Un proverbio clásico que, al parecer, se convirtió en principio de actuación para los emperadores Augusto y Vespasiano, aconsejaba “Festina lente”. Es decir, sin prisa, pero sin pausa. En lenguaje más elaborado: antes de actuar, piensa lo que vas a hacer; y una vez que has decidido lo más conveniente, hazlo.
Los acuerdos postelectorales entre los partidos y agrupaciones políticas que consiguieron representantes en las elecciones locales (municipales y autonómicas), en mayo de 2015, que resultaron obligados en muchas circunscripciones por la dispersión del voto, han traído como consecuencia que algunas de las listas más votadas no alcanzaron mayoría suficiente para conseguir vencer a otras coaliciones.
En la ciudad de Madrid, por ejemplo, el apoyo del PSOE (limitado a la investidura) a Manuela Carmena , independiente que figuraba en las listas de Ahora Madrid, la condujo a la alcaldía y, por tanto, a repartir los cargos principales del Ayuntamiento entre los concejales de su agrupación. En la Comunidad madrileña, el acuerdo entre el PP y Ciudadanos, ha aupado a Cristina Cifuentes a la posición de presidenta de esta corporación.
El panorama que se ha construido en Madrid, en la ceremonia postelectoral, es complejo, por su inestabilidad. Los partidos que apoyan a la investidura no gobernarán, convirtiéndose, por tanto, en una primera policía que pretende garantizar determinados pactos que se han negociado después de las elecciones. La posición del PSOE, con el candidato Carmona actuando de consejero aúlico de la alcaldesa Carmena ha tomado ya tintes cómicos con el tratamiento dado a los cadáveres de animalillos asilvestrados que algunos concejales de Podemos guardaban en sus armarios curriculares.
Yo le oí decir a Esperanza Aguirre, Presidenta entonces de la Comunidad de Madrid, que “a los arquitectos había que matarlos a todos”, y todos lo tomaron a broma simpática (salvo el decano del Colegio de Madrid, que pidió, y obtuvo, una disculpa).
No había leído hasta su feroz difusión mediática el tuit de Zapata -aficionado, parece, al humor negro, que es ese tipo de chascarrillo pestilente en que te mofas de gente con algún hándicap o de asociaciones y colectivos dignos de todo respeto, con el que se consigue despertar la carcajada estentórea de individuos que tienen algún trastorno mental-. Menos aún sabía del contexto en que difundió en la red su graciosidad respecto al Holocausto, que no sirve de disculpa, pero que es necesario considerar si se quiere enjuiciar el asunto con justicia.
Pero no es lo que me mueve a escribir estas líneas. Ni Zapata, ni Maestre, ni los casos que puedan surgir de comportamientos infantiles, puntualmente criticables o impropios de futuros líderes, me preocupan. Doy por admitido que, en cualquier trayectoria vital suficientemente extensa, si se buscan con ardor, y no digamos con saña, se encontrarán puntos oscuros, agujeros negros criticables, amistades peligrosas y comportamientos sospechosos.
¿Nos vamos a detener en eso, o vamos a dejarles tiempo a las nuevas corporaciones, sean del signo que sean, -todas ellas, democráticamente elegidas y acordadas- para que desempeñen su labor de la mejor manera posible?
Me gustó la respuesta de la recién elegida alcaldesa Carmena a una pregunta de la periodista Ana Pastor, apremiada sicológicamente a sonsacar algún titular para la entrevista que estaba haciendo en El objetivo (La Sexta), y que estaba siendo realizada justo el día en que había tomado posesión la regidora: “Ana, te doy un consejo: si quieres obtener buenas respuestas, espera a hacer las preguntas cuando te puedan responder.”