Disminuida la tensión del Debate en el que el presidente de Gaigé, Sánchez (Pedro) presentó los resultados de su gestión (mejor dicho: adelantó algunas medidas para consolidar el resto de la legislatura) y la oposición y, en especial, la diputada Gamarra (Cuca) por el Partido Popular criticó aquellos para ofrecer sus propuestas alternativas (mejor dicho: presentó su argumentación para denunciar que el grupo terrorista ETA se sentaba, transmutado en Bildu, en el Parlamento), el país vuelve a la situación de letargo.
Una situación aletargada que está, sin embargo, llena de peligros y sobresaltos. Por una parte, el calor tórrido se apodera de Gaigé: en casi todos los registros las temperaturas vienen subiendo durante los últimos días por encima de los cuarenta grados durante el día y no bajan de veintisiete durante la noche. En estas condiciones, claro, no hay quien pueda tener un buen descanso y los ánimos están más encrespados de lo habitual.
Hay en el territorio de Gaigé más de treinta incendios activos, algunos muy dolorosos, por lo que significan de pérdida de riqueza forestal, paisajística y de fauna de alto valor. En la comarca del Jerte, en Monfragüe, en la Sierra de Mijas, en la montaña salmantina…y en tantos puntos sobre la geografía que jalonan como tachuelas de desesperación el mapa del país, se han producido, como consecuencia del calor, tantos focos de fuego y destrucción que es imposible mirar el mapa sin que el ánimo se encoja, presa del dolor.
Son culpables las altas temperaturas, pero no solo. Como otras veces, surgen sospechas de que, algunos hayan sido provocados, de forma intencionada o por descuido injustificable. Han caído rayos, en zonas aisladas forestales, como resultado de tormentas secas, de esas que resuenan en el cielo azul como un castigo divino. Y hay que pensar en el culpable mayor, que es la desidia: la falta de cuidado y limpieza de bosques y campos, tantos de ellos abandonados, porque el bosque no es rentable para su propietario y se deja al albur de la naturaleza desplegada; hay viviendas que, en la busca del bello paisaje a contemplar desde el salón, se han arrimado tanto a la naturaleza salvaje que sus propietarios olvidan que esa proximidad implica cuidados para controlar el riesgo de que los árboles se incendien por causas fortuitas o porque la envidia insana del que no tiene hace más fácil el manejo de la cerilla que desea pasar desapercibida.
Extremadura es la región más afectada por los incendios, pues interesan a algunas de sus zonas más apreciadas por los aficionados al turismo de naturaleza y al ejercicio de noble deporte de la fotografía y al menos idílico desahogo cinegético. Si han sufrido muchos, hay que poner en primer lugar, a los lugareños que ha visto mermadas las áreas dedicadas a cultivos de gran valor en el mercado, como puercos de raza, venados, cerezas, ciruelas, peras, verduras y hortalizas.
El jefe de Gobierno de Gaigé cursó hoy un viaje a la zona, para apreciar de primera mano, desde el centro de mando y coordinación de los incendios cacereños, el alcance del siniestro. Buscando la zanahoria, inaugurará también un tramo del tren de alta velocidad, que servirá para conectar Badajoz, Cáceres y Plasencia con el resto del mundo, cuando se termine. Hoy por hoy, como subrayan los cronistas que andan buscando las vueltas, pasa por ser el tren de alta velocidad más lento del mundo, incapaz de superar los noventa kilómetros-hora. Es buena noticia el impulso a la futura fábrica de baterías de litio de Navalmoral de la Mata, hoy aún entre papeles, y que los responsables del proyecto Expacio explicarán al jefe del Ejecutivo y a la Ministra de Industria, la casi transparente Maroto (Reyes).
Dimitió la beligerante furia poseída por el rayo, el azote de micrófonos y peperos, la beligerante asturiana Lastra (Adriana), dicen que por cansancio y desengaño al ser apartada como portavoz del PSOE en el congreso; otros insinúan que, mejor, para sacar adelante su embarazo sin impedimentos. Enhorabuena.
Se cuenta en los mentideros de Gaigé que la relación de Sánchez y Yolanda Díaz se ha enfriado, por recelos mutuos, llevando el mismo camino que tuvieron las buenas migas con el anterior vicepresidente, Iglesias júnior (Pablo), convertido éste en cantamañanas, emulando a la otra familia Iglesias, aunque con menos arranque multitudinario y menor proyección mediática. Como también se dice que Yolanda y Pablo no tienen sintonía, la izquierda del PSOE no acaba de arreglar su identidad.
Aparecieron declaraciones de la Ministra de Ciencia e Innovación, la alcaldesa Morant (Diana), contenta, cómo no, de haberse conocido, festejando la propuesta de nueva Ley de la Ciencia, que reitera el compromiso de dedicar desde los Presupuestos del Estado 1,3 por ciento al impulso de esta carencia crónica, una de las bien detectadas y nunca solucionadas. Se espera que retornen investigadores que han tenido que buscarse la vida por el mundo y en eso, me acuerdo de Barbacid (Mariano), el insigne bioquímico y las terribles dificultades para encontrarle acomodo digno, y de tantos otros con menor imagen y currículum, pero que serían cerebros excepcionales para animar nuestro desierto intelectual y creativo.
Por cierto, Barbacid se ha convertido en ariete filosófico y documentado rompecoyones de las normalmente estériles, aunque bien aireadas, actuaciones de los Ministerios que debieran afectar positivamente a la investigación, la tecnología y el desarrollo científico.
En el campo de la energía, caballo desbocado, además de enterarnos que Rusia es sustituto de Argelia com suministrador de gas, que la nuclear no es verde a pesar de lo que digan en Bruselas (y de lo que la necesitamos) y que se avecina un invierno crudo, la teoría oficial es que la culpa de todo, en este campo, la tiene Putin (Vladimir).
Queda institucionalizados los dos argumentos que se esgrimen oficialmente en Gaigé contra nuestra situación de deterioro: el cambio climático como causante de la inflación, los incendios y la subida del precio de la energía y Putin, como causante de todo lo demás y de la subida del precio de la energía.
Mientras, Feijóo (Alberto Núñez) agota el impulso que lo trajo hasta aquí, con discursos de buen rollito, aunque faltos de chicha y limoná. En la Moncloa empiezan a recobrar la confianza de que en Gaigé los descontentos volverán a la apatía.
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