Georgina Higueras, periodista, ha escrito una novela sobre China ofreciendo al lector una visión personal, intensa, de dos momentos de la historia reciente de ese macro-país. Lo hace utilizando y, en mi opinión, muy bien, el recurso literario de hacer que la protagonista vuelva a China después de varios años, tratando de reencontrarse con una amiga de la que perdió la pista desde la época en que estudió allí.
Georgina no renuncia a su formación periodista para poner en pie su relato. “En busca de mi hermana china” (Edit. La esfera de los Libros, S.L., 2018). En realidad, el argumento literario se resume con precisas pinceladas en la propia carátula del libro: A finales de los setenta, muerto ya Mao, Beatriz, una española estudiante de postgrado en Historia, obtiene una beca para estudiar en Beida (la Universidad de Pekín) y se hace amiga de Zhou Xin, estudiante de arqueología. Treinta años después, sin haber tenido contacto entre ambas, con una vida compleja tras de sí, Beatriz vuelve a China para reencontrarse con Xin.
Pero la novela es un repaso muy interesante, contado desde el conocimiento, desde dentro -y con una visión crítica y culta del país- de los acontecimientos históricos y la cultura, desde la perspectiva de los convencionalismos, los oportunismos personales y las posiciones ideológicas cambiantes.
La narración está separada en breves capítulos, con títulos que parecerían el encabezado de artículos periodísticos. La formación/deformación de la licenciada en ciencias de contar cosas, se advierte también en la manera en que se detalla la conversación con algunos de los personajes de la novela, que parecen responder a un cuestionario. Todo ello, lejos de hacer perder agilidad al relato, lo introduce en una zona de gran atractivo: conocer detalles de la vida y de la política chinas, contada por hombres y mujeres a los que es imposible no conceder una existencia real.
No se lo que tiene de autobiográfico la novela de Georgina. Seguramente, en lo que corresponde a la visión del país, del ambiente universitario de la ciudad de Pekín, e encanto de los descubrimientos arqueológicos de Xi´an, y, muy en particular, al perfil detallado de algunos personajes, bastante.
Cuando alguien lee la novela de un amigo -y Georgina lo es, y cuenta con mi aprecio profesional como uno de los mejores periodistas de este país- puede correr el riesgo de tratar de identificar pasajes y momentos con la vida real del autor/autora. Esa tentación no tiene interés para mí. La novela me pareció sugerente, espléndida en su concepción de contar lo que alguien sabe de un país aún misterioso, al margen de los eruditos (y falsarios en gran medida) libros de economía o historia académicos.
Le encontré un aliciente más, que me recordó -en una asimilación de ideas sorprendente, incluso para mí- “La naranja mecánica”, de Kubrick, en la que los malvados protagonistas incorporan palabras y expresiones rusas cuando hablan entre sí. Los principales personajes de Georgina son gente buena, de ética irreprochable, de un bilingüismo contagioso. He anotado, por curiosidad, las palabras y expresiones chinas -traducidas al español- que se vierten en la novela. Más de doscientas. Constituye, en este sentido, también un acicate para iniciarse en este complejo e imprescindible idioma del presente y, claro, del futuro.
Un libro, en fin, entretenido y, al mismo tiempo, ilustrativo.
La portada del Libro del que hago corta recensión en este Comentario es magnífica (tomada, por lo que creo deducir de AGE Fotostock, y con derechos de autor). Me permito, por tanto, ilustrarlo con una de las más hermosas fotografías que he tomado recientemente, en homenaje a Georgina y a nuestra amistad.
Se trata de una pareja de camachuelos (Pyrrhula pyrrhula), fringílidos de aspecto inconfundible, discretos en su comportamiento (aunque no se puede decir que sean tímidos), que se pueden encontrar con alguna frecuencia en las zonas de sotobosque y hayedos del norte. Esta pareja nidificante, en concreto, posó para mí en la frontera de un bosque de castaños bastante abandonado y una pomarada cercana al río Narcea.
Deja una respuesta