En esta semana de mediados de junio de 2022, las elecciones regionales en Andalucía han acaparado los comentarios políticos en Gaigé. En la campaña, seguida con interés, ya que se estimaba que esta llamada a las urnas en la comunidad más poblada del país podría servir para apreciar la evolución de la orientación del voto en el caso de un adelanto de las elecciones generales, se ha ido consolidando la apreciación de que el Partido Popular, con el recio candidato Moreno (Juanma) ganaría los comicios con holgura.
Sin embargo, todos los comentaristas mediáticos estaban seguros de que necesitaría el apoyo de Vox, en el que la candidata Olona (Macarena) aparecía como garante del impulso definitivo a esa fuerza política. Su habilidad como congresista, su fuerza dialéctica y la convicción de que la ultraderecha seguía un camino imparable para conseguir el apoyo del votante descontento, tanto de derecha como de izquierda, apoyaban la previsión de que la formación de gobierno en Andalucía exigiría repetir el pacto que llevó a este partido a la vicepresidencia de Castilla-León,
No sucedió exactamente así, porque aunque la tenida por extrema derecha (y temida por algunos) aumentó su número de diputados, creció el voto al PP a costa de la desaparición de la fuerza moderadora, Ciudadanos, perfectamente defendida por el candidato más votado, Marín (Juan).
Gaigé confirmó así su vocación de ser el país de los Despropósitos, aunque sea capaz de recuperar de pronto una misteriosa sensatez colectiva, que lo lleva a evitar despeñarse por el precipicio del suicidio colectivo, a costa de desprenderse de la mochila que le garantiza el sustento a largo plazo. Sigue manteniendo la luz brillante que obnubila a los fanáticos de izquierda y derecha, si bien con vaivenes de los que la población no es, propiamente, responsable.
Siguiendo el comportamiento de los líderes de partidos a los extremos del centro político, ya sean Podemos, Más País, Izquierda Unida, Vox,…la capacidad de autodestrucción que provocan ellos mismo es digna de estudio. Está en alza aún la oferta de derecha extrema, cierto, pero se aprecia cada vez más que son sus candidatos los que definen sobre la marcha el programa, que mezcla elementos que pueden ser aceptables (la crítica al desplazamiento hacia las autonomías de responsabilidades en sanidad, educación, justicia o seguridad, para uniformizar su desempeño, me parece perfectamente asumible) con otros estrambóticos o de imposible cumplimiento (la supuesta subordinación a los dictados de Bruselas, la persecución de la emigración, la tendencia al confesionalismo en algunas propuestas).
Gran ganador de las elecciones, por mayoría que le permitirá gobernar en solitario en el feudo andaluz, ha sido Moreno. Y un elegante perdedor, recogedor de inmerecido menosprecio por el votante en estas elecciones, ha sido Marín (Juan), el sanluqueño sensato que defendía, con honestidad y gallardía, los colores de Ciudadanos, llamado a la injusta condena del agujero negro del olvido. No obtuvo Marín ningún diputado y su dimisión, el mismo día electoral, resulta una pérdida para Andalucía, aunque se comenta que el nuevo Presidente de la Junta lo recuperará para algún cometido relevante.
En Valencia, la resistencia de Oltra (Mónica) a dimitir de su vicepresidencia en la Generalitat, a pesar de haber sido encausada por presunto encubrimiento de los injustificables comportamientos de su ex marido, ha puesto una nota incoherente en el grupo que capitanea Díaz (Yolanda) por la hipotética regeneración del impulso de la izquierda del PSOE. No me resulta sencillo auparme sin más a la condena mediática de Oltra, pues el tema está en los Tribunales, aunque es inevitable sugerir la aplicación del mismo baremo que la izquierda irredenta aplicó para condenar sin pruebas, llevándola seguramente incluso a su muerte prematura, a la hoy olvidada Barberá (Rita).
Gaigé está a la puerta de graves problemas económicos y, por tanto, sociales. La urgente revisión de las pensiones, que aumentan el déficit de la Seguridad Social (es decir, del Estado) al ritmo de más de 20.000 millones de euros/año, supone el inmediato abandono de la agradable teoría del ajuste continuo al ipc. Porque, en este momento, la tasa de inflación está descontrolada, y se acerca ciegamente al 10% anual.
Todos los bienes y servicios suben a diario y el falso bienestar de Gaigé, confiado en que los dineros fluirán de la Unión Europea o que la recuperación surgirá por arte de birlibirloque, está próximo a sufrir un duro batacazo, que deberá provocar ajustes en el Gobierno y la recuperación del dogmatismo económico: gastar a nivel de los ingresos. Esto es: reducir gastos y, aunque pese, incrementar impuestos.
La situación de tensión con el Magreb no tiene inmediatas vías de solución. Se ha conseguido enfadar simultáneamente a dos países con los que tenemos la obligación de mantener vínculos de amistad. Hace años, hubiéramos podido sacar al Rey Juan Carlos, a repartir abrazos y besos y calmar, al menos a la monarquía teocrática. Hoy, Felipe y Letizia siguen con el programa de hacer viajes cortos por Gaigé para mantener la idea de que la Monarquía es necesaria, aunque no suficiente.
La cumbre de la OTAN en Madrid ofrece nuevas interrogantes. Contará con la asistencia del Presidente Biden y de muchos mandatarios, ofreciendo, por tanto, un marco que pondrá a prueba nuestra capacidad para la seguridad. Está invitado el hércules ucraniano, Zelenski, si bien parece improbable que se desplace a Madrid. Rusia, la perdedora moral de la guerra de este año, que inició Putin tan temerariamente, no debería ser puesta a prueba más de lo justo.
Los bosques y pastos de Gaigé arden en varios puntos, favorecido el fuego por el tremendo calor, impropio de esta época, pues aún estamos en primavera. Se dice que los equipos de bomberos no están suficientemente dotados para el reto, en cuya dimensión participan con su insania todos aquellos individuos que abandonan colillas, botellas o hacen fuegos para barbacoas y cocina al aire libre, en sus paseos e intromisiones descuidadas por la naturaleza. Por no hablar de los dementes que prenden mechas con el deseo de protagonizar la destrucción del hábitat. Lloro por la pérdida de tanto paisaje, de tantos árboles, de miles de animales quemados en el altar de la ignorancia y el desprecio. Y me duelo de las pérdidas materiales, las alarmas de los afectados por el fuego, la necesidad de exposición para salvar vidas y haciendas de otros de bomberos, voluntarios y de la Unidad Militar de Emergencias (UME), una anomalía -porque no le veo sentido a dedicar militares a esa labor), entregada y heroica en la formación de nuestros ejércitos.
Bravo! De acuerdo al 100×100.
Gracias, Pepe. Me alegra que estés de acuerdo con lo escrito, pero mucho más que manifiestes esa conformidad aquí. Ojalá que -desde la identificación o la discrepancia, no importa- cuantos me leen se atrevan a escribir públicamente sus pareceres. A mi me anima a seguir en este trabajo de comunicación y, a todos, nos ayudaría a mantener un debate constructivo, independiente y veraz.