Cuando la directora de la sesión dio la palabra a Manuel Lozano, asignándole una pregunta genérica, éste comenzó reconociendo la dificultad de analizar técnicamente los asuntos políticos y que ninguno de los programas le convencía plenamente: en el caso del PSOE, porque “era un copia y pega” de otros documentos anteriores; en cuanto al del PP, “porque no decía nada”; el de C’s, porque “aunque incluye propuestas como impulsar y primar la i+d sobre las subvenciones” -asunto al que se confesó “muy sensible”, omite otras o no las concreta; y, en fin, en lo que respecta a Podemos, porque entremezcla “propuestas muy sensatas” con otras imposibles.
Lozano recordó que el programa nuclear español fue ideado e impulsado estando Abril Martorell en el gobierno, y resultó ser un producto de la democracia, en tanto que en la actualidad “estar en contra de las centrales nucleares” se ha convertido en una opción defendida por los partidos de la izquierda en España. Se preguntaba por ello, si “ser antinuclear ha de asociarse a ser de izquierdas”, y, aunque no explicitó su propia respuesta, en el auditorio se entendió, mayoritariamente, que, desde luego que no.
El conferenciante, que se reconoció favorable a que se descarbonice el sistema energético, lamentó que ninguno de los partidos precisara sus estrategias para conseguirlo, obviando, con ello, que “el recurso a la energía nuclear es inevitable”. Una estrategia inteligente debería afrontar el desarrollo de la energía nuclear que va a experimentar el planeta: Rusia e India tienen tecnología de bastante nivel; China, capacidad de desarrollo. Pero, además, Estados Unidos “jamás dejará que la tecnología de vanguardia del Torio la señale otro país”, por lo que recuperará y mantendrá la posición predominante de la IV generación de centrales nucleares.
España debiera avanzar en su programa energético confluyendo con la política europea, que no queda señalada por posiciones puntuales. Alemania no va a perder el conocimiento que posee de la energía nuclear y que le está proporcionando sustanciales beneficios en la exportación y un ámbito de control. (1). La energía nuclear seguirá siendo una tecnología propia de la UE, que no puede perderse. Y si se considera como ejemplar la decisión de Dinamarca de prohibir la energía nuclear, debería tenerse presente que parte de la energía que consume Copenhague, proviene de las centrales nucleares de Suecia, con instalaciones nucleares a menos de 20 km de la poblada capital danesa.
Respecto a la pretensión de clausurar el ATC (acróstico por Almacén Temporal Centralizado) lo calificó el catedrático sevillano de “brindis al sol”. Si hubiera estado vinculado a la propuesta simultánea de “reducir a vidrio todos los residuos de alta radioactividad” -indicó, de manera coloquial, puntualizándola después-, es decir, reprocesar todo el combustible nuclear en Francia” y recoger aquí el de BT, quizá pudiera admitirse la coherencia de la propuesta, cuyo coste económico sería, desde luego, muy alto (2); pero pretender asociar “nuclear, no” con descarbonización es un error mayúsculo; significa, justamente, apoyar lo contrario de la actuación imprescindible en este momento: equivale a defender: “petróleo, gas y carbón, sí”.
(continuará)
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(1) Esto no lo expresó así Lozano, pero lo interpreto con mis propias palabras.
(2) Como referencia de costes, Lozano indicó que si bien se objeta que la central de Oikiluoko (Finlandia), que no estará en funcionamiento hasta 2018, habrá costado más del doble de los 3.000 mil. de euros presupuestados (hace más de diez años), es mucho menos de lo que en un solo año (2013) las energías alternativas recibieron en España. Según información que he consultado en internet, el coste de la central se aproxima a los 9.000 Mill. de euros, y es cierto que las energías verdes fueron apoyadas en nuestro país con más de 50.000 Mill de euros entre 2005-2013, y que las subvenciones de este último año alcanzaron los 13.000 Mill. €.