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El sector Defensa como vía eficiente para crear actividad y empleo (5)

8 julio, 2019 By amarias Dejar un comentario

Como ya he recogido con anteriores, la Base Industrial y Tecnológica de Defensa (BITD) que recoge el Catálogo de la Industria de Defensa 2019-2020, publicado por el Ministerio del ramo, enumera 528 empresas de las que 373 han facturado algún producto o servicio en 2017, llegando en conjunto a la cifra de negocio de 6188 Mill. €.

Para ser “clave para la seguridad y soberanía nacional” como se explicita en la Presentación de ese Catálogo, la cifra aparece como extremadamente pobre. Con una plantilla de 295.000 empleados en actividades vinculadas a la defensa (2017), contabilizando incluso los empleos indirectos, la situación no hace sino reproducir, a nivel sectorial, el problema intrínseco de nuestra industria: su insuficiente dimensión en comparación con los países a la cabeza tecnológica y su atomización, ya que el 83% de las empresas son pymes, con menos de 25o personas en plantilla.

Si se bucea en la información disponible acerca de las capacidades de las empresas del listado, se pueden extraer las siguientes conclusiones:

  1. Entre las empresas del sector terrestre, como fabricantes de vehículos, se citan Aucar Tráiler SL, GDELS Santa Bárbara Sistemas SA, Iveco España SL, Proytecsa Security SL, URO Vehículos especiales SA, VT Proyectos SL, Iturro SA, destacando  General Dynamics European Land Systems Santa Bárbara Sistemas S.A., con más de 700 empleos y su participación en los programas VCR8x8 Piraña 5 (Vehículos e combate sobre ruedas), y el ASVOD (vehículo blindado de cadenas cuya versión española es el Pizarro).
  2. En el sector naval, como fabricantes de buques militares se encuentra a Abance Ingeniería y Servicios SL, Astilleros Gondán SA, Construcciones Navales Freire SA, Navantia SA, Rodman Polyships S.A.U. y Seaplace SL, siendo Navantia, empresa filial de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), la que posee, de largo, la mayor capacidad y experiencia en la fabricación de buques de combate.
  3. En el sector aeroespacial, la única referencia como fabricante de aviones es la de Airbus (Airbus Defense and Space S.A.U.-ADS- y Airbus Helicopters España S.A.U.). ADS es una de las diez mayores compañías mundiales de defensa, y líder en Europa en aviones militares de ala fija  y aviones de combate. Entre sus desarrollos está el A400M (avión de transporte militar), el A330 MRTT (para reabastecimiento en vuelo) el Eurofighter Typhoon (EF2000) (el mayor programa militar de adquisiciones de Europa) y los C-295 y CN-235 (para misiones militares y civiles). Por su parte, Airbus Helicopters ofrece los NH90 (para transporte táctico) y el Helicóptero TIGRE (de ataque y escolta).(continuará)
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    El verderón común (chloris chloris) pertenece al grupo, teóricamente bien conocido por todos, de las “aves del jardín familiar”. Es un fringílido del tamaño de un gorrión, con determinantes pico y patas de color rosado. E verano, el macho es, -por supuesto- verde, siendo la hembra más apagada , y sin las bridas negras del macho.
    Los fringílidos verdes son especies confundidas por los observadores principiantes. El juvenil de verderón común es de color más pardo que el adulto -más cercano en aspecto, a la hembra-, con el pecho tenuemente estriado.
    También tiene el pecho estriado el jilguero lúgano (carduelis spinus) , cuyo macho tiene el píleo con plumas negras, a modo de casquete que se prolonga en frente y bridas. El macho de serín verdecillo (serinus serinus) tiene amarillo anaranjados la cabeza y el pecho, y presenta un pico más pequeño, cómico. La hembra, más apagada, mantiene el dibujo facial de la especie, con mejillas más pálidas que el rostro, lo que le da un aspecto “austero”.
    El macho de verderón común de mi fotografía lleva en el pico una extraña madeja de hilos muy finos de plástico- con las que tapizará el nido, generalmente situado en un árbol bajo, y en el que la hembra depositará ente 4 y 6 huevos de color azulado pálido. Por la luz de la instantánea, no se distingue el color oscuro de la cola, cuyas puntas son bifurcadas: sí, en cambio, se percibe el color amarillo distintivo de las coberteras y la zona cloacal.

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El sector Defensa como vía eficiente para crear actividad y empleo (4)

23 junio, 2019 By amarias Dejar un comentario

Según la publicación Espacio 2017 (Anuario del sector espacial en España), en la TEDAE se integran 19 empresas con dedicación a ese concreto sector, con participación en los programas Galileo, Copernicus, Vigilancia del Espacio (SST) y Comunicaciones Gubernamentales por Satélite (Govsatcom), además del I+D Horizonte 2020.

En su conjunto, esas 19 empresas emplean 3.359 personas (datos de 2017), un 8,6 % del total europeo, capitaneado por Francia y Alemania, que cuadriplican y duplican, respectivamente, nuestra dotación de personal. Los datos incluyen el Reino Unido, con 3.722 personas.

El volumen de negocio de este subsector es aún muy pequeño: solo 851 millones de euros, y evidencia una alta facturación media por empleado (252.000 euros/persona) y una fuerte componente de investigación y desarrollo (12% en i+d+i)

En realidad, conforma un complejo modular que pretende ser integral y completo, con varios componentes: el modem Proteo, la antena satelital AirPatrol, la antena Janus, el nodo de comunicaciones seguras, como elementos más significativos.

El Anuario de la Industria Aeroespacial 2019, publicado a principios de junio de 2019, pone de manifiesto la importancia de los contratos emanados del Ministerio de Defensa en el desarrollo de las principales empresas del sector.

Indra obtuvo unos ingresos de 3104 millones de euros en 2018 y con sus 43.000 empleados es, de lejos, la mayor empresa del rubro aeroespacial. Cuando se analiza con algún detalle el Anuario, se pone de manifiesto que la mayoría de las empresas que figuran en su Directorio -magnífica referencia, con datos de contacto de las 230 empresas del sector, y, en algunos casos, información sobre facturación y empleo- están interrelacionadas en términos de contratista-subcontratado, y participan en unos pocos proyectos de relevancia.

El sector aeronáutico español, en su conjunto, como es conocido, es muy dependiente de Airbus. La directora del Anuario de la Industria Aeroespacial (Eva Cervera), recoge la opinión de Manuel Huertas, Presidente de Airbus Operations en España, que advierte  “nubarrones” sobre el idílico escenario en el que se ha movido la industria durante 2018 y se prevé mantenga en 2019, atribuidos al desplazamiento del centro de gravedad del tráfico aéreo hacia Asia y Oriente Medio.

El flujo del tráfico del tráfico aéreo es solo un factor más, de los que tiene carácter determinante, que refleja el aumento de iniciativas asiáticas, y el crecimiento de ese mercado en la doble dirección importadora-exportadora. El caso especial, por el momento, es el de China, que está realizando un esfuerzo colosal para constituirse en fabricante principal o prácticamente exclusivo para atender a sus necesidades, tanto en aviones civiles como militares y, complementariamente, también en el equipamiento aeroespacial para satélites, drones y cualesquiera otros artefactos y elementos vinculados al desplazamiento, observación, y a medios tanto de defensa como de ataque, que tengan como soporte el éter.

¿Qué correspondería hacer desde España? El reto para el sector español es inmenso y pasa, en mi opinión, por mantener un encaje proporcional en los proyectos europeos, que garantice el mantenimiento de los niveles de excelencia alcanzados, el desarrollo de una intensa actividad comercial exterior que permita conseguir cartera suficiente, con base en las referencias europeas y, no en último lugar, conseguir la integración de los centros de desarrollo regionales para evitar redundancias inútiles y competencias en el desarrollo de productos idénticos, que cabe calificar de despilfarro consentido.

La dispersión de objetivos y de las líneas de investigación y desarrollo, así como la duplicidad de las dotaciones para investigación, parece deducirse si se asume que España dispone, entre otros, del Parque Tecnológico Aeroespacial de Andalucía, -que se jacta de ser el único parque científico y tecnológico europeo dedicado en exclusiva a esa industria-, el Cluster aeronáutica de Castilla-La Mancha, el Clúster Aeroespacial de la Comunidad de Madrid, el Clúster Aeronáutico.Aeroespacial y defensa de la Comunidad Valenciana. la Asociación Clúster de Aeronáutica y Espacio del País Vasco, la Fundación CTA de Alava, el Clúster Aeroespacial de Aragón, entre otras iniciativas y públicas y privadas.

(continuará)


Una bella pareja de ánades friso (anas strepera) reposa sobre una estructura en la laguna de Pitillas (Navarra). Se trata de anátidas de porte elegante, aunque no muy vistosos. El macho (en este caso, también la hembra, a la derecha de la foto) muestran la mancha blanca en el espejuelo que es distintiva de la especie, junto con el extremo posterior negro.

El macho es parecido, aunque más pequeño, al ánade azulón, del que se diferencia claramente por el vientre blanco, bien definido. Más difícil es la identificación de la hembra si no se encuentra, como en este caso, con su pareja. El macho está entrando en época de eclipse, que comienza en mayo (la época en que tomé la foto) y se prolonga hasta septiembre, en que termina la muda.

 

 

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El sector Defensa como vía eficiente para crear actividad y empleo (3)

12 junio, 2019 By amarias Dejar un comentario

Según datos del Ministerio de Defensa (Secretaría General Técnica) de 2019, las ventas del subsector aeronáutico supusieron un 70% del total de la facturación de la industria de defensa nacional, empleando 10.266 personas (un 45%) de la dotación global del mismo.

Dada la importancia relativa del subsector, y su dependencia grado de participación de España en los programas internacionales, de los que el EUROMALE y el NGWS (Combate Aérea de Nueva Generación) son los más relevantes, he creído interesante detenerme en la información pública disponible sobre la tecnología aeronáutica en nuestro país.

La Asociación TEDAE (Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio) en su Memoria de Actividades de 2017 (lamento no haber encontrado datos para 2018), por boca de su Presidente, Jaime de Rábago, echaba de menos la ausencia de un Plan Estratégico, que permitiera a las empresas del sector prepararse para los retos ya detectados en la digitalización y la llamada industria 4.0, encajando la actividad en los Programas Marco de Investigación europeos, el nuevo ciclo inversor en Defensa  y el Plan estatal de Investigación Científica.

Como no me dedico a escribir estos comentarios para repetir sin análisis lo que otros dicen, aunque sean personas de tan relevante cualificación, sino que pretendo favorecer el análisis de coyuntura, creo que los temas que de Rábago presenta reflejan que, a pesar de los diez años vida de la asociación, subsisten problemas sustanciales para lograr la máxima efectividad del modelo.

Las empresas que conforman TEDAE facturaron -en 2017- 11.180 millones de euros y dieron empleo a 56.000 personas (aprox.) directos, con un 38% de su facturación dedicada a la aeronáutica militar, con una tasa de exportación -para ambos sectores, civil y militar- del 83%.

La cifra de facturación por empleado (no el valor añadido bruto por empleo, para el que había que restarle el salario medio, ni tampoco el beneficio por empleado, al que me referiré más adelante), es de 210.000 euros que, dado el porcentaje de personal de cualificación universitaria (43%), aunque resulta alto en comparación con otros sectores productivos españoles, no me parece impresionante, ya que hay que suponer que los salarios serán comparativamente altos y que se trata de fabricar equipos con alta tecnología, lo que, en suma, aprieta los márgenes de rentabilidad. Si se compara con la media de facturación por empleado en España, de apenas 36.000 euros/empleo, que está lastrada por la alta intensidad de la mano de obra en el sector servicios (hostelería en especial), obtenemos una referencia del valor, próximo al del sector de telecomunicaciones, con unos 230.000 euros facturados por empleado.

Los objetivos empresariales de la TEDAE están íntimamente ligados con el desarrollo del sector aéreo de la Defensa. La defensa aérea, como todo el conjunto de al coordinación militar, depende, en última instancia del JEMAD (Jefe del Estado Mayor de la Defensa), cuyo mando ejecutor es el comandante del Mando de Operaciones (MMOPS), responsable del Mando de Defensa y Operaciones Aéreas (MDOA), que se ocupa, en realidad, del Mando de Combate del Ejército del Aire (MACOM). Una sopa de siglas, muy del gusto de lo militar, que habrá que imaginar esconde en la realidad una combinación de efectivos humanos y equipamiento perfectamente engrasados y formados para uso inmediato si hay que atender a una incidencia de la defensa aérea.

No es objetivo de mi análisis -ni mucho menos- enjuiciar la disponibilidad táctica y estratégica de nuestro Ejército, sino tratar de comentar, con los datos disponibles, el desarrollo tecnológico de nuestra industria militar y su encaje con los sectores civiles, en la convicción de que la separación entre ambas es imposible para un Estado intermedio como España, aunque, sin embargo, la seguridad y la defensa obligan a mantener un cierto grado de confidencialidad y secretismo en los desarrollos. No solo éso: me parece que, dado lo sofisticado de los equipos que entran en juego y su complicado manejo, el elemento sustancial que garantiza el complimiento del objetivo de defensa es, además, de la puesta constante al día y su correcto mantenimiento de las máquinas e instrumentación, conseguir la máxima cualificación del personal, a todos los niveles, con horas de vuelo, formación y preparación para su uso eficaz y, en último término, para el combate.

El efecto del Fondo Europeo de Defensa (EDF) para apoyar el Plan Europeo de Defensa (EDAP) con una primera convocatoria de lo que se dió en llamar Acción Preparatoria sobre Investigación en Defensa (PADR), dentro del marco más amplio de la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) ha sido positivo para la Asociación, necesitadas sus empresas, no ya de facturación, sino de nuevas referencias tecnológicas que les permitan convencer a los clientes internacionales de su alta capacitación.

Los objetivos de facturación del sector industrial aeronáutico en defensa, aunque orientados hacia la exportación, tienen su apoyo estratégico y comercial en el Ejército del Aire. La principal misión de esta fuerza militar es la vigilancia y control del espacio aéreo español. No porque lo diga yo, sino porque está definido como objetivo sustancial de esta sección de nuestras Fuerzas Armadas. El sistema de Defensa Aéreo está integrado por una red de centros de mando y control, radares de vigilancia y la dotación aérea de advertencia ante cualquier intromisión en el espacio propio, lista para despegar e intervenir desde cualquiera de las bases nacionales. Desde 2017 la Estrategia de Seguridad Nacional incluye la seguridad del espacio exterior, siendo el Ejército del Aire quien lidera esta misión, por razones que cabría calificar de obvias.

Junto a esta actividad, el Ejército del Aire también asume labores de Búsqueda y Rescate (SAR), transporte de autoridades (SAR), lucha contra el fuego (dependiendo de la Unidad Militar de Emergencias), vigilancia marítima, transporte de personal en caso de catástrofes, evacuaciones médicas por vía aérea, etc.

Todas estas funciones, desde el punto de vista tecnológico, se focalizan sobre la necesidad de dotar a los equipos humanos de herramientas al más alto nivel -pues el potencial enemigo, ya se ve, se está dotando de ellas- y, para conservar o alcanzar la suficiente autonomía, desarrollar e impulsar los centros de investigación aplicada que, dada la condición de escasez de recursos propios y el alto nivel de sofisticación necesario, han de ser básicamente duales (esto es, de doble aplicación civil y militar).

Que las cuestiones relativas a la Defensa, por falta de la adecuada cultura militar de la población civil y una ignorancia consentida respecto a los riesgos reales, se encuentren con reticencias públicas en cuestiones tan sustanciales como la renovación de equipos o la declaración de zonas de interés militar, exige una revisión urgente. La renovación de los bombardeos F/A 18, por ejemplo, la modernización de los Escuadrones de Vigilancia Aérea o la incorporación de otros nuevos, choca, en ocasiones sonoras, con razones ecologistas o humanistas que merecerían un contraste y análisis sereno, para que la población asumiera como elemento de su propia identidad, las Fuerzas Armadas y lo que representan, en un mundo en que se debe ser pacífico sin olvidar estar preparado para responder a las eventuales agresiones.

(continuará)


Las alondras y cojugadas, aunque relativamente comunes, no resultan sencillas de identificar. La fotografía representa a una alondra común (alauda arvensis), ave algo mayor que un gorrión, cuya característica clave para identificación entre las de su grupo similar, es el borde blanco de las alas y las plumas blancas externas de la cola.

Este macho, en plena exaltación cantora, proclama el orgullo de su procreación, sobre un copete de enea. Su canto es extenso y melodioso y, más comúnmente, lo despliega en vuelo.

En cuanto al copete, corto y redondeado, puede elevarlo algo, aunque no tanto como las cojugadas y, además, en general, lo mantiene replegado.

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El sector Defensa como vía eficiente para crear actividad y empleo (1)

5 junio, 2019 By amarias Dejar un comentario

 

Mientras oigo los tambores y timbales que, ora preludian nuevas elecciones generales, ora anuncian la inmediata investidura del atleta Sánchez, me pregunto si nuestros representantes políticos, además de esforzarse por tomar posiciones que les garanticen un salario apetitoso en los próximos cuatro años, van teniendo más clara la manera de poner letra y música al objetivo de crear actividad y empleo para todos los demás, que debería estar en la parte más alta de las tareas que tendrían que asumir las Cámaras.

La tarea es compleja y no puede dejarse a la improvisación, ni a la coyuntura internacional ni, mucho menos, al azar. Porque aunque parezcan existir fuerzas misteriosas que sostienen la economía, los devotos de la disciplina sabemos, aunque no siempre se nos quiera escuchar, que esto no es así: el futuro se trabaja con tiempo, y confiar en que los demás nos ayuden a sacar nuestras castañas del fuego (si no es para darse un atracón con ellas) es un ejercicio de ilusos, máxime en este momento de la coyuntura en el que los Estados de mayor tamaño están ocupando sin remilgo alguno las mejores posiciones frente a la perola del concierto económico mundial.

Me quiero salir de los tópicos, en lo posible. Doy por supuesto que necesitamos una reforma educativa, elevar el nivel medio de la enseñanza media y, sobre todo, de la universitaria, y resolver de una vez por todas la cuestión de la formación dual, convenciendo de paso al personal joven de que hay empleo y satisfacción en muchas profesiones que no exigen pasar por la Universidad, que, por si no lo saben, no garantiza ni el primero ni la segunda.

Doy por supuesto que necesitamos la activación de los centros de investigación, analizar su coordinación, proponer vías efectivas de colaboración público-privada y dotar de becas y buenos salarios para que no se nos vaya la excelencia por la puerta de la emigración despechada.

Y, en fin, antes de entrar en la harina que promete el título de este comentario, advierto a quien quiera escuchar, que el sostenimiento y, en su caso, la mejora del estado de alto bienestar en el que nos encontramos, obliga a serios planteamientos de impulso empresarial. Porque con subvenciones no sostendremos el edificio: hay que crear actividad empresarial de éxito, apoyar a las iniciativas privadas en sectores clave y, desde luego, activar la inversión en infraestructuras y mejora o reforma de las existentes. Todo ello con señales claras al inversor (presente y futuro) de que su esfuerzo es valorado social y políticamente.

El conocimiento preciso de los recursos y posibilidades del país, en cada uno de los sectores -fortalezas y debilidades- es elemento sustancial para perfilar con garantías las líneas de futuro. No podemos ignorar, desde luego, que España forma parte de una estructura superior, la Unión Europea, con la que le unen lazos importantes y,, seguramente, duraderos. Pero no podemos lanzarnos sin ninguna reserva en brazos que califiquemos como amigos, pues los intereses particulares prevalecerán siempre que entren en conflicto con los generales.

La Industria de Defensa ha celebrado en Madrid, entre los días 29 y 31 de mayo de 2019, la FEINDEF, presentada como International Defence and Security Exhibition. Ha sido una oportunidad excelente para calibrar el nivel de nuestra industria de Defensa, sus perspectivas y conseguir algunos elementos de referencia para su comparación internacional.

La Base Industrial y Tecnológica de Defensa (BITD) española, según información que recogí en la Feria, representa una facturación ligeramente superior a los 6.000 Mill. de euros (aproximadamente, el 4,4% del PIB interior bruto de la industria manufacturera nacional (aquella industria que se ocupa de transformar materias primas -sector primario de la economía- en productos y bienes listos para la distribución o el consumo)

El dato en sí no es para tirar cohetes. El sector industrial español necesita un fortalecimiento. Con un 16% en 2018 la aportación al PIB nacional (que en 2018 se cifró en 1,2 billones de euros) no consigue acercarse a la recomendación del Consejo de la UE (el 20%) y cada vez está más lejos de la de Alemania (28% y 3,4 billones de euros de PIB nacional).

(seguirá)


Una hembra de gorrión alimenta a su cría, ya talludita y volantera, pero que permanece vinculada a la sobrealimentación que le proporcionan sus progenitores.

El final de primavera proporciona al observador ornitológica una gran variedad de escenas que no es posible encontrar en otras épocas del año. En primer lugar, porque la existencia del nido -en donde son incubados los huevos y luego alimentados los polluelos hasta que alcanzan suficiente autonomía para abandonarlo-, determina un lugar fijo al que acuden regularmente los progenitores y, con discreción, permite al curioso obtener una información sobre el comportamiento de padres e hijos, pautas de alimentación y, si posee una cámara adecuada, conseguir fotografías claras sobre la morfología de las aves adultas, tanto del macho como de la hembra (en el caso, que es habitual, en que ambos progenitores alimenten a la camada).

En segundo lugar, esta época del año es pródiga en actividad y es más frecuente encontrar aves que es imposible ver el resto del año, bien porque son migrantes que solo acuden a nuestro territorio para anidar, o porque la necesidad de alimentar más bocas les obliga a estar más cerca de las fuentes de alimentación y exponerse más.

 

 

 

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Carta abierta a la Ministra Margarita Robles

22 enero, 2019 By amarias Dejar un comentario

Querida Ministra de Defensa:

Te ruego, ante todo, disculpas por el tratamiento confianzudo. No nos conocemos más que “de vista”, pero prefiero no encabezar mi carta con el formulismo de “estimada”, pues, tratándose de alguien ahora dedicada a la política, no deseo ser interpretado (ni bien ni mal) por razón de un ambiguo adjetivo calificativo.

Más justificada está la proximidad gramatical entre colegas al ser yo también licenciado en Derecho, aún reconociendo que mi currículum no soportaría la comparación con el tuyo, plagado de reconocimientos y méritos.

Parece ser que, además de por tu excelente trayectoria profesional, entre las razones no curriculares que contaron para tu designación como Ministra de Defensa por el actual presidente español, Pedro Sánchez, se encontraba la de tu calidad de persona ajena al escalafón militar. Después de siete meses de ejercer la más alta posición sobre las delicadas cuestiones que afectan a las Fuerzas Armadas y a la Inteligencia, pocas cosas te serán ya ajenas, dada tu capacidad y perspicacia.

Permite, sin embargo, que desde los entresijos de la llamada sociedad civil, en la que los militares suelen situarnos a los que no tenemos ni tuvimos vinculación laboral, funcionarial ni política, con los Ejércitos, exponga mi posición respecto a algunas cuestiones que afectan a la organización de la Defensa española.

No pretendo ser original. Me guía el deseo de expresar las inquietudes y reflexiones propias de un ciudadano preocupado por las cuestiones que afectan al devenir de las guerras  y la defensa de la población y territorio en el que  desea mantenerse con libertad y sin sobresaltos, frente a los enemigos (reales, potenciales o imaginados) de ese orden. También me interesa expresar cómo entiendo que esos valores deberían ser apreciados por el ciudadano desarmado.

Creo que estamos todos de acuerdo en que la organización y gestión de las Fuerzas Armadas no puede ser enfocada desde una posición de partido político. La Política de Defensa ha de ser apolítica, consensuada por la mayoría ciudadana y, en la medida de lo posible, transparente.

En relación con ello, he escuchado muchas veces -seguro que tú, miles de ellas- que es importante que la ciudadanía tenga una “cultura de Defensa”. El término no es una entelequia, pero me parece que no existe  consenso en lo que significa la aplicación práctica de este concepto y, por ello, supongo que tampoco existe acuerdo sobre lo que implica definir los dos elementos que lo componen: “cultura” y “defensa”.

Si se refiere el término a la traslación a la ciudadanía, con trasparencia, de los asuntos que podrían afectar a la independencia del país, a su seguridad interna y externa, a los riesgos detectados o futuros para la paz, al número y dotación de los efectivos humanos y medios materiales para la defensa de la población y territorio ante los peligros que la puedan perturbar y, en fin, a la identificación de las tecnologías, procedencia de las mismas, y dotación para las inversiones que permitan abordarlos con solvencia, seguramente todos estaríamos de acuerdo en que hay que conservar alguna reserva.

Si se tiene consciencia de que el enemigo potencial existe y tiene los medios para eventualmente poner en riesgo la paz y la seguridad que queremos mantener, resulta obligado un cierto nivel de secretismo. No se deben enseñar las cartas propias a quien puede hacernos daño. El enemigo potencial debe saber que tenemos forma de defendernos a nivel igual o superior al de su capacidad para atacarnos.

La cultura de defensa habrá de referirse, pues, a propiciar aquellos elementos de simpatía y confianza hacia quienes se ocupan y ocuparán de defender ese orden. Y ello pasa por la creación y mantenimiento de un alto nivel de empatía con las fuerzas de seguridad del Estado, trasmitiendo la tranquilidad a la población de que nuestros representantes, políticos y funcionariales, saben cómo actuar ante los riesgos y amenazas.

Me gusta, como a ti, la teoría, pero mucho más aún me atrae la realización práctica de las ideas. Puedo imaginar unas Fuerzas Armadas ideales, a nivel de las mejores del mundo (aunque me faltaría conocimiento concreto de las tecnologías más avanzadas) y, por eso, soy consciente de que nos encontramos en la necesidad de definir nuestra posición, no como país intermedio, sino como un país pequeño, con menos de cincuenta millones de habitantes y cuyo atractivo estratégico para terceros es su ubicación en el extremo occidental de Europa y su cercanía al Africa magrebí.

Desde esa perspectiva, el riesgo de conflicto podría venir del vecino del que nos separa una corta distancia geográfica y una gran diferencia en PIB (Marruecos), país en el que tenemos dos enclaves geográficos históricos (Ceuta y Melilla, “ciudades autónomas”), y desde el que incluso la visión de las Islas Canarias podría aparecer como una ambición territorial apetitosa.

Si a alguien le parecen elucubraciones estas reflexiones, le recordaría las dificultades de la metrópoli para defender agresiones territoriales de las posesiones alejadas, ya fueran Cuba, Puerto Rico o Filipinas, o, en órdenes no solo militares, la desastrosa gestión de los intereses de la población local en el Sáhara occidental, el abandono apresurado de la “provincia de ultramar” -así la estudiábamos los ancianos de la tribu- que fue la región de Sidi Ifni, y, como ejemplo traído con alfileres, pero posiblemente significativo de la ignorancia de las distancias que separan la falsa creencia de la realidad factual, la chusca e inexplicable referencia al meridiano de Greenwich al que el ex ministro de Industria Soria hizo pasar por Canarias.

No dudará nadie que debemos disponer de unas Fuerzas Armadas suficientes para cumplir con el objetivo que se acuerde. ¿Cuál es ese? Me da la impresión de que en relación con este asunto se actúa desde la inercia o, peor aún, desde el inmovilismo. No se quiere reconocer, menospreciando que la situación mundial ha cambiado, que los riesgos para la paz no son los mismos que hace una década y, que los bloques económicos -que son los que, a la postre-, determinan los intereses y, en consecuencia, señalan la dirección para las amenazas, se están reorganizando.

Un país pequeño debe contar con alianzas estables y firmes con los poderosos. No tengo duda de que, por razones históricas, geográficas y económicas, la Unión Europea es esa referencia. Pero si falta la unión económica o está debilitándose la que había, la situación de vulnerabilidad aumenta y, desde ella, no puede construirse una Unión de Defensa. En el fortalecimiento de la unión económica ha de verse la base para una política de defensa común europea, en la que, por supuesto, debe haber una jefatura única, subordinada al poder político europeo, una distribución de responsabilidades y una total coordinación respecto a las inversiones, tipo de armamento, investigación tecnológica y efectivos humanos. También, coordinación absoluta en la diplomacia internacional.

Estamos lejos de ese desiderátum y, por lo tanto, somos colectivamente, vulnerables y, en lo que a España se refiere, particularmente frágiles. Nuestra fragilidad se incrementa desde la percepción de que es precisa una dotación importante en armamento y equipamiento relativamente avanzado, que no producimos, que no podemos pagar y, lo que es más grave, no tenemos dotación para mantener.

Te pediría, ministra, que exijas a quienes saben del tema, que te concreten, sin ambages, sin circunloquios, desde la total libertad pero con la máxima seriedad, qué tipo de equipamiento (humano, material, tecnológico), se necesita para responder ante aquellos riesgos concretos que los expertos en defensa y diplomacia internacional hayan detectado. Que esos expertos trabajen en sus recomendaciones en dos niveles: la consecución de una autonomía suficiente frente a las amenazas más singulares y cuyo riesgo se vea como más personalizado, y la integración de los medios propios en la defensa frente a los peligros y actuaciones que se consideren europeos.

No es asunto menor el análisis profundo de la situación del personal de las Fuerzas Armadas. La carrera profesional del personal de tropa y marinería, de los oficiales y jefes, exige una revisión que es urgente abordar. Para hacer esta afirmación tan delicada me baso, sobre todo, en la rápida evolución tecnológica, que ha hecho aparecer nuevas oportunidades y riesgos, y que supone un entronque, muy superior al tradicionalmente admitido, entre la estructura empresarial civil y la militar. La gran mayoría de las tecnologías son ya, irreversiblemente, de doble uso: las comunicaciones, los materiales, la energía, el transporte…no pueden considerarse ni militares ni civiles.

Las amenazas no vendrán, con mayor probabilidad, sobre el terreno: serán aéreas, se transmitirán como virus informáticos, captación de información, mensajes encriptados, drones, misiles teledirigidos e indetectables. El desarrollo y conocimiento preciso de la energía nuclear -para usos pacíficos como militares- obliga a convencer a la población de que no podemos abandonar su control, desarrollo y uso. Lo mismo cabría decir de la imperiosa necesidad de coordinar las investigaciones y desarrollos en materiales especiales, transporte híbrido, reutilización de residuos, aprovechamiento máximo de recursos, etc.

Y sí, es necesaria la concienciación y participación de la población civil en este esquema. Hay que educar, en particular a los jóvenes, en los conceptos de solidaridad, seguridad, patriotismo, valores. No se está haciendo bien, y no soy derrotista al expresar esa tremenda carencia. Si no sabemos apreciar lo que tenemos, lo que cuesta mantenerlo, no podremos defenderlo. Me parece imprescindible el encaje entre lo militar y lo civil. En todos los órdenes. Se que muchos militares de carrera hablan de la vocación militar, y lo hacen con orgullo, pero no me parece que exista tan diferenciada. No creo en las vocaciones. No puedo imaginar que exista una vocación para defender la Patria y, en su caso, morir por ella.

Nadie desearía morir por defender unos valores ambiguos, indefinidos, pero seríamos capaces de defender con uñas y dientes lo que afecta a la integridad de nuestra familia, a lo que perjudicaría nuestro bienestar de manera irreversible, lo que impediría nuestro desarrollo como personas, lo que nos supusiera la pérdida de esferas de libertad que consideráramos sustanciales. Y tú, como jurista, como magistrada, sabes bien que el derecho fija un marco de convivencia pactado o impuesto desde la autoridad, pero, en su aplicación, debe ser la última ratio: lo deseable es que todo ciudadano cumpla la ley sin necesidad de que se le sancione.

Querida ministra, tienes un trabajo importante ante ti y no vas a tener tiempo para acometerlo. Sin embargo, te cabe la opción y tienes por ello la responsabilidad, de abrir el camino para que se logre un consenso en el papel a desarrollar por las Fuerzas Armadas, en la definición de las bases de la carrera profesional de sus funcionarios (sin fantasías, con salarios dignos, con objetivos claros), en la apertura pública de una discusión sobre lo que es una cultura de defensa (sin teoricismos, sentimentalismos, ni medias verdades) y, en fin, en la imperiosa necesidad de integrar la política de defensa en una política de Estado.

Gracias por haber llegado hasta aquí, ministra. He dejado muchos temas en el tintero, de ellos, una buena cantidad también importantes. Los expertos de verdad te ampliarán, con seguridad, ese elenco de asuntos que deben figurar en la cartera de Defensa e Interior. Si no les estás preguntando, hazlo y, por favor, cuando se convoque un debate en el que participen sobre cuestiones que atañen a esas cuestiones clave de tu departamento, no te vayas después de inaugurar la Jornada, quédate a la discusión o promuévela desde tu despacho.

Con todo respeto


La fotografía, tomada en otoño en Villafáfila (Zamora) recoge a un grupo de grajillas (corvus monedula) en vuelo hacia los dormideros comunales. Tienen el pico grueso de los córvidos y son gregarias y estridentes. Se distinguen de otros córvidos de color negro (chovas, cornejas, cuervos, grajas, etc.) por su menor tamaño y, sobre todo, por el ojo blanco. También, vistas de cerca, por su plumaje gris plateado en la nuca.

 

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Cultura de ofensa

30 noviembre, 2018 By amarias 4 comentarios

Pertenezco a una generación de españoles que tuvimos  que examinarnos de Historia Sagrada y Formación del Espíritu Nacional. Estudiamos Filosofía y Latín (habiendo elegido la rama de Ciencias) y hubo que superar un examen de  ingreso y dos reválidas, asi como dos cursos selectivos en una Escuela técnica Superior, a la que fuimos con traje y corbata y en donde nos pasaban lista. Al entrar el profesor nos poníamos en pie y lo tratábamos de Usted y por su nombre de pila, precedido de Don o Doña.

Pasaron muchos años hasta que hubo televisión en casa, se superaron los cortes casi diarios de agua y luz o  la cocina dejó de ser de carbón, el sereno guardaba la llave del portal y el cartero hacia sonar su silbato tantas veces como fuera la altura del piso donde residía el destinatario de la carta.

Casi todos los días de la semana -domingos incluidos-eran distintos, por razones impredecibles.

Si, hice la Milicia Universitaria, juré bandera y tuve mis prácticas como alférez en Palma de Mallorca, en donde enseñé inglés (y a manejar el Mauser y el Cetme, de paso) a reclutas de varias regiones españoles; sobre todo, catalanes e isleños de las Baleares, entre los que hice algunos amigos que conservo.

Crecí y consumí la juventud en una dictadura y, aunque luego me enteré que nos faltaban muchas libertades, no las eché de menos. No tenía mucho tiempo para elucubrar sobre mundos mejores ni información para valorarlos.

Fue hacia 1968 cuando descubrimos que en otros países de Europa gozaban de ciertas ventajas, que tardamos en clasificar entre importantes, falsas o, simplemente, circunstanciales.

Si, estuve en manifestaciones callejeras, evité enfrentamientos con los “grises “, organicé asambleas, participé en la creación de un sindicato de profesores, fui presidente de una Asociación universitaria, leí a Mao, Marx, Bakunin o Gramsci, …, hasta hartarme de rojerío. Ah, y tengo una Biblia en la mesita, entre otras decenas de libros aptos para la duermevela.

¿A qué viene todo esto (y más que podría contar)? Pues para dejar manifiesto que he sido conformado, a trancas y barrancas, en la Cultura del respeto a las creencias y devociones de los demás. De tanto ajetreo, incluidos decenas de viajes fuera del país y un sexenio en Alemania, me quedó un poso de escepticismo acerca de los maximalismos, las soluciones mágicas y las creencias intangibles.

Cuando percibo que lo que ahora se pretende apoyar como forma de estar saludable y contagiosa es la Cultura de la ofensa, de la descalificación sin fundamento, de la protesta sin razones, me siento desplazado. Suelto.

No, no me ofende exactamente (no sería la palabra adecuada) que un cómico oficial se suene de mentirijillas sus mocos en la bandera que representa a mi Patria; no me enzarzaré a puñetazos con energúmenos que creen hacerlo bien pitando el himno de España o a su Jefe de Estado, antes de un partido de fútbol o al comienzo de un acto oficial. No sacaré mi rabia a pasear por advertir cómo independentistas de salón insultan a los que no piensan como ellos, ni mesaré mis cabellos en trance bíblico cuando percibo que nuestros representantes políticos se dedican a insultarse en lugar de reflexionar seriamente acerca de cómo generar empleo y riqueza.

No me ofende, porque me he instalado en la Cultura de la Defensa. De los valores, de la tradición, de la Patria, de la solidaridad, del empleo, de la creatividad, de la investigación, del respeto.

Si, también de las instituciones, de la Jefatura del Estado, de las gentes que proyectan imagen positiva, moderna y eficaz de España. Si, también de Fuerzas Armadas concienciadas y bien pertrechadas, de la Universidad eficiente y abierta, de la empresa dirigida por ejecutivos concienciados con el valor social, ambiental y económico, de los emprendimientos.

En el fondo, lo que hago es ponerme del lado de lo valioso que tenemos. Desconfío de los que nos jalean para que lo destruyamos o quieren avergonzarnos despreciando y tratando de destruir lo que  merece la pena defender, porque forma parte de nuestra naturaleza, de lo que somos.

De esa forma, me justifico a mi mismo, me realizo en la coherencia de lo que quiero mantener como propio, junto a los que amo y respeto.

 

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Ejército y sociedad civil (6)

1 enero, 2018 By amarias Dejar un comentario

La Constitución española, aún vigente, dedica a las Fuerzas Armadas el ya citado artículo 8, delimitando el alcance básico de sus cometidos.

No se han presentado desde 1978, muchas ocasiones en las que la regulación constitucional (ya que no las leyes orgánicas que se han derivado de ella) sea el punto de referencia final para justificar determinadas actuaciones de los Ejércitos o para preguntarse el porqué de las omisiones o incumplimientos de ese ordenamiento superior.

Dentro del esquema que he pretendido para este conjunto de artículos sobre “Ejército y sociedad civil”, no quiero omitir algún comentario sobre la deriva separatista vivida desde las instituciones catalanas en 2017. La respuesta a la declaración secesionista del gobierno legítimo de la comunidad autónoma catalana, pero ilegitimado por faltar a su promesa de fidelidad constitucional, hubiera tenido acogida, no ya en la ponderada aplicación del art 155, sino que, apelando a la concreta dicción del apartado primero del art. 8, hubiera podido justificar la actuación de las Fuerzas Armadas.

No se hizo así, aunque la misión encomendada constitucionalmente a ese colectivo armado tiene una triple derivada: 1) garantizar la soberanía e independencia de España; 2) defender su integridad territorial y 3) (defender) el ordenamiento constitucional.

No precisa prolijas explicaciones para entender cuál es el método que la Constitución prevé para la plasmación práctica de esas severas funciones  de las Fuerzas Armadas, concebidas como “ultima ratio” para forzar la aplicación de la Norma,  ante cualquier intento de secesión o vulneración del “ordenamiento”: no sería, evidentemente, encomendarles la negociación política, que sería función de los partidos políticos y del Gobierno, y que, si se llegara a ese punto, se entenderían han fracasado.

Se trata del ejercicio de la fuerza que trae consigo la tenencia y autorización para el uso de las armas. A modo de cláusula de cierre imprescindible, y siguiendo la dicción de otras Constituciones de las que la nuestra toma su ejemplo, es al jefe del Estado  a quien se encomienda (art. 62, apartado h de la Constitución, “el mando supremo de las Fuerzas Armadas”. Tiene toda la lógica constitucional, el admitir que, ante la grave amenaza para la estabilidad y esencia del Estado, debe ser quien encarna su máxima representación (con los refrendos que para el caso crea imprescindibles), quien detenta la jefatura del mismo, -en España, Su Majestad el Rey-, dl que ejerza la autoridad que exige el caso, con todas las consecuencias.

Me parece que la decisión que se adoptó (la vía del art 155 y la convocatoria de elecciones autonómicas) ha sido la más prudente y adecuada a la sensibilidad social del momento. No ha solucionado el “problema catalán”, pero no lo ha complicado, puesto que ha dejado claro que las actuaciones anticonstitucionales no son admisibles por el orden jurídico. Que parte de la sociedad catalana ´la mitad de los votantes- estime que la separación del resto de España es un derecho que le asiste, y que se exprese con gran violencia verbal y presión ante las instituciones del Estado, es -utilizo un adjetivo prudente- preocupante.

He puesto de manifiesto la fórmula constitucional que regula las actuaciones de las Fuerzas Armadas españolas, contraponiéndola a una concreta, y real, situación, para referirme a la deriva que se ha producido en este país, como en otras democracias avanzadas, en cuanto al papel del Ejército frente a las diversas fuerzas de seguridad (policía nacional, autonómica y local, empleados de compañías creadas para protección de bienes y personas, etc.). Existe una tendencia consolidada a configurar y concentrar la protección civil, la defensa de la seguridad interior, a la policía y a otros cuerpos y fórmulas -armadas o no, relegando al Ejército a actuaciones exteriores.

Esta deriva exige una revisión sustancial. Por ello, la forma de ejercicio de  y activación de puntos de encuentro entre el Ejército y la sociedad civil es no solo necesaria, sino que debe verse como la consecuencia lógica de un reconocimiento: no existe Ejército ni estructura de Defensa independiente de la sociedad civil. Esta afirmación puede aparecer a algunos como exótica, pues la tradición ha venido a consolidar una forzada separación entre lo que no es sino uno de los cometidos profesionales de las sociedades humanas, que, como todas, ha ido modificándose y perfeccionándose con el tiempo. A nadie se le ocurriría hablar de “ingeniería y sociedad civil” o “derecho y sociedad civil”.

Las consecuencias de esa visión integradora han de ser múltiples. Por una parte, recuperar o implementar la “visión natural” de las cuestiones de la Defensa por parte de la ciudadanía ayudará a la mejor comprensión de la carrera militar, que ha venido siendo entendida como vocacional y en la que, esencialmente en los puestos más altos de la escala de mando, ha sido y es habitual encontrar sagas familiares.

No hay que ver en esa devoción formal hacia la hipotética “vocación” algo peculiar de los Ejércitos, ya que afecta a todas las profesiones de prestigio, ya sean notarios, jueces, ingenieros, médicos, etc…La traslación de poder de padres a hijos, entrelazando generación tras generación niveles de influencia y poder no es sino un déficit de todas las democracias.

El sentimiento de solidaridad con el Estado, la recuperación afectiva del concepto de Patria es imprescindible. No es un concepto ñoño, trasnochado ni infeliz, en mi opinión. Está en la base de la comprensión del fenómeno social, de la capacidad de actuación como conjunto sólido y coherente de una población para hacer valer su derecho a prosperar bajo sus propias convicciones, enmarcadas en un espacio más amplio, pero sin perder su identidad.

Este principio emocional no lo hago coincidir con la vocación de defensa de la Patria ni de cualesquiera ideales éticos o deontológicos, y, por ello, no me puedo imaginar que, a priori, existan miles de seres humanos que lleven su cariño hacia los principios más nobles de la naturaleza, exacerbando su voluntad de sacrificio hasta morir por ellos en beneficio de sus semejantes. La cualidad de héroe surge ante circunstancias concretas, excepcionales; cierto que solo unos pocos -o nadie- se comportan en esos casos con esa capacidad de desprendimiento o enajenación del yo, pero no me parece que el futuro héroe tenga consciencia previa de su posibilidad de llegar a serlo.

El Ejército no se forma con esforzados que desean hacer carrera para, llegado el caso, morir por una noble causa. Los militares han de ser profesionales que han elegido ser militares por móviles similares a los que a otros han llevado a aceptar y especializarse en otro trabajo. Estamos lejos de las batallas en que era precisa la lucha cuerpo a cuerpo, y el ardor combativo descansaba en confusos mecanismos en los que se mezclaban seguramente perspectivas de botín, alcohol, drogas, y arengas incendiarias.

Aquellos  “nobles ideales” que guiaron los Ejércitos y los objetivos del pasado se han despersonalizado. El enemigo se ha vuelto difuso, impreciso. Los objetivos de defensa son compartidos extraestatalmente, según sean las amenazas identificadas, y no siempre por los mismos compañeros de viaje. Para los países intermedios, como España, la situación de dependencia en relación con la amenaza -real o forzada- de un conflicto entre las grandes potencias, complica aún más la adopción de decisiones respecto a la formación y dotación de los propios Ejércitos.

Lo óptimo sería, desde luego, que no existiera el conflicto. Si se presenta, lo deseable es que el campo de batalla esté lo más lejos posible. Y si se hace imprescindible enviar efectivos propios, lo fundamental, tanto como conseguir la victoria, es alcanzar el objetivo de retornar con “bajas cero”.

(continuará)


Si bien la fotografía no permite la clara identificación, se trata de una hembra de papamoscas cerrojillo (ficedula hypoleuca). En Madrid, donde fue tomada la instantánea -y en el jardín de mi casa- tiene una pareja de estas nerviosas aves su área de cría regular, desapareciendo en el invierno.

 

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Ejército y sociedad civil (4)

30 diciembre, 2017 By amarias Dejar un comentario

El Estado de seguridad está en auge, como sustituto potente del Estado social, amenazando incluso el Estado de derecho. La percepción de peligros y la difusión de situaciones de riesgo aumenta de forma imparable, alimentada desde todos los ámbitos, pero especialmente, desde los centros de poder, tanto los próximos como los remotos.

La valoración de una situación de seguridad es clave y por ello, la presentación del riesgo no suele ser ni inocente ni inocua. La mayor parte de las veces, se trata de conducir la sensación y forzar la interpretación, resaltando los elementos que se desea aparezcan como relevantes y ocultando o adulterando otros.

Por supuesto, el riesgo tiene, sobre todo, una dimensión personal, y la protección frente a él que deseamos afecta a lo que tenemos próximo, afectiva y físicamente. A los poderes públicos, en una posición que es traslado magnificado de lo que se espera que haga el “pater familiae” para proteger a los suyos, se les exige que reduzcan los riesgos a cero, lo que abre un campo estupendo para la manipulación, ya que no es posible vivir sin riesgo.

Cualquier incidente sobre la seguridad -provocado por catástrofes naturales, actuaciones humanas, fallos técnicos- despierta de inmediato dos actuaciones derivadas: las autoridades políticas o empresariales prometerán que dedicarán todo el esfuerzo a descubrir las razones del fallo, perseguir a los culpables y garantizar que no volverá a suceder. Con ello se tratará de contrastar otra actuación inevitable: el incremento del miedo, del temor a que situaciones parecidas generen los mismos problemas, encontrará agoreros fieles de nuevos desastres, que propondrán todo tipo de opciones, intoxicando el espacio de opinión.

Por supuesto, la sensación de peligro es inversamente proporcional a la distancia a la causa y guarda relación con su carácter concreto o difuso y el tiempo de generación del riesgo. Miles de ahogados en Bangla Desh o millones de personas amenazadas de muerte por la sequía en el Sahel tienen menor importancia que la caída de un árbol que haya provocado heridos en el Parque de al lado. La predicción de que la temperatura media de la Tierra se elevará más de dos grados centígrados en un par de decenas de años no tiene la misma importancia que la escasa lluvia caída el último verano.

Estas consideraciones, aunque generales, afectan a la valoración de los riesgos y amenazas que fundamentarían la misión de los Ejércitos. En un contexto de Estados pacíficos, de objetivo de paz duradera -aunque sea una mera elucubración-, las actuaciones preventivas o defensivas forman el eje de las medidas de Defensa.

La Seguridad Nacional española identifica doce riesgos o amenazas: Conflictos armados, Terrorismo, Ciberamenazas, Crimen organizado, Inestabilidad económica y financiera, Vulnerabilidad energética, Proliferación de armas destrucción masiva, Flujos migratorios irregulares, Espionaje, Emergencias y catástrofes, Vulnerabilidad del espacio marítimo y Vulnerabilidad de las infraestructuras críticas y servicios esenciales. Todas ellas tienen fundamentos serios, pero la percepción particular de los mismos por la ciudadanía es muy diferente: invito al lector a realizar su propia valoración y contrastarla con la dedicación de los media a cada una de ellas.

La intervención de los Ejércitos en acciones exteriores con fines que se podrían considerar estratégicos -en lo político, que es, en fin, lo económicos-, cuenta con ejemplos modernos. Aunque el principio de estas actuaciones debiera ser tratar de reducir o evitar el crecimiento del conflicto o riesgo detectados, las intervenciones en Irak, Afganistán o Bosnia de las fuerzas internacionales han venido a confirmar que son capaces de convertirse en un problema en sí mismo.

Las acciones en el exterior han pasado, sin embargo, a constituir el núcleo principal de las intervenciones de los Ejércitos de los países occidentales que pueden considerarse como tradicionales, aunque su actuación sea la de fuerza pacificadora. En escenarios de conflicto bélico o grave tensión civil, las fuerzas desplazadas (especialmente, las terrestres, las llamadas en el argot militar, de “bota en tierra”) corren riesgo de verse involucradas en acciones guerreras, padecer un atentado con efectos mortales o muy graves, y perder efectivos materiales, además de tener que asumir gastos de intendencia, transporte, munición, etc.

Para reducir el riesgo de pérdida de vidas humanas propias, las intervenciones en terceros países, además de ser previamente justificadas ante los organismos internacionales (como norma) tienden a descansar, cada vez más, en medios que son lanzados desde la distancia y manejados con control remoto. La sofisticación de medios permitiría (ha permitido, de hecho) incluso eliminar al dictador, al sátrapa o al líder que se pretende derrocar, reduciendo la repercusión a la población civil y los daños colaterales…inmediatos. El mapa de países en situación de guerra civil o asimilable no se ha visto disminuido, sin embargo.

La complejidad de las situaciones lleva a algunos analistas a defender que, para ayudar a resolver las tensiones sociales que están en la base de las guerras civiles, es imprescindible llevar a efecto programas de cooperación estructural permanente. No es una medida fácil de llevar a efecto, puesto que en zonas de conflicto, las Organizaciones No Gubernamentales corren graves riesgos de ser objetivos bélicos, y ello supone que deban ser protegidas por fuerzas militares o que sean los propios militares los que ejecuten os programas de cooperación. Ni qué decir tiene que la consolidación de este tipo de acciones está cambiando, y cambiará aún más, el sentido de los Ejércitos y la formación que deben recibir los militares.

(continuará)


Una preciosa hembra de roquero rojo (montícola saxatilis) parece preguntarnos por la razón de haber invadido su territorio. A primera vista (y a contraluz), el inexperto ornitologista  aficionado podría confundirla con un mirlo joven, por sun tamaño y comportamiento, e incluso se puede encontrar semejanza con una collalba gris de gran tamaño.

 

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Ejército y sociedad civil (3)

29 diciembre, 2017 By amarias Dejar un comentario

El desmantelamiento -tardíamente lamentado- del Instituto Nacional de Industria, al que los ímpetus de distanciamiento respecto al período franquista pusieron bajo la piqueta demoledora del socialismo juvenil, dejó a España sin la opción de mantener un entramado empresarial controlado eficazmente por el Estado.

Mucho se ha teorizado respecto al interés de que, incluso en los países en los de mayor fervor liberal, el Estado detente la mayoría de ciertos sectores -por su relevancia social, tecnológica o militar-, considerándolos estratégicos.  Nadie discute que la presencia de observatorios directos sobre el mercado facilita la función de control, de la misma manera que -sensu contrario- el oscurantismo y la desinformación favorecen el crecimiento de áreas de corrupción, beneficios excesivos y déficits en la implantación de una política de Estado coherente.

Sin que sea ahora mi intención sumergirme en el mar de argumentos en pro o en contra de ese modelo de intervencionismo parcial, no tengo dudas de que las empresas que se dedican a fabricar material militar han de estar sometidas a fórmulas de supervisión y control especiales. No solo porque el nivel de calidad y cantidad de su producción afecta a los objetivos de defensa propios, sino porque, no es posible obviar que el material dedicado a la exportación interfiere sobre el equilibrio global, sirviendo a intereses de quienes adquieren armas y pertrechos, sobre los que no se tiene supervisión.

Por supuesto, no se trata de un juego inocente. En un mundo en el que las amenazas a la seguridad se han polarizado en dos direcciones con escasa o nula compatibilidad (terrorismo protagonizado por “lobos solitarios” o grupos radicalizados con supuesto origen religioso; y manipulación supraestatal de las posiciones capitalista/anticapitalista), los objetivos de Estado deben coordinarse, además,  con estrategias de bloques, y los gastos militares habría de acomodarse en relación con los objetivos definidos por estas alianzas y pactos internacionales.

La realidad es que ningún Estado está dispuesto a renunciar a su parcela de autonomía militar, a mantener un Ejército -con armamento todo lo sofisticado que permita su presupuesto- y, sin necesidad de argumentarlo, recubrir el todo de un importante velo de oscurantismo.

El gasto militar mundial anual supera los 1,3 billones de dólares (es decir, más que el PIB total español), acaparando Estados Unidos el 33-35% del mismo, seguido a distancia por China (150.000 millones de dólares) y Rusia (casi 60.000 millones de dólares, el 4,6% de su PIB). Las mayores empresas del sector de Defensa son norteamericanas (Lockheed Martin- con 36.000 millones de dólares de facturación anual- Boeing, Raythein, General Dinamics), aunque está incrustada en el tercer lugar, una empresa británica (BAE Systems). El importante monto total y las dimensiones de los gigantes del sector da idea acerca de los intereses que moviliza esta industria.

En este contexto, cuando se dirige el visor desde lo general a lo particular, cobran sentido los desequilibrios en relación con los riesgos de una defensa ineficaz. Los 28 países de la Unión Europea dedicaban al sostenimiento de sus ejércitos poco menos de 200.000 millones de euros, con 1,8 millones de efectivos (incluyendo personal civil), siendo el Reino Unido, Francia y Alemania quienes acaparan el 60% de este importe. Se comprende, por ello, que el Brexit supondrá un duro golpe para la posible política conjunta en Defensa, pues soporta el 22% del gasto.

En España, la información se encuentra dispersa y, como sucede con casi todos los datos que afectan a nuestras magnitudes fundamentales, al contrastar diversas fuentes, crece la incertidumbre acerca de la fiabilidad. Según el Directorio de la Industria Militar del Centro de Estudios para la Paz JM Delàs, hay más de 130 empresas de defensa, siendo las más importantes Airbus Military, Navantia e Indra. Entre las grandes empresas del sector está MaxamCorp (la antigua Explosivos Riotinto), la primera empresa fabricante de explosivos de Europa y segunda del mundo.

Una mayoría de las empresas se encuentran agrupadas en la TEDAE (Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Aeronáutica y Espacio), creada en 2009, que cuenta con 76 compañías, según su propia información. Facturan anualmente cerca de 11.000 millones de euros -algo más de la mitad en el mercado civil- , y aportan el 6% al PIB industrial español, dando empleo a unas 56.000 personas (21.000 serían empleos directos). Se enfoque a la exportación resulta evidente, analizando el destino de la producción.

El Ministerio de defensa edita, con destino fundamentalmente a la exportación, un catálogo sobre la Industria Española de Defensa. La edición 2017-2018, cuenta con 282 páginas, y se edita en español inglés y árabe. Allí se enumeran hasta 256 empresas (más del 81% son pymes), incorporando no solo las agrupadas en TEDAE, sino también las de AESMIDE (que prestan servicios y bienes). La cifra total de facturación llega a 82.549 millones de euros, poniendo de manifiesto que la parte dedicada al sector defensa no llega al 10% para esas empresas.

Resultaría pretencioso, en un artículo con pretensión divulgadora, reafirmar la idea de que es necesaria la revisión de los objetivos del sector, encajándolos, en lo posible, en una doble visión: la mayor dedicación a la investigación y desarrollo en productos, materiales y equipos que tengan doble utilidad (civil y militar), y la integración de las exportaciones susceptibles de aplicación miliar en el marco de una estrategia europea.

(continuará)

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Ejército y sociedad civil (2)

28 diciembre, 2017 By amarias Dejar un comentario

La utilización de armas y artefactos destructores, tanto ofensivos como defensivos, y la búsqueda de su mayor eficacia, ha sido uno de los elementos impulsores del progreso tecnológico. Puede que incluso, el más activo. De aceptarse esta premisa, el motor del progreso de la Humanidad estaría vinculado, no a fines altruistas o a móviles humanitarios, sino al dominio y explotación de una fracción de la sociedad sobre otra.

No pretendo dar lecciones de filosofía bélica, sino poner de manifiesto, como introducción a este apartado, que aunque el origen de la mayoría de los elementos que sirven a objetivos relacionados con la guerra haya sido su utilización en tiempos de paz, fue su aplicación en momentos de conflicto lo que les dotó de perfección, les dio otra dimensión y, como consecuencia, proporcionó poder y riqueza a los controladores o explotadores del ingenio.

Los alquimistas chinos en el siglo IX pudieron descubrir la pólvora, pero su uso en la batalla de Niebla en 1262 señaló un nuevo hito en la guerra. Nobel descubrió la forma de controlar la peligrosidad de la nitroglicerina y abrió el camino a múltiples aplicaciones útiles, pero fue en 187o, en la guerra francoprusiana, cuando la dinamita cobró toda la importancia económica de la que se beneficiarían muchos estrategas en campos de batalla.

Pocos sectores han dejado de verse favorecidos por los objetivos, directos o forzados, de las investigaciones relacionadas con la guerra o la defensa, y que se han acelerado justamente en momentos de máxima tensión, esto es, durante los conflictos armados. Aviones, submarinos, drones, bombas atómicas, lanzadores de cohetes, detectores antimisiles, telecomunicaciones, materiales de alta resistencia, instrumentación quirúrgica, explosivos, estrategia, intendencia, etc., son algunos efectos de las investigaciones física, clínica, bioquímica, químicofísica, energética, náutica,…aceleradas mientras los ejércitos surcaban tierra, mar y aire.

A nadie puede extrañar, en fin, que, en aras del principio de prevención, todos los Estados dediquen una parte de sus presupuestos a equipar a sus Ejércitos con medios humanos o materiales, tanto más numerosos, modernos e hipotéticamente eficientes en la medida que los juzguen adecuados a las amenazas que perciban (del exterior, pero también del interior de sus territorios) y al nivel ofensivo de sus potenciales atacantes.

A la cabeza de los gastos en Defensa (el eufemismo incorporado a la jerga bélica para enmascarar la voluntad de preparación para la guerra), se encuentra Estados Unidos. Dedica algo más de 500.000 millones de euros, cifra impresionante que el presidente Trump anunció aumentará en más de un 9% en 2018. El Ejército norteamericano dispone de 1,3 millones de soldados, a los que se deben añadir los más 750.000 civiles que sieven en los departamentos de Defensa y otros 800.000 efectivos de la llamada Guardia Nacional, en la reserva, que se pueden emplear en misiones especiales. El gasto en Defensa norteamericano equivale al 14,5%, del gasto público (ha llegado a ser del 18,6% en período de guerra declarada), equivalente al 3,3% del PIB.

El principio de “si quieres paz, prepárate para la guerra”, no es el único que rige los gastos en Defensa. La cumbre de Gales en 2014 (acuerdo de la OTAN), presionada en sus conclusiones por el reproche de Estados Unidos de la complacencia europea en el apoyo del “amigo norteamericano”, consagró el objetivo del 2% del PIB para gasto militar en 2024. España, que no alcanza ni de lejos esta cifra, se comprometió a aumentar el gasto actual para llegar a los 18.000 millones de euros .

El presupuesto de Defensa en la actualidad es de 7.600 millones de euros, pero si se computan las operaciones en el exterior (que suponen un gasto de más de 1.000 millones y, como punto de orgullo, una diferencia respecto a los demás países europeos, pues España está participando con efectivos en todas las misiones), y se añaden las pensiones que perciben los militares retirados, se llegará a superar ligeramente los 10.700 millones en 2017. La cifra aún aumentaría en 2.700 millones si, como propone el Ministerio de Hacienda se incluya el gasto de la Guardia Civil.

El 76% del presupuesto (4.430 millones de euros) se destina a gastos de personal, que, en número de 79.000 efectivos, se mantiene sin variación desde 2014. Esta mera referencia permite entender que el Ejercito español tiene escaso margen para mantenimiento y renovación de equipos y armamento. La observación pesimista cobra aún mayor dramatismo comparativo si se tiene en cuenta que los llamados “Programas Especiales de Armamento” (PEAS) -destinados a la adquisición de grandes sistemas de armas, entre los que figuran como protagonistas el Eurofighter, las fragatas F100 y el carro de combate Leopardo), que antes se financiaban al margen del Presupuesto, en los dos últimos años, supusieron 1.817 millones de gasto imputado.

Es imprescindible la revisión de la situación de los gastos en Defensa y, en relación con ellos, el encaje de los programas de sustitución de equipos y materiales, y la investigación relacionada con éstos. Los países más desarrollados han vinculado sin problemas éticos ni estéticos una parte de los proyectos de investigación militar con los civiles. La existencia de una potente industria de armamento en ellos, destinada en parte, pero no solo, a la exportación- se ve como fuente de empleo y riqueza. La indefinición de las líneas de desarrollo civil en relación con los objetivos de las empresas militares, ayuda a enmascarar, ante la opinión pública propia y, por supuesto, ante otros Estados, el verdadero alcance de los programas.

La Unión Europea, espoleada por la presión norteamericana, y la creciente posibilidad de verse actuando en solitario frente al “enemigo innominado o difuso” está revisando sus posiciones teóricamente no belicistas. El Programa i+d 2020, cambia la perspectiva admitida como norma estética de que el sector de defensa únciamente pudiera acceder a las llamadas tecnologías de doble uso (civil y militar). Aunque en 2017, la Agencia Europea de Defensa (ADE) solo dispuso de 25 millones de euros para programas solo militares, esta dotación servirá también para conectar las investigaciones de ambos sectores, separadas durante décadas. Se podrán cofinanciar programas de investigación de materiales especiales, robótica, electrónica, encriptación de comunicaciones, etc., hasta un modesto nivel de 90 millones (en 2020), parte mínima de un Programa que pretende dedicar en los 7 años de vigencia 98.000 millones de euros a investigación y desarrollo.

(continuará)


Un juvenil de mirlo común (turdus merula) sacia su sed en una fuente del Jardín Botánico madrileño. No lo tienen fácil las aves para beber de un chorrito de agua, lanzado en vertical, pero este tordo se las ingenia para, gota a gota, tomar su ración vital del líquido, sin ser molestado por nadie. Los jóvenes tordos se diferencian de los adultos -especialmente, de los machos- en el plumaje moteado. Los estorninos (que también tienen el pico amarillo) tienen un comportamiento gregario, no se mueven a saltos y su cola es más corta, además de distinguirse por un plumaje que, aunque negro como en los mirlos, presenta brillos verdeazulados, con pintas amarillas.

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