado el pueblo con visiones de bodevil y charanga, solo alcanzo a llevarme las manos a la cabeza.
No debiera darme todo igual, pero las circunstancias se empeñan en apuntarme que el rifirrafe por la investidura de Gobierno no va a traducirse en cambio alguno. Con tantas líneas rojas, azules y enmadejadas posiciones, han conseguido marearme, convenciéndome de que no hablan de lo nuestro, sino de lo suyo. Los unos, contentos con repartirnos las mismas ruedas de molino y vendernos idénticas motos y volver a sacar a la feria los viejos jumentos trampeados con rayas cebra. Los otros, porque no consiguen convencer ni a sus propios partidarios con tantos propósitos de hipotético cambio frontal que no explicitan, porque, además, es imposible.
Más a la izquierda del espectro de lo probable, aunque no me duelen prendas en reconocer que en ese grupo variopinto están la mayoría de las gentes que tienen mi simpatía social, porque son de verdad los que sufren del decaer de la actividad económica, y, aunque soy de la élite, comparto con ellos la convicción de que es necesario hacer temblar los cimientos de esta sociedad corrupta, para que caigan los que se aferran a que todo siga así, lo que no veo es liderazgo. Escucho mucha palabrería, entiendo que se quieren hacer aflorar rencores prendiendo mechas como pirómanos desde la clase académica, y sin valorar el efecto de los fuegos, porque falta el menor conocimiento de cómo se gestiona un pedazo tan corto de un mundo muy complejo.
Soraya, por favor, deja de darnos clases. Tus explicaciones son prescindibles.
Como las de todo aquel que ha sido cogido en falta y pretende justificarse, aún sabiendo que no le asiste razón alguna, su tono petulante y agresivo no mejora su credibilidad. Son vacuas, falsas. Nos agreden a todos y, especialmente, a los que, antes de que todo esto sucediera -el tránsito penoso por la Tierra Oscura-, creíamos que, en caso de necesidad, siempre nos vendría a salvar la democracia.
Ahora, ya empezamos a dudarlo incluso nosotros, los viejos demócratas.
(1) Justamente, por encontrarse el gobierno en funciones, la autoridad constitucionalmente otorgada al presidente de Gobierno, decae ante la validación democrática que otorga el Congreso al nombrar a su propio presidente.
P.S. Este juvenil colirrojo tizón parece a punto de iniciar un paso de ballet. Son aves atopadizas, juguetonas, que tan pronto parecen dispuestas a acercarse sin miedo a nuestro entorno más próximo, como se escapan, huidizas, para ocultarse entre el follaje. La foto no permite apreciar bien su conspicua cola bermeja.
Traducción de hidalgos en los genes:El patio es nuestro¡¡que hacen esos intrusos!!!!
Descorazonador.
Menos mal que en el Congreso son casi todos humanistas, como se les dice ahora a los que estudian Humanidades, lo que antes se llamaba por su nombre, a saber, Filosofía y Letras, Derecho y alguno menos Económicas.
La Historia Natural, que estudiaron nuestros padres, tambien tiene pocos representantes, pero aún menos tienen los denostadas por los anteriores Grados en Medicina, Arquitectura e Ingeniería, que engloban buenamente a todos los estamentos que se ganan mejor la vida en el ejercicio de su profesión, que en la variante esa que no requiere ninguna acreditación especial que es la profesión de representante por antonomasia, el diputado.
Se me olvidaba mencionar a esas raras especies que llegan a diputados con dos grados, aunque los dobles humanistas tienen mas posibilidades de “diputarse”.
Y decía que menos mal que todos son humanistas y hacen muy bien lo que saben hacer que es hablar de lo que preocupa a sus representados, que en el caso de los españoles es el paro y la corrupción. La verdad es que de vez en cuando se ponen metafísicos y “la cagan” que diría Pérez Reverte. Pero menos mal que no provocan a los del fusil y del se sienten, coño.
Como puedes comprobar me sigue inspirando leerte y debería hacerlo con más frecuencia porque necesitas más reacciones, aunque sean positivas.
A mi, logicamente, la joven vicepresidentaenfunciones me cae más simpática que a tí y la encuentro hasta eficaz e ingeniosa donde tú no ves mas que vicios de lenguaje.
Angel, no entiendo la metáfora del colirrojo ese, que me figuro que serás tú, pero tiene gracia que haya llegado a este artículo inmediatamente después de buscar fotos de minerales botroidales, recordaras que son los arracimados y curiosamente acababa de ver las fotos que ofrece Google para “botryoidal azurite” cuando leo que tu le niegas las uvas a la pobre Soraya.
Te recomiendo que veas esas fotos, que somos ingenieros de minas antes que letrados, coño!