La extracción de rocas y recursos minerales ha proporcionado, y proporciona en todo el mundo, empleo y riqueza. Si nos detenemos en lo más cercano a las explotaciones, la historia de la minería ha dejado un reguero de bienestar, del que se han beneficiado los mineros y las comarcas en donde se ubicaron las canteras y las excavaciones subterráneas.
El trabajo del minero ha estado rodeado de un halo de misterio, secreta devoción y hálito de catástrofes. Profanar los secretos de la tierra lleva a veces el castigo de Gea, que se manifiesta en derrumbes, corrimientos y desgracias humanas y pérdidas materiales. Algunos empresarios mineros han podido ganar mucho dinero y muchos han sufrido en sus carnes la marca indeleble de la ruina económica.
Escribo hoy de los ingenieros de minas y de la minería en general, tratando de huir de cualquier sentimentalismo. La explotación de los recursos mineros exige conocimientos técnicos muy precisos, cada vez más avanzados en términos de seguridad, robótica, geología, mecánica de rocas, explosivos, maquinaria y materiales de alta resistencia, logística, derecho,…
Los ingenieros de minas somos hoy más necesarios que nunca, porque la extracción de los recursos minerales se ha hecho muy compleja. Se trabaja con leyes de concentración de metales más bajas, procedimientos a veces muy delicados (por seguridad, legislación, financiación, técnicas) y con volúmenes de arranque, transporte y tratamiento elevados.
Se ha puesto mucho énfasis en que la minería está en el origen de casi todo lo que asociamos al bienestar. Los materiales de construcción, metales tan comunes como el hierro, el cobre, el estaño o el cinc surgen de la tierra, de donde es preciso extraerlos y, después someterlos a tratamientos a veces muy complejos. Automóviles, cremas limpiadoras, camas para gatos, tornillos o cristales, aerogeneradores, abonos, microchips, ordenadores, …no podrían ser fabricados si los minerales de los que están compuestos no hubieran sido extraídos antes de la tierra. Por los mineros.
En el salón de actos de la Escuela de Minas de Madrid (hoy, Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía), el visitante curioso puede leer, en uno de sus laterales, una frase que todos los ingenieros de minas hemos aprendido de memoria: “Apenas conozco carrera en que la probidad, la lealtad, la buena fe, sean de tanta necesidad como en la del minero”. Su autor fue Casiano del Prado, eminente ingeniero de minas, que dedicó gran parte de su vida, en el siglo XIX, a la investigación de la geología de la naturaleza.
España se plantea hoy ante la cruda realidad de la competencia tecnológica, la necesidad de crear y mejorar su autonomía estratégica. Planteada inicialmente en el ámbito de Defensa, se llegó a la conclusión de que tenemos una grave dependencia en materias primas, y no solamente en energía. Garantizar el suministro de materia primas es clave para contribuir a la soberanía e independencia industrial española.
La asunción de la necesidad de paliar esa situación, obliga a analizar la mejora del aprovechamiento de los recursos minerales domésticos, con el objetivo de incrementar nuestra competitividad, crear empleo de calidad, reducir el transporte de materias y, desde luego, generar riqueza al poner en valor el subsuelo.
(seguirá)
Lecturas en este mismo blog:
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