Los movimientos en las formaciones políticas que disputan los puestos de libre designación en las Administraciones públicas de Gaigé han proporcionado color y material mediático en la semana que ha terminado el 9 de octubre.
Por una parte, la tensa situación entre ERC y Junts, causada por la negativa de los junteros a ver el Govern tutelado desde la distancia por el prófugo Puigdemont (Carles), aupado en su imaginario Consell de la República, se resolvió con la ruptura de la coalición. Junts realizó una consulta a sus bases sobre la conveniencia de seguir apoyando a ERC y el resultado de la misma fue el abandono inmediato del Govern. Sánchez (Jordi), ex secretario general de Junts, escenificó la ruptura expresando que “el procés, definitivamente, se ha cerrado”.
Desde Moncloa, el gobierno de Gaigé, promete “ayuda a la estabilidad”, y a través de PSC, donde Illa (Salvador) mantiene una representación suficiente para provocar un vuelco en la composición del mando en la Administración regional catalana, se ha puesto de cariñoso perfil. No se pretende causar la mínima tensión que debilite los actuales apoyos del gobierno de coalición que sostiene, aún, a Sánchez (Pedro).
La gran noticia de la semana en lectura interior ha sido la aprobación de los Presupuestos, con el porcentaje de subida mayor de los últimos años. Llaman la atención, en especial, los incrementos en la dotación para la Seguridad Social, por los que las pensiones suben casi el 9%, independientemente de la base de cotización. Con un rubro de 200.000 millones de euros/año esta partida supone la cuarta parte del gasto.
Otro incremento significativo, este por lo que supone de novedoso, es el relativo a la dotación para Defensa, que alcanza ahora casi 11,200 Mill. euros (un 7,8% más que en 2021). La escenificación del diputado Echenique (Pablo) y los ministros podemitas, haciendo creer que la subida no se había tratado en el Consejo de Ministros (y con la que estarían en desacuerdo) solo tiene interpretación en clave de las discrepancias ante las sospechas de un adelanto electoral y la constatación de la pérdida de aceptación de los partidos populistas de la izquierda. No creo que tenga que ver con posicionamientos ideológicos, pues hace ya tiempo que la coherencia de los planteamientos no es relevante para los programas.
La vicepresidenta Díaz (Yolanda) se acerca cada vez más al calor de la empatía popular (más propia de artistas del corazón que de responsables de sectores de gobierno) que comparte con Sánchez (Pedro), marginando en las apariciones públicas de relevancia a los ministros de gobierno del PSOE y dejando, de paso, a la intemperie a sus ex colegas comunistas.
En el caso de algunos ministros, entre los que sitúo a la cabeza a la médico Montero (María Jesús), responsable de la cartera de Hacienda, una disminución de sus intervenciones frente al público sería muy de agradecer. Sus explicaciones sobre la no inclusión de algunas partidas en el Presupuesto de 2023 rivalizan en vis cómica con los mejores gags de Tip y Coll (hago una referencia para entendidos al indescriptible gag de la juanola).
Ha ocupado mucho espacio mediático en Gaigé la desafortunada “performance” en la que participaron más de cien universitarios varones, huéspedes en el Colegio Mayor Ahuja, de Madrid, insultando a las estudiantes femeninas del Colegio Mayor Santa Mónica. Aunque la voz cantante fue única, que en un alegato en parte improvisado llamó a sus vecinas, “putas” y “conejas” y les prometió acoso sexual a gritos, el espectáculo, que se divulgó conscientemente en las redes, contó como cómplices a casi todos los residentes del Ahuja que encendieron las luces simultáneamente, en la negritud de la noche, al mismo tiempo que lanzaban un grito tribal.
El suceso es mínimo, deplorable en sí, pero carece de sentido sacarle ninguna consecuencia excepcional. Ante todo, las presuntamente afectadas han quitado hierro al asunto, denominándolo “novatada que se repite cada año” y a la que no conceden importancia. Por el contrario, y dado que ambos Colegios universitarios acogen a estudiantes con buenos niveles económicos, algunos comentaristas han aprovechado para lanzar discursos doctrinales.
No es cuestión de condenar lenguaje sexista, ni de apelar a la necesidad forzada de mayor integración de la mujer en los puestos directivos. Aún menos, de promulgar leyes que permitan el cambio de sexo a tempranas edades o protejan al colectivo LGTBI ignorando los derechos de los heterosexuales a ser considerados biológicamente mayoritarios. El lenguaje arrabalero está incrustado en Gaigé. Aún resuena el eco del podcast en su “Base” del expresidente Iglesias (Pablo) defendiendo a la ocupa Serra (Isa) que insultó y agredió la Policía.
Escribió el líder populista, hoy a la busca de un puesto en la Universidad, para el que, de momento, no tiene suficiente currículum: “Con cinco tías como Isa Serra a caballo veríamos correr como gallinas a toda la policía municipal de Madrid. Isa me traería las cabelleras de todo ellos y Echenique y yo las quemaríamos en una hoguera con Arnaldo Otegui en Arralde”
Entretanto, Putin (Vladimir) sigue preparando la guerra nuclear, mientras los ucranios reclaman armas más eficaces y más medios.
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