Esta semana que hoy termina tuve que someterme en el Hospital Ramón y Cajal a una operación quirúrgica, y estuve hospitalizado tres noches. La corta estancia prueba que no se trató de una intervención muy compleja, aunque aún ando con la mosca detrás de la oreja de que la combinación de saber hacer, cirujano, paciente, azar y naturaleza hayan obtenido el éxito deseado por los humanos participantes en el encuentro.
Sea como fuere, el mucho tiempo de vacío y el no dormir esos días, tuvo un efecto secundario, que fue escribir varios sonetos, de los que extraigo estos tres. El primero, está escrito a las siete de la mañana del día inmediatamente posterior a la operación; el dedicado al celador, en realidad, fue el último, mientras mi colega de habitación esperaba que este funcionario apareciera, una vez recibida el alta algunas horas antes.
1.
A solas, desnudo, y harto dolorido,
veo pasar el tiempo como un lujo
y si rompe el silencio algún sonido…
no aportará a la noche paz o embrujo.
Conteniendo ayes, mi magín estrujo
para escribir dos líneas con sentido,
y tantas son las ganas con que empujo
el deseo de verme, aún yendo herido,
liberado de este cuarto de hospital
donde hago de paciente el cometido
que sin reparar que me siente bien o mal,
por volver a mi sitio preferido,
soy capaz de ocultar que estoy fatal
y copiar de alguien sano el parecido.
2.
(J) Oda al celador
Que lo público se hunde, es evidente,
y a Sanidad el trago más amargo
le toca soportar, siendo inocente.…
Falta dinero, cierto, y, sin embargo,
la ausencia de autoridad es muy patente.
No se sabe bien quién está al cargo
de qué; despreocupado hasta el gerente,
caído también en cómodo letargo.
Sin importar qué pueda creer la gente,
según la práctica y modos en vigor,
quien sufre el deterioro es el paciente,
y aunque vea moverse fiel observador,
como puta por rastrojo al residente,
manda en verdad allí, solo…el celador.
3.
En tierra de metáforas, doncellas,
sobreponed con cordura la emoción
si un poeta, una noche bajo estrellas…
os invitara a disfrutar de la ocasión
de ver brotar en sus jardines la pasión,
porque las veleidades dejan huellas
que entran con recatos en reacción,
sufriendo resistencias grandes mellas.
Recoged del vergel dulces fragancias
y del firmamento si queréis, centellas,
pero no os dejéis llevar a estancias
en dónde os obsequie con aquellas,
que siendo metáforas, aun rancias,
embriagan cual licores en botellas.
@angelmanuelarias
(De Sonetos desde el Hospital, 2017)
Esta graciosa y delicada ave que ilustra mi comentario poético es una cigüeñuela. Parece que está, como Narciso, contemplando su belleza en las tranquilas aguas dulces de la marisma, pero, en verdad -como podría suponerse- está alimentándose de pequeños crustáceos y larvas de insectos. Es un ave inconfundible, por sus largas patas rosado intenso que se dirían a punto de romperse, y su capa negra, contrastando sobre un cuerpo níveo. La fotografiada, por su cabeza completamente parcialmente negra, es un macho. Las hembras la tienen completamente blanca.
buenos días
ya sabes que me alegro de tu alta hospitalaria.
saludos.