Como he comentado en otras entradas de este blog, llevo algún tiempo (¡años!) estudiando chino. No me atrevo a realizar traducciones complejas (ni mucho menos), pero quiero incorporar aquí la traducción de las últimas estrofas de un poema muy bello, escrito por Li Yu, el último emperador de la dinastía Tang del Sur. Escribió este poema cuando estaba cautivo y desterrado, poco antes de morir, hace más de mil años.
Según me dicen, todos los niños chinos se lo saben de memoria. Yo, que soy un anciano español, también me lo he aprendido. (Para curiosos: las estrofas que me he permitido traducir libremente empiezan así: wú yán dú shäng Xilóu…)
En silencio y solo,
subo a la fortaleza de lo desconocido,
mientras la luna me parece una guadaña
y la montaña más alta, un profundo lugar
que me separa de mi otoño feliz.
Corto sin romper,
ordeno mientras todo se enreda;
me despido de lo que amo con melancolía
y siento algo especial:
un sabor amargo en el corazón.
La foto con la que acompaño estos hermosos versos, traducidos para hacerlos míos, corresponde al momento para mí (y para todos los asistentes) en el que Enol, hijo y nieto de unos entrañables amigos, leía uno de mis Sonetos desde el Hospital. Fue en Gijón, hace ya tres años.
Precioso poema, Angel. Mil años no son nada y siempre sera importante cortar sin romper y ordenar lo que se enreda y despedirse con melancolía cuando un tiempo se acaba, y en soledad ir hacia lo desconocido aunque se sienta inseguridad , amargura y angustia.