Según datos del Ministerio de Defensa (Secretaría General Técnica) de 2019, las ventas del subsector aeronáutico supusieron un 70% del total de la facturación de la industria de defensa nacional, empleando 10.266 personas (un 45%) de la dotación global del mismo.
Dada la importancia relativa del subsector, y su dependencia grado de participación de España en los programas internacionales, de los que el EUROMALE y el NGWS (Combate Aérea de Nueva Generación) son los más relevantes, he creído interesante detenerme en la información pública disponible sobre la tecnología aeronáutica en nuestro país.
La Asociación TEDAE (Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio) en su Memoria de Actividades de 2017 (lamento no haber encontrado datos para 2018), por boca de su Presidente, Jaime de Rábago, echaba de menos la ausencia de un Plan Estratégico, que permitiera a las empresas del sector prepararse para los retos ya detectados en la digitalización y la llamada industria 4.0, encajando la actividad en los Programas Marco de Investigación europeos, el nuevo ciclo inversor en Defensa y el Plan estatal de Investigación Científica.
Como no me dedico a escribir estos comentarios para repetir sin análisis lo que otros dicen, aunque sean personas de tan relevante cualificación, sino que pretendo favorecer el análisis de coyuntura, creo que los temas que de Rábago presenta reflejan que, a pesar de los diez años vida de la asociación, subsisten problemas sustanciales para lograr la máxima efectividad del modelo.
Las empresas que conforman TEDAE facturaron -en 2017- 11.180 millones de euros y dieron empleo a 56.000 personas (aprox.) directos, con un 38% de su facturación dedicada a la aeronáutica militar, con una tasa de exportación -para ambos sectores, civil y militar- del 83%.
La cifra de facturación por empleado (no el valor añadido bruto por empleo, para el que había que restarle el salario medio, ni tampoco el beneficio por empleado, al que me referiré más adelante), es de 210.000 euros que, dado el porcentaje de personal de cualificación universitaria (43%), aunque resulta alto en comparación con otros sectores productivos españoles, no me parece impresionante, ya que hay que suponer que los salarios serán comparativamente altos y que se trata de fabricar equipos con alta tecnología, lo que, en suma, aprieta los márgenes de rentabilidad. Si se compara con la media de facturación por empleado en España, de apenas 36.000 euros/empleo, que está lastrada por la alta intensidad de la mano de obra en el sector servicios (hostelería en especial), obtenemos una referencia del valor, próximo al del sector de telecomunicaciones, con unos 230.000 euros facturados por empleado.
Los objetivos empresariales de la TEDAE están íntimamente ligados con el desarrollo del sector aéreo de la Defensa. La defensa aérea, como todo el conjunto de al coordinación militar, depende, en última instancia del JEMAD (Jefe del Estado Mayor de la Defensa), cuyo mando ejecutor es el comandante del Mando de Operaciones (MMOPS), responsable del Mando de Defensa y Operaciones Aéreas (MDOA), que se ocupa, en realidad, del Mando de Combate del Ejército del Aire (MACOM). Una sopa de siglas, muy del gusto de lo militar, que habrá que imaginar esconde en la realidad una combinación de efectivos humanos y equipamiento perfectamente engrasados y formados para uso inmediato si hay que atender a una incidencia de la defensa aérea.
No es objetivo de mi análisis -ni mucho menos- enjuiciar la disponibilidad táctica y estratégica de nuestro Ejército, sino tratar de comentar, con los datos disponibles, el desarrollo tecnológico de nuestra industria militar y su encaje con los sectores civiles, en la convicción de que la separación entre ambas es imposible para un Estado intermedio como España, aunque, sin embargo, la seguridad y la defensa obligan a mantener un cierto grado de confidencialidad y secretismo en los desarrollos. No solo éso: me parece que, dado lo sofisticado de los equipos que entran en juego y su complicado manejo, el elemento sustancial que garantiza el complimiento del objetivo de defensa es, además, de la puesta constante al día y su correcto mantenimiento de las máquinas e instrumentación, conseguir la máxima cualificación del personal, a todos los niveles, con horas de vuelo, formación y preparación para su uso eficaz y, en último término, para el combate.
El efecto del Fondo Europeo de Defensa (EDF) para apoyar el Plan Europeo de Defensa (EDAP) con una primera convocatoria de lo que se dió en llamar Acción Preparatoria sobre Investigación en Defensa (PADR), dentro del marco más amplio de la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) ha sido positivo para la Asociación, necesitadas sus empresas, no ya de facturación, sino de nuevas referencias tecnológicas que les permitan convencer a los clientes internacionales de su alta capacitación.
Los objetivos de facturación del sector industrial aeronáutico en defensa, aunque orientados hacia la exportación, tienen su apoyo estratégico y comercial en el Ejército del Aire. La principal misión de esta fuerza militar es la vigilancia y control del espacio aéreo español. No porque lo diga yo, sino porque está definido como objetivo sustancial de esta sección de nuestras Fuerzas Armadas. El sistema de Defensa Aéreo está integrado por una red de centros de mando y control, radares de vigilancia y la dotación aérea de advertencia ante cualquier intromisión en el espacio propio, lista para despegar e intervenir desde cualquiera de las bases nacionales. Desde 2017 la Estrategia de Seguridad Nacional incluye la seguridad del espacio exterior, siendo el Ejército del Aire quien lidera esta misión, por razones que cabría calificar de obvias.
Junto a esta actividad, el Ejército del Aire también asume labores de Búsqueda y Rescate (SAR), transporte de autoridades (SAR), lucha contra el fuego (dependiendo de la Unidad Militar de Emergencias), vigilancia marítima, transporte de personal en caso de catástrofes, evacuaciones médicas por vía aérea, etc.
Todas estas funciones, desde el punto de vista tecnológico, se focalizan sobre la necesidad de dotar a los equipos humanos de herramientas al más alto nivel -pues el potencial enemigo, ya se ve, se está dotando de ellas- y, para conservar o alcanzar la suficiente autonomía, desarrollar e impulsar los centros de investigación aplicada que, dada la condición de escasez de recursos propios y el alto nivel de sofisticación necesario, han de ser básicamente duales (esto es, de doble aplicación civil y militar).
Que las cuestiones relativas a la Defensa, por falta de la adecuada cultura militar de la población civil y una ignorancia consentida respecto a los riesgos reales, se encuentren con reticencias públicas en cuestiones tan sustanciales como la renovación de equipos o la declaración de zonas de interés militar, exige una revisión urgente. La renovación de los bombardeos F/A 18, por ejemplo, la modernización de los Escuadrones de Vigilancia Aérea o la incorporación de otros nuevos, choca, en ocasiones sonoras, con razones ecologistas o humanistas que merecerían un contraste y análisis sereno, para que la población asumiera como elemento de su propia identidad, las Fuerzas Armadas y lo que representan, en un mundo en que se debe ser pacífico sin olvidar estar preparado para responder a las eventuales agresiones.
(continuará)
Las alondras y cojugadas, aunque relativamente comunes, no resultan sencillas de identificar. La fotografía representa a una alondra común (alauda arvensis), ave algo mayor que un gorrión, cuya característica clave para identificación entre las de su grupo similar, es el borde blanco de las alas y las plumas blancas externas de la cola.
Este macho, en plena exaltación cantora, proclama el orgullo de su procreación, sobre un copete de enea. Su canto es extenso y melodioso y, más comúnmente, lo despliega en vuelo.
En cuanto al copete, corto y redondeado, puede elevarlo algo, aunque no tanto como las cojugadas y, además, en general, lo mantiene replegado.
Deja una respuesta