La segunda semana de marzo de 2022 en Gaigé ha aportado elementos muy jugosos para el análisis político desde los gabinetes de digestión de información. En la región autónoma de Castilla y León, después del intento de suicido del Presidente Mañueco, que rompió la alianza con Ciudadanos para convocar elecciones, ha traído como consecuencia la incorporación al gobierno autonómico de Vox, que ocupa ahora la vicepresidencia y tres consejerías.
Esta situación ha motivado tendenciosos análisis por parte de los comentaristas políticos, según sea la orientación de los medios que les pagan. Los informativos cariñosos con el Gobierno, coinciden con él en que el partido de Abascal (que acudió orgullosamente a la investidura de su representante en la región como segundo en la adminsirtación regional) contagiará de vicios de la extrema derecha al Partido Popular, alejándolo de la opción de ser alternativa a escala de país. Por el contrario, los analistas que carecen de esas mismas gafas ideológicas, creen que el nuevo Gobierno ha de ser juzgado por hechos y no por especulaciones.
Las elecciones presidenciales en Francia han supuesto la clarificación de una segunda vuelta que enfrentará a Macron con Le Pen, con posibilidades para cualquiera de ellos, dada la escasa diferencia de votos, de alzarse con la victoria. Lo más significativo de esta campaña es la práctica desaparición de la escena política de los partidos tradicionales del bipartidismo: socialista y centro derecha, cuyos candidatos solo han obtenido resultados residuales.
No es posible comparar este escenario con la política de Gaigé, puesto que aquí el bipartidismo sigue centrado en el PSOE y el PP, por más que para conseguir la mayoría suficiente para gobernar deban aliarse con partidos del republicanismo y de la izquierda populista en el caso del primero, o de la nominada despreciativamente como ultraderecha que representa VOX, ya que los populares tampoco parecen capaces de alcanzar un margen apto para dominar la Cámara.
El encuentro entre el nuevo Presidente del PP, Núñez Feijó y el Presidente de Gobierno Sánchez no aportó ninguna novedad en cuanto a los necesarios acuerdos para facilitar la tranquilidad económica, judicial y social. No ha sido así, y la tranquilidad con la que el líder popular transmitió a la Prensa que la conversación fue amistosa pero no hubo en absoluto ningún avance en el marco amplio de discrepancias, permite adivinar que la oposición será seria, dura e intransigente. El eje de las propuestas populares expresado era la bajada de impuestos, a lo que el Presidente de Gobierno se negó taxativamente, ofreciendo por el contrario un recetario de quince puntos que habían sido difundidos un día antes por el diario El País, en una operación de falsa transparencia. Lejos de aparecer como una cuestión ideológica, no querer bajar impuestos en la actual coyuntura, se me antoja un empecinamiento que hubiera merecido un análisis serio sobre las consecuencias, como elemento para detener la inflación que amenaza ser galopante, pues lleva camino de consolidase en los dos dígitos.
Que el mismo día en que tenía lugar la reunión a que hice referencia en el párrafo anterior, Sánchez se fuera a rendir alguna forma de pleitesía a Mohamed VI resulta ininteligible como estrategia de Estado. Ningún elemento positivo pudo extraerse de esa visita de Estado, e incluso las fotografías del encuentro gastronómico en el que se advierte la bandera de España colocada boca abajo en el mástil, han sido interpretadas por expertos militares como una expresión de “victoria” por parte del gobierno alauita.
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