Al socaire

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Viaje al Centro

19 septiembre, 2019 By amarias Deja un comentario

Los partidos con representación parlamentaria han querido volver al principio, aunque con las plumas muy desgastadas, particularmente, después de un verano fatigante. El candidato a la presidencia de gobierno, el socialista Pedro Sánchez, no consiguió cerrar con sus “socios preferentes” -la polícroma coalición [email protected] Podemos, las cláusulas de un acuerdo que le permitiera pasar de gobernar en funciones a funcionar con garantía de estabilidad.

La resistencia férrea a mantener el no a la investidura del “bloque de las derechas” (PP, Cs y Vox), insuficiente por sí mismo a conformar alternativa, quedó, en ese contexto de desencuentro entre las llamadas “izquierdas”, como una posición testimonial -en este envite-.  Por otra parte, el sospechoso apoyo -un término medio entre abstención y concordia- al empecinado Sánchez por parte del grupo que lidera desde la cárcel Oriol Junqueras, una especie de abrazo del oso a la espera de la Sentencia por el Procès, quedó, junto al comprometido sin fisuras por parte del simpático charlatán Revilla, convertido en un portavoz externo del candidato, se suman a la tragicocómica parafernalia que se generó en la toma de posiciones tras los resultados electorales.

Se puede (y debe) analizar las razones del fracaso de los partidos de la izquierda parlamentaria en ponerse de acuerdo en una magnífica oportunidad para consolidar la imagen de formaciones maduras y democráticamente comprometidas, a pesar de la discrepancia ideológica de intensidad. No ha sido así, y quedó puesto de manifiesto, con absoluta claridad, que existe una tensión irresoluble entre el PSOE y lo que quede de la izquierda irredenta, contaminada por un atroz populismo revolucionario.

Tal como lo veo, la oportunidad de gobierno se ha desplazado ahora, y se consolidará con el resultado de las elecciones que han sido convocadas para el 10 de noviembre de 2019, hacia la derecha. El responsable de esta deriva es, en mi opinión, Albert Rivera, que se ha autoproclamado líder de la oposición y que ha desdibujado, hasta convertirlo en una sombra de lo que era, el programa con toques socialdemócratas que había conseguido ilusionar, no ya a sus votantes, sino a algunos de los militantes más cualificados que, cuando advirtieron lo que su capitán traía entre manos, luchando a brazo partido con Pablo Casado y negándole el pan y el agua a Pedro Sánchez, se salieron dando gritos de “¡Fuego, fuego!” por las ventanas de la agrupación naranja.

Como observador desde la distancia que proporciona la neutralidad y la independencia de cualquier partido, aunque comprometido con el deseo de que nuestro país tenga las mejores opciones, debo reconocer que la persona que ha tenido un comportamiento, en todo este proceso, de mayor coherencia y transmitiendo las mejores sensaciones de hombre de Estado, ha sido Pedro Sánchez. Cuando, ya introducido en el inicio de la nueva campaña electoral, en respuesta al portavoz de ERC, Gabriel Rufián, sobre lo que iba a hacer al respecto de Cataluña, afirmó que aplicaría la Constitución, con todas las consecuencias, vi claro que dejaba sus opciones en manos de las fuerzas de la derecha y, en particular, en conseguir apoyos desde Ciudadanos.

Ya que Sánchez no va a tener la mayoría suficiente para ser investido en solitario, sin otros apoyos, y las negociaciones con [email protected] Podemos han dejado tierra quemada entre los propios negociadores y, lo que es más duro, entre los votantes de ambas agrupaciones, lo que intuyo mucho más probable es que tengamos un gobierno a partir de febrero de 2020 con aquel de los dos capitanes de los partidos PP o Cs que se alce con el mayor número de diputados.


Los papamoscas cerrojillo (ficedula hypoleuca), en tránsito migratorio hacia las zonas del Africa trasahariana, han tomado en Madrid algunas plazas. Entre ellas, se pueden detectar algunos ejemplares, en el magnífico Parque Quinta de los Olivos, donde se alimentan de los insectos que pululan en torno a los almendros y olivos del parque, desplazándose de un árbol a otro con un vuelto característico, que parece indicar “aquí estoy y, pero no me cogerás”.

 

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Semana de crispación

15 abril, 2019 By amarias Deja un comentario

Esta Semana Santa de 2019, antevíspera de las elecciones generales del 28 de abril, se presenta con la peculiar escenografía de la confrontación entre los espacios religiosos y los políticos.

Puesto a elucubrar sobre la forzada coincidencia, me pregunto si forma parte de la estrategia urdida por el equipo del presidente de Gobierno Sánchez, para contaminar el debate electoral con las procesiones de la Semana Santa, el vaivén turístico-vacacional de los presuntos votantes y, en suma, combinar en el cóctel de los sentimientos, la devoción de algunos a la rememoración de la Pasión del Cristo Redentor con el desencanto que produce el bajo nivel de nuestra clase política a la hora de encontrar soluciones a los males que nos afligen.

Por el lado del laicismo, hay motivos para encontrarnos inmersos en una sensación de desamparo, compatible con el recogimiento, la invitación a la meditación sobre la levedad de la vida humana y la invitación, bien aprovechada por todas las religiones (y glosada magníficamente por Karen Amstrong), para apuntar a un ser superior como elemento salvífico de nuestras debilidades y respuesta contundente a cualquier interrogante racional. Los candidatos que pretenden nuestro voto están más preocupados en salvar su pellejo frente a los otros adversarios que en decirnos a los que contemplamos sus peleas (con creciente escepticismo) que están pensado en los problemas que nos afectan, proponiendo soluciones factibles y no cantos de sirena y cuentos de la lechera.

Por el lado de la religión (incluida la parte de folklore que es consustancial al gran espectáculo de las procesiones), factor dominante en esta Semana preelectoral,  la Iglesia católica entra en campaña con sus postulados sobre la eutanasia, el derecho a nacer una vez concebido, la familia como elemento rector del buen orden ciudadano, la homosexualidad y otras supuestas desviaciones de la débil naturaleza, contaminado todo ello con la idea de un dios redentor y la necesidad de expiar por los pecados propios y, de paso, de toda la Humanidad.

No soy seguidor de mensajes desde el púlpito, pero no tengo duda de que el camino a la salvación de la fe cristiana pasa por votar las propuestas de los partidos de la derecha, con preferencia a cualquier desvío ideológico por los cerros de la izquierda, si es que aún el lector puede entenderse y entenderme al utilizar estos términos desorientadores.

En fin, la desafortunada desenvoltura con la que los líderes de los partidos políticos en liza electoralista se esfuerzan en desacreditar a trompazos a todos los demás, incluso a los que deberían formar parte de su tendencia ideológica, definiendo diferencias donde debería haber líneas programáticas, a base de descalificaciones personales y trazos gruesos de lenguaje populachero, hace daño a la democracia. Aumenta la crispación, crea más desencuentros.

Debería tener confianza en que los debates televisivos, en los que los candidatos se encuentran cara a casa con sus oponentes ante la audiencia y no frente a sus seguidores en mítines de campaña, servirá para aclarar las cosas.

Como perro viejo de estas y otras circunstancias, no tengo mucha esperanza en que se consiga ese efecto.  No me parece que el populismo de los profesores universitarios que, pertrechados tras sus plazas académicas de por vida, lanzando soflamas y promesas inviables, tenga otro valor que calentar los ánimos. Y menos tengo en que los defensores de bajar los impuestos y confiar la recuperación y el progreso al milagro de la eficiencia de los mercados, consigan poner freno al deterioro avistable de la pérdida de empleo masivo que provocará la generalización de las nuevas tecnologías en países, como el nuestro, que menosprecian la investigación y la enseñanza de calidad.

Entre tanto barullo, los detentadores de los grandes capitales -no me confundo, no son los Ortega, ni los Koplowitz, ni los Botín, …, no tienen nombre conocido y no residen en España-. son como las anguilas y se escapan ágilmente a otros ríos con mejores aguas si se les asusta lo más mínimo.

Tenemos serias dificultades para mantener el estado de bienestar -que es nuestro país alcanzó cotas excelentes, en realidad, impropias de nuestro Producto Interior Bruto- y aquí el debate no puede contentarse entre los partidarios de sostener lo actual y mejorarlo aún más. Hay que definir qué recursos necesitamos a la vista de la evolución de prestatarios y demandantes, y cómo se van a conseguir. A largo plazo. Y ello se relaciona con todo el sistema productivo, no con deseos ni promesas de adalides mitineros.

Se ha de reconocer que el Partido Socialista de Sánchez (lo que queda del viejo PSOE) ha demostrado imaginación para gobernar con ideas de poco calado pero gran efecto mediático, aunque percibo en el fondo una arriesgada propensión a la huída hacia adelante. Los números no salen, porque no se han hecho. No estamos necesitados de titulares, sino de letra pequeña.

He escrito ya muchas veces que a España le vendría bien una coalición de gobierno entre el PSOE y Ciudadanos. La forma en que se está llevando a cabo la campaña por ambos partidos es lamentable. Hay empujones obsesivos desde el socialismo de manual para agrupar a los simpatizantes de Ribera y Arrimadas (como cabezas más visibles) con la derecha retrógada, que son perfecta y erróneamente confirmados por el equipo de Ciudadanos, perdida la esencia del centro, con la insensata, e irreal, promesa de no apoyar un gobierno de Pedro Sánchez, por haberse aliado con los independentistas.

Muchos preferiríamos conocer qué va a hacer el Gobierno que salga de las urnas. No con quién se va a aliar para formar una coalición relativamente estable.  No es eso. Desearíamos saber cuáles son las medidas que son capaces de consensuar, a la vista de las posiciones de los restantes partidos, si, como es seguro, no van a conseguir la mayoría suficiente para gobernar en solitario.


Este ave, fotografiada lamentablemente con escasa definición (no preparé bien los parámetros del equipo de Canon con el que me dedico a captar imágenes de todo tipo de volanderos), es una canastera (glaveola pratincola). Parecida a la perdiz, por tamaño y algún comportamiento, se la distingue sin confusión, al menos en verano, por el pico rojo muy visible y el conspicuo dibujo cefálico, definible como una línea negra que va desde el ojo hasta la garganta.

Esta canastera se encontraba en Fuerteventura, a principios de abril de 2019, cerca de Morro Jable. Estaba ocupada cazando insectos del suelo, y tardó en advertir mi presencia. Cuando miré las fotos, mi decepción fue notable. Las retoqué como pude, sin mucho éxito.

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Militares, empresarios y jueces en política

27 marzo, 2019 By amarias Deja un comentario

La incorporación de varios altos miembros de las Fuerzas Armadas (no en activo) en lugares preferentes en las listas de  partidos que presentan candidatos a las elecciones del 28 de abril de 2019, ha vuelto a levantar la polémica acerca del significado que puede darse a la movilización política de quienes han ocupado hasta muy recientemente puestos relevantes en los Ejércitos.

Las Fuerzas Armadas tienen constitucionalmente la obligación de ser apolíticas, pero este mandato al colectivo no vincula individualmente a sus miembros, a los que -al margen de consideraciones estéticas- nada impide pertenecer a un partido político y apoyar su programa como crean conveniente y les permitan sus organizaciones, en tanto sus expresiones públicas se mantengan en el respeto a la Constitución y las leyes.

Lo que me lleva a dedicar algunas líneas a la cuestión no es el hecho en sí de que cinco ex generales (cuatro en las filas de Vox y uno en las de Podemos, aunque el antiguo JEMAD Julio Rodriguez no figura cómo candidato en estas elecciones) hayan saltado a la palestra de mostrar el trasfondo de armario de sus afinidades ideológicas, sino qué haya podido motivarlos, a ellos y, sobre todo, a sus mentores, para dar ese paso. Estas consideraciones pueden servir (bajándolas al nivel que el lector crea oportuno) para aquellos oficiales y jefes de los Ejércitos cuya incorporación a la política activa ha sido presentada poniendo de manifiesto expreso su vinculación militar.

Y por tiro lateral, se podrían aplicar a empresarios y profesionales de éxito en sus campos y, en esa línea, a jueces y magistrados que abandonan la toga y las puñetas (siquiera sea por la puerta de la excedencia provisional) para pasear su palmito por los escenarios haciendo de palmeros de políticos que se postulan para ser jefes de Gobierno.

Creo que es un error sacrificar la neutralidad pública de la trayectoria personal, asomando el careto en apoyo de una ideología o programa. No es lo mismo que te llamen para formar parte de un gobierno como independiente experto, que confesarse fiel a un Partido, sin que me importe el signo.

En el caso de los empresarios, parecen haber quedado atrás aquellos tiempos tempraneros post aprobación de la Constitución, en los que muy destacados paladines de los negocios privados afirmaban que no les importaba quien gobernase, con tal de que lo hiciese bien.

Y no solo creo que es un error personal el dedicarse a la política cuando se viene de esferas profesionales en donde se debe ser neutral ante las ideologías (por imperativo legal, obligación del organismo de pertenencia o conveniencia para el propio negocio). No veo la ventaja para los partidos que incorporan a militares, jueces y empresarios, en la supuesta esperanza de que les consigan más votos, le den más visibilidad o sirvan de refuerzo a algunas líneas programáticas (p. ej: defensa de la unidad de España, alardear de honestidad y presentar voluntad de perseguir la corrupción, exhibir capacidad de gestión).

La política es una profesión, exige una formación y una disposición personal y apoyo de partido. Los buenos profesionales de otros oficios y beneficios , pueden y deben ser excelentes consejeros y asesores de los políticos. Pero  mejor, desde la sombra. La exposición pública quema sin remedios y se convierte, con alta probabilidad, en un broche desgraciado a una carrera meritoria.

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Estas palomas coloreadas fueron fotografiadas en Taberna (Almería), en donde existen unos estudios cinematográficos-ahora en tiempos leves- en donde se rodaron grandes éxitos de la filmografía para devotos de western y de las pelis de fondo histórico.

Me imagino que los propietarios de estas aves las pintan para distinguirlas y para evitar que un cazador las mate creyéndolas salvajes. Son palomas de raza y de competición. Estas se habían arremolinado en torno a un señuelo depositado en el suelo. Varios lugareños observaban su comportamiento, aunque no fui capaz de entender lo que les extasiaba.

 

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Elegir entre sonámbulos

18 febrero, 2019 By amarias 2 comentarios

Finalmente, reconociendo la incapacidad de su gobierno para sacar adelante la legislatura, -presupuestos y proyectos- el ya ex Presidente de gobierno Pedro Sánchez ha anunciado la convocatoria de elecciones para el 28 de abril de 2019.

Se reabre así un período  de afirmación y toma de posiciones cosmológicas por parte de los candidatos a ocupar el sillón presidencial, previa la consecución de una escueta mayoría de votos y la adopción de un pacto parcialmente contra su natura que le permita una mínima estabilidad parlamentaria.

Muy difícil todo y oscuro en sus resultados finales para el votante, que verá que su intención se adultera en el camino de las negociaciones para sacar tajada de gobierno.

¿Cómo puede ser? La deriva de la incompetencia para dirigir sin estridencias y con serena fortaleza y pragmatismo, los temas sustanciales de nuestro país nos ha conducido a una polarización inaceptable en las posturas, a una tensión verbal y a una ausencia  de sintonía entre muchos líderes políticos que, cuanto menos, cabe calificar de lamentable.

Y se agudizará. Aunque la crispación mitinera, las soflamas dedicadas a partidarios, no tienen nada que ver con las propuestas de gobierno factibles y, aún menos, con las que se adoptarán, caso de resultar encajados en la coalición de Gobierno.

Resultado de las elecciones: traición para el votante singular, que no sabrá las consecuencias que se derivarán de su voto.

Los media, siempre en su obsesión de hacer política por su cuenta, exageran la existencia de tres barreras para el futuro entendimiento, cuando se deban pactar alianzas luego de de las votaciones de abril: la existente entre los bloques denunciados por las respectivas oposiciones como “derecha” (Ciudadanos, PP y Vox) e “izquierda” (PSOE y Unidos Podemos); la de constitucionalistas (los citados, menos Vox) y los secesionistas catalanes (PdeCat y CUP) -los secesionistas vascos, se salvan, de momento, pertrechados tras un insolidario Estatuto-; menos justificable me parece la barrera derivada de la ausencia de sintonía personal entre algunos de los llamados a protagonizar las negociaciones para el futuro entendimiento.

Hice referencia en el título de este Comentario a Sonámbulos. Despierten, ya, nuestros políticos y extiendan la serenidad sobre la cancha donde nos veremos los votantes. Recupérese el centro y el centro izquierda. Todo lo demás, no tiene ahora su tiempo ni nos merecerá  la pena.

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Ya vale

16 octubre, 2018 By amarias Deja un comentario

Nos resultará difícil emerger del mar de anécdotas, simplezas, trampas. Por aquí y por allá, proviniendo de gentes a las que pagamos entre todos (fórmula estándar que, de puro manosearla, ya hasta hiede), se nos cruzan en el campo de las ideas, dedos que señalan y, cuando les seguimos la pista, vemos que no se dirigen ni a la luna ni a ningún objetivo que interese, sino a otro dedo.

No me importa, desde luego, dilucidar si Sánchez utilizó textos ajenos para aumentar el tamaño de su tesis, porque le concedo mérito ya de principio, al dedicar más de dos años para sacar algo en limpio de un tema tan coriáceo para introducir la pica de la investigación original como “Innovaciones de la diplomacia económica española”. Estoy seguro que más de la mitad de los trabajos de tesis se han ido por el canal de la tolerancia universitaria sin aportar nada nuevo a la ciencia mundial.

Así que. en lugar de unirme a los que disparan contra el presidente de Gobierno por la débil inspiración académica de su trabajo, me salgo del tumulto para recapacitar en otro coro, que espero no se vea como corifeo.

¿Es importante tener un presidente de Gobierno laureado por alguna Universidad con un título que solo sirve en el escalafón docente? No. Si el título, anómalamente, concede prestigio social, es otra historia, pero no será por ello por lo que elegiremos a quien nos gobierne. Al menos, a mi, y ojalá que a la mayoría de los que votamos en este país, nos interesa que sea competente, que gestione bien, que elija de entre los más capaces a sus colaboradores inmediatos (los Ministros y Secretarios de Estado), que les marque directrices y las haga cumplir.

Y, por supuesto, quiero que no improvise su Programa, que no elija sus socios para obtener mayorías parlamentarias a golpe de necesidad, que demuestre, por sus decisiones, que tiene una ideología de izquierdas moderada y no que se entregue, para sostenerse en un poder que consiguió de forma tan precaria, tanto a las veleidades separatistas como a los sueños revolucionarios de la izquierda utópica.

Al otro lado del espectro ideológico, veo con recelo que el nuevo líder del Partido Popular, cuyo master en derecho de la Universidad Rey Juan Carlos ha sido obtenido por un amagüesto impresentable (amagüesto, decimos en bable a toda componenda), no tenga otras ideas que criticar las que vienen de contrario y que, marcando distancias consigo mismo y su desecha agrupación política, se sienta igual de cómodo dando bofetadas a diestra que a siniestra, perdida la noción de donde está el centro, que es el lugar adecuado para la derecha civilizada.

Siento que Ciudadanos haya quedado sepultado en la vorágine del tumulto barriobajero, porque me gustaba oir opiniones técnicas y valoraciones ajustadas, en lugar de voces estentóreas y descalificaciones gratuitas. No me gusta -qué voy a hacerle- que las dos ciudades mayores de España estén regidas por alcaldesas prisioneras de las estrambóticas coaliciones que les han llevado al sillón principal del Consistorio, y que ese día a día de rifirrafes les impida ver con ojos sagaces el deterioro de lo que estaban llamadas a mejorar.

Quisiera creer que los resultados de todo este barullo de ideas y de desinformación, son los que se nos presentan: la recuperación de la economía, la mejora de los índices de empleo, el incremento de las perspectivas de futuro, basadas en la mejora de la educación, l apoyo en la exportación de calidad, la incorporación de avances científicos, la cohesión estructural de los sectores industrial, comercio y servicios, y todo eso que suena a apalancar mejor el futuro.

No me olvido, no, de Cataluña, convertida en un grano soez en el rostro maltratado de España, perdida su identidad en una representación tragicómica que solo la conducirá -nos conducirá- a perder aún más pie en la sostenibilidad de nuestro modelo de crecimiento, si es que existió o existe.

Claro que hay que negociar, hablar, discutir, encontrar vías y soluciones. Pero no a cualquier precio y, por supuesto, no para contentar al chico del martillo. Ese mozalbete brutote pero corto de mollera que, cuando estamos a punto de conceder el premio a aquel que nos conmueva con las mejoras ideas,  surge enarbolando un martillo y, a porrazos, nos causa una impresión inenarrable y, de acuerdo con las Bases del Concurso, estamos obligados a darle el galardón y quedarnos con los destrozos.


Incluyo hoy la fotografía de una pareja singular, aunque no tan difícil de encontrar en los estuarios adecuados. En la ría de Navia, en agosto de 2018, aprovechando la cobertura de unos juncales en medio del agua, una garza real (ardea cinérea)  y una garceta común (egretta garceta) comparten el hábitat por unos instantes. El blanco deslumbrante de la garceta, espléndido en s desarrollo cuando levanta el vuelo, contrasta con el hieratismo momentáneo de la garza.

Poco suele durar esa quietud del ardeido que, si se siente observado o molestado, levantará presto el vuelo, con un fraink áspero y fuerte, yendo a posarse, tras un par de aleteos magníficos, en un árbol o en un lugar más alejado del que osó importunarla.

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Malos tiempos para la mesura

12 mayo, 2018 By amarias 5 comentarios

Siempre pensé que me había tocado vivir en una época interesante, pero la terca realidad parece dispuesta a demostrarnos lo contrario. Con una mayoría de españoles nacidos después de la guerra incivil, y aún conscientes de que las heridas que produce haberse matado entre hermanos y vecinos supurarán siempre, tuvimos la ventana de oportunidad de una democracia que nos acercó a la visión de libertades y tolerancia como ningún otro ciudadano del mundo hubiera soñado.

Tuvimos mucha suerte, pues los avances sociales alumbrados por los inexpertos dirigentes de un reconstruido partido socialista no quedaron en agua de borrajas, sino que sirvieron de plataforma de continuidad para un equipo que caracterizamos como de derechas (calificación que, por otras latitudes, allí donde todo el país está escorado hacia el puro capitalismo, se les hubiera discutido). Estábamos haciéndolo distinto, y nos parecía que muy bien. Los aplausos, el recelo envidioso, el expectante vaticinio de nuestro descalabro -en su caso- de quienes nos habían menospreciado hasta entonces nos calentaban el cogote.

Pero todo empezó a deteriorarse sin que aún podamos entender las razones verdaderas, ni los mejores historiadores nos lo han conseguido explicar aún. No hay una clara línea divisoria entre los errores cometidos por los partidos de gobierno, que marcaron una inestabilidad agudizada por la mala gestión de las crisis: guerra de Irak, ley de extranjería, burbuja inmobiliaria, crecimiento de la población activa, incongruencias en la planificación de los recursos hídricos, posiciones estrafalarias en política internacional, corrupción, nacionalismos resurgentes, etc.

Los españoles aprendimos de pronto que los nuevos políticos nos mentían. No estábamos en una dictadura, desde luego, pero las cosas se aproximaban peligrosamente a una anarquía en la que los que estaban arriba miraban demasiado por sus intereses particulares. Y, cuando sucede algo así, todo el que puede atiende preferentemente por sus intereses particulares y los de sus allegados, allí donde se percibe el descontrol.

No pretendo realizar un repaso a la reciente historia de nuestro país, pero no puedo por menos que poner de relieve que, en lo que se refiere a este concreto momento, nos pesan demasiado las malas noticias y, aún peor, el desencanto de sospechar que no podemos fiarnos los unos de los otros.

El mayor problema actual (12 de mayo de 2018) es, sin duda, Cataluña, que está siendo guiada hacia su propio desastre y, por tanto, empuja el de una gran parte de la economía de todo el país que aún llamamos España. Los que conducen el timón, con la apariencia del respaldo mayoritario de los votantes de una democracia que ya sabemos que se ha corrompido, están poseídos del enajenamiento de su pretensión de entrar en la Historia, desde la involución más rancia, recuperando la independencia del capitalismo regional, el aislacionismo tan egoísta como cutre, la insolidaridad. Vuelta, pues, al pasado de las tensiones, los desencuentros, las batallas dialécticas y, puede ser, físicas.

No le veo solución a este problema, porque no se puede negociar con enajenados, iluminados, visionarios que se jactan de estar enviados por los dioses para avanzar haca una tierra prometida que no existe más que en su imaginación.

Desde luego, la judicialización del tema es un error, pero no cabía otra opción. La cuestión es que la aplicación del Derecho tiene muy mala vuelta atrás, e iniciado el pulso con los levantiscos por esa vía, solo cabe el aplicar la parafernalia penal, hasta el final. Hasta que se sofoque el incendio. La resistencia empecinada de los que apoyan a los secesionistas, de no conseguirse que ceda, provocará muertos. Es un milagro que no los haya habido aún, y solo lo puedo achacar a la disciplina y aguante de las fuerzas del orden.

Me gustaría poder escribir que los verdaderos problemas económicos y sociales del país (los que nos afectan a todos y a no a minorías incalificables) están siendo tratados en los foros políticos. No es evidentemente así, y lo atribuyo a una falta de capacidad intelectual y pragmática muy importante. Me resulta descorazonador que el partido de gobierno nos mienta tan descaradamente. El tufo de las prebendas repartidas, de los títulos académicos falseados, de las empresas con resultados amañados, del lenguaje de superioridad y de la falta de sensibilidad social ahoga.

Me parece también increíble que no pueda concretarse una alternativa de renovación que nos cure del desgobierno y la ausencia de diálogo. No creo que el PSOE en solitario la constituya, por supuesto, atenazado por su propia corrupción e ineficacia. Me parece que el complejo artificial construido entre los machos y hembras alfa de Podemos y la ingenua colaboración del equipillo que navega con los restos de Izquierda Unida, nos ha decepcionado ya suficientemente como para no concederle credibilidad absoluta y, sobre todo, la capacidad de conocimiento del mundo real, que nos evitaría caer en un desastre o una debacle sin precedentes.

En este contexto, que la prensa y los otros partidos se vuelquen contra Ciudadanos y sus representantes, se me antoja un síntoma más de lo miserable del momento. A sus dirigentes se debe lo más sensato de lo que estamos escuchando. Sí, son gente de derechas, es decir, de orden, de sensatez. No nos llevarán a una revolución, sin duda. Pero necesitamos calma, mucha calma para restañar las heridas del guirigay al que nos condujo, pardiez, nuestro permanente complejo de no querer trabajar juntos, de querer ser el gallo de la quintana, el que se lleva el santo y la peana.

En fin, entiendo que estamos abocados a un gobierno de concertación, de revisión de postulados, de encaje de las intenciones de cada sección, sin pretender la imposición a los demás de lo que solo representa una valoración desde una minoría.


Unas agujas colinegras (limosa limosa) se disputan un bocado apetitoso (en otras fotos de la secuencia pude detectar que se trataba de un cangrejo), con el transfondo indolente de una polla de agua. En los marjales herbosos de Doñana, en marzo de 2018, cuando los bandos de primavera de estas limícolas son numerosos, ya en los inicios del período de cría, que se convierten en espectáculo ruidoso.

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Trayectoria

17 diciembre, 2017 By amarias 3 comentarios

El Colegio de Ingenieros de Minas de Centro de España, con ocasión de la Cena anual de este año, me entregó ayer (16 de diciembre de 2017) la medalla al reconocimiento a la trayectoria profesional. El acto resultó para mí, como el lector amigo puede suponer, honroso y emotivo, y contó con la presencia del Ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Alvaro Nadal.  (1)

Incluyo a continuación el texto que tenía preparado para comunicación de agradecimiento que, como no lo leí, no coincidirá plenamente con lo que estará registrado. Tenía dispuestos, en realidad, dos textos (uno más largo, para la eventualidad de que el Ministro, por alguna obligación sobrevenida, no hubiera podido asistir). Si alguien estuviera interesado en el “texto largo”, se lo enviaré gustoso.

“Autoridades, compañeros y amigos, familia:

Cuando le comenté a una de mis cuatro nietas -seis años- que mis amigos del Colegio me habían dado el reconocimiento a la trayectoria profesional, me preguntó “Abuelo, ¿Qué es eso?” “Es un premio por mi carrera”, le contesté. Se me quedó mirando, asimilando lo que le había dicho. “¡Pero si tú no corres un pimiento!¡Yo siempre te gano!”, me replicó.

Me viene a la cabeza lo que oi decir a Eduardo Haro Tegclen, cuando presentó hace ya años, los premios del café Gijón. Dijo: “Los que fundamos este premio en 1949 habíamos discutido si, antes de dárselo a alguien ajeno, no deberíamos dárnoslo a nosotros mismos.” La Historia dice que no fue así, pero es cierto que a la hora de conceder un premio, tanto si es o no honorífico, se piensa, en primer lugar, en los que tenemos cerca. Por tanto, si alguien necesita ser tranquilizado de por qué me premiaron a mí y no a él, le doy la satisfacción: estos amigos del Colegio de Centro han tenido piedad de mi, de mi estado de enfermo y esperan que, dentro de unos años, cuando estén viejitos, les den el reconocimiento a ellos.

He tratado de inspirarme para estas palabras en otros discursos de agradecimiento. Tuve a la vista alguno de nuestro premio nobel Santiago Ramón y Cajal, del que siempre aprecié no solo su magnífica creatividad, sino su humildad. Cuando le daban un premio, lo recogía como si se disculpara. El recordaba una frase estupenda de Isaac Newton, que escribió: “Llegué lejos porque fui transportado a hombros de gigantes.

Santiago Ramón y Cajal es un ejemplo de perseverancia, constancia en la ejecución de sus trabajos de investigación, a despecho de dificultades, zancadillas y falta de medios. Si me tengo que definir con un par de brochazos, reconozco que soy lo contrario de esa representación. Soy inconstante, todo me atrae, he cambiado de trabajo muchas veces y siempre los he dejado con la impresión de haber abandonado las cosas a medias. Por fortuna, siempre ha habido excelentes continuadores y perfeccionadoras de esa obra inacabada. A ellos quiero, aunque sea sin citarlos, rendir homenaje hoy. Como también quiero rendirlo a la persona que más ha hecho por impulsar mi ánimo, sacrificando su propia carrera. Si del admirado Ramón y Cajal se decía que la mitad de Cajal era su mujer, la mitad de este Arias la sostuvo mi esposa, María Jesús.

Tuve relación con la minería desde niño. La casa familiar tenía los armarios llenos de piedras, pero no porque se coleccionaran. Eran las muestras de las decenas de posibles negocios mineros que mi padre se planteaba, en emprendimientos para los que llenaba páginas y páginas de cálculos en las que, con sus trabajos de laboratorio a partir de muestras tomadas en el campo, nos convertía en millonarios una y mil veces.

La minería no dio dinero, pero sirvió para sacar a la familia adelante, al menos, hasta que se suprimieron los aranceles y faltó capital para pagar el horno importado de Alemania que hubiera hecho competitivo al negocio de mi padre. Eso sí, tuve muchas ocasiones de visitar minas y metalurgias, asistir a coladas de ferromanganeso, ferrotungsteno o ferrosilicio, ponerme el casco de minero cuando apenas era un niño delgaducho y no muy fuerte. Mi primer cubalibre lo tomé con el rey el manganeso, Antonio Domínguez Roldán, con once años, cuando acompañaba a mi padre a visitar unas minas de pirolusita y rodocrosita en Nerva.

Si la vida de cada uno es una novela, en la que el guionista, en buena medida, es uno mismo, la mía, más que una novela de aventuras, es una historia de cambios. De un culo inquieto, vamos.

Algunos de los que me estáis escuchando sois aún jóvenes, y tal vez para ellos tenga sentido apuntar algo así como un consejo. No tengáis miedo a cambiar de ocupación, ni de lugar, ni a quemar vuestras naves. No miréis atrás, mirad hacia adelante, que es la única manera de aprovechar las oportunidades para modificar el entorno de vuestra existencia, Como no tenemos otra, nuestra responsabilidad es hacerla lo más útil para nosotros y los demás, y, sí, también conseguir que sea lo más divertida posible.

Los que me conocéis más, sabéis que una de mis obsesiones es la generación de empleo y riqueza para el desarrollo. Hice mi tesis doctoral sobre este tema hace ya años, trabajé en la Administración pública con ese objetivo y di muchas conferencias y participé en decenas de comisiones y coloquios. Ayudé a poner en marcha muchas empresas, pero cuando me decidí a montar mi propia empresa, monté un restaurante. De aquella aventura, que duró, por supuesto, cinco años -como todas- escribí un libro. “Cómo no montar un restaurante”.

En fin, ya véis que mi trayectoria profesional no ha sido precisamente recta. Está llena de trazos, matizada con algunos sinsabores y, por fortuna, dispone de muchas satisfacciones.

Soy un decidido defensor de la calidad de la enseñanza. Cuanto más exigente, mejor. Cuanto más ancha sea la base de conocimientos, mejor. Por eso, no me preguntaría exactamente si la formación en la Escuela o en la Universidad sirve, en abstracto. El paso por las Escuelas de Ingeniería debe dar, no solo conocimientos, sino ayudar a abrir la mente, preparándola para resolver problemas, cualesquiera que sean.
La realidad de haber superado un proceso de selección, duro, da confianza en uno mismo. Los detalles son lo de menos. Cuando impartía clase de Algebra en la Escuela de Minas de Oviedo, un alumno me preguntó para qué servía el teorema de Kolmogoroff Smirnoff en la vida profesional.

Este teorema es capital. Demuestra que cuando se toma una muestra suficientemente grande de valores de un parámetro de un suceso aleatorio, la función de densidad se aproxima a la distribución normal. Le contesté que aunque pudiera ser, y yo no podía preverlo, que no necesitara aplicarlo nunca, en aquel momento tenía máximo interés para ambos. Para mi, como profesor, me había supuesto unas 500 pesetas, que era lo que me pagaban por la clase. Para él, como alumno, el entenderlo y saber expresarlo con corrección, supondría obtener un punto en el examen trimestral, pues era una pregunta que pensaba incluir.

Yo tuve ocasión de aplicar bastantes veces el teorema. Casi todos los sucesos que nos afectan se aproximan a la distribución normal. Es normal la distribución de esperanza de vida de una población. Es normal la distribución de consumos de agua o electricidad en una ciudad, es normal…

¡Ah, pero también pude comprobar, que en una población aparentemente homogénea suele encontrarse un grupo de comportamientos atípicos que constituyen la excepción. Cuando miramos la distribución de resultados de la variable, aparecen como una segunda joroba. Una campana de Gauss más pequeña, nacida del mismo suceso pero de un comportamiento que mejora o cambia la tónica general. Siempre me han atraído estas segundas jorobas de los sucesos normales. Están formados por los resultados, valga la aparente redundancia, de los que se salen de la normalidad, de los que han apuntado más alto.

Ahí quiero ver a todos los que quieren una España mejor, una ingeniería mejor, una sociedad más justa. No son los que se conforman con lo que hacen los demás, sino que buscan el hueco donde los demás no encuentran más que comodidad y, tal vez, exigencias.

Debemos animar a todos los jóvenes ingenieros, y a toda la juventud, a que trabajen por la excepción, apuntando más alto. Quiero decir a mis colegas, también a los que ya somos mayores, que sigamos buscando la excepción a las curvas de Gauss, y que ayudemos a que los más jóvenes consigan mejores resultados que los nuestros. Y quiero recordar, por supuesto, que el trabajo mejor no es obra de individualidades, sino de colectivos. De gentes que han llegado a hombros de otros.

Por eso, animo a todos los compañeros que no estén aún colegiados, a que lo hagan. Y a los que lo estéis, a que participéis más en las funciones del Colegio. No es cuestión de cuotas ni de ingresos para el Colegio, -que ojalá fuera único, dicho sea de paso-, sino de sumar el máximo de esfuerzos, aupándonos los unos en los hombros de otros. El Colegio es la forma de defender los intereses comunes, ayudar a la formación continua, apoyarnos en las dificultades. Pero, sobre todo, un Colegio profesional, hoy debe tener como objetivo mejorar la sociedad en la que vivimos, convertir sus resultados en una segunda campana de Gauss, que suponga el punto de apoyo para el salto de la situación desde la que se viene.

Dejo aquí mi discurso. Gracias por vuestra atención, y gracias a la Junta del Colegio de Centro, y en especial a su decano Rafa Monsalve, por este reconocimiento. Es inmerecido, admito, pero sabe muy dulce. Además, como mi trayectoria profesional no ha terminado, este galardón le da una dimensión con la que jamás había soñado”

—

(1) Había muchos colegas, y no puedo citarlos a todos, pero sí quiero destacar, además de a Rafael Monsalve y a los colegas de la Junta del Colegio que, por unanimidad, cometieron el dulquérrimo error de distinguirme con el galardón, a José Luis Parra (director de la Escuela de Minas de Madrid), Angel Cámara (decano del Consejo de Minas), Gonzalo Echagüe (decano del Colegio de Físicos), Javier Abajo Dávila (director general de Industria, Energía y Minas de la Comunidad de Madrid), Eloy Ignacio Alvarez Pelegry (catedrático en Orkestra, miembro de la Real Academia de Ingeniería), César Franco (decano de Ingenieros Industriales),…y me detengo aquí, porque debería citar a todos y cada uno de los amigos y amigas que me auparon en la emoción de un pedestal de méritos en los que solo encuentro, como valor, el haber tratado de hacer las cosas lo mejor que pude, y puedo, consciente de que no puedo tanto como me gustaría dar.

—–

Incluyo con el Comentario la fotografía de un longevo castaño del pueblo donde nació mi madre, en Miranda, cerca de la casa familiar. Descanso muchas veces la mente, desde Madrid, recreándome en paseos imaginarios (trasunto de otros muchos reales) por los caminos y senderos de las montañas de esa zona. Hoy no pocos de ellos, escondidos entre la maleza y el implacable avance de la naturaleza para recuperar la libertad de acción en lo que es suyo.

 

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Porqué en Catalunya: Sexta entrega

3 noviembre, 2017 By amarias Deja un comentario

No es posible emitir un posicionamiento sobre la cuestión catalana haciéndolo descansar únicamente sobre la crítica (o el apoyo) a los fundamentos históricos que sirven a los defensores de la singularidad de ese territorio español para justificar su condición de nación con voluntad popular de independencia.

Se trata, en realidad, de un estado larvado de origen o raíz genuinamente clasista, que ha tenido un desarrollo rápido -en apenas diez años- debido a la coincidencia de varias circunstancias que permitieron desplegar la consciencia popular “de la diferencia”, alimentada y potenciada con nuevos componentes, la mayoría, falaces, hábilmente presentados por los partidos que gobernaban la Región Autónoma. Entre esos eslóganes de fácil memorización y, por tanto, susceptibles de alcanzar la máxima repetición sin precisar de análisis, figuraban en lugar destacado los de “España nos roba” y “el Gobierno de España nos margina y maltrata”.

España y Cataluña se fueron configurando, en un proceso de distanciamiento forzado, lleno de errores, desencuentros y mitos, como dos entidades contrapuestas. En mi modesto repaso a los principales elementos que han hecho estallar el asunto diferencial, hasta situarlo de máxima actualidad, llevándolo a la declaración de independencia, el análisis histórico, incluso distorsionado, no ha sido lo relevante para la movilización popular de los “genuinamente catalanes” frente a los demás españoles.

Los argumentos del catalanismo separatista descansaron, progresivamente, en la alimentación de sentimientos que combinaban la creencia en ser pueblo elegido y perseguido al mismo tiempo. Los portavoces más cualificados atribuían, sin necesidad de explicación, incomprensión ajena del hecho diferencial y caracterizaban al resto de ciudadanos españoles, también sin fundamento demostrable, como beneficiarios globales injustos de la explotación de la superior capacidad, inteligencia y creatividad catalanas.

No fue la Historia la clave separatista. Ha pesado mucho más la economía, -la pela-, y, como hijastra, la deficiente administración de los recursos transferidos, con despilfarros flagrantes, de forma que el gobierno de la Generalitat encontró dificultades serias para mantener algunos servicios con altos niveles de calidad, déficit de gestión que se atribuyó, en la más genuina esencia del buco emisario, por supuesto, “a España”.

El problema creció por ambas partes del pastel. El partido que, durante años, se había arrogado la representación del espíritu catalanista, Convergencia i Unió, consiguió mantenerse en el gobierno de la Generalitat durante décadas, y ofreció siempre un apoyo interesado al partido con implantación en toda España, cuando le faltó a éste mayoría suficiente para formar gobierno central. No importaba el signo ideológico. El intercambio de cromos, nunca inocente, ya fuera con el PP o el PSOE, alimentó la singularidad, despojando al Estado central de capacidad de actuación -¡y control!- en todos los sectores clave.

Faltaba solo poner un nombre al proceso secesionista que consolidara la cualidad de nación independiente, y la oposición constitucional a la revisión del Estatuto, encabezada por el President José Montilla, un iluminado que creía poder dotar asi al PSC-PSOE de una nueva vida, consumó la ruptura entre catalanistas y españolistas. Los primeros sintieron la declaración de anticonstitucionalidad a un par de artículos (y párrafos del Preámbulo) como una agresión. En verdad, la batalla civil estaba planteada con toda crudeza.

La pólvora que estaba sirviendo para explotar los apoyos del Estado en Cataluña, estaba tan bien distribuida y alimentada, que, ni resultó afectado el procés por el descubrimiento de uno de los mayores focos de corrupción desarrollados en España. Un tsunami potencial que afectaba -y el estado de Derecho no ha sido aún capaz de precisar en qué medida-, no ya  al ex Honorable ex President de la Generalitat, Jordi Pujol, a su familia, sino al Partido y a muchos de sus dirigentes. Convergencia y Unión resultó inviable.

El malabarismo político se aceleró. El hoy ex President Artur Mas, que, junto a otros miembros significativos de Convergencia se había reconvertido al Partit Demócrata Europeo Català (PDeCAT), aceptó ceder ser cabeza de fila en la negociación para formar Gobierno después de las elecciones de 2015, para que un oscuro político, Carles Puigdemont, fuera President. Fue necesario el apoyo de dos coaliciones con inocultada voluntad secesionista: la anticonstitucionalista Esquerra Republicana (ERC), y la decididamente antisistema Candidatura d’Unitat Popular (CUP). El apoyo se completó con la seudoconstitucionalista Catalunya Sí que es Pot, que amalgama diputados de variados extractos ideológicos (Podemos, ICV, Esquerra Unida y Equo).

La democracia y la tolerancia permitieron llegar a una situación  aberrante, aunque “legítima”: partidos con un programa claramente anticonstitucional habían alcanzado una mayoría escueta en el Parlament, y estaban decididos a imponer su revolucionario criterio de una forma “pacífica, democrática”, en cumplimiento de un “mandato popular”.

Los diputados de estos partidos, con el apoyo exterior de muchos alcaldes y, significativamente de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (que gobierna en la ciudad con la coalición Catalunya en Comú, que aglutina todos los partidos de Catalunya Sí que es Pot, salvo Podemos) refirmaron y consolidaron el apoyo popular a la secesión. Catalunya libre del yugo opresor de la España antidemocrática era ya más que un proyecto sin futuro.

Al ordenado totum revolutum secesionista se añadieron dos asociaciones de movilización al margen de los partidos oficiales,  Asamblea Nacional Catalana y Ómnium. Una amplia y fiscalmente oscura disponibilidad de fondos, sirvió y sirve para soportar la declaración de independencia del 1 de octubre de 2017. Se programaron, cuidadosamente planificadas, amplias, y de impecable efecto, manifestaciones callejeras. Se expandió, contagioso, el clamor de que la región estaba mayoritariamente por convertirse en un Estado nuevo.

La historia coetánea sigue escribiéndose, aunque con letras desiguales, Ayer, 2 de octubre de 2017, la juez de uno de los Juzgados de Instrucción que conforman el brazo operativo de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela, en un Auto prolijo y, en gran parte, por lo que parece, escrito con anterioridad, escrito, sin duda, con plena consciencia de su gran trascendencia política, decidió la prisión provisional del destituido vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, y siete de los ex-consellers.

El estamento judicial no mostró uniforme celeridad ni dureza, mostrando, no ya la independencia judicial, sino la disparidad o falta de homogeneidad de criteros de los magistrados. El mismo día, llamados a declarar, el Tribunal Supremo, concedió una semana más para preparar la defensa a los, también citados como investigados, miembros del Parlament (a los que su aforamiento conduce a ese órgano jurisdiccional). La intervención de la judicatura en el procés, como consecuencia de la aplicación del art. 155, añade -aunque no sorprendentemente- más leña al fuego de las posiciones de desencuentro entre secesionistas y constitucionalistas.

La medida cautelar adoptada con los miembros destituidos del Govern, es, procesalmente, la más dura de las posibles y, por ello, puede calificarse, desde la perspectiva política,  de una incomodidad añadida a la necesaria disminución de la tensión en Catalunya y a la recuperación de la paz social en toda España.

(continuará)

 

 

 

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Porqué en Catalunya: Cuarta entrega

27 octubre, 2017 By amarias Deja un comentario

Escribo esta Cuarta entrega en un día que aparece como crucial para acelerar, ya que no el desenlace, sí la generación de un máximo de tensión en relación con la declaración de independencia de Cataluña por parte del actual Gobierno de la Generalitat.

Es la mañana del 27 de octubre de 2017, y todos los interesados en el tema que aún no se encuentren saturados por la escenificación del nivel de desencuentro entre las posiciones de ambos gobiernos (central y regional), han podido contemplar ayer lo que parece el último acto antes de la declaración de independencia por el Parlament catalán y la autorización de la aplicación del art. 155 en el Senado de la nación.

La cuestión, es pues, gravísima y no hace falta usar ni una pizca de imaginación para deducir que la salida a la misma no puede resultar ni previsible, ni pacífica, pues el timón de los acontecimientos ha sido trasladado a la calle. Las manifestaciones de los partidarios de la independencia, dirigidos y alentados en Cataluña por personajes con indudable relevancia mediática y carisma personal, han ocupado los espacios públicos (y la TV3), y los lemas se repiten machaconamente, pivotando sobre los términos Libertad, Democracia, Independencia del Estado español, República.

No hay opciones para la discusión parlamentaria ni para la modificación pacífica -es decir, legal, con base en las mayorías cualificadas imprescindibles, necesarias- de aquellos artículos de la actual Constitución española que pudieran ser objeto de revisión. En ningún caso, a tenor de las expresiones de intención de la mayoría de los españoles encuestados y de los partidos que representan la mayoría parlamentaria, esta modificación podría afectar a la forma de Estado (monarquía) ni a la unidad territorial (España es indivisible, reza la Norma Suprema).

Se podría hablar, pues, de modificaciones de  la Constitución actual, en relación, sobre todo, al modelo territorial y al reparto de competencias entgre el estadio Central y las regiones. Algunos, si nos correspondiera opinar con relevancia, defenderíamos la remodelación de las actuales regiones -demasiadas, y muy desiguales-, permitiendo la federación de Comunidades Autónomas, prohibida expresamente por el art. 145, o la agilización, al menos, de la posibilidad de acuerdos o convenios  entre ellas, sometida a la autorización de las Cortes Generales, en el apartado 2 del mismo artículo. El número óptimo de Autonomías o regiones, no debería superar a seis o siete.

Un asunto muy importante es la recuperación de la óptima gestión de los recursos, demoliendo o revisando con espíritu crítico -dimanante del interés general, hoy perdido en el limbo de los intereses partidistas y localistas- la cesión de competencias a las Autonomías. Enormes despilfarros, decisiones de inversión y gestión sin objetivo serio ni coherente, afectan hoy a todos los sectores básicos: enseñanza, comunicaciones, sanidad, etc.  Es imprescindible reconstruir un Estado central fuerte, en beneficio de todos.

Naturalmente, no tengo la menor idea de lo que va a pasar en concreto. Para mí, como para muchos, que vivimos la situación desde fuera de Catalunya, resulta inextricable el cosmos catalán en este momento, una madeja revuelta y enlodada. Seguramente, habrá disturbios importantes en las principales poblaciones catalanes. Con alta probabilidad, se disolverá el Parlament y se encausará a los cabecillas de la insurrección, quizá se detenga a algunos de los más significativos. Las revueltas callejeras producirán heridos, detenidos, y más tensión. Hasta que estalle.

¿Era esto necesario? En absoluto. ¿Tienen legitimidad suficiente los independentistas? Por supuesto que no. ¿Saben a dónde van? Lo dudo. ¿Causan un daño irreparable? Sí, lo han causado y aún lo provocarán en mayor grado, por su voluntad de persistir en el empeño secesionista hasta que la explosión de la situación en la calle, con víctimas directas y colaterales, les obligue a claudicar, y, ojalá, a preguntarse, qué hemos hecho.

¿Por qué en Catalunya? Se ha dado, de forma excepcional, atípica en relación con el momento que se vive en las democracias occidentales, de la connivencia entre dos facciones socio-políticas habitualmente enfrentadas: a) la burguesía medio-alta (proclive a apoyar, sin convicción ideológica, por pura intuición de lo que resultaría mejor para ella, a los analistas  teóricos y aficionados que, en momentos de crisis, critican, sin ofrecer soluciones, cuanto dimane del sistema oficial, y en la que figuran como exponentes cualificados muchos funcionarios, seguidos a ciegas por pensionistas, rentistas y parados)  y b) la izquierda revolucionaria, atenta siempre a movilizar a los descontentos y oprimidos por el sistema dominante, y en la que militan, a la búsqueda de protagonismo, profesores universitarios, licenciados en paro, ecolojetas, visionarios, ilusos, y, por supuesto, por necesidad o convicción, todos cuantos sufren la marginación laboral y personal, que son, desgraciadamente, millones de personas en este momento de crisis (más de 5 millones).

Si, además, sumamos a) la corrupción destapada y puesta a la amplia luz de la sociedad y, en parte, de la justicia, de algunos políticos, empresarios y funcionarios, cuyo máximo exponente es precisamente el actual partido en el gobierno central ; b) la necesidad perentoria de ocultar la pésima gestión y la incuria de no pocos dirigentes catalanes y sus antecesores, incluso como Presidente de la Generalitat o consellers, c) el atractivo para muchos jóvenes sin ocupación de salir a la calle para protestar sobre cualquier cosa y quemar adrenalina (ya que no solo en los campos de fútbol, dándose porrazos con afectos (?) a otros clubes, o contra las fuerzas del orden,  d) la simpatía propia de un modelo de independencia (liberación del yugo opresor) vendido como solución y no como problema desde las instituciones y media locales y e) la presión del vecino, del colega, y de agentes de movilización experimentados y sin especiales escrúpulos para infringir el orden y las leyes…¿qué tenemos?

La destrucción de la armonía, la implantación del caos por un período de tiempo, el triunfo de los depredadores, a costa de los catalanes y del resto de los españoles.

 

 

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Porqué en Catalunya: Tercera entrega

26 octubre, 2017 By amarias Deja un comentario

Se puede argumentar de muy diversas maneras contra la voluntad independentista del  actual Gobierno de Cataluña, secundada por un porcentaje significativo de catalanes (entendiendo por tales, salvo mejor información censal, los ciudadanos que tienen su actual residencia en la región). Porque, en este escenario de confusión que se ha ido dibujando con precisión de ludópatas, tampoco está bien definido qué significado práctico atribuir al térmico “catalán”, ya que los impulsores del separatismo pretenden que sea ésta una esencia inclusiva de la nacionalidad española, pero excluyente, por lo que no podría ser participada por los demás españoles. Se sería catalán y español pero los españoles no catalanes no tendrían acceso a esa doble nacionalidad.

Si evitamos recurrir a la descalcificación frontal por enajenación colectiva o espejismo ideológico, podría aceptarse como argumento en contrario (sin que ello signifique que se comprenda) que, para esos independentistas potenciales, la idea de separarse del resto de España tiene el atractivo de creer que podrían organizarse mejor, aprovechar con mayor eficacia sus recursos y mejorarían, en fin, su capacidad de maniobra frente a las crisis y su respuesta adaptativa frente al futuro.

Los defensores de la imposibilidad de la separación de Catyalunya, argumentan, fundamentalmente, desde la Ley, el respeto y lealtad institucional, que serían quebrados (lo han sido ya, en realidad) si se incumple la Constitución que expresa, sin ambages, la unidad indivisible del Estado español y su forma de Estado, la Monarquía.

El argumentario antiseparatista se robustece también con previsiones respecto al escenario catastrófico que viviría una Cataluña independiente, contrastando así con la visión idílica de los actuales representantes de las institucones catalanes, algunos historiadores y economistas que ven en un futuro independiente una Arcadia feliz y la liberación del yugo insostenible de una España antidemócrata, represiva, retrógada.

Tienen los independentistas, en alguna parte, razón. El tamaño no debería importar. Ni el territorio, ni la población, o las magnitudes económicos cobran importancia real, por comparación con lo existente. Se encuentran, en el mundo, Estados muy pequeños, algunos por pura conveniencia de las potencias o por caprichos de la Historia y residuo de viejas confrontaciones bélicas. Se ha hecho notar por los historiadores y geógrafos que casi la mitad e los 194 Estados actuales se generaron en el siglo XX. Es decir, no se puede argüir que los Estados son producto de la consolidación de antiguos momentos de exaltación nacional.

Algunos Estados pequeños pertenecen a la Unión Europea, y encajan en el modelo de democracias modernas y estados amigos. Tampoco en este sentido Catalunya independiente puede ser objetable. Malta y Chipre son el ejemplo -rayano en lo ridículo, aunque defendido con orgullo por sus afectados- de Estados diminutos cuyos representantes se sientan con los demás miembros de esa reunión de comerciantes con ilusiones de obtener mayor grandeza. Entre los Estados que componen actualmente la Unión Europea, se incluyen diezpaíses con menor población y territorio que Cataluña.

Los independentistas (y también, algunos teóricos del desarrollo económico), suelen tomar el modelo/ejemplo de Dinamarca.Con un a renta per cápita de 48.400 dólares es un ejemplo atractivo de Estado de medio tamaño que ha sabido utilizar su situación privilegiada ente los grandes, su alto nivel formativo y las capacidades comerciales de sus instituciones públicas y privadas para consolidarse como un Estado próspero yejemplar.

Los separatistas catalanes desean que la Catalunya independiente sea una República. En eso, se separan de la tradición española y del país envidiado (Dinamarca), que son Monarquías. No parece encontrarse en la forma de Estado la raíz sustancial para obtener el  máximo fruto de la actividad económica y social. En este momento, en España, tenemos un monarca muy bien formado, con prestigio internacional, que mejora con amplia ventaja las opciones de sus alternativas no coronadas, tanto en la región catalana como en toda España. Podrá ser opinable, pero, como republicano, me permito repetir esta apreciación una vez más, sin que me duelan prendas.

(continaurá)

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