(continúa del Comentario anterior)
2. Importancia capital de la formación amplia e intensiva en conocimientos teóricos básicos.
Se ha introducido un grave error en la formación de los educandos, en nuestro país como en otros de nuestro entorno, y es la errónea creencia de que se puede llegar a dominar una técnica sin conocer sus fundamentos teóricos. Resulta, en consecuencia, que se han formado generaciones de jóvenes que saben utilizar alguna herramienta tecnológica, (el grave peligro de los “user friendly”) pero no tienen ni idea de cómo funciona.
La situación se detecta, no solo en las enseñanzas técnicas, sino también en las denominadas tradicionalmente humanísticas, aunque opino que la carencia es especialmente grave en los casos en los que se han producido vacíos en la formación básica tecnológica (matemáticas, física, química, electricidad, etc.), porque esas carencias no son fáciles de cubrir en la edad adulta, convirtiéndose en lagunas de conocimiento persistentes.
España debe cuidar con especial atención la recuperación del prestigio de sus Escuelas y Universidades Tecnológicas. Es evidente que, con la actual proliferación de centro de enseñanza técnica, el desorden en la denominación de las carreras, la gratuita y desquiciante selección de las disciplinas y la insuficiente formación de buena parte del profesorado, añadido a la desorientación y bajo interés y motivación por el saber de una población discente universitaria excesiva, el objetivo no puede cumplirse. No sirve indicar plácidamente que el mercado volverá a poner a los centros universitarios en su sitio, porque no se puede justificar el dispendio público con una expectativa cuya formulación es perversa. Y no es cuestión de acumular reformas sobre reformas. Si no se reconoce el mal, o se menosprecia su intensidad, no se encontrará la solución.
La referencia a la enseñanza técnica de alto nivel no implica imaginarla como un colgante en la estructura formativa de la sociedad. No es una lámpara (aunque, desde luego, debe servir de luminaria), sino el elemento cumbre de una pirámide bien construida, en la que las formaciones intermedias y las más elementales, sostienen el edificio. La minusvaloración del objetivo de impulsar puntas de lanza tecnológicas, cuyo arco es dotar de la máxima calidad a la enseñanza superior de la ingeniería, entendiendo erróneamente que a este país le basta con tener técnicos especializados en el saber utilizar (tener idea del para qué y el manual básico de instrucciones de empleo) y que no hace tanta falta saber los porqués.
Es un desvío tan grave del camino que conduce a la potenciación de la creatividad y tan evidente el percibir que andamos perdidos en la mediocridad y en la dependencia tecnológica, que escalofría que no se haya puesto de manifiesto a voces en todos los foros.
España tiene una capacidad académica de supuesto alto nivel formativo sobredimensionada, y su adelgazamiento es imprescindible para dotarla de verdadero músculo. No necesita tantos profesores universitarios, tantos catedráticos o titulares, porque no precisa de tantas Universidades, sino mejores. Por lo menos, hay que conseguir que los mejores docentes, los más experimentados, los que estén imbuidos de la más alta vocación docente -que no es necesariamente la investigadora- se concentren en ellos.
No se ha hecho mucha reflexión -desde luego, no la suficiente- en relación a los itinerarios formativos que implican cruzar viejos esquemas, creando otros más adaptados a la evolución y necesidades actuales: ingeniería médica, bioingeniería, ingenieros economistas, ingenieros juristas, médicos químicos, ambientalistas médicos, etc. Hay que vencer, para ello, la resistencia de los que están aupados a sus teorías, defendiendo sus sitiales, y mirar con ojos limpios la realidad exterior.
(continuará)
Totalmente de acuerdo, Angel. Yo que estoy a punto de abandonar la Universidad, al jubilarme, suscribo todo lo que dices no sólo por mi experiencia sino por los comentarios de bastantes universitarios con los que hablo.