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I
Son todos muy jóvenes.
Hermosos con sus batas blancas y verdes
y el andar decidido hacia los lugares secretos
planificando dónde pasar el verano,
como si la preocupación
no pudiera con ellos, avanzando
entre las filas de cuerpos decrépitos,
sembrando un alud de conspicuas sonrisas
que pretende conjurar los peores
temores y auspicios.
Son los oncólogos del Hospital,
la pléyade de ilustrados arcángeles,
borrachos de internet y experiencias,
que tienen por sagrada misión
levantar esperanzas, combatir al demonio,
con un acopio de conjuros, tijeras y fármacos,
avanzando entre muertos,
prolongando expectativas de vida perdurable,
hasta la gloria final
que envuelve de tinieblas
el destino insondable de lo humano.
II
Después de acordar instrucciones, revisar protocolos,
ahondar en fardos de expedientes y escudriñar los análisis,
se van con seguridad impostada y autoridad manifiesta
a las salas de operación y consultas,
a inyectar los contrastes, a persuadir con verdades,
con mentiras piadosas, con silencios de hierro,
que todo está bajo control,
que lo que pasa
era lo previsto
en el consentimiento informado
que ambos firmamos en blanco.
23.12.20
(“La advenidad debería haberme hecho fuerte” @angelmanuelarias, 2020)
Precioso pero especialmente la frase:
La sagrada mision de levantar esperanzas….
Agradezco siempre los comentarios que se hagan a mis Poemas, porque están escritos para compartir. Gracias, Enrique.
El consentimiento de que nunca me dejes morir, pero si ocurre , Dios no lo quiera, que no pase a ser en tu mente uno más, sino aquel en que pensaré un largo tiempo …,por su preciosa eternidad.
Hay preguntas que -posiblemente, no quiero ser categórico ni mayestático- no encontrarán respuesta nunca. Aunque conceptos abstractos como la eternidad, infinito, omnipotencia, Dios, ayudan a muchos a soportar la incertidumbre. Incluso tienen sus chamanes, sacerdotes, exégetas.