Hace tiempo que me apetecía escribir sobre este tema, y seguramente en otros Comentarios ya he expresado algunas opiniones al respecto. La relectura del libro de Jonathan Haidt (La mente de los Justos, Ed. Planeta, 2019), publicado por primera vez bajo el título The righteous Mind en 2012, me ha provocado estas nuevas reflexiones que quiero compartir hoy.
Tengo, además, a la vista, el libro de Norberto Bobbio “Derecha e Izquierda”, con el magnífico prólogo de Joaquín Estefanía (reedición de 2014, Editorial Alfaguara). Las otras fuentes que utilizo son mentales, porque estoy de vacaciones y, como saben mis lectores habituales, no soy amigo de intoxicar lo que escribo con fuentes bibliográficas, lo que se hace generalmente para reclamar argumentos de autoridad para robustecer la debilidad de los propios argumentos.
Debo aclarar, además, que Haidt mezcla en el mismo saco argumental a los que defienden una religión o una opción política (escribe para norteamericanos, sean republicanos o demócratas y es conocida la intensidad con la que el pensamiento religioso empaña la vida social de Estados Unidos). Yo creo que la cuestión religiosa merece un tratamiento específico, aunque, para agnósticos, las raíces de la cuestión pudieran aparecer como bastante similares: la falta de análisis individual para entregarse a adoptar posiciones tribales.
Como no quiero empañar la cuestión más de lo que está, máxime en un momento en España y en Europa en que los fundamentos del debate político se mueven por agrestes caminos, me referiré, únicamente, al desarrollo (obviamente, somero) de esta cuestión:
¿Por qué personas con parecidos medios económicos y formación, piensan y votan diferente, cuando se trata de decidir entre opciones políticas aparentemente tan divergentes, como -digamos- partido popular o partido socialista- o, yendo a los extremos, entre Vox y Podemos?.
Mi respuesta rápida es que la elección de la afinidad que nos lleva a votar a una opción política u otra es que nos movemos por impulsos que no tienen que ver con los programas de los partidos.
Resolver correctamente la cuestión es fundamental para los asesores de ls lideres políticos (los spin doctor en la terminología anglosajona). Haidt desarrolla con cierto desorden en su libro la premisa que le sirve de subtítulo. “Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata”.Mis comentarios solo recogen, de manera marginal, las ideas del psicólogo social norteamericano y, en parte, lo hago, petulantemente, para criticarlas.
En principio, siguiendo el sentir común y de acuerdo con la sospecha general, el voto emitido responde a una combinación exótica de varios factores entre los que cuentan:
con influencia decreciente, las creencias religiosas (si el debate se ha centrado sobre temas que afectan a la moral, ya que no la ética)
el perfil y empatía personal desarrolladas por los candidatos (no necesariamente en los debates, también en lo que sabemos de su vida privada);
la reacción de castigo al partido o candidato que nos ha decepcionado (cuanto más precisan lo que van a hacer, puede que provoquen más distanciamiento respecto a nosotros);
menosprecio por el resultado cualquiera que fuere (refleja el pensamiento de “vote lo que vote no servirá para nada” lo que conduce a seleccionar formaciones exóticas, al voto en blanco o al Pato Donald o al Capitán Trueno);
convicción personal irreductible respecto a lo que debería hacerse, aunque se sepa que los partidos concretos han abandonado esa posición (los talantes conservadores que siguen convencidos en que el liberalismo es lo mejor que puede pasar a la economía y los talantes revolucionarios que permanecen fieles a la idea de que el capital nos roba y que la propiedad fundamental de la producción ha de ser pública, ´…
Nada de eso es sustancial para Haidt, y aún menos para Bobbio y…bastante discutible, incluso para mi, modesto elucubrador sobre la política social, que si algo tengo a mi favor es haber leído cientos de libros sobre el tema-algunos de los cuales, por supuesto, no pudo ser fuente de reflexión para los dos citados (Norberto Bobbio falleció en 2004; y el libro de Jonathan Haidt fue publicado antes de que se produjera la proliferación de los gobiernos de ultraizquierda en Latinoamérica y el avance de la ultraderecha en la Unión Europea).
De Haidt Me sigue gustando la idea de que los seres humanos tenemos una combinación de genes que nos aproxima en un 90% a los bononos (esos monos estúpidos según nuestro criterio humano que se dejan coger y despedazar por los chimpancés, sin ser capaces de defender a uno de los suyos…posición que también encuentro en búfalos, ñus y, en general, en los rumiantes) y un 10% a las abejas (que no dudan en morir, aguijoneando al invasor, muriendo en el empeño).
(seguirá)
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