La continuidad del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, en el poder ejecutivo, le exige, según su propia valoración y la de sus asesores, indultar a los delincuentes políticos catalanes que vulneraron la Ley y la Constitución en 2017, proclamando unilateral e ilegalmente, la República en aquella sufrida región, luego de celebrar el resultado de un referéndum sin garantías y realizado sin cauce legal.
Para dar un alcance global a la decisión de excarcelar a los políticos catalanes presos, se utiliza el argumento de que contribuirá a recuperar la paz social, la concordia y la reconciliación. Idea falsaria, pues los insurrectos no manifestaron arrepentimiento, no se recatan en repetir que volverán a declarar la independencia de la secuestrada Cataluña y, en el colmo de la desfachatez y enervante desparpajo, presentan el indulto como la demostración de que España no es un estado de derecho y que sus tesis han triunfado en Europa.
No se acabarán, pues, con el indulto los males recientes de este país en camino hacia la descomposición acelerada de sus valores. Abre nuevos caminos hacia el descrédito global de España y de sus instituciones y confirma la vía peligrosa de que se puede delinquir si se cuenta con el apoyo del Gobierno, al margen de la Ley y los Tribunales.
Así vamos, como en un juego de la Oca, de mal en peor. Podemos ser arrasados en nuestra dignidad de pretendida potencia europea por el gañán marroquí, comparados con Turquía, ridiculizados por Letonia, aparecer como apoyo de la dictadura populista de Venezuela o caer en el ridículo vergonzoso de inventar una entrevista fake con el presidente norteamericano.
La coalición de Gobierno que sostiene a Sánchez, combinando partidos minoritarios catalanistas y facciones republicanas e independentistas, como Pantagruel, nunca se dará por satisfecha. Ese monstruo fagotizador de la tranquilidad y el orden, quiere devorar el prestigio y valor aglutinante de la Monarquía, -forma constitucional de la Jefatura del Estado-, destruir la unidad de España con mentiras, enfrentar regiones ahogando a unas para beneficiar el capitalismo insolidario y los intereses mezquinos, vilipendiando la necesaria existencia de una oposición que sea alternativa de Gobierno, negándole con falacias, su fuerza, viabilidad y empuje.
No está España en su mejor momento y los culpables de su deterioro están dentro. Le falta aprecio internacional, con una política exterior que solo se puede calificar de nefasta, herida gravemente la economía por una errática gestión de la pandemia, con el sistema educativo bajo mínimos y la seguridad social a punto de la quiebra técnica.
Ya no se apela a la unidad nacional, porque hemos retrotraído la expresión de opiniones políticas a momentos que parecían olvidados, del franquismo y del tardofranquismo, apoyando oficialmente la opinión monocorde o alimentando el silencio plácido de los corderos. Entonces, en los setenta del pasado siglo, no existían disidentes, porque los que manifestaban ideas contrarias al pensamiento dominante, regido desde el poder, eran inmediatamente señalados y marginados, cuando no perseguidos o denunciados.
Ahora vuelve a aparecer la falsa uniformidad en los pareceres, la homogeneidad en las opiniones. Solo se da proyección a los aplausos de los fieles. Si se es crítico con el gobierno de Sánchez y sus palmeros (una de las peores coaliciones de incompetentes de la democracia), se es inmediatamente señalado por el foro aplaudidor como mal informado, tendencioso o errado.
El duro revés a la independencia de la Justicia -que realizó una actuación impecable por su Tribunal Supremo, ahora revisada y contradicha a conveniencia del Gobierno-, los empellones a la estabilidad del Estado -se utiliza al Rey como elemento del teatrillo del pim pam pum-, y el desmembramiento consciente de la unidad nacional, permiten afirmar que, si algunos van a ser injustamente indultados, millones de españoles estamos siendo, sin explicación ni fundamento, insultados.
Como asturiano de origen y madrileño de adopción, como español de educación y valores, me siento ultrajado en mis principios, traicionado por la actuación de un Gobierno que protege a delincuentes, marginado e insultado, por razón de mi lealtad a la Patria, fiel a lo que juré y en lo que creo. Como profesional, como jurista, como hombre de bien, como patriota, veo con dolor que se quiere destruir, con trampas y desfachatez, lo constó construir entre todos: una democracia modélica, el respeto a la separación de poderes, el impulso creativo que contaba con la colaboración activa de todos los españoles.
Catalanes independentistas, no sois gentes de mi agrado. No seré tan mal educado como vosotros, que exhibís insultos contra los que no piensan igual, pero quiero que sepáis que os considero traidores. No por vuestras ideas, sino por vuestras actuaciones contra la unidad de España, vuestro egoísmo insolidario, vuestra cerrazón para entender la Historia y apreciar lo que nos hace fuertes: la unión. En vuestra obsesión por libraros del falso yugo que nos hace grandes, os hacéis y nos hacéis más débiles frente al futuro.
Ángel, no se puede resumir mejor, gracias por compartirlo.
Es muy triste esta situación
Un abrazo
Me parece francamente bueno lo que dices. No quiero pensar hacia donde vamos.
Un fuerte abrazo y mucho Ánimo.