Entre 2017 y 2018 -sobre todo, en este último año) escribí los 100 Poemas que forman parte del Libro “Diario de un Hombre Educado (para subsistir)”. Forman, dentro de mi producción poética, un universo singular. La mayor parte están escritos, contradiciendo lo expresado en el título, en muy pocos días. Aquí recojo algunos:
1
No escribo para alcanzar la posteridad
sino para convencerme de que existo.
Casi todos los días
se me ocurre una nueva paradoja
aunque la más recurrente
me empuja a retornar a casa con las manos vacías.
Necesito cerciorarme
del interés de alguien desconocido
por mi obsesión,
para intercambiarla con la suya.
Si también es un náufrago,
compartiré la tabla que lleva mi nombre,
y confío que resulte suficiente
para mantenernos a flote
hasta el último maremoto.
2
Todos los atardeceres señalan
el final de alguna oportunidad,
En la playa de Santa Ponsa
-a la que no he vuelto
desde hace más de cuarenta años-
contemplo cómo se va el día,
engullido por el horizonte,
Después, caminando por el paseo marítimo
trato de encontrar alguna huella
que me conecte con nuestro pasado.
No reconozco nada.
Puede que solo permanezca
la ficción de haber estado aquí.
27
El musical
ofrecía una tragedia espantosa.
Celos, miseria, asesinato alevoso,
un desahucio
y amor no correspondido.
Los actores
bailaban y cantaban
poniendo énfasis fatal
sobre las desgracias.
El público
disfrutaba de lo lindo
porque desconocía
que a la salida de teatro
la realidad les aguardaba
con una sorpresa.
(1 de junio de 2018)
43
He llegado el primero
y antes de la cita programada
a la consulta del ambulatorio.
Así me da tiempo
para preparar lo que voy a decir
al facultativo,
Duermo mal, me encuentro cansado,
polifágico, neurótico, miasténico,
hipertenso, hipopotasémico,
irritable…
Mientras consultaba mis notas,
la sala de espera
se fue llenando de pacientes.
Me pareció
que todos se encontraban
en peor estado que yo.
Cuando la doctora me preguntó
cómo me sentía
con el nuevo tratamiento,
gané su sonrisa de satisfacción
al mentirle
que estaba curado,
(10 de junio de 2018)
68
Si llego tarde, si llego temprano,
que esperen, espero yo.
Un macho de oropéndola
me provoca
con su silbo inconfundible,
camuflado entre las hojas tiernas
de un abedul.
Me visto de paciencia,
enfocando hacia el ramaje,
sin verlo aún,
sin distinguir su plumaje
-amarillo dorado, vibrante-,
preparado
para el momento (¿mágico?)
en que cambie de sitio
y lo detecte al fin.
Me llaman, han llegado;
será mañana
otra ocasión nacida.
(15 de junio de 2018)
Si os gustan mis poemas, recuerdo que tengo centenares publicados en este blog, que se pueden encontrar agrupados en la Categoría “Poesía”.
@angelmanuelarias