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Nací con vocación de emigrante (Poema)

14 enero, 2021 By amarias Dejar un comentario

Temo que este poema no me generará simpatías entre algunos ovetenses de pura cepa y, desde luego, no ayudará al proceso irreal que me pudiera significar el ser hijo predilecto de Oviedo, pero está escrito con el corazón. Lo que nadie podrá quitarme, incluso desde el más profundo y radical de los desacuerdos con lo que no deja de ser mi historia particular, es que nací en Oviedo. Que siento la decadencia de la ciudad, que atribuyo en buena medida a las tensiones locales viejas, pero persistentes, entre algunos personajes que no han viajado o no han asimilado lo que vieron fuera.
Y, por encima de cualquier consideración y matiz, me siento muy orgulloso de ser asturiano. Un aldeano.

47

Nací con vocación de emigrante, en Oviedo,
de un tronco con profundas raíces asturianas,
sin cobijo en la Historia escrita por los vencedores.

Fui un niño aplicado, empeñado en hacer de mi capacidad
un estandarte para escapar.

En mitad de la adolescencia,
al morir mi madre,
el sueño de estudiar en Madrid se frustró
y puse ojos
a conocer mejor la ciudad,
descubriendo que, junto a los barrios
oliendo a brillantina, a Ducados y a incienso,
había prostitutas y chulos en el Naranco,
cenáculos aptos para conspirar en locas aventuras imposibles,
agentes de la brigada especial sentados a tu lado en los bancos de la Universidad,
y letrados de oficio y pasantes haciendo sus dientes con rateros, impagados y coimas.

Entretuve la horas que no dedicaba a estudiar
enredando piruetas con aficionados al teatro
y dedicando versos apasionados a ninfas esquivas.

Cuando, ya casado y con hijos,
estando mi futuro sosegado y escrito,
tuve la verdadera oportunidad de marcharme
a un trabajo que nadie quería;
no lo dudé, hicimos el petate
y nos fuimos a la conquista de un espacio al hierro español en Alemania,
donde aprendimos a controlar las prisas,
elegir bien las palabras si vas a comprar o vender,
distinguir el pepino holandés del más sabroso, cambiar la apetencia a pescado por codillo,
desconfiar de los negocios propuestos por amigos italianos
y saber mirar detrás de las fotos familiares alemanas
en busca del hueco de la esvástica.

En fin, entendimos que nadie espera
la vuelta del emigrante, porque han ocupado tu sitio y borrado tus huellas.
Pero me llamó un Presidente que no conocía
para ofrecerme un puesto en la Administración y no supe resistir, provocando
una  polvareda de envidia y recelos
de la parte de algunos parvularios de mi patio de colegio.

Me salvé por los pelos de un oprobio orquestado,
pero no pude ver un pozo más profundo
en el que habían anidado
sabandijas y cuélebres.

La ciudad languidecía,
mercando el ritmo a una región
en la que se apagaba el fulgor
de los cubiletes de acero y el chisporroteo
de las centrales de carbón,

Emigré otra vez, entre el silencio
de colegas y los aplausos de quienes festejaban
mi patada en el culo.
Po el retrovisor,
mientras rehacía mi vida entre descon0cidos,
pude ver cómo algunos de quienes habían hecho de la voluntad de quedarse
la razón de sus vidas
se despellejaban por ser el primero de las clases vacías.

Tuve éxitos, triunfé varias veces, me rehice de algunas heridas
y, para mi sorpresa,  cuando volvía a la ciudad donde nací,
siempre me cruzo con gentes cuyo rosto no identifico
que me saludan con un “hasta luego”,
como si no fuera cierto que llevo treinta años ausente.

Oviedo se ha poblado de incógnitos,
aunque cuando cae en mis mandos
algún períódico con noticias de su prevalencia,
encuentro  nombres sabidos en una esquela, la foto de un viejo
teorizando sobre cuanto debió hacerse,
y la reseña de grupos de eméritos
celebrando sus bodas de oro con la decadencia,
entre asados de cordero y cachopos de merluza.

Desde una cama del Hospital de Madrid
en donde recibo la sesión de quimio
que han pautado unos seres miríficos:
sonrío mientras esto escribo,
dudando si ser ovetense no fuera conmigo,
al menos ese Oviedín del alma que late en algunos,
con núcleo duro en la calle de Uría
en donde se cuecen los límites
de lo que sebe ser considerado la pauta, lo esencial de esta región,
y que tanto me ayuda a volverme aldeano, sentirme, ante todo,
asturiano. De pueblo, de los sitios donde plantaron sus árboles
mis antepasados anónimos.

12 de enero de 2021

(“La advenidad debería haberme hecho fuerte”, @angelmanuelarias)

 

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Del Diario de un Hombre Educado (Poemas)

10 enero, 2021 By amarias Dejar un comentario

Entre 2017 y 2018 -sobre todo, en este último año) escribí los 100 Poemas que forman parte del Libro “Diario de un Hombre Educado (para subsistir)”. Forman, dentro de mi producción poética, un universo singular. La mayor parte están escritos, contradiciendo lo expresado en el título, en muy pocos días. Aquí recojo algunos:

1

No escribo para alcanzar la posteridad
sino para convencerme de que existo.
Casi todos los días
se me ocurre una nueva paradoja
aunque la más recurrente
me empuja a retornar a casa con las manos vacías.
Necesito cerciorarme
del interés de alguien desconocido
por mi obsesión,
para intercambiarla con la suya.
Si también es un náufrago,
compartiré la tabla que lleva mi nombre,
y confío que resulte suficiente
para mantenernos a flote
hasta el último maremoto.

2

Todos los atardeceres señalan
el final de alguna oportunidad,
En la playa de Santa Ponsa
-a la que no he vuelto
desde hace más de cuarenta años-
contemplo cómo se va el día,
engullido por el horizonte,
Después, caminando por el paseo marítimo
trato de encontrar alguna huella
que me conecte con nuestro pasado.
No reconozco nada.
Puede que solo permanezca
la ficción de haber estado aquí.

27

El musical
ofrecía una tragedia espantosa.
Celos, miseria, asesinato alevoso,
un desahucio
y amor no correspondido.
Los actores
bailaban y cantaban
poniendo énfasis fatal
sobre las desgracias.
El público
disfrutaba de lo lindo
porque desconocía
que a la salida de teatro
la realidad les aguardaba
con una sorpresa.

(1 de junio de 2018)

43

He llegado el primero
y antes de la cita programada
a la consulta del ambulatorio.
Así me da tiempo
para preparar lo que voy a decir
al facultativo,

Duermo mal, me encuentro cansado,
polifágico, neurótico, miasténico,
hipertenso, hipopotasémico,
irritable…

Mientras consultaba mis notas,
la sala de espera
se fue llenando de pacientes.
Me pareció
que todos se encontraban
en peor estado que yo.

Cuando la doctora me preguntó
cómo me sentía
con el nuevo tratamiento,
gané su sonrisa de satisfacción
al mentirle
que estaba curado,

(10 de junio de 2018)

68

Si llego tarde, si llego temprano,
que esperen, espero yo.
Un macho de oropéndola
me provoca
con su silbo inconfundible,
camuflado entre las hojas tiernas
de un abedul.
Me visto de paciencia,
enfocando hacia el ramaje,
sin verlo aún,
sin distinguir su plumaje
-amarillo dorado, vibrante-,
preparado
para el momento (¿mágico?)
en que cambie de sitio
y lo detecte al fin.
Me llaman, han llegado;
será mañana
otra ocasión nacida.

(15 de junio de 2018)

Si os gustan mis poemas, recuerdo que tengo centenares publicados en este blog, que se pueden encontrar agrupados en la Categoría “Poesía”.
@angelmanuelarias

 

 

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No hay mejor momento (Poema)

31 diciembre, 2020 By amarias 4 comentarios

Son muchos los poemas que tengo escritos, en decenas de libretas y hojas sueltas, que se asemejan a un extraño diario. Para terminar este año fatídico, recupero al azar dos poemas que, según refleja la fecha, están escritos el mismo día. El título de la colección (más de cien poemas) abre todo un escenario de opciones a la fantasía: “Poemas de encargo”.

66

No hay mejor momento
que yacer, rendido en tu regazo,
después de haber vencido
a cuanto no merece la pena.

Nada importa después de construir
entre mis brazos con tus hilos más recios
la coraza infranqueable
que nos protege de promesas verosímiles
y otras peligrosas bienaventuranzas.

Estas horas reunidas
no las cambio por todo lo demás.

4 nov, 2009 (“Poemas de encargo”, @angelmanuelarias)

65

Apenas fue ayer cuando me parecía que me iba
y hoy me noto de vuelta.

Era un niño jugando a darnos trompicones
y peino con mimo las canas con que tapo los huecos en mi calva.

Hénos aquí creyendo cumplido el cometido
habiéndolo hecho lo mejor que supimos, destrozándolo.

Resumiendo mi vida, le encuentro tantos parecidos
a otras de las que nadie ha escrito antes
que desisto al momento de empezar a decir.

Fui como todos. Un genio al tiempo de nacer,
el prodigio de capacidad que envidiaba mi padre,
el mejor hijo que soñara mi madre,
antes que nacieran para sustituirme todos mis hermanos.
Un buen amante allí donde no tuve competencia
y un necio impaciente en no dar mi brazo a torcer;
fui perspicaz incomprendido; padre ilusionado,
me tildaron de pusilánime quienes y donde nunca imaginé.

Fui un escéptico lleno de finuras, sobreviví ahogando penas en alcohol,
creyéndolo el método seguro de recuperarme de algunos infortunios;
aconsejé renunciar, prometí inseguridades,
aceché oportunidades imposibles, resistiéndome a ser el viejo triste
al que conduce en su silla de inválido a un lugar junto al sol,
un joven valido ecuatoriano que soñará a mi costa
en el tiempo que queda para rescatar a su familia
del pozo profundo de miseria
en el que sus antepasados, ambos, o los míos,
los tiraron en sabe Dios qué época,
argumentando sin precisión qué incómodas razones.

(4 de noviembre de 2009 “Poemas de encargo” @angelmanuelarias)

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Son todos muy jóvenes (Poema)

31 diciembre, 2020 By amarias 4 comentarios

32

I

Son todos muy jóvenes.
Hermosos con sus batas blancas y verdes
y el andar decidido hacia los lugares secretos
planificando dónde pasar el verano,
como si la preocupación
no pudiera con ellos, avanzando
entre las filas de cuerpos decrépitos,
sembrando un alud de conspicuas sonrisas
que pretende conjurar los peores
temores y auspicios.

Son los oncólogos del Hospital,
la pléyade de ilustrados arcángeles,
borrachos de internet y experiencias,
que tienen por sagrada misión
levantar esperanzas, combatir al demonio,
con un acopio de conjuros, tijeras y fármacos,
avanzando entre muertos,
prolongando expectativas de vida perdurable,
hasta la gloria final
que envuelve de tinieblas
el destino insondable de lo humano.

II

Después de acordar instrucciones, revisar protocolos,
ahondar en fardos de expedientes y escudriñar los análisis,
se van con seguridad impostada y autoridad manifiesta
a las salas de operación y consultas,
a inyectar los contrastes, a persuadir con verdades,
con mentiras piadosas, con silencios de hierro,
que todo está bajo control,
que lo que pasa
era lo previsto
en el consentimiento informado
que ambos firmamos en blanco.

23.12.20

(“La advenidad debería haberme hecho fuerte” @angelmanuelarias, 2020)

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Un soneto tempranero

28 diciembre, 2020 By amarias 2 comentarios

Como ya comenté en otras ocasiones, el fallecimiento de mi madre en 1966 señaló un hito especial en mi vida, que afectó, también, al tono de mi producción poética, que se tiñó con tonos grises. Aunque el paseo entre el amor y la muerte no deja de ser una constante de los temas líricos, tardé en desprenderme de ese barniz tremendista acerca de la vida.

Tengo pocos Sonetos de “aquella época” (digamos, antes de cumplir los veinte/veintiún años), y este es uno de ellos. Está escrito el 3 de enero de 1968… Hace casi, justamente, 52 años. Yo tenia 19.

Están tocando a muerto por mi culpa
en todas las iglesias de la tierra.
Tocando van, haciendo irá la sierra
mi cajón. Avisad a alguien que esculpa

mi rostro con ceniza y, hecho pulpa,
dejadme cara a cara con la tierra.
No interpongáis labores de una sierra
entre su cuerpo y el mío. Sin disculpa,

sin disculpa y en paz, llevadme la emoción
(¡cuánta gallardía! ¡Qué íntima riqueza!).
Con paz, sin pena, buscadme el corazón

(aún estará preñado de tristeza).
Sin pena ni gloria, por última ocasión,
y sin respeto, apartad a la belleza.

(3 de enero 1968, Poemas inéditos sin clasificar)

De la misma época es este otro Soneto que publiqué en “Absueltos de todo don (Diversas intimaciones a las formas)”, Edición KRK 1991, con el número 7. Este sería, por tanto, uno de los que Carlos Bousoño, a quien le pedí temerariamente que prologara mi libro en 1970, juzgó como “inmaduros”. Por supuesto, no le guardo el menor rencor. Como poeta, sigo siendo un valor por descubrir.

7

Me está creciendo el alma, una riada
de hacerme más y más humanitario
se esfuerza dejándome sin nada,
dejándome dolor de escapulario. (1)

Alma en almenas, alma destinada
a trenzar penas. Apenas un rosario
que no te da consuelo, no me agrada
pero aumenta en surtido mi muestrario.

Alma a punto de pena,  ésta es la mía.
Se me hace impotente el alma para tanto,
se me desborda de tanto pan para este cesto.

Tallo de alma que crece, ¡qué manía!
Como las plantas buscando el sol, yo el llanto,
no acertando a aguantarme con lo puesto.

(aprox. 1969)

(1) En otra versión: “dejándome dolor por el contrario”

—

He querido unir a este “viejo poema”, un dibujo mucho más reciente, que refleja la imagen de la melancolía juvenil. “Tarde de domingo con pequeñas percepciones de futuro”, realizado a lápiz y acuarela (en tamaño DIN A3, en junio de 1999. Las “percepciones de futuro” de ese joven que lleva una camiseta con la frase “Save the saver” (salve al salvador, aunque puede tener otros sentidos), están borrosas, aunque se adivinan túneles que horadan una mole pétrea.

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Para empezar, aconsejo un caldo calentito (Poema burlesco)

17 diciembre, 2020 By amarias 2 comentarios

A lo largo de más de quince años de alimentar, durante varios períodos, casi a diario, este blog (o su predecesor, Alsocaire, en la plataforma blogia), he publicado más de cinco mil entradas y, entre ellas, más de cuatrocientos poemas, extraídos de las docenas de libros que tengo escritos.

Hasta el momento, están impresos dos poemarios: “Absueltos de todo don” (1990) y “Sonetos desde el Hospital” (2019), y una recopilación de poemas realizada con ocasión de una conferencia -pronunciada por vez primera en el Ateneo de Madrid, hace once años- titulada “Metáfora, técnica y poesía”. La edición de Absueltos está agotada, y la mayoría de sus más de mil ejemplares andarán perdidos por las estanterías.

Me consta que, al menos, uno de los libritos de Absueltos, ¡y dedicado por mí!, llegó a la reventa de segunda mano, y fue adquirido por una de mis hermanas, satisfaciendo así, supongo, su curiosidad por saber si había sido musa, compromiso o pasión lo que me había inspirado tan descuidado destinatario.

La edición de Sonetos desde el Hospital no se agotó, a pesar de su benefactor propósito (todos los beneficios previstos los entregué a la Asociación Española Contra el Cáncer), porque se cruzó el coronavirus en el camino y tuve que suspender varios recitales de presentación.

Dejé veinte ejemplares en la Librería Cervantes, de Oviedo, y allí deben quedar aún algunos. Otros diez me los adquirió mi gran amigo Mario, el librero, escritor y sabio de la Librería Berceo de Madrid (al lado de la iglesia de San Nicolás de los Servitas), y supongo que no los vendió todos.

Así que, si alguien quiere hacer un regalo de Reyes con verso, solidario y barato (el libro se vende a diez euros), ya sabe dónde encontrarme. Yo también guardo casi cien ejemplares, que no me gustaría quedaran para la liquidación de existencias de mi librería, allá cuando me toque.

Si a alguien le gusta mi poesía, como ya escribí otras veces, puede encontrar decenas de poemas en este blog, bajo el apartado “Poesia”.

Este que ahora vuelvo a publicar, según expreso más abajo, vio la primera luz en 28 de diciembre de 2014. Se lo leí, en su casa de El Escorial, a mis buenos amigos Carmen Dolores y Carlos Zapata, y, escrito en 2009, integra el grupo de “Poemas de encargo”.

Para empezar, aconsejo un caldo calentito

Para empezar, aconsejo un caldo calentito
y por tropiezos, curruscos de pan y colas de marisco.
Si hubo mercado hoy, venga la sopa
con vegetales al huerto y, en la crema de puerros,
encurtidos de almendras en sartén puestas al fuego.

De beber, se escusa un vino joven
para atemperar el estómago, a la espera
de las delicias que atesora la bodega
que domina para nosotros la guardesa.

Los calamares en su tinta ordenados con la nuestra
traigan por  compañía un arroz blanco
y hagan de preámbulo a carnes gobernadas
con buen saber, patatas cuadradillo.

Piénsolo mejor y estando a tiempo, me corrijo:
que la fabada sustituya, así haga frío o calor,
a cualquier otro entrante con ventaja, y sean morcillas,
los chorizos, el lacón, -todo el compango-,
de puercos criados en Belmonte, las Cangas o Tineo.

¿Las alubias? Para fabas de la vega,
tierras mejores son que otras, del Narcea.

Como segundos, depende. Si en el principio fue la carne,
sea ahora el verbo. caldereta; y si merluza, la del pincho.
De quedar resquicio, hágase sitio a la chopa, al sargo,
al san pedro, y como éstos van solos a la sidra,
en concierto, a la estaca, plancha de sardinas.

Ya que faltó al comenzar, momento es de capones,
paletas de cordero, solomillos de culón
y pitos tiernos de verbena,
pero si época fuera la de caza,
no falten ni el jabalí ni las arceas,
como la perdiz a la poca penitencia, ni escápesenos vivo
del corzo un chuletón a los higos, confitados.

Antes de todo el pernil, -capto la alarma-, se habrá cambiado
el vino tinto nuevo por otro de cuerpo añoso: Somontano,
Rioja, Ribera de Duero, valen para el caso,
sin desdeñar un Toro con la capa reservada por Zamora
ni frascos con las espadas del Coster en su tesela.

Y si en la mesa quedaran hembras por seducir, entren en juego
la ruleta del clarete,  sírvanse cavas y espumosos,
giren los Rueda, tiéntese de blancos wurztraminer los paquetes,
pues, por respecto a Albariños, Sacros y celestiales Valmasías,
será mejor degustar en propia tierra, emparejados en sus plazas,
si se quiere a éstos gozar con gran provecho.

Condono por mi parte el postre, si bien dándoles gusto
a los que tengo por mis invitados a esta cena,  mando
ponerles a las damas delante algún pestiño;
que nos traigan, portándolo una moza, el Carmen de los dulces,
y entre conversación, risas, cuentos, tentaciones,
no habrá quien se resista a requiebros, a flanes,  cremas, quesos, polvorones,
al arroz con leche, a los elogios, bizcochos y cosquillas.

Si quieren tomar de más, tomen turrones, casadiellas, tartas, pescozones,
y exacerbando juntos motivos de pena y goce a golosos por diabéticos,
digo yo, que también, con pellizcos de monja, añadan tres profiteroles.

Dispongan, pues, hartándose de todo, los señores,
que para aposentar lo ingerido yo solo me contento
con un par de cafés y por rematar por lo alto la faena,
calentaré dos dedos de un coñá con más de diez
en  la solera de mi mano, cerrando el coso por hoy hasta mañana.

No acaba el goce ahí. Superado que haya sido el primer paso
del ejercicio a placer, pasaremos diligentes al segundo,
precipitándonos al éxtasis de dormir como mejor, acompañados.

(Poemas de encargo, Angel Manuel Arias, nov.2009;
Publicado en mi blog http://angelmanuelarias.com el 28 diciembre, 2014)

)

 

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Escribiría un poema de amor esta noche (Poemas)

16 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

18

Escribiría un poema de amor esta noche,
pero a quién, si invitar a bailar no es posible.
(Esto debe ser la soledad o algo muy cercano:
estar cansado en toda la extensión de la palabra).

Nuestro encuentro es recuerdo es voz amiga,
es un gesto que el tiempo elige raramente, y luego un tierno
y cálido nombre que empieza a pronunciarse,
una despedida tímida y, de madrugada,
en tu cuarto donde nadie entra, aquella boca
te tenderá sus labios y buscará en silencio la tuya
hasta desaparecer por completo como una aparición.

Se me dirá que ya soy un poco mayor para ésto,
y si mis labios sangrasen nadie me miraría más,
pero escribiría un largo poema de amor esta noche,
tal vez dotado de esa dulzura que empaña corazón,
de esa adherencia
con que toda creatura cuenta en sus ardides.

(Publicado en 1990 en “Absueltos de todo don”, KRK Ediciones, @angelmanuelarias)

40

Rodríguez, callado buscador de miedo: Te conozco
desde que fuimos juntos separados al Colegio.
Te echaron o te fuiste o se murió tu padre,
el caso es que dejaron de llamarte
Rodríguez en las listas,
Rodríguez en las aulas, Rodríguez los usados
desconchados del aseo.

¿Y qué?, acaso me preguntas,
¿qué causa ahora me reúne hacia ti?

Tú sabes, ayer me crucé con un muerto llevo de polvo
y eras tú, Rodríguez. Te reconozco inconfundiblemente.
Rodríguez, hijo de panadero,
capitán de canicas.
el suspenso perpetuo,
ya tan muerto desde entonces.

(Publicado en 1990 en “Absueltos de todo don”, KRK Ediciones, @angelmanuelarias)

(Estos poemas fueron escritos hacia 1968, aunque fueron incluidos en la edición de 1990)


El dibujo, que es un apunte para un cuadro al óleo y acrílico, de gran tamaño, en dos piezas móviles, se titula enigmáticamente: “Padre e hija adolescente desgranando un cesto de emociones, mientras la madre se acerca con la comida”, octubre de 1998)

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Las tardes solían deshacerse cantando (Poema)

13 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

Este poema fue escrito en un día del verano de 1968. No guardo la fecha, pero lo sitúo en ese momento de mi vida por la temática y otros escritos de temas similares (que se podían catalogar como “poesía social”, temática que me atraía entonces). Lo incluí en una recopilación posterior, con el título “Sin herencia precisa”, desechando mucho material, porque para entonces, mi creación poética había derivado hacia otros temas.

24

Las tardes solían deshacerse cantando
mientras fueron acercando su vida a la mía.

Recuerdo que la madre tenía los ojos azules
y las manos largas de esperanza blanca.
En total eran seis contando los pedazos
de carne y suciedad expuestos al aire gris del pueblo:
los padres y los cuatro retoños de azabache
arrancados al viento. El último de todos,
un tranquilo niño tuerto.

Económicamente tenían además un perro y un caballo
y una radio llena de noticias que no les interesaban a ninguno.

A ellos, desprotegidos de Dios, hechos de huecos,
nunca les pasaba nada,
por más que el azar intentaba convencerles
de lo contario con sórdida insistencia.
Pero ellos que no, despreciando los hechos,
no encontraban palabras, no entendían.
nadie lo explicaba.

Un día, a la pequeña le salieron erupciones en la cara,
no es nada de importancia, dijo el padre mientras se moría
y, otro día, el mismo perdió una mano
de una explosión en la mina; volvió sin ella
como quien vuelve a casa sin la merienda o la cartera.

No pasó nada ni siquiera cuando la madre
se escapó una tarde; no dejó rastro ni pistas ni razones,
ni falta que le hacía.

Fue por aquel tiempo cuando Lourdes, la hermana mayor,
encontró por fin el modo incómodo de ganar fácil un dinero
disfrutando con lágrimas del placer de los otros
y sus catorce años se hicieron, plás, de plomo.

Mientras la pequeña Lines fabricaba casas de madera
con trozos de carbón
y aumentaba su dosis de experiencia,
imaginándose un marido gitano,
el pelo recogido y los hijos desnudos,
que son como se tienen,
acunando este sueño aupando en su regazo
al cierto del chupete sucio
-su hermanilla lo moja en polvo en vez de azúcar-
que se llama Pascual, anda volado
y perderá la mano
de una explosión
de volador.

(escrito en 1968 e integrado en “Sin herencia precisa”, 1992, @angelmanuelarias; el dibujo, a escala reducida, está incluido como Lámina a color en “Sonetos desde el Hospital”, 2019, @angelmanuelarias )

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Es el tiempo de amor (varios poemas)

11 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

Extraigo varios poemas, de diferente temática, ocasión y ánimo creativo, como muestra singular de mi amplio quehacer poético.

Es algo que no debería hacerse, porque una falsa selección, como ésta, sin otro criterio que el azar, perjudica al autor y al mensaje. Pero tal vez con ello atraiga la curiosidad de algún lector para entender porqué, desde los ocho años, recojo e imagino mi vida en versos.

Como la mayoría de mis poemas se mantienen inéditos, esta exhibición de particular impudicia, a mis años, que podría ser interpretada como inmolación de mi credo poético, merecería tal vez un análisis sicológico que no estoy dispuesto a hacer.

Los números que figuran antes de cada poema, corresponden al orden correlativo de los mismos en el Libro al que pertenecen, cuyo título figura al final, entre paréntesis, junto al día y año en que fueron escritos.

43

Es el tiempo de amor,
de contemplar estrellas,
acercarse a la orilla de un mar
y acurrucarse en el hueco
que dejan libres las olas.

Es momento de empeñar
nuevos propósitos, sentirse
que con muy poco esfuerzo
alcanzaremos la luna.

Tómate un respiro,
camarada amada,
y desde esa sensación de poder
efímero, volveremos allí
e imaginaremos el pasado
que pudo ser

(12 de septiembre de 2019, “Tiempo de prórroga”, @angelmanuel arias)

30

La vejez es hermosa
si la miramos desde la plataforma
de la vigorosa juventud.

A medida que se acerca
nos damos cuenta
de su horrible trivialidad,
del destino fatal
que nos aguarda
como patético colofón.

Se que ya no es época
para vino, amores y proezas,
pero la pesadumbre
me empuja como un toro
hacia el lado más lúdico.

(11 de noviembre de 2019, “Tiempo de prórroga”, @angelmanuelarias)

29

El primer regalo importante,
la ocasión de tus besos.

Luego,
una persecución implacable
para la llamar la intención
de momentos mejores;
con el protagonismo
de tu perfecta asimetría:

Construimos,
con muy pocos enseres,
con el escaso bagaje
de una huida improvisada,
un castillo de naipes
que aguantó tempestades.

(15 de diciembre de 2019, “Abanico de recordatorios”, @angelmanuelarias)

7

Esta tarde abierta
de domingo
hemos estado dibujando
sillas. Altas, bajas,
con y sin respaldo.
Algunas, tumbadas;
las más, de pie
y, aquellas, rotas.

Cuando teníamos la página
convertida
en una exposición de mobiliario,
Claudia, la pequeña,
apuntó:
“Abuelo, ¿sabes qué?
Nos falta un trono.
Las hadas y los reyes
se sientan en tronos”.

“Si es por eso, -replicó Sofía-
también deberíamos
pintar un suelo
para que se sienten
a pedir los pobres”.

(2 de febrero de 2017, “No nos engaña a nosotros”, @angelmanuelarias)

 

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Varios poemas entre 1992 y 2005

8 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

Aunque cada uno de  mis libros forma una unidad temática, ofrezco aquí algunos de ellos, extraídos de contexto, como una pequeña muestra de mi creación poética. La mayor parte de mi producción está inédita.

5

En otra primavera
-otro país, época, distancia-
tú y yo seríamos tan libres
que no harían falta versos.

En otra primavera
tus labios se unirían a los míos
sin máximos reparos
y no habría esta atmósfera imposible
alertándonos de peligros, tensando.

Pero esta primavera
todo está sembrado de obstáculos difíciles,
explotan las verdades en las manos,
-nos vemos a hurtadillas,
la buhardilla se te clava en los ijares
y está el tiempo erizado de espinas aceradas-,
se nos cruzan caminos tal vez incompatibles
con la verdad de la Biblia, mira tú qué cosas.

Hay demonios que acechan,
enarbolando tribales exigencias,
y tú me dices que no, que somos demasiado
frágiles para ignorar,
y yo te digo que sí, sumisos harto
para dejar de acatar sus órdenes profundas,
me duelen los ijares.

En esta primavera,
te resistes
con ríos de preguntas,
no atiendes mis avances,
te defiendes con tantas energías
que niegas evidencias,
te escapas
como si yo fuera amando, tu verdugo.

Tu oficio es impedir que surjan hechos,
atajar nonatas realidades
y sumergirnos en atmósferas de tedios,
mudando mi tensión en ansia intacta,
ahogando mi deseo,
repitiéndote, (pero si yo no los creo),
conjuros de desastres,
castigos insufribles, rotas ansias.

Prefieres mantener el aura de divina,
tú antaño pecadora de ansias, posas ritmos,
alcahueta que fuiste de otros gozos,
cántara rehecha en rotos trozos, azúcar, hoy no sales
al aire desnuda sin nada que ocultar,
transparentándote.

Valga tu triunfo.
Esta primavera
cierra tus accesos, domina
los resortes íntimos del goce,
niega la posibilidad de que esto nuestro
al no llamarse nunca amor, tenga sentido.
Deja hablar a las cunas bendecidas
miente al deseo, ignora al cuerpo, deja
que ganen posiciones
las santas esperanzas,
despréciame sin miedo,
mécete con sagradas utopías,
repite que nada cambiará,
cumplirás las normas, pedirás perdón,
pero sálvate tú, di
que ya ha sido.

34

Asomado al precipicio de mi otoño,
entre silencios incrédulos, preguntas insolente,
expresas que asistes al comienzo de mi ruina
desde el sólido teorema de tu curiosidad juvenil,
y mientras ya presiento los fríos en la espalda,
se me van cayendo ilusiones a destajo,
te cuento que encuentro cada vez más a menudo
dudas, pelos y sangre en el lavabo,
tú mantienes la sonrisa al pasar, tomas el aire
de quien no necesita comprender, ningún fallo perdonas.

Hoy noto cómo mis ojeras se perfilan
contra tus firmes mejillas sonrosadas,
sorprendo a mis manos ocupando con torpeza
su lugar en tus senos seguros,
mañana será la tos la que delate el contraste
con tu bella canción de cuna adolescente, me saludas,
y cada vez que me pides un favor,
que intente abandonar esta tristeza,
entran a raudales las fiestas de tus nuevos maestros y amigos.

Sé que me abandonas, cuanto más necesita mi cuerpo arrugado
el desnudo de espaldas de tus nalgas rotundas,
hace tiempo que veo cómo aumenta el desfase
entre tu juventud, -las cosas que tú haces-, y mi utopía,
la de cosas que ya no puedo hacer.

Aterrado del torpe alcance que puedo dar a mis palabras,
rendido a tu amor, perdido y tosco, me hago el loco
a la verdad de tu vida,
mientras te enseño lo poco que aun sé de dibujo y geometría.

(1992, Sin herencia precisa, @angelmanuelarias)

13

Pervirtiendo a los mayores

No era más que una niña cuando le apuntaron los pechos
y los muchachos del barrio se dieron cuenta al unísono
de que amaba los caramelos tanto como las carantoñas
y con la excusa de que no querían
que se malograse fuera de allí,
le compraban  juguetes y dulces para mancillar sus razones.

Ella supo por intuición distinguir que el juego era perverso:
mientras crecía, amplió su campo de acción
con nuevas pruebas
y después de superarlas todas, le parecieron más sencillas
que el examen de conducir o más oscuras
que las preguntas de un padre si llegas tarde a casa.

Hizo muchos amigos, y como invertía en reacciones el dinero,
perfeccionó sin querer los modales de princesa,
segura por sí misma de que nada le haría daño, siendo inmune
a cualquier tontería, pudiendo volver cuando quisiera
al otro lado del espejo, donde guardaba, intacta,
su sonrisa de niña buena a la que le gustaban los caramelos y las bromas.

Tiene sus muchos juguetes abandonados por el cuarto,
cuenta su madre, que aún se conserva bien cuanto dejó,
por si vuelve algún día, y llorando matiza
que ha movido mucho desde entonces,
maldiciendo a Dios que la hizo guapa.

IV

Veo con pavor
que lo has previsto todo, desde yacijas y tálamos
hasta las menores minucias, el condón y las tijeras.

Antes de que apareciera por tu puerta
has calculado la íntima satisfacción
que me produciría perder hasta la noción de mi yo.

No puedo articular palabra mientras te desnudo
mientras me hablas de lo bien organizada
que está tu ciudad, de lo mucho que falta
para que los demás se den cuenta –obvio-
de que soy tu personaje,
de que no valgo más
que puesto en tu regazo,
invento del deseo que habita entre mis piernas.

Yo, que no me doblego ante nadie
caigo a la primera cuando sopla tu viento,
escorado por las buenas a tu lado.

V

Cuando me notas a punto de desfallecer, desvelas el regalo
que me traes en esa caja de juguetes: tu sonrisa,
la manera de entretener con trozos que pueden ser pasado,
el momento en que otro como yo, con esta carga al hombro,
no tendría más remedio que estallar en semen o en sollozos.

No es eso solo, no, son muchas más las veces
en que alternando anécdotas con historias inventadas
-así eras tú, ese árbol plantaste, la huella del jardín
pertenece sin duda a tu zapato- me descubres algo de futuro
rebañando en los bordes de mi plato, avanzando
segura entre precipicios de ambos lados.

Bendito seas, lazarillo lleno de voluntad
que me salva paso a paso
del riesgo de caer, ciego como voy, renco y muy feo,
en la zanja de tanta profundidad que cruza de lado a lado,
sin señales ni advertencias, destrozándola por la mitad,
mi propia calle.

VI

Lo que te tengo dicho, las promesas
con las que te convencí para que me franquearas
las puertas, las buenas razones
para que me confundieras con otro,
todo es falso.

Soy un iluso convulsivo,
y esas prendas
las llevo atadas al cuello como un lazo.
Ahora que solo me sirven de lastre.
haré que me tiren al mar, me lo merezco.

No temas por mí,
porque sobreviré también a otro naufragio
y aunque haya tragado mucha rabia,
después de haberme recuperado de los golpes,
al curar tendré la osadía de intentarlo otra vez.

Velando a tu puerta la ocasión propicia
probaré a vencer tu resistencia
apareciendo de sopetón entre tus calmas
con las prisas del viernes por la noche.

VII

Para salvar mi honor
hoy tienes que hacer algo contra mí,
azótame con saña,
dame la patada en el culo, envenéname
con besos apasionados y desdén,
haz que sea pecado
mi aliento de menta y alcanfor
o tu forma infantil de desnudarme,
qué se yo, apuesta por publicar indecorosas
sesiones de fotos con mi nombre y el tuyo,
peor, delátame a otro mundo mejor
por no saber simular ser dios sobre tu vientre,
por haber fingido mal tantas veces
que te conozco de memoria,
por compartir contigo más que infelicidad, desasosiego,
y acabar yéndome siempre por las ramas de tu esencia,
ensuciando como un cerdo tu casa tan bruñida,
todo por los celos,
porque no caigas en la cuenta de lo mucho que me vales.

(Poemas de encargo, 2005, @angelmanuelarias)

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