Al socaire

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No hay mejor momento (Poema)

31 diciembre, 2020 By amarias 4 comentarios

Son muchos los poemas que tengo escritos, en decenas de libretas y hojas sueltas, que se asemejan a un extraño diario. Para terminar este año fatídico, recupero al azar dos poemas que, según refleja la fecha, están escritos el mismo día. El título de la colección (más de cien poemas) abre todo un escenario de opciones a la fantasía: “Poemas de encargo”.

66

No hay mejor momento
que yacer, rendido en tu regazo,
después de haber vencido
a cuanto no merece la pena.

Nada importa después de construir
entre mis brazos con tus hilos más recios
la coraza infranqueable
que nos protege de promesas verosímiles
y otras peligrosas bienaventuranzas.

Estas horas reunidas
no las cambio por todo lo demás.

4 nov, 2009 (“Poemas de encargo”, @angelmanuelarias)

65

Apenas fue ayer cuando me parecía que me iba
y hoy me noto de vuelta.

Era un niño jugando a darnos trompicones
y peino con mimo las canas con que tapo los huecos en mi calva.

Hénos aquí creyendo cumplido el cometido
habiéndolo hecho lo mejor que supimos, destrozándolo.

Resumiendo mi vida, le encuentro tantos parecidos
a otras de las que nadie ha escrito antes
que desisto al momento de empezar a decir.

Fui como todos. Un genio al tiempo de nacer,
el prodigio de capacidad que envidiaba mi padre,
el mejor hijo que soñara mi madre,
antes que nacieran para sustituirme todos mis hermanos.
Un buen amante allí donde no tuve competencia
y un necio impaciente en no dar mi brazo a torcer;
fui perspicaz incomprendido; padre ilusionado,
me tildaron de pusilánime quienes y donde nunca imaginé.

Fui un escéptico lleno de finuras, sobreviví ahogando penas en alcohol,
creyéndolo el método seguro de recuperarme de algunos infortunios;
aconsejé renunciar, prometí inseguridades,
aceché oportunidades imposibles, resistiéndome a ser el viejo triste
al que conduce en su silla de inválido a un lugar junto al sol,
un joven valido ecuatoriano que soñará a mi costa
en el tiempo que queda para rescatar a su familia
del pozo profundo de miseria
en el que sus antepasados, ambos, o los míos,
los tiraron en sabe Dios qué época,
argumentando sin precisión qué incómodas razones.

(4 de noviembre de 2009 “Poemas de encargo” @angelmanuelarias)

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Son todos muy jóvenes (Poema)

31 diciembre, 2020 By amarias 4 comentarios

32

I

Son todos muy jóvenes.
Hermosos con sus batas blancas y verdes
y el andar decidido hacia los lugares secretos
planificando dónde pasar el verano,
como si la preocupación
no pudiera con ellos, avanzando
entre las filas de cuerpos decrépitos,
sembrando un alud de conspicuas sonrisas
que pretende conjurar los peores
temores y auspicios.

Son los oncólogos del Hospital,
la pléyade de ilustrados arcángeles,
borrachos de internet y experiencias,
que tienen por sagrada misión
levantar esperanzas, combatir al demonio,
con un acopio de conjuros, tijeras y fármacos,
avanzando entre muertos,
prolongando expectativas de vida perdurable,
hasta la gloria final
que envuelve de tinieblas
el destino insondable de lo humano.

II

Después de acordar instrucciones, revisar protocolos,
ahondar en fardos de expedientes y escudriñar los análisis,
se van con seguridad impostada y autoridad manifiesta
a las salas de operación y consultas,
a inyectar los contrastes, a persuadir con verdades,
con mentiras piadosas, con silencios de hierro,
que todo está bajo control,
que lo que pasa
era lo previsto
en el consentimiento informado
que ambos firmamos en blanco.

23.12.20

(“La advenidad debería haberme hecho fuerte” @angelmanuelarias, 2020)

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Escribiría un poema de amor esta noche (Poemas)

16 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

18

Escribiría un poema de amor esta noche,
pero a quién, si invitar a bailar no es posible.
(Esto debe ser la soledad o algo muy cercano:
estar cansado en toda la extensión de la palabra).

Nuestro encuentro es recuerdo es voz amiga,
es un gesto que el tiempo elige raramente, y luego un tierno
y cálido nombre que empieza a pronunciarse,
una despedida tímida y, de madrugada,
en tu cuarto donde nadie entra, aquella boca
te tenderá sus labios y buscará en silencio la tuya
hasta desaparecer por completo como una aparición.

Se me dirá que ya soy un poco mayor para ésto,
y si mis labios sangrasen nadie me miraría más,
pero escribiría un largo poema de amor esta noche,
tal vez dotado de esa dulzura que empaña corazón,
de esa adherencia
con que toda creatura cuenta en sus ardides.

(Publicado en 1990 en “Absueltos de todo don”, KRK Ediciones, @angelmanuelarias)

40

Rodríguez, callado buscador de miedo: Te conozco
desde que fuimos juntos separados al Colegio.
Te echaron o te fuiste o se murió tu padre,
el caso es que dejaron de llamarte
Rodríguez en las listas,
Rodríguez en las aulas, Rodríguez los usados
desconchados del aseo.

¿Y qué?, acaso me preguntas,
¿qué causa ahora me reúne hacia ti?

Tú sabes, ayer me crucé con un muerto llevo de polvo
y eras tú, Rodríguez. Te reconozco inconfundiblemente.
Rodríguez, hijo de panadero,
capitán de canicas.
el suspenso perpetuo,
ya tan muerto desde entonces.

(Publicado en 1990 en “Absueltos de todo don”, KRK Ediciones, @angelmanuelarias)

(Estos poemas fueron escritos hacia 1968, aunque fueron incluidos en la edición de 1990)


El dibujo, que es un apunte para un cuadro al óleo y acrílico, de gran tamaño, en dos piezas móviles, se titula enigmáticamente: “Padre e hija adolescente desgranando un cesto de emociones, mientras la madre se acerca con la comida”, octubre de 1998)

Archivado en:Dibujos y pinturas, Poesía Etiquetado con:Absueltos de todo don, angel manuel arias, Dibujos, poemas

Las tardes solían deshacerse cantando (Poema)

13 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

Este poema fue escrito en un día del verano de 1968. No guardo la fecha, pero lo sitúo en ese momento de mi vida por la temática y otros escritos de temas similares (que se podían catalogar como “poesía social”, temática que me atraía entonces). Lo incluí en una recopilación posterior, con el título “Sin herencia precisa”, desechando mucho material, porque para entonces, mi creación poética había derivado hacia otros temas.

24

Las tardes solían deshacerse cantando
mientras fueron acercando su vida a la mía.

Recuerdo que la madre tenía los ojos azules
y las manos largas de esperanza blanca.
En total eran seis contando los pedazos
de carne y suciedad expuestos al aire gris del pueblo:
los padres y los cuatro retoños de azabache
arrancados al viento. El último de todos,
un tranquilo niño tuerto.

Económicamente tenían además un perro y un caballo
y una radio llena de noticias que no les interesaban a ninguno.

A ellos, desprotegidos de Dios, hechos de huecos,
nunca les pasaba nada,
por más que el azar intentaba convencerles
de lo contario con sórdida insistencia.
Pero ellos que no, despreciando los hechos,
no encontraban palabras, no entendían.
nadie lo explicaba.

Un día, a la pequeña le salieron erupciones en la cara,
no es nada de importancia, dijo el padre mientras se moría
y, otro día, el mismo perdió una mano
de una explosión en la mina; volvió sin ella
como quien vuelve a casa sin la merienda o la cartera.

No pasó nada ni siquiera cuando la madre
se escapó una tarde; no dejó rastro ni pistas ni razones,
ni falta que le hacía.

Fue por aquel tiempo cuando Lourdes, la hermana mayor,
encontró por fin el modo incómodo de ganar fácil un dinero
disfrutando con lágrimas del placer de los otros
y sus catorce años se hicieron, plás, de plomo.

Mientras la pequeña Lines fabricaba casas de madera
con trozos de carbón
y aumentaba su dosis de experiencia,
imaginándose un marido gitano,
el pelo recogido y los hijos desnudos,
que son como se tienen,
acunando este sueño aupando en su regazo
al cierto del chupete sucio
-su hermanilla lo moja en polvo en vez de azúcar-
que se llama Pascual, anda volado
y perderá la mano
de una explosión
de volador.

(escrito en 1968 e integrado en “Sin herencia precisa”, 1992, @angelmanuelarias; el dibujo, a escala reducida, está incluido como Lámina a color en “Sonetos desde el Hospital”, 2019, @angelmanuelarias )

Archivado en:Poesía Etiquetado con:angel manuel arias, Pareja de saltimbanquis con sus ninfas, poemas, Sin herencia precisa, Sonetos desde el Hospital

Es el tiempo de amor (varios poemas)

11 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

Extraigo varios poemas, de diferente temática, ocasión y ánimo creativo, como muestra singular de mi amplio quehacer poético.

Es algo que no debería hacerse, porque una falsa selección, como ésta, sin otro criterio que el azar, perjudica al autor y al mensaje. Pero tal vez con ello atraiga la curiosidad de algún lector para entender porqué, desde los ocho años, recojo e imagino mi vida en versos.

Como la mayoría de mis poemas se mantienen inéditos, esta exhibición de particular impudicia, a mis años, que podría ser interpretada como inmolación de mi credo poético, merecería tal vez un análisis sicológico que no estoy dispuesto a hacer.

Los números que figuran antes de cada poema, corresponden al orden correlativo de los mismos en el Libro al que pertenecen, cuyo título figura al final, entre paréntesis, junto al día y año en que fueron escritos.

43

Es el tiempo de amor,
de contemplar estrellas,
acercarse a la orilla de un mar
y acurrucarse en el hueco
que dejan libres las olas.

Es momento de empeñar
nuevos propósitos, sentirse
que con muy poco esfuerzo
alcanzaremos la luna.

Tómate un respiro,
camarada amada,
y desde esa sensación de poder
efímero, volveremos allí
e imaginaremos el pasado
que pudo ser

(12 de septiembre de 2019, “Tiempo de prórroga”, @angelmanuel arias)

30

La vejez es hermosa
si la miramos desde la plataforma
de la vigorosa juventud.

A medida que se acerca
nos damos cuenta
de su horrible trivialidad,
del destino fatal
que nos aguarda
como patético colofón.

Se que ya no es época
para vino, amores y proezas,
pero la pesadumbre
me empuja como un toro
hacia el lado más lúdico.

(11 de noviembre de 2019, “Tiempo de prórroga”, @angelmanuelarias)

29

El primer regalo importante,
la ocasión de tus besos.

Luego,
una persecución implacable
para la llamar la intención
de momentos mejores;
con el protagonismo
de tu perfecta asimetría:

Construimos,
con muy pocos enseres,
con el escaso bagaje
de una huida improvisada,
un castillo de naipes
que aguantó tempestades.

(15 de diciembre de 2019, “Abanico de recordatorios”, @angelmanuelarias)

7

Esta tarde abierta
de domingo
hemos estado dibujando
sillas. Altas, bajas,
con y sin respaldo.
Algunas, tumbadas;
las más, de pie
y, aquellas, rotas.

Cuando teníamos la página
convertida
en una exposición de mobiliario,
Claudia, la pequeña,
apuntó:
“Abuelo, ¿sabes qué?
Nos falta un trono.
Las hadas y los reyes
se sientan en tronos”.

“Si es por eso, -replicó Sofía-
también deberíamos
pintar un suelo
para que se sienten
a pedir los pobres”.

(2 de febrero de 2017, “No nos engaña a nosotros”, @angelmanuelarias)

 

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Varios poemas entre 1992 y 2005

8 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

Aunque cada uno de  mis libros forma una unidad temática, ofrezco aquí algunos de ellos, extraídos de contexto, como una pequeña muestra de mi creación poética. La mayor parte de mi producción está inédita.

5

En otra primavera
-otro país, época, distancia-
tú y yo seríamos tan libres
que no harían falta versos.

En otra primavera
tus labios se unirían a los míos
sin máximos reparos
y no habría esta atmósfera imposible
alertándonos de peligros, tensando.

Pero esta primavera
todo está sembrado de obstáculos difíciles,
explotan las verdades en las manos,
-nos vemos a hurtadillas,
la buhardilla se te clava en los ijares
y está el tiempo erizado de espinas aceradas-,
se nos cruzan caminos tal vez incompatibles
con la verdad de la Biblia, mira tú qué cosas.

Hay demonios que acechan,
enarbolando tribales exigencias,
y tú me dices que no, que somos demasiado
frágiles para ignorar,
y yo te digo que sí, sumisos harto
para dejar de acatar sus órdenes profundas,
me duelen los ijares.

En esta primavera,
te resistes
con ríos de preguntas,
no atiendes mis avances,
te defiendes con tantas energías
que niegas evidencias,
te escapas
como si yo fuera amando, tu verdugo.

Tu oficio es impedir que surjan hechos,
atajar nonatas realidades
y sumergirnos en atmósferas de tedios,
mudando mi tensión en ansia intacta,
ahogando mi deseo,
repitiéndote, (pero si yo no los creo),
conjuros de desastres,
castigos insufribles, rotas ansias.

Prefieres mantener el aura de divina,
tú antaño pecadora de ansias, posas ritmos,
alcahueta que fuiste de otros gozos,
cántara rehecha en rotos trozos, azúcar, hoy no sales
al aire desnuda sin nada que ocultar,
transparentándote.

Valga tu triunfo.
Esta primavera
cierra tus accesos, domina
los resortes íntimos del goce,
niega la posibilidad de que esto nuestro
al no llamarse nunca amor, tenga sentido.
Deja hablar a las cunas bendecidas
miente al deseo, ignora al cuerpo, deja
que ganen posiciones
las santas esperanzas,
despréciame sin miedo,
mécete con sagradas utopías,
repite que nada cambiará,
cumplirás las normas, pedirás perdón,
pero sálvate tú, di
que ya ha sido.

34

Asomado al precipicio de mi otoño,
entre silencios incrédulos, preguntas insolente,
expresas que asistes al comienzo de mi ruina
desde el sólido teorema de tu curiosidad juvenil,
y mientras ya presiento los fríos en la espalda,
se me van cayendo ilusiones a destajo,
te cuento que encuentro cada vez más a menudo
dudas, pelos y sangre en el lavabo,
tú mantienes la sonrisa al pasar, tomas el aire
de quien no necesita comprender, ningún fallo perdonas.

Hoy noto cómo mis ojeras se perfilan
contra tus firmes mejillas sonrosadas,
sorprendo a mis manos ocupando con torpeza
su lugar en tus senos seguros,
mañana será la tos la que delate el contraste
con tu bella canción de cuna adolescente, me saludas,
y cada vez que me pides un favor,
que intente abandonar esta tristeza,
entran a raudales las fiestas de tus nuevos maestros y amigos.

Sé que me abandonas, cuanto más necesita mi cuerpo arrugado
el desnudo de espaldas de tus nalgas rotundas,
hace tiempo que veo cómo aumenta el desfase
entre tu juventud, -las cosas que tú haces-, y mi utopía,
la de cosas que ya no puedo hacer.

Aterrado del torpe alcance que puedo dar a mis palabras,
rendido a tu amor, perdido y tosco, me hago el loco
a la verdad de tu vida,
mientras te enseño lo poco que aun sé de dibujo y geometría.

(1992, Sin herencia precisa, @angelmanuelarias)

13

Pervirtiendo a los mayores

No era más que una niña cuando le apuntaron los pechos
y los muchachos del barrio se dieron cuenta al unísono
de que amaba los caramelos tanto como las carantoñas
y con la excusa de que no querían
que se malograse fuera de allí,
le compraban  juguetes y dulces para mancillar sus razones.

Ella supo por intuición distinguir que el juego era perverso:
mientras crecía, amplió su campo de acción
con nuevas pruebas
y después de superarlas todas, le parecieron más sencillas
que el examen de conducir o más oscuras
que las preguntas de un padre si llegas tarde a casa.

Hizo muchos amigos, y como invertía en reacciones el dinero,
perfeccionó sin querer los modales de princesa,
segura por sí misma de que nada le haría daño, siendo inmune
a cualquier tontería, pudiendo volver cuando quisiera
al otro lado del espejo, donde guardaba, intacta,
su sonrisa de niña buena a la que le gustaban los caramelos y las bromas.

Tiene sus muchos juguetes abandonados por el cuarto,
cuenta su madre, que aún se conserva bien cuanto dejó,
por si vuelve algún día, y llorando matiza
que ha movido mucho desde entonces,
maldiciendo a Dios que la hizo guapa.

IV

Veo con pavor
que lo has previsto todo, desde yacijas y tálamos
hasta las menores minucias, el condón y las tijeras.

Antes de que apareciera por tu puerta
has calculado la íntima satisfacción
que me produciría perder hasta la noción de mi yo.

No puedo articular palabra mientras te desnudo
mientras me hablas de lo bien organizada
que está tu ciudad, de lo mucho que falta
para que los demás se den cuenta –obvio-
de que soy tu personaje,
de que no valgo más
que puesto en tu regazo,
invento del deseo que habita entre mis piernas.

Yo, que no me doblego ante nadie
caigo a la primera cuando sopla tu viento,
escorado por las buenas a tu lado.

V

Cuando me notas a punto de desfallecer, desvelas el regalo
que me traes en esa caja de juguetes: tu sonrisa,
la manera de entretener con trozos que pueden ser pasado,
el momento en que otro como yo, con esta carga al hombro,
no tendría más remedio que estallar en semen o en sollozos.

No es eso solo, no, son muchas más las veces
en que alternando anécdotas con historias inventadas
-así eras tú, ese árbol plantaste, la huella del jardín
pertenece sin duda a tu zapato- me descubres algo de futuro
rebañando en los bordes de mi plato, avanzando
segura entre precipicios de ambos lados.

Bendito seas, lazarillo lleno de voluntad
que me salva paso a paso
del riesgo de caer, ciego como voy, renco y muy feo,
en la zanja de tanta profundidad que cruza de lado a lado,
sin señales ni advertencias, destrozándola por la mitad,
mi propia calle.

VI

Lo que te tengo dicho, las promesas
con las que te convencí para que me franquearas
las puertas, las buenas razones
para que me confundieras con otro,
todo es falso.

Soy un iluso convulsivo,
y esas prendas
las llevo atadas al cuello como un lazo.
Ahora que solo me sirven de lastre.
haré que me tiren al mar, me lo merezco.

No temas por mí,
porque sobreviré también a otro naufragio
y aunque haya tragado mucha rabia,
después de haberme recuperado de los golpes,
al curar tendré la osadía de intentarlo otra vez.

Velando a tu puerta la ocasión propicia
probaré a vencer tu resistencia
apareciendo de sopetón entre tus calmas
con las prisas del viernes por la noche.

VII

Para salvar mi honor
hoy tienes que hacer algo contra mí,
azótame con saña,
dame la patada en el culo, envenéname
con besos apasionados y desdén,
haz que sea pecado
mi aliento de menta y alcanfor
o tu forma infantil de desnudarme,
qué se yo, apuesta por publicar indecorosas
sesiones de fotos con mi nombre y el tuyo,
peor, delátame a otro mundo mejor
por no saber simular ser dios sobre tu vientre,
por haber fingido mal tantas veces
que te conozco de memoria,
por compartir contigo más que infelicidad, desasosiego,
y acabar yéndome siempre por las ramas de tu esencia,
ensuciando como un cerdo tu casa tan bruñida,
todo por los celos,
porque no caigas en la cuenta de lo mucho que me vales.

(Poemas de encargo, 2005, @angelmanuelarias)

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Quédate un poco más (Poema)

6 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

27

Quédate un poco más,
ilumina este instante
con una sonrisa
que no me haga sospechar
de despedida.

¿Me oyes?

He agotado palabras
para expresar torpemente
que quiero ir contigo
sin importarme el bagaje
ni el sitio.

¿Me miras?

Trato de descubrir en tus ojos
las más bellas imágenes
de cuanto nos hizo felices.

Abrazado a tu cuerpo,
me percato
de que no puedo alimentar
por más tiempo
la fantasía de que existo a tu lado,
que este frío
que me penetra hasta el tuétano,
es la prueba
de que soy yo quien se apaga.

(4 de diciembre de 2020, “La advenidad debería debería haberme hecho fuerte”, @angelmanuelarias)


El dibujo corresponde a la colección de apuntes, composiciones a acuarela y a lápiz de mi colección particular, que cuenta con varios miles. Este se titula: “Niño comiendo las sobras de una civilización”. Lo pinté en 2005, en formato DIN A3.

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Conocido aroma familiar, escalera forzosa (Poema)

3 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

16

Primera Precisión de la Forma Habitual

Conocido aroma familia, escalera forzosa
por la que acceder sin saber quién la habita,
esperanza de todas las formas, hastío del premio
que nuestra mano recorre certera y no palpa,
forma que no tiene secreto a los ojos ni despierta apetito,
límites sin novedad que ofrecer a los labios…

Sometida a servir, socio vulgar desde antes de nacer,
legado de manos ajenas que enseña a las nuestras
una herencia explicada, triste fin de lo amado…

Si creció con nosotros, ocupa en silencio su puesto
de perro guardián sin que refleje su rostro
que viene de lejos, que muy rápido agota sorpresas,
convenciendo sin violencia sin argumentos ni voces,
que el tiempo traspasa, que ella pierde con todas las puertas,
que la vida es ausencia, que se nos escapa sin querer…

(“Sin herencia precisa”, 1992, @angelmanuelarias)

32 (I)

Brotaban en la calle, a cientos, las muchachas,
anunciando su propia primavera,
brotaban entre risas, moviendo rápidas sus manos
explicando con gestos apropiados para explicar otras cosas
lo que es el destino,
la confianza, el sordo amor, los frutos de los tiempos;
surgían como garzas aladas, reclamos de falsa nata y flor,
locas palomas, atropellándose las risas las unas a las otras.

Salían del colegio con la lección del mes mal aprendida,
repitiendo a sus madres,
preocupando sin saber con su firma vagar a cientos de varones,
pollos nostálgicos de usos incipientes,
ellas vírgenes en triunfo, ellos anegando las ansias
en ríos de gozo y hiel, libando angustias sin querer,
espléndidos aurigas encallando,
desconocedores aún del poder del humor y la sangre,
mientras ellas -más sabias- les iban regalando esperanzas,
atinando a ciegas, azar, con despertar sus deseos,
perdonando lujurias con sonrisas de monja,
enmelándolo todo.

(“Sin herencia precisa”, 1992, @angelmanuelarias)

 

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Si hubo síntomas (Poema)

2 diciembre, 2020 By amarias Dejar un comentario

28

Si hubo síntomas,
fueron tan imperceptibles
que no fue posible
tomar las precauciones.
Se levantó, como cada mañana,
con perezas y sueños preteridos.
Abandonar la cama tibia
para adentrarse en la espesura
de un día por hacer
le producía taquicardias.

Se lavó las legañas del reproche,
desayunó zumos de sórdida intención
y devolvió por momentos
las reservas de alcohol a la fresquera.
Tenía planeado ir al Banco
para poner al día la libreta,
pero no la encontró donde quería.
Estaba, como las gafas,
el recado de escribir,
los teléfonos del médico y la asistente social
y los móviles que utilizaba
para animarse después, exactamente,
donde los había dejado
la noche anterior,
cubiertos por las brumas preferidas
del Alzheimer.

Salió a dar un paseo
por la ciudad y saludó
a varios conocidos -o así le parecieron-
con efusión en él desconocida.
Advirtió que llovía,
que era frío el porqué.
que la calle resbalaba y se perdía.

Volvió a casa,
desayunó otra vez,
buscó denodadamente
la libreta y algo que recordar.

Murió sin hacer ruido,
salvo el grito final,
como siempre sucede.
Un hombre ilustre, forzado inventor
de personajes.

77 bis

Para sucesos imposibles, avalancha de limones
sobre tus senos, agrias promesas de ciego amor,
gestos de enfado eterno, sueños compartidos
entre irreconciliables enemigos, y el vuelo desde el último peldaño
alzándome a tocar el cielo desde las alturas de tu grácil cuello.

Para imposible, el reto de construir desde la soledad
con las antiguas pasiones, algo más que turbios resultados.

(“Amar sin tener gozo”, 29 de enero de 2017 @angelmanuelarias)

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Poemas de última hornada

27 noviembre, 2020 By amarias 2 comentarios

Para relajarme, pero también por pura necesidad de comunicar sentimientos, sigo escribiendo poemas. Soy un poeta prolífico: más de catorce libros escritos, de entre ellos Absueltos de todo don (1989) y Sonetos desde el Hospital (2019) como aquellos que han tenido mayor repercusión, al haber alcanzado ediciones de más de mil ejemplares. Sonetos desde la Crisis (2020) está pendiente de publicación impresa, aunque la mayoría de sus poemas se pueden encontrar en este blog, en la sección de Poesía.

Incorporo aquí dos de mis últimos poemas:

18

Abro la ventana
para que el aroma fresco de la noche
inunde la habitación donde yago.
Cogido de tu mano caliente
me viene el recuerdo de aquel tiempo
en el que construimos castillos en el aire.

Algo queda todavía
de la ilusión con la que imaginamos
un mundo mejor, hecho a la medida
de lo mucho que pensábamos hacer.

Cierro los ojos
y siento que todo está igual que entonces,
que seguimos siendo esos jóvenes
para lo que ninguna hazaña
parecía irrealizable.

Estoy agotado,
pero tu presencia es la misma
que me condujo hasta aquí
sorteando peligros.

(19 de noviembre 2020, “La advenidad debería haberme hecho fuerte”)

19

Van cayendo las hojas
sobre el camino de rosas
y el otoño me encuentra descuidado.
Paseo entre la hierba húmeda
con mis zapatos de tela
mientras la lluvia cubre de olvido
las alegrías que fueron del verano.

Temo al invierno
porque siempre ignoro
si traerá consigo otra primavera.

Pero me aferro al recuerdo borroso
que me asegura que siempre
-hasta donde guardo memoria-
al frío de la nieve sucede el deshielo
y florecerán prímulas, narcisos y violetas
en las veredas umbrías.

(19 de noviembre de 2020, “La advenidad debería haberme hecho fuerte”)

Nota.- Advenidad no figura como entrada en el diccionario de la RAE, aunque si es empleado en algunos textos. Yo lo utilizo en el sentido de situación o categoría de advenir, es decir, lo que sobreviene sin preparación, inadvertidamente.

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